David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
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La invasión de las sectas en América Latina

«Desde la casa de enfrente los golpes rítmicos de panderetas, un parlante preñado de alabanzas divinas. Gritos en el cielo, éxtasis del nuevo pentecostés. En el bus, un vendedor ambulante de verdades eternas. Un puño de incienso o el folleto de las revelaciones a cambio de unos sucres. Al lado un vistoso templo nuevo, el gringo y su colega local –corbatas obscuras, mangas alzadas– buscando santos para los 'últimos días'. Tocando la puerta, dos predicadores con una copia de Atalaya y una conversación si usted tiene tiempo. La radio en la choza sobre el páramo, cruzada de Luis Palau, conquista del campo a nombre de Cristo. Techos de zinc en el horizonte, niños rurales con padrinos en el extranjero. Avionetas aterrizando sobre un reducto norteamericano en plena selva amazónica. En la tele las voces seductivas de Misters Swaggart o Robertson, electrónicos mensajes de salvación para el perdido mundo moderno. Coloridas carpas, no del circo sino de campañas de conversión. Reunión de redimidos en el estadio Modelo, gran choque copero entre el Bien y el Mal. Los periódicos y las revistas dan ecos de alarma: 'invasión de las sectas', 'penetración cultural', 'explosión evangélica', 'olimpiada religiosa en el país', 'nueva estrategia imperialista'. Preocupación. Confusión. ¿Qué está pasando?» –Thomas Bamat, 1986{1}

¿Qué tal si, después de tanto dolor y desesperanza, llegase una solución espiritual para los problemas de América Latina? Así pensaba el evangelista argentino, Luis Palau. Por eso fue a Guatemala en noviembre de 1982, [14] para participar en la celebración del primer centenario del protestantismo en el país. Los ojos de toda América Latina están sobre Guatemala, dijo a la inmensa multitud en un predio militar de la capital. Esta podría convertirse en la primera nación reformada de América Latina, un país en donde la palabra de Dios había cautivado a tantos militares y empresarios que llegó a ocasionar una transformación social y política. El evangelio podía liberar a los guatemaltecos de las cadenas del pecado, continuaba Palau, y podía liberarlos de las cadenas de la pobreza, la miseria, y la opresión. El evangelista prometía que a través del Evangelio de Jesucristo, el nuevo hombre podría construir una nueva Guatemala.

Era un día soleado y caluroso, el campo lleno de gente, la multitud vitoreando. Los organizadores habían pronosticado que medio millón de personas estaría presente. Más tarde, sostuvieron que habían asistido unos tres cuartos de millón.{2} En la parte de atrás, los soldados haraganeaban junto a las paredes de una estructura lúgubre al estilo medieval, la Escuela Politécnica del Ejército, cuyas entrañas, se decía, albergaban celdas clandestinas en las cuales se encontraba prisioneros políticos «desaparecidos».{3}

Luis Palau no iba a entrar en debates sobre la situación política del momento: su mensaje era espiritual. Además, el presidente del país se encontraba a su lado. «Aquí, el que está a cargo es Jesucristo», declaró Efraín Ríos Montt, un general del ejército que había tomado el poder ocho meses atrás. El tono de su voz era duro, casi beligerante, pero de la multitud se levantaban los aleluyas. «Nos defendemos no a través del ejército o de sus espadas», proclamaba, refiriéndose a la fuerza contrainsurgente de mayor éxito en América Central, «sino a través del Espíritu Santo.»{4}

Los dos hombres sentían que lo que le faltaba a América Latina era el protestantismo evangélico. Palau y Ríos Montt creían que únicamente una conversión en masa, una transformación moral a nivel popular, podrían salvar a América Latina de la pobreza y del caos.

«Algunos ofrecen servicios voluntarios», solía afirmar Palau, «otros impulsan revoluciones marxistas. Pero la única forma de cambiar [15] verdaderamente a una nación para bien es guiar a las masas populares a comprometer sus vidas con Jesucristo.»

«Si pudiéramos eliminar la infidelidad y la inmoralidad en América Latina», pensaba Palau, «podríamos cortar la pobreza por la mitad en una generación... Si un hombre renuncia a la inmoralidad con las mujeres, renuncia a emborracharse y todo el desperdicio... que va con esto, y deja de apostar, sólo allí estaría ahorrando gran cantidad de su salario...

«La numerosa clase media emergente [en el protestantismo latinoamericano] fue convertida siendo pobre y a través de la industria, de la honestidad y la justicia, alcanzó el estilo de vida educado y razonable que se conoce como clase media. Pienso que ésta es la respuesta bíblica...

«Considere los países en los que usted no necesita temer a la policía secreta, en donde se puede esperar justicia en base a la ley, en donde los militares están bajo la guía del pueblo y no oprimiéndolo, en donde se valora la educación, en donde la prensa es relativamente libre», dijo Palau. «Casi todas aquellas naciones han experimentado despertares espirituales que han alcanzado al nivel local de la sociedad.»{5}

Cuatro meses después, el Papa Juan Pablo II se encontraba en el mismo lugar celebrando misa. No se refirió directamente a la asamblea anterior, a la cual sus propios organizadores habían prometido superar.{6} Es verdad que la multitud fue algo más numerosa. Pero cuando el Papa pidió al pueblo que defendiera su fe, una razón fue que la Iglesia Católica estaba perdiendo terreno frente a los evangélicos en muchos frentes. Ya no podía reclamar a América Latina como suya. El monopolio religioso tradicional estaba perdiendo terreno. Parte de aquella reforma ocurría dentro de los templos católicos construidos durante la colonia española, pero gran parte de ésta tenía lugar afuera.

Notas

{1} Bamat 1986: 25-6.

{2} La plaza de armas estaba llena hasta un poco más de la mitad, por lo que dudo que hayan asistido más de 250.000 personas.

{3} «Denuncias de la FIDH», Enfoprensa (Ciudad de México: Agencia Guatemalteca de Noticias), 12 de noviembre de 1983, p. 7.

{4} Notas del autor, 20 de noviembre de 1982. «Mass Palau Rally Caps Guatemala Centenial Year», Christianity Today, 7 de enero de 1983, p. 48.

{5} «Luis Palau: Evangelist to Three Worlds», Christianity Today, 20 de mayo de 1983, pp. 30-1. Luis Palau, «The Gospel's Social Impact», Briefing (Portland, Oregon: Cruzada Luis Palau), verano de 1984, pp. 14-16.

{6} Richard N. Ostling, «Into a Perilous Volcano», Time, 7 de marzo de 1983, p. 10.

 

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