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David Stoll · ¿Pescadores de hombres o fundadores de Imperio? El Instituto Lingüístico de Verano en América Latina

Renovación carismática

Los misioneros evangélicos eligen su respuesta a la adversidad al interpretarla como oposición satánica o la voluntad del Señor. Si la aflicción es la voluntad del Señor, entonces Satanás está actuando sólo en el sentido de tentar a uno a rechazarla. El cristiano reza por la paciencia de Job, un rasgo bastante evidente entre los miembros de Wycliffe. Pero si Satanás ha orquestado el ataque, el cristiano reza contra un enemigo que bien puede llevar cara de humano. Una vez que los rezos fracasan en detener la derrota a manos de las fuerzas del mal, se convierten en la oración para buscar la perfecta voluntad del Señor, el plan divino que abarca todos los reveses y, en última instancia, conducirá a la victoria. Dado que Satán nunca admite la derrota, la contienda comienza de nuevo.

En Norteamérica, la creencia cristiana en la conspiración diabólica y en la magia protectora es tan vieja como los puritanos. Los demonios acechando en el bosque eran indígenas, de quienes los rezos y armas de fuego rescataron al pueblo de Dios. Ahora que el Instituto Lingüístico está invadiendo los últimos reductos indígenas de Satanás, la oración es igualmente crucial. Y como corresponde a una era moderna, es coordinada por radio. Mantenidas en contacto por correo y radio de onda corta, las redes de compañeros y guerreros de oración en la tierra natal dirigen sus peticiones a necesidades espirituales en el campo. En las bases, que funcionan como estaciones repetidoras del poder de la oración que Wycliffe lanza a la batalla contra la magia indígena, los miembros pueden estar organizados en asociaciones y círculos de oración. Cuando el radiooperador de Yarinacocha se entera de una emergencia, alerta a una red telefónica que une a la base en petición al Señor{130}.

Sea cantada por un brujo o impresa en un periódico, la oposición satánica exige una respuesta correspondiente. Como el Instituto Lingüístico se considera dedicado al mayor bien de todos, sus oraciones son totalmente buenas. Así y todo, quiere la intervención divina a su favor. Cuando la filial guatemalteca informó que el Proyecto Lingüístico Francisco Marroquín (no identificado con Satanás) había propuesto alfabetos que “podrían ser lingüísticamente correctos en sí mismos” pero no beneficiarían a los indígenas, ésta solicitó “oraciones para que la propuesta fuera abandonada o rechazada”{131}. Cuando un hechicero molesto es [392] asesinado, eso podría ser una respuesta a la oración; cuando el gobierno peruano purgó la prensa, se trató de otra respuesta a la oración; y cuando todos esos norvietnamitas que atacaban el búnker fueron muertos, se trató también de una respuesta a la oración. No importa cuán buenas sean las oraciones de Wycliffe éstas pueden implicar no sólo frustrar al enemigo sino dañarlo. Al satanizar la oposición humana, el ILV hace la equivalencia funcional de una acusación de brujería. Al rezar por el sojuzgamiento de los adversarios, los lingüistas lanzan las maldiciones de los píos.

En la medida en que la guerra espiritual se intensificó durante la década de los setenta, dio lugar a una sorprendente desviación al interior del Instituto Lingüístico. Hasta hace poco, los evangélicos de clase media han considerado al bautismo en el Espíritu Santo como algo peligroso. Los pentecostales tienen encuentros frecuentes con el diablo, están ansiosos por percibir lo milagroso, y a menudo han sido acusados de confundir a los dos. Cuando C. I. Scofield confrontó la religión extática entre los negros y blancos pobres, relegó las referencias del Nuevo Testamento a los dones pentecostales (o carismas) a una época pasada: ya no están disponibles para los cristianos. Los dones más comunes son la curación por la fe y hablar en lenguas, pero algunas sectas pentecostales se han hecho conocidas por sus visiones y profecías; es decir, la revelación extra-Bíblica que reemplaza aquello que los evangélicos ortodoxos estiman sobre todo.

Por varias décadas, Wycliffe discriminó a los candidatos pentecostales y se libró de los recién bautizados por el Espíritu en sus filas. Dado que los pentecostales reclaman tener dones espirituales especiales, otros miembros les tenían resentimiento, respondiendo con un tipo de interés personal que se hace insoportable. Pero Guillermo Townsend convenció a la conferencia bienal de 1949 para aceptar a pentecostales “compatibles”, y él los protegió cuanto pudo{132}. Poco a poco, el bautismo en el Espíritu Santo probó ser irresistible: a mediados de la década de los sesenta, se dice que en la filial colombiana sobrevino el hablar en lenguas, con el resultado de que la sede norteamericana tuvo que enviar a alguien para restaurar el orden. Pero pronto el pentecostalismo estaba alcanzando respetabilidad entre la clase media de los Estados Unidos. Los neo-pentecostales o carismáticos tuvieron cuidado en contener los excesos y demostrar la legitimidad de su fe: aunque conservaban vínculos denominacionales, se sentían más cerca de otros carismáticos. Bajo el auspicio del Espíritu Santo, los protestantes evangélicos y los católicos se reunieron en buena fe. [393]

Wycliffe ha sido cauteloso en compartir sus movimientos carismáticos con los sostenedores estadounidenses, pero parecen deberle algo a los Townsend. Mientras el fundador siempre se opuso a la discriminación contra los pentecostales, se dice que su esposa Elaine trajo consigo al Espíritu Santo de las iglesias oprimidas de la Unión Soviética. Procedieron a jubilarse en el primer centro de Wycliffe para publicitar su renovación carismática, la sede de SSAR en Carolina del Norte. Esperando abrirse camino contra este bastión del etnocentrismo Wycliffe, los Townsend llevaron adelante su campaña contra la discriminación racial, incorporándose a una iglesia presbiteriana negra. No debió haber sido fácil para el Servicio Selvático de Aviación y Radio romper los tabúes racistas en la Carolina del Norte rural, como los empujaba el fundador, ni tampoco era probable que muchos aplaudieran sus expediciones a la Unión Soviética. Pero en la lucha por ponerse a la altura de los desafíos de Townsend, el Espíritu Santo hizo suficientes incursiones para que un carismático, Jamie Buckingham, fuera solicitado para escribir la historia del SSAR.

Buckingham y el escritor de Wycliffe Hugh Steven describen fenómenos carismáticos en las filiales de Papúa Nueva Guinea, Filipinas, Brasil y Perú{133}. Hay también razones para creer que, tras alguna resistencia, otra vez estaba en camino un movimiento para 1977 en Colombia. La renovación en el Perú es atribuida al administrador de la filial Jerry Elder, quien se dice regresó de su licencia en los Estados Unidos como “un hombre nuevo”, descontento con la maquinaria de Yarinacocha que él había hecho mucho por armar. “Durante años los Traductores Wycliffe de la Biblia en el Perú –y yo en particular– habíamos sido gente confiada en nosotros mismos”, le dijo a Buckingham. “Eramos técnicos altamente entrenados y capaces. Conocíamos nuestras tareas y nos jactábamos de ser los mejores del mundo”.

Después que los primeros intentos de Elder de renovar la filial hubieran fracasado, en la nochebuena de 1971, desapareció un avión con destino a Pucallpa con cinco miembros de la filial y otras noventa personas. Durante la búsqueda una cierta histeria se apoderó de Pucallpa y Yarinacocha, donde los operadores del radio de onda corta del ILV activaron una cadena mundial de oración. De todas partes de la selva llegaban informes de que un avión había sido visto sobrevolando la selva, horas después de que resultó haberse desintegrado a diez mil pies. Junto con tal vez una docena más, quienes sucumbieron debido a los insectos y al [394] hambre, una pasajera sobrevivió a la caída y salió en busca de ayuda{134}. Es así que surgió la historia de un avión fantasma.

“Durante aquellos días de incertidumbre”, continuó Elder, “cuando nuestros hombres estaban peinando las selvas esperando contra toda esperanza que nuestros amigos estuvieran aún con vida, algo sucedió en los corazones de la gente de la base. Amor, más amor del que nunca nos habíamos atrevido a expresar, brotaba hacia las familias de aquellos perdidos en la selva. Y cuando al final los cuerpos fueron regresados a la base, ese amor creció, se expandió a otros en la base y fluyó a la selva hacia nuestros amigos indígenas. Saltó las fronteras de las diferencias doctrinarias, mientras empezamos a amar y respetar a nuestros amigos católicos que eran parte de la misma crisis”.

La base organizó un culto de comunión –un rito carismático– y, según Buckingham, “no se llegó a servir el pan y el vino sino hasta después de la medianoche. Parecía que todo el mundo en la base –más de cuatrocientos– tenía algo que confesar, y quería hacerlo públicamente. Hombres, mujeres y niños se pusieron de pie, confesando en lágrimas cosas corno orgullo, egoísmo, arrogancia, intolerancia, envidia y resentimiento”. En la Conferencia Bíblica de Yarinacocha, “hubo más confesión. La gente admitía su hipocresía, confesaba sus temores y fracasos, clamaba públicamente a Dios por ayuda”. La base se dividió en pequeños grupos para curaciones semanales del cuerpo. Una vez al mes, un día era reservado para orar los unos por los otros. Los médicos de la base empezaron a extender las manos sobre sus pacientes{135}.

Traído de los Estados Unidos, el renacimiento carismático respondió a las necesidades de la filial peruana a varios niveles. Uno era la “selva”, que se había tragado los cuerpos de cinco compañeros y amenazaba con devorar toda una misión de fe, en el sentido de que éstos evangélicos norteamericanos se sentían en peligro de ser vencidos por poderes paganos. “Yo había pensado en los demonios como productos de la imaginación de los pueblos primitivos”, escribió la traductora que descubrió a su asistente Aguaruna de traducción Bíblica metido en lo oculto. “…Mi relación con Dios no involucraba poder sobre el mal en una forma tan viva… Dos semanas más tarde, nos enteramos de que [una mujer poseída por el Demonio] había muerto. ¡Condenada a la eternidad en el infierno con verdaderos [395] demonios! El tormento que yo había visto en sus ojos me obsesionaba. ¿Dónde estaba el poder de salvar a otros como ella? Con todo mi corazón anhelé ese poder”{136}.

La renovación carismática ofrecía ese poder, o al menos así se esperaba. Una mayoría de evangélicos latinoamericanos son pentecostales: fuera del control de los misioneros norteamericanos, se meten en los rebaños que los norteamericanos han cortejado al catolicismo, predican la necesidad de otro bautismo, dividen congregaciones, y quizá se las arrebatan completamente. La razón de estos triunfos sobre norteamericanos con mucho mayor poder clientelista es, al parecer, que el pentecostalismo permite que los espíritus tradicionales sean reconocidos, admitidos y puestos bajo control en los términos del esquema cristiano. En el Ecuador, por ejemplo, los traductores al Secoya se vieron consternados por cultos pentecostales que les recordaban los trances alucinógenos que creían haber desterrado{137}. El pentecostalismo suele surgir del naufragio de triunfos misioneros legalistas que suprimen la magia protectora, incrementan el conflicto social y avivan el temor a la brujería.

Uno de esos náufragos es tal vez Cushillococha donde, la misma tarde en que se perdió el avión, se dice que el Arcángel Gabriel apareció y profetizó que una poderosa renovación conquistaría la selva. Los Ticuna que lo habían recibido estaban en contacto radial con la base del ILV y, tarde o temprano, los hechos de Gabriel hicieron una gran impresión en Yarinacocha. “Desde el día en que llegué”, informó Buckingham, “…empecé a escuchar rumores acerca de milagros entre [los Ticunas]. Oí …historias casi increíbles acerca de reuniones en que los indígenas fueron ungidos con lenguas de fuego, donde hablaban espontáneamente idiomas desconocidos, historias de grandes servicios de bautismo y hasta resurrecciones de muertos”{138}. Al santificar las erupciones nativas, la renovación carismática proporcionó un puente hacia clientelas a punto de hacer agua.

La renovación también condujo al amor y respeto por clérigos católicos a los que, oficialmente, la filial había estado amando y respetando desde 1953. Convenientemente, aunque los movimientos carismáticos en Latinoamérica han sido marcadamente católicos, muchos han [396] sido aconsejados por evangélicos norteamericanos. En 1979, el Cardenal de Colombia Aníbal Muñoz Duque advirtió que “Alpha y Omega” –nuevamente, La Cruzada Estudiantil para Cristo de Bill Bright– estaba infiltrándose en la Iglesia con fines poco católicos{139}. Más convenientemente aún, los carismáticos generalmente desaprueban la Teología de la Liberación: sus renovaciones, en cambio, son aclamadas por unir a la gente de todas las clases, desde las damas hasta sus empleadas domésticas, en lugar de separar a los ricos de los pobres.

En el Perú, la mayoría de los misioneros católicos se habían resignado al ILV, aun sin considerarlo santo de su devoción. Pero ahora la filial procedió a hacer acercamientos sin precedentes en nombre del Espíritu Santo, especialmente a la misión jesuita del Marañón. Durante las negociaciones contractuales a fines de la década del setenta, uno de los carismáticos más notables de la filial (que resultaba ser el director de relaciones públicas) estaba dando una clase semanal de Biblia para seiscientos católicos. Según Cristianismo Hoy, él alegó que los protestantes evangélicos podían relacionarse con los carismáticos católicos más fácilmente que con los protestantes ecuménicos porque (como los evangélicos) los carismáticos católicos se oponen a la Teología de la Liberación{140}. En otras palabras, la renovación carismática podía producir una alianza entre los católicos y protestantes de derecha contra los católicos y protestantes de izquierda. Los jesuitas y dominicos de las misiones no parecían impresionados. Les gustó la oportunidad de mejorar las relaciones, pero este baño particular de Espíritu Santo olía a otra maniobra política.

El movimiento de Yarinacocha fue más que una cacería por aliados, sin embargo, o incluso una respuesta profundamente sentida a la “selva” que pudiera restaurar la confianza de las clientelas indígenas. En el fondo, era una reacción a la desilusión hacia los propios colegas y Wycliffe. La filial peruana debe a Guillermo Townsend más que ninguna otra, salvo la mexicana. Esta armó el programa total como ninguna otra en América Latina, Pero los métodos empleados crearon enemistades insuperables y se cobraron un alto costo moral. La filial nunca aprendió a sentirse segura y llegó a considerarse el pináculo de la creación. Un hombre que conoció la base en los años sesenta recuerda que nunca vio una comunidad donde el clima de “brujería” –envidias y sospechas mezquinas– fuera tan obvio. Peor aún, parecía que todo había sido inútil: allá en las tribus, muchos 'creyentes' estaban en abierta desobediencia como lo están hoy en [397] día. Después, durante las negociaciones del contrato en 1970, los funcionarios del gobierno se esforzaron en enfatizar que era el Perú, y no el ILV, quien estaba a cargo, y que en el lapso de unos pocos años se podría prescindir de estos últimos. Con razón, los miembros se sentían inseguros y espiritualmente sucios. Claramente necesitaban un nuevo tipo de ayuda.

Mientras cada uno confesaba sus pecados, la única actuación que escapó al escrutinio fue la de la filial, la institución que había criado tantos pecados. El Wycliffe ordenado desde los cielos, al que otros podrían considerar responsable por la triste condición de sus miembros, definitivamente no era el punto. Lo era la culpa en el corazón de cada miembro. La renovación carismática remistificó la obra del Señor y su liderazgo. Según el director de SSAR-Perú, “era la diferencia entre dar instrucciones a Dios y aprender a tomar las órdenes de Él”{141}.

El movimiento pentecostal de Yarinacocha era un grito por la supervivencia de una misión de fe en la ahora violada frontera amazónica que había hecho tanto por abrir. Restaurando el aura de santidad en torno a la institución, la renovación carismática unió a miembros divididos por mezquinas intolerancias contra el peligro eterno. Desde contactos formales hasta encuentros casuales, el pueblo de Dios estaba poniendo sus carretas en círculo para repeler a los hostiles. Cuando Buckingham visitó Yarinacocha alrededor de 1973, percibió “una verdadera profundidad de la espiritualidad”{142}. Pero a juzgar por mi propia experiencia y la de otros, la Yarinacocha carismática mostraba una hostilidad y amargura hacia los adversarios potenciales que las filiales vecinas y no-carismáticas no tenían. El enemigo era 'el comunismo y el Diablo', informaron miembros a sus confidentes. Durante mis breves visitas parecía que el discurso sectario –“el Señor” esto y “el Señor” lo otro– era más común que en otras filiales. A juzgar por las caras de varios miembros, era como si yo fuera el Diablo en forma de humano.

Para los latinoamericanos que ya no le tenían al ILV ninguna confianza, para los sostenedores norteamericanos a quienes no podía explicar su posición desesperada, para los miembros mismos, se necesitaba algo para transformar su ciénaga desmoralizadora en otro drama evangélico y convertir a los agresores en víctimas. Con crecientes amenazas a la vida de los miembros, mucho antes del secuestro de Colombia, Wycliffe estaba [398] preparándose para redimirse en quizá la única manera que podía, ciertamente en la única manera que conocía, con sangre misionera.

“La situación en Nicaragua se ésta poniendo peor”, había escrito Chester Bitterman en 1978, mientras el régimen de Somoza era echado abajo. “Si Nicaragua cae [en manos del comunismo], me imagino que el resto de Centroamérica también… Tal vez éste sea sólo algún tipo de complejo de martirio auto-infligido, pero yo tengo esa idea recurrente, de que quizá Dios me llame para ser martirizado por Él… en Colombia”{143}.

“Servirle a Él es costoso, como lo han descubierto los Bitterman y esos cinco valientes jóvenes asesinados por los Aucas [en 1956]”, dijo Billy Graham a la celebración del Jubileo de Wycliffe en mayo de 1981. “Pero las recompensas son abrumadoras en esta vida y en la venidera. Ya ha sido demostrado una y otra vez que la muerte de aquellos valientes jóvenes en el Ecuador condujo a toda una nueva dimensión de misiones en este siglo. Y la vuelta de Chet Bitterman a la gloria, creo yo, fue planeada en la providencia de Dios para abrir un nuevo capítulo en las misiones. Llamar a los jóvenes a decir, 'Iré y tomaré su puesto para que Chet Bitterman sea multiplicado cientos y miles de veces hasta que esta tarea esté terminada…'

“No puede haber disputa o siquiera discusión acerca de esto cuando estamos ante el comando de Cristo. Se trata sólo de dónde, cómo y cuándo. Todavía hay tres mil lenguas por delante. Wycliffe puede absorber ahora unos quinientos nuevos traductores y personal de apoyo cada año. Esto significa que cada uno de estos grupos lingüísticos puede ser tocado y ocupado dentro de esta década de los ochenta… ¿Saben ustedes cuál es el problema principal? Son los voluntarios que estén dispuestos a ir y poner todo en el altar como lo hizo Chet Bitterman… Creo que Dios está llamando a cientos de jóvenes aquí esta noche para que digan 'sí, estoy dispuesto a hacer eso…'

“Estoy convencido de que nos estamos acercando a los últimos días. Debemos trabajar antes de que venga la noche y volvamos a nuestro texto… '¡La Buena Nueva acerca del Reino será predicada por todo el mundo, de modo que todas las naciones la escuchen, y entonces, y entonces y entonces, vendrá el fin!' No veo sino una cosa atravesada en el camino de la venida del Señor. Claro que Él podría venir esta noche. Pero hay algo… que me deja perplejo en los signos. 'Todas las naciones deben escuchar. Y esto es lo que Guillermo Townsend siempre ha creído… [399]

“Cuando Cortés desembarcó en México con ese puñado de hombres, les ordenó quemar las naves, para que no pudieran volver a España. Estaba decidido a quedarse basta conquistar. Estoy pidiéndoles que quemen sus puentes y quemen las naves y digan 'Señor, aquí estoy, soy tuyo'”{144}.

Notas

{130} Hefleys 1972: 117.

{131} SIL/WBT 1971: 70.

{132} Hefleys 1974: 163-4.

{133} Buckingham 1974: 214-5 (Papua New Guinea), Steven 1974 (Filipinas) y Steven 1978 (Brasil).

{134} pp. 100-4 Reader's Digest febrero 1973.

{135} Buckingham 1974: 138-55.

{136} Larson 1974.

{137} Bloom 1981: 262.

{138} Buckingham 1974: 155.

{139} Tiempo (Bogotá) 3 de diciembre 1978.

{140} Christianity Today 1 de diciembre 1978 p. 52 y 7 de diciembre 1979 p. 46.

{141} Buckingham 1974: 154.

{142} Ibid p. 138.

{143} p. 11 In Other Words verano 1982.

{144} Golden Jubilee Rally, Anaheim Convention Center, Anaheim, California, 9 de mayo 1981.

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