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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 3 • mayo 2002 • página 4
Desde Ultima Thule

El golpe de estado en Venezuela
y la nueva retórica de la modernidad

Fernando Flores Morador

Desde Ultima Thule, nombre que Plinio el Viejo dió a las islas ubicadas al norte de la Gran Bretaña, casi seguramente Escandinavia, escribe el profesor uruguayo Fernando Flores, asentado desde hace años en Lund (Suecia)

Por extraño que parezca, la retórica del gobierno actual de los Estados Unidos, ha sido víctima de ciertas paradojas propias de la era de la globalización. Ante los acontecimientos del 11 de septiembre el gobierno norteamericano cambia la retórica modernista de la «defensa de la democracia» a la de «la lucha antiterrorista». Las razones son muchas. Entre otras porque el mundo comienza a comprender la diferencia entre voluntades mayoritarias y mecanismos de elección de mayorías. El caso más claro es el de las últimas elecciones en EEUU. En las mismas y según las reglas de juego, el presidente electo es el justo ganador, a pesar de no ser el candidato más votado. Esta oposición lejos de ser trivial puso en crisis el sistema político norteamericano. Por lo demás el nuevo enemigo –el Islam fundamentalista– no puede con facilidad identificarse con la dictadura como régimen político, en tanto hay dictaduras no islámicas y dictaduras islámicas que combaten el fundamentalismo religioso.

En estas páginas llamamos «retórica política» la argumentación ideológica sincera, aquella que nace de la convicción más profunda y que no es mera «táctica». Retórica argumentativa encontraremos dominando todas las esferas sociales, como la expresión del discurso social dominante.

Los sucesos del 11 de septiembre ponen de manifiesto una forma arcaica de actuar y pensar según la cual el sacrificio de la vida propia y la de otros inocentes se justifica ante Dios. Los fundamentalistas musulmanes son identificados como la expresión más acabada de un arcaísmo superviviente. La lucha antiterrorista a partir del 11 de septiembre es entonces diferente a la lucha antiterrorista anterior a esa fecha. De alguna manera es una lucha entre modernidad y arcaísmo. En esa dialéctica se entrecruzan roles e intenciones dando lugar a un nuevo caleidoscopio de alternativas políticas. Hasta el 11 de septiembre la lucha antiterrorista se enmarcaba en una lucha por los derechos del estado democrático occidental y capitalista. «Terrorista» se denominaba entonces, a personas y o grupos que practicaran alguna forma de política armada, fueran o no «terroristas» en el sentido estricto del término. El término era usado en forma ideológica, con fines políticos y sin ánimo de ser exactos. A partir del 11 de septiembre, el uso del término se hará más preciso y denotará acciones de un inequívoco contenido arcaico. El término pierde ahora su objetivo manipulador de hechos, para expresar la repulsa de la modernidad frente a lo que experimenta como «bárbaro» y «retrógrado». Este nuevo enemigo del Occidente cristiano, no amenaza el orden existente con alternativas políticas. Ni siquiera puede convertirse en una alternativa religiosa o ética. Pero es capaz de generar el caos en la modernidad misma, al cuestionar sus valores más intrínsecos, ejemplificados simbólicamente en las torres gemelas.

El cambio de marcha ideológico, produce entre otras cosas el extraordinario caso Venezuela. Veamos como sucedió.

Como buenos modernistas los norteamericanos conocen las leyes de la inferencia lógica. El presidente Bush estableció que:

A. El terrorismo debe ser combatido en forma implacable. (Léase con medios propios de las situaciones de excepción. Es decir, se pondrán en práctica las leyes de la «guerra sucia»).
B. Si un movimiento (grupo, partido, nación, &c.) A, es terrorista...
———
C. A debe ser combatido en forma implacable.

Ahora bien, tal y como los teóricos de la llamada «inteligencia artificial» han comprendido, la lógica del razonamiento práctico es más compleja. La vaguedad ingresa en el razonamiento a través de las definiciones de términos como «es» y «terrorismo» y el campo amplio de las asociaciones posibles.

De allí que le fuera posible atribuir a Bush en forma inequívoca que:

D. Todos aquellos gobiernos que protejan a los terroristas, serán combatidos en forma implacable.
E. El gobierno talibán protege a terroristas...
———
F. El gobierno de los talibanes debe ser combatido en forma implacable.

Pero: ¿que hacer con aquellos que ni «son» ni «protegen» pero no «condenan» al terrorismo, o que si lo hacen, lo hacen sin «convicción»?

Por ello las palabras de Bush pueden ser interpretadas como:

G. El terrorismo debe ser condenado en forma categórica.
H. Si un movimiento (grupo, partido, nación, &c.) de nombre A, no condena categóricamente al terrorismo...
———
I. A se hace cómplice del terrorismo.

Este último podría ser el caso de Arafat y del gobierno palestino. Como quién dice: «carencias en la firmeza de la condena».

¿Y en el caso de aquellos que más allá de toda vinculación al terrorismo realizan alguna forma de oposición al gobierno de EEUU? ¿No son estos tan culpables? ¿No impiden la eficacia de las medidas antiterroristas? Si alguna vez el gobierno norteamericano fue imperialista en sus exigencias políticas, después del 11 de septiembre y con Bush, lo es mucho más. La política exterior de Bush no admite fisuras de ningún tipo. De allí la maniobra de mover los prisioneros de Afganistán a la base militar en Cuba. ¿Un intento de provocar asociaciones del algún tipo?

Por ello:

J. El gobierno de EEUU debe ser apoyado en forma categórica.
K. Si un movimiento (grupo, partido, nación, &c.) de nombre A, no apoya categóricamente al gobierno de EEUU...
———
L. A debe ser calificado de aliado indirecto del terrorismo.

Este es el caso del gobierno de Chávez en Venezuela. El gobierno de Chávez no ha apoyado al gobierno de EEUU y algunas de sus medidas han mostrado una independencia de criterio que le acercan a la oposición abierta. Como tal es un claro obstáculo a la política global de EEUU.

La oposición de «las fuerzas vivas» y de la «sociedad civil» al gobierno de Chávez, nos habla además de una confrontación abierta entre la modernidad y arcaicidad. El gobierno de Chávez con sus ideas «bolivarianas» está fuera de la historia moderna, es en el mejor de los casos un experimento en un mundo en donde los experimentos son propiedad modernista.

Ante los ojos de la modernidad reinante, el fin de la Unión Soviética y de la llamada «guerra fría», transformó a los regímenes marxistas supervivientes en una especie en extinción. Cuba pasó a ser expresión de una empecinada negación al cambio, al progreso. El comunismo es en estas esferas un caso de pre-globalización, entendiendo por globalización el último estadio de esta modernidad de la que hablábamos. En un gesto retrogrado, el gobierno de Chávez rompe con el bloqueo a Cuba, cruzando de esta manera también estos límites, ya no con respecto a lo arcaico, sino con respecto a lo que se entiende como «pre-moderno», es decir, realizando otra forma de retroceso.

¿Bien, ante este hecho, qué hacer?

M. Quién no apoya al gobierno de EEUU puede ser un aliado del terrorismo.
N. El gobierno de Chávez, no apoya al gobierno de EEUU...
———
O. El gobierno de Chávez puede ser un aliado del terrorismo.

He aquí en dónde la retórica del antiterrorismo choca con la retórica de la democracia. El gobierno norteamericano apoya al golpe en secreto, estimula acciones de «guerra sucia», le abre un espacio diplomático manteniendo el silencio ante la condena internacional y durante unas horas la pulseada se mantiene indecisa. Luego se produce un milagro que nos lleva a creer que el ser humano aprende. El pueblo venezolano se alza en defensa del orden vigente. Los dirigentes políticos americanos condenan el golpe y este fracasa. Los hechos confirman que los dirigentes políticos americanos no han aceptado el cambio de marcha iniciado por Bush. Para estos, la retórica del antiterrorismo debe ser planteada como se hacía antes del 11 de septiembre. El eje interpretativo que asigna valores a términos como modernidad y arcaísmo es ahora otro y se organiza con otra perspectiva y en función de otros intereses. La política intervencionista, el militarismo golpista y la guerra sucia, quedaron a partir de ese momento del lado del oscurantismo anti- modernista.

¿Cuales son las consecuencias de este hecho? ¿Será que después de los acontecimientos de Venezuela la propuesta modernista retomará la retórica de la «democracia»? Sin perjuicio de que el mundo mantenga varios discursos paralelos –de alguna manera siempre lo hizo– los hechos de Venezuela han puesto las cosas en su lugar permitiendo al gobierno de Bush concluir que:

P. La guerra «sucia» es terrorismo y el «golpe de estado» es una forma de «guerra sucia».
Q. Si el gobierno de EEUU apoya acciones contra gobiernos democráticos...
———
R. El gobierno de EEUU será identificado con el terrorismo.

Un saludo desde Ultima Thule

 

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