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El Catoblepas, número 32, octubre 2004
  El Catoblepasnúmero 32 • octubre 2004 • página 15
Comentarios

Sobre la idea de «Hispanidad»
y otros atisbos mundanos

Miguel Ángel Navarro Crego

Sobre la idea de «Hispanidad» como idea filosófica, más allá de la reacción antifranquista a los contextos mundanos o didácticos en los que se daba

«...De hecho, las ideas filosóficas, contadas desde Platón, tienen una estabilidad mucho mayor de lo que algunos podrían sospechar... La Filosofía parte del hecho del enfrentamiento de las más heterogéneas realidades, unas a otras, colaborando, oponiéndose, ignorándose; es decir, constituyendo el 'mundo' en el sentido trascendental... Las ideas no están dadas en un sistema previo a la Historia: brotan en el mismo proceso histórico y lo constituyen... el estilo polémico de la Filosofía no sería sino la forma que asume el método dialéctico cuando se aplica a un material especial, a saber, la propia conciencia objetiva trascendental, lo que no significa que ésta pueda situarse en una zona neutral a todas las opiniones enfrentadas» (Gustavo Bueno, El papel de la Filosofía en el conjunto del Saber, Ciencia Nueva, Madrid 1970, págs. 43 nota 11, 143-144, 234 y 263-264.)

En recuerdo de los nuevos y viejos amigos del curso de verano sobre La Globalización, de la Universidad de la Rioja en Santo Domingo de la Calzada

Los que hemos tenido la oportunidad de estar en pretéritas pero recientes fechas en Santo Domingo de la Calzada, en el curso sobre la Globalización (julio de 2004), estamos de suerte. Hemos conocido y comprendido de primera mano los desarrollos que Gustavo Bueno ha elaborado en materia de Filosofía política sobre ideas tan complejas, y tan de nuestro presente fenoménico (segundogenérico M2) y esencial (terciogenérico M3), como lo son las de «mundialización», «globalización», «terrorismo globalizado», «solidaridad», &c. Ellas constituyen, sin duda, el tema de nuestro tiempo, por decirlo al modo orteguiano. Un tema dado en una polícroma realidad infecta sobre la que hay que pronunciarse, pues la symploké dialéctica de estas ideas (y de otras como «ciencia», «religión», «tecnología») nos remite inmediatamente a contextos mundanos en curso histórico, también entretejidos de forma polémica, cuando no mutuamente excluyentes.

Nos referimos a la constante realimentación entre «regressus» y «progressus» que es consustancial a la actividad filosófica desde Platón, y de la que sobre estos asuntos citados Bueno ha dejado constancia en sus últimas obras.

Dentro de este marco, a bastantes de los allí presentes nos llamó la atención (más aún generó perplejidad) la ponencia de David Alvargonzález que versaba sobre «Ciencias naturales, ciencias humanas, filosofía e ideología», principalmente (y este es un tema en el que no es pertinente entrar ahora) cuando tras ejercer un preciso y sabio análisis –y ser analítico es ejercer la dialéctica (categorías/ideas)–, parecía abogar por la necesidad de un Sistema Doctrinal con el que enfrentarse a las ideologías de nuestro presente, dentro del contexto de la Globalización.

No entrando en debate sobre las teorías de la «mentira política» (Platón) o del «realismo de Maquiavelo» aquella perplejidad subjetiva tuvo su contrapunto, o tal vez se despejó, cuando Gustavo Bueno Sánchez, en sus tres ponencias sobre «La idea de Hispanidad como proyecto de Globalización», hizo un minucioso ejercicio de reconstrucción remontándose a partir de los hechos, hacia el núcleo, cuerpo y curso de la Idea de Hispanidad.

Fue su trabajo un análisis esencial de dicha idea, un preciso ejercicio (más que representación) de materialismo filosófico.

Es aquí donde viene ahora nuestro alegato, un alegato que no pretende ser más que una travesura mundana, si acaso de retórica periodística.

Si se hiciese una encuesta, preguntando a los españoles mayores de edad, a qué les suena la palabra «Hispanidad», ¿qué nos responderían? Estamos casi seguros, y no queremos caer en un apriorismo metafísico, que sus respuestas (o la ausencia de las mismas) se podrían clasificar y esas clasificaciones, tal vez, dijeran bastante de las constelaciones ideológicas de nuestro presente.

Un presente donde por ejemplo, la izquierda indefinida (divagante, extravagante, o fundamentalista) de la España de hoy, reconstruirá su recuerdo fenoménico (su «memoria histórica» se dice ahora) de la idea de Hispanidad, de forma bien distinta que la derecha.

Queremos decir pues, que el recuerdo de la «hispanidad» es también una realidad esencial (terciogenérica, en el «ordo essendi») más que plausible para discriminar, es decir racionalizar, clasificar (en el «ordo cognoscendi»), a quienes por otro lado firmaron un Manifiesto como el de la «Alianza de Intelectuales Antiimperialistas» («intelectuales, artistas, científicos»). Acaso las mismas gentes (en el sentido de bóveda ideológica, pues no me refiero a personas concretas con nombres y apellidos) que colaboraron o realizaron el documental Hay motivo, en el marco de las pasadas elecciones políticas nacionales. Y quien sabe si no son también las mismas que (después de haber votado al PSOE) alientan –en aras de la libertad de expresión y ejerciendo el «mito de la Cultura»– que doña Carmen Caffarel, a la sazón directora del ente público RTVE, adquiera los derechos de emisión de la película documental de Julio Medem, La pelota vasca. La piel contra la piedra (2003).

Las revelaciones de la Razón, del Pensamiento y de la Cultura se ejercerían pues también en ese ámbito que citamos, tanto como por ejemplo, en su posible decantación, en favor o en contra, de que se programe la serie televisiva sobre la Historia de España coordinada por el historiador García de Cortázar (¿«Memoria de España»?).

Siguiendo con nuestro tema diremos lo siguiente. Internet, la red de redes, es hoy un proceloso mar océano que nos remite a un mundo de fenómenos (por ejemplo, la apariencia de la globalización del mercado capitalista), tan rico y tan variado, que desde la racionalidad filosófica no puede ser ninguneado, sino sobre el que hay que ejercer, al remontarse más allá de los hechos, la crítica crítica.

Si en el buscador más utilizado (Google) escribimos «Hispanidad» sin ningún tipo de restricciones (a fecha de 28 de julio de 2004), esta palabra nos aparecerá aproximadamente 60.600 veces; «Florido pensil libro»: 1020; «Florido pensil película»: 1780; «Florido pensil película libro»: 744; «Zacarías de Vizcarra»: 425; «Federico de Urrutia Falange»:22 ; «Enciclopedia Álvarez»: 708.

Mas, ¿qué tienen en común materiales tan heteróclitos junto con otros que podríamos añadir? (así «La pelota vasca de Julio Medem»: 4010 veces).

Si bien no todo está relacionado con todo (symploké de los hechos), ciertamente se pueden rastrear cosmovisiones –aunque sea en un estado difuso o confuso– acerca de lo que ha sido y es la historia de España (además de la Historia y su didáctica, o de la Historiografía). Por supuesto, no nos referimos en exclusiva a realidades categoriales, científicas en trámite dialógico, sino también a Ideas en cuanto presentes en procesos envolventes o ideologías.

Ciertamente Bueno Sánchez nos mostró de forma minuciosa y en sus líneas o tramos principales, la génesis y el desarrollo de la idea de «Hispanidad», vinculada dialécticamente a la «realidad categorial de la hispanidad» en curso (por ejemplo sociológica, lingüística, religiosa...). Una realidad infecta en constante competencia con otras de su misma escala geopolítica, es decir ontológica.

Así autores y fechas clave se iban engarzando en el proceso de construcción al que nos referimos: por ejemplo, Zacarías de Vizcarra, Ramiro de Maeztu, Ledesma Ramos, el cardenal Gomá, Antonio Machado, Federico de Urrutia, Lasanta, &c.

¿Cuál es, entonces, el problema sobre el que quiere girar este comentario?

Pues el hecho de que entre las ideologías del presente –por ejemplo, de la izquierda indefinida y divagante, o también fundamentalista– la Hispanidad es solo contemplada como un postizo, exclusivo del programa de adoctrinamiento nacional-sindico-católico de la España franquista.{1}

Ciertamente hay estudios como «El Ideal Imperialista de Falange Española sobre hispanoamérica a través del concepto de «hispanidad» de Francisco García-Moreno Barco, publicado en la revista Atenea de la universidad de Puerto Rico hace diez años, que desde posiciones posiblemente cercanas a las doctrinas del multiculturalismo, reconstruyen también la idea que nos ocupa, pero que la circunscriben únicamente a la realidad fenoménica del nuevo estado franquista. La idea de Hispanidad vendría a pertenecer así a los «preambula fidei» de la Nematología preambular del estado nacionalcatólico. Un estado, el de Franco, que la habría utilizado en su estructura retórica como parte de su arsenal ideológico.

Para este autor, la ideología de los primeros décadas del franquismo estaría hecha con materiales casi de aluvión («hispanidad», «imperio», «raza», «catolicidad», &c.). Algunos contradictorios entre sí y de poca influencia práctica en la ulterior política exterior española dada la debilidad económica y política de España, más aún en las geoestrategias posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Estudio parecido, ceñido más bien a la lucha «cultural» durante la guerra civil es el de Ignacio J. Vidal-Cerra, titulado Republic and Empire: Visions of the Nation during the Spanish Civil War (History Senior Thesis, Haverford College, 15 abril 2002).

Este autor entiende que para dar una forma retórica y plenamente ideológica a ideas que después de acabada la contienda pudiesen formar parte del nuevo Estado emergente, era necesario que los poetas, enrolados en uno u otro bando, utilizaran el lenguaje popular de los romances, en donde, y es a lo que nos referimos, nociones como «Hispanidad» o «Imperio» cobrasen una coloración poético doctrinal.

En este contexto, cita el romance del poeta falangista Federico de Urrutia, «Castilla en armas», que nosotros transcribimos a partir de unas cintas de cassette que se editaron al inicio de la transición política española hacia la democracia y que nos fueron amablemente prestadas por nuestro amigo Telesforo García, de Pola de Lena (Asturias).

Romance de Castilla en armas
por Federico de Urrutia
 
Por la parda geografía
de la tierra castellana,
cara al sol de los trigales
los falangistas cantaban.

Allá en la plaza del pueblo,
bajo la iglesia dorada,
las mozas están llorando....
¡Madre, los mozos se marchan!

El traje de los domingos,
el trillo, el heno y la azada,
los caballos de la feria
y la novia que bordaba.
¡Todo ha quedado en la aldea
bajo la iglesia dorada!
–¿Por qué te vas a la guerra?
–¡Madre, la Patria me llama!

Ávila yace en silencio
en su muralla apretada.
Segovia en recogimiento
dormita bajo su Alcázar.
En Toledo se apagaron
los idilios de la Cava.
Burgos y Valladolid
marcharon a la Cruzada.
Y quedó muda de amores
la Plaza de Salamanca.
Todos los hombres se fueron
al comenzar la batalla.

El Cid –lucero de hierro–
por el cielo cabalgaba,
con una espada de fuego
en fraguas del sol forjada.

El agua se volvió sangre
en la margen del Jarama.
Y cerca de San Servando
el Tajo, que antes bañaba
milagros de verde fruta
por la vega toledana,
mirando al Alcázar roto
por las noches suspiraba.
Cantos de trinchera bordan
los picos del Guadarrama,
y ya el Alto del León
de los Leones se llama.
En el Cerro de los Ángeles,
que los ángeles guardaban,
¡han fusilado a Jesús!
¡Y las piedras se desangran!
¡Pero no te asustes, Madre!
¡Toda Castilla está en armas!
Madrid se ve ya muy cerca.
¿No oyes los gritos de ¡Arriba España!?
La hidra roja se muere
de bayonetas cercada.
Tienen las carnes abiertas
y las fauces desgarradas.

Y el Cid –lucero de hierro–
por el cielo azul cabalga...

Allá lejos, en el pueblo,
bajo la iglesia dorada,
junto al fuego campesino,
miles de madres rezaban
por los hijos que se fueron
vestida de azul el alma.

¡No llores, Madre, no llores,
que la guerra está ganada!
Y antes que crezcan los trigos
volveré por la cañada,
y habrá fiestas en el pueblo
y voltearán las campanas
y habrá alegría en las mozas,
y alegría en las guitarras
y desfiles por las calles
y tambores y dulzainas
y banderas de Falange
sobre la iglesia dorada.

¡Madrid se ve ya muy cerca!
La Falange se alzó en armas.
Laurel en el rojo y negro
de sus banderas bordadas.

...Por la parda geografía
de la tierra castellana
clavadas en los fusiles,
las bayonetas brillaban.

Y el Cid, con camisa azul,
por el cielo cabalgaba...

Desconozco si está bien transcrito, lo que sí recuerdo es que la versión «políticamente correcta» del régimen franquista es distinta, desapareciendo las alusiones a «la Falange» y siendo sustituido «El Cid» por «Franco». En este aspecto estamos hablando de memoria, pues la última versión es la que oficialmente aparecía en la Enciclopedia Álvarez.

Hace una década se publicaron dos libros de Andrés Sopeña Monsalve: El florido pensil. Memoria de la escuela nacionalcatólica (1994) y La Morena de la Copla. La condición de la mujer en el reciente pasado (1996). En ellos, por vía del humor (tipo de humor y por respecto a qué, que no vamos analizar aquí) se ridiculizan a través de la memoria del niño que el autor fue, las quintaesencias nacional-sindico-católicas del régimen franquista. En el primero de estos libros hay un apartado dedicado a la enseñanza de la historia administrada durante dicho periodo.

Los supuestos teóricos desde los que se ejerce ese humor (quitando el sentido y la referencia de la ideología impuesta) son los del prologuista don Gregorio Cámara, para el que la obra citada compendia en su narración la «(des)educación de varias generaciones de españoles de la posguerra en clave nacionalcatólica, como ejemplo del fascismo y de la estulticia del régimen».

Pues bien, esto incide en el tema de la «hispanidad», aunque sea en oblicuo, porque bastantes páginas de internet de las realizadas en España donde aparece la citada idea que nos ocupa, están en la misma sintonía ideológica que el autor y prologuista de las obras recién mencionadas.

La idea de «Hispanidad» solo sería un subproducto del régimen dictatorial de Franco, y cuanto primero la olvidemos mejor, nos vienen a decir. Después de aquella tragedia «educativa» es de maravillarse que haya personas de cuarenta años para arriba medio normales. Esta sería la máxima moraleja.

Ciertamente, constatamos que la «Hispanidad» es central en algunos de los temas de la Historia de España de las Enciclopedias de Antonio Álvarez Pérez. Así en la de segundo grado (que equivaldría al 3º y 4º de la actual primaria) tenemos que tras explicar a «Colón y El descubrimiento de América», la lección 16 reza así: «Evangelización y civilización del nuevo mundo. La Hispanidad», definiéndose en la página 378 de esta forma: «Esta unión o comunidad de Madre Patria y de sus hijos de América, que determina en el mundo un mismo modo de ser, de obrar, de sentir y de creer, es lo que actualmente se conoce con el nombre de Hispanidad.» A modo de resumen se dice como noción que el alumno tenía que memorizar: «Se llama Hispanidad la comunidad de tierras e ideales formada por España y los pueblos por ella descubiertos.»

En la página 472, dentro del apartado de «Lecciones conmemorativas», el día 12 de octubre aparece como «día de la Hispanidad».

En la Enciclopedia Álvarez de tercer grado (y citamos por la reedición que hizo EDAF en 1997) la Hispanidad viene tratada dentro de la materia de «Geografía» (página 380), teniendo que hacer el alumno una redacción sobre la misma, según el ejercicio de la página 382.

En la materia «Historia de España» no se cita como idea, pero se la ejerce en lo referente a «La obra de España en América y la leyenda negra» (págs. 451-452). Dentro de este mismo libro y en las «Lecciones conmemorativas» (pág. 604) aparece de nuevo, y al igual que en el manual de segundo grado, el día 12 de octubre es el de la Hispanidad, vinculado al descubrimiento de un Nuevo Mundo. Se afirma que: «La Hispanidad es, pues, una especie de imperio espiritual que determina en el mundo un mismo modo de ser, de obrar de sentir y de creer.» La idea de hispanidad se constituye aquí a través de la de «imperio espiritual».

Evidentemente, es innegable que la idea de «Hispanidad» es central dentro de la bóveda ideológica del Franquismo y su concepción de la Historia como unidad totalizadora, dentro así del propio Estado como «organización totalizadora», que para controlar el presente, su presente histórico, empieza por «controlar» el pasado (de hecho, en esos libros escolares tan divulgados en aquellos años se describía la «columna de la Historia de España»). Y esto no solo de forma fenoménica (segundogenérica M2), sino también por razones esenciales, vinculadas trascendentalmente a la eutaxia de propio Estado franquista emergido tras guerra fratricida.{2}

No obstante lo que importa saber ahora, en nuestro presente democrático, es si, por encima de los procesos de mitologización (¿basura historiográfica?) de, por ejemplo, la corte falangista o corte literaria de José Antonio, o posteriormente de Franco, la idea de «Hispanidad» tiene fuerza hoy. Una fuerza que de ser cierta, iría más allá de algunos cursos históricos (por ejemplo, la «larga noche» del franquismo) y que no se agota en los mismos, no porque los sobrevuele como esencia megárica, sino porque los desborda.

De tal forma, entendemos, que la idea de «Hispanidad» se está construyendo hoy en día, más allá de su aceptación como voz y definición por los diccionarios. Baste en principio el dato, no meramente fenoménico o subjetivo, de que el idioma español está en auge en el sudoeste de los EE. UU. de América.

El idioma no es algo superestructural (polémica Marr/Stalin). Un idioma es un proceso totalizador en competencia dialéctica con otros idiomas.

En este sentido la idea de «Hispanidad», referida no solo de forma categorial al proceso de competencia totalizadora comunicativa del idioma español, tiene o puede tener sentido trascendental (totalización trascendental), cuyo alcance se mide por la propia capacidad que pueda tener nuestro idioma para establecer estructuras versátiles como lengua, y no solo como habla (Saussure), en beligerancia recurrente y dialéctica con otros idiomas como el inglés. (Un buen ejemplo de lo que decimos es el «Proyecto Filosofía en español».)

Los que solo ven en la idea de «Hispanidad» el regusto de, por ejemplo, el día de la «Raza», o veleidades patrioteras imperialistas propias de ideologías reaccionarias, son víctimas de su propia reacción alérgica, y esta no les deja ver más allá. Cuando además es hoy muy fácil criticar «a toro pasado» el sistema educativo de hace cuatro o cinco décadas, y cuando lo que habría que preguntarse es si esa misma ideología de la izquierda indefinida, que constantemente se llena la boca hablando de tolerancia y del «diálogo ideal» habermasiano como quintaesencia de las virtudes éticas, y de la Ética como quintaesencia del ser humano, tiene un método trascendental, una Filosofía, que pueda por ejemplo criticar racionalmente los sistemas educativos de adoctrinamiento secesionista de, sin ir más lejos, las Vascongadas.

Cuando hay «muertos sobre las mesas de negociación» las críticas de obras como el Florido pensil (la entretenida película homónima de Juan José Porto es del 2002), que muy bien podrían aplicarse a ciertos contenidos y procedimientos doctrinales de las ikastolas e institutos de enseñanza secundaria administrados por el gobierno autónomo vasco, desmayan, decimos, hacia el relativismo, hacia el mirar para otro lado, o a lo sumo llegan a gritar «nosotros no hemos sido» o muestran las «manos blancas».

Por eso, que la misma izquierda extravagante y divagante que se consterna al recordar el sistema educativo franquista, y que asume la «Leyenda Negra» como una de sus señas de identidad más «íntimas», se quede política e ideológicamente descolocada ante La pelota vasca. La piel contra la piedra (Julio Medem, 2003), o que lo quiera solucionar todo apelando a la tolerancia, a que todo es «Cultura», como último arcano de su sabiduría éticamente implantada, no deja de ser gracioso. Alguno podrá pensar que es de reír, por no llorar.

A este último respecto, y a través de las noticias que se plasman en las páginas de internet, solo Libertad Digital se moja sobre los contenidos de la película, y no tanto sobre la hipotética o previsible decisión de la señora Caffarel y el gobierno, afirmando («salva veritate» y esto lo decimos nosotros), que la película de Medem «trata de víctimas a los presos etarras y de verdugos a los cuerpos de seguridad».

El espejismo de la izquierda política está hoy en negar o ningunear su propia tradición marxista y dialéctica (también jacobina y republicana), perdiendo buena parte de su identidad pretérita. Recuerdo a esta sazón una entrevista literaria que Fernando Sánchez Dragó hizo en su desaparecido programa de la 2 de TVE, Negro sobre Blanco, al señor Don Joaquín Leguina, donde éste vinculaba su tradición intelectual con la ilustrada.

Evidentemente esto se conjuga bastante mal, sin rebuscar mucho, con la tradición de pensamiento presente en una publicación como Leviatán. Revista mensual de hechos e ideas, dirigida por Don Luis Araquistáin. El lenguaje ideológico y programático, luego el pensamiento ejercido entre mayo de 1934 y julio de 1936, es muy poco complaciente con «tolerancias» y «llamadas a la ética». Incluso hay análisis de la revolución de octubre del 34 desde la teoría de la guerra y de la política de von Clausewitz.

Como es obvio se ha «evolucionado», pues ya hace muchos años que don Felipe González dijo aquello de que «hay que ser socialistas antes que marxistas». Lo que no es deseable pensar, es que la misma ideología que no comprende lo que pueda ser la «Hispanidad» como proceso en marcha (en la cuestión lingüística), convierta la Ética del discurso y el discurso de la Ética en el último reducto de la miopía intelectual.

Notas

{1} Esta tesis la recoge Gustavo Bueno en España frente a Europa, Alba Editorial, Barcelona 1999, págs. 388, y la cita también José María García Tuñón Aza en el trabajo que mencionamos líneas abajo. Sobre el «curso» de la idea de Hispanidad véanse los estudios de Jorge Lombardero Álvarez, «Maeztu y la Hispanidad», revista El Basilisco, 2ª época, nº 25, 1999, págs. 51-60; y «La Hispanidad según Zacarías», El Catoblepas, nº 5, pág. 19. Un muy buen análisis de la esencia de la idea de «Hispanidad» en José María García de Tuñón Aza, «'Hispanidad': historia y significación de la palabra», El Catoblepas, nº 31, pág. 15 (véase la nota 5). Ver también las siguientes entradas del Averiguador del Proyecto Filosofía en español: Zacarías de Vizcarra, Ramiro de Maeztu, Isidro Gomá, Fiesta de la Raza, Día de la Hispanidad, &c.

{2} Evidentemente, nosotros suscitamos este tema de pasada y en oblicuo. Sería muy interesante realizar, desde las coordenadas del materialismo filosófico, un estudio de la «Historiografía» durante el franquismo en los contextos didácticos a los que aludimos. Lo que sí hemos podido constatar es que muchos estudios, y algunos citamos en la Bibliografía (vid. Infra), parten del prejuicio ideológico antifranquista y lo que hacen es «deconstruir» al modo foucaultiano tan «aberrante ideología», presentándonos cual «verdad objetiva» prístina muchos de los tópicos de la Leyenda Negra. Lo peor es que dicha «verdad» se muestra con la mayor ingenuidad metafísica.

Por otro lado, somos conscientes de que los recientes debates y análisis que en esta misma revista se ejercen y a los que remitimos al lector, tanto en materia de Historia de España (la expulsión de los judíos, los Reyes Católicos y la Inquisición, &c.), como en materia Historiográfica (debate sobre la obra de Pío Moa, análisis de la Historia de España que se vende con el diario El Mundo...) son debates, decimos, de gran calado filosófico tanto en el plano ontológico como en el gnoseológico. Afirmamos esto, porque desde el materialismo filosófico entendemos que una ciencia humana como la Historia no es un saber exento de compromisos ontológicos y gnoseológicos; y esto desde el momento en que las «reliquias» y los «relatos» con los que opera el historiador en su selección, concatenación causal e interpretación, no son previos a la teoría historiográfica que se utiliza.

Así se da el caso de que quien llama «basura historiográfica» a la Historia de España que se explicaba durante el franquismo en los centros escolares, pueda tener su propia «escoba» (su propia historiografía) más sucia que la «basura» que pretende limpiar. O dicho de otro modo, quien descalifica etic la Historia de España del franquismo que en los ámbitos escolares se exponía (ahora en el plano emic) como «ideológica» y «reaccionaria», tiene que someter su propia historiografía (desde la cual establece ese su «diagnóstico») a la crítica del análisis gonoseológico, pues a lo peor también está haciendo su «ideología». Una «ideología» que se nos vende como «ciencia» infalible y con la que también se «controla nuestro presente ideológico y político controlando el pasado».

Véanse los trabajos de referencia en la sección «Polémica» de El Catoblepas («Sobre el Imperio español y los judíos» y «Sobre la Historia de España (Guerra civil, Octubre de 1934...») y los estudios «España en El Mundo» de Atilana Guerrero (El Catoblepas, nº 31, pág. 14) y «El Mundo y su Historia de España, 'licencia desbocada' sobre la Inquisición española», de Pedro Insua. (El Catoblepas, nº 31, pág. 20.)

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