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El Catoblepas, número 32, octubre 2004
  El Catoblepasnúmero 32 • octubre 2004 • página 19
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Las antinomias
reciben el impacto del Big Bang

Walter Farah Calderón

El problema del origen del universo abandona los pocos intersticios que aún le quedaban a la metafísica tradicional (tesis y antítesis de la primera antinomia kantiana) para ser absorbido por el conocimiento científico

1. En mis estudios académicos de filosofía, dos o tres cursos fueron dedicados a la filosofía kantiana. Kant nunca ocupó un lugar esencial en mis desvelos filosóficos, acaso por las inútiles y peligrosas preocupaciones utópicas que por aquellos días concentraban mi interés. Ciertamente, con el tiempo, en la medida en que me aproximaba a los textos de Karl Popper, Stephen Hawking, entre otros autores contemporáneos, Kant empezó a ocupar un lugar en mi propio imaginario filosófico dominante, aún sin ser completamente manifiesto y sin la intensidad que merece.

2. En mayo del 2004, cuando reinicié mis labores como docente universitario, algunas de las principales tesis de Kant llegaron a mi reencuentro. El presente artículo se ocupa de algunos de esos tropezones, en particular de cómo la primera antinomia kantiana ha dejado de ser, por decirlo en el lenguaje del contexto teórico original, objeto de la «lógica trascendental», en particular de la «dialéctica trascendental», para caer en las manos de la «estética trascendental».

3. El presente artículo reseña cómo el problema del origen del universo abandona los pocos intersticios que aún le quedaban a la metafísica tradicional, para ser absorbido por el conocimiento científico. A partir del año 2001, con las observaciones realizadas por la onda espacial WMAP, sabemos, a manera de verdad científica, que el universo tuvo un inicio hace 13.700 millones de años, con lo cuál ya no es posible afirmar, al mismo tiempo, la tesis y la antítesis de la primera antinomia planteada por Kant en la Crítica la Razón Pura.

4. Todo conocimiento nace con la experiencia pero no por eso originase todo en la experiencia (intuiciones y razón), precisó Kant. Quienes vieron o ven a la filosofía como sinónimo de ese «hueco negro» llamado «metafísica», se concentraron o se concentran en el «no por eso originase todo en la experiencia», pasando por alto (sin pena propia o ajena) aquello de «todo conocimiento nace con la experiencia». Después de Kant, todo razonamiento especulativo –la metafísica– es y sigue siendo, utilizando el mismo lenguaje kantiano, «un mero andar a tientas».

5. Cuando la «razón extiende su imperio más allá de todos los límites de la experiencia», da 'realidad objetiva' a algo que no la tiene. Son los llamados «raciocinios dialécticos de la razón pura» («dialéctica» como sinónimo de «ilusión inevitable»). «Kant, escribió Popper, atacó la razón pura mostrando que el razonamiento puro acerca del mundo siempre nos enreda en antinomias. Estimulado por Hume, Kant escribió su 'Crítica' con el fin de demostrar que los límites de la experiencia sensorial son los límites de todo razonamiento sólido acerca del mundo.»

6. Hay tres especies de raciocinios dialécticos. El «paralogismo trascendental», que consiste en pasar del yo como mera conciencia que acompaña a los conceptos que remiten a la experiencia, al yo como sustancia. «El error –señala Kant– consiste en que me pienso a mí mismo para una experiencia real y saco en conclusión que puedo tener conciencia de mi propia existencia, aun fuera de la experiencia y de las condiciones empíricas de la misma» (por ejemplo, a la manera del «yo cartesiano»).

7. El «ideal de la razón pura», abandonada a sí misma, alejada completamente de toda experiencia (por ejemplo, a la manera de la «idea platónica»).

8. Las «antinomias de la razón pura» u, «oposición de leyes» o, «la tentación de abandonarse a un desesperado escepticismo» o, «adoptar un dogmatismo tenaz» o, el esfuerzo de una «cosmología pura». La «antinomia» consiste en pasar de lo condicionado derivado de la unidad entre «síntesis empírica» y «categorías a priori» (de la cantidad, de la cualidad, de la relación y de la modalidad») a una «síntesis pura» donde las categorías se extienden, por sí mismas, hasta lo incondicionado.

9. Esta extensión incondicionada se manifiesta en cuatro ideas cosmológicas puras o, cuatro «antinomias»: comienzo o no; límites o no; simple o complejo y libertad o causalidad. Debido a que se producen en el seno de la razón, aislada de toda experiencia, las antinomias se caracterizan por la coexistencia de dos argumentos (tesis y antítesis) contradictorios entre sí, pero ambos lógicamente posibles.

10. La tesis de la primera antinomia es: «el mundo tiene un comienzo en el tiempo y con respecto al espacio, está encerrado también en límites.» Su antítesis es: «el mundo no tiene comienzo ni límites en el espacio, sino que es infinito, tanto en el tiempo como en el espacio.» Kant desarrolla los argumentos en favor de cada una de ellas.

11. Mientras que los contenidos de la cosmología no estuvieron basados en la experiencia, el problema del origen del universo se mantuvo en los términos metafísicos de la primera antinomia. Sin embargo, todo empezó a cambiar cuando, en 1929, Edwin Hubble «hizo la observación crucial –reseña Hawking– de que, donde quiere que uno mire, las galaxias distantes de están alejando de nosotros. O en otras palabras, el universo se está expandiendo. Esto significa que en épocas anteriores los objetos deberían de haber estado más juntos entre sí. De hecho, parece ser que hubo un tiempo, hace unos diez o veinte mil millones de años, en que todos los objetos estaban en el mismo lugar exactamente, y en el que, por lo tanto, la densidad del universo era infinita. Fue dicho descubrimiento el que finalmente llevó la cuestión del principio del universo a los dominios de la ciencia». Desde entonces, ese origen se relacionó con el llamado «big bang». Incluso Hubble concluyó, erróneamente, que el universo tenía 2.000 millones de años.

12. Desde aquel año empezaron a reunirse más evidencias empíricas. En 1936, nuevas observaciones de galaxias, realizadas por el mismo Hubble y Milton Humason, demostraron que el fenómeno era general y calcularon las velocidades. En 1949, las observaciones realizadas mediante el telescopio de Monte Palomar demostraron que las distancias estaban mal medidas. Como vimos, cuando Stephen Hawking escribe su famoso libro Historia del Tiempo (1988) ya señalaba ese origen «hace unos diez o veinte mil millones de años» (en esa misma obra, Hawking prefería mencionar los quince mil millones de años). En 1990, se lanzó el telescopio Hubble (a 400 kilómetros de altura dentro de la órbita terrestre) que permitió mediciones cada vez más cercanas al tiempo real.

13. A partir del año 2001, como se mencionó en el párrafo 3), con las observaciones realizadas por la onda espacial WMAP, sabemos, a manera de verdad científica, que el universo se originó hace 13.700 millones de años, con un error de solo el 1%. «Este resultado, señalan las reseñas divulgadas, es consistente con las mediciones de la edad del universo obtenidas de forma independiente y con métodos distintos por el Telescopio Espacial Hubble haciendo mediciones de distancia y corrimiento hacia el rojo de estrellas cefeidas variables en galaxias lejanas».

14. Propongo, en síntesis, un nombre para el Réquiem de los que aún se desvelan por la metafísica: «Desde la 'cosmología pura' (1781), pasando por los 'modelos cosmológicos' (siglo XX), a la 'cosmología predictiva' (siglo XXI).» Descansen en paz...

 

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