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El Catoblepas, número 34, diciembre 2004
  El Catoblepasnúmero 34 • diciembre 2004 • página 10
Diablo hispano

La violencia y el terror
en La Naranja Mecánica de Kubrick

Eliseo Rabadán Fernández

Quizá estemos forjando una generación de Alexs kubrickianos,
sin ser demasiado conscientes de ello

La película de Stanley Kubrick fue terminada en 1971. El propio Kubrick dijo en una entrevista que tuvo que adaptar algunas escenas para evitar que se la colocara en la sección de películas para adultos más «fuertes», por lo que cambió esas escenas donde hay una especie de orgía sexual en su habitación. Luego se exhibiría en Inglaterra una versión sin esa autocensura, digamos.

Stanley Kubrick (Nueva York 1928)

De la misma manera que nuestra consideración de los componentes más técnicos de la película, como el manejo magistral de la fotografía (el propio Kubrick trabajó como fotógrafo para una revista neoyorquina antes de hacer su primer documental), y la consideración del modo también genial de relacionar la música con el desarrollo de los diálogos y escenas clave de la película, será considerado, desde nuestro análisis de la misma, como algo no esencial, sin embargo, el guión, basado en la novela de Anthony Burgess de título homónimo, será fundamental para nuestro modo de estudiar esta ya clásica película del gran genio del Séptimo Arte, Stanley Kubrick, hijo de un médico judío que pasara su juventud en el barrio neoyorquino del Bronx, y que alguna vez se preguntara: «–¿Por qué no voy yo a ser capaz de hacer películas no tan malas como las que se hacen en Hollywood? Seguramente no es difícil hacerlo mejor que ellos.»

Como él mismo responde a quienes lo consideran excesivamente pesimista, sus películas, y en la que nos ocupa ello es notorio, no hacen sino expresar en la pantalla lo que iba observando en sus múltiples viajes por el mundo como fotógrafo: la violencia estaba por todas partes, bajo diversas formas, pero siempre presente.

La violencia y el terror

Terror y violencia son aspectos de la conducta de los individuos humanos, y este asunto es central en La Naranja Mecánica. Alex, visto desde la psicología conductista, es un perfecto individuo para ser elegido por la estrategia científica que pretende ser utilizada como plataforma política de los representantes de la nueva manera de hacer que la democracia sea funcionalmente capaz de compaginar control y libertad. El programa llamado Ludovico se presenta ante los medios de comunicación, ante la opinión pública, como la superación de una vieja etapa de la democracia autoritaria y alejada de la ciencia.

Alex (Malcolm McDowell), en La Naranja Mecánica, de Stanley Kubrick

La violencia de este personaje, un adolescente que es considerado hoy, desde el modelo del DSM IV norteamericano, como un sociópata o alguien con un trastorno de la personalidad que podemos definir como antisocial, es necesario relacionarla con el terror que sus víctimas sufren. El terrorismo, según clasificación (taxonómica) que propone Gustavo Bueno en su último libro La vuelta a la caverna (Terrorismo, Guerra y Globalización),{1} puede ser, según las partes que intervienen en el proceso, de tres tipos:

1) cuando son los individuos los que aterrorizan (actores) a individuos (reciben ese terror aplicado por el agresor)

2) conjuntos atributivos de individuos asociados: bandas (el caso de los «drogos», la banda de Alex, que se enfrenta a otra y otras bandas, pero que no tienen la estructura política –no son Estados–)

3) El Estado y las organizaciones políticas como partes formales de los Estados (policía, gobierno, &c.)

Y en la tabla que resulta de cruzar estos tres tipos de terrorismo, tendremos nueve alternativas posibles para analizar el terrorismo que Bueno ha definido como terrorismo procedimental, y no por mero capricho, sino para evitar que los contenidos materiales o casos concretos en que se da efectivamente el acto de terrorismo, nos lleven a un reduccionismo que puede llevar a confundir la génesis y la estructura del fenómeno del terrorismo e incluso a sustantificar precisamente sus referentes fenoménicos para acabar haciendo metafísica respecto de la relación entre actor (el que ataca y aterroriza) y receptor (el atacado por el terrorismo) de la violencia terrorista.

Hay nueve tipos de terrorismo, a partir de esta clasificación. Los vamos a expresar por medio de la relación p → q (el condicional simple, si p, entonces q, de la lógica matemática), de tal manera que tenemos:

  1. a → a' individuo-individuo
  2. a → b' individuo-grupo
  3. a → c' individuo-Estado
  4. b → a' grupo-individuo
  5. b → b' grupo-grupo
  6. b → c' grupo-Estado
  7. c → a' Estado-individuo
  8. c → b' Estado-grupo
  9. c → c' Estado-Estado

Queda por definir un asunto, desde la perspectiva que adoptamos para analizar esta película, a saber: nos vamos a referir al terrorismo como terrorismo procedimental. Esto significa que no es desde perspectivas psicológicas, o religiosas o éticas o incluso poéticas, ni siquiera etológicas, como vamos a considerar la violencia y el terror de estos personajes que Kubrick pone ante los espectadores

En el libro de Gustavo Bueno que venimos citando se define el terrorismo procedimental como: Terrorismo procedimental, como concepto antropológico, es un concepto abstracto, desde luego, si lo consideramos como una institución, que se dibuja en el eje circular del espacio antropológico.

La parte activa (la que administra la violencia) y la parte receptora de la violencia de sangre (amenazas, secuestros, extorsiones, torturas, mutilaciones, homicidios...) se dan bajo la forma de una relación recurrente, que es el ámbito donde se da la acción terrorista.

Por otra parte, el terrorista debe: 1º dejar su firma tras la agresión; 2º El terrorista debe también, para que se dé un terrorismo procedimental, dejar abierta la agresión, esto es: no es la última, habrá más agresiones, como si se avisara de que aún puede seguir agrediendo; 3º La sorpresa, la aleatoriedad de la agresión violenta busca aterrorizar mediante posibles actos similares a toda la población; 4º Debe haber una complicidad objetiva por parte de la víctima o las víctimas. Si las víctimas se rebelasen y no se dejaran llevar del temor ante los ataques, la estrategia del terrorismo fallaría.

En la película de Kubrick tenemos terrorismo de un grupo, los drogos y el mismo jefe de la banda, Alex, cuando salen a robar, violar, matar inclusive. Las víctimas son atacadas sin piedad alguna.

Tenemos la violencia de Alex contra sus aterrorizados compañeros de banda, porque él los agrede y los agrede no sólo físicamente, sino psicológicamente. Hay agresión de individuo a grupo y de grupo a individuo.

Pero cuando la policía captura a Alex, tras la trampa que le tienden sus propios amigos o compañeros de banda, comienza una segunda parte de la película.

Es ahora la violencia del Estado, mediante la Ley, mediante la ejecución de la pena que le impone a Alex catorce años de cárcel. La cárcel se maneja al más puro estilo militarizado, digamos. Los policías no dan ni la más mínima concesión a los criminales.

En el ambiente carcelario, Alex busca la manera de sobrevivir tratando de ganarse la simpatía del capellán de la prisión, un fundamentalista que todo lo mira desde los textos bíblicos, como buscando la manera de no dejarse llevar por el lúgubre y agresivo ambiente que tiene que soportar en esa cárcel atestada de criminales brutales. Lo que busca Alex es, simple y sencillamente, ganarse la confianza del pastor para poder tener ciertas ventajas en ese medio ambiente tan hostil. De hecho es la intervención del pastor de la prisión el hecho que le ayuda a ser elegido por el propio ministro, además de su propia habilidad (de Alex) para lograr ser el elegido para el programa Ludovico.

Alex (Malcolm McDowell), en La Naranja Mecánica, de Stanley Kubrick

Si analizáramos la película, y en especial el comportamiento de Alex, desde coordenadas psicoanalíticas, los sueños que Alex tiene y las ensoñaciones al leer la Biblia, cuando se identificaba con el soldado romano que azotaba a Jesucristo, disfrutando del dolor que le causaba al condenado a muerte en la Cruz, podemos encontrar el triunfo del tánatos freudiano sobre el Super Yo que Alex nunca asimiló, pues su posibilidad de equilibrar Eros y Tánatos mediante el Ello o principio de realidad lo llevaba precisamente a no ser consciente de la maldad de sus acciones, a no sentir culpa alguna, más bien un placer enfermizo vinculado a la música de Beethoven o de Rossini, incluso juega Kubrick con la música de Mozart en el Requiem sonando en algunas escenas finales, donde la muerte del propio Alex estuvo a punto de provocar la caída de un Gobierno, o al menos de un Ministro, que jugó a salvar a la Sociedad de los individuos o grupos de individuos que la aterrorizan utilizando las técnicas conductistas del Proyecto Ludovico...

Si el conductismo skinneriano es vinculado, como al parecer hace Kubrick, con la estrategia política de la reinserción de los individuos que han perpetrado crímenes horrendos, tenemos ahora una crítica implacable por parte del director al modelo político de las democracias que pretenden rentabilizar políticamente cualquier cosa que les permita mantenerse en el Poder.

El caso de Alex se utiliza para la propaganda moralista más cínica, no muy distinta de la que se observa en nuestras actuales democracias procedimentales. Se presenta a la Ciencia, en este caso la técnica (para ser más exactos) del Skinner del libro Más allá de la libertad y la dignidad, como la panacea para compaginar la metafísica que quiere presentar a la opinión pública.

Las habilidades de los políticos que han sido capaces de lograr por primera vez en la Historia, que los individuos que asesinan, aterrorizan sangrientamente a la sociedad, llegando al cinismo de reírse de sus instituciones, van a ser de una vez por todas reinsertados tras la utilización, políticamente potenciada, de ese grupo de ingenieros de la conducta, en la propuesta de Skinner, ingenieros (psiquiatras y psicólogos) que lograrían compaginar libertad y dignidad, por medio del condicionamiento operante de los individuos incapaces de ser moralmente sanos en la sociedad sana. No hace falta, decía Skinner en esta obra, que los hombres sean libres. Basta con que se sientan libres, mediante el condicionamiento, claro está. Y lo mismo respecto de sentir que son respetadas sus respectivas dignidades como personas...

En nuestras sociedades democráticas,{2} se constata que los jueces están determinados por el psicologismo, y que los educadores están motivados y buscan motivar a los adolescentes: hay que hacer que se sientan felices y dignos, y no deben los profesores hacer que estos adolescentes, con todo el derecho que la democracia les garantiza, puedan sentirse frustrados o tristes: hay que hacer que aprueben, aunque no sepan ni leer una frase de cuatro letras sencillas; hay que decirles que son libres, aunque la ignorancia en que el propio sistema educativo los sumerge de modo prácticamente irreversible, es lo mejor que les puede suceder en la vida.

Quizá estemos forjando una generación de Alexs kubrickianos, sin ser demasiado conscientes de ello. La diferencia puede ser que estos adolescentes de nuestro presente, a diferencia del Alex de La Naranja Mecánica, no tienen gustos tan cultos en música. En vez de Ludvig van... prefieren otras músicas más ruidosas, pero la estructura esencial es muy similar, por lo cual resulta casi irrelevante que sea Beethoven o Eminem. Y lo kitsch es ahora lo que en 1971 fue lo psicodélico. En vez de LSD, éxtasis. Quizá ahora los individuos flotantes{3} están siendo la masa crítica para necesaria y suficiente para sostener la hetería soteriológica (en el sentido del materialismo filosófico) de las izquierdas españolas del presente, y de la política educativa del PSOE en especial, pero también de IU, sin duda alguna.

Moloko Bar, de La Naranja Mecánica, de Stanley Kubrick

Y estos textos que propongo también pueden resultar interesantes, porque están tomados de un sitio de internet que se llama a las barricadas...

«Los skins-oi son una mezcla de cosas que no entienden ni ellos mismos, el movimiento mezcla una mística nórdica, una estética romana, un par de cult movie (The Wall, Clockwork Orange, Comando, &c.) ejercicio físico, nudismo, catolicismo medieval, parapsicología, organización política de derecha y de izquierda, en suma es un tacho de basura puesto encima de sus cabezotas que no les deja ver para donde van...
Esto da lugar a situaciones de lo mas risueñas, pues entran en contradicciones incomprensibles (sin ir mas lejos la ideología que Kubrick le imprimió a la película es de raíz nihilista, ¿o alguien imagina a Hitler con un protector inguinal de boxeador, una máscara de payaso y violador de mujeres de la aristocracia?)
Además, la banda de Alex, hablan lenguaje nadsat mezclado de ruso, ingles y deformaciones de la escuela preparatoria, son drogos, sin moral, sin una causa racial que seguir (en el Korova Molocco Bar, una determinada escena, se observa a un hombre oriental barbado y a un africano con los mismos uniformes de Alex).
El título original de la película es The Clockwork Orange. 'Orange', en inglés, significa 'Naranja', pero en verdad proviene de otra palabra: 'Ourang', una palabra de Malasia donde el autor del libro, Anthony Burgess, vivió durante varios años. Esta palabra tiene otro significado y es el de 'persona'. De esta manera, el escritor hizo un juego de palabras, y realmente, lo que el título significa es El hombre mecánico. Es decir, Álex después de aplicarle el tratamiento Ludovico.
La violación a la mujer de Alexander está basado en un ataque que sufrió la mujer de Burgess por cuatro GI's americanos durante la Segunda Guerra Mundial, hecho que causó que abortara...»

Respuesta a este anterior (misma fuente):

«Bueno, Morganatika, el problema es que no estamos hablando de lo mismo. Yo me refiero a los skinheads, no a los cuatro nazis que van de skins. Los skinheads, el Oi!, y hasta grupos punks, han hecho desde siempre claras referencias a la película.
Y eso de que los skins tienen como referencia la peli Commando, el nudismo, la parapsicología, el catolicismo medieval, y la estética romana... pues la verdad es que he crecido entre skins y jamás he visto a ninguno de ellos flipar con pelis de acción del musculitos ese, ni hacer espiritismo (invocando a Telly Savallas, acaso?), ni pertenecer a ninguna orden religiosa, ni vestir con sandalias romanas (lástima que no las hagan con punta de acero, irían bien para el verano). Y por supuesto, tampoco he asistido nunca a un concierto de Oi! nudista (tiempo al tiempo). En fin, creo que lo que crees saber sobre la cultura skinhead lo has leído en libros de humor como Diario de un skin o burradas por el estilo. No te creas mucho lo que oigas de gente que no forma parte de la 'escena' (odio esta palabra). –Emilio Aragón es el verdadero Dios–»

«emma escribió: Aunque la película de Kubrik es del 71, el libro homónimo de Anthony Burgess es del 62, seis años antes del 68, que se considera el año de nacimiento de la cultura skinhead, ¿no? Leí el libro hace ya algunos años, y la verdad es que no me acuerdo de cómo van vestidos los personajes en el libro, aunque la peli es bastante fiel al libro.
Uff, un traspiés, a mi ver la película no es más que una interpretación del director de un libro sin final. De parecidos al libro, no demasiados.
Recuerdo que me leí el libro y tiempo después conseguí la película. Me quedé a cuadros, 'pero qué es esto?', hasta la mitad de la película o así, en la que ya entró en mi cabeza que la película era completamente distinta del libro, una historia diferente.
La película se come muchísimas escenas importantes (soborno a las viejas para tener una coartada de cara a la policía, las chicas que lleva Alex a su casa son 2 niñitas de 10 años a las que invita a comer y emborracha para tener sexo con ellas, hasta que se dan cuenta y salen corriendo de su casa, y demás realidades distorsionadas completamente). El uniforme blanco que llevan, ¿de dónde sale? Del director. Pero las botas (y el protector) ya las menciona Burgess. Es casi lo único en que se coincide hablando de vestimenta. Y lo más importante: el final.
La película está basada en la edición estadounidense del libro, en la que se suprimió el capítulo final: se reencuentra con uno de sus drugos que tiene novia formal, otro ha muerto, y el lerdo sigue de policía. Alex forma un grupo nuevo de drugos, pero ya se cansa. Quiere echarse una novia y no para hacerle el uno dos uno dos salvajemente precisamente. Madura, en definitiva, y pierde la actitud que ha ido llevando en su adolescencia. Fantasea con volver del trabajo y encontrar a una ptitsa acogedora que le recibiera. Dice que ser joven es ser como una maquinita que tropieza y tropieza contra las cosas. Que su hijo haría lo mismo y el no podría evitarlo, y así una y otra vez. Naranja mecánica.
En ese momento, por lo visto, no interesaba este capítulo final en EEUU. Y así se hizo. La historia es completamente distinta, además de todos los cambios que hace Kubrick. Prefiero mil veces el libro, te puedes plantear las cosas mucho mejor. Y no es que tenga menos violencia ni mucho menos, al revés. –Soy una bomba, una bomba nuclear, mi cuerpo está lleno de radioactividad.–»
Fuente: http://www.alasbarricadas.org/forums/viewtopic.php?t=2054"

Notas

{1} Gustavo Bueno, La vuelta a la caverna, Ediciones B, Barcelona; 2004. Información y reseñas en internet en fgbueno.es/gbm/gb2004vc.htm

{1} Un artículo que nos parece muy interesante en este sentido es «Estamos motivados» (El Catoblepas, nº 30, pág. 2), en el que Gustavo Bueno hace una crítica en torno a los asuntos que Kubrick quiere mostrar en la película que comentamos. El Estado y la psicologización de la educación, la judicialización, vía conductismo, de la violencia y del terrorismo criminal. Y se hace dejación de las responsabilidades políticas correspondientes a la capa conjuntiva del cuerpo político.

{1} Para este concepto ver http://filosofia.org/filomat/df311.htm

 

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