Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org


 

El Catoblepas, número 35, enero 2005
  El Catoblepasnúmero 35 • enero 2005 • página 14
Polémica

Respuesta de un militar fascista
a otro antifascista (ahora) indice de la polémica

Francisco Alamán Castro

Respuesta a la réplica de Carlos Blanco Escolá

Adivinanza: ¿Quien es?
«El mundo no vio nunca más noble osadía
Ni vio nunca el día más grande el valor.»
Himno de Riego.
Solución: Coronel Blanco Escolá.

«Pasa por la plaza una muchachita acompañada de su familia, cuando un zángano mocetón se divierte en hacerle una mamola. El familiar se vuelve a reprenderle; el mocetón se insolenta y el otro arrecia en la reprensión. Entonces, ante el grupo de curiosos que se arremolinan, ¿qué se le ocurre al zángano? Pues ponerse a gritar: "¡Fascista, fascista!" Y esto basta para que el represor tenga que escabullirse, no fuera que le aporrearan los bárbaros.» Unamuno, Ahora, Madrid, 3 de junio de 1936.

Lo tiene claro mi militar antifascista (ahora), si alguien le reprende porque sus conocimientos, sobre táctica y estrategia, sobre la milicia, sobre la vida de Franco, sobre la verdad y la mentira o sobre la decencia en general, son más bien flojos; sencillo, al modo del zángano grita, llamando a los bárbaros, para que aporreen al represor: «¡Fascista, fascista!»

Antes de tomarme el asunto de la única manera seria que lo puedo tomar, de pitorreo, quiero hacer una declaración formal.

No soy fascista, no lo he sido nunca y espero
no tener ni que parecerlo en lo futuro.

Como lo tuvieron que parecer la mitad de los españoles en el 36, gracias a que gentes como don Carlos Blanco Escolá, Historiador, Coronel y Antifascista (ahora), plantaron y cultivaron con gran cuidado y saña: el odio, el rencor, la envidia y la revancha, en aquella desgraciada II República de los años treinta. ¡Por cierto! Entre los primeros el padre de mi militar antifascista, me dicen.

Para abreviar, en lo sucesivo, en vez de don Carlos Blanco Escolá, Historiador, &c., le nombraré por Blanco, Antifascista, ahora (BAa).

Una vez hecha mi declaración de principios, sí quiero hacer una observación. No tengo muy claro lo que es ser fascista, reconozco mi incultura, ya sabemos las limitaciones de los militares franquistas, que tan bien nos explica mi camarada de armas. Sí tengo clarísimo lo que cree BAa que es:

Fascista era el que no pensaba como él cuando era un bizarro, fiel y disciplinado oficial de la Legión. Recuérdese, la unidad del Ejercito preferida del «invicto Caudillo» (así le llama BAa), por él fundada, por él mandada y por él mimada. La única unidad del Ejército que, cuando la tropa rompía filas, todos los días, los mandos (BAa) y la tropa gritaban con entusiasmo: ¡¡Franco!!

Fascista es el que no piensa como él y su Cuadra (5ª acepción de la enciclopedia Larousse) de PRISA, propiedad del señor Polanco, por él fundada, por él mandada y por él mimada. A la que BAa saca más rentabilidad que a la anterior con toda seguridad. Cierto que el uniforme es menos vistoso, sin fusta ni manoplas, y no desfilan con cabra, ¡no todo va a ser perfecto! Te felicito por tu suerte, era lo que buscabas desde siempre. Una muy buena cuadra (5ª acepción). ¡A fe que lo es, y rentable!

Me recuerda mi camarada de armas al concejal gallego. Nos contaba Wenceslao Fernández Flórez, ya sabes, asqueroso fascista, en Una isla en el mar rojo:

Acabada la guerra civil, estaban dos gallegos en un bar. Uno decía al otro.
–¡Pepiño! Fuiste reformista y luego conservador con Maura, después de Unión Patriota con Primo de Rivera, posteriormente del PSOE en República y ahora de Falange, siempre estás cambiando de idea.
Le contesta Pepiño indignado.
–¡Yo que voy a cambiar! ¡Siempre he querido ser concejal!

Como a partir de ahora no me queda más recurso serio que el pitorreo, y por lo mismo puede dar lugar a malas interpretaciones; declaro:

La Legión ha sido y es una magnífica unidad militar –aunque a veces haya tenido mandos como BAa, ¡el Tercio lo aguanta todo!–
La Policía Nacional, antes Policía Armada, es y era un sufrido y excelente cuerpo policial, ahora y antes –prueba evidente es que ha aguantado el paso de BAa sin desmoronarse–

Para que no me acuse de falsear datos, en principio, seguiré el minucioso relato de su cambiante y emocionada vida, que él mismo hace.

Me dice de querer desacreditarle por lo civil y por lo militar. No te preocupes por lo militar, ya sabes, querido compañero de armas, que el Ejército somos una familia en la que todos, más o menos, nos conocemos, no necesito desacreditarte para nada.

Por lo civil, eso de historiador, ¿qué quieres que te cuente? He tenido la moral de leer tus libritos, refritos de los de Preston y demás familia de veraces historiadores seguidores de Tuñón de Lara, tan de capa caída el pobre desde el derrumbe del muro de Berlín. Del que nos cuenta con tanta claridad, mi amigo Marcos S. Álvarez, en Asturias Liberal:

«Aquel al que hace unos treinta años, los pezqueñines de la Historia solían ir en peregrinación devota, no a Lourdes, pero cerca, pues en Pau residía otro santón milagrero, historiador de la Insigne Cuadra, y, según algún ex camarada del Partido, agente doble de los servicios secretos de cierto país: Manuel Tuñón de Lara. Allí eran bendecidos estudiantes mediocres (conocemos el expediente de alguno), pero de probada lealtad al tótem progresista, ataviados sin excepción con los arreos preceptivos de la secta: gafas de bicicleta, abriguito de capucha, o (ellas) faldetamen calcañero y greñas por cabellera... Y se obraba el milagro al pronto: todos ellos terminaban dictando doctrina por las universidades españolas, antes de ser doctores, sin oposición previa y sin la menor vergüenza. Sé de algunos –pareja de hecho entonces–que hallaron cobijo juntos en la misma institución docente de su elección. ¡No hay como un traje a medida!»

Se que tu vocación fue mas tardía, esperaste para tu caída del caballo, a que el noble animal –alguien de la pareja tenía que ser noble– chocase con el cadáver del «invicto Caudillo».

En todos tus libritos citas profusamente a Lister y otros preclaros estrategas que en el mundo han sido, para acreditar la incompetencia militar del «invicto Caudillo». De bastantes de ellos, Modesto, Líster, Mera, el Campesino, &c., ya nos había dado su opinión tu admirado Azaña:

«El único que sabe leer el plano es el llamado Modesto. Los otros, además de no saber, creen no necesitarlo.» Manuel Azaña, Obras Completas, Oasis, México 1966-68, tomo IV, pág. 712.

¿Sabes lo del plano, no? Es esa tontería de papel en el que está representado el terreno, que los limitados militares que íbamos a maniobras y cosas militares, que estábamos en unidades militares, con misión militar –no es tu caso evidentemente– teníamos la extraña manía de usar tan a menudo. Y que tu admirado Líster no necesitaba para nada, así le fue, como aseguraba una fuente tan autorizada.

Lo decía Azaña con ocasión de aquella batalla de Brunete, tan torpemente ganada por el «denominado Caudillo» y tan hábilmente perdida por el general Rojo, que nos cuentas tan bien en tus libritos de historia(?). Que como todo el mundo reconoce, tú casi, y así fue, empezó con una superioridad aérea y de carros (tanques) apabullante del Ejército Popular, y terminó con su vapuleo correspondiente en Brunete, que ya se hizo reglamentario para el resto de la guerra, la pérdida de esa superioridad, y la toma de Santander por el Nacional, cosa que, como objetivo estratégico, se había propuesto Rojo evitar.

Nos cuenta que sólo se presentó a la Academia General Militar los años 53, 54, y 55 y sacó muy buenas notas, ¡que digo! ¡Las mejores! Como no se puede verificar este dato, y alguna mentira se le escapa con cierta frecuencia, pasemos a los hechos probados.

BAa nació el 27 de abril de 1933 (escalilla del año 95), casi todos los que en ella figuran de su promoción y de dos promociones anteriores son más jóvenes que él, algunos muchísimo. Ingresó con 22 años bien cumplidos. Casi todos nos presentábamos por primera vez con 17 años y cuando uno llegaba a los 20 sin ingresar, ya le empezaba a entrar un pelín de complejo de burro: a mí, que ingresé con veinte, me pasó. Manuel Fernández Lago que está cuatro puestos antes en la escalilla que BAa lo hizo con 16 años. Como nos demostrará más adelante BAa, seguro que era fascista.

Nos cuenta, para impresionarnos, que dejó «constancia de mi nivel de preparación, al obtener la más alta puntuación de mi tanda en la prueba más difícil de matemáticas».

Sacó el número 21 de su promoción de Caballería, que tenía treinta plazas: Diario Oficial del Ejército (DO) nº 165, de 27 de junio de 1955. Cosa muy rara que con tan buenísimas notas, «la más alta puntuación... en la prueba más difícil», como nos cuenta él mismo, ingresase en el último tercio de su promoción. Cabe la posibilidad que le pusieran a veinte fascistas delante, con peores notas naturalmente, para que se fuese enterando de lo que valía un peine. Peine fascista evidentemente.

Era, cuando ingresó, soldado del Regimiento Toledo nº 35 de Zamora. Unidad que, a lo que se ve, no frecuentó mucho durante su servicio militar, pues el ingreso en la Academia le duró tres años, dice él, y en Zamora no hay buenas, pienso que ni malas, academias de preparación, así que tendría que prepararse en otra ciudad. El caro equipó de cadete se lo pago ese regimiento. Y allí empieza su debe con el Ejército que tan poco agradece. Dice el refranero que el agradecer es cosa de bien nacidos, claro que será un refranero fascista, ¡supongo!

Sigue sacando excelentes notas en la Academia, nos manifiesta.

A los dos años, cuando asciende a alférez cadete, lo hace con el antepenúltimo puesto de su promoción, seguramente más fascistas que le metieron delante con peores nota, naturalmente, que las suyas, por aquello del valor del peine fascista (DO, nº 165 de 27 de junio de 1957).

Nos dice –a los militares no, claro, es más difícil engañarnos en estos temas– que aprobó legalmente en julio del 59. En las academias militares no se aprueba ni legal ni ilegalmente, se aprueba o se suspende. ¿O es que al año siguiente, 1960, no tuviste que estudiar y aprobar todas las teóricas y todas la practicas?

Se queja con dolor del trato recibido en la Academia de Caballería y nos lo cuenta: estando en la Academia organizan unos cuantos –estamos hablando de alféreces cadetes, no de soldaditos de reemplazo– un plante al capitán de servicio que había arrestado a unos compañeros.

Había y hay en nuestro Código de Justicia Militar, y en todos los del mundo civilizado, un grave delito llamado sedición que, si la memoria no me falla, se definía más o menos: cuando cuatro, más de cuatro o la mitad de la fuerza constituida, se manifiestan en desorden, desobedecen, presentan protestas en grupo, &c.

Había y hay en el citado código, un delito tipificado como abuso de autoridad, con unas disposiciones muy claras para denunciarlo, que podían haber usado los alféreces cadetes, en vez de protestar sediciosamente. Estando autorizados a llegar, por aquel entonces, «hasta el Jefe del Estado en representación de su agravio», como así lo marcaban las muy sabias Reales Ordenanza de Carlos III.

Nos cuenta que todo fueron castigados de forma denigrante, en aquel ejército «fascistoide» (varias veces), «canallesco» (varias veces), «inicuo», «atropellador», «mantenedor a raya de la población», «tercermundista» (varias veces), «tramposo», «irresponsable», «defensor de privilegios e intereses particulares», «pavoroso», «vil», «asesino», «traidor», «cutre», «ominoso», «opuesto manifiestamente a la instauración de la democracia», «despreciable», «miserable», «rastrero», «ridículo», «desastroso», «corrupto» (varias veces), «carente de inquietudes culturales», «inoperante», «injusto» (varias veces), «de cerebro embotellado», «bárbaro», «gendarme, del ilegítimo gobierno franquista» (varias veces). Lo dice él.

Posteriormente a BAa y a otros tres que nada tenían que ver en el asunto, se les hace repetir curso. No sé si algún civil se lo creerá. ¿Pero de verdad cree el coronel que algún militar se puede creer eso?

Lo único que se le puede acusar con razón al coronel Director del Centro, en pura doctrina militar, es que no hubiese dado cuenta a la Autoridad Judicial Militar del presunto delito, para que fuesen juzgados en Consejo de Guerra y con toda probabilidad condenados y expulsados del Ejército. Eran alféreces cadetes y no soldaditos de quinta. Seguro que BAa a sus legionarios no les habría consentido nada parecido, y no lo hubiese arreglado con un simple paso ligero, como aquel fascistoide capitán de Caballería.

Sigue estudiando con mucho aprovechamiento, nos manifiesta.

A pesar de repetir curso, que tenía aprobado legalmente nos dice, con lo cual, sólo con repasar un poco, tendría que haber sacado muy buena nota y adelantar algún puesto en la promoción siguiente, que ahora era la suya... sale el número 29 de la promoción de tenientes de Caballería (DO, nº 290 de 22 de diciembre de 1960). Evidentemente aún les dio tiempo de meterle algún fascista más delante, con peores notas naturalmente, ¡vaya con el peine! ¡Pobre BAa!

Todos esos pasos hacia atrás, los iba dando mientras sacaba las mejores notas, eso por lo menos es lo que nos cuenta. Me recuerda las batallas tan mal planteadas por el «invicto Caudillo», pero ganadas, que casualmente eran las mismas, tan bien diseñadas, pero perdidas por Vicente Rojo. Está visto que BAa y Rojo eran almas gemelas. Para suerte de la Patria según mi modo de ver.

Aprovecha para contar:

«Muchos de los que ingresaban en la Academia lo hacían con trampas, recibiendo muy diversas ayudas bajo cuerda, sin tener ocasión de demostrar, como yo lo había hecho, los méritos suficientes para merecer el aprobado en el examen de ingreso. Quienes se aprovecharon de la corrupción reinante, por otra parte, no sólo se agarrarían con fuerza a los derechos tan inicuamente adquiridos, sino que además, como es fácil suponer, se convertirían en los más firmes defensores del régimen franquista, al que ensalzarían, incluso, después de su desaparición.»

¿No les parece el chiquito un pelín panfletario? A mí que me recuerda los bandos de la revolución del 34, los de la CNT, que eran los más ardientes y vistosos.

Otra vez no tengo más remedio que contar mi experiencia personal, y la de BAa, sobre el asunto:

Como sabe muy bien BAa me apellido Alamán, el General Director de la Academia se apellidaba Alamán, era mi tío Emilio. Lo sabe bien porque BAa estaba de cadete en ella esos años. Yo me presenté, los años 56 y 57, en aquella Academia que tanto hacía sufrir a BAa. Él sabe muy bien que fui suspendido.

A diferencia de BAa yo fui suspendido, con gran cabreo de mi parte, y mayor justicia por parte de mi tío, debido a mi deficiente preparación y no a que me tuviesen manía como a él, ya entonces ferviente antifascista. ¡Se me olvidaba! Mi padre era teniente coronel ayudante de otro anterior general Director de la Academia, muy querido en la misma, Francisco Hidalgo de Cisneros, que a su vez me quería mucho, pues, a mi pesar, ¡ni por esas!

Me pregunto infeliz de mí: ¿BAa que, ya en aquella temprana edad, se dio cuenta que pertenecía a un ejército «fascistoide», «canallesco», &c., &c., &c., por qué no pidió la baja? ¿Tan cobarde era que no se atrevía a ganarse la vida en otro sitio que reuniese mejores virtudes? En el año 1959 podía haber estudiado otra carrera, en aquella época no había paro, podía haber trabajado en cualquier sitio más decente que en aquel despreciable Ejército.

No solo eso sino que se va a una unidad, la Legión, que por ser la preferida del «invicto Caudillo», debería de ser, con diferencia, la más «fascistoide», «canallesca», &c., &c., &c. Sería curioso saber si BAa solicitó, en su momento, la Guardia Mora del «invicto Caudillo». Era el paso inmediato superior en la fidelidad al incompetente Franco, cosa que no nos extrañaría a muchos, pues tenía que dar buena figura a caballo vestido de moro y con el vistoso surhan (capa).

Sigue contando su vida, a los paisanos claro, a los militares me imagino que no pensará llevarlos al huerto también:

En diciembre de 1960 llega a El Aaiún (Sahara), nos asegura que meses antes, quiere que se entienda que pocos, había terminado la guerra de Ifni-Sahara. La guerra en Ifni había acabado en el verano del 58 y en el Sahara antes, o sea, los algunos meses, eran, más o menos, treinta.

Llama, con asquerosa frivolidad, a la citada campaña la guerra de Gila. En esa guerra de broma, que con tan poco respeto para sus camaradas legionarios cita, en una sola tarde del invierno del 57 murieron, en Edchera, combatiendo por España, de manera «ridícula y desastrosa», como nos cuenta BAa, cuarenta legionarios y tres guías saharauis, claro que como eran tropa y mandos «para llevar a cabo la exclusiva misión del gendarme, para respaldar el ilegítimo gobierno franquista», bien muertos estaban, pena que no fuesen más.

Nos cuenta también de sus decenas de arriesgadas patrullas por el Sahara, «venciendo al inhóspito territorio con medios tercermundistas» que aquel «ejército de Franco nos proporcionaba; un ejército, en realidad, organizado para llevar a cabo la exclusiva misión del gendarme, para respaldar el ilegítimo gobierno franquista, manteniendo a raya a la población». A lo cual, evidentemente, colaboraba nuestro valiente teniente legionario con el mayor espíritu por aquella época, en la unidad militar más representativa del Régimen, aunque con medios tercermundistas, según él mismo nos cuenta. Es BAa fácil para el panfleto, hay que reconocerle el mérito.

Yo también estuve en el Sahara, pero en la Agrupación de Tropas Nómadas. Nosotros sí vivíamos en un fuerte aislado en el desierto, nosotros sí hacíamos cientos de patrullas y no la Legión que, por ser unidad de guarnición en El Aaiún y Dáhala (Villa Cisneros), hacía muy pocas y muy puntualmente. Y ciertamente nunca tuve que vencer, con mi patrulla, a ningún «inhóspito territorio»; íbamos el oficial y el resto áskaris (soldados saharauis); en las zonas de arena montábamos en mehari (dromedario), que, aunque ciertamente tercermundista, era lo único que andaba y anda por aquel terreno, y en las demás zonas en Land Rover, no tenían aire acondicionado pero no estaban mal. Yo iba muy a gusto, me lo pasé muy bien y además cobraba bastante. ¿Qué más se puede pedir? El nuestro era un mosquetón Mauser 7,92, de repetición, magnífica arma, que luego nos fue sustituido por un muy moderno CETME 7,62, automático, que no servía absolutamente para nada, pues con la arena se interrumpía continuamente. Tomando el mando la feliz decisión de cambiárnoslo otra vez por el tercermundista Mauser. El riesgo más fuerte que pasé fue un reventón de una rueda delantera cazando una gacela, que luego nos comimos para quitarnos el susto, y una diarrea que cogí por tomar agua en malas condiciones, que se me fue con bastante Tanagel. Alguna vez también bebí de más, tuve grandes resacas y me encontré muy mal, pero lo arreglaba con un buen vaso de agua al levantarme, por cierto agua excelente la de mi puesto, Tichla. Siento no haber estado en el mismo Sahara de BAa, que era tan emocionante, peligroso e inhóspito, aunque seguramente no lo hubiese aguantado, hay que ser muy valiente, como él, para esas cosas.

Es muy mañoso nuestro BAa para contar su vida de tal manera que, los civiles claro, se imaginen lo más excelso. Así don José María Laso Prieto, honrado intelectual de izquierda asturiano, nos aseguraba con rotundidad que BAa había sido Director de la Academia General Militar, cuando sólo había sido un muy mediocre profesor de la misma. Y no es el competente y serio señor Laso amigo de inventarse nada.

Nos confiesa que estuvo seis años en Cría Caballar, y como también nos cuenta que tuvo 28 años de servicio, quiere decir que más de la quinta parte de su vida militar la pasó al mando de mamporreros. Que nadie se tome por la tremenda esto, no es un insulto, no acostumbro a insultar, si lo puedo evitar. Hay veces que es difícil.

Mamporrero es el militar profesional que tenía por misión coger e introducir el pene del caballo o del asno en la vagina de la yegua, para que el semen no se desperdiciase. Misión muy importante, la más, en el militar y arriesgado destino de BAa, que tenía a sus órdenes varios de estos buenos profesionales.

Por cierto, debe a Franco la bicoca de este destino. Si hubiese ganado la guerra su admirado Azaña, la Cría Caballar estaría en el ministerio de Agricultura, donde éste la mandó, con excelente criterio, quitándosela al Ejército.

También nos cuenta que estuvo en la Policía Nacional. Es mentira, ¡y van!

Del Sahara, a mediados de los años sesenta, en vida del «invicto Caudillo», cuando según nos cuentas ahora la represión era más dura, te fuiste a la Policía Armada, ¿te acuerdas, con el chiquito Delgado? Supongo que para «para seguir con la exclusiva misión del gendarme, para respaldar el ilegítimo gobierno franquista manteniendo a raya a la población», misión que ya habías empezado a desarrollar con gran interés en la Legión, según tu mismo manifestabas. Te recuerdo que la Policía Armada eran aquellos «Grises», aquella policía: fascista, torturadora y asesina, cruel, perseguidora tenaz y sanguinaria de antifascistas, demócratas, obreros, viudas –contra más viudas mejor–, huérfanos –contra más huérfanos mejor– y demás ralea antifranquista. Que usaba el «invicto Caudillo» para esclavizar al pueblo. Es lo que contáis los de la Cuadra de PRISA ¿O ya no?

Hay que pensar que si el Ejercito era: «fascistoide» (varias veces), «canallesco» (varias veces), «inicuo», «atropellador», «mantenedor a raya de la población», «tercermundista» (varias veces), «tramposo», «irresponsable», «defensor de privilegios e intereses particulares», «pavoroso», «vil», «asesino», «traidor», «cutre», «ominoso», «opuesto manifiestamente a la instauración de la democracia», «despreciable», «miserable», «rastrero», «ridículo», «desastroso», «corrupto» (varias veces), «carente de inquietudes culturales», «inoperante», «injusto» (varias veces), «de cerebro embotellado», «bárbaro», «gendarme, del ilegítimo gobierno franquista» (varias veces) ¡Que no sería la Policía, de la que tú eras un mando!

Como sabes, la Policía Armada era destino de libre elección. No necesitabas ningún mérito, sólo pedirlo y que el ministro de Gobernación te eligiese entre los solicitantes. Elegía a los más adecuados para la función a desempeñar, y si no lo hacían bien los echaban. Yo conozco a algunos que fueron invitados a pedir la baja, por no cumplir con celo suficiente lo mandado ¿Te invitaron a tí?

Otros pensamos que la Policía Nacional son los mismos «grises» vestidos de otro color, que cumplieron y cumplen, de gris, marrón o azul, magníficamente la misión que la legalidad vigente les impone ahora y antes les imponía. Siempre con entrega total, muchas veces con riesgo de sus vidas, que incluso pierden en no pocas ocasiones.

También nos asegura que estuvo «en el País Vasco, siempre en circunstancias difíciles».

Y yo que estuve en el País Vasco: Pamplona, Vitoria, Irún y Estella, mi mujer era de Tafalla (Navarra), y nunca me pareció tan difícil, ni tan emocionante la circunstancia. Tengo que hablar con BAa para que me cuente, estoy perdiendo cada cosa por no fijarme. ¡No es justo!

Ya que BAa nos historia tan detalladamente su vida y milagros voy a echar cuentas de sus destinos en 28 años de servicio:

Legión y Academia 16 años. Más del doble que en la Cría Caballar
Cría Caballar 7,5 años
Policía Armada 2,5 años
Otros destinos (6) 2 años

Dos años para repartir en seis destinos diferentes: Farnesio, Numancia, grupo blindado de Gerona, Instituto Politécnico y campamentos de reclutas de Córdoba y Vitoria. 2:6=0,33 años por destino. ¿No te parece algo raro estar en cada destino 4 meses? Nuestro reglamento de destinos, salvo en muy raras excepciones, no lo permitía, ni lo permite, al menos dos años hay que estar en el mismo destino. Esa lista de destinos militares, ¿será para impresionar a los civiles? Pareces flojear bastante en cuentas y eso a pesar de sacar las mejores notas, en el ejercicio más difícil de matemáticas. ¿No será que estuviste bastante menos tiempo en la Legión y AGM?

En tu brillante historial académico te olvidas de citarnos otro magnifico episodio. Me cuenta un amigo, también de Caballería, ya sabes el Arma donde tanto te quieren, compañero tuyo en la Escuela Politécnica del Ejercito, que fuiste a aquella Escuela, desde los «Grises». Que te echaron de ella a los tres meses y medio por calamidad, ya que no superaste ni un solo control de estudios en ese tiempo y tu conducta no fue la más adecuada. En otra ocasión, si quieres, repasamos los detalles. Ya sé que es mentira, que lo cierto es que los profesores eran fascistas y a pesar de tus magníficos exámenes, como siempre, te suspendían. Pero eso es lo que él me cuenta, ¿que quieres que haga? Es mi amigo. Seguramente también será fascista. ¡La mala suerte que tienes tú con los fascistas!

Me temo que no digas toda la verdad de tu valiente y azarosa vida:

Estuviste en Cría Caballar en Marquina (Vizcaya), Cordovilla la Real (Palencia) e Ibio (Santander). Dos años de permanencia obligatoria en el destino, más seis meses, más o menos, para pedir otro destino y dártelo = 2,5 años. 2,5 x 3 = 7,5 años me salen a mí.

Otra bicoca de destino, para tí, no para un militar, fue el de la Sección del Instituto Politécnico del Ejército nº 2 (formación profesional de aprendices), destacada en Alcalá de Henares. Una escuela como puede ser cualquier escuela civil de Formación Profesional. Escuelas, las civiles y las militares, muy útiles, pero nada que ver con la milicia.

Otra bicoca, los «Grises». Cierto es que no hacer servicios, ni maniobras, ni tiro, ni nada, de nada, de nada, de carácter militar, te venía muy bien para aprobar con comodidad tu carrera de Historia. Que no debe de ser difícil si, el penúltimo de una promoción después de repetir curso, la aprueba con tanta facilidad como nos cuentas. ¡Por cierto!, ¿la acabaste?

Y así salen: 7,5 años de CC + 2,5 de FP + 2,5 de PA = 12,5.

Echo cuentas: 28 - 12,5 = 15,5. La casi mitad de tu vida militar te la pasaste de casi civil, eso sí, cobrando del Ejército «fascistoide» (varias veces), «canallesco» (varias veces), &c., que tan bien nos describes. Otra partida a anotar en tu debe con el Ejército.

Cierto es que no participé en la guerra de Ifni-Sahara, como muy bien afirma BAa, nunca lo he dicho, pero él tampoco, aunque quiera hacer parecer a los paisanos que sí casi lo hizo.

Me llama «Napoleón de vía estrecha», pues «no he ganado ninguna batalla». ¡Cuéntame! ¡Cuéntame! ¿Cuantas has ganado tú, además de la del Sahara? Que ya sabemos que si no es por tí, que gracias a Dios llegaste a tiempo, la perdemos. A mí me ha pasado como a los brillantes generales del Ejército Popular de tus amores, que, como muy bien dices, ni siquiera empataron ninguna, eso sí todas muy mal planeadas por Franco y excelentemente por ellos.

Nos nombra a Napoleón. En todos sus libritos BAa asegura que el «invicto Caudillo» no podía ser un buen general, pues había sido regular en estudios en la Academia, por cierto sacó infinitamente mejor número que nuestro muy estudioso coronel, penúltimo de su promoción, ¿Sabías que el cadete Bonaparte había sido malo en estudios? Y que quieres que te cuente del general Ulises Grant, posiblemente el mejor que hayan tenido los USA: sus notas fueron las peores que, nunca, ningún cadete tuvo en West Point.

Me ilustra, el enterado BAa, sobre Ortega como enemigo del fascismo, lo que era evidente. Le voy a contar lo que opinaba de Franco y del democrático Frente Popular de sus amores.

«Otro hecho notable que tuvo repercusiones más allá de las líneas de batalla fue el cambio de actitud de los más eminentes intelectuales de la España anterior a la guerra. La mayoría de ellos se encontraban en la España republicana en el momento del alzamiento. Firmaron un manifiesto(*) pidiendo apoyo para la República. Entre las firmas... Marañón... Pérez de Ayala... Menéndez Pidal... Ortega y Gasset: amigos e incluso fundadores de la República de 1931. Pero las atrocidades... hicieron que todos estos hombres aprovecharan cualquier oportunidad... para huir al extranjero. Y, una vez allí, retirar su apoyo a la República... Unamuno... la República le había desilusionado, había admirado a jóvenes falangistas... dio su dinero para el alzamiento.» H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 546-547. (*) «Pistola al pecho» contaba Marañón; carta del archivo de Ramón Menéndez Pidal, en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 94.

Ortega escribe en el «Epílogo para ingleses» que se publica en la revista The Nineteenth Century:

«Mientras en Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, &c., cómodamente sentados en sus despachos o en sus clubs, exentos de toda presión, algunos de los principales escritores ingleses firmaban otro manifiesto donde se garantizaba que esos comunistas y sus afines eran los defensores de la libertad. Evitemos los aspavientos y las frases, pero déjeseme invitar al lector inglés a que imagine cuál pudo ser mi primer movimiento ante este hecho semejante, que oscila entre lo grotesco y lo trágico. Porque no es fácil encontrarse con mayor incongruencia... Hace unos días, Albert Einstein se ha creído con "derecho" a opinar sobre la guerra civil española y tomar posición ante ella. Ahora bien, Albert Einstein usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre. El espíritu que le lleva a esta insolente intervención es el mismo que desde hace mucho tiempo viene causando el desprestigio universal del hombre intelectual, el cual, a su vez, hace que hoy vaya el mundo a la deriva, falto de pouvoir spirituel.» José Ortega y Gasset, Epílogo para ingleses, Rebelión de las masas, Ediciones de la Revista de Occidente, Colección el Arquero, Madrid 1960, págs. 308-309.

Ortega escribe a Marañón:

«...las notas de Franco son cada vez más acertadas y en su punto.» Carta del archivo de Gregorio Marañón, en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 124.

Como verá BAa le falta un pelín para llamarle «invicto Caudillo», como con tanta propiedad y acierto le llama él, pero no todos son tan agudos como BAa. Ortega tiene en el frente a sus dos hijos varones y dice a Marañón:

«Miguel y José llevan ya una semana en plena batalla del Turia.», Carta del archivo de Gregorio Marañón, en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 132.

Con motivo de la entrada de los nacionales en Madrid, Ortega escribe a Marañón (desde Portimäo, Portugal, el 30 de marzo de 1939):

«Querido Gregorio, anteayer, al conocer la noticia de la entrada en Madrid pusimos a ustedes un telegrama de alborozo y felicitación.» Carta del Archivo de Marañón, en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 139.

Ortega reinaugura el Ateneo de Madrid (5 de mayo de 1946). Acude a la conferencia lo más florido del régimen: Serrano Suñer, Sánchez Mazas, Lequerica, Pemán, &c.; intelectuales: Marañón, Azorín, d'Ors, Luca de Tena, &c. Es aplaudido fuertemente cuando dice: «Mientras otros pueblos están enfermos, casi todos, el pueblo español, lleno de defectos y de hábitos torpes, ha salido con una sorprendente salud.» La conferencia es transmitida por radio a toda España y se publica en el Arriba de 6 de mayo de 1946.

Ortega, junto con decenas, muchas decenas, de catedráticos, había sido destituido por Azaña. Así al menos nos lo cuenta el insigne catedrático, luego Presidente de la República en el exilio, Claudio Sánchez de Albornoz:

«Horas crueles las del destierro. Al llegar a Cuba... el encargado de Negocios del Gobierno de la República fue a comunicarme mi destitución como catedrático de la Universidad de Madrid. Eran los primeros días de enero de 1938. En la misma fecha habían destituido a Ortega y Gasset, a Américo Castro, a Pitaluga y a alguien más de nuestras ideas y de nuestra talla. Empezaba la barrida de los republicanos liberales.» Claudio Sánchez de Albornoz, Anecdotario político, Planeta, Barcelona 1976, pág. 239.

Marañón, ante una asamblea de intelectuales en Francia, dijo:

«No hay que esforzarse mucho, amigos míos; escuchen ustedes este argumento: el 88% del profesorado de Madrid, Valencia y Barcelona ha tenido que huir al extranjero, abandonar España, escapar a quien más pueda. ¿Y saben ustedes por que? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos, a pesar de que muchos de los intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierda... Están en el extranjero, fugitivos de la España roja: D. Ramón Menéndez Pidal... y sigue hasta 78.» Diario de la Marina, La Habana, febrero de 1937. Reproducido en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 13. Ver Llorens, El exilio español de 1939, Taurus, Madrid 1976.

¡Qué cosas mi coronel! No somos nadie. Parece mentira con lo que tu Cuadra cuenta.

Nuestro historiador(?) nos relata, ¡como no! del incidente de Millán Astray –¡por cierto!, fundador y primer jefe de la Legión, en la que con tanto entusiasmo militó BAa– con Unamuno en la Universidad de Salamanca.

No cuenta que el incidente lo inicia Unamuno, cuando Millán Astray mete la pata, que lo hacía a menudo, y el Rector se pitorrea cruelmente de sus mutilaciones y de la regla décima del Credo Legionario:

«El espíritu de la muerte. El morir en el combate es el mayor honor. No se muere más que una vez. La muerte llega sin dolor y el morir no es tan horrible como parece. Lo más horrible es vivir siendo un cobarde.»

Credo que, como firmaba Millán Astray: «Es la base espiritual de la Legión, médula y nervio, alma y rito de ella.»

Credo que ordena en su preámbulo: «Leído con solemnidad por los oficiales, apenas ingresados los legionarios, es repetido todos los días e interpretado en cada momento.»

Credo, que BAa obligaba a aprender de memoria a sus legionarios y que todos los días debían repetir. A veces bajo severos arrestos, incluidos pasos ligeros fascistoides, como los que les daba, a los caballeros cadetes, el capitán de la Academia de Caballería. BAa sólo lo repitió 6 años x 365 días = 2.190 veces, sin contar los bisiestos.

Hay que resaltar que esto lo hacía después del incidente del Aula Magna de Salamanca, bien conocido por BAa desde hacía 24 años, que, ya sabiendo el rifirrafe que había organizado su primer jefe y fundador Millán Astray, seguía erre que erre exigiéndoselo muy severamente, a sus caballeros legionarios.

Se le olvida contar también, seguramente sin darse cuenta, que Unamuno salió del penoso incidente del brazo de la mujer del «invicto Caudillo».

También se le olvida, ya sé que no quiere engañar a nadie, es notorio que nunca lo intenta, decir que Unamuno era rector vitalicio de esa Universidad por nombramiento del «invicto Caudillo», toda vez que había sido destituido por su admirado Azaña:

«El Gobierno ha visto con dolor que don Miguel de Unamuno... no haya respondido... a la lealtad a la que estaba obligado, sumándose de modo público a la facción en armas... Vengo a decretar: Queda derogado... por el que se nombraba... rector vitalicio de la Universidad de Salamanca...» Gaceta de Madrid, 23 de agosto de 1936, nº 236, Manuel Azaña.

Previamente, ya el 10 de diciembre de 1934, cuando dicta su última lección magistral de 1934, dice desilusionado, refiriéndose a la marcha de los acontecimientos: «Vosotros tenéis que enseñar a vuestros padres –a nosotros– que esa marea de insensateces, de injurias, de calumnias, de burlas impías, de sucios estallidos de resentimientos, no es sino el síntoma de una mortal gana de disolución. De disolución nacional, civil y social. Salvadnos de ella, hijos míos. Os lo pide al entrar en los setenta años, en su jubilación, quien ve en horas de visiones revelatorias rojores de sangre y algo peor: livideces de bilis.» Para mí que estaba describiendo a gente como BAa. Yo veo, en su resentimiento, su saña, su rencor, su odio, su afán de revancha (no sé de qué) y su cinismo, esos rojores y esas livideces.

Otra vez quiere engañar, a los civiles ¡claro! Los militares sabemos que el curso de jefe es obligatorio hacerlo para ascender a comandante, o sea que tú, voluntariamente, no hiciste ningún curso para mejorar tu formación militar. Lo normal es que un militar profesional tenga dos o más cursos de alguna especialidad, yo, que soy del montón, tengo los títulos: Cazador paracaidista (DO, nº 10, 1967), Mando de tropas de Esquiadores-Escaladores (DO, nº 187, 1969), Especialista en Carros de Combate (DO, nº 278, 1976), luego otros pequeños de carácter regional. Y tú, ninguno, ¡NIN-GU-NO! Los títulos civiles no me interesan, ¿qué gana con ellos el Ejército? ¡Lo ganas tú!, quitándole tiempo a tu profesión. Sólo me interesa recalcar lo muy poco que hiciste por ese Ejército que tanto odias y que tanto nos dio. Entre otras cosas todos los meses la paga, a tí nada más, a mí y a muchos un montón de satisfacciones. Cuando echo cuentas siempre me salen a favor de mi Ejército.

Miente de nuevo BAa, ¡y van! Cuando nos explica que el franquismo, «fue repudiado por los ciudadanos españoles en el referéndum del 15 de diciembre de 1976 con el 94,2 por ciento de los votos». Muy bien sabe él que ese referéndum no repudiaba nada, sólo autorizaba a las Cortes franquistas para emprender la Reforma política.

Sabe de sobra BAa, aunque quiera ocultarlo mintiendo, ¡y van!, que fue convocado por las Cortes franquistas que pedían el «sí», y que los partidos de izquierda, los conmilitones de BAa, se opusieron al voto positivo. El 94,2% resultante fue a favor del «sí». Concretando: El pueblo respondió «sí» a lo que le pedían los franquistas y no querían los amigos de nuestro veraz historiador(?).

Por si a BAa se le ha olvidado, que lo parece, el fascista, supongo, padre Astete en su catecismo, que seguro que se sabría de corrido dadas las buenas notas que siempre sacó, definía la mentira como: «Faltar a la verdad con animo de engañar.» Es evidente que él falta a la verdad, con demasiada frecuencia tristemente, y su animo es el de engañar.

Nos habla del General Rojo y asegura que yo lo quise desacreditar, o al menos eso entiendo. Yo del general Rojo solo dije:

Que era muy amigo de mi padre, que era una querida y estupenda persona, que lo conocí personalmente y que era un militar muy brillante, la verdad es que no se me ocurren más alabanzas.

Que pertenecía a la UME (Unión Militar Española) de derecha y principal protagonista en la preparación del Alzamiento, organización nacida como oposición a la UMRA (Unión Militar Republicana Antifascista), los de BAa, ahora.

Lo sé porque me lo contaron mi tío y mi padre, defensores del Alcázar, amigos de Rojo y profesores de la Academia junto con él. De mi tío Emilio así lo reconoce hasta el mismo BAa en sus libritos.

Y porque también me lo contaron: Francisco Largo Caballero, Mis Recuerdos. Cartas a un amigo, págs. 213-214; las Notas históricas sobre la Guerra de España, págs. 510-512; José María Gil Robles, No fue posible la paz, pág. 708; Burnett Bolloten, La guerra civil española, págs. 466-467: «Rojo no ofreció sus servicios al Gobierno hasta que un amigo le advirtió que si no lo hacía podría ser fusilado. Así se lo aseguró Carlos Contreras (Vittorio Vidali) en México en 1939.»; Hugh Thomas, La guerra civil española, pág. 716; Causa General, pág. 289-290.

Que fue recibido, cuando llegó de parlamentario al Alcázar, por el comandante Blas Piñar (padre de Blas Piñar López, y de la misma ideología), su muy amigo íntimo, jefe de la UME en Toledo, y por el capitán Alamán, amigo íntimo, también de la UME. Este dato figura en el Diario de Operaciones del Alcázar, ya sabe BAa, ese libro que llevan todas las unidades militares, supongo que habrá oído hablar de él entre clase y clase de Historia.

Conté también la conversación que tuvo con Moscardó en presencia de mi tío, de mi padre y más personas. Conversación que se refleja en casi todos los libros que hablan del sitio, incluido los dos de Moscardó. Nunca Rojo los desmintió. Claro que a lo mejor no era tan valiente como BAa y no se atrevió.

Nos contaba que al «invicto Caudillo» le había parecido fatal la venida de Rojo. Yo le conté a él que mi tío Emilio era general de brigada cuando, ayudado por él y por otros compañeros, regresó Rojo, lo cuenta el mismo BAa. No debía dar mucha importancia Franco al asunto, cuando Emilio fue nombrado Director de la Academia General, el mismo cargo que había ostentado el «invicto Caudillo», el destino de más categoría para un general de brigada, luego Director General de Enseñanza Militar y siguió ascendiendo hasta llegar a teniente general, máximo empleo en el escalafón.

Negué que Rojo hubiese entrado en prisión, como quería hacer creer BAa a sus pobres lectores, entre los que me incluyo, no saben la pena que me dan y que me doy.

Y lo último que se sabe de Rojo, poco antes de terminar la guerra, lo cuenta él mismo, después de negarse a volver a España:

«Si era verdad que la zona central iba a continuar la guerra en serio, ¿por qué se liquidaban en Francia las existencias que en víveres, materias primas y armamento de transito se tenían acumuladas? Esto era demasiado claro y definitivo y significativo para no desconcertarse: por un lado se liquidaba económicamente el conflicto, transformando todas las existencias(*); por otro se ordenaba resistir sin dar medios para ello, ni siquiera víveres.» ¡Alerta los pueblos!, pág. 240. [(*) En dinero naturalmente. Que todos sabemos era para Caritas. Por aquellos días aumentaron los fusilamientos, en el bando republicano, por cobardía ante el enemigo.]

Finaliza hablando en clave, poniéndose un poco pesadito con el fascismo, ciertamente no se qué quiere decir, ya sabemos las muchas limitaciones de los militares, en la próxima me lo explicas más despacio.

Y como guinda final tiene la frescura BAa de hablar de la Unión Militar Democrática (UMD), a la que pone por las nubes, pero a la que cobardemente no se apuntó en ningún momento y con la que, según él mismo nos cuenta, coincidía en toda su ideología desde que era un, no tan joven, cadete, hay que reconocer que porque le tenían rabia los fascistas profesores.

Era la UMD una asociación sediciosa de militares, entre los que había muy queridos amigos míos. Por ello fueron justamente juzgados y condenados, como lo serían en este momento por el mismo delito, en el caso de una asociación similar de militares.

Si se fija, nuestro historiador(?), él me ha puesto verde en El Catoblepas –con mi autorización por supuesto–, el artículo es insultante, indecente e impublicable, no obstante ahí está.

Se imagina si yo escribiese algo similar, incluso educado: ¿Tendría alguna posibilidad de que se me publicase en El País o cualquier otro medio de los muchos que tiene el señorito de su Cuadra?

Lo digo porque aun no han publicado nada de Pío Moa, el historiador que más libros ha vendido en toda la Historia de España, y me consta que lo ha intentado.

El año pasado vendió más libros que BAa y todos los de la Cuadra juntos en toda su vida.

Una vez contestada la carta de mi querido BAa, pidiendo perdón a los lectores por el rollito, que, me temo, a nadie importa, quitando a BAa y a mí –tengo que confesar que a mí poco–, vamos a repasar algunas de sus mejores joyas, demostrando la completa inutilidad militar del «invicto Caudillo» y las humillaciones (lo dice BAa en sus libritos) de que fue objeto desde el 18 de julio del 36, hasta la última, el 1º de abril del 39, cuando en el sumum de la humillación firmaba aquel humillantísimo parte: «En el día de hoy , cautivo y desarmado el Ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado.»

De la batalla de Brunete, tan torpemente ganada por el «invicto Caudillo» y tan hábilmente perdida por el Ejercito Popular, ya hemos hablado.

La última gran humillación táctica fue la batalla del Ebro. La finalidad estratégica era impedir la toma de Valencia, al tener que distraer fuerzas para detener la ofensiva en el Ebro.

Rojo pasa el río con enormes medios, obteniendo una importante sorpresa, embebe todas sus fuerzas en el empeño. Lo hace magníficamente (25 de julio de 1938). El paso de un río es una maniobra muy difícil, se necesitan muchos medios y muy caros que, por lo que se vio, la República tenía, a pesar de la pobreza que nos aseguraba BAa.

El «invicto Caudillo» para casi inmediatamente la ofensiva. Nos aclara BAa que no la paró, que a los tres días Rojo había terminado la maniobra y se para después de profundizar veinte kilómetros. Por lo visto esa debía ser, a juicio de BAa, la finalidad estratégica. ¿Poderse bañar en las dos orillas del río? Es comprensible, era verano y tenía que apetecer. Si se para, y se queda ahí, Valencia cae. Si era para eso, le hubiese salido más descansado pararse en la orilla que estaba, muchísimo más barato y más seguro, aprovechándose del caudaloso Ebro como barrera defensiva natural inmejorable, cuando el «invicto Caudillo» le atacase, que es de suponer que Rojo, al menos, se lo imaginase. No hay mejor barrera defensiva que un río caudaloso, solo el mar, lo dicen los reglamentos, esos que no leíste porque estabas estudiando Historia.

El «invicto Caudillo» se da cuenta de la importante masa de maniobra empleada, como tiene una inmensa superioridad aérea y artillera decide terminar la guerra, convierte la lucha en una batalla de desgaste, que destroza definitivamente al Ejercito Republicano. El mes de noviembre los pocos restos del ejército roto repasan el Ebro. Deja el «invicto Caudillo» que se pudra la situación en el bando republicano.

El avance hasta Barcelona es casi un paseo, ésta lo recibe alborozada. Así nos lo cuenta Rojo con gran pesar: ver Rojo, ¡Alerta a los pueblos!, págs. 141-142.

Nos contaba antes BAa de la marcha sobre Madrid desde Sevilla, y opinaba que el avance debía haber sido hecho por Despeñaperros, él le llama la ruta corta, mido y son 538 kms., en vez de la de Mérida, la ruta larga, mido y son 541 kms. La carretera era mejor y se hubiese ahorrado mucho, así la toma hubiese sido rapidísima. ¡Resto y son tres kilómetros! Es original la maniobra, no se le hubiese ocurrido ni a un cabo 1º con paga.

El muy incompetente BAa quería meter al pobre «invicto Caudillo», como se nota que no le puede ver (ahora), con una columna de apenas 12.000 hombres y escasa artillería, que era las fuerzas de Regulares y el Tercio que disponía, por un itinerario con los dos flancos descubiertos, en un terreno abrupto, contra un enemigo muy superior en número, se calculaban que unos 42.000 hombres eran los que se oponían al avance y por una zona manifiestamente roja, como se había demostrado en las elecciones de febrero. Expuesto a los ataques de flanco de las importantes fuerzas de Valencia, y a las nada despreciables de Badajoz

El bobo del «invicto Caudillo» prefirió ir pegadito a la frontera con Portugal, con un flanco cubierto y además cubierto por una nación amiga, que le ayudaría en todo lo que pudiese, hombres, material, armamento y munición incluidos, como así fue, por un terreno mucho más suave, con un enemigo menos belicoso, menos organizado e inferior en número. Hacía unos años Azaña había alentado, armado y sufragado un golpe de estado en Portugal. Oliveira Salazar estaba loquito por devolverle el favor ¡y a fe que lo hizo!

Maniobra que le permitiría enlazar, en Cáceres, con el Ejercito del Norte mandado por Mola, como así fue, falto de munición que al «invicto Caudillo» le sobraba. Y además ganar la gran baza moral y de propaganda mundial de la liberación del Alcázar de Toledo, como así fue.

Pena para la República fue que BAa no mandase la maniobra, pues la guerra hubiese acabado en nada, eso sí con la derrota del «invicto Caudillo», que ya no sería tan invicto, y nosotros tendríamos la ventaja de ahorrarnos los libritos infumables de tan veraz historiador(?). Casi hubiese merecido la pena.

Como última y curiosa perla de mi camarada de armas. Ahí va esa: habla de la industria de guerra catalana, «dotaron al Ejército republicano de camiones blindados... a mediados de 1937 ya se habían fabricado en Cataluña... unos 60 millones de cartuchos de fusil y unos 700.000 obuses de artillería» (Carlos Blanco Escolá, La incompetencia militar de Franco, pág. 312.).

Cualquier cabo de quinta, no ya con paga, sabía y nuestro licenciado(?) en Historia, coronel, profesor de Historia Militar e Historia Contemporánea de España en la Academia General Militar de Zaragoza, jefe de mamporreros, maestro de Formación Profesional, policía armado y antifascista (ahora), tiene la obligación de saber, para eso le pagaron todos los españoles, que:

Los camiones blindados sólo sirven para transportar el dinero de los bancos; en la guerra absolutamente para nada. Y dinero que transportar no lo había, pues ya se habían encargado los honrados capitostes del Frente Popular, desde tempranos tiempos, de colocarlo a buen recaudo en México y otros países democráticos en sus cuentas privadas. Véase las historias del yate «Vita» y tantas similares.

Los obuses no son proyectiles de artillería ni de nada. Un obús es una pieza de artillería, de tubo más corto que el cañón, que normalmente tira por el segundo sector, otro día le explico al coronel lo del segundo sector, es algo largo pero interesante, merece la pena.

Mira, Ilustrísimo señor coronel don Carlos Blanco Escolá, esto de los obuses ya se lo había explicado a algunos paisanos, muchos bastante más cultos que yo, eran abogados, químicos, doctores en Historia, &c. Pero ¡manda huevos!, con perdón –no me gusta escribir groserías pero no tengo otro remedio– que se lo tenga que explicar a un coronel. Qué razón tienes, que mal salíamos preparados de la tercermundista Academia franquista, sobre todo algunos.

Con motivo de la salida del librito La incompetencia militar de Franco, coreado hasta la nausea por el grupo PRISA, le hicieron «una entrevista en Canal+, en la que los descarados presentadores, al tomarle el pelo de la manera más vergonzosa, dejaron al descubierto la inconsistencia de ese autor y de sus peregrinas tesis». Que nos cuenta la revista Militares, en un artículo firmado por el muy prestigioso coronel de Caballería de Estado Mayor, don José Conde Monje, presidente de la «Asociación de Militares Españoles» (AME). Única asociación española, independiente del Mando, de militares en todas las situaciones: activo, retirados y reserva. Sigue Conde: «Este licenciado en Historia –él lo dice– aunque no en la militar, pues profesionalmente no tiene ningún título... Sus forzosos compañeros militares no salimos de nuestro asombro ante la tardía osadía de tan eminente analfabeto en estrategia militar.» (Militares, Mayo 2000.)

Doy la palabra a un fascista notorio, que dirá BAa, cuando él estaba en la Legión, este fascista militaba en el PCE. Otros tiempos en que la Legión era segura y el PCE lo era menos:

«Acaba de salir un libro firmado por un coronel apellidado Blanco... titulado La incompetencia militar de Franco. Lo que resulta hiriente es el lugar en que tamaña incompetencia deja a todos los demás. A los suyos, que le siguieron a pesar de su incapacidad, y sobre todo a los ajenos, que perdieron la guerra a pesar de su incapacidad monumental. Republicanos y soviéticos quedan en ridículo por culpa de estos tardíos abogados.» Federico Jiménez Losantos.

Se la cedo también al antifascista Francisco Umbral, éste de siempre no como nuestro neófito:

«Las suspicacias del historiador señor Blanco sobre los ascensos de Franco... Ahora sabemos que fuimos vencidos por un mediocre, y no por un gran militar. Esto resulta aún más humillante. Uno no cree demasiado en la gloria de los tontos. Declarar ahora que Franco era un manús supone la mayor humillación para el Ejercito de la República y para los españoles que le padecimos. En verdad que el historial de Franco no está del todo mal para un tonto... Yo siempre me temí lo peor, o sea que de tonto nada... Se puede sospechar que la tontería se encuentre en Blanco...», El Mundo, 24 de abril de 2000.

Voy a permitirme plagiar a nuestro buen BAa, supongo que me autorizará, soy su apreciado compañero de armas, ¡que menos! No encuentro mejor retrato de nuestro «Antifascista (ahora)»:

«Los hipócritas militares [como BAa] desafectos al franquismo que en todo momento han mostrado una larvada oposición al régimen fascista establecido en España, cuidándose mucho, no obstante, de seguir desarrollando sus carreras [BAa llegó a coronel] y percibiendo puntualmente su sueldo todos los meses [28 años de servicio, bueno... de servicio, servicio, 15,5; de pseudo servicio, 12,5, de BAa; 28x12=336 meses; más 28x2=56 de extras, las del 18-J y Navidad, no consta que perdonase ninguna, ni siquiera las de 18 de julio, de los que apoyaron sin reservas el golpe del 18-J], y que después no han tenido agallas para dar la cara, pese a haberse subido, en su momento, en el carro triunfante del golpismo; de las consideraciones que con ellos han tenido los gobiernos». Creo que entre los dos hemos sacado una bastante exacta su descripción.»

Es muy de lamentar que el coronel Blanco haya estudiado una carrera para la que no tenía vocación, y haya servido, bueno, servido... servido, en un Ejército que, ya desde cadete, sabía que era: «fascistoide» (varias veces), «canallesco» (varias veces), «inicuo», «atropellador», «mantenedor a raya de la población», «tercermundista» (varias veces), «tramposo», «irresponsable», «defensor de privilegios e intereses particulares», «pavoroso», «vil», «asesino», «traidor», «cutre», «ominoso», «opuesto manifiestamente a la instauración de la democracia», «despreciable», «miserable», «rastrero», «ridículo», «desastroso», «corrupto» (varias veces), «carente de inquietudes culturales», «inoperante», «injusto» (varias veces), «de cerebro embotellado», «bárbaro», «gendarme, del ilegítimo gobierno franquista» (varias veces)... él así lo asegura.

Pero de eso no tiene nadie la culpa, ni Franco y ni siquiera yo. La culpa la tiene la pobreza de espíritu de mi compañero de armas, que por cobrar una paga a final de mes fue capaz de soportarlo tantos años, y su cobardía en no buscarse una profesión más honrada a los veinte años, cuando tenía toda una vida por delante, más con lo inteligente y estudioso que era, y se dio cuenta de la indignidad de su Ejército.

PD. Hay un libro muy interesante, escrito en clave irónica, la única forma seria de tratar a BAa, sobre los libritos del coronel sabio, es divertido leerlo. Lo recomiendo. José Semprún, El genio militar de Franco, Editorial Actas, Madrid 2000.

 

El Catoblepas
© 2005 nodulo.org