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El Catoblepas, número 36, febrero 2005
  El Catoblepasnúmero 36 • febrero 2005 • página 11
Artículos

La «alianza de civilizaciones» de ZP

Francisco Javier Martínez Molina

Sobre la imposibilidad de la «alianza de civilizaciones» defendida
por el presidente Zapatero, propuesta que es diagnosticada como un absurdo

Al principio no presté atención, pensaba que era una grandilocuencia más, de esas que tanto gustan a algunos políticos cuando tienen que salir del paso con discursos de buenas intenciones en las reuniones internacionales, ahora llamadas «cumbres». Después lo volví a oír, no en Asia sino en Estados Unidos, y otra vez de los labios de Zapatero, y empezó a parecerme ridículo. Hace poco ZP contraatacaba de nuevo con la idea, esta vez en Costa Rica, y la cosa ya se tornaba patética. Me refiero a la «Alianza de Civilizaciones», la solución de soluciones, el advenimiento definitivo del Fin de la Historia. Vivir para oír. Como además la idea es refrendada por eminentes líderes mundiales (Hugo Chaves, por ejemplo) y se ha convertido en el norte de nuestra política exterior... pues no tenemos más remedio que tomarla en serio y dedicarle una reflexión. Debemos estar preparados para el gran momento, no vaya a ser que veamos descender de los cielos y posarse sobre la cabeza de nuestro presidente al mismísimo Espíritu Santo, y no sepamos por qué.

La propuesta no es que sea utópica o desmesuradamente ambiciosa, si así fuera no tendríamos que objetar más que la ingenuidad con que se plantea, pero no el fin, en la medida en que, al menos, se trataría de una idea pensable en un horizonte de paz mundial. Pero es que es algo peor: es una propuesta insostenible si atendemos a la materia misma de la que trata: «las civilizaciones» y «la alianza». Dicho de otra manera: se trata de una idea inconcebible, tan absurda como podrían serlo, por ejemplo, un «pacto entre las razas»o un «contrato entre las cosmovisiones», pues ni está clara la materia de estos pactos, su posible contenido, ni esta claro quienes o qué son las partes contratantes.

Y si en vez de «Alianza» o «Pacto» hablásemos de «Encuentro», como también he oído, habría que definir qué se entiende por «encuentro». Un encuentro puede ser amoroso, pero también bélico. ¿Qué, si no, significa estar «encontrado» con otro? ¿Qué significa»encontronazo»?

A las palabras me ciño. Lo último que, al respecto, le oí a Zapatero no dejaba lugar a dudas, hablaba de «Alianza» y para rematarlo nos aclaraba qué entendía por «Civilización»: «El Norte y el Sur, Oriente y Occidente.» Así que no hay duda: hablaba de los cuatro puntos cardinales.

Vayamos por partes.

1. En primer lugar, cuando se habla de «Civilización», ¿de qué se habla? No es fácil determinarlo. A nadie se le escapa que la manida expresión «Civilización Occidental» tiene un referente más o menos confuso y ambiguo. No es lo mismo pensar, por ejemplo, en la civilización de raíces cristianas poniendo el acento en determinados valores morales, &c., que pensar en la civilización tecnológica, extendida ya a todos los rincones del globo, y en la cual se incluyen como mínimo al Japón actual y los llamados tigres asiáticos. Si hablamos de valores habría que hacer la lista de los que nos definen como occidentales, y la lista de los que, siendo valores, no parecen esenciales para nuestra definición. Si pensamos en una hipotética Civilización Oriental la cosa se presenta más confusa todavía: ¿A quién incluimos? ¿A todos los pueblos que habitan desde el Magreb marroquí (Magreb significa «occidente» curiosamente) hasta Japón, pasando por Egipto, Arabia, Persia, India y China entre otros? ¿Quién puede creer que semejante heterogeneidad puede constituir una civilización? No es fácil explicar qué significa «civilización» en abstracto, y tampoco es fácil hacerlo cuando descendemos al terreno de una civilización cualquiera. No es fácil encontrar el referente intensional y en consecuencia tampoco es posible encontrar el referente extensional, a no ser que estipulativamente lo hagamos previa determinación de un criterio restrictivo que haría de la definición una mentira. Así que el primer inconveniente con que se encuentra una hipotética Alianza de Civilizaciones es este: ¿qué cosas son esas que actuarían como partes en esa Alianza? Pero por ahora hagamos como que esto no es un problema; demos por hecho que sabemos qué es una civilización, por ejemplo, la Civilización Occidental. Inmediatamente surgiría un problema más grande.

2. Efectivamente, ¿quienes serían los legítimos representantes de esas civilizaciones previamente definidas y enumeradas...? Porque una alianza de este tipo no se puede quedar en una mera declaración sentimental aislada de algún líder iluminado con accesos místicos, sino que debería materializarse en algún tipo de formalidad política, con reuniones internacionales, apretones de manos, documentos firmados... y todas esas cosas. Y esto nos lleva a la irremediable pregunta. ¿Quiénes serían los representantes autorizados de la Civilización Occidental? Si lo fueran los primeros mandatarios de las naciones-estado ya constituidas, ¿cuántos intervendrían? Y si lo hicieran todos, ¿cómo saber que no nos hemos dejado a ninguno? ¿No sería eso una cumbre internacional más, de esas que casi nunca sirven para nada? Y, ¿quiénes serían los representantes de la Civilización que Zapatero llama «El Sur»? ¿Algún cabecilla zulú o algún indígena de la Patagonia? También podría serlo un aborigen australiano o un paria hindú, aunque probablemente lo sea un ayatolá... ¿Podría llamarse «Alianza de Civilizaciones» una alianza establecida entre estados soberanos, que son algo muy distinto de una civilización? Pero concedamos que, a pesar de estos inconvenientes, también este asunto de los representantes está solucionado. Surgen nuevos problemas.

3. ¿En que términos se establecería esta Alianza? ¿Cuántas de las civilizaciones enumeradas y reconocidas previamente intervendrían en la misma, y con qué fines?

Entendámonos, o bien la Alianza se plasma con sus preámbulos, acuerdos, &c., o bien se queda en una mera foto para la posteridad después de haber oído altisonantes declaraciones y cosas así (ahí Zapatero haría un buen papel), es decir, nada. Pero si hay documento oficial que permita ver la Alianza como algo real entonces surge esta pregunta: ¿Qué contendría ese documento? Podría tratarse de un pacto de no agresión, por ejemplo. Ese pacto quedaría roto en el momento en que una de las partes, o una porción de una de las partes, lo incumpliera, cosa harto frecuente. Y eso sin contar con que, dado el número de conflictos abiertos ahora mismo en el mundo, el pacto estaría roto antes de ser firmado. Podría tratarse también de una mera declaración de Relativismo Cultural elevado a la categoría de imperativo moral universal, algo así como una Declaración Universal de los Derechos Humanos pero aplicada no a los individuos sino a las culturas (en el sentido de la Etnología), o de interculturalismo o de multiculturalismo o de cualquier otro ismo que se nos ocurra, siempre que suene bien. Palabras hueras, confusión, nada.

Sólo queda una solución: que fuera una alianza o pacto en el cual las partes firmantes decidieran disolverse, fundirse, en una única Cultura o Civilización Mundial, la Humanidad unificada y reconciliada para siempre... Hete aquí que Zapatero sería elevado a la condición de Mesías y su gobierno comparado a la segunda venida de Cristo. Delirante.

4. Pero no seamos tan negativos. Concedamos que la Alianza es posible, así y todo todavía quedaría dilucidar la cuestión de si es o no deseable. ¿Qué Alianza podemos establecer nosotros (y no me pregunten qué significa «nosotros») con quienes practican la mutilación genital femenina? ¿Qué Alianza con los que material y mentalmente están todavía en el Paleolítico, como ocurre con muchos indígenas? En fin... al menos que quede la duda.

5. Y por último: ¿cuánto tiempo duraría la Alianza? ¿Quién sería el garante de semejante pacto? ¿Qué consecuencias tendría una posible ruptura...?

Por favor, aterricemos. La conclusión es evidente: o bien ZP es un enviado de Dios, en cuyo caso me callo porque los designios de Dios son inescrutables, o bien es un iluso y un majadero. Ustedes mismos.

 

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