Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas • número 36 • febrero 2005 • página 23
A propósito del libro de Jesús Lainz, Adiós, España. Verdad y mentira de los nacionalismos, Ediciones Encuentro, Madrid 2004
Doce días después de presentarse por parte de Gustavo Bueno en el Club de Prensa Asturiana de La Nueva España, en Oviedo, el libro de D. Jesús Lainz titulado Adiós, España. Verdad y mentira de los nacionalismos (Ediciones Encuentro, Madrid 2004), se presentó de nuevo en el Casino de Murcia. Jesús Lainz es un investigador privado que lucha contra un cierto abandono de una auténtica búsqueda de la verdad histórica-política por parte de cierta intelectualidad universitaria española.
El pasado 13 de diciembre de 2004 en los Encuentros del Casino de Murcia, el autor habló de los problemas que tiene la «identidad» de España con los supuestos derechos diferenciales de las «nacionalidades» vasca, catalana, y gallega. La presentación en Murcia fue realizada por el profesor don Jerónimo Molina (presidente de la SEPRM), quien ubicó, magistralmente, al autor y a la obra.
Gustavo Bueno dijo en Oviedo que el libro de Jesús Lainz muestra la confusión de las ideas políticas en España. La confusión es tal que realizar un análisis basado en el sentido común resulta ser un motivo de reproche. «Si hablas contra el nacionalismo te llaman fascista; el diálogo es inútil», dijo Gustavo Bueno, y advirtió que desde ciertas voces políticas «se están dando argumentos para acabar creando un Estado federal».
Y es que el libro plantea la «real situación de la Nación española» como señaló don Jerónimo Molina en Murcia.
Y no se es arcaico si se recuerda que hablar de España es tener que plantear la cuestión de la Guerra Civil española de 1936 a 1939. Ese es el momento fundacional del Estado Español. Pero desde la muerte de Franco se produce una pérdida del sentido del Estado español por tres razones principales: 1) el resurgir político de los nacionalismos étnicos periféricos, 2) el incremento de una ideología europeísta que implicaría renuncia a principios netamente españoles, 3) el empuje de enemigos políticos exteriores.
Del libro ha dicho Stanley G. Payne: «es el más completo compendio crítico o guía sobre la mayoría de estos problemas que haya aparecido nunca en un sólo libro», y Pío Moa: «Este libro llega muy a tiempo y es de lectura obligada para quien quiera conocer unas pseudomitologías que no por absurdas dejan de fundamentar uno de los problemas más importantes, si no el más importante, en el futuro próximo de España.»
El libro es un vademécum para armarse respecto a todos los asuntos candentes que se discuten hoy en el «Estado de las Autonomías».
Y es que los españoles, muchos de ellos, viven –según Jesús Lainz– en una «esquizofrenia política». Y ello es así, según el autor, sobre todo en las ciudades del país vasco, Cataluña, y Galicia –y en otras autonomías, como la de Asturias, como se comprueba con los inexistentes Celtas–.
La «esquizofrenia política» se plantea, dice Jesús Lainz, en siete puntos:
Un capítulo del libro está dedicado también al «celtismo» (O'Manolo, O'Castros... Fidel Castro, ¿celta?). Pero ante todo es un libro de investigación y de crítica intelectual llena de sentido común. Así el autor no niega que es un libro para poder explicar la situación política en España. Para él el PSOE puede dividirse en dos, entre españoles y no-españoles, y la derecha no se aclara lo suficiente al respecto, por ello nos recuerda que el liberalismo español fue débil –según él– con los «fueros», que tenían que haber sido abolidos; «fueros» que serán abolidos por la Unión Europea.
En este punto no puede más que equivocarse el autor, a mi entender, pues lo español es lo foral, y el centralismo jacobino es lo francés. Y el futuro centralismo europeo será, entonces, «no español».
No ve, el autor, peligro de guerra civil en España porque no existe ejército vasco o catalán, como si existía en Yugoslavia. Ni un régimen comunista como en la recientemente desaparecida Unión Soviética.
Para Jesús Lainz la Izquierda española tiene que darse cuenta de que su enemigo son los nacionalismos –principal problema de España–, y que tiene que recuperar la figura política de un Besteiro. Porque en España sucedió lo que no pasó en el resto de los grandes países europeos, es decir, que el romanticismo de los nacionalismos étnicos se transformó en un «nacionalismo político». En España desde el '98 se politizó el nacionalismo, y surgen los separatismos políticos (emic), que todavía están vigentes en la actualidad –de una vigencia nunca vista hasta ahora–. En el siglo XIX, y en el XX también se dieron casos de separatismos nacionalistas en Francia y Alemania, pero no tuvieron mayor importancia, en cambio en España, desde hace quince años el nacionalismo fraccionario es la ideología política más fuerte como muestra las últimas elecciones vascas y catalanas (ideología política que supera a la ideología de izquierda/derecha).
Y como recordó Gustavo Bueno en Oviedo, el origen del nacionalismo (en Asturias) «obedece a una labor constante de intoxicación y racismo». En verdad, el origen de la palabra «nación» para referirse a un pueblo determinado tuvo un sentido étnico para mencionar los pueblos conquistados de la sociedad política del Imperio romano, y, en cambio, el concepto político actual de «nación» tiene su origen con la Revolución Francesa, y el cultural en Alemania. Las palabras y los conceptos hay que conocerlos para saber de lo que se habla cuando se habla de los derechos de secesión «estatalistas» en España.