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El Catoblepas, número 36, febrero 2005
  El Catoblepasnúmero 36 • febrero 2005 • página 25
Ante la República Popular China

El recalentamiento de la economía China

Elda Molina Díaz
Eduardo Regalado Florido

La República Popular China afronta el desafío de enfriar una economía
que crece a un ritmo demasiado fuerte y se hace difícil controlar

«Es bueno volverse ricos,
pero cuidado con convertirse en
demasiado ricos, demasiado rápido»
(Deng Xiaoping)

En un momento en el que la mayoría de los países más desarrollados están haciendo frente a una fase de desaceleración de su crecimiento económico, la República Popular China está afrontando un desafío opuesto, es decir, el de enfriar una economía que crece a un ritmo demasiado fuerte y se hace difícil controlar.

A partir del proceso de modernización llevado a cabo por este país desde 1978, su economía ha experimentado altos ritmos de crecimiento, que por la magnitud y nivel de inserción internacional, se han considerado el motor de crecimiento de la economía regional, y hasta mundial, en los años recientes. Sin embargo, en determinadas etapas, el crecimiento ha sido desmedido, ocasionando efectos perversos en la dinámica del país.

En la actualidad, a partir del comportamiento de determinados parámetros, ha retornado el fantasma de lo que se ha dado en llamar «recalentamiento económico». Al respecto se han manejado opiniones diversas, muchas con carácter apocalíptico, otras subestimándolo. Lo cierto es que el asunto se ha convertido en el tema contemporáneo de mayor debate, sobre todo en lo relacionado con el modo en que se va a desacelerar la economía, ya que de este depende la magnitud de sus consecuencias.

Recalentamiento

Para China ha sido indispensable alcanzar y mantener los altos crecimientos económicos, con el objetivo de fortalecerse, generar empleos y satisfacer las necesidades básicas de su inmensa población. En este sentido, hay que considerar que el país tiene una población de 1,3 miles de millones de personas, la cual se incrementa entre 10 y 12 millones anualmente; la tasa oficial de desempleo urbano se considera de 4,2%{1}, con tendencia a aumentar; una parte considerable de la población vive por debajo del límite de la pobreza{2}; y persisten grandes diferencias regionales.

Sin embargo, la práctica internacional ha demostrado que los crecimientos desmedidos son dañinos, ya que rompen proporciones entre los diferentes sectores de la economía nacional, provocando desequilibrios entre la oferta y la demanda, que generan inflación. Este fenómeno se conoce como «recalentamiento económico».

En China se han presentado varios ciclos de crecimientos sobredimensionados que han alcanzado picos de elevadísimas cifras, como en 1978, cuando se obtuvo un crecimiento de 12%; en 1984, que se registró un 15%, y en 1992, con 14,2%{3}. El actual comenzó después de 1998, debido a que las autoridades, con el impacto de la crisis asiática, decidieron estimular la economía a través del reforzamiento de las inversiones. Tal política se reforzó a partir de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, cuando el gobierno adoptó diversas medidas como respuesta a la desaceleración económica global que se produjo posteriormente{4}.

Sin embargo, el proceso inversionista no ocurre de manera equilibrada{5}, sino que se produce un exceso de inversiones en algunos sectores de la economía (acero, aluminio, automóviles, cemento, vivienda), mientras que en otros (infraestructura, energía) se necesitan inversiones mucho más elevadas. La excesiva inversión en los primeros provocó que la demanda industrial superara a la oferta, y con ello se produjo un alza de los precios de las materias primas, que incidió, además, en una significativa subida de los precios industriales.

De este modo, el crecimiento de China se disparó y el país registró un tercio de la totalidad del crecimiento económico mundial en los últimos tres años, haciéndose evidente los primeros signos de recalentamiento en el segundo semestre del 2003.

Concretamente, el PIB creció en 2003, según cifras oficiales, a 9,1%, aunque otras fuentes señalan que fue cercano al 13%{6}. Sustentadas en un incremento considerable del crédito, las inversiones en los distintos subsectores de la industria alcanzaron cifras astronómicas: en la industria del acero aumentaron 96,6%; en el aluminio 92,9%; en el cemento 121,9%, por mencionar las más significativas. La producción industrial se incrementó un 50% del 2001 al 2003{7}.

Consecuencias del recalentamiento

Un recalentamiento de la economía china puede tener amplias repercusiones negativas, no sólo para el país sino también en el exterior. En el plano interno, este pudiera provocar el surgimiento de burbujas que desencadenarían una crisis del sistema financiero, como ocurrió en la crisis japonesa y asiática, pero con repercusiones mayores, debido, sobre todo, a la vulnerabilidad del sistema financiero.

Por otra parte, el crecimiento desmesurado y desproporcionado entre los distintos sectores, provoca estrangulamientos económicos y presiones inflacionarias, que se traducen en un incremento de los costos de producción y en pérdida de competitividad, pero, además, afectan directamente el nivel de vida de la población, con gran incidencia en la estabilidad social.

Dado el peso de la demanda china en los mercados internacionales –el país consume el 40% de la producción mundial de cemento, 25% de la de aluminio, 7% de la de petróleo, 27% de la producción de acero, 30% de la de mineral de hierro y 31% de la de carbón–, se está trasladando parte de esa inflación doméstica hacia los mercados mundiales. De hecho, desde el 2003 se viene observando un incremento de precios de la energía y otras materias primas en el mercado mundial.

Dadas las anteriores razones, se ha hecho indiscutible la necesidad de desacelerar el crecimiento de la economía. La gran preocupación de analistas y funcionarios se ha centrado entonces en las vías para lograrlo, es decir, si China sería capaz de realizar un «aterrizaje suave» que evitara daños mayores al país y al resto del mundo.

Intentos de enfriamiento

Cuando se hacen evidentes los signos de recalentamiento a fines del 2003, el gobierno decidió aumentar el control sobre la actividad de los sectores con crecimiento excesivo y limitar los préstamos de los bancos para proyectos en esas esferas. Sin embargo, el crédito bancario y las inversiones en activos fijos continuaron creciendo.

Los préstamos bancarios se incrementaron en un 21% en el primer trimestre de 2004, cuestión que inquietó a partir del monto de préstamos malos existente en el sistema financiero chino, que según cálculos conservadores representa alrededor del 40% del total de las operaciones de crédito del sistema{8}.

Las inversiones en activos fijos mantuvieron durante 2003 y principios de 2004, una proporción respecto al PIB superior a lo registrado en otros países asiáticos, como Tailandia, antes de la crisis financiera de 1997-1998{9}. De hecho, alcanzaron los 133 mil millones de dólares, con un crecimiento interanual del 42,8%{10} durante los cuatro primeros meses del 2004.

Con respecto al flujo de inversiones extranjeras directas, este alcanzó un total de 20.1 mil millones de dólares en los primeros cuatro meses del año, comparados con 17.8 mil millones de dólares recepcionados en el mismo período del 2003. Específicamente en el mes de junio, el país recibió 8000 millones de dólares en inversiones extranjeras, lo que significa un aumento del 14% sobre el mismo mes del año pasado. De esta manera, la IED representa alrededor de un 4% del PIB de China y un 8% de la inversión en activos fijos{11}. Por último, se prevé que la IED este año alcance los 60 mil millones de dólares.

De este modo, en los dos primeros meses del 2004 la producción industrial creció a 19,4%{12}, y el efecto total sobre el PIB fue de un crecimiento en el primer trimestre del 9,7%{13}. La inflación, por su parte, aumentó en el primer trimestre del 2004 a una tasa anualizada de más del 12%{14}.

O sea, quedó claro que las primeras medidas no dieron el resultado esperado, por lo que el Banco Popular de China (Banco Central) anunció una política monetaria más estricta para controlar la liquidez en el sistema y evitar el incremento de préstamos, tratando de no frenar repentinamente la economía.

Las medidas implementadas fueron:

Sin embargo, los resultados logrados a partir de junio del presente año, mostraron que la estrategia asumida tuvo alguna efectividad, pero todavía fue insuficiente, por lo que no se descartó la necesidad de aplicar nuevas medidas en el futuro inmediato.

Es decir, si bien se produjo una ligera desaceleración de la economía, sobre todo por la reducción de la producción industrial y de la oferta monetaria, todavía estas continuaron creciendo a ritmos muy elevados. La producción industrial, por ejemplo, creció en junio al 16,2%, ritmo más lento si se compara con el experimentado en los primeros meses del año (en febrero había crecido al 23%). Por sectores, el del cemento creció en mayo a 17,1% y en junio a 13,2%; el del acero en mayo 20,6% y en junio 17,3%{15}.

Aún más, en octubre la producción industrial china alcanzó los 488.500 millones de yuanes (59.000 millones de dólares), para un aumento interanual del 15,7%, según el Buró Nacional de Estadísticas. Dentro de ella, las producciones de acero bruto y laminado crecieron a un 25,4 y 21,5%, respectivamente, mientras la de cemento se elevó un 13,3%{16}.

Aunque la actividad en estos sectores fue relativamente desacelerada, el peligro de recalentamiento no desapareció dado que los capitales siguieron invirtiéndose masivamente en el sector inmobiliario, donde los precios crecieron rápidamente, haciendo temer la aparición de una burbuja especulativa{17}. En los nueve primeros meses del año los precios de la propiedad subieron 13,4% como promedio y en 11,5% respecto al mismo período del 2003{18}.

De esta forma, el crecimiento del PIB continuó siendo muy elevado, alcanzando una tasa de 9,1%{19} en el tercer trimestre del año, lo cual indica que al finalizar el año será superior al 9%, cifra bastante alejada del 7% que se consideró como un crecimiento adecuado y saludable para la economía nacional.

En consecuencia, se mantuvieron las presiones inflacionarias. El incremento anual de los precios al consumidor fue de 5,2% en septiembre, cifra sólo ligeramente inferior al 5,3% registrado en los 2 meses anteriores, máximo alcanzado desde 1997. A la vez, los precios al productor para productos industriales se incrementaron 8,4% en octubre, debido a los crecientes precios de los principales bienes de capital{20}.

En esta coyuntura, a las autoridades se les presentó el reto de aplicar nuevas medidas para moderar el crecimiento. Así, el 28 de octubre el gobierno decidió incrementar los tipos de interés, apreciándose con ello un cambio de proceder respecto a momentos anteriores, al darle un mayor peso a los instrumentos indirectos de control. Las tasas para préstamos, que estuvieron congeladas en 5,31% desde 1995, se elevaron a 5,58%, mientras que las de depósitos a 1 año, que estaban en 1,98% desde 1993, subieron a 2,25%{21}. Además, el Banco Central otorgó más autonomía a los bancos comerciales mediante la eliminación de los topes a las tasas para préstamos en yuanes{22}. La medida tendría el doble propósito de desestimular la inversión y estimular ahorro.

Si bien en otras ocasiones China había ajustado sus tasas de interés para controlar el crecimiento y la inflación, en este caso se evidencia que las autoridades chinas han decidido aplicar en mayor medida los métodos de control macroeconómicos, lo cual es congruente con la voluntad política de continuar profundizando la reforma de la estructura económica y de los métodos de gestión en correspondencia con la economía de mercado socialista que construyen. A pesar de que no se había descartado la posibilidad de subir las tasas si la situación lo exigía, no se había aplicado hasta esta fecha, por temor a las consecuencias negativas que podía ocasionar. Es decir, se consideraba que si la medida se hubiera tomado en los momentos iniciales, cuando se comenzó a intentar enfriar la economía, hubiera provocado un «aterrizaje forzoso» con efectos perjudiciales para el país y el resto del mundo.

La subida de las tasas de interés ha sido una medida muy controvertida. En cuanto a su efectividad, por un lado están los que esgrimen que el mercado de capitales chino no está todavía muy desarrollado, y sólo un pequeño número de empresarios se financia a través de sus propios capitales, es decir, que la mayoría de las empresas locales acude a los bancos para financiarse, por lo que la subida de los tipos de interés tendrá un gran impacto.

Por el otro, se encuentran los que afirman que en la actualidad hay un flujo monetario equivalente a 14 mil millones de dólares fuera del sistema bancario, por lo que la medida no tendrá todo el impacto esperado{23}.

Consecuencias del enfriamiento abrupto

A pesar de la necesidad del enfriamiento de la economía para reestablecer las proporciones, este ocasiona inconvenientes en diferentes sectores domésticos y en el plano externo. La magnitud de su efecto dependerá de la manera en que se produzca, suave o abrupta.

Al interior del país, una desaceleración abrupta del crecimiento, impediría el reacomodo gradual de los factores de la producción, principalmente del empleo, que constituye el principal desafío que enfrenta la política económica por su impacto social y político.

Además, un frenazo brusco podría lesionar la credibilidad y preferencialidad del país como plaza receptora de inversión extranjera, lo que afectaría en perspectiva una de las fuentes vitales de su desarrollo.

En el plano externo, a partir de que China se está comportando como uno de los motores impulsores del crecimiento mundial{24}, una desaceleración forzosa en sus ritmos de crecimiento ocasionará una reducción brusca de la demanda mundial, y con ella una afectación en los precios.

Más directamente, estos efectos se harían sentir en las economías de muchos países asiáticos que se hallan estrechamente vinculadas a la de China{25}, lo que en última instancia, tendría un saldo negativo para sus relaciones internacionales.

Del mismo modo, perjudicaría a EEUU y Europa. Se calcula que alrededor de un 20% de las exportaciones estadounidenses y europeas van dirigidas a China en la actualidad. Asimismo, el país posee una notable influencia en los mercados de valores norteamericanos. De hecho, EEUU depende de las inversiones chinas y japonesas en bonos y otros valores, en lo que se refiere a la financiación de su déficit. Aún más, un gran número de compañías multinacionales norteamericanas y europeas se han instalado en China, debido a la gran rentabilidad que le aportan sus condiciones específicas.

La desaceleración, igualmente, se haría sentir en los mercados financieros. De hecho, la subida de tasas de interés en China ha llevado al desplome del precio de las acciones de muchas empresas que se han beneficiado del rápido crecimiento y la creciente demanda de China. En EEUU, por ejemplo, el promedio industrial Dow Jones no pudo sostenerse en sus marcas habituales, el cual descendió considerablemente a raíz de haberse subido las tasas.

El aterrizaje forzoso podría afectar, además, la tasa de cambio de otras monedas de países con los que China mantiene fuertes relaciones comerciales. Tal es el caso, por ejemplo, del dólar australiano. Al caer la demanda agregada por parte de China, disminuirían las exportaciones del país, en este caso de Australia, y se posibilitaría la devaluación de su moneda.

Posibles alternativas

Diferentes analistas han sugerido diversas alternativas para contener el recalentamiento de la economía en caso de mantenerse en el futuro inmediato. Dentro de las principales se encuentran:

Sobrevaluar el tipo de cambio

Algunos consideran que la solución radica en sobrevaluar el tipo de cambio, ubicándose en línea con los críticos del sistema de tipo de cambio y la valoración de la moneda china. Sin embargo, es poco probable esta medida pues una revaluación traería más desventajas que ventajas para China{26}.

Aunque la libre convertibilidad o flexibilidad completa de su régimen cambiario es un propósito a largo plazo, las autoridades chinas están conscientes de que para mantener los objetivos básicos del modelo en las condiciones actuales es imprescindible mantener la paridad actual del RMB. Es decir, consideran que mientras las condiciones macroeconómicas no sean las idóneas y los mecanismos de regulación y control no sean adecuados, no habrá cambios en ese sentido.

Aplicar controles directos más estrictos

Aunque la economía china se encuentra en una transición de la centralización hacia la descentralización, aún conserva, sobre todo en el ámbito financiero, parte de la estructura y los mecanismos que les posibilitan a las autoridades incidir directamente en la economía nacional. Por tanto, no debe desestimarse la posibilidad de que en el caso extremo de no poder controlar el crecimiento, se acuda de nuevo, a una acentuación de los métodos de regulación directa.

Sin embargo, en la actualidad, se han dado muestras de la voluntad de establecer la regulación y el control a través de instrumentos indirectos, como un paso esencial para consolidar la economía de mercado socialista.

Nuevos incrementos de tasas de interés

Teniendo en cuenta lo anterior, no deben descartarse otros aumentos de las tasas de interés de manera moderada, para evitar bruscos efectos negativos en el consumo y la actividad empresarial y, a la vez, tratar de no afectar a los sectores que han demostrado ser más eficientes. Además, un incremento considerable de tasa de interés podría estimular una mayor entrada de capitales desde el exterior, lo que incrementaría aún más la liquidez, al tiempo que haría más vulnerable al país.

Tampoco habría que descartar, más adelante, la liberalización completa de las tasas de interés, pues ya se han venido dando pasos importantes en este sentido. En el contexto de mantenerse los controles administrativos sobre el crédito, una liberación de tasas implicaría un incremento de las mismas, ya que los bancos buscarían por esta vía resarcir sus pérdidas.

Consideraciones finales

Lograr un aterrizaje suave se ha vuelto complejo para las autoridades chinas, debido a que existen trabas y desequilibrios por resolver, unas de carácter estructural y otras de orden organizativo, que dificultan las acciones e impiden un adecuado funcionamiento de los mecanismos y herramientas de política económica, a la vez que distorsionan los resultados que puedan lograrse.

Dentro de los obstáculos se encuentran:

No obstante, el Gobierno ha dado muestras de haber manejado la situación correctamente, ya que ha tenido la precaución desde el inicio, de no desencadenar una desaceleración brusca. Por ello, en un primer momento no se utilizó la tasa de interés como herramienta para desestimular el crédito y la inversión, sino que se tomaron medidas administrativas, de carácter selectivo, que trataran de frenar el crecimiento en aquellos sectores que estaban creciendo de manera desmedida.

Además, una subida de tasas de interés en ese momento, hubiera tenido que ser de tal magnitud, que habría significado una desaceleración generalizada no conveniente, pues hubiera afectado por igual a los sectores que no necesitaban frenar, además de las consecuencias que hubiera traído sobre el empleo.

El Estado solamente recurrió a esta medida, cuando las anteriores no fueron suficientes para frenar el crecimiento de ciertos sectores que conducían al recalentamiento de la economía y, por supuesto, a los riesgos de la inflación.

Las diferentes manifestaciones de sobrecalentamiento que se han producido en la economía china, han sido una muestra de los profundos cambios y reajustes que se vienen dando en la estructura económica del país. En última instancia, lo que está ocurriendo es una señal de que se necesita completar la reforma y modificar el modelo de crecimiento hacia bases más sostenibles.

Es decir, más allá de la gestión del recalentamiento económico, las autoridades chinas han de abordar los problemas estructurales que subyacen en su economía y resolver el problema del empleo que puede considerarse como un reto a largo plazo más importante, más serio y profundo, para la estabilidad económica y social del país.

Bibliografía

Notas

{1} Esta cifra es muy controvertida pues existen estimados de que al sumarle el desempleo rural y el urbano no registrado, la tasa de desempleo actual de China puede alcanzar el 23% del total de la fuerza de trabajo. (Charles Wolf, «China's rising unemployment challenge», Wall Street Journal, 7 julio 2004.)

{2} Las cifras oficiales declaran 29 millones en el campo y 22 millones en la ciudad. Sin embargo, se estima que las cifras pueden ser mayores si se incluye la población flotante.

{3} Journal, 19 abril 2004.

{4} Entre estas medidas se incluían las de continuar aplicando una política fiscal activa, estimular el consumo, favorecer las exportaciones e incrementar aún más los ingresos de la población urbana y rural, así como otras destinadas a reducir las diferencias regionales.

{5} En los inicios el crecimiento de la inversión respondía a una demanda real, pero posteriormente, ha llegado a un punto en que se ha hecho preocupante: En primer lugar, no se aprecia un cambio sustantivo en la estructura de la inversión. Desde el punto de vista sectorial, se mantiene básicamente la inversión manufacturera y de forma desproporcionada. En segundo lugar, lo más preocupante es la baja calidad y eficiencia de esas inversiones: el coeficiente de beneficios de la inversión fue 0,71 en 1994, 0,24 en 1997, bajando hasta 0,15 en 2002. (Luis Cacho Quesada, «Panorama económico en China», Boletín económico ICE, n° 2806, 17 al 23 mayo 2004.)

{6} Joe Studwell, «China's hard landing», Wall Street Journal, 19 abril 2004.

{7} David Ignatius, «Is China's economy overheating?», Washintong Post, 20 abril 2004.

{8} Karl Althaus Ezquerra, «El factor chino en la crisis que viene», Santiago, 23 junio 2004.

{9} Joe Studwell, «China's hard landing», Wall Street Journal, 19 abril 2004.

{10} Nancy Zamora, «Aumentan riesgos de recalentamiento de la economía china», Pequín, 19 mayo 2004 (PL).

{11} La Prensa, 13 julio 2004.

{12} Santiago Díaz Paz, «¿Por qué sube el precio del petróleo?», Opciones, 5 septiembre 2004.

{13} David Ignatius, «Is China's economy overheating?», Washington Post, 20 abril 2004. Otras fuentes señalan un crecimiento del 9,8% (AFP 28 octubre 2004).

{14} David Ignatius, «Is China's economy overheating?», Washington Post, 20 abril 2004.

{15} EFE. «Ralentización en economía china PEKÍN». China.

{16} XINHUA. 3 de noviembre de 20004

{17} La venta de propiedades inmobiliarias representa un 25% del PIB de Pequín y el 20% del de Shanghai, lo que da idea de la magnitud del negocio que se está generando.

{18} South China Morning Post.

{19} AFP. 28 de octubre de 2004.

{20} Radio China Internacional. 11 de noviembre de 20004.

{21} AFP. 20 de octubre de 2004.

{22} Antes los bancos sólo podían cobrar hasta un 70% sobre la tasa referencial, pero ahora tienen libertad para cobrar lo que quieran. El límite más bajo de 10% por debajo del tipo referencial sigue en vigor.

{23} Nancy Zamora, «Nuevos signos de enfriamiento de la economía», Argenpress, 7 de julio de 2004.

{24} Una cuarta parte del crecimiento económico mundial se ha atribuido a China en los últimos seis años, frente al 20% aportado por EEUU y 14% de la UE.

{25} El monto de comercio total con los países de la ASEAN en los primeros nueve meses de este año fue de 75, 453 millones de dólares, representando un aumento del 35,6% respecto al año anterior, según Xinhuanet (7 noviembre 2004).

{26} Para ampliar sobre este tema véase el trabajo de los autores: «China: otra vez en defensa del Renminbi», en El Catoblepas, nº 27, mayo 2004.

 

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