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El Catoblepas, número 158, abril 2015
  El Catoblepasnúmero 158 • abril 2015 • página 11
Libros

En torno a «El Capital en el siglo XXI» de Thomas Piketty

Sigfrido Samet Letichevsky

El exitoso libro de Piketty consta de 650 páginas que contienen información valiosa. Pero a juicio del autor de la reseña sus objetivos son equivocados, lo que lo malogra. Lo publicó Fondo de Cultura Económica en 2014.

«El Capital» en el siglo XXI» de Thomas Piketty

Los libros de papel existen desde Gutenberg (1457). La aparición del libro electrónico introdujo una nueva modalidad. Pero el libro de Piketty está impreso en papel, y al mismo tiempo ofrece información complementaria para especialistas a través de la red.

Otro hallazgo interesante, es la utilización de la literatura como fuente de información y de argumentos. En especial, cita a Jane Austen y a Honorato de Balzac. Mencionada quince veces a lo largo del libro al Pére Goriot, de Balzac. Lamentablemente figura las quince veces como «El Pobre Goriot», en lugar de «El Padre Goriot»(probablemente se trate de un error de traducción).

«Distribución» (o «reparto») de la riqueza

Para Piketty, la riqueza se «reparte». Dice en pg. 31: «Este libro se fundamenta en dos grandes tipos de fuentes que permiten estudiar la dinámica histórica de la distribución de la riqueza: unas atañen a los ingresos y a la desigualdad de su repartición; las otras, a los patrimonios, su distribución y la relación que manifiestan con los ingresos».

Podría haber usado la palabra «repartición» metaforicamente. Pero en pg. 34 leemos: «En el marco de este libro nos interesamos no sólo en el nivel de desigualdad como tal, sino asimismo y sobre todo en la estructura de las desigualdades, es decir, en el origen de las disparidades en los ingresos y en los patrimonios entre grupos sociales, así como en los diferentes sistemas de justificaciones económicas, sociales, morales y políticas capaces de confirmarlas o condenarlas». Y en el siguiente párrafo «Choca de lleno contra las concepciones de lo que es justo y de lo que no lo es, y no sorprende que, a veces, eso resulte en violencia física».

Luego, en pg. 55 leemos: «Tomando en cuenta todos esos elementos, ¿cuál es una distribución «adecuada» entre capital y trabajo? ¿Estamos seguros de que el «libre» funcionamiento de una economía de mercado y de propiedad privada conducirá siempre y en todo lugar a ese nivel óptimo, como por arte de magia? ¿Cómo debería organizarse la distribución capital-trabajo en una sociedad ideal, y cómo realizarla?».

Igual que cualquier otra mercancía, el trabajo se paga al valor de mercado. Si hay mucha oferta y poca demanda -como sucede en ésta crisis- los salarios bajan. Si sucede a la inversa, los salarios suben. Antiguamente, los trabajadores ofrecían su fuerza física. Actualmente las tareas pesadas las realizan máquinas, de modo que el trabajo humano es cada vez menos físico y más intelectual. Un trabajador ignorante, es prácticamente inútil para las empresas. Se requieren personas con conocimientos: hoy el paradigma del trabajador es el informático.

La economía nada tiene que ver con la justicia. Es una ciencia social y describe lo que sucede en la economía, no lo que «debería» suceder.

No hay ninguna «distribución» capital-trabajo, ni un «nivel óptimo», ni nadie puede organizarla (salvo en dictaduras nazis o comunistas).

La igualdad ante la ley es un objetivo muy deseble, aunque difícil de lograr en la prática. En cambio, la igualdad económica, no es posible ni deseable.{1}

Los convenios colectivos propugnan la igualdad entre los trabajadores de una empresa o sector. Los trabajadores -como todas las personas- son diferentes entre sí (en inteligencia, laboriosidad, creatividad y disciplina). Si todos reciben el mismo salario, ¿para qué preocuparse por mejorar?

Bill Gates, Amancio Ortega, Warren Buffet y Mark Zuckerberg ganan fortunas, debido a que han dado a la sociedad más que lo que ganan ellos. (Es bien sabido que la difusión de la informática -por ejemplo- ha abaratado todos los productos y servicios). Además, casi todos los más ricos, devuelven a la sociedad gran parte de su fortuna. Bill Gates dirige una Fundación de encomiable desempeño, a la cual dedica buena parte de su fortuna y de su tiempo.

No es materialmente posible que todos ganemos lo mismo que estos y otros genios. De modo que la única posibilidad de «igualdad» es la nivelación hacia abajo, lo cual no beneficiaría a nadie, pero mataría la creatividad de las personas de talento, que son la levadura que hace crecer la Humanidad.

Nos dice Piketty en pg. 282:

«Hasta donde sabemos, no existe ninguna sociedad, en ninguna época, en la que se observe una distribución de la propiedad del capital que pueda ser calificada razonablemente de «débilmente» desigualitaria, es decir, una distribución en la que la mitad más pobre de la sociedad poseyera una parte significativa -por ejemplo un quinto o un cuarto- del patrimonio total. Sin embargo, nada impide ser optimistas, y por ello indicamos, en el cuadro VII.2, un ejemplo virtual de una posible distribución del patrimonio en la que la desigualdad sería «baja», o por lo menos más baja que en las distribuciones escandinavas (desigualdad calificada de «promedio»), europeas («promedio-elevada») y estadunidenses («elevada»). Desde luego, las modalidades de instauración de semejante «sociedad ideal» -suponiendo que se trate realmente de un objetivo deseable- quedan por completo por determinar».

Aunque insiste en su leitmotiv, aflora la duda de si su propuesta de «sociedad ideal», es siquiera un objetivo deseable.

Expresa los ingresos del capital y del trabajo como porcentaje del ingreso nacional, lo cual impide conocer sus valores reales. Erradicar la pobreza y lograr que todos los seres humanos puedan satisfacer sus necesidades básicas (alimento, vestido, vivienda, sanidad) es un objetivo deseable. Y algunas estadísticas muestran que se ha avanzado mucho en esa dirección. El Informe sobre Desarrollo Humano PNUD 1997 mostraba que en los últimos 50 años la pobreza absoluta se ha reducido más que en los 500 anteriores.

En el Capítulo VI («El reparto capital/trabajo en el siglo XXI») estudia «La noción de productividad marginal del capital» (pg. 235), es decir, «el valor de la producción adicional que aporta una unidad de capital suplementaria. Y dice en la página siguiente: «En principio la función del sistema de intermediación financiera (los bancos, y los mercados financieros, sobre todo) es encontrar los mejores usos posibles del capital de manera que cada unidad de capital disponible se invierta donde es más productiva -si es necesario en el otro extremo del mundo- y produzca a su poseedor el mejor rendimiento posible»

El concepto de utilidad marginal, desarrollado por Walras, Jevons y Menger, se refiere a la utilidad para el comprador. Por ejemplo, si alguien compra alimentos necesarios, estos tienen para él una enorme utilidad: conservar la vida. Si compra más, lo hará por gula, y la utilidad será menor. Llega un momento en el que su apetito está saciado; entonces, una cantidad adicional tendrá para él valor cero.

Piketty hace notar (pg. 236) que el conocimiento de la productividad marginal del capital «puede complicarse». Tal vez resulte un concepto inútil, porque el capital puede destinarse a muchos usos diferentes, y su rendimiento depende fundamentalmente de las habilidades gerenciales. Venezuela está en quiebra debido a la drástica caída del precio del petróleo. Pero en España, Repsol gana más que el año pasado, porque está bien administrada.

Es verdad que se invierte donde el capital es más productivo (para su poseedor). Pero esto no beneficia sólo al poseedor. En rendimiento es más alto cuanto más responda a las necesidades sociales. Si, por ejemplo, en algún lugar los coches son caros (y lucrativos como inversión), nuevos empresarios serán atraídos, y bajarán los precios, debido a la competencia y al aumento de la oferta, hasta des cender los beneficios hasta el interés medio del capital..

También trata de explicar (pg. 364) «las muy elevadas remuneraciones estadunidenses a los directivos de las grandes empresas y piensa que explicar esas remuneraciones en términos de «productividad» individual, es un poco ingénuo. Y más adelante dice: «Para fijar el salario del director financiero de la compañía (...) en principio sería necesario estimar su productividad marginal, es decir su contribución a los 5.000 millones de euros de valor agregado».

Galbraith dijo que las grandes empresas están manejadas por Comités de Dirección, que fijan sus propios sueldos. Pero supongo que si fueran descabellados e hicieran peligrar la rentabilidad, la Asamblea de accionistas los reprobaría. La «contribución» de un director no es marginal, sino significativa. Es difícil de medir, porque no produce directamente «cosas» ni dinero. El talento gerencial consiste en tomar decisiones acertadas, en cohesionar al personal y obtener su máxima productividad. Cuando Steve Jobs se fue de Apple, los beneficios cayeron bruscamente, y se recuperaron cuando regresó.

En pg.606 dice que «El impuesto excepcional sobre el capital privado es la solución más justa y la más eficiente. En su defecto, la inflación puede desempeñar un papel muy útil: es así como gran parte de las deudas públicas importantes se reabsorbieron en la historia. La peor solución, tanto en términos de justicia como de eficiencia, es una dosis prolongada de austeridad. Es esta solución, sin embargo, la que se aplica actualmente en Europa».

Si la «igualdad» no es un objetivo deseable, no tiene sentido gravar al capital privado con ese fin. Y la inflación es un impuesto disimulado. Pero que «una dosis prolongada de austeridad» sea «la peor solución», es no tener en cuenta que su objetivo es compensar desequilibrios presupuestarios y pagar deudas. Ambos se originan en gastar más de lo que se ingresa, y esto es lo que hay que corregir. Gastar más de lo que se ingresa, conduce a la inflación, cuyo peligro parece menospreciar. Lo mismo se trasluce en pg. 120 y 154, pero en pg. 166 reconoce que los ahorradores que prestaron a sus Gobiernos, fueron «expropiados por la inflación». En pg 150 alude a los inconvenientes de una inflación permanente, pero omite el que tal vez sea el principal: la devaluación del dinero no se refleja instantáneamente en todos los precios; tarda cierto tiempo en propagarse, y si la inflación es permanente, no se llega a la uniformidad. La anormalidad de la estructura de los precios relativos lleva a una mala asignación de recursos y a destrucción de capital. Pues los precios de mercado son los índices que guían la asignación de recursos. Si los precios están deformados por la inflación, no guiarán las inversiones hacia los objetivos adecuados.

En pg. 200 dice: «Sin embargo, es necesario subrayar que la diferencia entre ingreso disponible e ingreso nacional mide, por definición, el valor de los servicios públicos de los que disfrutan gratuitamente los hogares y, sobre todo, de los servicios de educación y salud financiados en forma directa por el gobierno».

No son servicios gratuitos: los pagan los ciudadanos con sus impuestos. Y lo peor es que gestores privados de estos servicios, los harían más eficientes{2}. Las empresas públicas tienen déficit, pero no les preocupa porque el Estado se hace cargo. Las empresas privadas no tienen este recurso, y para no quebrar tienen que dar beneficios, cosa que logran con racionalización y supervisión adecuadas. Las empresas públicas suelen ser nidos de corrupción.Y cuando los gobiernos invierten, rara vez lo hacen de manera eficiente, pues no les interesa la eficiencia ni tienen la guía de los precios para intentar lograrla. En las privatizaciones, recaudar dinero no suele ser lo principal. Lo fundamental es cegar pozos sin fondo de déficits.

Leemos en pg. 234: «En esta etapa señalemos simplemente que la inflación desempeña ante todo un papel de redistribución en los propietarios de riquezas -un papel a veces deseable, otras no- y que, en cualquier caso, el eventual impacto de la inflación en el rendimiento promedio del capital sólo puede ser relativamente limitado y muy inferior al efecto nominal aparente».

La inflación es la confiscación de recursos; equivale a un impuesto general. Y la destrucción de capital que ocasiona, debe, necesariamente, reducir el rendimiento promedio del capital. No se entiende cómo la inflación puede ser alguna vez deseable.

Las «leyes fundamentales » del capitalismo

La primera que formula Piketty (pg.67) es: alfa=rxbeta

alfa es la participación del capital en el ingreso nacional.

beta es la relación capital/ingreso.

r es el rendimiento promedio del capital.

Si beta=6 (decir 600%) y r=5%, la participación alfa del capital será 30%.

Como dice Piketty, es una simple igualdad contable. Por lo que parece inadecuado llamarla «ley».

En pg. 184 enuncia la segunda ley fundamental: a largo plazo, beta=s/g

siendo s la tasa de ahorro del país, y g la tasa de crecimiento del ingreso nacional.

Como s es la variación del capital (ahorro=inversión) y g la variación del ingreso nacional, a largo plazo es lógico decir que D capital/D ingreso=alfaxbeta, siendoD=delta (crecimiento).

Según Piketty «Esta fórmula, que puede ser considerada como la segunda ley fundamental del capitalismo, traduce una realidad evidente y, al mismo tiempo, importante: un país que ahorra mucho y crece lentamente acumula a largo plazo un enorme acervo de capital, lo que puede tener consecuencias considerables en la estructura social y la distribución de la riqueza en el país en cuestión.»

«Digámoslo de otro modo: en una sociedad prácticamente estancada desde un punto de vista económico, las riquezas acumuladas en el pasado adquieren inevitablemente una importancia desmedida».

No queda claro por qué opina que las riquezas acumuladas en el pasado adquieren una importancia desmedida. Fue así hasta la Revolución Industrial, pero actualmente los más ricos del mundo nacieron en hogares de clase media. Acumularon su fortuna rápidamente gracias a su ingenio creativo, habilidad comercial e infatigable laboriosidad.

Intenta explicar por qué el acervo de capital podría tener esas consecuencias considerables. En pg. 386 dice que r>g (el rendimiento del capital es mayor que la tasa crecimiento del ingreso nacional), lo cual no es una ley, sino una constatación histórica. Dice en pg. 397 que «si el conjunto de los poseedores de capitales incrementa su fortuna más rápido que el ingreso promedio, la relación capital/ingreso tenderá a aumentar sin límite, lo que a largo plazo debería llevar a una baja tasa de rendimiento del capital. (...) En principio, este proceso siempre acaba por detenerse en algún momento (cuando los poseedores de activos extranjeros llegan a ser dueños de todo el planeta)».

Esta apocalíptica hipótesis, recuerda el pronóstico de Marx acetrca de la desaparición de las pequeñas empresas. No sólo hay cada vez más empresas pequeñas y medianas, sino tambien más personas que se autoemplean y a veces progresan hasta constituir verdaderas empresas.

Piketty no explica por qué r>g. Me permito formular una hipótesis: la mayor parte de los ingresos (aprox. 70%) se destina a las retribuciones de trabajadores y empleados. La competencia obliga a bajar precios, lo cual implica reducir el gasto principal. La mecanización y la informatización se incorporan con ese objetivo: al disminuir el trabajo humano/unidad de producto, disminuye g (en cada empresa), lo cual hace que r sea cada vez mayor. Si todavía se mantiene la mayoría de los «puestos de trabajo», se debe a que la aparición contínua de nuevas empresas, aún cuando cada una requiera menos trabajo humano/unidad de producto, en conjunto mantienen cierta demanda{3}. Pero a mediano o largo plazo, hablar de «crear puestos de trabajo» es una fantasía irreal. Hace muchos años que hay en Finlandia una fábrica automática (funciona sin personal) de pinturas. Y los robots pintan los coches en las fábricas.

El objetivo tácito es eliminar puestos de trabajo, no su creación. Sin embargo ninguna «mente diabólica» lo planificó sino que es un emergente de la demografía y la competencia. Pero esa competencia motoriza un fabuloso aumento de la productividad, lo cual será beneficioso para todos. Probablemente sobrevendrán cambios revolucionarios (pacíficos) en la estructura social, no por acción de políticos ni de ideologías, sino por ese aumento de la productividad.

Los fenómenos complejos -los sociales son paradigmáticos- responden a leyes emergentes, que surgen espontáneamente de la autoorganización de sus elementos (así como en muchas sustancias sus partículas se agrupan espontáneamente formando cristales). Nadie «inventó» el lenguaje, ni el comercio, el dinero, la estratificación social o la ley (no consciente, previa a las leyes escritas).

Piketty parece opinar que todo fenómeno social debe ser planificado racionalmente y que se requiere intervención humana consciente para mejorarlos. Sin explicar por qué, opina que la «desigualdad» económica es un grave problema que debe solucionarse mediante la intervención del Estado. Esa intervención podría alterar equilibrios sutiles, con consecuencias desastrosas (como se comprobó en todos los países que tuvieron gobiernos estatistas).

Notas

{1}ABC publicó el 8/1/2010 un artículo de Hermann Tertsch ("La amenaza de la igualdad") en el que habla de la religión del igualitarismo. Y dice que "Como la igualdad es imposible sólo se puede simular con la mentira". Y "La sociedad que obliga a sus miembros a adaptarse al nivel del peor, es una sociedad abocada al fracaso".

{2} El 1/10/93 El País publicó que «Cambiar una bombilla moviliza a 6 personas en los hospitales británicos». Aunque es un ejemplo insignificante, dramatiza el por qué las empresas estatales funcionan peor que las privadas.

{3} Gabriel Boragina trata (en el Boletín de ESEADE, 28/3/15) el asunto de la presunta desaparición del empleo. Opina que el empleo aumenta porque: «Es el progreso tecnológico el que hace que hoy existan más industrias (ejemplo típico es el de la gran industria informática, inexistente hace pocos decenios atrás)». Es verdad, y por eso todavía se habla de crear empleo. Pero, a mi parecer, es una situación momentánea: creo que los puestos de trabajo desaparecerán. Actualmente esos puestos son los lugares en los que los empleados participan del proceso productivo y también los centros de distribución de esos papeles que cada persona cambia por bienes y servicios. Esas dos funciones probablemente se desdoblarán: No harán falta puestos de trabajo para recibir dinero que da derecho a consumir.

 

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