El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas · número 186 · invierno 2019 · página 7
Polémica

¿Cuestiones de vocabulario o de geopolítica?

Luis E. Sabini Fernández

Sobre el artículo “No todo es narrativa” de Gustavo Perednik

San Remo

En el número 146 de El Catoblepas (abril de 2014), Gustavo Perednik hace una serie de consideraciones que despiertan interrogantes: “La judeidad del Estado de Israel no es una cuestión religiosa sino nacional.” Dice algo que podríamos considerar, aunque el marco nacional así se ensanche hasta abarcar mizrahíes, sefaradíes, falashas, azkenazíes y sus antecesores jázaros, con lo cual el concepto de pueblo se ha elastificado… diversos idiomas, diversas etnias y, sobre todo, diversos tratamientos de ese mismo estado para algunos de tales grupos.

Dice a continuación, trasladándose de la población al territorio: “El país es judío.” Esta sentencia también merece un ajuste. Haciendo precisiones demográficas grosso modo judío al 5% en el siglo XIX, al 33% en la década de 1940 y bastante judaizado hoy, en que maltratando, vejando, hiriendo, matando, a la población que está en ese mismo país y no es sionista ni judía, el país debe andar cerca de ser judío…

Perednik sigue enumerando los motivos “gracias a” los cuales el país sería judío: “su historia”, tendríamos que deslindar una entre varias, la que el pueblo o la religión judía han tenido; “su demografía”, que vemos modificar permanentemente mediante algunos de los instrumentos preferidos del sionismo (policía, judicatura y ejército), arrebatando, por ejemplo, zonas de Jerusalén a la población ancestral allí viviendo. De ese modo, la demografía se va judaizando, pero de ningún modo podríamos decir que la demografía le da alguna razón.

Perednik, haciendo gala de un ombliguismo fuerte invoca “su autopercepción” (la del pueblo judío), “su autodefinición”,sus símbolos”. Usar estos atributos como argumentos se contestan (y se derrumban) solos. “Su idioma”. Tendríamos que hablar de sus idiomas, puesto que hebreo e inglés van muy unidos en Israel. La prueba es que la red Echelon, fundada en 1948 por las cinco naciones anglosajonas y a la vez angloparlantes del planeta{1} que crearon una red de control comunicacional planetario, de la cual se han valido no solo para ejercer la seguridad que predican ejercer, sino para dominar informacionalmente al resto de los países del mundo (Alemania, Francia, China, Rusia, India…), en 2004 tuvo un único ingreso en este último largo medio siglo: Israel.

El país es judío, nos dijo Perednik, gracias a “su libro”. ¿En qué quedamos? Con El Libro, ¿se trata de una religión o de una nación? ¿Cuál es El Libro? ¿La Torah, el Tanaj, tal vez el Talmud? Todos libros de fe, ¿acaso no necesitamos libros de historia?

Y también gracias a “su capital”, agrega nuestro autor. Entiendo que se refiere a Jerusalén. Para bajar un poco la esencialidad del relato de Perednik, su absolutismo mental, recomiendo que lea a historiadores judíos que muestran “los inventos” gestados desde la Biblia (pienso en Schlomo Sand, por ejemplo). Porque si creemos que la Biblia presenta documentación histórica, entonces, sí estamos en problemas…

Pero si la parrafada esencialista fue ligeramente indigesta, ¿qué dejar para el párrafo siguiente más político o geopolítico? Perednik sostiene que “El estado judío” surge “en cumplimiento del derecho internacional”. ¿A qué derecho alude? Ese derecho que menciona es una entelequia plasmada caso a caso, siguiendo las líneas de fuerza de los contendientes. Baste pensar qué “derecho internacional” se habrá aplicado con el Tratado de Versalles, o con los acuerdos de Yalta, o con el Tratado de San Remo, para darse cuenta de que se trata siempre del derecho del vencedor… internacionalizado.

Pero Perednik va más allá… Nos dice que Israel es “el comienzo de la descolonización del Oriente Medio”. Perednik nos informa de que “el estado judío […] alentaba la independencia de una población local (la hebrea)”. Si tenemos que pensar en la acción de alentar, me inclino porque fueron el Reino Unido, EE.UU. y la ONU (como resultado del derecho internacional del vencedor) los que alentaron al Estado de Israel.

Y el remate de la tirada de Perednik es este último enunciado de antología: que ese movimiento descolonizador se lleva adelante “sin el tutelaje de las potencias vencedoras en la Gran Guerra”. Sic, sic, sic. ¿Qué fue el Acuerdo Sykes-Picot sino el tratado de los vencedores para repartirse el territorio de los vencidos? ¿Cuál ha sido el papel del Reino Unido otorgando derechos en tierras ajenas? ¿Qué papel pasa a jugar EE.UU., luego del Congreso Mundial Sionista del Hotel Biltmore en 1942, cuando son los sionistas los que deciden cambiar de padrino, sustituyendo al Reino Unido que empieza a estar gastado por el flamante poder mundial que entrevén (con muy buen ojo, hay que decirlo)? ¿Qué es el neocolonialismo, del cual Perednik no parece siquiera enterado?

Hablar de que las potencias vencedoras no ejercen tutelaje es una burla soez, a la luz de tantos muertos, sencillamente.

Notas

{1} Hay varios países angloparlantes que no son anglosajones: Belice, Guyana, Liberia, Sierra Leona… Los 5 países anglosajones en el contexto de la red Echelon han sido designados como “los 5 ojos”.

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