David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
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CONELA

En 1978, en una reunión en Oaxtepec, México, los protestantes ecuménicos impulsaron la creación de un nuevo Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI).{111} Con la esperanza de que la nueva organización fuera inclusiva, prometieron promover tanto el evangelismo como el cambio social. Más de cien denominaciones y agencias lo acordaron, incluyendo algunas pentecostales. No obstante, los conservadores presentes en la reunión se mostraron recelosos de la dependencia económica que la nueva organización tenía con respecto al Consejo Mundial de Iglesias, y se sintieron ofendidos por lo que ellos consideraban pronunciamientos políticos radicales.{112} Pensaban que aquí se había formado otro frente para que el Consejo Mundial de Iglesias los tergiverse. Por consiguiente, los oponentes establecieron una contra-organización, la Confraternidad Evangélica Latinoamericana (CONELA).

CONELA no era únicamente una reacción frente a los esfuerzos organizativos de los protestantes ecuménicos. También expresaba una división entre los evangelistas que proclamaban defender al Pacto de Lausana. Esto fue aparente desde los inicios de la nueva organización, en 1980, durante una conferencia financiada por Billy Graham en Pattaya, Tailandia. Los hombres que realizaron la primera sesión organizativa para la CONELA deseaban apartar no solamente a los protestantes ecuménicos definidos, que eran pocos en Pattaya, sino también a un número mayor de evangélicos que deseaban mantener un diálogo con ellos. Aquello significó excluir a los evangélicos que apoyaban al Pacto de Lausana, en particular a algunos de los miembros más conocidos de la Fraternidad Teológica Latinoamericana. El liderazgo de CONELA tenía pocos miembros de la fraternidad, la cual declinaba afiliarse ya sea con ésta o con CLAI, con la vana esperanza de servir como puente entre las dos.{113}

Quien aglutinó a CONELA fue el evangelista Luis Palau. Dos ejecutivos de Palau estaban entre los organizadores del primer comité en Pattaya; su gente desempeñó un papel importante en la conferencia de fundación en 1982 en Panamá; él mismo fue allí la estrella del espectáculo; y el primer presidente de CONELA fue miembro de su equipo, todo lo cual llevó a la percepción de que CONELA era una operación de Palau. [164] Su gente negaba tal intención, pero sí admitía objetivos más amplios. «Es difícil sobredimensionar la importancia de CONELA en América Latina en este momento», explicó un ejecutivo de Palau. «Las ideologías izquierdistas están penetrando en la iglesia, y no existe una defensa unida para el evangelio bíblico, ni ofensiva alguna [sic] como para aplicar los principios bíblicos en nuestras iglesias y en nuestras vidas. CONELA ofrece una verdadera solución a este impase.»{114}

Los líderes de la nueva confederación definieron su identidad separatista al denunciar a CLAI y a la teología de la liberación; éstos eran sus enemigos explícitos. Implícitamente, también se oponían al Pacto de Lausana. Mientras afirmaban apoyar al convenio, temían que los evangélicos que seguían su llamado de «responsabilidad social» estuvieran comprometiendo su fe con la ideología de la izquierda. Como resultado, los arquitectos de CONELA concluyeron que el Reino de Dios no debía ser confundido con comida o bebida, que las iglesias no se debían involucrar en las luchas por el poder político, y que los cristianos debían dar al César lo que es del César.{115} De acuerdo al pensamiento de iglecrecimiento, relegaban la responsabilidad social a las agencias especializadas en ayuda y desarrollo.

CONELA decía representar a veinte millones de evangélicos. Efectivamente, aglutinó a las asociaciones existentes, tales como el Consejo Evangélico de Venezuela (CEV), y procedió a organizar unas nuevas en países en donde no existían, incluyendo a México, la República Dominicana y Panamá. Pero mientras que delegados de ochenta y cuatro denominaciones asistieron a la primera conferencia de CONELA, las tres cuartas partes de los 4,2 millones de evangélicos representados directamente pertenecían a un solo grupo: las Asambleas de Dios en el Brasil. Desafortunadamente para CONELA, las iglesias más fundamentalistas tendían a ser muy difíciles de organizar. Después de todo, la razón de ser del fundamentalismo era la división de otras iglesias, y desconfiaban de cualquier intento de organizarlas en algo mayor.

La mayoría de los evangélicos latinoamericanos probablemente ni siquiera sabían lo que era CONELA, nada se diga de saberse representados por ella. Pero la nueva confederación sí contaba con el apoyo de las misiones evangélicas norteamericanas, incluyendo a Billy Graham, [165] la Cruzada Estudiantil, y los Ministerios O.C., así como también la organización de Palau.{116} Durante la primera conferencia estuvieron presentes sesenta y cuatro agencias paraeclesiales. Las agencias evangélicas de comunicación masiva comprendían el número más alto, seguidas por los evangelistas.{117} Al encontrarse a merced de la autoridad política para el acceso a las audiencias masivas, dichas operaciones figuraban entre las más conformistas de la comunidad evangélica. Por supuesto, muchos difusores y evangelistas también tenían sus oficinas en los Estados Unidos. Como preguntó un observador escéptico de Visión Mundial, ¿tenían realmente una identidad latinoamericana, o estaban simplemente tratando de justificarse?{118}

Notas

{111} Montgomery 1979: 87-107.

{112} Savage 1981: 8-9.

{113} Costas 1982: 150-151; Savage 1981: 13-15; «Literature Named Priority of Theological Fraternity», Entre Nos (Quito, Ecuador: Puente), junio de 1984, p. 6.

{114} «CONELA to Focus on Biblical Answers to Continent's Problems», Briefing, diciembre-febrero de 1982, p. 17.

{115} Bill Conard, «Should Latin American Churches Stay Away from Social Problems?», Christianity Today, 21 de octubre de 1983, p. 38.

{116} «CONELA Celebrates Its First Four Years», Entre Nos, mayo de 1986, pp. 1-2.

{117} Al Hatch, «The Significance of CONELA», Latin America Pulse, julio de 1982, pp.1-7.

{118} Roger Velásquez, «Reuniones de CONELA», memorando sin fecha para la Oficina Regional de Visión Mundial Internacional, San José, Costa Rica, pp. 56. Para otro análisis crítico de CONELA, véase Santos 1984.

 

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