David Stoll, ¿América Latina se vuelve protestante? Las políticas del crecimiento evangélico
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Presión de la derecha

Los misioneros que desconfiaban de la derecha religiosa generalmente decían no ser conscientes de sufrir grandes presiones provenientes de aquella dirección. Tal vez lo único que notaban eran los desafíos ocasionales de los patrocinadores norteamericanos, quienes se preguntaban por qué sus misioneros no apoyaban a la política de Reagan en América Central. Pero en varias situaciones –El Salvador y Costa Rica, la Guatemala del General Ríos Montt, y en la Guerra sandinista-contra en Nicaragua– las cortinas se abrían para revelar un escenario interesante. En cada caso, la derecha religiosa intentaba llevar a las misiones evangélicas hacia la órbita de la política exterior del gobierno reaganista.

Los dos capítulos siguientes sugerirán el grado de éxito de la derecha religiosa en Guatemala y Nicaragua. Por ahora, anotaremos algunas de las vulnerabilidades de las misiones evangélicas frente a presiones derechistas. Una era la facilidad para ser alimentadas con propaganda estadounidense. Al igual que otros norteamericanos conservadores, los evangélicos tendían a desconfiar de las políticas sociales de su gobierno, pero eran candorosamente patrióticos en el extranjero. Era difícil para ellos concebir que un sistema que se preocupaba por los derechos humanos en los Estados Unidos fuera tan indiferente hacia ellos en América Latina. Como resultado, aún los misioneros cautelosos se inclinaban a dar una gran credibilidad a las opiniones de Washington, descartando informes contrarios de la prensa y de los organismos defensores de los derechos humanos. Reforzados por su desconfianza hacia los movimientos de izquierda, tendían a asumir que cualquier política de Washington era en todo caso el «mal menor».

La facilidad con que la opinión evangélica podía ser manipulada fue ilustrada con el caso de Humberto Belli, un exilado nicaragüense que acusaba al régimen sandinista de persecución religiosa. Diseminadas por el Servicio Informativo de Puertas Abiertas, las opiniones de Belli tuvieron gran acogida en la prensa evangélica y se infiltraron en las publicaciones misioneras, incluso de los grupos moderados, como el Centro Estadounidense para la Misión Mundial.{48} Aunque lacerante en sus denuncias contra los sandinistas y preciso en algunos aspectos, Belli hizo caso omiso de que éstos estaban respondiendo a los ataques estadounidenses. [194] Igualmente, ignoró las violaciones de los derechos humanos de los contrarrevolucionarios nicaragüenses. De acuerdo a un antiguo líder contra, una razón para tales omisiones era que, para su primer libro Cristianos bajo Fuego, Belli y su «Instituto Puebla» estaban financiados por los contras con dinero de la Agencia Central de Inteligencia.{49}

Las misiones evangélicas estaban tan acostumbradas a conformarse con los prejuicios de la derecha que no se daban cuenta de ellos. Esto les permitía hacer críticas acérrimas contra la izquierda, mientras permanecían en silencio respecto a los abusos de la derecha. Cuando la Cruzada Luis Palau mencionó las violaciones de los derechos humanos en su revista norteamericana, nunca responsabilizó a los gobiernos. Los gobiernos, después de todo, tendrían que dar permiso para la siguiente cruzada. Más bien, la publicación de Palau responsabilizaba a las guerrillas o implicaba otro tanto; para los lectores desinformados, por consiguiente, los revolucionarios aparecían como si fueran los culpables de todas las violaciones –una percepción muy común entre los norteamericanos.

Otra vulnerabilidad era de origen financiero. El obtener dinero para labor misionera era algo cada vez más difícil. Más y más grupos se amontonaban tras las pantallas de televisión, buzones de correo y púlpitos para competir por las contribuciones evangélicas. Mientras que las agencias establecidas luchaban por dramatizar actividades que se habían vuelto rutinarias y poco estimulantes, las nuevas rivalizaban entre sí prometiendo evangelizar a cada casa en el mundo. Con los televangelistas que sensacionalizaban y degradaban al lenguaje espiritual, algunas agencias acudían a profesionales especialistas en conseguir fondos y realizaban solicitudes cada vez más estridentes. Entre los posibles temas de propaganda, el macartismo podría ser muy útil, y América Central una nueva oportunidad para ponerlo de moda. Era la oportunidad para recuperarse de los escándalos de L. Joe Bass y Richard Wurmbrand de los años setenta, los cuales parecen haber minado el rendimiento de peticiones anticomunistas. Puertas Abiertas, por ejemplo, parecía estar luchando por mantener su cabeza fuera del agua. A pesar de las elegantes presentaciones, sufrió una pequeña disminución en las contribuciones norteamericanas en 1983-1984, y pudo superar su ingreso de 1982, cinco millones de dólares, únicamente tres años después.{50} [195]

Otro grupo que empleó el color rojo para solicitar dinero fue Literatura Bíblica Internacional (BLI), un refugiado de las guerras perdidas en el Lejano Oriente. Proveniente de Columbus, Ohio, distribuyó en Guatemala grandes cantidades de Nuevos Testamentos a las fuerzas de seguridad bajo el nombre de «Operación Armadura Integra». De acuerdo a las peticiones para obtener fondos, los soldados guatemaltecos necesitaban llevar la «armadura íntegra» de la Biblia para protegerse de la guerrilla.{51}

«¿Les gusta a estos gobernantes comunistas la Biblia?» titulaba BLI a una solicitud. Irónicamente, en este caso, defendía su nueva alianza con el gobierno comunista de Polonia. Junto con los Ministerios del Camino Bíblico, un partidario de la derecha religiosa en Murfreesboro, Tennessee, BLI tuvo la aprobación del régimen del General Jaruzelski para la distribución masiva de un estudio bíblico. El material de una agencia de mentalidad similar, la Cruzada de Literatura Mundial, con base en el sur de California, era impreso por el gobierno polaco.{52}

«Desde los días de Solidaridad», observaba sagazmente una circular de BLI, «los gobernantes comunistas han estado buscando la manera de debilitar al poder católico. ¿Es nuestra invitación a Polonia un resultado de este conflicto iglesia-estado? ¿Están Jaruzelski y sus amigos simplemente tratando de lastimar a los católicos con la ayuda de los protestantes? Nunca lo sabremos. Pero sí sabemos que existe una maravillosa oportunidad frente a nosotros.»{53}

Las misiones temerosas de revivir sus experiencias en el continente asiático no estaban necesariamente de acuerdo con la derecha religiosa. Una de estas agencias era Cruzadas de Ultramar, la cual se remontaba a 1950 cuando Madame Chiang Kai-shek solicitó al misionero Dick Millis, expulsado de China poco antes, que evangelizara a sus desmoralizados soldados en Taiwán. Apoyado por el presidente de la República China y por su primera dama, quienes se identificaban como cristianos, el grupo se expandió hacia otros países a lo largo del perímetro estadounidense en el Lejano Oriente, y a finales de los años cincuenta, hacia América del Sur.{54} Debido a la amarga experiencia de su fundador en China –que se repitió al apoyar la intervención americana en Vietnam– Cruzadas de Ultramar pensaba que fortalecía a la iglesia en [196] situaciones pre-revolucionarias, como en el Chile de Allende.{55} Sin embargo, para la década de 1980 –al igual que su más conocido producto, Luis Palau– parecía mantenerse a distancia de la derecha religiosa.

Una figura que sacudió a la derecha fue Alberto Mottesi, un radioevangelista que alcanzó la fama en los años ochenta. Al igual que su compatriota Luis Palau, Mottesi se trasladó de Argentina a los Estados Unidos, en donde inició una asociación evangelística preparatoria que competía con Palau por ser el centro de la atención. Emotivas manifestaciones levantaron su imagen en América Central. En 1985 organizó el Congreso Hispánico sobre Evangelización, un espectáculo californiano auspiciado por Billy Graham, la Cruzada Estudiantil, Visión Mundial, y otros pilares de las misiones norteamericanas.{56} Se sabe que al inicio de su carrera, Motessi simpatizó con el gobierno de Allende en Chile. Pero una década más tarde, afirmaba predicar un evangelio puro, sin manchas de política, mientras que maldecía simultáneamente a los revolucionarios. Durante una visita a Nicaragua proclamó su neutralidad política para evitar comentar sobre la violencia auspiciada por los Estados Unidos, pero en territorio controlado por los Estados Unidos identificó a las guerrillas izquierdistas como «revolucionarios para Satanás» y presentó sus avivamientos como una alternativa para la revolución.{57} En su intento por convertirse en el evangelista número uno, Mottesi estaba explotando las oportunidades proporcionadas por la guerra en América Central.

Un lugar para mirar la rivalidad entre las tendencias de derecha, centro e izquierda era la Asociación Nacional de Evangélicos. Como vimos en el capítulo anterior, la NAE abarcaba gran parte del espectro evangélico norteamericano. A pesar de que la mayoría de sus miembros eran partidarios de Reagan, una izquierda insistente hacía campaña por la paz y la justicia. Para mantener un público políticamente diverso, los líderes de la NAE trataban de mantenerse como moderados, desilusionando a los activistas de los extremos. Dada la predominancia de los conservadores, sin embargo, la trayectoria de la NAE estuvo determinada más por la presión de la derecha que por la de la izquierda. Cuando los evangélicos que se oponían a la intervención militar estadounidense se volvieron muy vocingleros, la NAE trató de desvincularse de ellos. [197]

En 1983, la NAE coauspició una conferencia evangélica sobre armas nucleares. Para su desconcierto, el evento se convirtió en una manifestación pacifista. Las tres cuartas partes de los dos mil participantes portaban insignias a favor del congelamiento nuclear. Aquellos pocos afiliados que se ocupaban sistemáticamente de la política exterior tendían a ser menonitas, miembros de Brethren y otros partidarios del pacifismo. En las universidades evangélicas, en donde los hijos de las familias conservadoras estaban bajo la tutela académica, los pacifistas tenían cierto peso. Dos voces anti-intervencionistas, la revista Sojourners y los Evangélicos por la Acción Social, parecían estar adquiriendo influencia.

Para los oficiales de NAE, estos acontecimientos sugerían vulnerabilidad frente a la presión política y una crítica desproporcionada contra el gobierno de Ronald Reagan. Podemos inferir que después de varios años de ascendencia de la derecha en el gobierno federal, los esfuerzos de contrapeso de la izquierda evangélica amenazaban con empañar la reputación de la NAE entre los conservadores. Este fue el origen de los Estudios de Paz, Libertad y Seguridad, un intento por lograr un enfoque equilibrado hacia el armamentismo de Washington.{58} Por ejemplo, los temas de derechos humanos sobre los que insistían los moderados serían medidos con los temas de seguridad que preocupaban a los conservadores. Al llevar a cabo este equilibrio, el nuevo programa de la NAE se apoyaba fuertemente en el pensamiento de los neoconservadores. También conocidos como liberales de la Guerra Fría, por su énfasis en combatir al comunismo, los «neocons» se vanagloriaban de las credenciales intelectuales más impresionantes en la administración reaganista. Considerándose como luchadores a favor de la democracia, se esforzaban por legitimizar a los contras nicaragüenses.{59} Por consiguiente, era fácil interpretar a los Estudios de Paz, Libertad y Seguridad como un intento por marginar al sector de izquierda de la NAE.

Mientras tanto, la asociación recibía más presión de la derecha. Respecto a Centroamérica, la derecha religiosa estaba desilusionada por el fracaso de NAE para unirse en la campaña contra los sandinistas. Cuando la NAE coauspició una conferencia sobre la libertad religiosa con el Departamento de Estado, no le agradó que el Presidente Reagan aprovechase la ocasión para hablar a favor de los contras.{60} Un portavoz de la NAE explicó que los Estudios de Paz, Libertad y Seguridad [198] demostrarían «por qué nuestros miembros pueden estar a los dos lados en temas como el apoyo a los contras».{61}

Notas

{48} Eric E. Wiggin, «Sandinistas Assailed by Comrade-Turned Christian», Mission Frontiers, septiembre-octubre de 1986, p. 12.

{49} Chamorro 1987: 50-52.

{50} Open Doors with Brother Andrew, Inc. (North America), «Financial Statements and Schedule», 31 de diciembre de 1983 y 31 de diciembre de 1985.

{51} Carta para obtener fondos, 23 de agosto de 1985.

{52} «All of Poland to be Reached with Christian Literature», Forerunner, diciembre 1985, p. 8.

{53} «Do these Communist rulers like the Bible?», carta para obtener fondos, 5 de mayo de 1986.

{54} Winebrenner 1985: 108-113, 140-146.

{55} Carta de Dick Hillis sobre Chile, citada en Edwards 1972: 9.

{56} «Boletín Extra, Congreso Hispano de Evangelización», octubre de 1985.

{57} «Mottesi Claims Latin America for Christ in Historic Conference», Forerunner, junio de 1986, p. 4.

{58} Brian O'Connell, «Evangelicals and the War/Peace Debate», Evangelical Newsletter, 1º de febrero de 1985, p. 4.

{59} Hitchens 1986.

{60} «Religious Liberty Conference Spawns Controversy», Religion & Democracy (Instituto de Religión y Democracia), mayo-junio 1985, pp. 1, 3-4. «U.S. Underwrites IRD Conference», The Other Side (Philadelphia, Pennsylvania), agosto-septiembre 1985, p. 4.

{61} Entrevista telefónica del autor a Brian O'Connell, NAE, 13 de marzo de 1986. «Guidelines: Peace, Freedom and Security Studies», NAE, octubre de 1986.

 

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