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← Quito 1985 · capítulo 5 · páginas 228-232 →

David Stoll · ¿Pescadores de hombres o fundadores de Imperio? El Instituto Lingüístico de Verano en América Latina

La conciencia de la burocracia

Para 1976 cuando el Instituto Lingüístico parecía estar cerca a la expulsión, Stefano Varese estaba repensando el asunto. Para ilustrar el problema, llamó la atención sobre los Mayoruna o Matsés, cuya dependencia del ILV ya había censurado{51}. Desde el boom del caucho, los Maisés habían matado a cantidades de intrusos. Cuando en 1964 una partida de patrones robaron sus chacras, los Matsés atacaron y mantuvieron sitiado a ese grupo de hombres bien armados por una semana. El Comando Estadounidense de Panamá envió helicópteros de rescate. La Fuerza Aérea del Perú bombardeó y ametralló los claros Matsés diariamente{52}.

Un año antes de la batalla, el cadáver de un Matsés había sido expuesto en la plaza de Requena. Al año siguiente, el ejército capturó a uno vivo y lo entregó en Yarinacocha. En año y medio en la base, “Joe” nunca reveló su nombre. Pero superó suficientemente el choque sicológico como [229] para dar a conocer su idioma. Entre 1966 y 1969 dos misioneras del ILV pasaron un año acampando junto a un río. Joe regresó a casa y no volvió más. SSAR lanzó regalos y micrófonos escondidos a los Matsés; se venció la resistencia cuando la lingüista avistó pieles de jabalí en un vuelo de reconocimiento. “Escuchen”, dijo a los Matsés a través de un alto-parlante, “si ustedes quieren alguna ayuda para cambiar esas pieles por valiosos bienes, dénnos encuentro en la trocha”{53}.

Así lo hicieron, y en pocos años el gobierno peruano estaba asignando lotes de selva para una nueva ola de prospección petrolera. Ya que los trabajadores son reticentes a arriesgar su vida por algunos centavos diarios, únicamente el ILV podría haber hecho posible la operación. Pero según Varese, Lima no estaba dando la más mínima muestra de consideración a los Matsés. Para vergüenza de la Revolución Peruana, sólo el ILV lo estaba haciendo. Para evitar un encuentro en masa con gente de afuera, sus armas y sus gérmenes, la filial negoció un novedoso arreglo. Únicamente los técnicos serían admitidos a través de su campo de aterrizaje; los Matsés harían el trabajo manual{54}. La filial también sirvió como intermediaria, depositó las ganancias de los Matsés en una cuenta bancaria para su uso, y con la División de Comunidades Nativas de Varese y el Ministerio de Agricultura, solicitó una reserva que cubría la mayor parte del territorio Matsés. Ante el peligro de más derramamientos de sangre, el ejército ayudó a los Matsés a hacer respetar sus linderos.

La filial enfatizaba ahora la armonía en sus presentaciones. Era el brazo humanitario del Estado y una valiosa alternativa a la fuerza, una parte del gobierno que se preocupaba por los indígenas y tenía alguna noción acerca de sus necesidades. El ILV dijo que estaba dando a los indígenas la oportunidad de sobrevivir a la colonización: respondió a su resistencia a la expropiación con promesas de hermandad. El ILV dijo que estaba ayudando a los indígenas a adaptarse a la colonización en sus propios términos, no los de otros: la misión de fe requería que tratara de reemplazar un sistema tradicional de significado con el suyo propio. El ILV era parte de la maquinaria de colonización: su medicina era una de las razones por las que la población de algunos grupos se había estabilizado y comenzado a recuperarse. Las divergencias al interior de las fuerzas colonizadoras podían determinar si los indígenas se quedaban en un lugar remoto o se mudaban a otro más accesible; si se concentraban o dispersaban; tenían animales para cazar [230] o casi nada; trabajaban mayormente para patrones o para ellos mismos; cantaban antiguas canciones o nuevas; continuaban compartiendo su carne entre ellos o no; aprendían a leer; aumentaban en número o disminuían.

Matthew HuxIey había temido por los Amarakaeri, un pueblo puesto en contacto por los misioneros católicos y que estaba siendo devastado por las epidemias{55}. El ILV trabajó con un solo grupo Amarakaeri, unas cien personas. Poco antes que llegara la exploración petrolera en 1974, un antropólogo norteamericano vino a vivir con ellos. Thomas Moore encontró a la gente de Puerto Alegre más aislada y bajo menos presión para conformarse a las costumbres peruanas que el gran número reunido alrededor de las misiones dominicas. Para poder pagar por las medicinas, el ILV había alentado a los Amarakaeri a lavar oro e instituido una economía monetaria. Pero el ILV también mitigó su apetito por bienes de consumo con un flujo relativamente modesto y los mantuvo fuera de las deudas con patrones. La población estaba comenzando a aumentar, y los Amarakaeri estaban todavía acudiendo a los chamanes. Los jóvenes habían rechazado el modelo tradicional de hombría a cambio del prestigio de los bienes de consumo, pero los Amarakaeri aún comían, distribuían la carne y cooperaban entre sí como lo habían hecho antes.

Cuando Robert Tripp estaba en Puerto Alegre conducía servicios religiosos todos los domingos. Para traducir el concepto de Diablo al Amarakaeri, el ILV utilizó el término toto o alma de la boa, vinculando ocasionalmente toto con comunismo, de modo que cuando Tripp pidió a los Amarakaeri rezar por los Miller capturados en Vietnam, ellos temieron que los traductores estuvieran rodeados por grandes serpientes. Aunque algunos Amarakaeri estaban ahora preocupados por la posibilidad de ir al infierno, en lugar de su propia feliz vida después de la muerte, el único converso era el pastor entrenado por la Misión Suiza. Su intento de ser cristiano estaba creándole conflictos con la vida comunal y estaba perdiendo la batalla.

Moore dice que la relativa estabilidad étnica del grupo fue interrumpida durante los períodos en que los miembros del ILV estaban ausentes. En 1962-64 la fiebre amarilla cobró veinte vidas, y los Amarakaeri huyeron adonde los católicos en busca de medicinas. Bajo la presión de indígenas de la misión dominica más aculturados, abandonaron su casa comunal y rituales de pubertad. Pero como la gran concentración de gente alrededor de la estación resultó muy conflictiva, regresaron a su antiguo vecindario. Entre [231] 1973 y 1975 muchos traductores, incluyendo a Tripp, estaban ocupados en Yarinacocha produciendo cartillas y gramáticas para lograr convencer al gobierno de renovar el contrato, y Escrituras para el caso contrario. Las nuevas regulaciones estatales sobre el comercio aurífero y de pieles había restringido el sistema de compra y venta del ILV, de modo que los Amarakaeri empezaron a hacerse clientes del puesto mercantil del gobierno. En la medida en que el precio del oro subía, los Amarakaeri adquirían mercancías a un ritmo mayor.

En 1974 un contratista de prospección petrolera, para Cities Service de Nueva York, convirtió la pista de aterrizaje del ILV de Puerto Alegre en un depósito de abastecimiento, sin consultar a la filial ni a los Amarakaeri. Hasta diecinueve vuelos al día molestaban a la escuela. A pesar de muchos conflictos –a veces había hasta 30 ó 40 trabajadores esperando por vuelos, faltándoles comida, robando pollos, emborrachándose y acosando a las mujeres nativas– para los Amarakaeri el depósito era su más grande sueño hecho realidad. Mendigaban, compraban, robaban y empezaron a discutir entre sí por las limosnas y las responsabilidades comunales descuidadas. Algunos hombres aprendieron a ir donde las prostitutas, traídas para el personal de la compañía. Divididos, los Amarakaeri empezaron a dejar de compartir entre sí, abandonaron su caserío para vivir más cerca del puesto mercantil y, como las chacras habían sido descuidadas en la búsqueda de oro y mercancías, empezaron a comprar comida allí. Algunos padres incluso llevaron a sus hijos al internado dominico, donde podían aprender español y las costumbres peruanas más rápidamente. Moore concluye que el ILV había retardado el proceso de etnocidio, pero estaba siendo desbordado por éste.

Cuando la compañía petrolera trató de destruir los frutales para alargar la pista de aterrizaje, otra vez sin consultar a sus dueños, los Amarakaeri los convencieron de que lo sabio sería no seguir adelante. Thomas Moore fue a Lima para protestar. Pero como Richard Smith, que en los años sesenta trató de conseguir títulos de tierra para los Amuesha y encontró que el apoyo del ILV nunca se materializó, Moore se vio defraudado por la no-intervención del ILV ante las autoridades. No era la culpa del traductor. Moore dice que cuando Tripp estaba en Puerto Alegre a menudo se quejaba por radio a Yarinacocha sobre las malas acciones de la compañía. “Mantén la calma allá, Bob” le decían los administradores de la filial{56}. [232]

Después de la partida forzada de Morote Best en 1958, los traductores ansiosos por luchar por una reserva, contra abusivos patrones o funcionarios locales, habían sido frenados por los administradores de la filial. Hacer olas podía poner en peligro la más importante meta a largo plazo: la traducción universal de la Biblia. Como lo explicó en 1974 un funcionario de la filial, el ILV tenía que mantener relaciones con mucha gente, incluyendo algunos cuyos intereses eran opuestos a los de los indígenas, para así continuar ayudando a los indígenas{57}. Dado que el ILV era absolutamente dependiente del Estado, mucho más que las misiones católicas, no podía arriesgarse a enfrentarse al gobierno o a sus contratistas. Contra los flagrantes abusos no podía ponerse del lado de los indígenas, sólo tratar de minimizarlos al mediar –a veces– entre el opresor y su víctima, porque los administradores de la filial no querían dar al gobierno la impresión de ser buscapleitos. En profunda inseguridad política para principios de los años setenta, la filial peruana estaba enfatizando su misión de 'servicio', de manera ostensible para todos, pero con prioridad para el Estado.

Notas

{51} Varese 1972b: 11.

{52} Un corresponsal de Expreso (19 de marzo 1964) presenció uno de los bombardeos aéreos. Peter Matthiessen (1965) utilizó los bombardeos, así como contactos anteriores con el ILV y otras misiones en Perú, para su novela Jugando en los campos del Señor.

{53} Long 1970:16-19 y Hefleys 1972: 49-51, 77, 83, 115, 186.

{54} Varese 1976a y 1976b.

{55} Huxley y Capa 1964:177-8.

{56} Moore 1981 y comunicación personal.

{57} Entrevista de Noticias Aliadas con James Wroughton, Lima, 30 de enero 1974.

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