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David Stoll · ¿Pescadores de hombres o fundadores de Imperio? El Instituto Lingüístico de Verano en América Latina

Los mártires de Playa Palma

En 1923 Howard Dinwiddie de la Misión Pionera viajó por el Oriente y fotografió a un escuálido y malnutrido cautivo “Auka”, una de las dos víctimas de una correría. “Debido al saqueo, robo de sus hijos y rapto de sus muchachas por parte de los caucheros sin ley, y la quema de sus casas, los amistosos 'Aukas' se han vuelto hostiles”, informó la Pionera. “…La posición [del cautivo] en la hacienda parecía ser la de un nuevo animal. Era alimentado, observado, discutido y exhibido a los visitantes… Él representa a cientos de aquellos capturados cada año para convertirse en esclavos de los blancos. ¿Cuánto tiempo, Señor, cuánto tiempo esperarán estos cautivos de la cuenca del Amazonas por los mensajeros de La Libertad y la Vida?”{4}.

mapa
El territorio huao en el oriente del Ecuador

Los primeros de aquellos mensajeros llegaron a un Oriente por el cual petroleros norteamericanos y anglo-holandeses estaban urdiendo y sobornando para arrebatárselo los unos a los otros. El arreglo de cuentas podría haber incluido una guerra imperial a control remoto: Ecuador [406] (secundado por la Royal Dutch Shell) disputó un territorio con el Perú (respaldado por la Standard de Nueva Jersey, ahora Exxon). En la guerra de 1941, el Ecuador perdió la mayor parte de sus pretensiones amazónicas. El nuevo límite impuesto por Estados Unidos respetaba la concesión de la Shell, y el Ecuador se quedó con lo que había dado en concesión{5}.

Tres años antes la Shell había empezado a abrir la primera carretera de la sierra a la selva. De su base en Shell Mera avanzaron cuadrillas hacia la selva para abrir pistas de aterrizaje. Provocados por las incursiones, un puñado de guerreros Huao lancearon a trabajadores ecuatorianos, fomentaron el pánico en campamentos enteros y obligaron a los colonos a abandonar la margen oriental del río Napo. Gracias a la carretera de la Shell, la población al oeste del Napo creció rápidamente. En 1949 la Shell y su nueva socia, la Standard de Nueva Jersey, se retiraron repentina y misteriosamente, dejando a los Huaorani a los Quichua del Oriente, a sus patrones y a los misioneros cristianos.

Para las misiones, llegar a los Aucas con la cruz o la Biblia era ahora el desafío supremo y generalmente evitado. Mientras sacerdotes italianos y españoles extendían sus puestos a lo largo de la frontera del Napo, veteranos militares norteamericanos engrosaban las misiones evangélicas más pequeñas. El gran avance tecnológico de post-guerra llegó con Alas de Socorro, un servicio aéreo y radial organizado por dos ex-oficiales de la Marina Estadounidense. Su primer piloto en el Oriente fue Nate Saint, un exmecánico del cuerpo aéreo cuya avioneta enlazaba a dos docenas de misioneros protestantes en nueve estaciones, algunas en campos petroleros abandonados. El campo de aterrizaje en Shell Mera empezó a convertirse en un centro evangélico. A pesar del supuesto derrumbe de sus perspectivas petroleras, los ejecutivos de la Shell ocasionalmente se daban una vuelta. Una vez trajeron a su vice-presidente, el General Jimmy Doolittle, un héroe de guerra que preguntó por la salud de la “fuerza aérea unipersonal” de Saint. Algunos años después también lo hizo el General William Harrison, jefe del Comando Estadounidense de Panamá{6}. Situados en una estratégica reserva mineral, los misioneros eran subalternos en un consorcio dedicado a la Libertad y cosas por el estilo, pioneros de Cristo que se convertirían en gigantes espirituales para miles de otros misioneros y millones en la tierra natal. [407]

A los treinta y dos años, Nate Saint era el mayor y más experimentado miembro de la operación Auca, con siete años en el Oriente. Otros tres eran misioneros de los Hermanos Plymouth entre los Quichua del Oriente, graduados universitarios, recién casados y con unos tres años en la región. El quinto, un ex-paracaidista llamado Roger Youderian, trabajaba con su esposa y la Unión Misionera Evangélica entre los Shuar y Atshuar al sur. Debido a guerras tribales y epidemias de contacto, habían sido unos adversos dos años y medio. Cuando Youderian se unió a los otros, estaba en crisis acerca de su trabajo y preparándose para dejarlo{7}.

Dos de los hermanos Plymouth eran graduados de Wheaton College, un campo de reclutamiento para misiones evangélicas cerca de Chicago. Antes de llevar la Buena Nueva a una tierra extranjera, Jim Elliot y Ed McCully habían tratado de llevarla a pecadores en la tierra natal. “No entiendo”, escribió Elliot, “por qué nunca he visto en Estados Unidos lo que los misioneros informan –esa sensación de desenvainar las espadas, el olor de guerra con poderes demoníacos”. Pero al persistir sintió que ellos estaban “exculpando nuestras almas de la sangre de la comunidad. Ellos saben que estamos aquí, y que estamos teniendo reuniones acerca de la realidad del Señor Jesús. Si no quieren oír, entonces su sangre está sobre sus propias cabezas”. Elliot oró porque pudiera ser corno una bifurcación en el camino, “que los hombres tengan que voltear a un lado u otro a ver a Cristo en mí”. Aunque los cristianos norteamericanos habían “vendido sus almas al servicio de Mammón”, él y unos pocos confederados encenderían la evangelización de la mayor parte de los Andes{8}.

En el Ecuador los tres mosqueteros Plymouth se unieron al Dr. Wilfred Tidmarsh, un misionero inglés de la época de las primeras cuadrillas de la Shell. Sus enfrentamientos con los sacerdotes italianos de la Misión Josefina había llevado a los ecuatorianos a preguntarse si la Segunda Guerra Mundial estaba todavía siendo librada en su vecindad{9}. En la cancha en disputa de Shandia, los Quichua defraudaron a los nuevos hermanos Plymouth. A Elliot le parecían como niños: engañando en los salarios y el trueque, mendigando y enfrentando a los misioneros católicos y protestantes entre sí para su máxima ventaja. Los Quichua no parecían preocupados por sus almas, lo que Elliot atribuyó a la falta de oración dedicada por su [408] propia parte. Los nuevos Plymouth aprendieron a hablar Quichua, sin embargo, y hacia el fin de sus vidas estaban reportando docenas de decisiones por Cristo.

La Operación Auca se materializó repentinamente en setiembre de 1955. Aunque los relatos evangélicos excusan el secreto y la prisa como una medida contra aventureros impíos, esto no explica por qué los Plymouth no informaron a su socio veterano Tidmarsh, quien estaba de visita en Inglaterra y probablemente los hubiera aconsejado en contra de sus planes. Tampoco explica por qué Nate Saint no informó a su hermana mayor Raquel, cuya mayor ambición era llegar a esa misma gente. Más extraño aún, a través de un peón de hacienda Raquel había aprendido más acerca del idioma Auca que nadie. La hermana de Nate, ahora parece obvio, era el meollo del asunto. La razón del secreto, el apuro, el martirio y la gloria de la Operación Auca fue probablemente la competencia entre misioneros evangélicos por el premio de la tribu inalcanzada.

El Instituto Lingüístico había venido al Ecuador en 1952, cuando José Velasco Ibarra sucedía a Galo Plaza como presidente{10}. Las misiones evangélicas dieron la bienvenida a Robert Schneider, pero fueron sorprendidas por sus desmentidos sobre la misión religiosa del ILV. A pesar de la ruptura de confianza, o tal vez para tener un ojo puesto sobre Wycliffe, ellos urgieron el establecimiento de su base cerca de Shell Mera. Pero Guillermo Townsend no quería asociar demasiado la nueva filial con otros evangélicos{11}. Para principios de 1955 el ILV ya no dependía del servicio aéreo de Alas de Socorro, por su negativa a transportar al clero católico, y pronto la filial se mudó a su sede permanente en Limoncocha.

Ahora que el ILV estaba asignando un equipo no-competitivo a cada idioma, el escenario estaba listo para un choque de cabezas duras: entre la voluntad divina como fuera revelada a Raquel Saint, y la misma voluntad divina como fuera revelada a su hermano Nate, a Ed McCully y a Jim Elliot. Otros misioneros culpan a la rivalidad entre hermanos: cada uno de los Saint tenía una firme fe en el destino personal que se estrellaba con la del otro. Su madre, miembro de la aristocracia de Filadelfia, se había casado con un artista de posición social inferior. En su adolescencia, Raquel supuestamente rechazó una oportunidad de reincorporarse a la aristocracia, una herencia de un mecenas de su padre. A esta ocasión, en 1932, ella [409] remite una visión de una tribu morena en una selva verde, su primera señal del Señor. Raquel debe haber sentido que había dejado pasar la próxima señal: rechazada como misionera para la China, pasó doce años bregando con alcohólicos en Nueva Jersey, en la Colonia Keswick de Misericordia donde Charles Gallaudet Trumbull había entonado la Vida Victoriosa{12}. Detrás de esto la mano del Señor resulta ahora evidente: apartar las botellas de los borrachos era un magnífico entrenamiento para aplicarles la ley a los asesinos Aucas. Aprendió a estar a la altura de cualquier circunstancia, adquiriendo un sentido de humor apropiado para recoger a hombres del arroyo. Finalmente en 1949, a los treinta y cinco, Raquel se incorporó a Wycliffe. En el Perú estuvo de aprendiz de mujeres que ya habían alcanzado a sus tribus sin Biblia, los Piro y Shapra que pronto serían famosos. En visitas con su hermano Nate, ella notó que los Aucas eran una expresión corriente en el Ecuador. Para 1953 varias señales del Señor habían establecido que los Huaorani eran “[su] tribu”{13}.

Su hermano Nate y sus amigos no compartían esta convicción. En 1954 los McCully se mudaron a un campo petrolero abandonado sobre el río Arajuno. Aquí estaban tan seguros de dar con los Huaorani que los colonos Quichua siempre se retiraban a la otra orilla antes del anochecer. Luego, en septiembre de 1955, después de que Raquel había empezado a aprender el idioma de Dayuma, una trabajadora de hacienda, su hermano y Ed McCully buscaron claros Huao desde el aire. Encontraron varios cerca del Arajuno y los llamaron en clave 'Ciudad Terminal'. La biografía de Nate incluye una carta a su hermana, para ser guardada hasta nuevo aviso: Ed McCully ha sido elegido para el rol de vanguardia. Raquel ha sido mantenida en la ignorancia porque ella “podría sentirse obligada a divulgar esta información para evitarme los riesgos involucrados”{14}. Raquel “era muy posesiva con los Aucas”, explicó Elisabeth Elliot últimamente, “y estaba convencida de que Dios había determinado que ella fuera la única que trabajara con los Aucas… Si Jim y los otros le hubieran pedido ayuda, ella hubiera puesto tantos obstáculos que hubiera sido imposible”{15}. [410]

Los Plymouth entendían la importancia del idioma: varios habían asistido al instituto de verano. Pero si la hermana de Nate no debía conocer el plan, no podían entonces pedir datos o incluso pasar mucho tiempo con la informante de ella, a quien sí visitaron unas cuantas veces para obtener listas de palabras. La visión tecnológica de Nate condujo a otro error: aunque los hombres locales jugarían un importante rol en el contacto de 1958, él y los Plymouth culparon a los Quichua “asustadizos” del fracaso de las entradas previas. Con una avioneta reemplazaron la sabiduría nativa, de la cual dependen las vidas de los foráneos hasta las circunstancias cotidianas. Un tercer error fue acerca de la auto-defensa. En los relatos misionales, los mártires apenas sí planean sacrificarse para evitar lastimar a los Huaorani. En su lugar, confían que sus armas de fuego, aparentemente revólveres y carabinas 22, van a “desalentar un ataque que pudiera resultar en desgracias”. De alguna manera pensaban que disparar para asustar, disparar sin-tirar-a-matar, cavar trincheras o apiñarse dentro de una avioneta serían una defensa no-letal contra los lanceros Huao, quienes se sabía siempre emboscaban y eran muy ágiles{16}.

Para hacerse amigos antes de tocar tierra, los misioneros lanzaron regalos en los claros de la Ciudad Terminal. Esta era una vieja táctica de la Shell que Saint mejoró con su “línea en espiral”, un método para bajar y recuperar objetos que los pilotos de misión ya no usan porque es tan difícil. Entre octubre y diciembre de 1955, el equipo hizo catorce lanzamientos –de ollas, ropa, dulces, sal, herramientas de acero– que los Huaorani pronto reciprocaron mandando algo para arriba –una vincha emplumada, loros, pescado cocido– a cambio de cada regalo enviado para abajo.

La importancia del secreto empujó a los hombres a un aterrizaje temprano. Al tiempo que los Huaorani hacían sus propios reconocimientos alrededor de Arajuno, los misioneros apostaron regalos que pusieron celosos a los Quichua. Los chismes podrían llegar a oídos equivocados. A pocas millas de Ciudad Terminal, Saint encontró una playa de arena donde pudo aterrizar su avioneta con la sola inconveniencia de un gran árbol. El viernes 6 de enero de 1956, tres Huaorani llegaron a Playa Palma. Los misioneros los bañaron en regalos pero, a pesar de las listas de palabras, no podían entender ni una de las que decían. El sábado los Huaorani no regresaron. Saint se preocupó por los errores que él y sus amigos pudieran haber cometido. El domingo, las cinco esposas perdieron contacto radical con sus maridos, al día siguiente pidieron auxilio. Larry Montgomery del ILV [411] contactó al General Harrison del Comando de Panamá{17}. Aunque el primer relato misional dijo que el equipo de entierro no había encontrado evidencias de lucha, Elisabeth Elliot reportó el agujero de bala a través del parabrisas de la avioneta{18}.

Notas

{4} pp. 1-2 Pioneer News julio 1926.

{5} Galarza 1974: 107-36.

{6} Hitt 1973: 152, 230.

{7} Elliot 1974: 135-9.

{8} Elliot 1970: 59, 119, 132-3, 146, 189.

{9} Para una versión josefina, ver Spiller 1974: 107-10, 203-13, 251-2.

{10} Primer contrato: p. 7 Comercio (Quito) 28 de junio 1952.

{11} Hefleys 1974: 173-4.

{12} Bledsoe 1972: 130 y Kingsland 1980: 19-40.

{13} Wallis 1971: 23-7.

{14} Hitt 1973: 240.

{15} Kingsland 1980: 97.

{16} Elliot 1974: 144, Hall 1959: 249, y Hitt 1973: 243-4.

{17} Elliot 1974: 184.

{18} Savage y Andrade Crespo 1956: 35. Elliot 1974: 199.

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