El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org

El Catoblepas

El Catoblepas · número 1 · marzo 2002 · página 5
Desde el malecón habanero

Cultura de la resistencia:
una visión desde el zapatismo

Mely del Rosario González Aróstegui

Se presenta el zapatismo, entendido como proyecto de resistencia ética y política, como un ejemplo de dignidad humana

«...Y cuentan los más viejos entre los viejos de las comunidades que hubo un tal Zapata que se alzó por los suyos y que su voz cantaba, más que gritar: ¡Tierra y libertad! Y cuentan estos ancianos que no ha muerto, que Zapata ha de volver. Y cuentan los viejos más viejos que el viento y la lluvia y el sol le dicen al campesino cuándo debe preparar la tierra, cuándo debe sembrar y cuándo cosechar, y cuentan también la esperanza de siembra y de cosecha. Y dicen los más viejos que el viento y la lluvia y el sol están hablando de otra forma a la tierra, que de tanta pobreza no puede seguir cosechando muerte, que es la hora de cosechar rebeldías. Así dicen los viejos. Los poderosos no escuchan, no alcanzan a oír, están ensordecidos por el embrutecimiento que los imperios les gritan al oído. ¡Zapata! Repiten quedo los pobres jóvenes. ¡Zapata! insiste el viento, el de abajo, el nuestro...» (Subcomandante Marcos, agosto de 1993.)

El zapatismo es ya secular, porque tiene sus raíces en el pasado siglo, pero en este trabajo nos referimos al movimiento surgido después de 1994 como consecuencia del levantamiento en armas del EZLN. «Lo que es el zapatismo en 1994 tiene detrás tres grandes componentes principales: un grupo político militar, un grupo de indígenas politizados y muy experimentados y el movimiento indígena de la selva»,{1} ha planteado Marcos, pero nos referiremos más al zapatismo como concepto y no solo al EZLN o a estos otros componentes que señala Marcos. El zapatismo hoy escapa a lo indígena, lo mexicano o lo latinoamericano, trascendiendo como un enfrentamiento de los sectores históricamente excluídos a un orden de dominación que se expresa fundamentalmente a través del Neoliberalismo, con sus múltiples manifestaciones de discriminación y totalitarismo.

El zapatismo se convierte después del 94 en un movimiento interpela un orden dominante a través de una voz históricamente oculta, la voz indígena, y de aquí su mayor trascendencia. En tanto se opone no solo a formas de dominación interna sino también a aquellas que provienen de los centros del poder mundial, (así lo demuestra su lucha contra el Neoliberalismo) se ha convertido en una manifestación de esta cultura de la resistencia. La conservación y protección de los valores propios, el rescate de la memoria histórica y la lucha por la identidad cultural en el contexto no sólo de lo indígena, sino también de lo mexicano, son elementos de la concepción de la resistencia de los zapatistas. La lucha por la identidad adquiere aquí una nueva resonancia, para impedir la conversión de lo indígena en un elemento folklórico y mercantilizado. Los zapatistas no se enquistan en su afán de defender «lo propio» y resistir a la penetración cultural, en su visión está comprendida la asimilación de lo «ajeno» de todo valor universal con vistas al fortalecimiento de un proyecto que aspira a la inclusión de todos aunque sean diferentes. Pero no nos detendremos a profundidad en los momentos de conservación de «lo propio» dentro del zapatismo contemporáneo, conservación que no se queda en los marcos de lo autóctono sino se extiende a la conservación de los valores nacionales y de una defensa de la identidad cultural latinoamericana, queremos expresar algunas ideas alrededor de la alternativa política que muestran los zapatistas como parte sustancial de una cultura de resistencia, en tanto no solo se detiene en la defensa y conservación de lo propio, sino que se despliega en la búsqueda creadora de otras alternativas frente a esa dominación.

Hacia una alternativa emancipatoria. La creación dentro de la resistencia

El proyecto zapatista se manifiesta como cultura de resistencia en el intento de búsqueda de una alternativa emancipadora frente a la dominación capitalista, neoliberal y globalizadora. No propone acciones aisladas que se circunscriban a la defensa de los valores indígenas, se van de esos marcos, trascienden como un movimiento de ideas en el que subyace el esquema de pensamiento que niega la dominación totalitaria no solo del indio, también de todos los sectores excluidos. Esquema éste que está en construcción, que se supera constantemente a sí mismo, que rompe esquemas, abre caminos para alcanzar la liberación real, despeja escepticismos, considera la esperanza.

El zapatismo ha demostrado ser muy creativo a la hora de hacer propuestas, y también en el momento que ha sido necesario un cambio de táctica. La propuestas del EZLN se han ido desarrollando en la medida que las circunstancias y los momentos de la lucha han ido cambiando. Eso lo demuestran los cambios de discurso que se han ido produciendo a lo largo de estos siete años, en los cambios dentro de sus cinco declaraciones, en la forma en que se reeducan a sí mismos.

El zapatismo es creativo en tanto dentro de sí se da constantemente un proceso de continuidad y ruptura, parte de una tradición indígena que superan constantemente. No sólo heredan su propia lucha, sino las de todo el pueblo mexicano y la historia de México, recreándola y haciéndola. Colaborar en la construcción de una nueva política implica una consulta constante con la gente, más allá de los marcos de lo indígena, se trata de las grandes decisiones nacionales, de los problemas que afectan el país. El problema se complejiza, requiere de más tiempo, y es así como Marcos alega que se preparan para una lucha larga, con la tradición de resistencia indígena avalando cualquier esfuerzo, apostando por objetivos de emancipación que convierte la pobreza de las comunidades zapatistas en un estado de dignidad, no de resignación, una pobreza con sentido de futuro.{2}

También se produce un hilo de continuidad con los ideales de los movimientos guerrilleros anteriores. El zapatismo retoma símbolos, discursos, siglas, consignas que vienen de la tradición revolucionaria de liberación nacional de la revolución cubana o las guerrilla del Che.{3} La ruptura en este caso se da cuando los zapatistas empiezan a marcar diferencias con guerrillas anteriores. Deciden que su crecimiento militar debe ser proporcional a su crecimiento político, renuncian a formar un aparato logístico militar ficticio, muchas armas sin nadie que las use, optan por crecer conforme crecía su gente. Deciden que sus recursos vendrán de su gente, nada más. No recurren a secuestros, ni a expropiaciones.{4}

El zapatismo como tránsito. Búsqueda de una sociedad donde quepan todos

La nueva visión de la resistencia que tienen los zapatistas radica precisamente en entenderla como construcción alternativa y no simplemente como reacción defensiva. La resistencia es vista como tránsito, como espacio para construir la posibilidad de momentos de mayor radicalización. Se trata de organizar a la sociedad abriendo puertas, tendiendo puentes, no con un programa de gobierno, sino con un programa de transformación, un programa revolucionario que abra el espacio para una profunda revolución. Esta concepción zapatista implica tantas aristas, tantos momentos, la síntesis de tantas instancias, que no puede verse al margen de una cultura de la resistencia, se va de los marcos de acciones aisladas de atrincheramiento o simple defensa, es un impulso a la creación y a la superación constante. Construir un movimiento ciudadano lo más amplio posible, que obligue a quien vaya a ejercer el poder a realizar su ejercicio de gobierno de acuerdo a lo que dice la mayoría, «organizar una inversión del poder». El fin es una sociedad donde quepan todos, rechazando un orden de dominación sin excluir a nadie, con una nueva concepción del poder, la democracia y la política.

El profesor investigador Franz Hinkelammert sostiene la tesis, compartida por otros estudiosos de las Ciencias Sociales en Centroamérica, de que un proyecto de liberación hoy tiene que ser un proyecto de una sociedad en la cual quepan todos, y de la cual nadie sea excluido. Es una concepción de sociedad que está surgiendo en América Latina que se distingue de concepciones anteriores y se vincula claramente con nuevas formas de praxis social.{5}

Coincidimos con el profesor Hinkelammert de que al no tener los zapatistas ningún proyecto definitivo que pretenda imponer nuevos principios de sociedad, al no exigir el poder político sino más bien un cambio en la sociedad que produzca una nueva forma de hacer política, su proyecto se entiende más bien como resistencia.{6} Es la idea de la resistencia como tránsito, como preparación a momentos de mayor radicalización, donde los actores cada vez sean más heterogéneos y numerosos.

A través no sólo de su praxis, sino de la praxis de toda la sociedad civil, los zapatistas reclaman ser un poder de resistencia para obligar al gobierno a crear relaciones tales que permitan la preparación de toda la sociedad hacia metas más elevadas en cuanto a justicia, democracia, libertad. «Nuestro programa –señala Marcos– no es un programa de gobierno, es un programa de transformación. El país ¿cómo va a ser? Va a ser el producto del encuentro de todas estas fuerzas, reconociendo que unos son diferentes de otros y que unos y otros pueden tener un lugar. Ese es el espacio que hay que abrir. Entonces y sólo entonces decimos nosotros: Es posible una revolución. Hagamos una revolución para abrir el espacio que haga posible la revolución».{7}

Se trata de organizar a la sociedad para resistir, abriendo espacios, puertas, siendo así una nueva forma de entender la resistencia. Esta concepción zapatista implica tantas aristas, tantos momentos, la síntesis de tantas instancias, que no puede verse al margen de una cultura de la resistencia, se va de los marcos de acciones aisladas de atrincheramiento o simple defensa, es un impulso a la creación y a la superación constante. Construir un movimiento ciudadano lo más amplio posible, que obligue a quien vaya a ejercer el poder a realizar su ejercicio de gobierno de acuerdo a lo que dice la mayoría, «organizar una inversión del poder» –dice Marcos.

Rechazar un orden de dominación sin excluir a nadie, he ahí el reto de la concepción zapatista de una sociedad donde quepan todos. Es una lógica que sólo puede entenderse en los marcos de un contexto mundial que ha hecho de la exclusión un prisma para ver y hacer el mundo, en el contexto en que se da este movimiento de base fundamentalmente indígena, que ya no es sólo indígena, es mexicano y latinoamericano, y por eso siente sobre sí un sistema de dominación múltiple. Por eso los zapatistas asumen que la resistencia tiene que organizarse a partir de ese entendimiento, con la participación de todos y sin excluir a nadie, aunque no se pierda la perspectiva clasista del rechazo a la dominación, cuya profunda base ellos reconocen, y así lo demuestra su lucha frontal y abierta contra el Neoliberalismo. Una sociedad donde quepan todos, no todo. Donde quepan todos los seres humanos, donde nadie sea excluído, donde no se convierta en divisa la idea de que «si no estás conmigo estás contra mí».{8}

En su proyecto de resistencia, los zapatistas entienden la necesidad de la «globalización de la resistencia», la necesidad de rechazar la dominación múltiple con múltiples formas de enfrentamiento, que respondan a los variados espacios que el capitalismo domina en su etapa neoliberal, tanto en el ámbito individual, como local, regional, nacional o mundial. Pero a pasar de reconocer la amplitud de demandas que requiere el enfrentamiento a este orden, los zapatistas enfatizan en el rechazo a su política de base: el Neoliberalismo.

La lucha contra un orden de dominación, contra el Neoliberalismo

La resistencia al Neoliberalismo, ya lo habíamos señalado antes, es un elemento esencial en el neozapatismo. Para entender el significado mundial de la lucha zapatista hay que asumir que su lucha es parte de esta lucha mundial, y a la vez clave de la popularidad internacional del movimiento. Han denunciado repetidamente el proceso mundial de homogeneización de la economía, las lenguas y las culturas, y el proceso de fragmentación propio del neoliberalismo que conduce al rearme y al comercio de armas, a una mundialización financiera, configurando un poder global donde la Razón de Estado es lo mismo que la Razón de Mercado, donde ya no se necesitan los ciudadanos y no tienen sentido las movilizaciones, las protestas, los mítines.

Marcos ha caracterizado las consecuencias políticas y sociales de la globalización como una figura de oximoron{9} reiterada y compleja: menos personas con más riquezas producidas con la explotación de más personas con menos riquezas.

Creación de una nueva forma de hacer política

Los zapatistas han roto con una terminología tradicional a la hora de llevar adelante su proyecto político, hay que ubicar su discurso como algo totalmente nuevo que se escapa de los marcos tradicionales donde el diálogo se convierte en método obligado de lucha.

El lenguaje se ha ido adaptando en cada caso a las nuevas condiciones, las formas de lucha se combinan. Abandonan la idea de la toma del poder, en el intento por buscar otras formas de articular las luchas.{10}

El EZLN es simultáneamente un ejército y una organización política. Como ejército lucha contra la guerra, por la no violencia, en l que pudiera pensarse como una paradoja, como organización política aboga por una política con un profundo sentido ético, que se convierta en el espacio posible de acuerdo a un mundo formado por diferentes, una nueva forma de hacer política que comprenda las diferencias. Desde el inicio de sus luchas, los zapatistas han mantenido una posición inédita en los movimientos políticos, contribuyendo al desarrollo de una nueva cultura política. La democracia, en su sentido más amplio y profundo es la vía con la cual los zapatistas asumen el arribo a una sociedad sin exclusiones.

La nueva visión de la política que defienden incluye una nueva visión sobre el problema del poder, los zapatistas luchan contra un orden de dominación rechazando rotundamente sus mecanismos políticos, por eso dentro de su quehacer político no incluyen la toma del poder, todo lo contrario, lo que tratan es de subvertir esa relación. Sotienen la idea de que de nada sirve la conquista del poder si su centro ya no está en los Estados nacionales. «Un gobierno puede ser de izquierda, de derecha, de centro y finalmente no podrá tomar las decisiones fundamentales. Y tampoco soñamos con tomar el poder en el seno de los grandes organismos financieros. De lo que se trata es de construir otra relación política, ir a una ciudadanización de la política. Finalmente, los que damos sentido a esta nación somos nosotros, los ciudadanos y no el Estado. Vamos a hacer una política sin pasamontañas, pero con nuestras mismas ideas».{11}

Los zapatistas aspiran a un replanteamiento de la cultura política en el sentido de una inversión de la pirámide del poder. Su concepción de democracia es una sociedad en la que el poder estaría situado en la base y las instituciones, los representantes, los elegidos, estarían al servicio de esa base, conforme al principio de «mandar».{12}

Los investigadores Atilio Boron y John Holloway mantienen una interesante polémica alrededor de la posición de los zapatistas ante el poder.{13} Las dudas de A. Boron alrededor de si los zapatistas hacen bien en asumir una posición totalmente reacia a la toma del político son enfrentadas por Holloway que defiende esta posición por considerarla la respuesta más correcta a la lucha del capital. «Nuestra lucha –dice– es y tiene que ser asimétrica con respecto a la lucha del capital».{14} Esto significa pensar en la lucha como una «antipolítica», es una especie de experimento, parte de la búsqueda de nuevas formas de luchar que no sean el espejo en ningún sentido de las del capital. Holloway subraya que criticar a los zapatistas por «su desinterés, tanto teórico como práctico, por las imprescindibles mediaciones políticas que requiere un movimiento interesado en construir un mundo nuevo» es repetir lo que han dicho todos los gobiernos mexicanos. Y termina asegurando que la gran belleza del movimiento zapatista es haber evitado las «imprescindibles mediaciones» políticas que nos han sorprendido una y otra vez.{15} En realidad hay que entender, y en esto coincidimos con Holloway, que si participamos en lo político sin cuestionar lo político como forma de actividad social, entonces estamos participando activamente en el proceso de separación que es el capital contra el cual estamos luchando. «El capital nos invita todo el tiempo a colocarnos sobre su terreno de lucha, si aceptamos, ya perdimos antes de empezar.»

El gran aporte de los zapatistas en este marco ha sido romper el vínculo entre revolución y control del estado. Mientras tanta gente en todo el mundo ha concluido que, dado que la revolución a través del estado no es posible, (y por lo tanto nos tenemos que conformar), los zapatistas han dicho que si la revolución a través del estado no es posible, entonces hay que pensar en la revolución de otra manera. Debe romperse la identificación de la revolución con la toma del estado, sin abandonar la esperanza de la revolución. Por eso el proyecto de los zapatistas no busca la toma del poder, sino disolver relaciones de poder, por tanto es revolucionario, no puede decirse que un proyecto con estas características sea reformista, pide transformaciones, no reformas, aspira a crear una nueva relación, de aquí su insistencia constante en el principio de mandar obedeciendo, y de su énfasis en la dignidad no sólo como meta de la lucha, sino como principio organizativo de ella. La dignidad misma es el movimiento de la revolución, el caminar mismo es la revolución. Si la dignidad se toma como principio central, no se puede tratar a la gente como medio: la creación de una sociedad basada en la dignidad se puede lograr solamente a través del desarrollo de prácticas sociales basadas en el reconocimiento mutuo de esta dignidad.{16}

Referirse a los zapatistas como «reformistas armados» ha sido el error de muchos. No se ha tenido en cuenta en estos casos el replanteamiento de muchos conceptos ante acontecimientos luego del derrumbe del socialismo, entre ellos el de la revolución. Conceptos que por demás estuvieron demasiado restringidos. Y los zapatistas reconocen que están aprendiendo a ser revolucionarios, porque al negar la toma del estado y el poder entran en una fase de búsqueda revolucionaria de un orden nuevo en el que no valen los «maquillajes», en el que no existen las certezas de los viejos revolucionarios. Lo revolucionario en el zapatismo también tiene mucho que ver con la novedosa forma en que ha generado la movilización de la sociedad civil.

Penetrar en la dialéctica del desarrollo del zapatismo en la actualidad es mostrar también la vigencia de la lucha de clases y su tendencia hacia la revolución anticapitalista en América Latina, es asumir la posibilidad de un mundo mejor (nuevo) donde se respeten identidades y diferencias, donde quepamos todos, donde el consenso sea la clave, no la unanimidad. Conviene examinar las enseñanzas que los movimientos sociales y las fuerzas progresistas de América Latina podrían extraer de la experiencia zapatista y de algunas tesis políticas sustentadas por el EZLN. Mantener viva la izquierda en la actualidad requiere de una profunda revisión de muchos dogmas y antiguos postulados, no debe postergarse más el debate sobre las cuestiones estratégicas de los movimientos insurgentes, y en este sentido el estudio de las tesis políticas centrales del zapatismo resulta una tarea de orden. Pero además, la propuesta del zapatismo es tan amplia que incluso «aunque pierda gana»,{17} por lo que ha significado, por la trascendencia que ya han tenido sus ideas, por el impacto de lo que ya han logrado, porque se han resistido a ser absorbidos por la lógica de un Estado que responde a los intereses de la propiedad privada y el mercado.

En un mundo donde a todo se le quiere dar un valor mercantil, los zapatistas demuestran cada día con su proyecto de resistencia ético y político que hay algo a lo que no puede ponerse precio: la dignidad del ser humano.

Notas

{1} Entrevista a Marcos en el libro Subcomandante Marcos. El sueño zapatista, de Ivon Le Bot, pág. 123.

{2} Ver: Subcomandante Marcos, en Manuel Vázquez Montalván, Marcos: El señor de los espejos, ob. cit., pág. 179.

{3} Idem, pág. 128.

{4} Marcos explica que debido a esto le resultó tan difícil a los servicios de inteligencia detectar el movimiento. Fue una organización sana políticamente, muy modesta, pequeña en su equipo y en sus recursos. Sin muchos recursos financieros, no solo porque no opta por obtenerlos por medios delictivos, sino porque tampoco recibe ayuda del exterior. Idem, pág. 129.

{5} Ver: Franz Himkelammert. "Una sociedad en la que todos quepan: de la impotencia de la omnipotencia". En: Por una sociedad donde quepan todos. DEI, San José, Costa Rica 1996, pág. 363.
El proyecto zapatista se inserta en esta concepción, como la manifestación de una ética universal, sin llegar a dictar principios éticos ni relaciones de producción universalmente válidos. "Para que todos vivamos con dignidad –plantea Marcos– ese es el mundo que queremos los zapatistas, el precio de nuestra vida no es una alcaldía, una gubernatura, la presidencia de México o la presidencia de la Organización de Naciones Unidas o cualquier equivalente. El precio de la vida de los zapatistas es ese, un mundo donde puedan caber todos los mundos. Nosotros pensamos que a grandes rasgos eso es lo que define el momento en el que estamos, no sabemos qué sigue, pero sí sabemos que los pasos que siguen no los podemos decidir nosotros, ni siquiera encontrar, sabemos que para lo que sigue tenemos que encontrar otras voces y necesitamos que esas otras voces se escuchen entre ellas".

{6} Ver: Franz Himkelammert. "Una sociedad en la que todos quepan: de la impotencia de la omnipotencia". Ob. cit., pág. 364.

{7} Subcomandante Marcos en "Metáforas, metáforas, metáforas", Ver: Manuel Vázquez Montalván, ob. cit., pág. 143.

{8} El investigador Hugo Assmann alerta de posturas simplistas a la hora de entender el sentido de la concepción de una sociedad donde quepan todos, entendimiento que se obstaculiza por la asunción de esquemas más simples aún, con los cuales se opera el clima ideológico creado por la globalización: la visión de que el mercado contendría más lógica de inclusión que de exclusión, llegando prácticamente a eliminar las tendencias de exclusión que todavía contiene; el hecho de reducir la tensión organizadora de la esperanza a niveles de acomodación en lo que hay, y por último el peligro que implica limitarse a denunciar los males sociales y desde allí saltar directamente a la exigencia de un mundo completamente distinto del actualmente existente, mostrando una incapacidad de desarrollar propuestas alternativas prácticas, de entender las mediaciones transitorias hacia un mundo totalmente nuevoVer: Hugo Assmann. "Por una sociedad donde quepan todos". En: Por una sociedad donde quepan todos. Ob. cit, pág. 381.

{9} "En la figura que se llama oximoron, se splica una palabra , un epíteto que parece contradecirla; así los gnósticos hablaron de una luz oscura; los alquimistas de un sol negro" Jorge Luis Borges. Ver: Subcomandante Marcos. "¡Oximoron! La derecha intelectual y el fascismo liberal". Archivo especial, pág. 9.

{10} Subcomandante Marcos. Intervención oral del EZLN en palabras de Marcos para las cuatro mesas de trabajo del tema Política. En el encuentro mundial por la humanidad y contra el Neoliberalismo, 30 de julio de 1996: "Hemos pensado que si hacemos un cambio de premisa de ver el poder, el problema del poder planteando que no queríamos tomarlo esto iba a producir otra forma de hacer política y otro tipo de político, otros seres humanos que hicieran política diferentes a los políticos que padecemos hoy en todo el espectro político: izquierda, centro, derecha y los múltiplos que haya"

{11} Subcomandante Marcos. "Haremos política sin el glamour pasamontañas". En: El país, 25 de febrero de 2001, pág. 4.

{12} Subcomandante Marcos. Desde el Zócalo de la Ciudad de México, Comité Clandestino Revolucionario indígena. 11 de marzo del 2001. Ver: Documentos del coonflicto. En: Observatorio Social de América Latina, No.4, junio del 2001, p. 32 Desde el Zócalo de la ciudad de México el Subcomandante Marcos señaló: "¡México!: No venimos a decirte qué hacer, ni a guiarte a ningún lado. Venimos a pedirte humildemente, respetuosamente que nos ayudes. Que no permitas que vuelva a amanecer sin que esa bandera tenga un lugar digno para nosotros los que somos el color de la tierra".

{13} Ver: John Holloway. "El zapatismo y las ciencias sociales en América Latina". En: Observatorio Social de América Latina, nº 4, junio del 2001, págs. 171-176. Atilio A. Boron. "La selva y la polis. Reflexiones en torno a la teoría política del zapatismo". Idem, págs. 177-186. Jonh Holloway. "La asimetría de la lucha de clases. Idem, págs. 187-188.

{14} John Holloway. "La asimetría de la lucha de clases. Idem, pág. 187.

{15} Idem.

{16} Ver: John Holloway. "El zapatismo y las ciencias sociales en América Latina", Ob.cit, pág. 175.

{17} Ver: Subcomandante Marcos. En: Manuel Vázquez Montalván. Marcos: El señor de los espejos, Ediciones El País, Madrid 1999, pág. 186.

El Catoblepas
© 2002 nodulo.org