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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 6 • agosto 2002 • página 13
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Rigoberta Menchú:
el fraude antihispano

Francisco Díaz de Otazu Güerri

Con ocasión de la edición en español del libro de David Stoll sobre Rigoberta Menchú se comenta el papel político jugado por la teología de la liberación

La premio Nobel de la Paz en 1992, Rigoberta Menchú Tum, nació en la aldea de Chimel, Departamento del Quiché, Guatemala, en el año de 1959. En Guatemala, aparte del español, existen otros veinte lenguajes de origen maya con sus respectivas etnias, aparte del idioma xinca (indígena, no maya) y del garífuna. Rigoberta Menchú pertenece a la etnia maya-quiché. Su libro Me llamo Rigoberta Menchú es uno de los libros guatemaltecos más conocido en el mundo. Salió a luz en 1983, y desde entonces ha sido reeditado varias veces y traducido a más de doce idiomas. En este libro, del género «testimonial», falsamente biográfico como veremos, Rigoberta Menchú relata las atrocidades que fueron perpetradas en contra de su familia, cinco asesinados, entre ellos su padre, quien murió en el asalto de la embajada española, con sorprendente complicidad del embajador, en 1980, por las fuerzas gubernamentales, y su madre, secuestrada por el ejército y luego asesinada después de haber sido torturada. Aunque el libro en sí se pretende autobiográfico, es más bien un «testimonio», pero de ficción, con el propósito de relatar las atrocidades que se cometieron en contra del pueblo «maya», figura tan anacrónica como denominar tartésico al andaluz, durante la década de los años ochenta por los gobiernos militares de Romeo Lucas García, Efraín Ríos Montt (además de general, un iluminado predicador evangelista que pretendió enseñar teología al Papa y que todavía preside la cámara legislativa) y Oscar Mejía Víctores. A lo largo de su libro se puede percibir lo importante de lo religioso en todo el conflicto. En 1998 publicó su último libro, Rigoberta: la nieta de los Mayas, con la colaboración del escritor guatemalteco Dante Liano y el periodista italiano Gianni Minà.

Gracias a nodulo.org acaba de aparecer ahora el revelador libro de David Stoll, Rigoberta Menchú y la historia de todos los guatemaltecos pobres, inédito hasta ahora en español por la presión poderosa de los medios catoprogresistas, que se ofrece en http://nodulo.org/bib/stoll/rmg.htm y que sin duda está llamado a conocer una gran difusión: el medio hispano marxista www.lainsignia.org ha reproducido un capítulo y en el medio radical www.rebelion.org también aparece un enlace, en su sección Libros libres.

David Stoll afirma, por ejemplo, que la lucha por la tierra –eje de la autobiografía– no fue –como sostiene Menchú– una batalla contra terratenientes adinerados de descendencia europea que manipularon a las agencias del gobierno para desterrar a los campesinos indígenas de sus parcelas; sino un conflicto familiar en el que el padre de la Menchú, el terrateniente acomodado Vicente Menchú Pérez, se enfrentó a su familia política por la posesión de un feudo. Vicente perdió el conflicto y debió entregar la tierra. «Los Tum eran nuestros enemigos», dijo Rosa Menchú Calám, media hermana de Rigoberta –entrevistada por Stoll– en alusión a la familia política de los Menchú, y afirmó que «siempre cortaban los alambrados para que los animales comieran la cosecha y no tuviéramos suficiente que comer».

Los recuerdos de la hermana están respaldados por cientos de páginas de los archivos gubernamentales del Instituto de Transformación Agraria Nacional de Guatemala, donde no hay una sola referencia sobre terratenientes ladinos o españoles.

En otra página del libro-entrevista, Menchú afirmó que vio cómo su hermano Nicolás moría de hambre. Sin embargo, según el testimonio de otros hermanos de la Nobel, el único hermano llamado así es un hombre de 49 años de edad que está vivo hoy. Además, en el libro se nombra a otro hermano, Petrocinio, que supuestamente habría sido quemado vivo junto a otros campesinos por el ejército frente a toda la familia. Sin embargo, los residentes de San Miguel Uspantán, donde ocurrieron los hechos, no recuerdan ningún asesinato de esa clase. Aunque no guardan simpatía por el ejército, los campesinos afirman que «por aquí, nadie fue quemado vivo». «Fue una guerra sucia –admite un vecino de Rigoberta–, a uno lo secuestraban y luego lo mataban. Así fue como murió Petrocinio.»

«Nunca fui a la escuela», dijo también Menchú en su libro, quien además relata que no podía leer, escribir ni hablar el castellano sino hasta poco antes de dictar su autobiografía. Sin embargo, Rigoberta fue educada por religiosas belgas que hoy la recuerdan como «una alumna ejemplar».

Además, Stoll afirma que este hecho hace imposible aceptar la versión de la Premio Nobel de que fue, desde joven, organizadora de un movimiento político clandestino y de que trabajó en las plantaciones de café y algodón como describe con gran detalle en su biografía. Por todo ello, afirma Stoll, «el libro de la señora Menchú no puede ser el relato-testimonio que pretende ser», porque la Premio Nobel de la Paz repetidamente describe «experiencias que nunca vivió».

La polémica, surgida tras las noticias difundidas por The New York Times y la BBC de Londres, llevó a que incluso se estudiara la posible revocación del Premio Nobel. Sin embargo, desde Oslo, el director del organismo, Geir Lundestad, dijo que está al tanto del manuscrito de Stoll, pero que «no hay ninguna posibilidad de revocar el Premio». En efecto, utilizando los datos ofrecidos por Stoll y con fuentes propias, un periodista del The New York Times llevó a cabo varias entrevistas que también contradicen el relato de Menchú. Dicha indígena presumió de haber aprendido español recientemente, pese a que fue alumna brillante de monjas hispano-franco-belgas. Para Rigoberta, la responsabilidad final de los contenidos del libro debe recaer sobre la antropóloga venezolana Elisabeth Burgos, que publicó la biografía de Menchú a partir de varias horas de grabaciones magnetofónicas. Como aseguró Burgos a un periodista español, «cada frase en el libro viene de lo que Menchú dijo en las cintas». La circunstancia de que Burgos era entonces esposa de Regis Debray, íntimo colaborador de Fidel Castro, y la publicación inicial del libro en La Habana, son indicativos de la paradójica confluencia de la izquierda con elementos católicos, protestantes carismáticos e intereses norteamericanos, para utilizar el indigenismo, la religión y el premio Nobel, así como la papanatería española, siempre dispuesta digerir la «Leyenda Negra», como arma contra lo unitivo del hispanismo, en un fecha tan señalada como fue el Quinto Centenario.

No se puede entender todo este conflicto en claves laicas y europeas, de clase, con el viejo paradigma «derecha-izquierda». Hay que sumergirse en la problemática religioso-filosófico-política que confluye en la «Teología de la liberación», y que ha sido estudiada sistemáticamente, desde el derechismo más clásico por Ricardo de la Cierva, y desde el materialismo filosófico por Eliseo Rabadán. La derecha suele significar que se trata de la infiltración del marxismo en la Iglesia, a partir del movimiento «Pax», con una financiación que partiría del este europeo en plena guerra fría. La izquierda, la no contaminada por querencias religiosizantes, a la inversa, señala un tentáculo eclesiástico para corromper el marxismo, el internacionalismo, e incluso una penetración cultural de financiación alemana. En ambos casos, los jesuitas, y su experimento de tibetanización atberzale vasco. No es anecdótico el papel geográfico y experimental de Chiapas, la diócesis de fray Bartolomé de las Casas, que con el obispo Samuel Ruiz fue confusa probeta para catequistas y subcomandantes marxistas, con el visto bueno de las prospecciones petrolíferas yanquis.

Cuando tenemos que tratar de la teología de la liberación, como de la teología política, habitualmente comenzamos hablando de lo que es un mero revestimiento de la misma, y una mera consecuencia de sus principios más internos: tanto el encarnacionismo, el indigenismo o la práxis marxista no son de suyo los fundamentos inspiradores de la teología de la liberación sino más bien su manifestación en la práxis y su instrumento de análisis. Sus raíces son otras; definir la teología de la liberación como el «cristianismo socialista» o el «cristianismo político-populista», sin dejar de ser un poco cierto, no deja de ser una mera valoración descriptiva, que no da cuenta completa de todo lo que la ha inspirado, y por lo tanto, la ha llevado a tal análisis de la realidad.

En primer lugar, la pregunta básica que se hacen los teólogos de la liberación, en especial Gutiérrez, que es el más puro representante de esta corriente es: ¿Cuál es la relación entre liberación humana y salvación cristiana? Esta es la pregunta básica y fundamental de la teología de la liberación, sin la cual nunca se podrá entender ni analizar integralmente tal fenómeno. La pregunta es lícita de por sí, porque conocemos todos lo enraizada que está la liberación humana en la salvación cristiana. La cuestión está en la respuesta que se va a dar. En primer lugar hay todo un planteamiento de la Teología de la gracia: para la Teología de la liberación la realidad sobrenatural de la gracia creada no tiene entidad propia, real, sino que no es otra cosa que los impulsos humanos hacia una mayor autonomía. Por tal razón, la construcción del Reino de Dios, no puede estar sólo en la mirada a lo trascendente, ni siquiera en la edificación de la ciudad terrena como reflejo de lo trascendente, sino que más bien, la gracia estaría presente en todo impulso, en todo fenómeno, todo movimiento de liberación humana (por tal razón no pocos teólogos han visto en la teología de la liberación una manifestación del viejo pelagianismo: la gracia no es más que el esfuerzo humano hacia su plena autonomía personal y social). Al pelagianismo extremo se contrapone la doctrina de la gracia protestante, que acentúa a San Agustín, de tal modo que nada valdría el esfuerzo y el mérito humanos, y todo estaría predestinado desde la omnisciencia divina. Las implicaciones de esta otra doctrina las estudia Max Weber para la ética del capitalismo. A nosotros nos basta saber que el catolicismo ortodoxo vendría a ocupar una posición intermedia.

Ello implicará necesariamente una deficiente concepción cristológica: ¿cuál es el motivo de la encarnación de Jesucristo? La teología de la liberación lo que hace es desdivinizar a Cristo para mostrar que el mensaje evangélico consiste en que Dios tiene su proyecto en la liberación social y nacional de los desheredados: así, la muerte de Cristo no es un acto redentor, sino el asesinato político de un hombre que lucha por llevar a su pueblo a la liberación social, oponiéndose a un pueblo opresor, tiránico y «capitalista». Así, la soteriología que nos presentarán estos autores se ve desposeída de todo aliento espiritual, y es únicamente causa ejemplar, no causa eficiente de nuestra liberación. Es lo que nos mueve a luchar por el que muere así, el proletario, el indígena y el desheredado. Por esta razón la teología de la liberación aplica el análisis marxista: la gracia está en todo proceso humano de liberación, y por lo tanto el cristiano debe apoyar todo proceso de liberación humano, tanto personal como social: así, dado el auge del socialismo en los 60-70, estos autores identifican tal movimiento como otro impulso liberador, ¿y cómo lo justifican? Sencillo: aunque se niegue a Dios materialmente, formalmente se le afirma, porque se defiende su causa. Esos impulsos renovadores son cíclicos, surgen a través de la historia, y ha de descubrirse a Dios en ellos; de hecho, para la teología de la liberación el hecho clave hermenéutico es el éxodo israelita: a través de un hecho liberador de la esclavitud, de la pobreza y del imperialismo, los israelitas descubren en tales impulsos liberadores la presencia de Dios. Tal análisis después lo aplicarán a las modernas circunstancias históricas, con nombres y apellidos: El Salvador, Nicaragua, Méjico. Esto es lo que lleva a aplicar el análisis marxista: La cuestión de por qué los grandes teólogos de la liberación han renunciado ya al estricto análisis marxista es harina de otro costal. Aunque para el general jesuita Arrupe, «el método de análisis contamina las conclusiones», parece que tanto el catolicismo como el marxismo son aquí un barniz, una impostura, que oculta un proyecto divisorio del tipo tribal, antihistórico, un «regreso a la tribu», que diría Joaquín Estefanía, a la pluma y a la chapela, sea ésta «maya» o euzkadia.

Por ultimo, esto tiene serias implicaciones eclesiológicas: frente al intento de una organización sacramental y jerárquica, que es lo que ha sido –según estos– la Iglesia, el proyecto originario de Dios es el de la fraternidad universal que se proyecta hacia su liberación social y política. (Eclesiogénesis, «cuando la Iglesia se hizo pueblo», Leonardo Boff). Pero esta fraternidad universal es una «plataforma fantasma, a saber, la idea de un proletariado mundial, como contrafigura actual del capitalismo universal; una plataforma que no existe en ninguna parte y que sólo sirve para llenar la boca de algunos revolucionarios utópicos» (Gustavo Bueno, «Dialéctica de clases y dialéctica de estados», El Basilisco, nº 30). Esta utopía troskista, dotada al menos de cierta grandeza de miras contrasta con la sabiniana menchuana, del regreso a la microtribu, de un ideal infantil tipo Asterix, que sólo puede hacer sonreír al imperio globalizador yanqui, que financia, particularmente en su «patio trasero», la idea del «divide et impera».

Como alternativa, también en palabras de Bueno, sólo nos queda reparar en los elementos unitivos, «los témpanos flotantes y activos de un imperio desaparecido, como fue el imperio español». La lengua española, frente al disparate de los mil dialectos y a la uniformidad inglesa. El rigor en la ortodoxia católica, para quien es creyente, en todo caso, con más acento en la teología y la filosofía que en el carismatismo protestantizante, y en la tradición católica que en el pelagianismo liberacionista. Méjico, Brasil, España..., no merecen la partición folklórico-tribal, sino apoyar planes y programas políticos en una nueva Comunidad Hispánica.

 

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