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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 7 • septiembre 2002 • página 20
Artículos

Conjugar la Filosofía

Antonio Muñoz Ballesta

Se insiste en la necesidad de mantener en vigor la Filosofía entendida como Materialismo filosófico en un mundo dominado por los dogmatismos, supersticiones y abandono de la actividad filosófica auténtica, ilustrándose esta pretensión con la reinterpretación de Gustavo Bueno de la relación entre «base» y «superestructura»

A Gustavo Bueno, en su 78 cumpleaños
«Sólo en medio de la actividad desearás vivir más de cien años.»
(Poema japonés)
«Hace falta mucho, mucho tiempo, para ser joven.»
(Pablo Ruiz Picasso)

La actividad humana es la esencia de la Filosofía en el doble sentido de oficio de filosofar y como tema fundamental de ella. Y en los tiempos que corren es más necesaria que nunca esa actividad crítica que siempre ha sido la «actividad filosófica»: Gustavo Bueno es el más brillante ejemplo hispano de la actividad filosófica y de la Filosofía centrada en la «actividad humana». La «filosofía» que se considera «superada» por el «pensamiento infantil» generalizado no es la «verdadera filosofía». Y si hay alguien que sigue siendo un verdadero filósofo, ese es Gustavo Bueno. Gustavo Bueno, y su Materialismo filosófico es difícil que sean superados, otra cosa es que «el Materialismo filosófico» o la «actividad que realiza el Materialismo filosófico» pueda ser «perfeccionada» –cosa que debe ser así, pues la Filosofía está siempre entretejida con la sociedad de su tiempo–. El Materialismo filosófico no es algo «trasnochado», pues entonces la Filosofía como actividad humana sería «superada», pero ¿superada por qué? ¿Es posible ya una civilización humana occidental «sin Filosofía»? ¿Está la civilización occidental, que otro tiempo supo convivir con la Teología dogmática, renunciando a la Filosofía –y no tan solo a la «enseñanza de la Filosofía»–? ¿Se puede permitir Occidente el lujo de renunciar a la Filosofía cuando parece comenzar una «segunda guerra fría», esta vez contra el «islamismo»? ¿Podrá Occidente retornar a la Filosofía para poder salir victorioso de las diversas especies del «pensamiento infantil» de supersticiones y dogmatismos? ¿Debe contribuir la Filosofía, como ideología filosófica verdadera, al mantenimiento de los logros de la civilización y de las sociedades que defienden la libertad y la justicia o no es función suya?

El ejercicio de la Filosofía mantiene en forma a las Ideas filosóficas y a los filósofos, para comprobarlo solamente tenemos que constatar la Filosofía que se hace desde el presente social y político por el Materialismo filosófico en conjugación con las Ideas filosóficas de la Historia de la Filosofía, y en este sentido podemos recordar a Marx y a Engels, que también eran filósofos, y que aportaron Ideas que la Filosofía del Presente no puede dejar de replantearse, salvo que sea la filosofía «políticamente correcta», la cual es más ideología que Filosofía, o peor aún, ni tan siquiera llega a ser «ideología». Y sin embargo las Ideas de Marx, en ciertos aspectos, se mantienen vigentes en Filosofía. A ello ha contribuido en gran medida las aportaciones de Gustavo Bueno. Un ejemplo es la aportación del Filósofo a la comprensión correcta de las Ideas marxistas de «base» y «superestructura». ¿Cómo deben entenderse verdaderamente estas dos ideas típicas, y muchas veces tópicas, del pensamiento marxista? ¿Cómo se han entendido hasta ahora?

«Desde este lugar, cabría reinterpretar gran parte de la oposición marxista entre base/superestructura, por medio de la distinción entre esencia/fenómeno (muchas veces las superestructuras desempeñan en algunos expositores marxistas el papel de epifenómenos). Esta reinterpretación es uno de los puntos por donde podría practicarse la 'vuelta del revés' de la doctrina marxista clásica. El materialismo histórico, según esto, habría recogido la distinción entre esencia y fenómeno por medio de su distinción entre base (una realidad que actúa tras los fenómenos, el motor de la historia) y superestructura. Ahora bien, aunque la distinción base/superestructura desempeña algunos oficios de la distinción esencia/fenómeno, también es cierto que oscurece y distorsiona tales oficios. Ocurre como si la distinción base/superestructura hubiera sido moldeada continuamente por la distinción escolástica entre sustancia y accidente. Pues la base dice algo que debe ser previo y anterior a la superestructura, y aun cuando ésta puede repercutir, por su propio peso, sobre la base, más bien prevaleció la idea de una relación estática en la cual la base viene a ser como el soporte o sustancia que sostiene al accidente, y éste se desploma cuando aquélla cambia o desaparece (lo que no excluye que el accidente pueda ejercer alguna reacción sobre la sustancia). En este esquema estático, procedente de una metáfora arquitectónica desafortunada, base y superestructura son pensados como componentes yuxtapuestos. Y si se postula que la superestructura brota de la base, este postulado ha de reconocerse como ad hoc, puesto que no se puede dar la razón de por qué, por ejemplo del modo de producción asiático han de brotar los fenómenos superestructuras constituidos por las deidades zoomórficas.» Gustavo Bueno, Primer ensayo sobre las categorías de las 'ciencias políticas', Biblioteca Riojana, Logroño 1991.

Observamos que la metáfora tradicional por la que se viene entendiendo la relación «base/superestructura» ha sido:

1. esencia / fenómeno
2. sustancia / accidente
3. metáfora de las ramas que brotan del tronco del árbol.

Entonces, ¿es suficiente este análisis crítico para rechazar totalmente las Ideas marxistas de base y superestructura puesto que estas analogías se muestran gratuitas y no responden a la realidad? Bueno estima que no, y sigue analizando dentro del pensamiento aristotélico las limitaciones de la comprensión de la relación base y superestructura: «La distinción base/ superestructura no se ajusta, en su ejercicio, al molde de la distinción escolástica sustancia/accidente. Lo desborda y, para continuar con coordenadas aristotélicas, diríamos que absorbe también importantes aspectos de la distinción materia/forma, pero, sobre todo, de la distinción causa eficiente/causa final.» Se trata, pues, de que el molde escolástico sustancia/accidente resulta ser insuficiente para comprender la relación entre base/superestructura. Y ello es así porque también hay otras distinciones que están englobadas en las Ideas de base y superestructura, a saber, la distinción materia/forma y la distinción causa eficiente/causa final. ¿De qué se trata entonces? Gustavo Bueno lo dice con toda claridad: no es posible seguir interpretando al Materialismo como si fuera una metafísica: «Lo decisivo es, por un lado, no hipostasiar o sustancializar la base tratándola como si tuviese autonomía política y, por otro, no reducir la superestructura a la condición de un epifenómeno que marcha arrastrado, como una espuma flotante, por el oleaje de fondo. La causalidad de los fenómenos, por su parte, tampoco puede tener autonomía, y conceder esto sería aproximarnos al idealismo histórico.» Gustavo Bueno está tomando partido por el materialismo ontológico aunque no «metafísico», ya que no se pueden admitir las sustancializaciones aristotélicas, y ello a pesar de que el Mundo aristotélico sea un mundo dinámico; tenemos, pues, que partir, de nuevo, del Materialismo de Baruch Espinosa entendido desde la inmanencia de un pluralismo material y no desde un monismo sustancial, porque no se puede permitir las sustancializaciones en las sociedades humanas, ni en la naturaleza; pero no podemos volver a recoger la analogía de la esencia/fenómeno para reinterpretar la relación base/superestructura, por ello insiste Bueno en que «la causalidad de los fenómenos tampoco puede tener autonomía». Y para rechazar esa analogía recurre ahora, no a su carácter insuficiente como había hecho antes, sino apelando a la Historia: «Los fenómenos sólo alcanzan su significado histórico en cuanto a través de ellos se moviliza la base, la esencia.» ¿Y cómo interpretar este hecho histórico, que observamos, desde el Materialismo filosófico? Ya hemos visto que las Ideas marxistas se prestan a confusión. La respuesta de Gustavo Bueno es su Idea de la conexión diamérica. La relación entre base y superestructura no puede ser «metamérica», y por tanto, tiene que ser «diamérica»{1}. «La conexión (entre base y superestructura) es diamérica (base y superestructura se comportan como conceptos conjugados).»

Las Ideas del Materialismo filosófico «relaciones diaméricas» y «conceptos conjugados» surgen de la misma realidad social histórica y son expuestas como las más pertinentes por Gustavo Bueno desde una Filosofía académica (en el mejor sentido de la palabra), y para ello ha tenido que realizar una crítica a las Ideas filosóficas anteriores y a su relación, en concreto, pero no es que esas Ideas dejaran de estar en otro plano que no fuera el filosófico, sino precisamente por estar en ese plano. Por consiguiente debemos reconocer desde el Materialismo filosófico que el pensamiento de Marx y Engels fue un pensamiento filosófico, frente a las opiniones que, dentro y fuera del Materialismo filosófico –y dentro y fuera del marxismo o «materialismo»–, tratan de decirnos que el pensamiento marxista, y no solamente en esta cuestión de las Ideas de base y superestructura, fue una simple reflexión «científica» o «moralista» o «ideológica».

Veamos como, magistralmente, expone Gustavo Bueno desde sus Ideas de «relaciones diaméricas» y «conceptos conjugados»{2}, la relación entre «base y superestructura», y como estas Ideas marxistas cobran nueva fuerza quedando integradas en el Materialismo filosófico, y a la misma vez, nos ofrece una analogía que permite imaginarnos más fielmente lo que es la realidad del funcionamiento de las sociedades humanas: «Si tomamos a la superestructura como un todo homogéneo diremos que sus partes se vinculan entre sí por medio de la base, pero también recíprocamente. Una imagen más adecuada de la conexión nos la proporciona la relación entre el calor que fluye de la caldera de una máquina de vapor y la superestructura de pistones, bielas, ruedas y contactos con el refrigerante y el combustible, a través de los cuales se desarrolla el fluido en expansión. Sin la superestructura el calor se derramaría directamente en el entorno; aplicado a esa superestructura, la máquina se mueve por el calor y se realimenta con combustible procedente desde luego del exterior del sistema, pues no estamos ante un perpetuum mobile, pero sí ante un móvil recurrente.»

¿Qué correspondencias –que no identidades– se están estableciendo? En primer lugar, que en una sociedad civil o política al «calor» del ejemplo le corresponde la «energía básica del sistema», y en segundo lugar, que en dicha sociedad, a la «superestructura de pistones, bielas, ruedas, &c.» corresponde ese ámbito fenoménico de planes y programas o proyectos, que sin tener una función motora del sistema, sí que posibilitan la realimentación del mismo, su recurrencia y permanencia durante la historia (demostrando así la eutaxia de la sociedad política organizada). Las superestructuras fenoménicas tienen una función conformadora. La «base» o componente básico de la sociedad política no puede interpretarse como una energía material económica sustancializada.

La «base» no es nada si no se conjuga con la «superestructura» permitiendo la realimentación o recurrencia de la sociedad. Así la energía que hacía posible que «centenares de individuos cooperasen a la construcción de una catedral o de una pirámide» no es una magnitud económica sustantiva porque «su dimensión económica» la adquiere precisamente al aplicarse a la construcción de la catedral o de la pirámide.

¿Alguien, que no se encuentre en un error gravísimo, puede «jubilar» a esta forma de hacer Filosofía? Es más, es imposible que el intento de «jubilación» de esta Filosofía sea real. Es pura ilusión el creer que se ha jubilado al Materialismo filosófico de la sociedad del presente, pues la sociedad civil o política es mucho más y más poderosa que la «función pública» (la Academia de Platón no estaba constituida por funcionarios públicos). Así que con una actividad filosófica como la que hemos visto que realiza Gustavo Bueno, y no solamente él, esperamos, sin lugar a duda, una larga vida al Materialismo filosófico o a la Filosofía y a Gustavo Bueno.

Notas

{1} «Diamérico» de dia (a través de) y meros (parte), así la relación de un organismo con otros de su misma especie o la de una célula con respecto a otra célula del mismo tejido es una relación diamérica, y en cambio, la relación de un organismo individual con el continente en el que vive, o con las estructuras subatómicas que lo constituyen, es metamérica.

{2} Las conexiones metaméricas de yuxtaposición, reducción, fusión o articulación, entre pares de Ideas o conceptos que se dan a lo largo de la historia de la filosofía o de la ciencia y, que se muestran obscuras o arbitrarias, dejan paso en un determinado momento a la comprensión de la oposición sui generis de las dos Ideas o conceptos desde un contexto de conexión diamérica al comprobarse que la oposición no es de mera contrariedad, contradictoriedad, o correlación. Así por ejemplo el par de conceptos «reposo» y «movimiento», o el par de Ideas «conocimiento» y «acción» humana, o el par «alma/cuerpo».

 

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