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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 7 • septiembre 2002 • página 22
Libros

Gregorio Mayans reducido a bytes

Gustavo Bueno Sánchez

Con ocasión de la publicación de Gregorio Mayans Siscar digital, Biblioteca Valenciana & Fundación Hernando de Larramendi, Madrid 2002, un cederrón

Como ya saben los pocos interesados por estas cosas, a finales del siglo pasado se publicó la edición digital de las obras completas y del epistolario de Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912). Menéndez Pelayo digital ocupa 286 Mb, y se distribuye hasta ahora en soporte cederrón. Incluye la versión electrónica, en formato texto, del contenido íntegro de los 67 volúmenes de la Edición Nacional de sus obras (publicada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas [CSIC] entre 1940 y 1974), los 23 volúmenes del Epistolario (publicado por la Fundación Universitaria Española Dulce Nombre de Jesús y de San Antonio [FUE] entre 1982 y 1991) y una bibliografía actualizada, con más de tres mil registros bibliográficos sobre don Marcelino. Una aplicación informática de suficiente calidad permite realizar búsquedas simples y complejas sobre cada uno de los tres bloques de contenidos por separado (obras, cartas, bibliografía), permitiendo esta herramienta una explotación absolutamente nueva de la importante cantera de datos que se acumulan en las obras de Menéndez Pelayo. Aquella edición de 1999 marcó un hito, y el inicio en España de esta modalidad de ediciones.

Gregorio Mayans digital Tres años después, y procedente del mismo entorno, acaba de publicarse una segunda obra similar: Gregorio Mayans y Siscar digital. Ocupa 344 Mb y también se distribuye por ahora en soporte cederrón. Como en el caso anterior, y para tranquilidad de bibliópolas y bibliotecarios, que siempre se ponen muy nerviosos cuando aparecen soportes y formatos nuevos, dotado del dichoso numerito ISBN con el que se uniforman desde hace tres décadas todos los libros que se publican, penoso modo de alienar desde su cuna los nuevos libros que vienen al mundo, marcados de forma indeleble para que los mercaderes puedan traficar agusto con ellos, y en el caso de los ejemplares más desgraciados, mejor ser fichados en esos campos de concentración que son las bibliotecas, antesala del exterminio que llaman delicadamente expurgo. Trescientos sesenta millones largos de bytes no son un libro. Pueden contener esos bytes, como sucede en el caso que nos ocupa, una variedad amplísima de textos, que pueden haber llenado miles de páginas de libros, ediciones impresas sobre papel que incluso pueden haber servido como referencia para marcar y fijar esos textos, pero que son textos y no libros. ¿Por qué dotar entonces a tales ediciones digitales del número normalizado internacional para libros? ¿Cuándo dejarán de confundirse textos con libros y libros con textos? Por supuesto, sería cometer la misma confusión definir Gregorio Mayans y Siscar digital como un cederrón: los 344 Mb de esa obra que están en el disco duro de mi ordenador, pueden haber sido copiados desde el cederrón de la «edición canónica», o transferidos por internet desde otro disco duro. En ambos casos esa copia absolutamente idéntica ya no precisa, para poder existir, del soporte cederrón (¡que encima dicen que es un libro!) en el que inicialmente comenzó su imparable propagación y duplicación.

Menéndez Pelayo digital [MPD] apareció en 1999 como publicación exenta. Gregorio Mayans y Siscar digital [GMD] aparece en 2002 como número 2 de una Biblioteca Virtual Menéndez Pelayo de Polígrafos Españoles (cuyo nº 1 se asigna retrospectivamente precisamente a MPD), que forma parte de un proyecto más amplio denominado Bibliotecas Virtuales FHL, editadas por la Fundación Hernando de Larramendi.

La Fundación Hernando de Larramendi [FHL], creada en recuerdo de Luis Hernando de Larramendi (abogado, escritor y político tradicionalista, fundador y director de El Criterio –sus fines son: «a. Fomento de la caridad en las relaciones sociales como expresión concreta del amor y preferencia por los débiles y pobres, base de la doctrina de la iglesia católica y protección a personas o grupos con inferioridad o de otra clase; b. Análisis de la función de las instituciones independientes como medio de optimización de recursos y dinamización de la sociedad; c. Estudio de la influencia histórica de la acción del carlismo en la sociedad española; d. Promoción de estudios o actuaciones de carácter científico de interés general no lucrativo»–), fue presidida hasta su fallecimiento, se cumple este mes de septiembre un año, por su hijo, Ignacio Hernando de Larramendi y Montiano (1921-2001), máximo ejecutivo e impulsor entre 1955 y 1990 de MAPFRE (el mayor grupo asegurador español –«Sistema Mapfre», «Corporación Mapfre»–, que ha logrado una presencia transcendental en hispanoamérica), quien durante los años noventa promovió un ambicioso programa de investigaciones, estudios y ediciones, desarrollado primero (en el contexto sobre todo del Quinto Centenario) desde la Fundación Mapfre América, que presidió, después bajo el amparo también de la Fundación Histórica Tavera, de la que fue vicepresidente ejecutivo, y más tarde desde la plataforma de la Fundación que lleva el apellido familiar y la empresa Digibis, fundada en 1997. Ignacio Hernando de Larramendi, un año antes de fallecer, en su interesante libro Así se hizo MAPFRE (Actas Editorial, Madrid 2000, págs. 130-131), escribía a punto de cumplir los ochenta años:

«Pero sobre todo me dedico a consolidar la empresa Digibis, prácticamente desligada de la Fundación Histórica Tavera y en que es mayoritaria la Fundación Hernando de Larramendi, con destacada participación de la Fundación Mapfre Guanarteme. Ya he dicho que en el año 1997, y para profesionalizar el centro de publicaciones digitales de la Fundación Histórica Tavera, se creó la empresa Digibis, con la participación en su capital de varias Fundaciones, entre las que se encontraba la propia Fundación Histórica Tavera, la Fundación Hernando de Larramendi y la Fundación Mapfre Guanarteme. (...) El proceso de gestación de Digibis ha sido lento y difícil y no exento de graves riesgos (...) que le ha llevado a ser reconocida como empresa especializada en la edición digital. Continúa en ella desempeñando con gran efectividad la dirección general Joaquín van den Brule y cuenta con la participación de mi hija Tachi Hernando de Larramendi como directora técnica (...). Mi deseo en estos momentos es la profesionalización y consolidación definitiva de Digibis como empresa casi de carácter familiar, con protagonismo de mis hijos y dedicada a desarrollar principalmente proyectos con Fundaciones y entidades de carácter cultural y académico. El último producto de esta empresa, de la cual me siento orgulloso, ha sido el CD Rom con las obras completas de Marcelino Menéndez y Pelayo, al que ya he hecho referencia, y que considero un logro no sólo cultural, sino también tecnológico.»

De las Bibliotecas Virtuales FHL, cuyo «objetivo último es la difusión de la civilización hispanoamericana» y son entendidas como «un nuevo tipo de biblioteca virtual para el siglo XXI», hay tres que ya están en marcha en mayo de 2002: la ya mencionada Biblioteca Virtual Menéndez Pelayo de Polígrafos Españoles (con MPD y GMD en la calle), la Biblioteca Virtual Andrés Bello de Polígrafos Hispanoamericanos, con las ediciones digitales de las obras de Andrés Bello (1781-1865) y de Alfonso Reyes (1889-1859), y la Biblioteca Virtual de Pensadores Tradicionalistas, con las ediciones digitales de las obras de Rafael Gambra Ciudad (1920) y de Vicente Marrero (1922-2000).

Al parecer, las Bibliotecas Virtuales FHL se organizan en cuatro grandes proyectos. La Biblioteca Virtual de Polígrafos, la Biblioteca Virtual de Catedrales, la Biblioteca Virtual de Comentaristas de Aristóteles y la Biblioteca Virtual de Pensadores Tradicionalistas. El primero «a su vez se subdivide atendiendo a criterios geográficos y culturales en la Biblioteca Virtual Menéndez Pelayo de Polígrafos Españoles, la Biblioteca Virtual Fernando de Melo de Polígrafos Portugueses, la Biblioteca Virtual José de Anchieta de Polígrafos Brasileños y la Biblioteca Virtual Andrés Bello de Polígrafos Hispanoamericanos.»

Mientras que MPD apareció patrocinado por la Obra Social y Cultural de Caja Cantabria, promovido por la Fundación Histórica Tavera y la Biblioteca Menéndez Pelayo (es decir, el Ayuntamiento de Santander), con la colaboración del CSIC, la Fundación Universitaria Española (por entonces Gustavo Villapalos como presidente de su patronato) y la FHL; el patrocinio de GMD ha correspondido a la Biblioteca Valenciana, y la edición ha contado con la participación de la Fundación Histórica Tavera y de la Fundación Hernando de Larramendi (que incluso abre una serie dentro de la Biblioteca Virtual correspondiente, dedicada a Polígrafos Valencianos). En ambos casos la realización ha corrido a cargo de Digibis, y la directora de esta empresa, Tachi Hernando de Larramendi, aparece como responsable de la Coordinación General de las ediciones. [Entre una y otra edición FHL y Digibis han rediseñado acertadamente sus logotipos.]

«Si Ignacio Hernando de Larramendi y Xavier Agenjo siguieron impulsando el proyecto que había nacido al calor del Menéndez Pelayo digital, la Biblioteca Valenciana, gracias a la extraordinaria visión política y cultural de su Director, el profesor José Luis Villacañas, aportó todo tipo de medios materiales e intelectuales para culminar el proyecto que será pista de despegue para otras muchas ediciones digitales que ya se han empezado a preparar y que, incluso, se hayan en avanzado estado de desarrollo dentro de la serie 'Polígrafos Valencianos'.»

En efecto, de la Coordinación Científica de GMD se ocuparon José Luis Villacañas Berlanga (Catedrático de Filosofía de la Universidad de Murcia, director de la Biblioteca Valenciana, y Director General del Libro, Archivos y Bibliotecas de la Comunidad Valenciana) y Xavier Agenjo Bullón (que en su calidad de Director de la Biblioteca de Menéndez Pelayo intervino de forma esencial en la edición de MPD).

Xavier Agenjo Bullón, hijo del famoso entomólogo santanderino Ramón Agenjo Cecilia (1908-1985), fue durante años el cómplice de Ignacio Hernando de Larramendi en los proyectos que ambos fueron madurando, y por eso es natural que, desaparecido Larramendi, ocupe ahora el ilustre descendiente de don Eloy Bullón la responsabilidad de la dirección de Proyectos de la Fundación Hernando de Larramendi (actividad sin duda mucho más atractiva que la de guardián de la heredad de don Marcelino, quién en su calculado testamento se empeñó en que al frente de su biblioteca-museo –pues en su inmovilismo dejó prohibido que se viera incrementada con obras nuevas– debiera figurar funcionario del «Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos»: los antecesores de Xavier Agenjo –Miguel Artigas Ferrando 1915-1930, José María de Cossío 1930-1931, Enrique Sánchez Reyes 1931-1957, Ignacio Aguilera 1957-1976 y Manuel Revuelta Sañudo 1976-1994– ya se fueron encargando de publicar las obras y las cartas de don Marcelino, y de sacar todo el brillo posible a su memoria: Agenjo lo metió todo en un cederrón y no era plan languidecer mohoso hasta la jubilación en el ocio de tan ilustre canonjía funcionarial).

Gregorio Mayans Siscar (1699-1781) Si el lector ha llegado hasta aquí entenderá perfectamente las circunstancias que concurrieron para que fueran las obras de don Marcelino las que abrieran las ediciones digitales hispanas en soporte cederrón. Pero cabrá preguntarse, ¿y por qué han sido los escritos del célebre canónigo ilustrado don Gregorio Mayans (1699-1781) los que ahora van a lograr gran difusión gracias a la facilidad con la que se copian, se transmiten y se localizan los bytes? O dicho más en crudo: ¿por qué a estas alturas del desarrollo tecnológico, con miles de millones de pesetas y de euros gastados en presuntas investigaciones y desarrollos, con miles de profesores universitarios que no publican ni un artículo al año, con miles de licenciados en paro o subempleados, &c., no están ya disponibles obras similares de los cincuenta o cien clásicos que sería urgente poner en circulación? No hace falta responder: Democracia es cruel, y el único consuelo es que, al menos, los nombres de esos responsables haraganes que ni hacen ni dejan hacer no serán recordados dentro de unos años ni por sus amigos.

Ignoramos los detalles internos de la gestación del Gregorio Mayans digital, pero por lo que se puede deducir ante lo publicado, al margen del meritorio entorno institucional privado ya mencionado, GMD parece ser posible gracias a dos personas: Antonio Mestre Sanchis (profesor de la Universidad de Valencia, y editor principal de las obras y del abundante epistolario de Gregorio Mayans) en tanto que su labor –junto a la de otros varios profesores– dejó ordenados y editados en papel los textos de Mayans; y José Luis Villacañas Berlanga, desde la dirección de la Biblioteca Valenciana y sus responsabilidades políticas actuales (su circunstancia de catedrático de historia de la filosofía no es determinante al caso, como lo prueban a cada momento tantos otros profesores de filosofía que cada día demuestran también su inutilidad travestidos de políticos en ejercicio).

¿Si Mayans estaba ya editado en papel, puede suponer alguna ventaja la edición digital de esos mismos textos para lograr una mayor presencia del autor? Sin duda. Si, por ejemplo, estamos interesados por el alma de los brutos, en menos de un minuto habremos podido ahora encontrar, en una carta sin fecha del médico Millera a Mayans, el siguiente párrafo (que, por supuesto, podemos copiar directamente con un simple cortar y pegar):

«De lo dicho se susita la duda si los brutos tienen alma cognositiva, como quieren los Peripatéticos, o si son sólo máquinas, como le pareció a Cartesio i, antes de él, a Antonio Gómez Pereira, Spañol. (si Vmd. tiene noticia de algunas circunstancias de este Autor, será bueno alabarle porque, según dice el P. Vicente Thosca, fue Spañol).»

Las probabilidades de poder utilizar literatura mayansiana para un asunto concreto, de localizar un texto suyo, aún en el supuesto de disponer a mano las ediciones impresas de sus obras, serían mínimas o nula. Puede vaticinarse sin duda un incremento de la presencia de Mayans en los próximos meses, a medida que la edición digital se vaya propagando. Y nuestro vaticinio no es nada gratuito. Sirva el siguiente ejemplo: si google no miente, nada menos que en siete artículos (escritos por cinco autores diferentes) de los 129 publicados hasta el momento –número 6– en esta revista, El Catoblepas, revista crítica del presente, aparece citado el padre Feijoo (1676-1764), una generación anterior a Mayans. ¿Podría haberse producido en 2002 tal presencia del sabio benedictino de no estar libremente en internet desde 1998 la edición completa de sus obras?

Se podrá decir que la consulta de Feijoo en internet es gratuita, y que tanto MPD como GMD cuestan subido número de euros para una economía particular (325 euros MPD, 181 euros GMD) –los responsables de gastar dineros públicos prefieren comprar productos caros, pues así tienen que esforzarse menos en agotar los presupuestos–. Pero también cabe sospechar que ese precio lo abonarán únicamente los pocos autistas apartados de la sociedad que estén interesados, y las bibliotecas e instituciones públicas que quieran ponerle un sello, un tejuelo y un numerito ¡a la funda del cederrón! (¿cuántos cederrones habrán sucumbido al matasellado ardoroso de funcionarios cumplidores?). Pues los editores de MPD y de GMD han tenido el buen gusto de no incorporar trampas a los cederrones que soportan esas ediciones digitales, que pueden así ser duplicados con suma facilidad, y ni siquiera es imprescindible utilizar el disco cada vez que se maneja la edición: lo más cómodo es copiar todo el contenido del cederrón al disco duro del ordenador (obviamente, siempre que se disponga de espacio suficiente), efectuar desde allí la instalación del programa y olvidarse del cederrón. De cualquier modo no es probable que MPD o GMD ocupen espacio en el top manta de nuestras calles [para lectores de fuera de España: nombre que reciben ahora los efímeros puestos de cedés piratas, musicales sobre todo, que sobre una manta y en cualquier acera española instalan sus ilegales vendedores, que además suelen ser inmigrantes sin papeles], pues su público potencial es varios miles de veces menor al de los compradores del aserejé pirateado. De cualquier modo es previsible que en breve plazo, bien la Biblioteca Valenciana, bien la Fundación Hernando de Larramendi o cualquier otra institución, o más de una a la vez, ofrezcan libremente por internet la consulta de estas ediciones.

El programa de búsqueda, adaptado por Digibis utilizando BRS, se ha mejorado en GMD respecto a MPD: mientras que en el Menéndez Pelayo digital las búsquedas tenían que hacerse necesariamente por separado en las tres series documentales que conforman la obra (obras, epistolario, bibliografía), en el Mayans digital es posible buscar simultáneamente en todos los textos, y también por separado en las obras, en el epistolario o en la bibliografía, con potentes opciones de sencillo manejo. Un aspecto que podría mejorarse es el siguiente: como en las obras se incluyen tanto las introducciones modernas a las obras de Mayans como los textos propiamente dichos, se hace molesto a veces tener que discriminar si lo que se lee es de Mayans o de sus editores modernos. En las herramientas con las que está dotada la Patrología Latina de Migne (en versión digital, por supuesto), por ejemplo, esa diferencia está bien resuelta.

Gregorio Mayans digital Los textos que se contienen en GMD son los siguientes:

Las obra escrita en español por Mayans, siguiendo la edición preparada por Antonio Mestre: 1. Historia, Valencia 1983, 2. Literatura, Valencia 1984, 3. Retórica, Valencia 1984, 4. Regalismo y Jurisprudencia, Valencia 1985, 5. Ensayos y Varia, Valencia 1986. Más Gregorii Maiansii, generosi valentini, vita, –edición bilingüe, preparada por A. Mestre, Valencia 1974–, Emmanuelis Martini, alonensis decani vita –texto bilingüe, traducido por Luis Gil, Valencia 1977–. Filosofía cristiana. Apuntamientos para ella –preparada por S. Rus, Valencia 1998– y Razonatoria –edición preparada por A. Mestre, Prólogos de J. Mª. López Piñero, J. Garrido y V. Navarro, Valencia 1999–.

Los 17 volúmenes publicados del Epistolario (1. Mayans y los médicos –preparado por Vicente Peset, Valencia 1972–, 2. Mayans y Burriel – preparado por A. Mestre, Valencia 1972–, 3. Mayans y Martí –preparado por A. Mestre, Valencia 1973–4. Mayans y Nebot –preparado por Mariano Peset, 1975–, 5. Escritos económicos –preparado por A. Mestre y prólogo de E. Lluch, 1976–, 6. Mayans y Pérez Bayer –preparado por A. Mestre, Valencia 1977–, 7-9. Mayans y Martínez Pingarrón (1. Historia cultural de la Real Biblioteca, 2. Los manteístas y la cultura ilustrada, 3. Real Biblioteca y política cultural) –preparado por A. Mestre, 3 vols., Valencia 1987-1989–, 10. Mayans con Manuel Roda y el conde de Aranda –preparado por A. Mestre, Valencia 1990–, 11, 13. Mayans y Jover –2 vols., preparados por Pere Molas, Valencia 1991 y 1995–, 12. Mayans y los libreros –preparado por A. Mestre, 1993–, 14-16. Mayans y los altos cuadros de la magistratura y administración borbónica –3 vols., preparados por A. Mestre y P. Pérez García, Valencia 1996-1998–, 17. Cartas literarias. Correspondencia de los hermanos Mayans con los hermanos Andrés, F. Cerdá y Rico, Juan Bautista Muñoz y José Vega Sentmenat –preparado por A. Alemany Peiró, Valencia 2000–) más el epistolario entre Voltaire y Mayans.

Mientras que en MPD la bibliografía se limitaba a ofrecer referencias bibliográficas sin más, la bibliografía presente en GMD ofrece los textos íntegros de otros cuantos libros más: varios estudios especiales, actas de congresos sobre Mayans y tres o cuatro tesis doctorales.

Sin embargo aquí se detectan en GMD algunos errores de montaje que dificultan la consulta y la identificación de los textos. Por ejemplo, no aparecen las primeras páginas de las tesis, por lo que sólo indirectamente, rebuscando en la bibliografía, puede saberse el nombre del autor del texto que estamos leyendo. También sería necesario poder leer los textos secuencialmente, accediendo directamente desde las relaciones de obras disponibles, y no necesariamente a través de la herramienta de búsqueda. Y poder pasar de un texto al siguiente, sin que medie acción de búsqueda. Estos aspectos son fácilmente mejorables, una vez que la tarea más ingrata ya está realizada.

Más lástima es que GMS no contenga la integral de las obras de Mayans, pues al no existir ediciones modernas o bilingües de buena parte de los textos que escribió en latín, corren el peligro de hundirse más peligrosamente todavía en el olvido. Así por ejemplo las Institutionum philosophiae moralis libri tres (556 páginas la edición de Valencia de 1754, 388 y 335 páginas los dos tomos de la segunda edición revisada de Madrid, 1777-1778). Se ve que es más fácil encontrar literatos o informáticos, que latinistas y moralistas. ¡Qué le vamos a hacer! Tajo tiene por delante la Biblioteca Valenciana, recuperando mediante su traducción tantos textos olvidados hoy porque fueron escritos en latín y vertiéndolos a la lengua.

¡Esperemos que sean muchos los que, en los próximos meses, al encender su ordenador, se encuentren en la pantalla el icono con la efigie de Mayans, invitando a rebuscar entre sus textos! ¡Y esperemos que más pronto que tarde, gracias al impulso de Digibis y de la FHL, se multipliquen las efigies de autores hispánicos en los monitores de nuestros ordenadores, con sus discos duros preñados de ediciones digitales! Luego sólo faltará leerlos.

 

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