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El Catoblepas
  El Catoblepasnúmero 8 • octubre 2002 • página 5
Desde el malecón habanero

Del tiempo en Telépolis
y la atemporalidad del Tercer mundo

Felix Valdés García

Intervención en la mesa redonda sobre «Filosofía y nuevas tecnologías» del
39 Congreso de Filósofos Jóvenes (2-5 de abril de 2002, Gijón, España)

Cuando era niño mi tío me mandaba a la casa del vecino a buscar la hora. Aquella misión era común cada día tras dormir la siesta, después de la faena de la mañana. Yo iba sin apuros y volvía trayendo el solicitado mensaje. Sólo que en mi retozona mente podía confundir los minutos y hasta las horas, adelantar o restar el lapso. Sin embargo, aquello no significaba mucho. El tiempo no era tan esencial y más bien se vivía en armonía con la luz del sol y con la cadencia del día. Ya no sé si este hábito se haya mudado de la campiña cubana, o si tal vez perdure. Sin embargo hoy me parece tan cándido y placentero el recuerdo como inconcebible.

Una conversación con un norteamericano me detuvo a pensar en estas cosas cuando él, afanado, trataba de ser preciso y me decía que vivía a 30 minutos de Nueva York. Indudablemente esto de medir la distancia física en unidades de tiempo resulta nuevo. Al menos para otros lugares del mundo que aún no puedan hacer tales cálculos que supone la vida «moderna» y donde la dimensión del tiempo, del espacio, lo cercano, lo lejano, es totalmente diferente. ¿Es que se han levantado dos nociones culturales y filosóficas paralelas o que se ha impuesto una nueva?

Pero en contraste con el «apuro» patológico de la sociedad actual hay olvidos que merecen ser distinguidos. En una exposición virtual en el portal de Internet que desarrollamos, publicamos unas fotos de niños de Centroamérica y Haití que hizo un amigo, tras visitar a los médicos cubanos que colaboran en intrincadas zonas de esta parte del mundo. Los rostros eran tristes. Para estos niños, el tiempo deja su marca en el abandono y el olvido que sus caritas ofrecen. Son los ciudadanos del mañana que no pasarán a la historia y que tal vez ni asomen en las estadísticas. Para ellos el tiempo es otro, es como si se hubiese detenido y no pasara. Ellos tal vez estén excluidos de los grandes avances y jamás podrían imaginar estar a 30 minutos de la capital.

Y más contradictorio aun con estas estampas me resulta una charla a la que asistí recientemente. Casi en posiciones de futurología los conferenciantes afirmaban que los ordenadores que hoy forman parte de nuestra cotidianidad, que colman nuestro entorno, dejarían de tener el aspecto de nuestros días y pasaríamos a vestirlos, a llevarlos con nosotros, como llevamos nuestras prendas más íntimas. Como que la televisión, el Internet, tendrán totalmente otra apariencia a la actual y para ello no faltaba mucho, aseveraban.

Entonces detengámonos a pensar, a meditar, desde las perspectivas de la filosofía en la trascendencia de estos sucesos, en el controvertido orden del mundo actual donde para unos hay tiempo o el tiempo ha pasado a tener una conceptualización diferente, mientras otros permanecen fuera del tiempo. Por eso hagamos patente el propósito de este congreso de pensar el presente. Y digo desde la perspectiva filosófica que significa ese tratar de desentrañar la trascendencia, las implicaciones, captar lo esencial, para definir la lógica del devenir y sus perspectivas. Es que son también fenómenos tan nuevos, en estadios embrionarios aún, que adelantarse a constatar los hechos no nos permitiría ir muy lejos.{1} Como era convicción en Hegel, la filosofía se permite el rol de llegar cuando los sucesos han acontecido, que como el búho de Minerva levanta vuelo al anochecer. Aunque para los filósofos de Latinoamérica la filosofía es como la alondra que canta en la aurora. Sin embargo pensemos el tiempo y hagámoslo en lo que va del presente a la filosofía, en las relaciones entre filosofía y presente que ustedes conminan. Pero hagamos una pausa para pensar los cambios en la noción tradicional del tiempo a que nos han llevado las tecnologías de la información y las comunicaciones y sus perspectivas.

Con el avance en los últimos años de estas nuevas tecnologías han variado muchas de las creencias y nociones tradicionales, así como se ha hecho más dinámica la vida económica, política y social. Nociones como los de realidad, tiempo, espacio, mediato-inmediato, cercano-lejano, &c. han sido movidas por estos avances. Las NTIC han repercutido en el espacio antropológico humano, en las relaciones del hombre hacia el mundo, del desarrollo de la cultura, y revelan determinadas implicaciones de tipo éticas y políticas.

Otras disciplinas como la economía, las ciencias políticas, la teoría social han reflexionado sobre las implicaciones y los efectos con el cambio de paradigma tecnológico y la sociedad de la información apuntando a las variaciones en el sistema de producción, y en el modo como los hombres se asocian para producir en las condiciones de la economía globalizada y de funcionamiento de las transnacionales, las empresas en red, los estados nacionales, los flujos financieros, el mercado de tipo global e interdependiente. Y esto puede ser explicado como causa y consecuencia de la multiplicación exponencial de las NTIC que han hecho revitalizar a la economía capitalista y a este período de la historia se la ha dado en llamar Nueva Economía, Nueva sociedad, Sociedad de la Información, &c.

Hoy en día la sociedad se comporta como una red y los procesos pierden la apariencia de linealidad. La globalidad de la economía y de los mercados financieros, las autopistas de la información, las redes informáticas, los estudios del genoma humano y las posibilidades de influir en la información que guardan los genes, la Internet con todas las posibilidades de compartir información y hacer las comunicaciones en tiempo real, de entrar en un mundo virtual, digital, de tomar cursos, rendir exámenes, pagar cuentas bancarias a distancia planetaria, nos plantea una nueva visión sobre la relación del hombre con el mundo. Los actores sociales emergen de un modo distinto, como tal vez no concebido, y entonces nos hacen pensar en una nueva dimensión del comportamiento humano. Si la sociedad es una red, de ella emergen y se suman desde los bordes de esta, para como actores participar de la vida social.

Una de aquellas nociones tradicionales como la del tiempo medida por el reloj y marcada por la repetición de la rutina diaria, de la hora de Greenwich o Moscú, se hace cambiar como bien apuntaba al inicio. El tiempo ya no puede ser concebido a la luz de estas tecnologías como lineal, irreversible, medible y predecible en el sano intento humano de antaño, que hace resistencia a teorías científicas del siglo XX. Las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones no solo dinamizan los procesos en unidades de tiempo, sino que hacen confluir diferentes tiempos en un universo entero, no de forma cíclica, sino de forma aleatoria, no recurrente, sino incurrente. En las condiciones que emergen con las nuevas tecnologías se puede salir del contexto de la existencia individual para apropiarnos selectivamente de cualquier valor que cada contexto pueda ofrecer al presente eterno.{2} Aparece un juego de contextos, tiempos, espacios que hacen un presente complejo y nuevo.

En la vida económica del presente, gracias al avance de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones los procesos se han hecho globales e interdependientes, que implican de un modo totalmente diferente la globalidad de los mercados, incluidos de aquellos países que cada día se hacen más débiles y dependientes o que quedan en la periferia del desarrollo del gran capital. Y este capital global funciona en tiempo real. El volumen de los flujos financieros internacionales, las transacciones, se realizan en tiempo real y a gran velocidad, lo que ha dado posibilidad a la especulación financiera que hace crecer al capital a ritmos vertiginosos y acentuar la principal contradicción de la «revitalizada» economía capitalista, con la especulación que desplaza al capital de la esfera productiva a los servicios y a la especulación. Con las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones se ha hecho posible la desregulación de los mercados, la ausencia de intermediarios gracias a potentes programas informáticos, a las redes, al trabajo de destacados analistas que desde sus nodos globales de la red, lo cual ha hecho a la economía un gran casino de las finanzas globales. Y en ello nuevamente el tiempo es esencial en la carrera de obtención de ganancias y beneficios. Un minuto, un segundo son grandes sumas en riesgo. La pragmática convicción norteamericana time is money es hoy más que consigna.

Y en toda esta dinámica y comportamiento de las empresas, el tiempo útil de los equipos, incluidas las tecnologías de la información se hace cada vez más corto, poniendo a la humanidad ante el peligro del desgaste de recursos que inmediatamente caducan. Ya el ordenador y los paquetes de programas que compra la universidad o la empresa, son viejos al salir del mercado, como que su rendimiento físico, en la lógica de la racionalidad del capitalismo, es corta para garantizar, en esta carrera de agotamiento de los recursos, su tiempo útil.

Y es que también la dinámica de la economía hace ver al tiempo como un recurso que se gestiona en dependencia de las ganancias y la eficacia. Ya no es medido lineal y cronológico, sino recurso que hace medir la temporalidad de otra empresa o firma en competencia, de modo que se hable de la flexibilidad del tiempo y de la reducción de las jornadas, no para garantizar el bienestar y el tiempo libre, sino por la rentabilidad y la eficacia competitiva.

Y por supuesto, que estas nociones del tiempo que han provocado las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, de la sociedad de la información en la economía, no se refieren al mundo que queda fuera de los grandes centros del gran capital que son millones de ciudadanos del mundo, excluidos tanto en los grandes centros de este como en su periferia. Estas nociones no afectan, o lo hacen de otro modo, a los millones de ciudadanos del mundo excluidos de los centros de poder a pesar de incorporársele cambios en su adaptación en la economía informal o en el vivir para sobrevivir a que han sido empujados. Ha sido noticia en Lima la aparición de los cholular, buscavidas que contratan un teléfono celular y corren tras el potencial usuario para alquilarle su comunicabilidad flexible, temporal y espacial. Para ellos el tiempo sigue su ritmo siendo afectado en las dificultades para sobrevivir y mantener diferentes empleos que arruinan su vida.

En la sociedad de la información y en la Nueva Economía un rol importante lo asume Internet, la red de redes o la súper autopista de la información con todos sus recursos y específicamente el web. Aquí tenemos cambios en la noción del tiempo. Con la red el tiempo real en las comunicaciones, el carácter instantáneo, simultáneo se hace patente y nos pone ante la reflexión de esta noción. Y es más, ha aparecido un concepto nuevo, el tiempo internet para que los usuarios olviden los usos horarios que haga que uno en Singapur y otro en La Habana sepan en que tiempo, abstracto y real se comunican.

La red Internet da la posibilidad de variar las nociones tradicionales del espacio físico, del tiempo, y nos hace ostensible, palmario, la proximidad y la relatividad de las distancias y el tiempo. Los usuarios, como nunca antes frente a los flujos de información crecientes de forma exponencial está posibilitado, con entera libertad de acción de comunicarse o recibir la información que solicita. De intercambiar información, de actuar frente a ella. La «galaxia McLuhan» de los medios audiovisuales frente al texto impreso que hacían del sujeto de la acción a un ser pasivo, receptor, lo convierten en lo adelante en un sujeto activo, interactivo que decide cuando y de qué modo accede a la información. Con la red interactiva que integra texto, sonido e imágenes, desde las más sencillas hasta las más complejas, imponen un nuevo tipo de comunicación y levantan nuevas facetas en la cultura humana, la cultura de la virtualidad y del mundo digital con patrones de conducta nuevos. Estas nuevas figuras culturales del mundo digital, virtual, imponen la discusión sobre la segmentación, la personalización, la individualización, la especialización demandados por el sujeto participante, por la sociedad red que se conforma.

Y al mismo tiempo se hace evidente en el manejo de las autopistas de la información aquellos ideales occidentales de libertad y democracia, así como aquellos deseos que las tradiciones, la religión, la vida social, ha reprimido como es el sexo.{3} El individuo, frente a su ordenador, objeto mudo, desinhibe el sentimiento reprimido y en la soledad y libertad, sin tener más complicidad que el anonimato, accede a aquellas páginas o descubre sus apetitos. Lo mismo se ha dicho de los Hackers como rebeldes que buscan / entorpecen en la red. Esto, por supuesto ha estimulado el desarrollo de nuevas técnicas, programas, equipamientos &c. como ha sido típico de la red en que los participantes construyen y participan de su desarrollo. Y no quisiera pecar de ingenuidad y ocultar que detrás de las posibilidades de la red de redes está la «ideología californiana», o norteamericana, desarrollada en el Valle de Silicio o en San Francisco, que cree en el potencial emancipatorio absoluto de las nuevas tecnologías de la información, y en la utopía digital que hace creer que todos seremos alegres y ricos, donde se venera la libertad y la democracia de la red como valores supremos de esta.{4} Los hipertextos nos ponen ante una información atemporal, no secuencial. El orden de aparición y consecución de la información necesaria y solicitada se hace por decisión del usuario, del sujeto anónimo de la red que en su individualidad ante la máquina y conectado a un cúmulo inmenso de datos e información decide. Si con el texto impreso tipográficamente el conocimiento se organiza linealmente, las enciclopedias por ejemplo, organizan el conocimiento alfabéticamente, linealmente, cronológicamente, el hipertexto varía estas secuencias. El ordenamiento de los sucesos significativos pierde el ritmo cronológico interno y queda dispuesto en secuencias temporales que dependen del contexto de quien lo utiliza. Aparece aquí una cultura de lo eterno y lo efímero a partir del usuario individual o colectivo que emerge como sujeto activo desde cualquier punto del planeta.

Las NTIC nos revelan al mismo tiempo la reflexión sobre la realidad y la relación del hombre hacia esa realidad nueva, la realidad virtual, la realidad digital. Este tema tradicional filosófico adquiere substancia nueva que apuntamos de pasada. Si bien la realidad es la realidad histórica «construida» por el hombre en la esfera de su actividad histórica, aquí aparece una realidad construida, «ficticia», y se crea la apariencia de no interactuar con la realidad tal cual ella es, (si es que ella existe de forma pura) sino con nuestro lenguaje como medio de comunicar, con nuestras metáforas, con el contenido de nuestra cultura. En la reflexión sobre Internet, el ágora «abierto» de alcance global, hay otros aspectos que poseen relevancia jurídica, psicológica, lingüística y son objeto de múltiples análisis. Sin embargo se abren aquí problemas que trascienden y que permiten a la filosofía levantarlos para reflexionar en las condiciones del presente. Además de las nociones del tiempo, de la instantaneidad, el tiempo real, virtual, están sus posibilidades en una nueva concepción de usuario, del estudiante virtual, de las universidades &c. Y varios aspectos más se revelan como la emergencia de usuarios activos desde los lugares más inesperados del globo, conectados y en condiciones de apertura y democracia, de libertad como anhelo occidental garantizado por esta forma de comunicación, hace que sean activos en un debate, en la posibilidad de una consulta, bien sea desde Chiapas o Japón. Y en todo ello la evidencia de que diferentes culturas, marginadas o pequeñas, resurgidas como resultados de la globalización, aparezcan en el concierto multicultural y multidimensional, rescatando, gracias a las NTIC, su identidad, tal vez de un modo más acusado que en la sociedad industrial.

Sin embargo, a pesar de todas estos nuevos análisis y del estremecimiento a nociones culturales tradicionales, se mantienen y reafirman las contradicciones abismales en la distribución de las riquezas. En las condiciones de la nueva economía hacen uso del Internet no más de un 7% de la población mundial. Y cifras de este tipo siempre surgen, como son las referencias al impresionante número de iletrados del tercer mundo, de la escasa cantidad de conexiones telefónicas, de servidores de red y de ordenadores en esta parte del globo, en función de la novedad de la así conocida Sociedad de la Información. Por eso me hace esto recordar la expresión de Egdar Morin, cuando decía hace dos años que «el siglo del conocimiento no se transforme en el siglo de la ceguera».{5}

Estamos ante una realidad de implicaciones novedosas provocadas por las NTIC que a un filósofo le pueden ocupar sus discusiones, sin embargo, para aquellas franjas anchas, que ya no siempre están en el sur, sino que viven como archipiélagos también en el norte, el tiempo o la avalancha de flujos informacionales no hacen más que pasarles inadvertidos o, cínicamente ignorándoles. Es por eso que nos atenemos a las cifras para develar el insignificante número de ciudadanos del mundo que tienen participación de estas realidades y de estas nuevas nociones que se subvierten, del contenido nuevo de estos conceptos. Por eso hay razón para decir en la Cumbre de Monterrey (marzo 2002) que «un mundo diferente es posible» o pensar en las alternativas como se ha hecho en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, que pretende construir la utopía de un mundo de mayor igualdad en el reparto de la riqueza, un mundo más justo o atender el reclamo de «un mundo en el que quepamos todos» lanzado por Internet y el correo electrónico a disímiles destinatarios desde la Selva Lacandona en el Chiapas rebelde. Si nuestras consideraciones sobre toda la novedad que las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones levantan, no toman en cuenta estos referentes, podemos entonces quedar como perfectos ignorantes o ciegos, o como insolentes intelectuales que se reúnen para discurrir filosofes enajenantes e inoperantes.

Notas

{1} Ya el libro de Manuel Castells La sociedad red (Alianza Editorial, Madrid 1997) es viejo, en los análisis que sobre las redes informáticas y el Internet hacía.

{2} M. Castells, Ob. Cit., pág. 467.

{3} Un curioso dato obtenido el primero de enero 2001, el primer día del nuevo milenio, ofrecido por Nedstat, un servicio que lleva los índices de acceso a la red, los top, muestran que entre los diez sitios mas visitados aquel día, nueve eran de pornografía.

{4} Ver: Richard Barbrook y Andy Cameron, «La ideología californiana», Cuadernos Ciberespacio y Sociedad, nº 2, febrero de 1999.

{5} Me refiero a la conferencia ofrecida por E. Morin en octubre de 2000 en la Fundación Santillana y comentada en www.baquia.com por Javier Castañeda.

 

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