Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 12 • febrero 2003 • página 4
Un comentario crítico a la metáfora de Alan Mathison Turing
El tema de las redes de intercambio de información puede ser abordado desde diferente puntos e vista. Uno de ellos puede ser el punto de vista histórico, mostrando el significado de los intercambios de información entre los pueblos en general y entre filósofos y científicos en particular, realizados en todos los tiempos. Otra forma de abordaje podría ser la de mostrar la importancia particular del intercambio en nuestros días, era de la «globalización» de la información, poniendo en evidencia el valor económico y político de la información y la importancia estratégica de mantenerse al día. Nosotros hemos elegido una tercera forma de abordaje entre las varias posibles, nos preocupa esclarecer el carácter de la comunicación realizada a través de los medios electrónicos de comunicación basados en ordenadores. Nos interesa elucidar los aspectos «humanos» de aquellos «artificiales» de la comunicación, y esclarecer la posibilidad de una comunicación distorsionada por la presencia de la máquina.
Comenzaremos nuestra exposición partiendo de un análisis de las diferencias entre las redes de ordenadores y/o computadoras y las redes de comunicación humana. Es obvio que internet no puede ser considerada una red de ordenadores en tanto las máquinas en este caso actúan como mero soporte «amplificador» y «acelerador» de la comunicación. Otra es la situación de las redes de cómputo que con fines técnicos o científicos se complementan en un trabajo determinado. En este último caso la función del hombre se reduce a planificar y dirigir el proceso, en un plano ajeno al de la red propiamente dicha que se construye sobre puras reglas de comunicación entre máquinas. Esta diferencia si bien clara, no es de ningún modo obvia, a juzgar por la necesidad permanente de comparar y distinguir unas redes de otras. No es poco común encontrar alegatos críticos a Internet basados en la idea de que ésta es una red de máquinas y no de personas. Las críticas que con frecuencia se dirigen a la «globalización» de las relaciones humanas, atribuyen a este proceso propiedades sólo «atribuibles a las máquinas» y a la comunicación entre estas. Así también, la crítica al carácter «alienante» de la comunicación electrónica, debida a la pérdida de contacto «real» o «cara a cara» en la comunicación, &c. Sospechamos que en el fondo de este cuestionamiento se encuentra la identificación de las máquinas al cuerpo humano y de la llamada inteligencia artificial a la inteligencia humana. Un identificación que se hace para bien y para mal, por un lado para devaluar la importancia de las máquinas «inteligentes» y por otro, para sobre valorar su importancia. La idea de que las máquinas son capaces de reproducir procesos «inteligentes» ha dado lugar a toda una ideología enraizada en varias disciplinas, entre ellas la psicología cognoscitiva, la lógica, y la lingüística.
La filosofía de la conciencia y la psicología cognoscitiva contemporánea, suelen distinguir entre la «mente fenomenológica» y la «mente computacional», siendo la primera la expresión de los procesos mentales de auto conciencia y la segunda la consecuencia de los procesos mentales inconscientes. El análisis de la inteligencia, de la mente y de los procesos vitales en general, cuyo punto de partida es la comparación entre la mente humana y el ordenador moderno, asumen que es posible diferenciar entre estos dos tipos de funciones mentales, dejando de lado los aspectos fenomenológicos para concentrarse en el desarrollo de una teoría de la «mente computacional». Es así que recurriendo a diferentes terminologías, los especialistas coinciden en que es posible comparar el «hardware» de un ordenador con el cerebro humano y el «software» con la mente no fenomenológica, es decir, con el conjunto de operaciones mentales inconscientes que regulan el funcionamiento inteligente, especialmente las normas lógicas y gramaticales. Siguiendo esta línea del análisis se hace posible trabajar partiendo de la base de una «inteligencia artificial» comparable a la inteligencia real, cuando ésta se manifiesta mediante procesos mecánicos inconscientes. Mas aún, se puede afirmar que en este terreno de la actividad inteligente, el ordenador es más eficaz, es decir «más inteligente».
Las conclusiones expuestas más arriba han señalado el camino de toda la reflexión contemporánea acerca de la inteligencia artificial y pueden además identificarse con una ideología –en el sentido de una colección de ideas y actitudes sociales– que ha hecho posible la penetración de los ordenadores en el cuerpo social, otorgándole un creciente papel en la comunicación y en las relaciones humanas en general. Este fundamento filosófico y sus consecuencias en el cuerpo social, han creado una visión de la mente humana de carácter simplista que parecería haber pasado sus mejores días, perdiendo últimamente la fuerza inspiradora que tuvo en los años cincuenta y sesenta. A pesar de ello, la filosofía de la conciencia y la psicología cognoscitiva contemporáneas, parecen haber quedado prendidas de la visión que hoy podríamos llamar clásica de la computadora, una visión que puede con facilidad identificarse con el modelo de las máquinas de Turing y con la reflexión lógico matemática de los años de la segunda posguerra.{1}
¿Pueden pensar las máquinas?
En los orígenes de la noción de inteligencia artificial y otras ideas emparentadas se halla la obra del matemático inglés Alan Mathison Turing. La contribución teórica más importante de Turing data de 1936 cuando publica su trabajo «On computable Numbers with an Application to the Entscheidungsproblem». Este es un trabajo sobre matemáticas dirigido a matemáticos profesionales y de poca incidencia fuera de los círculos especializados. Hacia 1950 publica «Computing Machinery and Intelligence» en la revista de filosofía Mind. En este artículo su pensamiento trasciende los limitados círculos de los especialistas y se lanza a la fundación de una filosofía de la conciencia que a falta de un mejor nombre llamaremos artificialismo o robotismo. En esas páginas históricas Turing se pregunta: «¿Piensan las máquinas?» Su respuesta es afirmativa, llegando a la misma a través de una serie de sustituciones pragmáticas a la pregunta inicial. Comprueba que la pregunta «¿piensan las máquinas?» es de difícil precisión y propone sustituirla por otra. Para ello propone una situación ideal, un juego al que llama de «imitación». El juego propuesto, es para nosotros hoy fácil de comprender, dado que lo practicamos a diario en la comunicación electrónica. En el diario intercambiar de correo electrónico por ejemplo, se nos presenta muchas veces la duda acerca de quién es la persona con la que nos comunicamos: ¿es un hombre o una mujer?, ¿en qué país, ciudad vive?, ¿cual es su educación?, ¿qué edad tiene?, &c. Suponiendo que alguien conectara una máquina a la red postal, ¿sería posible engañar a los comunicantes acerca de la naturaleza mecánica de este interlocutor? ¿Podrían confundirse las respuestas de la máquina con las de una persona? Turing sustituye entonces la pregunta: «¿piensan las máquinas?» por esta otra: «¿es posible distinguir una máquina de una persona en el momento de la comunicación no presencial?» Turing responde negativamente a esta pregunta y asegura que con el progreso de la técnica de programación será cada vez más difícil distinguir entre una máquina y un persona en el momento de la comunicación. Vemos aquí todos los ingredientes de la ideología a la que nos referíamos. Turing identifica la comunicación de base mecánica, con la comunicación humana.
Digamos que ya la primera pregunta de Turing: «¿piensan las máquinas?», es engañosa. Observemos que la pregunta presupone la respuesta. Si aplicamos el criterio esbozado al comienzo de estas páginas y distinguimos entre «mente fenomenológica» y «mente computacional», observamos que la pregunta parece referirse a la mente fenomenológica en tanto el verbo «piensan» asocia mas claramente al tema de la auto conciencia que al tema de una serie de procesos inconscientes, creando de este modo un circulo vicioso. La pregunta sustitutiva es mas adecuada pero no menos engañosa, porque en cualquier caso nos estamos preguntando acerca de si en la comunicación electrónica seremos capaces de distinguir entre un diálogo en tiempo real, realizado on line con una persona, y otro realizado en diferido con un programador de máquinas. La pregunta correcta formulada entonces sería: «¿Puede un programador condensar las reglas de la comunicación (pensamiento) de forma tal que estas puedan expresarse a través de medios mecánicos?» La respuesta es entonces accesible.
La pregunta acerca de si las máquinas piensan es tan ingenua, como la de preguntarse si los gramófonos cantan, o si las cámaras de vídeo poseen el sentido de la vista. Mientras que el gramófono reproduce la voz y la música, el libro reproduce la palabra y la cámara de vídeo la imagen, reproduce la computadora la acción humana abstracta. La gran contribución de Turing y en general de toda su generación, es la de haber sido capaces de capturar las estructuras formales de la acción humana para reproducirlas mecánicamente. La fascinación que este logro ha generado nos ha llevado a excesos nada distintos de aquellos que todo gran logro genera en la mente del hombre. Observando el impacto ideológico que la computación moderna ha tenido en nuestro tiempo, podemos representarnos el impacto que otrora tuvo la imagen pintada en la cavernas prehistóricas, o el de la palabra escrita en los albores de la civilización.
Las máquinas de Turing o como capturar las reglas elementales de la acción mecánica
La esencia de la programación (es decir del arte de capturar las reglas básicas de la acción) es la de describir los pasos de un proceso cualquiera en sus unidades mínimas, uno a uno, en forma unívoca. En el modelo proto-típico de Turing, las acciones se especifican unívocamente, «movimiento de tantas células a la derecha/izquierda», «imprimir/borrar», «cambiar de estado interno»; &c.
Programar supone además la incorporación de operaciones aritméticas y lógicas a las reglas de la operación mecánica, así como también reglas gramaticales e idiomáticas, comunicativas, &c. Para hacerlo se desglosan las operaciones en sus partes mas elementales, ejecutándoselas una a una. En el modelo ideal de Turing se supone una máquina aislada enfrentada a una cinta muy larga (muchas veces descripta en la literatura especializada como «infinita»). El modelo supone también un lenguaje de programación mínimo, en el cual la afirmación y la negación lógicas aparecen descompuestas en operaciones más simples como las de «continuar» o «parar». La limitación en el numero de palabras a usar es fundamental y conduce a un número interesante de problemas filosóficos y lógicos. Entre ellos el de decidir en qué casos la máquina simplemente «se detiene» (halt) de aquellos casos en que se detiene para expresar una negación.
Observamos que la eficacia de las máquinas Turing radica en su simplicidad, una simplicidad provocada a los efectos de hacerlas comprensibles. No olvidemos que estos procesos han de ser regidos por la mente de un programador, quien imprime a la máquina las pautas del proceso finito que tiene en su mente. Por lo mismo el trabajo que realiza una computadora, es la obra de los programadores que la han diseñado y la expresión diacrónica de su pensamiento y de su accionar.
El modelo Turing de comunicación y sus limitaciones
Comencemos haciendo una lista de las limitaciones de la metáfora de las máquinas de Turing. La objeción más importante que se puede hacer a un modelo Turing de la mente humana (y en general a la de cualquier ser vivo) es la de que ésta no puede ser entendida como un individuo aislado. El juego de la imitación propuesto por Turing para dilucidar el problema de la capacidad mental de las máquinas es un buen ejemplo. Para poder reproducir una célula mental viva mínima, sería necesario entonces, proyectar un modelo Turing de por lo menos dos máquinas y una sola cinta. La inteligencia de los seres vivos esta subordinada a las reglas del diálogo con otros seres vivos. De esto se deduce que toda forma de análisis de la inteligencia artificial posible, debe incorporar interacciones entre máquinas que simulen con éxito las interacciones que se dan en la comunicación entre seres vivos. Observemos que el malentendido subyacente en la metáfora de Turing, tiene otras fuentes, entre ellas la idea generalizada de que en tanto el pensamiento humano se genera en el cerebro, es en el cerebro individual donde la comunicación tiene lugar. Por el contrario, se nos aparece como mucho más probable, el hecho de que el pensamiento humano tenga su base en una red de cerebros.
Pero las objeciones no terminan en este punto. La relación entre los estados internos de la máquina de Turing y los símbolos de la cinta es de independencia, es decir no hay ninguna conexión más allá de la que esta determinada en el programa que mueve la máquina. Otra forma de expresar lo mismo es diciendo que el programa es el único vínculo entre el estado interno de la máquina y el símbolo leído. Esta situación es prácticamente imposible de conseguir en la realidad, en dónde lectura y contenido no son independientes y no parecen depender mas que en forma limitada de un programa anterior a esa relación. El estado interno de una máquina-modelo real, dependería del símbolo leído a posteriori de haber sido leído y la acción generada en la relación símbolo-estado interno, generaría una acción también a posteriori a la lectura. La máquinas modelo-real son máquinas empíricas en el sentido que están sometidas al azaroso acontecer y más allá de la determinación de cualquier programa con que se las alimente. De allí la experiencia tan común de las fallas o «bugs» al que las computadoras nos tienen acostumbrados. No existe ninguna máquina-modelo real que pueda prever todas la posibles eventualidades generadas a posteriori al desarrollo del programa constituyente y más tarde o más temprano el «estado interno» de máquina, habrá de ceder a la presión de un «símbolo» o complejo «símbolo-estado interno», no previsto y generado más allá de lo «inconsciente» en el mundo real.
Para hacernos una idea mas clara de qué tipo de relación existe entre el estado interno de la máquina y el símbolo al que se enfrenta en un momento dado, podemos recurrir a la siguiente modificación de la analogía de Turing. Llevemos la analogía entre máquinas y seres vivos un paso más lejos. Supongamos que en el lenguaje básico de programación expresamos «1» como «plato lleno» y «0» como «plato vacío» y reconocemos dos estados internos a la máquina: uno de «satisfacción» y otro de «hambre». Suponemos que en la relación entre el estado interno y el símbolo leído pueden darse las siguientes combinaciones:
Estado Interno | Símbolo leído | |
I | Satisfacción | Plato lleno |
II | Satisfacción | Plato vacío |
III | Hambre | Plato lleno |
IV | Hambre | Plato vacío |
Observamos que los casos I y IV suponen un equilibrio y los casos II y III un desequilibrio. En el caso I podremos suponer que la máquina permanecerá inmóvil a la espera de un nuevo estímulo. En el caso II encontramos una «caída de tensión» o un «desequilibrio» que obligaría a la máquina a moverse hacia la izquierda o hacia la derecha en busca de un nuevo equilibrio. Algo similar en III mientras que en IV se repite la situación de I. Los casos I y IV son casos sensibles a la programación de la máquina mientras que los casos II y III son reactivos a cualquier forma de programación en tanto que la máquina se supone reaccionará independientemente de cualquier instrucción por la sola influencia de la relación entre sus partes. Los equilibrios y desequilibrios son fácilmente comprensibles como relaciones energéticas de cualquier tipo, químicas o físicas. (Se puede siempre afirmar que es posible programar máquinas que reaccionen a estímulos externos, en tanto estos se hallan previsto en el programa generador, pero en ese caso no puede considerarse la influencia externa como tal.) También en este caso se nos presenta el problema de que el sistema lógico es a-crítico (es decir un sistema que carece de expresiones unívocas para expresar la afirmación y la negación) por lo cual debemos entender los contenidos «plato lleno» y «satisfacción» en dos sentidos, como tales y como afirmaciones por una parte, y los contenidos «plato vacío» y «hambre» como tales y como negaciones por la otra.
La metáfora de Turing tiene además resabios ideológicos no pragmáticos que dificultan su valor en el momento de buscar inspiración para la formalización de la acción humana. Por ejemplo los resabios de una matemática metafísica impregnada de la idea medieval de lo infinito, en este caso en la proyección de una cinta «infinita», herencia de las matemáticas de Cantor de profundas raíces en la teología y la filosofía de la Edad Media. La noción generosa de una cinta infinita se contrasta con el hecho de que la misma cinta tiene una sola cara - la cara que la máquina lee - realidad que nos lleva a preguntarnos que clase de cinta puede ser infinita y con una sola cara y que valor tiene esta analogía en el momento de trasladarla al mundo real. Pero en caso de que la cinta tuviera dos caras, nos quedaría por saber qué cara lee y que relación hay entre las caras. Podríamos suponer que estas exigencias son superficiales y sin relevancia para el problema de Turing pero creemos que ese no es le caso. Si el modelo de Turing ha de usarse para desarrollar un modelo formal de la acción mecánica, debe este modelo ser consecuente en toda la línea. Mucho más si además, ese modelo pretende ser usado reflectivamente, es decir para comprender la forma en la mente humana piensa los problemas prácticos.
Algunos aspectos formales de la comunicación
Precisemos entonces nuestros fines. El intento de Turing y su generación es válido, en tanto es el esfuerzo por capturar las bases formales de la acción humana. Como tal es este, una de las grandes conquistas de nuestro tiempo. Es importante en ese sentido distinguir lo que en su obra es perecedero. Nos referimos a la ideología del atificialismo, a la identificación entre programador y máquina. Digamos que el lenguaje de programación de máquinas trasciende las mismas y su tecnología en tanto es la expresión formal de la acción humana en general. En ese sentido es importante continuar y desarrollar esta obra que nos aportará una comprensión más profunda de la capacidad de nuestro pensamiento y multiplicará las aplicaciones técnicas posibles. Intentaremos a continuación ilustrar nuestras palabras esbozando algunos de los aspectos de este problema en lo que se refiere a la comunicación.
Uno de los frentes en dónde la técnica de la formalización de la acción humana puede hacer grandes progresos es el de la comunicación. Para lograr esta formalización será necesario plantearnos el problema en términos más simples. En este caso la analogía ofrecida por el ordenador moderno no es nada despreciable. Si suponemos al pensamiento puro tal y como lo hiciera Descartes, asignándole la dimensión CERO (es decir la realidad física que carece de extensión), será el lenguaje escrito de dimensión UNO, es decir la realidad física que posee extensión lineal pura. Cuál es entonces el lugar de la comunicación que recurre a la interacción entre ambos? Me refiero al producto complejo de la relación entre pensamiento y escritura, típico de la comunicación electrónica y prototipo de la analogía de Turing. Con otras palabras, cuales son las reglas formales de una comunicación en vivo (on line) no presencial? Observemos que el carácter no presencial de la comunicación –aspecto central en el modelo ideado por Turing– es importante para simplificar la situación a analizar. La comunicación no presencial excluye la mirada, el lenguaje corporal, con toda la riqueza de matices comunicativos e informativos que estos implican. Entendemos la comunicación no presencial como una parte más simple de la comunicación en general y por lo tanto más accesible a la formalización.
Comprobamos para empezar que la comunicación construye lógicas (en el sentido de «guías para la acción») que se basan en el RITMO de la comunicación. No son los contenidos semánticos sino la extensión y la intensidad de los mensajes los que cuentan. Sobre la base de estos contenidos numéricos establece el sujeto de la reflexión relaciones aritméticas básicas que le permiten 'deducir' resultados. Así por ejemplo, la deducción: *Si A es el caso y A implica B; entonces B también se cumple*, conocida por los escolásticos como Modus Ponens, es expresada como A – (A – B) = B utilizando la diferencia aritmética o sino también A / ( A / B) = B utilizando el cociente aritmético. Como podemos comprobar el razonamiento no utiliza los contenidos semánticos. Estos determinan el diálogo pero no el razonamiento. El llamado Modus Tolens, tan influyente en la teoría de la ciencia moderna, especialmente después de Popper y que nos dice que: ' Si A es el caso y A implica B, entonces B se cumple, pero sucede que B no se cumple y entonces no se cumple A, porque de premisas verdaderas nos se pueden deducir conclusiones falsas, se expresa del siguiente modo: –A / (A / B) = –B o también –4 –(4 – 2) = –2 La base rítmica que esbozamos permite que otros aspectos de la comunicación adquieran importancia. Por ejemplo, la INICIATIVA y EL PRONTO de la comunicación.
Con el término 'lógica de la comunicación' me refiero a una lógica a-crítica, es decir una lógica independiente de los juicios afirmativos y negativos. Este análisis supone la clasificación del discurso en tipos comunicativos, surgidos al determinar las propiedades de los contenidos del discurso comunicativo. Distinguiremos para comenzar –y a modo de ejemplo– cuatro tipos o modelos comunicativos fundamentales: la orden a la cual denotaremos con el símbolo (!), la demanda –símbolo (!?)–, la pregunta –símbolo (?)–, y el ruego –símbolo (=)–. Nuestra tipología estudia la lógica que regula la distribución de la iniciativa en el diálogo y en el intercambio entre los hombres. Es una lógica que sólo tiene sentido en la comunicación con el Otro. Siendo ésta la lógica de los ritmos vitales de la comunicación, refleja inmediatamente las particularidades culturales e idiomáticas de un pueblo. Es por ello una fuente de conocimientos imprescindible para el acercamiento etnológico a una cultura. Por lo tanto las palabras que siguen valen a lo sumo para la comunicación en español y en el marco de nuestro tiempo y lugar.
Decimos que en el diálogo existen por lo menos dos participantes, siendo uno de ellos aquél que lleva la iniciativa. El control de la iniciativa asegura el control de los contenidos del diálogo, obligando a los interlocutores a asumir las directivas del guía. En toda comunicación existe entonces un guía y un 'acompañante' que es guiado. La relación entre guía y acompañante a su vez, se descubre a través de la ubicación del PRONTO del discurso (del inglés 'promt' nombre que se da al punto titilante en la pantalla de los ordenadores y que recuerda al usuario que la máquina espera el ingreso de alguna orden (input)) . El PRONTO obliga a expresarse a aquél a quién éste le es asignado. El PRONTO marca quién tiene que ingresar en el diálogo, determinando el orden de los participantes en el mismo. Al mismo tiempo denota qué parte del diálogo ocupa el lugar de la conciencia de los interlocutores, es decir el lugar del 'ahora' del 'ya', la contemporaneidad absoluta de la comunicación. El PRONTO decide quienes son los que participan en una conversación al punto tal que sin PRONTO, no se ES en el diálogo. Sin PRONTO no hay SER.
1.1 En la comunicación de una orden por ejemplo, en el diálogo entre dos interlocutores cualesquiera A y B. (Obsérvese que marcamos la presencia de la iniciativa subrayando el contenido del mensaje guía. El PRONTO lo señalizamos mediante el símbolo (*) al comienzo del discurso):
A — * 'Dame el martillo!'
B — ..............
A — *............
la iniciativa y el PRONTO quedan en manos del guía (A), careciendo de importancia la reacción del acompañante con el que nunca se establece un diálogo. En realidad la orden es una forma del monólogo o a lo sumo un diálogo consigo mismo. Toda la energía de la comunicación está concentrada en el discurso del guía
1.2 En una demanda como la que sigue:
A — * ¿Madre?!
B — * ¿Que pasa?!
A — * ....
vemos cambiar el PRONTO a cada paso de la comunicación acompañando el transporte de la energía del diálogo. Vemos también que la demanda distribuye la iniciativa en partes iguales, siendo los interlocutores guías y acompañantes al mismo tiempo. Llamamos a esta forma de la iniciativa relativa en oposición a la iniciativa absoluta o iniciativa que no se comparte y que es típica de la orden. Entendemos la demanda como un contenido híbrido que reúne las propiedades de la orden y la pregunta. En el caso de una pregunta como la que sigue:
A — * ¿Qué horas son?
B — * Las cinco
A — *...........
queda la iniciativa en manos del interrogador a pesar de que el PRONTO circula entre los interlocutores.{2}
1.4 Finalmente en un ruego como el que sigue:
A — * Por favor, seria Ud tan amable.. =
B — * Si, como no.. =
A — .............
B — *...........
la iniciativa y el PRONTO se ofrecen al Otro simultáneamente, transformándose el Otro en el guía de la comunicación. La energía en este caso pasa al Otro en su totalidad como si al invitar u ofrecer, se invitara además con la iniciativa e incluso con el derecho a SER en el diálogo. Aquél que ruega se auto elimina de la cadena de sucesos, se humilla entregando su iniciativa y derecho al PRONTO.
El estudio de las lenguas amerindias mostró ya en los tempranos años de la colonia que muchos de estos idiomas se las arreglan sin un equivalente exacto al indoeuropeo SER. Será acaso ésta la consecuencia de una etnológica de la acción de bases diferentes? Cuál es la relación de éstas lenguas con el PRONTO y con la iniciativa?
Resumamos diciendo que una 'orden/!' es un contenido que acapara el PRONTO y la iniciativa (a la que llamamos absoluta). Del mismo modo se puede decir que una 'demanda/!?' distribuye ambos. Llamamos a la iniciativa así distribuida, iniciativa relativa. Una 'pregunta/?' es un contenido con iniciativa que se desprende del PRONTO. Finalmente un 'ruego/=' es un contenido sin PRONTO y sin iniciativa.
Orden | Pronto | Iniciativa (absoluta) |
Demanda | Pronto | Iniciativa (relativa) |
Pregunta | Sin pronto | Iniciativa |
Ruego | Sin pronto | Sin iniciativa |
Peculiaridades de la(s) 'respuesta(s)'
Se llama 'respuesta' en general a los contenidos que siguen inmediatamente a una interrogación. Pero se llama 'respuesta' también por extensión, a lo que sigue a una 'orden', a un 'llamado' y a una 'invitación'. Así se hace necesario distinguir entre una 'respuesta/!', una 'respuesta/?', una 'respuesta/!?' y una respuesta/='.
Si entendemos la 'respuesta' como el feedback de la iniciativa, se puede decir que una 'respuesta/!' (a una orden) es un contenido sin PRONTO y sin iniciativa. Del mismo modo se puede decir que una 'respuesta/?' (a una pregunta) es un contenido con PRONTO pero sin iniciativa. Una 'respuesta/!?' (a una demanda) es un contenido con PRONTO y con iniciativa relativa. Y una 'respuesta/=' ( aun ruego) es un contenido con PRONTO y con iniciativa absoluta. Las respuestas son los 'opuestos' naturales a los contenidos a-críticos.
Res Orden | Sin Pronto | Sin Iniciativa | Orden | Pronto | Iniciativa (absoluta) |
Res Demanda | Pronto | Iniciativa (relativa) | Demanda | Pronto | Iniciativa (relativa) |
Res Pregunta | Pronto | Sin Iniciativa | Pregunta | Sin pronto | Iniciativa |
Res Ruego | Pronto | Iniciativa | Ruego | Sin pronto | Sin iniciativa |
Referir la lógica a-crítica a las estructuras propias de la lógica crítica supone introducir una definición formal de la negación. Definimos pues la 'negación' de un contenido a-crítico como su 'respuesta' correspondiente. Los conectivos lógicos deben ser interpretados como relaciones que regulan la permanencia en la conciencia de un contenido que de esta manera puede entenderse como dominante. Esto lo determinan la iniciativa y el PRONTO dos aspectos fácilmente formalizables en el lenguaje de los ordenadores.
Aspectos generales
Siendo la «orden» y el «ruego» por un lado y la «pregunta» y la «demanda» por el otro, comunicaciones complementarias, es el «escenario o contexto» el que determina en que dirección debe interpretarse la comunicación. El escenario o contexto tiene bases sociales, políticas y económicas y no puede determinarse lógicamente.
Referencia Contexto 1 | 0 |
Tipo de comunicación | Referente A | Referente B | Relación al contexto | Estado interno |
Orden | 1 1 | 0 0 | Iniciativa Pronto | dogmático |
Pregunta | 1 0 | 0 1 | Iniciativa Pronto | crítico |
Demanda | 0 1 | 1 0 | Iniciativa Pronto | pragmático |
Ruego | 0 0 | 1 1 | Iniciativa Pronto | escéptico |
La herencia de Turing y el futuro de la programación de computadoras
Entendida la comunicación como una forma de la acción mecánica formalizable, es posible llevar la analogía de Turing un paso más lejos. No se tratará en este caso de saber si las máquinas pueden pensar, sino de construir máquinas que puedan reflejar de una manera mas acabada las características de la comunicación humana, a los efectos de hacerlas más útiles. En ese sentido las iniciativa y el PRONTO son dos aspectos programables en cualquier par de máquinas conectadas entre si.
A pesar de que son las necesidades humanas las que dirigen la orientación de la programación de ordenadores, es ésta todavía una disciplina técnica casi en su totalidad subordinada a la noción de máquina individual al servicio del hombre como individuo. El ordenador del futuro será capaz de funcionar socialmente, imitando en grado creciente de eficacia las relaciones comunicativas entre los hombres.
Bibliografía
Jackendoff, Ray (1989) Consciousness and the Computational Mind; MIT.
Páginas consultadas en Internet sobre Turing y su obra:
http://www.bvu.edu/faculty/schweller/Turing.html
http://www.ams.org/new-in-math/cover/turing.html
Notas
{1} Véase por ejemplo, Consciousness and the Computational Mind de Ray Jackendoff (1989) MIT.
{2} Una peculiaridad del discurso interrogativo. La lógica a-crítica tiene algunas estructuras similares a las de la lógica crítica. Por ejemplo la siguiente expresión, a la cual llamaremos paradoja del preguntón:
A — * 'ME PREGUNTO'
Nos recuerda a la clásica paradoja del mentiroso ('Yo miento') en tanto en este caso tampoco puede determinarse el contenido del discurso, es decir, si el sujeto de la comunicación 'pregunta' o 'responde'. Con excepción del caso paradojal señalado, parecería que toda 'pregunta' es fácil de identificar. No así la 'respuesta' de allí quizás la paradoja. Cuales serían las propiedades que permitirían identificar la 'respuesta'?