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El Catoblepas, número 25, marzo 2004
  El Catoblepasnúmero 25 • marzo 2004 • página 13
Artículos

El PSOE y su «reivindicación
del Conde Don Julián»{1}

Pedro Insua Rodríguez

Muchos españoles no se quieren enterar de la guerra que los mahometanos
tienen declarada a España en su voluntad de reconquistar Al-Andalus

«Una vez hubo un sueño llamado Roma... Sólo podías susurrarlo; a nada que levantaras la voz, se desvanecía, tal era su fragilidad... Ahora temo que no sobreviva al invierno.»
     (paráfrasis de «Marco Aurelio» en El Gladiador, de Ridley Scott.)

En los recientes Encuentros celebrados en Madrid los días 15 y 16 de marzo, que con el título de «Guerra y Globalización» organizó Nódulo materialista, Gustavo Bueno expuso, en el contexto del desarrollo argumental de su conferencia{2}, una idea de «terrorismo» que, creemos, supone una clave esencial para dar cuenta de lo que sucedió en España entre el 11M y el 14M. En su exposición siguió la estrategia de dar una definición operacional de terrorismo, lo que denominó «terrorismo procedimental», de alcance antropológico, no estrictamente político, con el que el terrorismo queda definido de un modo funcional, analógico, no sustancialista{3}. La unidad conceptual del terrorismo pues, desde una conceptualización funcional del mismo, se corresponde con la característica de la función, que irá arrojando distintos valores según las variables independientes y los parámetros que ella tome.

Pues bien, la característica de la función del terrorismo supone la división de la sociedad en grupos, siendo el terrorismo una relación funcional entre un grupo, organizado con determinados propósitos, que busca, para conseguirlos, provocar el terror en otro grupo, el grupo aterrorizado, al que se dirige con tales propósitos, teniendo tal relación las siguientes características:

1. Conseguir que el grupo aterrorizado se pliegue a los propósitos del grupo que aterroriza, un grupo éste que por ello mismo es necesario deje «marca» de su actividad, haga patente, público y notorio que como grupo está organizado con tales propósitos (con unos fines, planes y programas definidos). En este sentido es mucha la necedad de aquellos que se preguntan «¿por qué yo?», o que manifiestan «si yo soy inocente», «manos blancas: soy inocente», lo que presupone además hacer culpables a otros (por ejemplo, ¿al gobierno, a «los políticos», al ejército, a los «países ricos»?), cuando todos sabemos, y es que el propio grupo que pretende aterrorizar lo hace patente, lo que pretenden y las razones por las que lo hacen. Esta «marca» o «firma» dejada es necesaria para la definición de tal grupo «terrorista», por eso, ni el GAL, ni mucho menos el mal llamado «terrorismo de género» son «terrorismo», pues en el caso del GAL este grupo procuró encubrir sus propósitos, no dejar «marca», no dejar rastro público de su actividad: sólo se hicieron públicos sus propósitos al quedar la actividad del grupo al descubierto. Mucho menos sentido aún tiene atribuir el predicado de «terrorista» a «los maltratadores», como hacen muchos, cuando estos ni siquiera forman un grupo organizado.

2. Además es necesario para que un grupo sea identificado como terrorista que sus actividades («atentados») pertenezcan a una serie, es decir, que sus actividades supongan reiteración, de tal modo que la operación de «atentar» amenace con repetirse contra el grupo en el que se busca el terror, si este no se pliega a los propósitos del grupo terrorista.

3. Finalmente para que tal relación de terrorismo se dé entre ambos grupos es necesario contar con la complicidad de la población, con la complicidad del grupo aterrorizado, es decir, y esto es fundamental, es necesario que la población por mantenerse aterrorizada se haga objetivamente cómplice, plegándose a los propósitos del grupo que aterroriza. No hay terrorismo, no existe la funcionalidad que lo define, si el grupo al que se pretende aterrorizar no se pliega a tales intereses y responde en sentido contrario (por mucho que subjetivamente muchos individuos del grupo al que se pretende aterrorizar sientan en determinadas situaciones terror pánico, miedo, &c.). En este sentido el 11S, el ataque a las Torres Gemelas, no es, por lo menos de momento, un atentado «terrorista», pues la respuesta del grupo al que se pretendía aterrorizar, o por lo menos la respuesta de una parte del grupo al que se pretendía y se sigue pretendiendo aterrorizar (puesto que desde el grupo responsable de tal atentado, Al Qaeda, se pretende aterrorizar al «Occidente infiel»), esto es, los EEUU, no se han plegado a los intereses de Al Qaeda: si Al Qaeda con el 11S pretendía, según puso de manifiesto Bin Laden, que EEUU tomase una política de cambio de sentido en el Oriente Próximo a favor de «Palestina» y en contra de Israel, no lo consiguió, pues la respuesta estadounidense al 11S fue pasar a la ofensiva contra Al Qaeda en Afganistán.

Según esto, que me parece tendría que ser subrayado una y mil veces, el que un atentado llegue a concebirse como «terrorista» no depende únicamente de que un grupo pretenda aterrorizar conforme a unos propósitos determinados, sino que el terrorismo sólo llega a consumarse cuando cuenta con la complicidad de la población que, aterrorizada, se pliega a los propósitos del grupo terrorista. El «terrorismo» es así una relación funcional entre ambos grupos, no dependiente de uno sólo: para que determinado grupo practique el terrorismo tiene que existir un grupo aterrorizado que transige, que tuerce sus propósitos en función de los del grupo terrorista.

Esta es pues la característica de la función correspondiente a la unidad conceptual del terrorismo, distinguiéndose distintos terrorismos dependiendo de los propósitos de los grupos que llevan a cabo tal actividad: las diferencias entre los terrorismos aparecen, pues, en el terreno de los distintos fines, planes y programas desarrollados desde tales grupos, siendo aquí en donde aparecen los parámetros y las variables independientes por los que «los terrorismos» se distinguen entre sí, al margen de que tengan, en orden a la consecución de sus propósitos, algunos puntos en común.

Sea como fuera, esta complicidad es, sin duda, la clave de la conexión entre los sucesos del 11M y los del 14M: y es que si el 11M Al Qaeda pretendía aterrorizar a la población española, el 14M lo consiguió, por lo menos consiguió aterrorizar a la mayoría de la población, ya que tal mayoría ha producido, a través del «vuelco» electoral, la constitución en España de un nuevo gobierno que anunció, mientras estaba en la oposición, unos propósitos coincidentes con los propósitos del grupo terrorista. Unos propósitos que se pusieron de manifiesto a través de los comunicados que todos hemos leído u oído en los medios de comunicación en los días siguientes al 14M: «Atacamos a España para que se retire de Bagdad» (El Mundo, martes 16 de Marzo de 2004, pág. 29). «Para obligar al gobierno español [sigue diciendo Al Qaeda en un documento redactado y difundido a finales del 2003, poco después de conocerse la convocatoria de elecciones en España para el 14 de Marzo de 2004] a retirarse de Irak, la resistencia debe infligir duros golpes a sus fuerzas, seguidos de una campaña propagandística para ilustrar la realidad de la situación en Irak. Debemos utilizar al máximo la situación electoral. Pensamos que el Gobierno español no soportaría más de dos o tres ataques antes de verse obligado a retirarse por la presión popular. Y si no lo hiciese, la victoria del Partido Socialista estará casi asegurada y la retirada de Irak será una de sus prioridades.» Fue suficiente un «ataque», en el momento adecuado, a tres días de la convocatoria electoral, sin dar tiempo al gobierno español a reaccionar, para que el pueblo español votase en su mayoría conforme a estos propósitos de Al Qaeda: España, puesto que de tal mayoría sale un gobierno que representa a todo el país, capituló, por miedo a que el 14M se convirtiese en el principio de una serie, ante tales propósitos. Este es el chantaje: España el 14M lo aceptó pensando, la mayoría de los electores, o por lo menos los electores que hicieron posible el «vuelco», que así tienen asegurada su protección frente al terrorismo islámico. Si se habla de «vuelco» electoral es porque tal grupo, España, tenía unos propósitos antes del atentado que Al Qaeda consiguió reorientar en su favor, al lograr con el 11M infundir un terror en el electorado español que explica los resultados del 14M.

Ahora bien, siendo Al Qaeda la responsable criminal de los atentados del 11M, ¿en dónde recae la responsabilidad política de que todo un país capitule ante los propósitos del islamismo político?, ¿con qué contaba Al Qaeda para que, de un plumazo en Atocha, España doblase su cerviz tres días después? ¿Por qué pronosticaba Al Qaeda que el gobierno español no soportaría más de dos o tres ataques?, ¿por qué fue suficiente con uno para dar el «vuelco electoral» en favor del PSOE, y, por tanto, a favor de los propósitos de Al Qaeda?

El programa genérico de Al Qaeda, que recibe su energía como es sabido de capital saudí, es destruir la pax norteamericana, es decir, el orden instaurado por los vencedores de la «guerra fría» y que ha supuesto la ocupación del «territorio sagrado» (Arabia Saudí) por tropas de «infieles». El islamismo político, promovido desde distintos países (Arabia Saudí, Egipto, Emiratos Árabes, Marruecos...), busca revertir tal orden en su favor, y se dirige en varios frentes contra este orden. Un orden americano que cuenta con el mantenimiento y defensa de Israel en el Oriente Próximo y un orden, en fin, que privilegia, sobre todo en los últimos años, como consecuencia de la política llevada a cabo por el gobierno de Aznar, las relaciones con España, lo que pone a EEUU inmediatamente en contra de Marruecos y de su reivindicación de la soberanía sobre Ceuta y Melilla, y sobre el Sáhara Occidental{4}. Además este estrechamiento de las relaciones entre España y EEUU también redunda en contra del objetivo, remoto pero real, del islamismo político de «recuperar Al-Andalus».{5}

Es en este último frente en donde los propósitos de ETA y Al Qaeda se hacen coincidentes, aunque a largo plazo sean contrapuestos (recuperar Al-Andalus implicaría recuperar también las Vascongadas), pues se trata de mantener el objetivo común de debilitar a España (en el límite destruirla) en función de, por una parte, los intereses secesionistas del nacionalismo fraccionario, no sólo del etarra (también del PNV, EA, ER, CIU, BNG: «pacto de Barcelona»), y, por otra, en función de los intereses de la Umma islámica, que tiene, insistimos, su frente político próximo en Marruecos en tanto «punta de lanza» del islamismo político frente a España (con el apoyo de Francia, que, recordemos, tiene que gobernarse con tres millones de musulmanes en su seno).

Así que España aparece en el punto de mira de tales grupos desde hace mucho tiempo: el secesionismo ataca la identidad de España intentando destruir su unidad («Catalunya», «Euskal Herria», «Galiza», &c.), mientras que el islamismo político, manteniendo la unidad de España, ataca su identidad «católica», esto es, «infiel», procurando restaurar su identidad musulmana («Al-Andalus»). Dentro de los programas del islamismo político, los planes dirigidos a España significan, por tanto, la destrucción de su identidad «católica» y su reconstitución como «Al-Andalus» musulmana.

Estos propósitos, tal como ellos los explicitan –no estoy interpretando nada–, ya estaban presentes en estos grupos políticos (o parapolíticos) mucho antes de que tuviese lugar la guerra de Iraq y mucho antes, por tanto, de la intervención de España en la misma. Recordemos que España, junto a los Balcanes e Israel, es el único lugar en el que el expansionismo islámico sufrió retrocesos desde el 622; en España en concreto sufrió tal retroceso que no existe actualmente ningún grupo islámico que represente fuerza suficiente como para llegar a constituirse en partido político, y, por tanto, dada la forma del estado de España –la partitocracia–, con posibilidad de acceder a las Cortes y verse el islamismo político representado en ellas (mientras que en los Balcanes y en Israel sí hay partidos políticos con tales características). Esto no quiere decir ni mucho menos que en España no haya grupos islámicos organizados: en nuestro artículo «Variaciones sobre Al-Andalus», así como en el de María Santillana, «El minero excomunista e islamita converso Gerardo, el renegado Yusuf y el quintacolumnista Avelino, antiguo clérigo cazamarxistas», hemos expuesto los movimientos de estos grupos, de algunos de sus miembros destacados, sus divisiones, sus intereses comunes tal como los ponen de manifiesto (de momento entre sus propósitos a corto plazo se encuentra, sobre todo, el de tratar de hacer proselitismo islámico en la escuela pública española), así como su interpretación de la historia de España y su intención, nada inocente políticamente hablado (como algunos de estos islamitas pretenden hacernos creer), de «restaurar» el «Al-Andalus», un «Al-Andalus» completamente ficticio{6}, como «auténtica civilización» peninsular, siendo España, la España real, la que se constituye a partir de la Reconquista, y que se mantiene actualmente, el enemigo a batir. España es, pues, el enemigo común que tratan de debilitar, en el límite liquidar, tanto ETA como Al Qaeda, tanto el secesionismo como el islamismo político en general. La guerra que el Islam, que determinados grupos políticos y parapolíticos islámicos, nos tienen declarada, aunque muchos españoles no se enteren o no quieran enterarse (en plan avestruz), es muy anterior a la participación de España en la guerra del Iraq.

Pues bien, siendo estos los propósitos generales de tales grupos, ¿cuál es el plan específico producido con el atentado del 11M?

España con su política de mantenimiento del «vínculo trasatlántico», auspiciada y dirigida por el gobierno del PP, se estaba fortaleciendo en contra de los intereses de tales grupos y en contra, además, de los intereses de Francia y Alemania, la famosa «Vieja Europa» de Rumsfeld, en cuanto que tales países quieren mantener su poder hegemónico en Europa (España y Polonia –recordemos que esta última fue barrida del mapa varias veces– permanecían solidarias en defensa del cumplimiento de los acuerdos del Tratado de Niza, frente a las posiciones de Francia y Alemania), un poder hegemónico que pasa por el debilitamiento de lo que se denomina desde la Europa central como «Europa periférica» (España incluida). Esta situación de España, de permanecer «con América» y «frente a Europa», no es nueva ni mucho menos, como desde el PSOE se quiere hacer ver, y es que mientras que a EEUU le conviene una España fuerte frente al islamismo político, no ocurre lo mismo con Francia y Alemania, a las cuales interesa más bien una España fraccionada con la que negociar más cómodamente. Sobre todo la «pacifista» Francia (recordemos que es una potencia nuclear) no se para en barras, como también tradicionalmente ha hecho y sigue haciendo, al utilizar el Islam político en contra de España o en contra de los EEUU, si hace falta.

Este «vínculo trasatlántico», privilegiado por la política española dirigida por el gobierno del PP, mantenido por encima e incluso en contra de las relaciones con Francia y Alemania, probó toda su eficacia, relativa a la defensa de la integridad de España, en el episodio de Perejil{7}. Una posición, la defendida por el gobierno del PP, que obraba, pues, convenientemente en favor de los intereses de España, de su unidad y de su identidad políticas, en cuanto que éstas son puestas en cuestión tanto desde agrupaciones islámicas, como centroeuropeas, como nacionalistas fraccionarias.

No se puede por tanto, y aquí queríamos llegar, responsabilizar a la política del gobierno del PP, como se ha hecho y se sigue haciendo por parte de buena parte del electorado español, de haber puesto en contra de España a estos grupos como consecuencia de su participación en la guerra de Irak, cuando estos grupos, insistimos, llevan trabajando en contra de España desde hace muchos años, poniendo en cuestión su unidad y su identidad desde mucho antes, incluso, de la constitución del gobierno del PP.

Más bien es al revés, la política del PP representa una respuesta prudente a tales amenazas promovidas por parte de estos grupos, al ser una respuesta que, dado el orden internacional, la pax norteamericana instaurada por los vencedores de la guerra fría, se configura como la única posible para España en cuanto que es la única que no pone en cuestión tal integridad, sino que al contrario, la consolida en tanto que una España unida frente al islamismo político es conveniente para el orden defendido desde la pax norteamericana. Una pax norteamericana que, desde el 11S, se ve gravemente amenazada por ese mismo islamismo político. Sólo desde la solidaridad con unos EEUU que responden, después del 11S, a los ataques del islamismo político, puede hacer frente España a esos grupos, y no, sin embargo, con una «Europa» solidaria del islamismo político (Francia) y del secesionismo (Alemania).

Pues bien, la estrategia de Al Qaeda-ETA en España es la de, precisamente, abortar esta política de desarrollo del «vínculo trasatlántico»: ¿cómo hacerlo?, ¿cómo abortar esta política, de un vínculo trasatlántico muy firme, alimentado por siglos de historia, alimentado con una lengua común (España es el cuarto país en número de hispanohablantes, EEUU el tercero)?

Esta política española del PP tenía una debilidad conocida, y que sin duda Al Qaeda conocía y supo aprovechar: una debilidad que no se encuentra ni en EEUU, ni en Gran Bretaña, ni en Polonia, y es que el PP tenía enfrente de tal programa, en su propio país, a toda la oposición política de España, una oposición que en parte es además secesionista y, prácticamente toda, «europeísta». Una oposición cuyo principal partido acababa de aliarse con partidos secesionistas en una región de España muy importante: Cataluña. Y, sobre todo, una oposición cuyo principal partido, el único de la oposición con posibilidades de acceder al gobierno, tenía como punto «estrella» de su programa el de desactivar esa política de desarrollo del «vínculo trasantlántico», desactivar el mantenimiento privilegiado de ese vínculo, en cuanto que desde tal principal partido de la oposición mantienen que la relación privilegiada que España debe mantener es con «Europa» (Francia-Alemania), quedando el «vínculo trasatlántico», a lo sumo, subordinado al «europeo»: el punto estrella del programa de ese partido, que representa tal desactivación, ha sido, como todos sabemos, el de la «retirada de las tropas de Iraq».

Desde Al Qaeda, pues, sólo había que hacer que triunfara en la elecciones del 14M este partido, el glorioso PSOE, para que España retirase las tropas de Iraq, tal como prometió tal partido en su programa, siendo este el único punto que podría hacer caer al PP del gobierno de España (dado que la economía, &c. «va bien» en España, y otros asuntos –accidente del Prestige, Plan Hidrológico Nacional...– no parecieron influir suficientemente en el electorado, según se comprobó en las últimas elecciones municipales, como para producir el «vuelco» buscado). Había, pues, que apretarle a los electores un poco más las tuercas.

Dada esta posición del PSOE, que mantuvo un «No a la guerra» en principio, incluso, por encima o al margen de las decisiones que se tomasen en el Consejo de Seguridad de la ONU (recordemos, en este sentido, que la primera posición de ZP fue oponerse a «la guerra» aunque la ONU aprobase la intervención: aún ZP tiene que explicar este cambio al respecto, tan «tranquilo» que aún no nos hemos enterado de las razones del mismo, puesto que ahora dice que si la ONU no toma el mando en la «reconstrucción de Irak», él como presidente ordenará el regreso de las tropas); dada esta posición suya, insistimos, convertida automáticamente en promesa electoral para las elecciones programadas para el día 14 de Marzo, desde Al Qaeda sólo habría que amedrentar a la población española para que tal partido pasase a ocupar el gobierno e hiciese de tal promesa el principal objetivo de su gobierno, toda vez que sabrían desde el PSOE, como saben actualmente, aunque lo nieguen, que tal punto es lo que le habría de llevar a este partido a gobernar. Se acaba así, además, con una de las principales partes de la alianza trasatlántica, representada en la Azores, condicionando, de carambola, las elecciones programadas para noviembre de 2004 en los EEUU (aunque en EEUU, por lo menos de momento, no existe una oposición al gobierno tan necia).

Es más bien, pues, esta promesa del PSOE, y no ninguna otra cosa, lo que hace que España pase a ser primer objetivo de la estrategia de Al Qaeda, no de la estrategia genérica, pero real ¡ojo!, cuyo contenido es la «destrucción de Occidente» o de yihad contra el infiel, España incluida, sino de una estrategia específica (dentro de esa estrategia genérica) cuyo objetivo inmediato es el de obligar a que «las tropas imperialistas de Iraq se retiren»: al ser este el programa también del PSOE, por lo menos de la parte del programa que tras el 11M terminó dándole la victoria electoral, el programa del PSOE pone en bandeja que tal estrategia específica de Al Qaeda se canalice a través de España como primer objetivo. Es esta posición del PSOE lo que hizo que el programa de «retirar las tropas de Iraq» por parte de Al Qaeda se terminase concretando en Madrid el 11M, tres días antes de las elecciones, con 200 muertos: dicho claramente, es este punto del programa socialista lo que invita al «cálculo estratégico» con el que Al Qaeda interviene en Madrid el 11M. Es en el programa del PSOE, pues, en donde hay que buscar las responsabilidades políticas del atentado.

Un programa, y esto es lo peor, que, al final, so pretexto de las «mentiras» del gobierno sobre la autoría del atentado, casi 11.000.000 de españoles terminan por ratificar el 14M, aterrorizados ante la posibilidad de que el 11M se convierta en una serie. Se cumple así a la perfección el cálculo estratégico de Al Qaeda haciendo que el grupo aterrorizado, España, se pliegue a sus propósitos.

Ante tan lamentable situación muchos recuerdan, con razón, las palabras que Churchill dirigió a Chamberlain tras firmar éste con Hitler el Pacto de Munich: «Le dieron a elegir entre guerra y deshonor. Eligió el deshonor y tendrá la guerra.» Y es que efectivamente el 11M, visto desde el 14M, Al Qaeda con sus bombas se llevó por delante de un plumazo a 200 personas, un gobierno y, desde luego, el honor de un país.

No han tenido en cuenta, pues, estos 11.000.000 que, plegándose a los intereses del grupo terrorista, no evitan la estrategia genérica, «destrucción de Occidente», incluyendo España, sino que lo que hacen es, a lo sumo, que el propósito específico («retirar las tropas de Iraq») se cumpla desde la parte de España (cosa que está por ver), debilitando así el «vínculo trasatlántico» en defensa de España y a favor, no sólo del islamismo fundamentalista, sino también del secesionismo fraccionario. España sigue siendo, a pesar del «vuelco electoral», objetivo del terrorismo islámico y etarra, pero, encima, la España del «vuelco electoral» es una España vencida por el terrorismo islámico y, además, debilitada, al no privilegiar tal «vínculo trasatlántico».

Así razonó, ingenuamente, el electorado cómplice: España, de la mano del gobierno de Aznar, se metió en una guerra «injusta» y por eso el islamismo, mancillado, golpeado gratuitamente, responde contra España el 11M: si votamos a quien promete sacarnos de esta guerra «injusta», de esta agresión contra el islamismo, entonces ya no sufriremos más 11Ms. Demasiado caro es el precio de la «foto de las Azores», entiende quien así razonó, así que, salgamos de la foto. Con este razonamiento contó Al Qaeda para golpear en Madrid.

Pero, ¿de dónde procede tal ingenuidad?, ¿de dónde esta ingenuidad, que termina el 14M convirtiéndose, para deshonra de España, en complicidad?

Si esa complicidad del electorado español ha sido posible, y aquí nadie «se va de rositas», es por la fatal «política de comunicación» del gobierno del PP, que no ha sabido o no ha querido defender su postura, para empezar, y entre otras cosas, porque no tenía medios de comunicación para hacerlo: quiero decir, que no contó con los suficientes medios, con los que sí contó el PSOE, para defender su programa. Al Qaeda seguramente también conocía cómo desde la SER (la emisora de radiodifusión con más oyentes en España), desde El País (el periódico con más lectores en España), desde Tele 5 (la cadena que más ha crecido en número de televidentes en España: con Crónicas Marcianas, La noche de Fuentes y cía y la serie 7 vidas como programas estrella en los que, constantemente, se elaboran sermones en contra del PP y de «la guerra»), desde Canal+ y CNN+, desde muchas televisiones autonómicas (Canal Sur, ETB, TV 3...), desde Localia (una cadena de televisiones locales que emiten, alegalmente, en toda España), desde los canales digitales por satélite, &c., se sostienen posiciones en contra de la política del ahora saliente gobierno español. También desde editoriales y productoras de cine se insiste en ello, con la práctica totalidad de los autodenominados «intelectuales y artistas», o «representantes del mundo de la cultura», en contra de la política del gobierno de España y su papel representado en las Azores. Lo más curioso es que contando con semejante plataforma mediática, desde tal colosal trampolín se dice constantemente, mintiendo, que los medios de comunicación están en manos del PP (desde Crónicas Marcianas, hasta 7 vidas, pasando por CQC Caiga quien caiga, son todos ellos programas que surgieron y se mantuvieron durante las legislaturas de gobierno del PP en España). Bien es verdad que el PP dominaba TVE, con sus dos canales, siendo La Primera el canal con más televidentes en España, pero ¿cuáles eran los programas más vistos además de la retransmisión de la Liga de Campeones o de los partidos de la Selección española?, ¿qué se puede hacer con Ana y los 7 o con Cuéntame y Operación triunfo, en relación a estos asuntos, frente a los sermones de Sardá o de Gabilondo{8}? ¿Y los noticiarios de TVE?, ¿acaso no estaban estos en manos del PP (Urdaci)? En el noticiario de La 2, además de no tener mucha audiencia, se privilegian noticias, en cuanto que «telediario alternativo», de tipo ecologista-humanitarista: de manera que desde la perspectiva de sus redactores es igual de desastroso, si no más, el que Japón continúe con la caza de ballenas que los desastres provocados, por ejemplo, por un terremoto en Turquía. En cuanto a los telediarios de La Primera, el tratamiento que recibían las noticias procedentes de Iraq y «la guerra», por esa perspectiva «eticista» que han mantenido la práctica totalidad de los representantes de la «clase periodística» (el cuarto poder que decía el otro), no veo yo que fueran tendenciosas a favor del gobierno del PP: al contrario, la perspectiva eticista (mantenida por sus corresponsales, Ángela Rodicio especialmente, pero también otros) jugaba en contra de la postura mantenida por el gobierno del PP (de hecho, por ejemplo, siempre se ha hablado en ese telediario, el de Urdaci, de «guerra de ocupación» y no de «guerra de liberación», como correspondería si su postura siguiese una tendencia en favor del gobierno del PP). Es más: ¿no se retransmitieron por La Primera las ceremonias de entrega de los Premios Goya, unas ceremonias convertidas en manifestaciones en contra de «la guerra»?

Si a esto añadimos, además, una instrucción pública española que, en relación a la historia de España, está completamente penetrada por la Leyenda Negra (constantemente propagada por el secesionismo político con la venia de la LOGSE del PSOE), hace que mucha población, ignorante o (de)formada en una historia de España enteramente ficticia, no entienda, por ejemplo, la relación entre «España y América frente a Europa» como la postura, además de tradicional, conveniente políticamente para España. Con una España histórica completamente odiada y mal vista, que tiene que estar pidiendo perdón constantemente por sus «agravios» contra las «minorías», empezando por la islámica, poco se puede hacer políticamente para defender actualmente su integridad. En ocho años de gobierno, el PP no pudo o no supo revertir esta situación en la educación pública: en la primera legislatura porque el secesionismo bloqueó la «Ley de las Humanidades», planteada por la entonces ministra de Educación, Esperanza Aguirre; en la segunda legislatura, con mayoría absoluta, no dio tiempo a que la Ley de Calidad, siendo ministra Pilar del Castillo, se pusiese en funcionamiento una vez aprobada en las Cortes (otro punto estrella del PSOE es dar marcha atrás a esta Ley{9}).

No supo o no quiso o no pudo el PP, pues, explicar, y si lo explicó sería en petit comité,{10} lo siguiente:

1. De las armas de destrucción masiva. Se sabía, según reconoció la ONU a través de la resolución 1441, que las «armas de destrucción masiva» habían penetrado en Iraq, entre otras cosas porque tanto Francia y Alemania, como EEUU después, una vez iniciado el conflicto Irán-Iraq, se las habían vendido (Rusia, mejor dicho la URSS, también había vendido armamento al gobierno de Sadam Hussein, pero eran armas convencionales). No es la existencia de estas armas, pues, un invento de Bush, o de Blair, o de Aznar, sino que la ONU (es decir sus países miembros) a través de tal resolución 1441, reconocía que tales armas habían penetrado en Iraq, sin saber si se habían destruido o aún permanecían en poder del gobierno de Sadam Hussein. Esta resolución pedía, precisamente, al gobierno de Sadam, como condición de su derrota en la Primera Guerra del Golfo, que diese pruebas, de destrucción, venta, o lo que fuese..., de que tales armas ya no estaban en el interior de Iraq. Hans Blix, como «inspector de la ONU», tenía la función de hallar tales pruebas, no de promover el desarme, sino de saber si las pruebas de desarme dadas por Iraq eran fiables. La resolución, además, incluía una cláusula en la que se prometían medidas «más contundentes»{11} contra Iraq si, en una fecha determinada en la resolución, el gobierno de Sadam no ofrecía pruebas de tal desarme. Esa fecha era marzo del 2003, hace un año. El Consejo de Seguridad se reunió con tal motivo para comprobar si en los informes, presentados por Blix ante tal Consejo, se daban pruebas o no del desarme. Todos los países allí reunidos, los cinco permanentes con derecho a veto y los no-permanentes (incluyendo España), estimaron que no había pruebas en los informes de que tal desarme se hubiese llevado a cabo. Fue esta incertidumbre, de la que el gobierno de Iraq fue responsable, lo que provocó la situación de inestabilidad, una situación que enfrentó entre sí a los cinco miembros permanentes con derecho a veto. Las discusiones giraron en torno a qué decisión se tendría que imponer desde el Consejo, dado que no se habían dado pruebas del desarme de Iraq: EEUU y Gran Bretaña mantuvieron que, según se derivaba de la resolución 1441, «el tiempo se había terminado» para Iraq; Rusia, Francia y China, pedían más tiempo, frente a lo que la resolución 1441 establecía. Fue esta incertidumbre, no saber si Iraq estaba desarmado, lo que llevó a la guerra. No fue, por tanto, como ahora se dice, el que Bush, Blair o Aznar se inventasen, como pretexto, la existencia de unas armas de destrucción masiva lo que la desencadenó (ellos decían estar convencidos de su existencia, pero eso no importa), sino, precisamente, el no saber , ni Bush, ni Blair, ni nadie en ese momento, si estaba todavía Iraq armado o no con tales armas, al no dar Iraq pruebas fiables del desarme, según reconoció en pleno el Consejo de Seguridad. Este no saber suponía efectivamente una amenaza para los países del entorno de Iraq, sobre todo para Israel, pues, sin saberlo, siempre cabría la posibilidad de que permaneciesen aún en el seno de Iraq unas armas de las que, sí se sabía, habían entrado. No se puede decir, por tanto, que Bush, Blair o Aznar mintiesen, pues era precisamente la incertidumbre, con la que jugó el gobierno de Sadam, lo que hacía que la situación supusiese un peligro real. En absoluto importa que las armas ahora se encuentren o no: el que no se encuentren no hace mentirosos a los tres dirigentes.

2. Sobre la «ilegalidad» de la guerra. No se puede decir que la guerra es «ilegal», y por tanto tampoco es «ilegítima por ilegal», como no se cansan de repetir algunos, si no se ofrecen los parámetros de la legalidad que presuntamente no se está cumpliendo. Decir que la guerra «viola» la legalidad internacional es seguir sin ofrecer parámetros, pues no existe semejante cosa llamada «legalidad internacional». No existe ninguna ley que esté por encima de la soberanía de los Estados, y es que tal ley, inmediatamente suspendería tal soberanía. Sólo existe una ley que esté por encima de algunos Estados: la que le obligan a cumplir otros Estados. EEUU, Gran Bretaña y Australia, que fueron las Potencias que declararon la guerra (con el apoyo diplomático de España y de muchos otros países), son países soberanos, siendo precisamente uno de los atributos de la soberanía (por hablar al modo de Bodino) el de declarar la guerra. No existe ninguna razón para decir que EEUU, dada su soberanía, no tenga autoridad para declarar la guerra: no habría, por tanto, ilegalidad, puesto que quien la ha declarado ha sido la máxima autoridad del país –su presidente–. No hace falta esperar, si un país se ve amenazado, a que el Consejo de Seguridad apruebe esta decisión, sobre todo, cuando las decisiones que este pueda tomar pueden ser truncadas por el veto de los miembros permanentes (vencedores de la Segunda Guerra Mundial). Digamos que la «lógica» del Consejo de Seguridad se rompe en el momento en que se plantea la posibilidad de una «guerra» entre sus miembros permanentes: es imposible, en esas condiciones (guerra entre sus miembros permanentes) que del Consejo salga alguna decisión, y es que siempre va a estar amenazada por el veto de uno de ellos. No tiene sentido esperar, por tanto, tal decisión cuando, como ha ocurrido con la guerra de Iraq, se enfrentan entre sí los miembros permanentes, y es que, en cierto modo, la guerra de Iraq es una «guerra» entre Rusia-China-Francia, frente a Gran Bretaña-EEUU. De hecho fue Francia la que amenazó con el veto, cuando Gran Bretaña se disponía a presentar una propuesta de resolución alternativa a la norteamericana: fue esta amenaza de Francia, vetar todo lo que procurase resoluciones más «contundentes» contra Iraq, lo que llevó a EEUU, Gran Bretaña y España a las Azores.

3. La guerra preventiva. El concepto de «guerra preventiva» no es un invento de última hora. Diego de Covarrubias, en el siglo XVI, lo expuso ampliamente y lo defendió como «causa justa» de guerra en orden a la salvaguarda de la Iglesia regular en América. Pero además, en cierto modo, toda guerra surge a partir de tales previsiones (leer, por ejemplo, La guerra del Peloponeso de Tucídides).

4. La amenaza de Sadam. Sobre si el gobierno de Sadam suponía una amenaza real, y si la respuesta a la amenaza fue proporcionada o no, habría que decir varias cosas:

Primero el no saber, del que antes hemos hablado, suponía una amenaza real, sobre todo para Israel que, por supuesto, a «Europa» le trae sin cuidado, puesto que este país, su existencia, representa para Europa el recuerdo permanente de la vergüenza de lo que supone «Europa» políticamente hablando. Como no se sabía si el Iraq de Sadam Hussein seguía armado o no, entonces Israel podría estar amenazado por tales armas.

Segundo, y en relación al «petróleo», no es este un motivo menor, precisamente, enarbolado como justificación de una agresión bélica. Y es que defenderse de aquellos que impiden el acceso a las reservas petrolíferas está reconocida como «causa justa» de guerra según aquel ius communicationis (últimamente muy traído y llevado) de Vitoria o de Grocio, conforme al cual si se impide o dificulta por parte, en este caso de Iraq, el comercio, la circulación de mercancías, y de personas, los intercambios..., es decir, en este caso, si no permitiese Iraq a los norteamericanos el acceso a las reservas de petróleo situado bajo su territorio, cuando los norteamericanos lo necesitan, esto es «causa justa» de guerra. La premisa mayor del silogismo es que la tierra es de todos, y por tanto es una agresión de Iraq el impedir acceder a unas reservas que no son suyas (la propiedad se determina en la propia explotación, es decir, el trabajo); es más, Iraq estaba cediendo la propiedad de esas reservas, cuando no tiene propiedad sobre ellas, a Francia y a China, en contra de EEUU. Para EEUU, como para España y en general para cualquier país, la falta de petróleo es un problema para su integridad nacional, mientras no exista otro recurso que lo sustituya: impedir el acceso a esas fuentes de petróleo por parte de algún país que, sin tenerlo (explotarlo), se lo apropia, es una agresión en toda regla contra los países que lo necesitan y pueden obtenerlo.

Tercero y en relación al «pueblo inocente iraquí», sojuzgado, tiranizado por Sadam. Todo el mundo admitía, y admite, que Sadam suponía una amenaza para el pueblo iraquí. Si la guerra se planteó en su defensa, como guerra de liberación, tampoco veo por qué estaría el gobierno de los EEUU desautorizado para declararla..., o por lo menos por qué va a estar menos autorizado que el Consejo de Seguridad...

Cuarto, y en relación a la proporcionalidad entre la amenaza y la respuesta. Una guerra como la llevada a cabo por los EEUU y Gran Bretaña en Iraq, que ha producido muy pocas bajas civiles en cuanto que se desencadenó mediante, precisamente, el ataque selectivo, no masivo, no parece muy desproporcionada en relación a la causa que, al cabo, desencadenó la guerra: la invasión de Kuwait por parte de Iraq, las agresiones a Israel durante la Primera guerra del Golfo (con misiles Scud, de destrucción masiva), &c. Y es que, efectivamente, estamos hablando de la misma guerra cuando hablamos de la Primera Guerra del Golfo y de la actual «guerra de Irak», toda vez que esta segunda se desencadena al no cumplir Iraq las condiciones que se le impusieron tras su derrota en la primera.

Quinto, en relación a las relaciones entre el Iraq de Sadam y Al Qaeda. Desde luego, aunque ex post facto, nadie puede decir que no existen relaciones, después del atentado del 11M, entre la situación de Iraq y Al Qaeda. Ahora bien, sobre tales vinculaciones antes de desencadenarse la guerra, por mi parte no tengo nada que decir.

No supo el PP, pues, acompañar con estas razones, y si lo hizo ni siquiera muchos de los propios correligionarios se enteraron, ese gran paso que había dado privilegiando las relaciones de España con América frente a Europa: ahora, por lo caro que ha salido tal paso, quizás no se vuelva a dar en mucho tiempo. A lo mejor nunca. Resulta pues, más bien, contraproducente haberlo dado en un momento en que no existían condiciones para ello, y es que, hemos comprobado el 14M, el PP no conocía bien al electorado español. Un electorado, por lo demás, que se puede conocer muy bien viendo la televisión. Ese electorado que escoge a sus políticos mediante el voto, es el mismo que selecciona telebasura: no ha reparado el PP en tal relación existente entre «telebasura y democracia»{12}, y ahora el PP permanece hundido frente a la telebasura. También es verdad que existen razones para pensar, dadas las condiciones del electorado del 14M, que el momento para dar el paso pudiese no llegar nunca: después del 11S posiblemente era el momento de decir, como seguramente dijo Aznar y con él su gobierno, «ahora o nunca». Pues bien, el pueblo «ha hablado» y ha dicho: «nunca». Allá vamos, pues, derechos al suicidio.

Sólo nos queda esperar y ver si ZP cumple la promesa electoral que trajo las bombas a Madrid y que le llevó al gobierno: de momento John Kerry, de la oposición «demócrata» estadounidense, ya le ha advertido a ZP que retire tal promesa, incluso Kofi Annan le dice que recapacite. A ver qué hace ZP, pero desde luego ya ha hecho bastante: habría que concederle un título nobiliario ante tanta proeza. Yo propongo uno, el «Conde Don Julián».

* * *

En un correo electrónico, de los cientos recibidos, al parecer, en la Embajada española en Estados Unidos, después del 11M y del 14M, un mayor retirado del ejército de los EEUU se pregunta (ver El Mundo, 22 de Marzo de 2004): «¿Dónde están aquellos españoles valientes que cruzaron el ancho mar? ¿Dónde están aquellos españoles sin miedo que cruzaron el mundo entero?» Pues, señor mayor del ejército de EEUU, están muertos y enterrados bajo el peso de la leyenda negra, una leyenda que no ceja de ser practicada y alimentada por los españoles vivos: seguramente conoce usted bastante mejor a esos valientes españoles muertos, que muchos de mis «valientes» conciudadanos vivos. «Valentía», en España así se le llama, estos días de finales del mes de marzo, a la cobardía. Y es que:

«Una vez hubo un sueño llamado España...
Y ahora temo que no sobreviva al invierno.»

Notas

{1} Título de uno de los primeros libros de Juan Goytisolo.

{2} Está anunciada para mayo la publicación de un nuevo libro de Gustavo Bueno en el que, con el título Guerra y Globalización, desarrolla ampliamente los temas de los que habló en su conferencia.

{3} Esto permite entre otras cosas hallar las diferencias entre los distintos terrorismos que, de otro modo, desde un concepto sustancialista, permanecerían confusas. Difícil desde luego se presenta la tarea de «lucha anti-terrorista» cuando se mantienen conceptos confusionarios de terrorismo.

{4} vid. La reseña de Gustavo Bueno Sánchez, «Una magnífica historia del Sáhara hasta 1982», en El Catoblepas, nº 23, página 22.

{5} «No se repetirá en Palestina la tragedia de Al-Andalus», dijo Bin Laden el 7 de Octubre del 2001 (aniversario, por cierto, de la batalla de Lepanto), al comenzar la ofensiva estadounidense en Afganistán

{6} vid. Al-Andalus frente a España (Ed. Siglo XXI, 2000) y La quimera de al-Andalus (Siglo XXI, 2004) de Serafín Fanjul, Catedrático de Árabe de la UAM.

{7} Muchos menosprecian neciamente el que España haya luchado por este «pedazo de tierra deshabitado», se ríen ignorantes de muchas cosas: incluso mantienen, de modo ahistórico, que es la geografía lo que determina el territorio de un estado, teniendo Marruecos derecho a la soberanía no sólo de Perejil, sino también de Ceuta y Melilla, por motivos «geográficos».

{8} Por cierto que la «bióloga» y actriz, responsable de los enjundiosos guiones de Ana y los 7, ha manifestado, en un nuevo alarde de inteligencia por su parte, y sin duda en agradecimiento al partido que «movía los hilos» en TVE, ha manifestado que la culpa del atentado del 11M la tiene Aznar.

{9} Una Ley que, por cierto, de ninguna manera obliga a cursar la materia de Religión, como ha tratado de hacer creer el PSOE mintiendo, una vez más.

{10} Recuerdo, y perdone el lector traer aquí a colación una experiencia personal, haberle explicado hace un año a un Concejal del PP estas cosas que ahora voy a exponer, dado que ni él mismo reconocía que su partido mantuviese una posición adecuada en relación a «la guerra de Iraq».

{11} El texto es muy ambiguo, dando pie a múltiples interpretaciones: la cláusula dice así: «13. Recalls, in that context, that the Council has repeatedly warned Iraq that it will face serious consequences as a result of its continued violations of its obligations.» Las interpretaciones de este «afrontará serias consecuencias» pueden ser muy amplias, dada su ambigüedad, pero desde luego no admite la interpretación francesa, esto es, la de dar «más tiempo»: es decir, dejar todo igual después de tal advertencia.

{12} vid. Gustavo Bueno, Telebasura y Democracia, Ediciones B, Barcelona 2002.

 

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