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El Catoblepas, número 27, mayo 2004
  El Catoblepasnúmero 27 • mayo 2004 • página 11
Economía

China: otra vez en defensa del Renminbi

Elda Molina Díaz
Eduardo Regalado Florido

Se analiza la racionalidad de las posiciones adoptadas
por las autoridades chinas respecto a la valoración de su moneda

El sistema de tipo de cambio vigente en China y la valoración de su moneda, ha sido objeto de crítica en los últimos tiempos, hasta el punto de convertirse en el tema más recurrente del debate monetario financiero internacional en la actualidad. De hecho, el gigante asiático está siendo fuertemente presionado por parte de las principales potencias industrializadas –Estados Unidos, Unión Europea y Japón– para que revalúe su moneda y libere totalmente el sistema cambiario.

A partir de tal acontecimiento han surgido diferentes opiniones provenientes de los más variados círculos académicos y políticos, que han revitalizado las discusiones acerca de cual debe ser el régimen cambiario más apropiado y el valor de la moneda en China, tema este que fue de gran interés tras el estallido de la crisis financiera asiática de 1997.

El análisis de los distintos regímenes cambiarios (fijos, flotantes e intermedios) ha sido un tema reiterado y controvertido en el ámbito académico y de manera general puede decirse que no hay consenso sobre cual es idóneo, pues todos tienen ventajas y desventajas.

Por tal razón, el objetivo del presente trabajo no es buscar una respuesta acabada a este debate teórico general, sino el de hallar la racionalidad de las posiciones adoptadas por las autoridades chinas actualmente.

China: billete de 20 yuanes

Evolución de la política cambiaria china

Desde los primeros años de la reforma económica que ha tenido lugar en China, el Estado se ha encargado de establecer las regulaciones necesarias para mantener el control sobre las divisas y la tasa de cambio. Tal propósito ha estado en función de lograr la estabilidad de la moneda como condición necesaria para sostener la estabilidad económica, política y social del país.

En los inicios, la tasa de cambio se fijaba administrativamente a la vez que existía un estricto control de capitales. Este último se refería, de forma general, al control centralizado y manejo único de las divisas por el Estado; al establecimiento de los requisitos para operar con divisas (para empresas estatales, colectivas, mixtas e individuos) y a las reglas para la inversión extranjera en el país y la nacional en el exterior, entre otros aspectos. A tales efectos, se creó un órgano encargado del control de cambio, la Administración Estatal para el Control de Divisas (AECD).

Con el avance de la reforma se fueron introduciendo modificaciones que flexibilizaron estos mecanismos de acuerdo a las exigencias de las transformaciones que iban implementándose. A principios de los noventa, se introducen cambios en las regulaciones sobre divisas: se reforma el Sistema de Administración y Control de Divisas; aumenta el número de empresas con autonomía para usar divisas; y se comenzó a atender al tipo de cambio como mecanismo de regulación y control.

Por esa misma fecha, se oficializa y descentraliza el mercado de divisas interno en Shanghai, que existía desde 1986, pero funcionaba de manera muy restringida, lo que condujo a un incremento de su capacidad de maniobra y flexibilidad operativa, posibilitando la participación de un mayor número de empresas.

Este mercado funcionaba con sus propias tasas de cambio (no oficiales), las cuales fluctuaban de acuerdo a las variaciones de la oferta y demanda locales. El resultado fue que las tasas de los diferentes mercados se movían prácticamente sin ninguna relación entre sí, ni con respecto a la tasa oficial, por lo que en 1994 el gobierno las unificó al crear el Mercado Nacional Swap de Divisas, hecho que ejerció una importante influencia en el desarrollo de la economía, la reforma y la apertura de China.

A partir de 1994, la tasa de cambio oficial del Renminbi (RMB) se viene determinando a través de un sistema de tasa flotante administrada, mediante el cual el tipo de cambio se establece sobre la base de la oferta y la demanda en el mercado de divisas de Shanghai, pero con intervención estatal. Es decir, el Banco Central puede influir en el mercado mediante actividades de compra o venta, para mantener el precio de la moneda dentro de determinado rango.

La paridad RMB-dólar estadounidense se ha mantenido prácticamente fija desde entonces, a un nivel entre los 8,27 y 8,28 yuanes{1} por dólar, con un margen máximo de variación del 1%.

También, a mediados de los noventa, se modificó el mecanismo del control de cambios. Se plantea que desde el 1ro. de diciembre de 1996, en China dejó de existir un control de cambios completo, pues el RMB es convertible en cuenta corriente, pero no en la cuenta capital de manera íntegra.{2}

Lo anterior significa que se permiten las operaciones cambiarias para transacciones corrientes, con el objetivo de facilitar los trámites de comercio exterior a las empresas, las operaciones del capital extranjero y las operaciones personales de individuos, siempre que se cumplan determinadas exigencias.{3} Sin embargo, existen estrictos controles para transacciones de cuenta capital, como las inversiones extranjeras y otras que afecten las reservas.

Esta intervención en la política cambiaria, ha protegido al sistema financiero chino y ha contribuido a promover la estabilidad económica y financiera del país. Es de destacar, que aún en los peores momentos de la crisis asiática de 1997, cuando se devaluaron todas las monedas de la región, la china se mantuvo fuera del alcance de los ataques especulativos, incrementando su credibilidad, lo cual se aprecia en su creciente aceptación tanto al interior del país como entre los países vecinos.{4}

Tal hecho condujo a la invocación por parte de la comunidad internacional a las autoridades chinas, para que mantuvieran esta política como una manera de contener la crisis y garantizar una rápida recuperación.

China: billete de 10 yuanes

Presiones sobre China para la revaluación de su moneda

Sin embargo, en estos momentos, China está siendo fuertemente presionada desde el exterior para que revalúe su moneda que se considera devaluada según cálculos conservadores entre un 20 y 40%. Además, las exigencias contemplan la adopción de un sistema de flotación totalmente libre y plena convertibilidad, lo cual tendría un doble propósito, ya que no sólo facilitaría la entrada de inversiones y otros flujos financieros desde el exterior, sino que además, supuestamente contribuiría a la apreciación de la moneda.{5}

Los principales centros de poder de la economía mundial, tratan de convencer a China y a la opinión pública internacional de la necesidad de la revaluación con argumentos que parten de hechos que se manifiestan en la realidad y que dan una apariencia de objetividad irrebatible. Sin embargo, un análisis esencial de estos criterios muestra sus debilidades e inconsistencias.

Las tres potencias coinciden en culpar a China, por su «devaluada» moneda y, por consiguiente, a los productos baratos que exporta, de sus dificultades económicas. No obstante, existen algunas particularidades que matizan los reclamos de cada país en específico.

El gobierno de Japón fue el primero en hablar de la necesidad de revaluar la moneda china. Por varios años ha venido acusando a China de la deflación en su país y más recientemente ha alegado que su propósito de mantener la cotización de su moneda baja, se ha visto frustrado debido a la cotización del yuan.

Europa plantea, además, que el euro ha sido la moneda que más ha sufrido las consecuencias del debilitamiento reciente del dólar y por ello llamó a repartir mejor el peso de ese ajuste entre las principales divisas mundiales, ya que por la magnitud de su economía, un desequilibrio en esa zona podría afectar a la economía internacional.

En el caso estadounidense, las exigencias han alcanzado mayor connotación, apoyándose, principalmente, en el gran desbalance comercial entre ambas partes. A pesar de que China es superavitaria en el comercio con respecto al resto de los países que están exigiendo la revaluación de su moneda,{6} el déficit de Estados Unidos es más relevante,{7} al llegar a 103 mil millones de dólares en el 2002{8} y estimarse que alcance los 130 mil millones de dólares en el 2003.{9} Además, la Asociación Nacional de Manufacturadoras de Washington pronostica que puede llegar a 330 mil millones en cinco años si continúa la misma tendencia.{10}

Por esta razón, Estados Unidos culpa al gigante asiático de subsidiar las exportaciones de manera indirecta, o sea, a través del mantenimiento de la moneda depreciada, lo que encarece las exportaciones estadounidenses y estimula las importaciones baratas desde China. Tal situación ha sido tomada como pretexto para explicar el incremento del desempleo en ese país, donde desde el 2001, se calcula que se han perdido 2.700.000 empleos debido al cierre de empresas a causa a la competencia china o al traslado de la producción a ese país.{11}

Los reclamos norteamericanos no se originan únicamente en el gobierno, sino que éste a su vez está sometido a las exigencias de los fabricantes y ejecutivos de compañías que se sienten amenazados, particularmente del sector de los textiles. Por ejemplo, en agosto, tuvo lugar una reunión de altos ejecutivos de esas compañías, que hicieron un llamamiento al gobierno en favor de una mayor protección frente a los productos chinos. Un ejecutivo manifestó que «si la importación de bienes chinos continúa a un ritmo tan acelerado, China se apoderará del 70% del mercado norteamericano en un breve plazo de tiempo, lo que podría llevar a una pérdida adicional de 630.000 empleos en EEUU».{12}

Todos los argumentos anteriores son rebatibles. En primer lugar, el superávit comercial de China es significativo, 25.53 miles de millones de dólares,{13} sin embargo, el mismo solo representa una quinta parte del total que poseen todas las naciones en desarrollo, una cifra pequeña si se tiene en cuenta que China representa la quinta parte de la población mundial.{14}

Por otra parte, es cierto que las exportaciones chinas son muy competitivas, pero esa competitividad se explica, sobre todo, por la fuerza de trabajo calificada y barata y, en menor grado, por la tecnología e infraestructura que el país ha venido desarrollando. Por tales razones se estima que aún si se revaluara el RMB, las mercancías chinas seguirían siendo competitivas.{15} Además, se estima que en el comportamiento reciente de las exportaciones de China ha influido de manera significativa el dinamismo de las empresas privadas y de las multinacionales que aumentan sus operaciones de procesamiento y ensamblaje en el país asiático.{16}

Precisamente, si se analiza el origen de las exportaciones chinas, se constata que gran parte de los productos exportados proceden de compañías norteamericanas,{17} europeas y japonesas. Desde 1994 hasta mediados del 2003, las exportaciones de China se triplicaron, sin embargo, el 65%{18} del incremento en ese período correspondió a empresas chinas que son subsidiarias o filiales de multinacionales{19} y a empresas mixtas, en las que las compañías extranjeras poseen una participación.

Algunas fuentes plantean en este sentido, que el 70% de los empresarios japoneses y entre el 50 o el 60% de las compañías estadounidenses, consideran que el RMB debe permanecer estable, ya que su apreciación dañaría los intereses de esas firmas.{20}

De todos modos, si se comparan las cifras de las exportaciones chinas con las del comercio mundial, no llegan al 5% del intercambio total, por lo que resulta difícil creer que puedan ser responsables absolutamente de los déficits comerciales y la deflación en estos países. En el caso de Japón, los productos de importación de China (en su mayoría de bajo valor agregado) no llegan al 2% de las importaciones totales.{21}

En resumen, la falta de competitividad, desempleo y deflación son fenómenos muy complejos, cuya explicación requiere un estudio profundo y multifactorial. Como dijera un profesor de economía de la Universidad de Pequín: «¿porqué si ellos están enfermos China tiene que tomarse la píldora?»{22}

Por otra parte, otros analistas argumentan que aún si se revaluara la moneda no se produciría una reducción de exportaciones. Tal lógica se sustenta en el hecho de que la principal forma de exportación de China es el comercio de procesamiento, para el que buena parte de las materias primas y materiales intermedios son importados, pero como los precios de importación se reducirán, se podría compensar la reducción de los ingresos por exportaciones. Por consiguiente, no empeoraría gravemente el margen de obtención de beneficios de las empresas procesadoras para la exportación.

Esgrimen, además, que la elasticidad de los precios de la mayoría de las exportaciones chinas es baja, por lo que un pequeño cambio en ellos no causaría un cambio drástico en la demanda del consumidor, si la revalorización no fuera abrupta.

Asimismo, se ha utilizado el juicio relacionado con los planteamientos de la teoría económica tradicional acerca del valor de la moneda y su correspondencia con el monto de reservas en divisas (403,3 miles de millones de dólares){23} y del superávit comercial. Dadas las sumas acumuladas en ambos indicadores en la actualidad, se plantea que este es el momento idóneo para adoptar el sistema de plena convertibilidad, basada en una tasa de cambio única con flotación totalmente libre.

Si las reservas de divisas fuera un indicador decisivo a tomar en cuenta para determinar el valor de las monedas, Japón debería estar en el centro de las presiones para la revaluación, pues es el país que acumula las mayores reservas del mundo (673,5 miles de millones de dólares).{24}

Habría que tomar en consideración, además, que el crecimiento de las reservas y de los superávits de China son hechos reales pero ello no quiere decir que el país haya resuelto todos sus problemas. Por ejemplo, en el primer trimestre del 2003 el balance comercial de China fue deficitario pues su comercio se vio afectado por disputas comerciales con algunos países y por la epidemia del SARS; la tasa de desempleo fue de 4,2% a fines de junio del 2003, para un incremento de 0,2% respecto al año anterior{25}; y además, está sin resolver el problema de los préstamos irrecuperables de los bancos y la reforma financiera sin concluir. Es decir, aún la economía china es vulnerable y no está lista para asumir cambios que podrían poner en peligro su estabilidad.

Otro razonamiento para convencer a China, parte del análisis comparado del valor de su moneda con el de otras naciones en cuanto al poder adquisitivo real. O sea, se comparan los precios más baratos a los que se venden productos similares en China con los de otros países, análisis que no procede pues no son comparables los niveles de ingreso y de vida en las diferentes partes.

Es de destacar, que también existe una preocupación subyacente en las acusaciones de los tres centros rectores de la economía mundial, relacionada con el temor a las futuras consecuencias de una China económicamente fuerte y con mayor espacio político.

En el caso de Estados Unidos, además de las motivaciones económicas, existe otra poderosa razón política que justifica sus reclamos. La actual coyuntura electoral se hace propicia a la utilización de China como «chivo expiatorio», responsabilizándola de las dificultades de la evolución de la economía doméstica. Tal imputación pretende atraer los votos de una parte de la población que resulta afectada o amenazada por el problema del desempleo y de parte de un influyente sector empresarial que resulta afectado por las relaciones comerciales con el país asiático.

Posibles consecuencias de la revaluación
Repercusión interna

Una revaluación de la moneda china traerá trascendentes consecuencias para el país, pero también para el resto del mundo dado su grado de inserción y participación en la economía internacional.

Los analistas que destacan las ventajas para China de tener una moneda más fuerte, señalan que ésta podría detener el crecimiento de la oferta monetaria y de los superávits externos, así como moderar la entrada de inversión extranjera directa (ied) y el retorno del capital local. De igual manera, plantean que evitaría un incremento del crédito que amenaza con crear burbujas especulativas en inmuebles y otros sectores y el recalentamiento de la economía. Esto a su vez, mejoraría el resentimiento que tienen hacia China muchos países subdesarrollados que ven en los productos chinos la amenaza de sus nacientes industrias empantanadas y un rival en la atracción de ied.

Además, sería más barato para China adquirir productos del exterior lo que aumentaría el poder adquisitivo de las empresas chinas que importan tecnología y productos avanzados, a la vez que incidiría en un incremento del salario real de los trabajadores. Del mismo modo, disminuiría el servicio de la deuda en moneda local.

Sin embargo, muchos analistas, incluso no pocos occidentales, reconocen que la revaluación traería más desventajas que ventajas para China. En primer lugar, desestimularía su estratégico sector exportador, que ha sido responsable de halar a la economía nacional hacia el crecimiento, por lo que éste se vería afectado, influyendo directamente en un problema tan sensible para el país como el del empleo.

Por otra parte, desde el punto de vista histórico las autoridades chinas cuentan con la experiencia de Japón en los años 80, cuando Estados Unidos organizó a la opinión pública para obligar a ese país a revaluar su moneda. En ese caso, la revaluación, con un sistema financiero débil, trajo graves consecuencias para la economía. Se desencadenó una fuerte actividad especulativa dentro y fuera del país, provocando masivas inversiones en el mercado japonés y extranjero de bienes raíces que originó serios problemas financieros al romperse la burbuja. Por ejemplo: cuantiosas deudas incobrables, quiebras en cadena, aumento del desempleo y traslado de empresas al exterior que afectó la inversión doméstica y agravó la situación del mercado laboral. El resultado final fue que la economía japonesa perdió competitividad y cayó en una profunda y prolongada recesión.

La revaluación en China podría traer problemas similares, incluso más graves puesto que la situación actual del país no es la misma del Japón de los años ochenta. China enfrenta mayores retos y problemas, por lo que se estima que de producirse la revaluación, las deudas incobrables estarían alrededor del 45% del total de préstamos{26}, el capital doméstico buscaría salida al exterior y se afectaría, además, la inversión extranjera directa.

La libre convertibilidad y la revaluación, en un momento en que aún no está concluida la reforma financiera, harían colapsar al sistema bancario que aún no es lo suficientemente fuerte. Es más, aunque no se produzca la revaluación monetaria exigida en el corto plazo, solamente las presiones han dado lugar a que parte del «dinero caliente» internacional esté entrando a China esperando la apreciación.

En estos momentos, según dijo a Pequín Informa Chen Mingxing, alto economista del Centro de Información Estatal, la suma de dinero especulativo que hay en China está entre 35.000-40.000 millones de dólares.{27} Otras estimaciones sitúan la cifra entre 20.000 y 30.000 millones de dólares.{28}

Estos fondos especulativos empezaron a inundar China en la segunda mitad del año pasado, debido a la expectativa sobre la revaluación del RMB, pero la corriente se ha hecho más fuerte a partir de la intensificación de las presiones internacionales. Las vías de entrada son principalmente a través de bancos ilegales, mercados de acciones y mercados de divisas, empresas mixtas, entre otras.

Debe tenerse en cuenta que un país con algún régimen de tipo de cambio fijo, encuentra dificultades para mantener la paridad si enfrenta ataques especulativos, por lo que las autoridades monetarias chinas están obligadas en estos momentos, a mantener controles de capital para evitar una situación de crisis en su sistema financiero.

Repercusión internacional

En cuanto a la repercusión internacional de una posible revaluación, puede decirse que las exigencias externas se fundamentan, de forma general, en las supuestas ventajas que obtendrían las partes reclamantes, pero sin un análisis profundo de las reales consecuencias de tal hecho para la economía internacional. Es más, prestigiosos analistas coinciden en que la revalorización podría conllevar a una situación de mayor inestabilidad global.

En primer orden, la reducción de las exportaciones chinas también incluiría a las provenientes de las compañías extranjeras radicadas en el país, las cuales podrían ver reducidos sus cuantiosos beneficios. Sus ingresos igualmente se afectarían, al disminuir el poder adquisitivo de estas empresas, debido al aumento del costo de la mano de obra y de los insumos y servicios que compran en China, a causa de la revaluación.

Es de señalar, que el incremento de los precios de los productos chinos a causa de la revaluación, haría desaparecer de los mercados de los países importadores un importante grupo de mercancías con una aceptable relación precio-calidad que afectaría, a través del incremento de la inflación, el nivel de vida de un importante segmento de la población.

A su vez, la reducción de las exportaciones chinas podría tener otro efecto negativo colateral. Al incidir en la merma del crecimiento, tendería a disminuir sus necesidades de importar materias primas, materiales, maquinarias y equipos. Partiendo de que las importaciones de China del resto del mundo son considerables (412,84 miles de millones de dólares en el 2003){29}, se prevé que su reducción podría tener un impacto negativo sobre el comercio mundial que afectaría a la economía global. Precisamente, en estos momentos el gigante asiático ya es el mayor comprador del mundo en más de 100 renglones y algunos analistas estiman que, de mantenerse esta tendencia, podría llegar a convertirse en el segundo mayor comprador general en 20 años.{30}

Estados Unidos en particular –que en gran medida establece las pautas del comportamiento de la economía mundial– se podría ver perjudicado por una menor disposición de recursos financieros de China, ya que el país depende fuertemente de su llegada para poder financiar su enorme déficit comercial y presupuestario{31} y mantener las bajas las tasas de interés que contribuyen al crecimiento. Es de destacar, que el país asiático es el segundo comprador de bonos del gobierno norteamericano en la actualidad después de Japón (las inversiones chinas en EEUU en bonos del Tesoro se elevaron de $82 mil millones hace un año a 119 mil en la actualidad{32}), y que los recursos que dispone para la adquisición de los mismos provienen, fundamentalmente, de sus considerables ingresos por exportación.

Por último, en cuanto a los que abogan por un régimen cambiario determinado por el mercado para obtener una apreciación, algunos analistas consideran que un tipo de cambio flexible podría provocar, por el contrario, una depreciación del yuan, a la vista de la mala salud del sector bancario chino, afectando por extensión a otros países de Asia oriental y a la economía mundial.

Perspectivas

A partir de que no existe una homogeneidad de criterios en las distintas instancias de decisión acerca de la conveniencia de la revaluación del RMB, y de la estimación de las posibles respuestas de China a medidas tomadas en su contra, se prevé que las presiones externas no cesarán, aunque todo parece indicar que por el momento tampoco se van a recrudecer.

Washington ha planteado que va a utilizar una «diplomacia tranquila» para convencer a las autoridades chinas de que adopten una revalorización de su moneda frente al dólar.{33} Tan es así, que algunas propuestas concretas para la imposición de sanciones a China, como la implementación de tarifas a las importaciones de 27,5% (que equivaldría a un impuesto de 28 mil millones de dólares), han sido retenidas por el momento, ante el temor a las consecuencias de posibles medidas de represalia que pudiera tomar el país asiático, dentro de las que se encuentran: revocar licencias a compañías norteamericanas para operar en el mercado chino o detener la compra de valores del Tesoro.

No obstante, al mantenerse las tensiones comerciales entre ambos países, la administración Bush anunció la re-imposición de cuotas a 3 tipos de productos textiles que afectan importaciones chinas a fines del recién concluido año, las cuales habían sido eliminadas en enero del 2002.{34} China, por su parte, expresó su insatisfacción con la medida planteando que podría elevar las tarifas de algunas importaciones que hace desde EEUU.

En cambio, el país asiático ha dado pasos para aliviar las tensiones y tratar de que se reduzcan las presiones para la revaluación. En ese sentido, la Administración Estatal de la Inversión Extranjera de China aprobó que 14 provincias o regiones pueden ampliar sus inversiones en el exterior a más de $3,0 millones (anteriormente el límite era de $1,0 millón) a partir del 1ro. de noviembre del 2003. Además, las Administraciones de Divisas Provinciales pueden aprobar tales negocios, con el objetivo de que la moneda sufra cierta apreciación.{35}

Otro esfuerzo que ha hecho China en este sentido es reducir los incentivos a las exportaciones, fortalecer reglas para el otorgamiento de préstamos a inversionistas en bienes raíces y restringir cuotas a bancos extranjeros para invertir en bonos y acciones chinas. También, la reciente visita del primer ministro Wen a EEUU (7-10 de diciembre de 2003) incluyó compromisos de adquirir más aviones y cereales estadounidenses, lo que se interpreta como un intento de reducir las fricciones comerciales.

Algunos analistas pronostican que pudieran disminuir las presiones después de concluidas las elecciones este año en EEUU, o si aumentan las importaciones de China, de las que se prevé un incremento acelerado. Según las autoridades comerciales chinas, las importaciones deben alcanzar como promedio $500.000 millones al año hasta el 2010 y llegar a 1 billón para el 2020.{36}

En cuanto a la convertibilidad, las autoridades chinas están conscientes de que el crecimiento económico sostenido y la estabilidad social dependen de dos factores de vital importancia: el incremento continuo de las exportaciones y la solución al problema del desempleo, y para ello es imprescindible mantener la paridad del RMB. Por tal motivo, consideran que mientras las condiciones macroeconómicas no sean las idóneas y, específicamente, los mecanismos de regulación y control no sean adecuados, el tipo de cambio se mantendrá controlado y la moneda no se hará libremente convertible.

No obstante, el objetivo a largo plazo es la libre convertibilidad, pues consideran que ello puede impulsar la entrada de capitales y contribuir a eliminar distorsiones que aún están presentes en la economía. El momento de abandonar las restricciones de convertibilidad no está preconcebido y lo relacionan con la rapidez con que se resuelvan sus problemas internos y de la manera en que puedan ser capaces de sortear las presiones externas.

Puede considerarse como un primer paso hacia el levantamiento de los estrictos controles cambiarios que aún persisten, los mecanismos de intervinculación entre el yuan y el dólar hongkonés que se están estableciendo como resultado del incremento de los negocios en esa región. Se estima que el valor en dólares de los yuanes que pueden estar circulando en Hong Kong puede rondar en cerca de 10 mil millones.{37}

Conclusiones

El objetivo principal de la política cambiaria de China ha sido mantener la estabilidad del RMB e impulsar el crecimiento económico del país dentro de un ambiente financiero estable. El país ha logrado sostener su moneda nacional a través de un fuerte sistema de controles, que hace énfasis en la administración de su tipo de cambio. La estabilidad de la tasa de cambio del RMB ha contribuido no sólo a la sostenibilidad del desarrollo económico y financiero de China, sino también al de la región y del resto mundo.

En la actualidad, con el argumento de que las baratas exportaciones chinas son las responsables de sus dificultades económicas, los principales centros de poder de la economía mundial están presionando fuertemente a China para que revalúe su moneda y adopte un sistema de flotación totalmente libre y de plena convertibilidad, que conduzca a una mayor competitividad de sus producciones.

En estos momentos, la libre convertibilidad o solo la revaluación de la moneda traerían más desventajas que ventajas para el país asiático, a la vez que podrían afectar a la economía internacional.

Tras las justificaciones económicas, también existen razones políticas que sustentan los reclamos de las potencias, dentro de las que se encuentra el temor a las futuras consecuencias de una China económicamente fuerte y con mayor espacio político. En el caso norteamericano, a esto se le suma la coyuntura del año electoral.

China: billete de 5 yuanes

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Notas

{1} Nombre también utilizado para nombrar la moneda china.

{2} Se plantea que la moneda es convertible en cuentas de capital al 75 por ciento.

{3} Estas exigencias comprenden chequeos minuciosos de la divisa en las cuentas comerciales, el examen de la autenticidad de los negocios; la revisión la compraventa de mercancías y la cantidad de las mismas, el cumplimiento de los trámites de liquidación, la correspondencia de cada compraventa en divisa y la correspondiente importación de mercancías y sus volúmenes.

{4} Cada vez son menos los chinos que cambian RMB por divisas y las empresas que guardan divisas para hacer sus negocios. También es cada vez mayor la presencia de moneda china en los países del área.

{5} La apertura de la cuenta capital implica un incremento en las entradas de flujos financieros y siempre que esto sucede no puede evitarse la apreciación real de la moneda, independientemente de cual sea su mecanismo de determinación. Bajo tipo de cambio flexible, las entradas de capital imponen una demanda superior de moneda nacional, la cual se aprecia en términos nominales, entonces, para moderar el incremento de precios se llega a una apreciación real. Bajo tipo de cambio fijo, la entrada de capitales incrementa las reservas en divisas, el Banco Central se ve obligado a comprar el exceso de las mismas con lo que aumenta el stock de moneda nacional, los precios suben y la moneda se aprecia en términos reales. Por algún tiempo el Banco Central interviene esterilizando el mercado de divisas, pero esta política no puede ser sostenida en el largo plazo.

{6} El déficit de Europa fue de 84 mil millones de dólares y el de Japón de 70 mil millones en el 2002. Pablo Bustelo Gómez y Augusto Soto, «Las relaciones entre Estados Unidos y China: ¿asociación o competencia estratégicas?», 16 diciembre 2003.

{7} En el 2002 el comercio bilateral alcanzó 147.000 millones de dólares y China se ubicó como el cuarto mayor socio comercial de EEUU así como su sexto mayor mercado y su cuarta mayor fuente de aprovisionamiento externo (las cifras pronosticadas para 2003 señalan que podría convertirse en su tercer mayor socio comercial, por delante de Japón). La inversión directa de empresas estadounidenses en China también es muy significativa superando ya los 43.000 millones de dólares. Pablo Bustelo Gómez y Augusto Soto: «Las relaciones entre Estados Unidos y China: ¿asociación o competencia estratégicas?», 16 diciembre 2003.

{8} EEUU importó de China alrededor de 125 mil millones de dólares en juguetes, textiles, televisores y exportó cerca de 25 mil millones de maquinaria o acero. Le Monde, 4 noviembre 2003.

{9} The New York Times, 30 octubre 2003.

{10} Luis Rodríguez, «El truco de la moneda china», Negocios Nacionales, 28 octubre 2003.

{11} asiared, Año III, nº 52, Revista electrónica de actualidad de Asia. Barcelona 2003. asiared@asiared.com

{12} Reuters, 16 octubre 2003.

{13} Reuters, 9 enero 2004.

{14} EFE, 10 agosto 2003.

{15} China Internet Information Center infornew@public.bta.net.cn

{16} Xinhua, 26 octubre 2003.

{17} 10 de las 40 mayores exportadoras de China son compañías norteamericanas como Motorola y Dell. Chicago Tribune, 24 noviembre 2003

{18} Entre ellas IBM, Motorola, Samsung, Philips Electronics, Nokia, Epson, Seiko, entre otras.

{19} En China existen 363.885 de las 866.119 firmas transnacionales y sus filiales que operaron en el 2002 en el mundo, la mayor cantidad en comparación con el resto de los países. Economics Press Service, año 16, nº 21, 15 noviembre 2003.

{20} Prensa Latina, 4 noviembre 2003.

{21} Xinhua, 17 noviembre 2003.

{22} Xinhua, 13 octubre 2003.

{23} Reservas estimadas al 31 de diciembre del 2003. Reuters, 9 enero 2004.

{24} Reservas estimadas al 31 de diciembre del 2003. Reuters, 9 enero 2004.

{25} Radio China Internacional, 27 septiembre 2003.

{26} Radio China Internacional, 27 septiembre 2003.

{27} China Daily, 15 septiembre 2003

{28} NOTIBANCOS, Boletín semanal del CIBE (Centro de Información Bancaria y Económica) cibe@bc.gov.cu, La Habana, año 2, nº 31, 12 agosto 2003.

{29} Reuters, 9 enero 2004.

{30} Pequín Informa, 13 diciembre 2003.

{31} En el ejercicio fiscal cerrado en setiembre, Estados Unidos registró un déficit presupuestario de US$ 374.220 millones –el más alto de su historia–, equivalente a 3,5% del PIB, la mayor proporción desde 1993. Economía Internacional, Informe Económico de Coyuntura, nº 236, año 22, noviembre 2003.

{32} Luis Rodríguez, «El truco de la moneda china», Negocios Nacionales, 28 octubre 2003.

{33} The New York Times, 30 octubre 2003.

{34} The New York Times, 18 noviembre 2003.

{35} Reuters, 31 octubre 2003.

{36} Pequín Informa, 13 diciembre 2003.

{37} Reuters, 19 noviembre 2003

 

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