Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 27 • mayo 2004 • página 19
De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 20 de Octubre de 2003
Asunto: Propuesta sobre la locura
Estimados amigos:
Lanzo en este foro una reflexión sobre la temática de la locura. En concreto, quisiera llamar la atención sobre un autor muy nombrado, que en su día publico una Historia de la Locura. Lógicamente hablo de Foucault. Asimismo, sobre una temática similar versa su libro Vigilar y castigar. Como se sabe, Foucault varió sus posiciones sobre la locura. En algunos lugares afirmaba que las instituciones psiquiátricas sólo tenían como objeto mantener el ejército de reserva capitalista. Es decir, una tesis presuntamente marxista. En otras, su teoría del poder alude a la forma en que la sociedad disciplinaria se extiende por medio de la violencia en el ámbito psiquiátrico, apuntando su tesis fundamental de la locura como una forma de represión.
Sin embargo, pienso que la tesis de Foucault es demasiado simplista. Y su análisis fenomenológico (en los últimos años), aparte de su reduccionismo economicista en sus comienzos, no pueden dar cuenta de la problemática de la locura. Pero respecto a la Fenomenología, el gran defecto que comete Foucault es el evacuar todos los contenidos que acompañan al poder y la violencia, en concreto a lo referido en las instituciones psiquiátricas. Si nos olvidamos de algo tan elemental como el que la violencia en tales lugares se realiza por el bien del enfermo, es decir, para curarle, entonces no podemos sino errar por completo. No basta con hablar del poder y definir formalmente sus mallas. Hay que mostrar sus contenidos y finalidades. De lo contrario, pienso que no podemos llegar a ninguna conclusión seria.
Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.
De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 19 de Noviembre de 2003
Asunto:
Estimados contertulios: Creo que Foucault se equivocó sobre la locura. El loco no es responsable ni civil ni penal ni político. Sobre eso habla Althusser en «El porvenir es largo» lamentándose de su locura, porque como loco que era, era considerado un irresponsable. Yo he pensado un poco sobre el particular y le propongo a J. M. Rodríguez Pardo lo siguiente: Puede haber locos que filosofen, puede haber hombres normales que al filosofar se vuelvan locos o locos que se vuelvan cuerdos por efecto de la filosofía o cuyo mal se agrave notablemente y también puede haber hombres normales a quienes la locura ni les afecte. Otra cuestión que surge aquí es si ha habido filósofos locos: Se me ocurre para empezar Empédocles que se tiró al Etna, pero también Pirrón, que no decía nada, o Diógenes el Cínico, o Kant que acabó con una demencia senil de caballo, o Campanella, o Nietzsche, o Althusser. Habría que analizar las vidas de estos hombres desde el punto de vista psiquiátrico y ver si hay conexiones entre filosofía y vida de estos sujetos.
Hay que saber qué es la locura. Según el estudio de Andrew Crowcroft hay que distinguir entre neurosis y psicosis. Para las personas dominadas por estados de ansiedad, histerias y obsesiones, el carácter de la realidad permanece inmodificado. Aquí hablaríamos de realismo epistemológico; por el contrario, para el psicótico son los hechos mismos los que resultan alterados o se ordenan según pautas ajenas al mundo de la lógica. Aquí tendríamos al idealismo subjetivo. Ya dentro de la auténtica demencia como fue el caso triste de Kant, hay que diferenciar las psicosis orgánicas de las psicosis funcionales, entre las que figuran las afectivas o maniacodepresivas y las esquizofrenias (simples, hebefrénicas, catatónicas y paranoides). También quisiera señalar que cuando alguien hace algo erróneo, irracional, se dice «Está loco». El loco es anormal y es el anormal. Atentamente,
De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 20 de Noviembre de 2003
Asunto: Locura y locuras
Estimados amigos:
En respuesta a lo sugerido por Felipe Giménez, quisiera añadir que el tema Filosofía y Locura no puede reducirse a si existen individuos locos que son filósofos. Creo que habría que distinguir una locura objetual, una imposibilidad referida a las propias condiciones en las que está inserto el filósofo o la persona concreta, y una locura subjetual, ya más ajustada a la propia concepción psiquiátrica del asunto. En el caso de Foucault, éste estaba imbuido en una locura objetual, pues sus ideas sobre la sociedad eran imposibles. Nunca desaparecerán las relaciones de poder, pues éstas son la base de la sociedad política. De todos modos, el texto de Gustavo Bueno titulado Filosofía y Locura ofrece un punto de arranque, que como todo arranque deberá ser completado.
Un saludo cordial, José Manuel Rodríguez Pardo.
De: Eliseo Rabadán Fernández
Fecha: 23 de Noviembre de 2003
Asunto: Locura objetual
Estimados amigos y amigas:
Entre los dos modos de ver el asunto de la relación locura / filosofía, me decanto por el que propone José M. Rodríguez frente al que sugiere Felipe, aunque esto es asunto de elecciones, tomar partido, también. Tomo partido por la propuesta de Bueno en el artículo que recuerda JMRP.
Bien, me interesa proponer a ustedes, si alguno de los foristas conoce el asunto, criticar las tesis de Javier Echeverría sobre lo que él define como Telépolis y el tercer entorno...
Sugiero que en las tesis de dicho autor y las de sus dos agradecidos beneficiados por canonjía universitaria (dádiva del investigador del CSIC Javier Echeverría, héroe denostador de los señores del aire ¿?), Iñaki Arzoz y Andoni Alonso, autores del libro La Nueva Ciudad de Dios, de la Ed. Siruela, nos encontramos un caso perfecto para ver en pleno ejercicio un delirema en la forma de locura objetual relacionada con filosofemas idealistas al estilo de Leibniz, gran «gurú» ideológico de este investigador tan jesuítico, como es nuestro eximio Echeverría. Lo que podemos ver, al estudiar el caso de la locura objetual de las tesis telepolitas de Javier E., es que funciona un interés personal en relación con planes y proyectos de grupos, a su vez partes de grupos de poder. Es parte de la etología inscrita en la política.
Permítanme que este mensaje sea una introducción al tema.
Había preparado un mensaje más elaborado, pero como el sistema de los foros está programado para que al pasar un determinado tiempo, se borren los datos del usuario, se borró mi original. Debí escribirlo en procesador externo... un fallo técnico, lo siento. Eliseo.
De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 23 de Noviembre de 2003
Asunto: Echeverría y los ficticios entornos
Estimados amigos:
Creo que Eliseo ha acertado de pleno al clasificar como locura objetual el libro de Javier Echeverría Los señores del aire. Efectivamente, cuando Echeverría considera que existen tres entornos que configuran al hombre, como son el entorno natural, el cultural y el virtual, no sólo está afirmando una tesis errónea, sino entrando de lleno en el delirema de una locura objetual. Para empezar, la distinción entre un entorno natural y otro cultural, siendo el segundo un sobreñadido del primero, aparte de las reminiscencias de filosofía idealista alemana que conlleva, tiene como base la tesis retórica de Ortega sobre la técnica: «El hombre es aquel ser para quien sólo lo superfluo es necesario». Es decir, que el lío está montado, porque si consideramos la técnica como un simple añadido, del que podemos prescindir, ¿cómo lo podemos considerar algo necesario? Y si los elementos de la cultura objetiva son constitutivos y diferenciadores de nuestra posición respecto a los animales, es decir, necesarios ¿cómo considerarlos superfluos? Llegamos por lo tanto a un callejón sin salida.
Sin embargo, donde ya nos metemos en el delirema de la locura objetual, es sin duda en el tercer entorno, pues Echeverría supone que éste es independiente de los demás. Acaba siendo esta una tesis de un espiritualismo exacerbado, pues las señales eléctricas de los ordenadores y móviles que invaden el aire (por algo se usa la expresión «Los señores del aire»), no son elementos inmateriales, sino en todo caso elementos incorpóreos (terciogenéricos) que tienen sus referentes fisicalistas en las reacciones físicas que se producen al apretar los botones del POWER, el RESET, &c. Asimismo, el código HTML no es un lenguaje divino, para seguir las tesis de Echeverría & cía sobre la Ciudad de Dios, sino un lenguaje perfectamente material, apoyado en las operaciones corpóreas del teclado y el ratón. ¿Acaso no le dio por pensar a Echeverría que, si se apagan los ordenadores terminal que soportan las web, el tercer entorno se va al garete?
Y por último, he de mencionar los intereses empresariales que señalaba Eliseo como base para estos deliremas. Si consideramos, como dice Echeverría, que los estados han desaparecido, y que vivimos en la aldea global, con el dominio de las grandes corporaciones, &c., la duda surge al intentar entender cómo es que aún existen planes y programas políticos de gobiernos que pactan con esas corporaciones e incluso son parte de esos estados (caso de EEUU). Las tesis de Echeverría parecen muy críticas, en la línea de la antiglobalización tan de moda en la actualidad, pero en realidad suponen un repunte para la tesis que resaltó Susan George en su Informe Lugano: la concepción metafísica de una Ciudad de Dios, en la que se distingue entre justos (consumidores) y pecadores (los que no consumen), sirve para alejar a las masas de toda acción política efectiva, llevándoles de ciudad en ciudad, para que se alojen en hostales, hoteles, &c. antes de salir a las calles a protestar, lugares donde sí que les dan mucho beneficio a Los señores del aire concretos, es decir, a los hosteleros y banqueros que ganan dinero especulando con el capital de esos imberbes jovencitos.
Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.
De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 25 de Noviembre de 2003
Asunto:
Estimados contertulios: No me parece incorrecto el planteamiento que he hecho de la locura. Hay una locura objetual y una locura subjetual. ¿Pero por qué debería ser más importante la objetual que la subjetual? El entendimiento común entiende por locura más la subjetiva que la objetiva, plasmada en hechos, reliquias, actos. ¿Por qué tiene que ser más importante M3 que M2? M2 también existe. La verdad es que el materialismo filosófico siempre ha desechado M2 como algo incómodo y difícil. La subjetividad no le gusta al materialismo filosófico. Es siempre algo que debe ser superado. Cuando me enteré del ridículo título Filosofía y Locura, pensé que nada tenía que ver lo uno con lo otro, pero luego pensé que se pretendía hacer un homenaje a Foucault, Deleuze o Guattari y que la cosa iba por ahí. Parece que si Echeverría comete una locura objetual u objetiva, eso no es incompatible con tener una cordura subjetiva. De todos los modos, a lo mejor eso es indicio de una locura subjetiva. Atentamente,
De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 25 de Noviembre de 2003
Asunto: Locura objetual y subjetual
Estimados amigos:
Respecto a lo afirmado por Felipe Giménez, no pienso que se equivoque en varios de sus planteamientos, pero eso no significa que el problema se reduzca a plantear la biografía de varios sujetos que se dedicaron a la Filosofía y se les relacione con su presunta psicopatología. Evidentemente es cierto que los acuñadores de este título tienen por objetivo rendir pleitesía a Foucault y compañía, pero ellos no poseen la patente de corso para reducir el tema a sus ideas personales.
Respecto a la locura objetiva, no creo que sea ni más ni menos importante. Simplemente es distinta, y como tal hay que analizarla. De hecho, la locura objetiva de la Telépolis del señor Echeverría no implica locura subjetiva. Alguien que dispone de financiación ilimitada no es precisamente un loco, sino alguien que sabe muy bien cuándo estirar la mano.
Por último convendría distinguir entre las cuestiones ontológicas que pueden relacionar la Filosofía y la Locura, y las cuestiones gnoseológicas, de las que Felipe Giménez planteó algunas en anteriores mensajes.
Un saludo cordial, José Manuel Rodríguez Pardo.
De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 26 de Noviembre de 2003
Asunto:
Estimados contertulios: Ciertamente, si el libro de Echeverría es una locura objetual, eso significa que es falso, falaz, sofístico, irreal, utópico, que no se tiene sobre sus pies (suponiendo que los tenga) La locura objetual tiene o tendría que ver con la falsedad, con la ideología, la falsa conciencia, mientras que la locura subjetual o subjetiva, psiquiátrica, tendría que ver con el sistema nervioso, con la psiquiatría. La locura objetual sería M3 y la locura subjetiva pertenecería a M2. Pero si el título es Filosofía y locura, nos podemos preguntar qué relación hay entre la locura objetiva y la filosofía, ¿Es que esas locuras son filosóficas o son antifilosóficas o afilosóficas? En el caso de la locura subjetiva las preguntas son numerosas al respecto y creo que eso era lo que les preocupaba a los redactores de la propuesta de Filosofía y locura, la relación entre la filosofía y la enfermedad mental. ¿Puede la filosofía servir para curar el alma? Ahí tenemos los libros de Lou Marinoff o a Epicuro sin ir más lejos. Las platicas de Epicteto también son de considerar. Atentamente,
De: Eliseo Rabadán Fernández
Fecha: 14 de Diciembre de 2003
Asunto: Siguiendo las advertencias de Bueno
Un artículo de 16 páginas de Gustavo Bueno (en El Catoblepas http://nodulo.org/ec/2003/n015p02.htm) escrito para comenzar el foro sobre el próximo Congreso de Filósofos Jóvenes a celebrarse en abril del 2004 en la ciudad de Barcelona, pone como comienzo y en forma de requisito o condición sine qua non, la necesidad de acalrar cuestiones metodológicas antes de cualquier tratamiento sobre el tema del propio Congreso: Filosofía y Locura.
Y esto lo menciono para evitar el confusionismo al que nos llevaría esa falta de método, como estamos viendo venir aquí precisamente, cuando Felipe nos sigue insistiendo en que no hay relación entre Filosofía y Locura, si se pretende que hay una LOCURA OBJETIVA, salvo, según se leee a Felipe, que sea mera ideología metafísica que no tiene que ver con la locura, la cual según Felipe es solamente locura subjetiva... tal parece que se niega la posibilidad de que haya locura objetiva y filosofía en un mismo sujeto, por ejemplo, en los libros sobre las tesis de Telépolis, de Echeverría.
Empecemos, pues, recordando textos del citado apartado metodológico del artículo de Gustavo Bueno:
Aun cuando la defensa de cualquiera de estas alternativas pudiera ser ensayada (al menos en el terreno erísitico o retórico), sin embargo nos parece que la copiosa produccción dialéctica qque podría derivarse sin duda, de un planteamiento semejante, nos llevaría (en la defensa de cada posición, con sus variantes, respecto d etodas las restantes) a una tal confusión y prolijidad que acaso nos inclinase más hacia el lado de la locura que hacia el lado de la filosofía. (Por otra parte a confusiones y prolijidades semejantes nos tienen acostumbrados tantos cultivadores –profesores, estudiantes, periodistas– de la llamada «filosofía del presente»
Alternativas lógicas no tipo p y q sino booleanas
Las alternativas posibles, como señala muy bien Bueno, al referirse al modo en que se combinan Locura y Filosofía en el encunciado del Congreso a celebrarse en Barcelona, no se pueden reducir a lógica de proposiciones, sino a una relación de tipo álgebra de Boole, bastante más cercana ala relación entre clases lógicas... hay cinco posibilidades:
(1) F, intersección L (para k distinto de "clase vacía" 0 )
(2) F intersección L (para k = "clase vacía" 0 )
(3) F intersección L = F, es decir, F está incluída en L
(4) F intersección L = L, es decir, L está incluída en F
(5) F intersección L = F y F intersección L = L, es decir, F=L
«La simple constatación de estas cinco alternativas, ineludibles en su conjunto, sugiere la incorrección de una interpretación global de este tema, como si Filosofía y Locura expresase directamente una conexión de dos ideas capaz de congregar en su entorno cuestiones filosóficas precisas.»
Estas cuestiones son cruciales y van a generar en Barcelona un ambiente muy interesante, tanto o más que el que se generó en Sevilla en abril de 2003 por las discusiones entre Marina y Bueno y demás...
Y aquí está ejercitada una de las tesis fundamentales del materialismo filosófico, que muchos de sus detractores (todos, me parece) no entienden o no tienen interés en entender, claro:
Para evitar un planteamiento semejante tendremos que regresar hacia sus raíces, asaber, hacia el tratamiento de los términos «Filosofía» y «Locura» como si correspondieran a conceptos o clases unívocas («enterizas»). Habrá que comenzar [subrayo, Eliseo R.] negando al menos en principio, que Filosofía y Locura sean conceptos positivos, susceptibles de ser tratados directamente. habrá que comenzar rompiendo o fracturando la aparente unidad léxica de estos términos, sustituyéndolos por las partes en las cuales hayan sido divididos adecuadamente. De este modo, ni siquiera nos veremos obligados a rechazar a priori la consideración de las alternativas recén enumeradas; puesto que tales alternativas podrían ser «recuperadas» para la discusión una vez que haya sido reducida la relación inicial (Filosofía y Locura) a un sistema de relaciones entre las «partes de fractura» de sus términos.
Los dos géneros en que se «fractura» el término Filosofía, son necesarios para argumentar en este tema del Congreso de Barcelona: Filosofía y Locura.
En Barcelona vamos a encontranos con segudores de una concepción antropológica defensora del relativismo cultural, tipo Enrique Dussel, que ya se vio presente en Sevilla, cuando se defendía el derecho de los indígenas a regirse por su propia legalidad, aunque ella fuera contraria a las leyes del Estado en el que viven esas comunidades indígenas, por ejemplo.
Otra cuestión que el artículo de Bueno menciona y la que es muy importante en el sentido de la preparación del material filosófico para establcer esas relaciones booleanas sin caer en mistificaciones metafísicas, es la siguiente, para lo que cito nuevamente a Gustavo Bueno:
«La concepción de la Filosofía como saber de segundo grado, significa que no cabe hablar d euna filosofía exenta o pura, y que lo que suelen llamarse "estudios de filosofía pura", no son otra cosa sino estudios de filosofías pretéritas" (Platón,Aristóteles, Suárez o Leibniz) o presentes, cuyo conjunto arroja una cierta "sustancialidad doxográfica" o filológica(...)»
Aquí tenemos un planteamiento que, a mi juicio, es muy importante para la discusión en el tema de la relación entre Filosofía y Locura, y se trata del concepto de "el sentido común".
«Ahora bien: los saberes de primer grado no son meramente individuales, sino que están integrados en sistemas de saberes socializados dotados de una determinada estabilidad histórica; saberes que funcionan como mapae Mundi d elas cociedades de referencia.Los saberes de primer grado de cada individuo (y esta afirmación va dirigida contra las pretensiones siempre recurrentes del subjetivismo filosófico) se conforman como participación de esos sistemas socializados o concepciones del mundo prpias de cada época histórica, que constituyen el "sentido común" de la sociedad correspondiente».
A mi juicio, este tema del sentido común, y que, me parece, implica una concepción sobre la Historia, o Filosofía de la Historia, en el materialismo filosófico, que utiliza el concepto de Mapae Mundi, aquí utilizado por Bueno, trasnformando tal concepto de la Filosofía de Collingwood en un concepto no idealista; por cierto, cosa que Pedro Insua ha planteado cuando hablaba en Gijón, en el Congreso del año 2002 de Filósofos Jóvenes de "basura histórica"...en fin, no me quiero desviar ahora del asunto principal, pero sí me ha parecido importante introducir estas cuestiones porque el mismo asunto lo exige.
Como se define el "terreno" en el que se debería plantear el "pugilato" socrático-platónico contra Protágoras, en términos de definir cuál es la posición que se va a adoptar (poniendo las cartas sdobre la mesa), la perspectiva etic es la que cuenta, no el subjetivismo emic de cada posición... y por ello, el debate,(al menos así lo pienso plantear en la comunicación que preparo para enviar a los organizadores del Congreso de Filósofos Jóvenes en Barcelona para el próximo abril del 2004,) se presenta, como propone Bueno, en lo referente a la parte de la relación booleana entre Filosofía y Locura que corresponde a la Filosofía, en el término Filosofía de este modo:
«clasificamos a las filosofías, en la medida en que ello sea posible, en dos grupos: el de las filosofías concordantes (o consonantes, ortodoxas, convergentes o conciliadoras) y el de las filosofías discordantes (o disonantes, heterodoxas, divergentes o disidentes) respecto del [subrayado por Eliseo R.] sistema de sentido común de referencia».
El primer asunto hasta ahora crucial, además de la cuestión sobre la manera de relacionar (desde la lógica booleana) la Filosofía y la Locura, es este asunto de la relación emic/etic con la distinción en dos géneros : concordante, discordante respecto a una Idea filosófica como es la Idea de sentido común de referencia.Por cierto, me parece, para quienes no parecen darse por enterados o que incluso crtican al materialismo filosófico de ser un sistema que utiliza "neologismos" por usar, y que impiden entender lo que se propone...el caso nos muestra muy bien que cuando se utiliza la distinción emic/ etic, "reconstruida" a partir d ela distinción de Pike, en un determinado contexto, es por algo muy claro: para definir precisamente, a partir de elementos confusos, los conceptos y sus referentes ...Ver para mayor detalle, el libro de Bueno Nosotros y ellos, sobre la distinción emic/etic, y el Diccionario Filosófico de Pelayo García en internet.
De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 18 de Enero de 2004
Asunto: Nueva propuesta
Estimados amigos:
Siguiendo el marco de este foro sobre Filosofía y Locura, me gustaría realizar una propuesta de debate. Se trata de soslayar una temática que ya ha sido señalada en varias ocasiones en este foro: la locura objetual, más concretamente la referida a los sistemas filosóficos. En concreto, me gustaría señalar a la filosofía postmoderna, que ha cobrado gran fama en los últimos treinta años, y que propone, frente a los grandes relatos, presuntamente ya terminados, centrarnos en los microrrelatos, ya sean los de los marginales, los pobres, las prostitutas, &c.
A mi juicio, sin embargo, tal propuesta entraría dentro de la denominada locura objetual, pues bien sabemos hoy día que los denominados por los posmodernos grandes relatos no han desaparecido, sino que subsisten en forma de la ONU, el Imperio USA, la globalización, &c. Por lo tanto, lo que parece más bien ocultarse tras esos pequeños relatos, o ese pensamiento fragmentario posmoderno, es la incapacidad, desde sus propias herramientas analíticas, para dar cuenta de la nueva realidad económica, política, social, &c., prefiriéndose abordar temas supuestamente marginales, como hizo Foucault con su estudio sobre la locura. Invito a los contertulios a pronunciarse sobre esta cuestión.
Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.
De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 18 de Enero de 2004
Asunto:
Estimados contertulios: Le quiero preguntar a D. José Manuel Rodríguez Pardo lo siguiente: ¿Qué entiende por locura objetual? ¿Afirmaciones absurdas, imposibles, falsas? La filosofía posmoderna, ¿Es locura objetual por ser imposible, absurda, utópica? O ¿Es locura objetual por ser falsa? Ya existía el término "Ideología" para designar las objetivaciones lingüísticas de la conciencia socialmente deformada. Atentamente,
De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 18 de Enero de 2004
Asunto: Locura objetual
Estimados amigos:
Respecto a la cuestión de Felipe Giménez, pienso yo que la locura objetual es una concepción del mundo, que se asemejaría a lo que denominamos ortograma, ya sea en su vertiente de ideología si se refiere a un grupo social frente a otros, o a una creencia si hablamos de una sociedad dada. Quiero decir con esto que la locura objetual, en concreto los deliremas, se basarían en una serie de concepciones puramente imposibles o absurdas. Absurdo en el sentido que planteaba Kant sobre las tres Ideas de la metafísica como ilusiones trascendentales, productos de la razón cuando ésta pierde contacto con toda experiencia. En este sentido, bien pudiera decirse que la locura objetual se aproxima a la falsa conciencia, aunque no podría precisar hasta que punto pueden identificarse ambas.
Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.
De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 18 de Enero de 2004
Asunto:
Estimados contertulios: Veamos, a mí me parece que la utopía de la Ciudad del Sol de T. Campanella podría asemejarse a la locura objetiva u objetual al igual que el fanatismo musulmán, sin perjuicio de producir locura subjetual esto último. En el caso de Campanella, creo que este sujeto también estaba personalmente loco. Creo que corremos el riesgo de equiparar creencias absurdas, falsas, utópicas con la locura objetual o a lo mejor todo eso es lo mismo desde diversas perspectivas. La locura es un trastorno de la conducta humana. Como los discursos son formas de conducta, un discurso falso o absurdo o imposible o utópico bien pudiera ser considerado como una locura objetual. Claro que entonces cada vez que uno mete la pata entonces podría decirse que ha entrado en el terreno de la locura objetual. Atentamente,
De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 18 de Enero de 2004
Asunto: Concretando
Estimados amigos:
Pienso yo que no deben llevarse las cosas de modo tan extremista. No creo que cada metedura de pata pueda ser considerada locura, pues yo he referido la situación de la locura objetual a los deliremas antes señalados, de los que puse como ejemplo las ilusiones trascendentales kantianas. También la Ciudad del Sol, en tanto que postulado utópico, muy distinta del modelo platónico del estado, podría ser otro caso de locura objetual. Pero las meteduras de pata no son locuras sino simplemente errores, aunque éstos pueden ser debidos a la inmersión del sujeto en un ortograma que queda calificar de delirema.
Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.
De: Lino Camprubí Bueno
Fecha: 19 de Enero de 2004
Asunto: Locura objetiva versus locura subjetual
«Estimados contertulios: Veamos, a mí me parece que la utopía de la Ciudad del Sol de T. Campanella podría asemejarse a la locura objetiva u objetual al igual que el fanatismo musulmán, sin perjuicio de producir locura subjetual esto último. En el caso de Campanella, creo que este sujeto también estaba personalmente loco. Creo que corremos el riesgo de equiparar creencias absurdas, falsas, utópicas con la locura objetual o a lo mejor todo eso es lo mismo desde diversas perspectivas. La locura es un trastorno de la conducta humana. Como los discursos son formas de conducta, un discurso falso o absurdo o imposible o utópico bien pudiera ser considerado como una locura objetual. Claro que entonces cada vez que uno mete la pata entonces podría decirse que ha entrado en el terreno de la locura objetual. Atentamente»
Hola a todos. He copiado estas líneas de Felipe con ánimo de señalar que, a mi entender, se está difuminando la fuerza de la distinción introducida por Gustavo Bueno en su artículo introductorio al seminario de El Catoblepas, la distinción entre locura objetiva y locura subjetual. Precisamente, la locura objetiva nos saca del terreno del transtorno de la conducta. Si un determinado discurso aparece como locura objetual no lo será por constituir una conducta entre otras, y como tal susceptible de anormalidad, sino por la naturaleza imposible de sus contenidos, salvando al sujeto que tal vez haya metido la pata, o actúe de mala fe como muchos posmodernos, de ser calificado de loco.
Gracias, Lino.
De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 19 de Enero de 2004
Asunto:
Estimados contertulios: Pero, ¿Acaso emitir un discurso no es una forma de conducta? Otra cosa es el carácter de verdadero o falso que pueda tener. Lo que digo es que si uno escribe un libro de filosofía absurdo, de metafísica delirante eso es un acto humano. Habría un trastorno de conducta objetual. Es que yo creo que la diferencia bien pudiera difuminarse. No hace mucho tiempo Lino afirmó que los ejes del espacio antropológico estaban mezclados. Uno afirma que a lo mejor no hay tanta distancia entre locura objetual y subjetual. Si un hombre cree en Mahoma puede que clínicamente no esté loco, pero si uno piensa en sus creencias supersticiosas, bien puede pensar que está loco, tal vez objetualmente, pero si un hombre presta su asentimiento a tales locuras, quizá haya algo de locura en tal sujeto. Tal vez la distinción no sea real, sino formal. Atentamente,
De: José Manuel Rodríguez Pardo
Fecha: 19 de Enero de 2004
Asunto: Conducta y praxis
Estimados amigos:
Cuando Felipe Giménez se refiere a la conducta, sobreentendemos que se refiere a la humana. Pero cuando ésta va implementada con un aparato lingüístico doblemente articulado, como sugiere explícitamente Felipe Giménez, ya no es tal conducta sino praxis. Es decir, actividad proléptica, en base a operaciones ya conformadas históricamente, como pueden ser las ceremonias eclesiales. De este modo, locura en sentido subjetual existe tanto en hombres como en animales, tal y como ya hemos visto. Pero locura en sentido objetual requiere de esas actividades prolépticas, que no son puramente subjetivas, sino que hacen referencia a planes y programas, deliremas, heredados históricamente.
Así, la creencia en la transubstanciación del cuerpo y la sangre de Cristo en el pan y el vino de la Eucaristía, es una locura objetual, pues no es expresable únicamente en base a las operaciones paratéticas, de causalidad mecánica, en las que podrían resolverse (hasta cierto punto) las neurosis y psicosis de la colectividad cristiana, sino que se explica en tanto que ceremonia apotética, es decir, producida a escala de los sujetos humanos, quienes creen en la transubstanciación por su seguimiento de un rito (la Eucaristía) presuntamente subordinado a una serie de principios abstractos (Dios en tanto que creador del mundo, y cuya omnipotencia es capaz de hacer permanecer los accidentes de pan y vino aunque su substancia ya no se encuentre allí) cuya existencia es imposible. Eso sí es locura objetual.
Un cordial saludo, José Manuel Rodríguez Pardo.
De: Felipe Giménez Pérez
Fecha: 19 de Enero de 2004
Asunto:
Estimados contertulios: Hay efectivamente una diferencia entre praxis y conducta. La conducta es común con las bestias y la praxis es humana, pero la praxis es praxis de un sujeto y entiendo yo que si la praxis es errónea, esto es, es locura objetual, ello podría deberse a algún componente del sujeto que la realiza. Sabemos que la locura objetual depende de las cualidades del objeto de la praxis, del resultado de la praxis humana, pero a lo mejor eso derivaba de un sujeto. Quiero decir que como la praxis la realiza el sujeto, tal vez esa locura objetual derive de alguna cualidad del sujeto.
Que conste que yo no he sido quien se ha inventado esto de la reducción de la locura objetual a subjetual. Tal vez el mensaje de Lino me lo sugirió y quise explorar las posibilidades de tal reducción. Tenemos que considerar que términos como ideología, falsa conciencia, creencia falsa y locura objetual son sinónimos.
Atentamente,
De: Antonio Sánchez Martínez
Fecha: 20 de Enero de 2004
Asunto: Locura y reflexividad
Estoy de acuerdo con muchas de las tesis que mantiene José Manuel Rodríguez sobre la locura objetual. Creo que la locura, en general, podría definirse a través de la relación «reflexiva». Sería una especie de exageración de la reflexividad que se da en múltiples procesos de «igualación» (comparación, con o sin conectividad, &c.) de tal forma que, aunque es una relación derivada de la simetría y la transitividad, sin embargo puede llegar a convertirse en un obstáculo para la necesaria supervivencia, a través de las pertinentes «rectificaciones» (de la conducta subjetiva, intersubjetiva o de ortogramas objetivos). No es tampoco lo mismo la «locura» de un animal (o la de un antropoide, o la de un tsembaga) que la de una «persona». Si un «humano» caníbal (etnológico) se come a un semejante (etic) está claro (emic y etic) que no está loco, y que funcionalmente será supervivencial. Pero en una «sociedad de personas» (con relaciones atributivas potencialmente universales, que no armoniosas) dicha conducta puede ser una locura (si no es un crimen horrendo), y su mantenimiento llevaría a la destrucción de dicha sociedad de «personas» (cuya esencia que no se reduce al plano emic o etic, sino que es resultado de una construcción dialéctica indefinida, filosófica, no sólo categorial).
El Dios de Aristóteles podríamos decir que es un loco límite (negación de la idea de conciencia). Y el «sujeto» cartesiano está en el origen de todas estas «epistemologías» y ontologías «exageradas» (resultado del regressus de una «duda» metódica absurda, «reflexiva», que impide un efectivo progressus al mundo, y que sólo lo consigue a base de supuestos forzados –glándula pineal, isomorfismo entre conciencia M3 y «genio benigno» o Dios– &c.).
Dicha definición genérica debe determinarse (lo mismo que ocurre con la idea de «cultura» subjetivia, intersubjetiva y objetiva) en los distintos ámbitos que consideremos: el psicológico subjetivo, el grupal, el estatal, &c. Los «tsembaga», por ejemplo, cometieron un error (etic) al considerar que morían por culpa de espíritus, pero no estaban locos, pues dicha conducta (canalizada por creencias «suprasubjetivas») eran funcionales para sobrevivir. Otra cosa es que mantuvieran dicha conducta al entrar en contacto con nuevas sociedades (como la nuestra) mucho más potentes que ellas a la hora de explorar distintos ámbitos de la «montaña» (no sólo por encima de una determinada altura) y de la llanura. Se extinguirían por «impotencia» frente a una sociedad con la que contactarían dentro de una totalidad atributiva mundial, y eso les debería obligar a rectificar para sobrevivir (cambiando «rasgos culturales» asumidos hasta entonces...). Pero, como tantas otras cuestiones, sólo a través de los resultados puede demostrarse que su comportamiento sería una «locura objetiva». '
Hoy en día la ideología individualista parece tener componentes de «locura objetiva» manifiestos, pero su demostración implica mover una cantidad ingente de materiales justificativos (filosóficos, y por eso es tan compleja, aparte de que no tenemos la ciencia que nos garantice dichas «previsiones»). Pero es muy posible que nos carguemos el planeta en dos días (demografía, ecología, ideologías incompatibles, armas peligrosas, &c.). Lo problemático del asunto es que muchas personas se cierran ideológicamente en sus «reflexiones» (acerca de la libertad, la autonomía, la tolerancia, la armonía, la democracia, el libre mercado, &c.) y no se molestan en analizar las otras alternativas explicativas... (y, además, creen que se puede dialogar desde la plataforma de la «humanidad» internacional...). Por lo tanto, la «falsa conciencia» creo que es una manera de locura objetiva de grupos ideológicos que puede llegar a ser política si su poder se vuelve determinante políticamente (a través de distintos procesos de «poder» efectivo, entre ellos el que se logra al ganar unas elecciones democráticas).
Los «individuos flotantes», por el contrario, podrían considerarse como expresión de una locura «intersubjetiva» (consecuencia de una falta de engarzamiento de sus «creencias suprasubjetivas» en los proyectos políticos de una sociedad compleja) si su competencia social les llevase a la extinción como tal «grupo». Si además les llevase a la extinción personal entonces su dogmática tendría repercusiones «subjetivas» (como ocurre en múltiples sectas llamadas «peligrosas»). Pero por sus componentes eminentemente «privados» (y de carácter eminentemente distributivos, éticos) no se manifestaría como locura objetiva «política». Para llegar a hacerlo debería transformarse en otro tipo de institución (política), por ejemplo suponiendo que la secta Moon se «apoderase» de Corea (como en un sentido semejante hizo la Iglesia cristiana con Roma...). El caso de la Iglesia (con sus dogmas y misterios, como el de la Eurcaristía –milagro no cinematográfico–) hoy podemos verlo, en mucha mayor medida, como locura objetiva, por su incapacidad de mantener una iglesia militante que haga frente a Estados con principios políticos labrados a partir de la ciencia moderna... (aunque aún se defiende, incluso ante otras iglesias). Pero muchos de sus dogmas son una reliquia «arcaica», inútil actualmente (similar a la creencia de los Tsembagas de que hemos hablado, aunque en un ámbito histórico, no etnológico). Y no digamos de otras Nematologías religiosas como la que se «apoderó» de Afganistán, que (desde nuestra perspectiva) había suprimido a las mujeres «personas», no sólo como «sujetos políticos», y cuya ideología, de extenderse, puede suponer algo similar a lo que nos proponían los nazis respecto a las «razas»... El análisis de la URSS es más complejo, a pesar de las purgas y el GULAG, pero «políticamente» se manifestó como un proyecto inviable que condujo a la «desaparición» del estado como tal.
La política del PSOE respecto a España parece una clara locura política, pero como no es «evidente» (ni siquiera para nosotros), entonces podríamos tener que tragar con sus consecuencias: la desaparición de España (de los «españoles», no de todos los «hombres» que la componen).
La locura objetual puede tener consecuencias subjetuales (desaparición de los sujetos corpóreos). Y una locura objetiva (de un determinado sujeto, que parte de unas «creencias determinadas», puede tener la capacidad de extenderse a otros sujetos a través de dichas «creencias» (suprasubjetivas), por ejemplo a través de creencias en extraterrestres que les hunda en su mundo más allá de otras evidencias ajenas al grupo, y que pueden llevar a la muerte (aunque el precursor a veces es el que dirige a la locura objetiva a sus seguidores «salvándose» él). Pero los locos «subjetivos» (sólo) se «cierran» en su mundo y no tienen tal potencialidad expansiva (la necesaria para que se objetive en una nematología que simule enfrentarse a otras explicaciones alternativas). Por tanto, caben locos objetivos con derivaciones subjetivas, pero no a la inversa (si esa locura es consecuencia de una locura objetual). Las locuras subjetivas (psicológicas, somáticas o psicosomáticas) que no tengan causas «objetuales» (creencias suprasubjetivas) son distintas. Tendrían que ver con una incapacidad para mantener incluso una «conducta» humana (mucho menos una «praxis»). Y en los animales ocurriría lo mismo respecto a sus «culturas» subjetuales y objetuales (que no llegan a ser «praxis» ceremoniales, y mucho menos «personales»). Aquí entramos en la problemática de distinguir entre animal/hombre/persona.
El tema da mucho de sí, y necesita de un trabajo más elaborado y sistemático que no puedo realizar en este momento. Pero para eso están estos foros, para proponer vías y rectificar lo que nos parezca pertinente, con lo cual evitaremos mejor caer en la locura.
Un cordial saludo. Antonio Sánchez
De: Lino Camprubí Bueno
Fecha: 20 de Enero de 2004
Asunto: Locuras
Estimados contertulios,
a mi modo de ver, la clave para la distinción entre ambos tipos de locura no ha de situarse ni en ejes del espacio antropológico (digo esto en referencia a un mensaje de Felipe; la locura subjetual siempre será circular, pues su referencia no puede ser otra que la sociedad de referencia), ni tampoco en la diferenciación conducta/ praxis. Y esto porque también la locura subjetual es "personal" y "pneimática", como lo prueba el hecho de que se suela defenir (los trastornos de la conducta, o de personalidad) como conducta desadaptativa para un determinado sujeto en una sociedad dada, esto es, funcionalmente con respecto al «sentido común» de su contexto.
Por supuesto que una locura objetiva también puede resultar una conducta desadaptativa, pero no necesariamente puesto que las coordenadas para definirla habrán de ser etic, de hecho a los posmodernos no les va nada mal instalados en parámetros susceptibles de ser clasificados, por el materialismo filosófico, como locura objetiva (o al menos eso era lo que se había propuesto discutir José Manuel). Según Gustavo Bueno en el artículo Filosofía y Locura,
«La locura objetiva puede no implicar la locura subjetual correspondiente. Cuando Rodrigo el Alemán, cubierto de plumas de ave, se arroja de la torre de Plasencia, en pleno siglo XV, con la pretensión de volar, comete una locura objetiva (respecto de nuestro sistema de referencias), pero él no estaba loco en el sentido de la locura subjetual; simplemente estaba equivocado en sus cálculos.»
No sé que pensaréis, pero está claro que un tipo de locura no implica la otra, y no sólo como formalidad útil para comprender de qué se habla; no sólo como disociación sino también como efectiva separación.
Bueno, tengo que retirarme, espero que se continúe la discusión. Aprovecho para introducir el tema del «sentido común» por atravesar algunas de las cosas que aquí se estudian, espero volver y encontrarme algún mensaje que toque el tema, porque yo no tengo mucho que decir respecto a eso.
Hasta luego, Lino
De: Antonio Sánchez Martínez
Fecha: 20 de Enero de 2004
Asunto: Volar emplumado y locura
Abundando en la definición propuesta más arriba diríamos que los locos «piensan en alto» porque han perdido sus engarces con el mundo que les rodea, y no diferencian, socialmente, cuándo hay que pensar (hablar discursivamente con uno mismo) en alto o en bajo.
Respecto al caso propuesto por Bueno, que nos recuerda Lino, podríamos decir que Rodrigo de Alemán no estaba «loco objetivamente» (emic, para su época), aunque desde nuestro punto de vista (etic) sabemos que su error sería, hoy en día, locura objetiva (proyecto de volar emplumado). Mas aún, si dicho proyecto fuera seguido por una «secta» de iluminados que buscasen volar (en este mundo o en el más allá) con la ayuda del «Espíritu Santo», por ejemplo, y se lanzasen en conjunto desde lo alto de un precipicio, entonces podríamos hablar de locuras subjetivas provocadas, en gran medida, por una locura objetiva.
Un saludo. Antonio Sánchez
De: Mireya Castizo Calle
Fecha: 2 de Febrero de 2004
Asunto: ¿A que llamamos «conducta»?
Estimados materialistas:
Hablar de «conducta» sin definir de qué se habla, presupone un sobreentendido que yo no llego a ver. Cuando además parece que se trata de eso: de Ver. Conducta parece querer decir: el comportamiento observable de un individuo o un grupo de individuos. En tal caso advierto de la imposibilidad de distinguir a un loco de un cuerdo. Hay casos incluso,en los que hasta muy avanzado el loco en su delirio (es decir hasta que este loco es reconocido por los otros de su entorno como «loco»)no podríamos más que jugarnos a cara o cruz la salud mental o no de un actor social.
Me parece que conducta es un término oscuro, teñido de metafísica que habría que usar con más reparo.
Aprte, creo que sería necesario partir de alguna definición psiquiátrica de lo que es locura (locura subjetual) a partir de la cual hablar de locura objetual. Parece que de este modo quedaría más aclarado el escabroso tema de la locura objetual, para distinguirla de lo que sería una CREENCIA FALSA o errónea (errónea además sólo desde otros puntos de referencia respecto del creyente)
El loco (aquel que delira) impone la fantasía a la realidad.
El loco toma su delirio como EVIDENCIA, y no como Creencia.
Por eso que cuando el loco dude de su opinión respecto al mundo,pierda la evidencia, y disponga de momentos de lucidez. Entendiendo a ésta como la duda razonable respecto a la interpretación de la realidad, lo que permite tratarla como CREENCIA y no IMPOSICIÓN, DETERMINISMO DELIRANTE. ¿No es acaso así como D. Quijote pudo "morir cuerdo"?
A partir de aquí podríamos tratar de entender la locura objetiva, porque sino sólo hablamos de creencias falsas respecto a otras, lo cual no quiere decir que tengan el mismo valor de verdad.
Yo planteo el hecho absolutamente verídico de que como decía Alberto Sánchez: "es muy probable que nos carguemos el planeta en dos días", por desastre ecológico, bombas atómicas, &c... como una muestra de locura objetiva, en el sentido de que se le da la espalda a estos problemas (la ecología) como negación de la realidad, y se pretende vivir en la fantasía de que el agua seguirá siendo potable, la tierra fértil, el aire respirable,...Esta fantasía no obstante es el sustento del sistema económico y productivo capitalista. Aunque sigo sin ver que esto sea "locura objetiva" Y no una elección libre y autónoma de un tipo de sociedad, una elección simplemente estúpida y autodestructiva.
De: Lino Camprubí Bueno
Fecha: 2 de Febrero de 2004
Asunto:
Hola a todos,
Estimada Mireya, en psiquiatría no cabe definir la locura subjetual porque el término se desterró por sus connotaciones impertinentes. Se suele hablar de trastornos mentales, y no se identifican con el delirio, Sólo el esquizofréncio vive como evidencia su delirio; el psicótico, el ansioso, el neurótico, &c. saben que es su cabeza quien les juega malas pasadas.
Por oscuro que sea el término conducta («desadaptativa crónica»), es así como en psiquiatría se define el transtorno mental, aunque también se incluya el «malestar subjetivo». De hecho, que otra manera propones tú para diagnosticar la locura subjetual que no es la «anormalidad» (literal del DSM-IV) con respecto a la sociedad en la que vive el sujeto. Otra cosa es que sólo haya que tomar esa anormalidad como preocupante cuando sea desadaptativa en el sentido de peligrosa para el sujeto o los bienes y personas cercanos al sujeto. Pero es que no hay otros criterios.
Respecto la locura objetiva, repito que considero que hablar de locura subjetiva no aclara nada sobre la objetiva como pretende Mireya. Y esto porque, para empezar, las coordenadas de «normalidad» no las impone ya el grupo sino el sistema desde el que se esté definiendo (en este caso el materialismo filosófico), de modo que puede englobar a una sociedad entera. Pero es que además no es «creencia falsa» (expresión que si no se usa cuidadosamente puede ser mucho más oscura que la observable conducta), sino obras objetivas (cultura objetiva, que incluye un texto o un discurso) absolutamente absurdas desde coordenadas que hay que explicitar y que no dicen nada acerca del sujeto.
De hecho, la destrucción del planeta no la hará un loco (subjetual), sino un sistema que desde fuera, si eso es posible, podría ser claificado de locura (objetual). Y si cupiera culpar de esta destrucción a una compañía madedera, por ejemplo, encontraríamos que su consejo directivo y un psicótico no tienen nada que ver, ni en su percepción de la realidad ni en sus motivaciones, por lo que no cabría encerrar a sus miembros en un psiquiátrico sino, en todo caso, en la cárcel y no habría que medicarlos sino enmendar sus errores en la medida de lo posible.
Ejemlpo fácil: Gandalf y Saruman se llaman uno a otro loco (2ª y 3ª parte del Señor de los Anillos, la película) pero ambos tienen poco que ver con un maníaco. Simplemente están convencidos de que el partido que ha tomado su antiguo aliado está abocado a la derrota y conducirá a la muerte de sus defensores. Resulta que sólo Gandalf tenía razón, y el poco ecologista Saruman quedó reducido por los bosques que destrozaba. Ahora bien ¿quién daba un duro por la opción de Gandalf? ¿no hubiera cualquier persona con "dos dedos de frente" ayudado al poderoso Sauron en vez de enfrentarse a él? La locura subjetiva y la objetiva no son lo mismo (lo que no excluye que puedan coincidir en un mismo sujeto, pero una no tiene porque ser causa de la otra).
Hasta pronto, Lino.
De: Mireya Castizo Calle
Fecha: 02 de Febrero de 2004
Asunto:
Querido Lino,
gracias por tus ejemplos expositivos en torno al Señor de los anillos. Aún con todo me parece que decir que es de loco «haber apostado por Gandalf, en vez de por el malo» es hablar metafóricamente de «loco».
Metafóricamente decir de algo que es o no es «una locura» implica tener una idea aproximativa de «locura». Es cierto que este término no se emplea hoy en psiquiatría, precisamente por la ambigüedad que conlleva en su empleo popular. Más los psiquiatras hablan de loco sólo en el caso de que el paciente DELIRE(ya desde Jaspers). Para saber de qué te estoy hablando te propongo la lectura del libro El delirio, un error necesario de Carlos Castilla del Pino. (Obra que fue premio de ensayo Jovellanos, 1998)
Ahí también se expone claramente la distinción entre: creencia y evidencia. Y entonces, quizá también podamos saber a qué llamar locura objetiva. Un saludo.
De: Lino Camprubí Bueno
Fecha: 2 de Febrero de 2004
Asunto: Locura
Hola Mireya,
De nuevo te encuentro envuelta en la indistinción entre las dos locuras definidas. Remito a un interesantísimo artículo de Eliseo Rabadán en el número 23 El Catoblepas acerca de las propuestas de Echeverría. Al principio del mismo recurre al diccionario para mostrar que la locura objetiva no depende para su definición de la subjetual. Por eso hablar de «locura» subjetual no necesariamente va a aclarar nada sobre la objetiva.
Por otro lado, ni siquiera, y a pesar de Jaspers según me dices, se habla en los manuales de psiquiatría de «locura» (subjetual) para los sujetos que creen sus delirios perceptivos y sus alucinaciones. Pero fuera de la psiquiatría el término se utiliza para designar las distintas psicopatologías. «Creencia falsa» y evidencia tienen, en el terreno de los transtornos mentales, poco que ver con cómo se han utilizado antes en este foro, es decir, relacionados con la locura objetiva. Para esto, ver los artículos de Gustavo Bueno en El Catoblepas: La idea de creencia, Filosofía y Locura.
Hasta pronto, Lino.