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El Catoblepas, número 29, julio 2004
  El Catoblepasnúmero 29 • julio 2004 • página 14
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Las hipótesis sobre el intervalo 11-14m.
¿Otra vez a vueltas con el árbol y las nueces?

Vicente Caballero de la Torre

Se analizan y discuten cuatro hipótesis sobre las circunstancias
de la masacre del 11 de marzo de 2004 en Madrid

A mi amigo Álvaro de Miguel, in memoriam

Se acaba de constituir la Comisión de Investigación sobre los hechos acaecidos entre el 11 y el 14 de marzo. Son varias las hipótesis posibles que se pueden manejar sobre la relación, si es que la hubiere, entre los atentados del día 11 y la victoria electoral del PSOE, tres días después. En el presente artículo, y desde la mayor neutralidad política posible –siempre que se entienda el adjetivo «político/a» en el sentido común y vulgar del término, es decir, como equivalente a «partidista» y no en un sentido etimológico de lo político (pues esto convertiría al autor de este texto en un «idiota» en el sentido igualmente etimológico de la palabra)– se analizarán cuatro hipótesis (que no tienen que ser las únicas, claro está) de las cuales las más duras –las que conllevan un mayor riesgo de rechazo por parte del público común– son las dos últimas.

Hipótesis A

Los autores de los crímenes no buscaban ningún tipo de incidencia electoral ni tenían motivo político alguno sino que, simplemente, pertenecen al terrorismo islámico de modo que los atentados tenían como único propósito mostrar el odio contra lo que representa el mundo occidental en tanto que antítesis de los valores propios del integrismo islámico (preconizado por Al-Qaeda).

Los defensores de esta hipótesis suelen apoyarse en un supuesto: si los terroristas han elegido España y no Reino Unido o, de nuevo, Estados Unidos –los tres figurantes de la célebre «fotografía de las Azores»– es por la mayor debilidad de nuestro país a la hora de prever y, en el peor de los casos, afrontar una calamidad de tal magnitud. De este supuesto existen dos derivaciones, una propia de los ciudadanos afines a la izquierda y otros de los afines al Partido Popular:

Supuesto A1. Los atentados se cometieron en España por la falta de recursos de nuestro país para afrontar un hecho de este calibre, dado que el Reino Unido y Estados Unidos están en un estado de alerta continuo que aquí no se ha dado.

Supuesto A2. Los atentados se cometieron en España porque la población española mostró ser «carne de cañón» para un estado de confusión y desmembramiento nacional pues –a diferencia del Reino Unido y Estados Unidos donde, en las manifestaciones contra la guerra, casi nadie ha cuestionado la legitimidad otorgada por las urnas a sus respectivos presidentes– los manifestantes radicalizaron sus mensajes llegando a tildar de «asesino» al jefe del Gobierno. Normalmente, aunque no siempre, a este argumento se yuxtapone el de que la consigna que orienta este tipo de acciones es la que dio Osama Bin Laden en una de las grabaciones exhibidas por TV: la reconquista de Al-Andalus.

Objeciones a la Hipótesis A en su generalidad: Los autores de la matanza no tenían hábitos ni costumbres propios del integrismo islámico. Si bien es verdad que los autores materiales del atentado del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York también llevaban una «doble vida» con el propósito de pasar lo más desapercibidos posible. De modo que se reconoce la dificultad de hacer cualquier objeción a la generalidad hasta que se conozcan más detalles sobre el grado de preparación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.

Objeciones al Supuesto A1: Este aspecto lo deberían confirmar los especialistas versados en la materia, algo que no ha hecho públicamente ningún responsable de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado que, más bien al contrario, condecoraron a Acebes como mejor Ministro del Interior de la Democracia española. Sólo el actual Ministerio del Interior ha cuestionado la gestión del anterior. Que los Cuerpos y Fuerzas no reconozcan en público una falta de previsión no implica, lógicamente, que no se de tal precariedad en la instrucción y/o recursos en los mismos.

Objeciones al Supuesto A2: Este supuesto contradice el espíritu de la Hipótesis A –reduciéndola al absurdo– puesto que, si lo que los terroristas buscaban era la división y el desconcierto de los españoles, no parece muy lógico que lo hicieran por el valor que tal estado de hecatombe social pudiera tener en si mismo sino por su valor instrumental, como medio, para alcanzar algún determinado objetivo político aunque éste se reduzca a un mero mensaje de advertencia o de castigo (lo que nos lleva a la Hipótesis B)

Nota: La Hipótesis A deja de lado, en cualquier caso, la cuestión acerca de la posible responsabilidad (intencionada o por mero descuido) de la Policía Nacional que habría podido incurrir, según las últimas informaciones, en una seria omisión del deber al no haber estimado ciertas informaciones proporcionadas por los confidentes.

Hipótesis B

España fue el objetivo de los atentados como venganza por su intervención en Irak. En consecuencia, el electorado ha castigado al Gobierno por las consecuencias de una decisión incorrecta.

Objeción a la Hipótesis B: Si son veraces las últimas informaciones que se nos han ofrecido, los atentados estaban siendo planeados desde hace dos años y medio. Sencillamente, las fechas no cuadran.

Hipótesis C

(Compatible con la Hipótesis B) El ministro del Interior falseó la información veraz transmitida por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado lo cual provocó una manifestación espontánea la noche del sábado (jornada de reflexión previa a la jornada electoral) por parte de gente que, simplemente, buscaba la verdad bien por el valor que esta tiene en sí misma, bien por saber a qué atenerse para votar al día siguiente.

Los que están a favor de esta hipótesis contrastan la evidencia de que el explosivo no era el habitualmente utilizado por ETA así como la adjudicación de la autoría al terrorismo islámico por parte de la prensa internacional con la, supuestamente, obcecada actitud del Ministro del Interior a la hora de exponer la tesis de la autoría etarra.

Objeción a la Hipótesis C: Si la gente buscaba, simple y llanamente, la verdad por parte de un responsable político que, al parecer, había mentido –con independencia del partido al que pertenezca– lo lógico hubiera sido encaminar esas manifestaciones, supuestamente espontáneas, hacia el Ministerio del Interior en Madrid y hacia las Delegaciones del Gobierno en las Comunidades Autónomas. En cambio, la espontaneidad buscó el camino que llevaba a las sedes electorales del PP y no a las instituciones pertinentes. Como siempre, conviene aquí distinguir entre el finis operis y el finis operandis: bien puede ser que el finis operandis de la mayoría de los manifestantes fuese pedir la verdad de lo ocurrido pero quizá el finis operis de los que comenzaron, sean quienes sean, la ronda de mensajes SMS, fuese una demostración de rechazo hacia la política del PP lo cual es claramente ilegal en una jornada de reflexión si los «iniciadores» eran políticos del PSOE como algunos medios de comunicación insinúan. En cualquier caso –y debido, muy posiblemente, al escarmiento recibido por las investigaciones sobre lo sucedido en la Asamblea de Madrid en 2003– el escudriñamiento de los SMS y llamadas enviados y recibidos aquellos días –algo que demanda el PP en la actual Comisión– no llevará, casi seguro, a ningún lado ya que dichos mensajes y llamadas «iniciales» seguramente fueron realizados desde terminales de tarjeta (sin contrato) carentes de vinculación con usuario concreto alguno.

Nota: Si Arnaldo Otegui fue el primero –aquí, en España, al menos– en desmentir la autoría de ETA, adjudicándola al integrismo islámico, hay que admitir necesariamente que Otegui está al corriente de las acciones y objetivos de ETA. De modo que no se comprende cómo no se han llevado acciones legales contra él.

Hipótesis D

Un sector de la Policía Nacional tiene responsabilidad en lo ocurrido en ese intervalo de tiempo (es compatible con la Hipótesis A en su generalidad y con sus corolarios).

Esta hipótesis puede ser sostenida al margen de la cuestión de si Al-Qaeda existe como red organizada con directrices generales y una cierta estructura reticular, nunca vertical (por eso mismo se llama «red terrorista» y no «organización terrorista») –o si se trata de un mero nombre común que se le adjudica a una serie de grupúsculos interconectados por una serie de consignas que se hacen llegar vía internet o vía teléfono móvil (siendo conveniente, si se tratara de este segundo caso, aplicar la navaja de Occam) A favor de esto último –que no se trata de Al-Qaeda– habla el hecho de que las cintas encontradas en la famosa furgoneta transportadora del explosivo eran de iniciación al Corán (algo similar a que en el coche de un miembro del Opus Dei o de los Legionarios de Cristo encontrásemos unas lecciones elementales sobre la virginidad de María o la Resurrección de Cristo).

Esta hipótesis tiene, a su vez, tres variantes, incompatibles entre sí:

Hipótesis D1. La responsabilidad de la Policía Nacional se circunscribe a una serie de negligencias a la hora de prever el atentado y no a lo acaecido después. Nadie habría, pues, informado incorrectamente al Ministro del Interior; en todo caso se trataría de falta de previsión o de carencia de «olfato» policial, al no existir precedentes, a la hora de evaluar la importancia de la información suministrada por los confidentes.

Objeciones a la Hipótesis D1: Recientemente se ha conocido que el explosivo fue ofrecido a ETA, quien lo rechazó. Según las últimas informaciones, ciertos miembros de la Policía estaban al corriente de estas «gestiones». Aunque, finalmente, no se hubiera producido la compraventa entre ETA y los asturianos, la mercancía en particular –material explosivo y no un mero fardo de hachís– que estos sujetos se traían entre manos no era como para perderlo de vista ni un instante. De modo que se trataría de una negligencia inexcusable dilatada en el tiempo y que exige la petición de responsabilidades penales a ciertos mandos policiales.

Hipótesis D2. La responsabilidad de ciertos miembros de la Policía Nacional se dio tras los atentados, dando informaciones equívocas al Ministro del Interior.

A favor de esta tesis encontramos el hecho de que, al parecer, la información que decía que la mochila que no detonó no lo hizo porque los terroristas confundieron la hora AM con la PM es manifiestamente falso; debe tenerse en cuenta que esta mochila y un pedazo de teléfono móvil, fueron las claves para la adjudicación de la autoría a la «célula integrista de Lavapiés».

Hipótesis D3. La responsabilidad se dio antes y después, con dolo en ambos momentos. Varios mandos de la Policía estaban al corriente de los atentados y de la fecha en la que iban a ocurrir y, previendo las posibles –hoy consumadas– consecuencias del mismo, dejaron que las cosas ocurrieran por sí mismas. Una vez producido el atentado, ahondaron en la confusión para que el Gobierno cayera en ciertas trampas: adjudicación de la autoría a ETA, carga policial contra los manifestantes del sábado 13 (fallido), etcétera.

A favor de esta hipótesis encontraríamos el hecho constatado de que dos de los policías supuestamente implicados eran recaderos de los caprichos que en los años del GAL sus responsables regalaban a las mujeres de otros responsables de esta estructura mafiosa y practicante del terrorismo de Estado más repugnante. El secuestro de Segundo Marey o el famoso caso de Lasa y Zabala no dan lugar a dudas de la carencia de escrúpulos a la que ciertos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado pueden llegar ya sea por, como sucedió en aquellos años, por la presión de un terrorismo independentista incesante –además, por supuesto, del ánimo de lucro a costa de los Fondos reservados– o bien, según apuntarían algunas de las últimas informaciones, por el afán de revancha contra un partido que ganó las elecciones en 1996 a base de –aparte del propio desgaste del Gobierno socialista– denunciar casos de corrupción, en especial el vínculo entre los GAL y ciertos miembros de aquel gobierno lo cual consiguió sentar, finalmente, a personas que habían disfrutado de una posición política y económica privilegiada durante largos años en un banquillo de acusados y, como es el caso de Rafael Vera, a un humillante encarcelamiento. ¿Objeciones a esta última hipótesis? De momento, sólo una: In dubio pro reo. La polémica está servida. Espero las objeciones y las próximas informaciones aunque sólo sea por honrar la memoria de los difuntos con algo tan noble como el amor desinteresado a la verdad.

 

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