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El Catoblepas, número 31, septiembre 2004
  El Catoblepasnúmero 31 • septiembre 2004 • página 21
Libros

La filosofía jurídica de la democracia

Carlos Moreno Guerrero

Sobre el libro de Elías Díaz, Un itinerario intelectual.
De filosofía jurídica y política
, Biblioteca Nueva, Madrid 2003

Elías Díaz (1934) pertenece a la que se ha llamado generación de 1956: el primer grupo universitario de la posguerra civil española en el que cristalizó una clara convicción democrática y un interés por la filosofía, las ciencias sociales y el marxismo como instrumentos críticos frente a la realidad social y política del franquismo. Elías Díaz ha sido profesor de Filosofía del Derecho desde 1961, desempeñando una cátedra de dicha disciplina desde 1974, tras superar los numerosos obstáculos académicos que le interpusieron los detentadores del poder iusfilosófico funcional al franquismo. Contribuyó a la fundación de la revista, pluralista y democrática, Cuadernos para el diálogo y es director de la importante revista de ciencias sociales Sistema desde 1973.

Un itinerario intelectual, que recoge cuatro trabajos publicados entre 1986 y 2002, actualizados mediante notas a pie de página, recorre la dilatada y fecunda trayectoria personal e intelectual, biográfica y bibliográfica –es «un libro sobre mis libros»– de Elías Díaz. Su evolución parte del reconocimiento a sus maestros –especialmente Tierno Galván, Aranguren y Ruiz-Giménez, que le introducen en las tendencias contemporáneas de la filosofía analítica y del marxismo– y se contextualiza con los autores de su misma generación. Elías Díaz evolucionó desde lo que llama su eticismo inicial a un planteamiento, teórico y político, socialista, reformista y revisionista. Su trayecto parte de la filosofía y cultura de la Ilustración y sus derivaciones éticas, políticas y jurídicas, así como del reconocimiento del valor último de la persona individual, con sus esenciales atributos de libertad, dignidad y autonomía moral. Sus principales áreas temáticas son la teoría política, la filosofía jurídica y la historia de las ideas sociales. En su temprano artículo ¿Qué significa querer la paz? (1964), delineó su «programa máximo», que de una u otra forma estará presente a lo largo de su obra, criticando el capitalismo y razonando que el socialismo, con su lucha por la igualdad y la nivelación social, es un presupuesto para la paz.

En Estado de Derecho y sociedad democrática (1966) se expuso una teoría del Estado democrático en la que, sobre la base de la determinación de los caracteres del Estado de Derecho (imperio de la ley, división de poderes, control judicial de la Administración y garantía de los derechos fundamentales), se analizan sus etapas históricas: el abstencionista Estado liberal de Derecho; la negación del mismo en los Estados totalitarios fascista y nazi –falta la forma comunista–; y el neocapitalista y socialdemócrata Estado social de Derecho. Después del Estado social de Derecho proyectó la meta o utopía racional (también lo denomina modelo o paradigma prescriptivo) de un socialista Estado democrático de Derecho, que sería la forma más profunda de la democracia, entendida como participación, «doble participación, en las decisiones y en los resultados» (pág. 119). El libro es uno de los escasos textos de teoría del Estado de autor español que ha alcanzado numerosas ediciones, que se ha convertido en un clásico y cuya influencia es perceptible en la Constitución de 1978. La teoría se ha ido reelaborando, «en espiral», como le gusta decir al profesor Díaz, en textos posteriores: De la maldad estatal y la soberanía popular (1984), Ética contra política. Los intelectuales y el poder (1990), Curso de Filosofía del derecho (1998), hasta llegar al presente Itinerario.

Es necesario resaltar que la utopía diseñada por el profesor Díaz, el llamado Estado democrático de Derecho, ha sufrido un drástico replanteamiento desde su formalización en el libro Estado de Derecho y sociedad democrática hasta su última plasmación en el presente Itinerario. En el primero de dichos libros, el Estado social de Derecho era decididamente intervencionista y se basaba en el capitalismo, y el Estado democrático de Derecho se concebía como un Estado apoyado en una estructura económica socialista. En el Itinerario, al referirse al sistema económico del Estado democrático de Derecho se eliminan cuidadosamente los términos «socialista», «planificación» y «capitalista», y se habla de un tipo de Estado «de intervención mucho más cualitativa y selectiva», basado en una «economía mixta», compuesta de un «sector público (estatal y social)» y de un «sector privado que actúa con los criterios del libre mercado». Ahora bien, es curioso que el autor, paralelamente a esa «rebaja» del contenido de la utopía, sea inusualmente despiadado con todo lo que tenga que ver con «capitalismo», con «mercado» o con «competitividad», y decimos que es curioso porque el nuevo diseño del sistema económico del Estado democrático de Derecho es prácticamente el mismo que el sistema que sostiene al Estado social de Derecho, permaneciendo ambos dentro de los límites de una economía mixta o economía social de mercado, iniciada con el keynesianismo para corregir con intervenciones públicas algunas disfunciones económicas y sociales del capitalismo. En éste último diseño, las diferencias entre el Estado social de Derecho y el Estado democrático de Derecho nos parecen más intencionales e idealistas que reales, al afirmarse, sin más, que el segundo sería la plasmación del socialismo democrático entendido como la «hipotética conjunción y síntesis dialéctica (pero sin final de la historia) entre, por una parte, la socialdemocracia y el estado social y, por otra, los movimientos libertarios y la justa reivindicación de la sociedad civil expresada en esos sus sectores más progresivos» (págs. 205 y 138).

Tenemos la impresión de que las importantes correcciones llevadas a cabo en la definición del Estado democrático de Derecho, sobre todo por lo que respecta a su sistema económico, es tributaria del fenómeno histórico del hundimiento de los sistemas comunistas (1989-1991), y echamos en falta en el libro –tratándose de un itinerario intelectual– una aclaración autobiográfica y autocrítica de esos cambios, tan comunes hoy en muchos cultivadores de la filosofía y de las ciencias sociales, y tan faltos de explicación.

La escritura de Elías Díaz, que siempre ha sido excepcionalmente clara y precisa, aunque ocasionalmente torture la sintaxis haciendo precisiones de las precisiones mediante encadenamientos de oraciones subordinadas, se torna confusa en los últimos planteamientos sobre el Estado democrático de Derecho y sobre la economía. Pero el problema nos parece que no es sólo estilístico sino también conceptual, y no es de recibo que el autor repita que no es economista cuando de lo que se trata es de cuestiones básicas de economía política, y cuando tan necesario sería dar entrada a dicha disciplina –en la misma medida que se ha dado a la sociología– en los planteamientos de filosofía jurídica y política.

Sociología y filosofía del Derecho (1971; 2ª ed. 1980, ambas con numerosas reimpresiones) fue una obra clara y pedagógica que tuvo un alcance doctrinal innovador en los estudios iusfilosóficos españoles de su tiempo. Razonó la crítica al rancio Derecho natural, especialmente al dominante iusnaturalismo neoescolástico, teológico e inserto en una tradición reaccionaria, así como al positivismo formalista, que entre nosotros también daba cobertura al ordenamiento jurídico franquista. Esa doble crítica se realizaba desde una concepción normativa del Derecho, desde un riguroso planteamiento metodológico que diferenciaba eficazmente tres niveles de reflexión: el de la validez de las normas jurídicas, el de su eficacia social y el de su legitimidad y justificación, y en discusión con las principales corrientes sociológicas y filosóficas. Dio entrada novedosamente a la reflexión sociológica sobre el Derecho, contribuyendo a romper con «el tradicional formalismo y autismo» de los estudios jurídicos. La Filosofía del Derecho se concibe como una reflexión totalizadora y crítica de la realidad jurídica dentro de su contexto social. En el Itinerario se defiende un concepto realista y crítico del Derecho «que hace radicar la validez del ordenamiento jurídico (legalidad) en la eficacia del poder social y político..., en cuanto recurso último que realmente lo respalda (legitimación), pero que ...pretende siempre incorporar y alegar algún tipo de legitimidad» (pág. 233).

Otra de sus líneas de trabajo es la historia de las ideas sociales desde la Institución Libre de Enseñanza hasta la Constitución de 1978, con trabajos que han abierto nuevos caminos como La filosofía social del krausismo español (1973) y Notas para una historia del pensamiento español actual, 1939-1973 (1974).

En sus diferentes áreas de trabajo, el profesor Díaz ha mantenido unas constantes en planteamientos y métodos: «no a la escolástica, no al exceso de formalismo, no a los reduccionismos aislacionistas y, en cambio, mucha mayor atención y consideración hacia las circunstancias históricas y sociales, desde una, que aspiraba y aspira a ser, razón crítica. En definitiva y abriéndose ya también con ello al campo político, una actitud impulsada por la libertad y la democracia, la autonomía privada u pública, personal y social, contra toda forma de dogmatismo, de opresión y de dictadura» (pág. 75). Cada uno de los libros con los que ha roturado los campos en que ha trabajado ha supuesto un tratamiento pionero que ha abierto caminos, y cada uno de ellos siempre ha aportado una sugestiva, afinada y competente guía de lecturas, introduciendo al lector en el debate con las principales tendencias y autores del pensamiento jurídico, sociológico y filosófico.

Elías Díaz es uno de los escasos profesores de Filosofía del Derecho que ha creado escuela, y cuyos discípulos tienen ya una importante obra, pero por encima de eso, y más allá de su disciplina y de los límites de las Facultades de Derecho, ha sido un verdadero maestro para varias generaciones de universitarios durante el franquismo, a los que proporcionó una referencia rigurosa para la crítica de la dictadura franquista y para la construcción de la democracia y una reconstrucción del pensamiento ilustrado, liberal, democrático y socialista anterior a la transición democrática. Su obra impregna la cultura democrática española.

 

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