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El Catoblepas, número 33, noviembre 2004
  El Catoblepasnúmero 33 • noviembre 2004 • página 19
Artículos

Materialismo, liberalismo,
conservadurismo y orden
(diatriba político-filosófica)

Felipe Giménez Pérez

Ser conservador no significa ser teísta, deísta o agnóstico.
Cabe perfectamente ser ateo, católico, materialista, liberal, conservador y de orden

Dedicado a Zarpax con agradecimiento
Dedicado a Antonio Muñoz Ballesta
con ateísmo impenitente

Don José María Rodríguez Vega ha publicado en el número 33 de El Catoblepas una ingeniosa y corrosiva crítica al progresismo, a ese cáncer nihilista que recorre la decrépita Europa como un espectro fantasmagórico, alucinatorio y psicodélico. En parecidos términos pienso yo respecto a esa ideología progresista. Por lo demás entiendo que hora es ya de mojarse ideológica y políticamente y defender la conexión entre materialismo, racionalismo, filosofía, ateísmo, liberalismo, conservadurismo y orden capitalista, y además con desvergüenza, con parresía. Todavía hay alguno que cree que existe algo así como la izquierda o las izquierdas y la derecha o las derechas como dos conceptos diferentes y presuntamente opuestos, cuando la verdad es que desde que cayó el Muro de Berlín en 1989, 11 de noviembre concretamente, no tiene sentido hablar de realidades inexistentes. He defendido a este respecto la nulidad histórica presente de semejante distinción en algún escrito mío anteriormente publicado en El Catoblepas. Por lo tanto, consecuentemente con ello, defiendo un materialismo liberal, conservador y de orden y niego eso de la derecha o derechona o cosas por el estilo, como si eso significara a día de hoy algo con sentido que nos ayudara a definir las cosas o a entenderlas. Igualmente podría yo defender el comunismo o la socialdemocracia en principio, pero es que considero tales ideologías profundamente diezmadas históricamente como para defender la conexión del materialismo con ellas. Sé igualmente que algunos han defendido la conexión del materialismo y de la filosofía por tanto con ellas, pero creo que eso es cosa del pasado. Ha llegado pues el momento de descartarlas en su conexión política con el materialismo político.

Don Antonio Muñoz Ballesta ha establecido ya la conexión empírica, como no podía ser menos, entre materialismo filosófico y liberalismo de la Escuela Austríaca, esto es, lo que él llama liberalismo auténtico. Yo prefiero establecer o mejor dicho constatar un hecho: la efectiva conexión empírica entre materialismo político, realismo político y liberalismo, tal vez desde luego no muy auténtico en la versión y en la forma en que yo lo entiendo, como se verá más adelante. ¿Y les parece acaso insuficiente con que se pueda establecer y definir una conexión empírico-histórica entre materialismo y liberalismo?

Hace ya 34 años que Gustavo Bueno publicó El papel de la Filosofía en el conjunto del saber. El materialismo filosófico pues tiene ya casi cuatro décadas cumplidas como doctrina publicada en libro, con existencia pública pues. El materialismo filosófico o buenismo, digo, porque yo defiendo que se le puede denominar buenismo a la doctrina de Gustavo Bueno, al igual que la doctrina de Platón se llama platonismo, es un genuino y típico producto del franquismo. Alguna conexión habrá pues entre franquismo y buenismo, aunque sólo sea empírica. Para un materialista histórico –y todos somos a estas alturas materialistas históricos, como somos darwinistas, newtonianos o einsteinianos– no hay casualidades ni contingencias históricas, sólo por eso debiéramos establecer alguna conexión entre ambas realidades. En un país católico, que luchó a brazo partido contra los herejes y contra la secta mahomética y creó la bendita inquisición, martillo de supersticiones y necedades sin cuento, es lógico que tenía que surgir, brotar una feliz floración materialista, Gustavo Bueno y su doctrina filosófica, el fruto maduro de un país católico nacido en 718-722 en Covadonga, en duelo a muerte con el sarraceno.

Tengo para mí que en una sociedad española dominada por los empíricamente y realmente perdedores de la guerra civil de 1936-1939 hubiera sido imposible la floración del materialismo de Gustavo Bueno, católico, ateo y estoico. Con gente como la del PCE, el PSOE, la CNT, los republicanos, no hubiera florecido el materialismo filosófico, puesto que para filosofía ya estaba la ideología del Frente Popular. Con un ministro de Educación como Jesús Hernández, que no tenía hecho el bachillerato, en fin, hay que temerse lo peor acerca de estas gentes en el caso de que hubieran vencido. La infame tarea de demoler el bachillerato por parte de PSOE y sus acólitos nos demuestra a las claras lo que son y lo que hubiera pasado si el Frente Popular hubiera ganado la guerra civil. La paz franquista establecida en 1939 está siendo liquidada por un gobierno del Frente Popular redivivo en 2004. Si este Frente Popular se impusiera definitivamente en España, ahora, el buenismo desaparecería. Es el materialismo filosófico una planta que necesita una sociedad capitalista de mercado, liberal, conservadora y de orden. El progresismo es incompatible con la pervivencia del materialismo filosófico. El progresismo ahoga la libertad, destruye España y conduce a la guerra civil. El resentimiento es la esencia del progresismo. El progresismo es una moral de esclavos y resentidos. Hora es ya de establecer una incompatibilidad entre ideología progresista y materialismo filosófico. La pena de muerte sólo puede ser asumida por una ideología realista, materialista, patriótica.

España atraviesa ahora una crisis política constitucional y existencial decisiva. Está en peligro la existencia misma de España. Los secesionistas, los progresistas y Marruecos y Francia han formado un pacto de acero para destruir España. Así pues, la Antiespaña está viva hoy de nuevo. El soberano debe adoptar una decisión. Debe identificar el enemigo y el amigo y debe destruir al enemigo. El logro y mantenimiento de la eutaxia política de la Nación Española es fundamental y prioritario y ello por los medios que sean convenientes. ¿Dictadura? Prefiero la dictadura del sable a la del puñal, porque procede de regiones más serenas y tranquilas. Lo que importa son los resultados políticos, la prudencia política. No todo es permisible en un Estado democrático. Hay límites de la tolerancia, al igual que todos los derechos tienen sus limitaciones. Por lo demás, algunas ideologías en la España de 2004 son tan dañinas y peligrosas para la existencia misma de España, que no se pueden integrar en el régimen de 1978 o en ningún otro régimen democrático que pudiera haber en el futuro en España. Algunas ideologías ya digo, sólo pueden tener como Congreso de los Diputados el campo de batalla. Hay que defender la plataforma política nacional, única desde la que se pueden llevar a cabo nuestros proyectos éticos, morales y políticos, y, ¿por qué no?, filosóficos también. Esa plataforma política básica se llama en nuestro caso España.

No se puede permanecer impasible ante todos los desmanes ideológicos y políticos que se están perpetrando a diario en España y contra España. Hay que tomar partido hasta mancharse. La filosofía debe nadar contra corriente y denunciar a los malandrines. La filosofía es la lucha de clases en la teoría o simplemente la lucha política e ideológica de forma sistemática y dialéctica. La filosofía es siempre filosofía del Estado y a favor del Estado. Debe pues defender al Estado, al dios mortal en palabras de Th. Hobbes. Ese Estado es la libertad concreta. Por eso defender la Nación Española, a España como Estado es defender la libertad, la propiedad y el orden.

En cuanto a la relación entre el materialismo filosófico con las ideologías políticas existentes, algunos han sostenido la afinidad entre el materialismo y el comunismo o entre el materialismo y el socialismo o con el progresismo. Considero que tales asociaciones son erróneas. Apagógicamente ha quedado demostrado el error en el que han incurrido tales ideologías opuestas al liberalismo. Entiendo que el materialismo implica una posición conservadora, liberal y de orden porque, ¿Cómo se va a vincular con ideologías erróneas y fracasadas? ¿Cómo va a vincularse con ideologías antiespaña? Si uno es realista en política –como es razonable pensar– debe ser liberal, conservador y de orden. El materialismo es solidario del capitalismo. Bueno afirmó hace años, como todos sabemos, que era solidario el materialismo con el socialismo. Ahora ya no cabe afirmar eso. Esa afirmación ha perdido su vigencia histórica, incluso su vigencia racional. Si uno es materialista será realista, esto es, entenderá por ejemplo la política internacional como política de poder entre los diversos Estados que se encontrarán en el puro estado de naturaleza. Entenderá la política nacional como mantenimiento de la eutaxia política y al servicio del interés nacional. Entenderá que el Estado está más allá del bien y del mal y tendrá en cuenta los arcana imperii, la razón de Estado. Despreciará la utopía y los proyectos ilusorios e idealistas como abundan en los partidos socialistas, socialdemócratas y comunistas, eso que se llama progresismo ahora que la distinción política tradicional, clásica entre izquierda y derecha ha perdido fuste y consistencia por la ecualización político-ideológica propia de los Estados democráticos de mercado pletórico.

En 1999 Gustavo Bueno hacía su contribución filosófica patriótica a España, España frente a Europa. El materialismo filosófico se convertía en materialismo nacional español, hispánico. Nada más lejos de la doctrina política antiespañola del bloque de poder progresista y del Grupo Prisa. Bueno señaló en tal libro a los enemigos de España, la Antiespaña. En el interior el gran enemigo es el Frente Popular: progresistas, comunistas, socialistas, separatistas. En el exterior, la UE (Francia y Alemania), el Islam (Marruecos y musulmanes inmigrados) y el protestantismo. El materialismo al final se hace conservador, liberal y de orden sencillamente porque el mundo es así. El materialismo buenista es solidario de España, de la Hispanidad, de la economía de mercado pletórica, de la democracia realmente existente y de la unidad de España. En este sentido la obra crítica revisionista de Pío Moa en lo que se refiere a la República, la Guerra Civil y la rebelión de Asturias en 1934 ha sido crucial para poder generar un materialismo liberal conservador y de orden. Ya no podemos seguir fingiendo que no nos hemos enterado y aceptar dogmáticamente la versión heredada acerca de la República, la rebelión de Asturias y la guerra civil. Si aceptamos como verdaderas las afirmaciones de Pío Moa, dífícilmente podemos contemplar con simpatía las ideologías progresistas, secesionistas y comunistas. Entonces podemos declarar que el materialismo filosófico, políticamente es:

Liberal porque defiende los derechos individuales y el Estado democrático además del mercado libre y de la televisión libre. Aquí entendemos liberal como aquel que defiende el capitalismo, la propiedad privada, el mercado libre y los derechos individuales en un Estado democrático y social de derecho. Esto no impide intervenir por parte del Estado en la economía, en el mercado y en la sociedad con el fin de lograr la eutaxia y la estabilidad social y política, porque a fin de cuentas lo que hay que salvar es la eutaxia política del Estado, núcleo mismo de la acción política.

Conservador porque no hay alternativa alguna al capitalismo realmente existente y al Imperio realmente existente, los EE. UU. Hay que rechazar la utopía por absurda y por imposible. Hay que defender la sociedad burguesa frente a sus enemigos. Hay que defender a España como Estado católico hispánico. Aquí no se quiere decir nada de un Estado confesional, sino más bien de un país católico de toda la vida y que como Estado algún rasgo católico tendrá que conservar necesariamente. Igualmente, se puede ser católico ateo. Católico de procedencia y ateo de constitución final. Si uno vive en un país católico eso no significa que tenga que creer todo lo que afirma la Iglesia Católica. Se puede perfectamente ser materialista católico, ateo y liberal, conservador y de orden.

De orden, porque el materialismo es tranquilo, estoico, no es amigo de algaradas, desórdenes, estupideces y manifestaciones del vulgo. Hay que conservar el orden social mientras no aparezcan proyectos políticos racionales y consistentes que pretendan subvertirlo y ofrecer una alternativa más racional y viable que la realmente existente en nuestro presente. Esto implica defender la unidad de España. Se busca la eutaxia política de España y ésta no se puede lograr con ideologías caducas y antiespañolas.

¿Se imaginan ustedes acaso a Gustavo Bueno defendiendo en El País a la ideología progresista? Sería algo patético, risible. ¿Podría haber un materialista progresista? Aunque sólo sea descontando las alternativas más absurdas, creo que la posición aquí defendida es la menos mala.

El marxismo se ha convertido en un clásico filosófico, como Aristóteles. Sedujo durante décadas a los sabios europeos, a las masas europeas y finalmente no sedujo a nadie. Seducido por sí mismo desapareció de la escena política por su incapacidad política y económica. Pasó su momento histórico y se extinguió. El mito del proletariado internacional se esfumó. Todos sus mitos tan útiles para manipular al vulgo se desvanecieron. Sus propuestas políticas fueron catastróficas. Ahí está el juicio de la Historia. Como siempre este juicio resulta inexorable. La Historia no los absolverá ni los ha absuelto. Die Weltgeschichte ist das Weltgericht. El dictamen, la sentencia ha sido implacable. Se acabó el comunismo. El socialismo pretendió hacer un hombre nuevo y lo hizo, efectivamente, lo empobreció económicamente y lo sacrificó implacablemente en aras de las futuras generaciones. Las masas en los países socialistas votaban con los pies deseando abandonar los paraísos socialistas en la Tierra. Les movía el individualismo liberal, la avaricia, el egoísmo, esos defectos tan odiosos para los marxistas cual nuevos cristianos ateos, que pretendían construir el paraíso en la Tierra. El marxismo ha sido falsado por la praxis. Está refutado. En una sociedad capitalista de mercado libre no caben los juegos ni los experimentos con la economía. Hay que aceptar los hechos, que son muy tercos por cierto. Ha desaparecido el socialismo. No tiene sentido ya afirmar que la filosofía exige al socialismo o que el materialismo implica el socialismo. Más bien ocurre que habría que afirmar que el materialismo implica el capitalismo y la economía de libre mercado, el liberalismo tal y como aquí lo entendemos. ¿Acaso puede considerarse racionalismo una teoría conspiracionista de la historia? Al final, eso de las inexorables leyes del destino histórico no sirve para explicar nada. No podemos considerar como producto de la racionalidad científica o histórica el generar miseria, hambre y terror. Desengañémonos, la España de hoy procede del régimen del 18 de julio de 1936. La Constitución de 1978 es una emanación del franquismo, un hijo legítimo nacido de entre las entrañas mismas del Régimen del 18 de julio. Despotricar contra el franquismo es pues despotricar contra el régimen de 1978, claro que según van las cosas hoy por hoy, parece que se pretende desmantelar el régimen nacido en 1978 a la vez que España misma. No sería tan malo entonces el franquismo como lo pintan los progresistas, puesto que todo el mundo ha disfrutado de estos 65 años de paz y ha obtenido algún provecho de tal paz. Lo que ha habido durante tan positivo período de la historia de España ha sido un constante y formidable desarrollo de las fuerzas productivas capitalistas, las únicas realmente existentes.

Ecualizadas las izquierdas con las derechas en las decrépitas democracias europeas occidentales de hoy con un consenso universal acerca de la necesidad del mantenimiento del Estado social de bienestar, con un consenso universal acerca de la necesidad del mantenimiento de la economía de mercado capitalista, hace falta ser consecuente y adoptar una posición abiertamente favorable frente a estas realidades patentes. ¿Es esto hegelianismo? Sí, ¿y qué? El materialismo político es realismo político. Desde luego no es idealismo político y mucho menos utopismo político. ¿Acaso no es razonable hacerse cargo de los hechos? Hablar de proyectos políticos quiméricos y utópicos es una estafa política. Es algo criminal y suicida. Por el momento hay que aceptar la propiedad privada, el mercado, los derechos individuales, la democracia y el capitalismo. Conviene mantener y defender esto mientras no haya algo mejor que lo sustituya. En el caso español, conviene conservar la unidad nacional, conviene ser católico y ateo. Ser conservador no significa ser teísta, deísta o agnóstico. Cabe perfectamente ser ateo, católico, materialista, liberal, conservador y de orden. Vale.

 

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