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El Catoblepas, número 34, diciembre 2004
  El Catoblepasnúmero 34 • diciembre 2004 • página 22
Cine
Filosofía y Cine. Seminario preparatorio del 42 Congreso de Filósofos Jóvenes

Visiones de Europa

Lino Camprubí Bueno

La película Visiones de Europa, que recoge un corto de cada país de los que actualmente componen la Unión Europea, permite analizar el «fenómeno» de la Europa de los 25

Visiones de Europa, 2004

§I. Introducción

El festival de cine europeo celebrado en Sevilla entre los días 6 y 13 de Noviembre de 2004, anunciado con el gancho publicitario: «Llega Europa», contaba con una sección, Europa en Corto, destinada a acoger la película Visiones de Europa. Ésta se compone de veinticinco cortometrajes, uno de cada país miembro de la actual Unión Europea, y cuenta entre sus filas con directores de la talla de Peter Greenway, Béla Tarr o el recientemente asesinado por el fundamentalismo mahometano Theo Van Gogh.

Este comentario quiere, por un lado, dar a conocer una película de muy limitada distribución y, por otro, atender a aquellas peculiares características del proyecto que lo hacen especialmente adecuado para tratar algunos asuntos relativos a la Unión Europea. Pero veamos primero algunas de esas características.

Esta película se estrenó en Mayo de este año en otros festivales (a Valladolid fue en Octubre) y en algunas televisiones que la habían comprado previamente a su aparición (ninguna española), coincidiendo con la ampliación al Este, que añadió 10 países a los 15 que conformaban la Unión Europea.

El padre del proyecto, Meinolf Zurhorst, editor de las compañías ZDF y Arte, alemana y francesa respectivamente (países caudillos de la Unión Europea), afirma no haberlo concebido tanto como propaganda de la nueva Unión Europea cuanto como muestra de la «diversidad cultural frente a la globalización y la uniformidad»{1}. Asimismo, Zentropa, la principal productora asociada al proyecto desde su origen, y encargada de contactar, entre Noviembre de 2003 y Enero de 2004, a las productoras de cada país miembro, aclara que no se pretende ofrecer el punto de vista institucional, sino dar cabida a las más variadas posturas que sobre la Unión Europea y su futuro pudiera ofrecer cada país. En este sentido, se echa de menos una clarificación de los criterios de selección de las productoras nacionales y de los directores; según se desprendía de la presentación que el productor del corto español, Antonio Pérez, ofreció en el Teatro Lope de Vega de Sevilla, Zentropa, productora danesa asociada al cine de Lars von Trier (la interesantísima película de este director Europa, sitúa su acción en una línea de ferrocarril llamada Zentropa), procedió encargando la selección a alguna productora nacional, que en el caso español fue Maestranza Films, sin que conste justificación alguna de tal elección. Conviene adelantar que, sea como fuere, no existe homogeneidad en las perspectivas de los diversos directores: se ofrecen desde luego diversas visiones de Europa.

Además del tema común (Europa y su futuro), el tiempo (cinco minutos) y el presupuesto asignado a cada corto eran, en principio, el mismo. 850.000 Euros fue la aportación de partida de ZDF (Alemania)/ Arte (Francia) para la producción total, a la que cada país podría añadir lo que fuera capaz de recaudar en forma de ayudas institucionales (la colaboración económica de la Junta de Andalucía es demasiado evidente, veremos, en el corto representante de España) o ventas a televisiones nacionales (en total, otros 850.000 euros). Esta última fórmula fue posibilitada por lo que Meinolf Zurhorst considera una prueba de cooperación europea: todos los directores cedieron sus derechos (resulta casi superfluo corregir: la cooperación gremial coyuntural con vistas a la mayor rentabilidad de un producto concreto no puede hacerse metáfora de las relaciones a las que habrán de enfrentarse los 25 países en los años venideros). Por otro lado, no queda claro el grado de colaboración en el proyecto de una institución que aparece vinculada a la página web oficial de Visions of Europe: CICEB (consociatio institutorum culturalium europaeorum inter belgas), asociación sita en Bélgica de instituciones (incluido el Instituto Cervantes) con fines europeístas y embarcada en Large, una serie de películas destinadas a «celebrar la ampliación de la UE» y cuyo resultado no conozco. La orientación de esta institución bastaría para sospechar acerca de la película que aquí se reseña, pero, repito, no he sido capaz de establecer el grado de implicación. Desde luego, el conjunto de los cortos no pueden ser sin más interpretados como una «celebración», como pronto se podrá comprobar.

Por lo demás, hay que destacar que cada corto utiliza el idioma nacional de su país de origen, si bien algunos utilizan otros en ciertos momentos y muchos de los títulos aparecen directamente en inglés.

§II. El fenómeno Europa

La presentación del «concepto» por el que se guió la elaboración de esta interesante colección de cortometrajes, según aparece en la página web ya mencionada, sitúa en los años 50 el germen de la Unión Europea tal y como hoy la conocemos y asevera que desde entonces, los optimistas han equilibrado a los escépticos. Comienza por admitir la diversidad de lenguas, «identidades culturales», intereses, &c. que pululan por la Europa de los 25; pero añade a esto la constatación de procesos de integración ya en marcha: debilitamiento de las fronteras, moneda común y otros. En este contexto, se dice de la película que «este proyecto espera que cada director tratará individualmente la pieza del puzzle que más le atraiga y nos dará una visión artística personal del fenómeno llamado Europa».

Más tarde habrá que ocuparse de la distinción entre «optimistas y escépticos» en relación al proyecto de la Unión Europea, pero la mención a la Idea de Fenómeno, por mucho que pudiera atribuirse a una casualidad o a un repentino acceso filosófico-literario de los presentadores del proyecto, reclama ahora nuestra atención. Y es que, desde el materialismo filosófico, en tanto que incorpora la acepción helénica de la Idea de Fenómeno{2} cabe ver en el proceso de integración de los países europeos un ejemplo privilegiado de fenómeno idiográfico. Pues se trata de un conjunto de hechos que conforman un proceso observable que resalta sobre un fondo ordinario (como pueda ser, en este caso, el «orden internacional» en tanto equilibrio de fuerzas de Estados nacionales, o la Historia de Europa, marcada por guerras que algunos llamarán fraticidas, pidiendo el principio de una unidad en realidad tan sólo deseada, o producida por una «solidaridad» coyuntural contra terceros) y que se da siempre a través de envolturas teóricas, ideológicas, a diferentes espectadores. Las características de anormalidad, oscuridad y borrosidad de todo fenómeno las encontramos también en este caso.

Efectivamente, es inevitable interpretar esta unión desde una determinada atalaya ideológica, muchas veces vinculada a los intereses o situación del propio país en el conjunto de los, desde el pasado mes de Mayo, veinticinco. Esto es así para cualquier ciudadano, pero sobre todo para los sujetos e instituciones implicados activamente en la construcción de la Unión Europea, tanto más cuanto se trata de un proceso infecto para el que se suele pedir «esfuerzo y voluntad».

La colección de cortometrajes reunidos en Visiones de Europa tiene el interés de ofrecernos diferentes interpretaciones (correspondientes a ideologías e intereses grupales e individuales) del fenómeno de la integración de veinticinco países en una Unión Europea. Aunque dadas en muy diferentes planos (no siempre referidos directamente a categorías políticas), tales interpretaciones pueden servir para construir una envoltura adecuada capaz, mediante la destrucción de otras envolturas alternativas, de llegar a la «esencia» del fenómeno. La formulación precedente sería impensable para quien considere la esencia (de un fenómeno) como algo oculto bajo el velo fenoménico, la cosa en sí (el Espíritu de Europa, pongamos por caso), pero no para quien conciba la esencia como algo dado in media res, y desde la que habrá que poder, a su vez, reconstruir los fenómenos de partida. Huelga advertir que la dilucidación de la esencia de la que hablamos no debe considerarse fruto de esta modesta reseña, sino que utiliza una teoría ya disponible, como se verá; no se pretende por tanto neutralidad a la hora de medir las diferentes interpretaciones del fenómeno Europa que transpiran los cortometrajes.

§III. Clasificación de los cortometrajes

A la hora de abordar la temática y los contenidos de los cortos (es decir, no es este el lugar para estudiar técnicas cinematográficas, sin que por ello se quieran separar estos diferentes ejes que intervienen en el arte cinematográfico{3}) la distinción, común a la presentación oficial de la película y a muchos discursos sobre la Unión Europea, entre «optimistas y escépticos», es insuficiente para clasificar las cortos que en Visiones de Europa aparecen, aunque sólo sea porque, y esto sólo lo podemos saber después de haberlos visto (es decir, los criterios de la clasificación no se dan a priori al material a ellos sometido), algunos de ellos no contienen referencias directas al futuro o grado de cohesión posible de la Unión Europea.

Pero en el momento mismo de confeccionar una clasificación más adecuada de los cortos (y el «análisis crítico» de algo, fórmula redundante, no es sino su clasificación) sale al paso la condición de «fenómeno» que reviste el proceso de integración europea, por cuanto se hace imprescindible determinar el fondo sobre el cual ese fenómeno se dibuja (como el fenómeno de la retrogradación de los planetas se dibujaba en el fondo de las estrellas fijas). Como en el caso del fenómeno que se ha dado en llamar «Globalización», menos vinculado a hechos empíricos (Niza, la Constitución Europea o el Euro, no tienen parangón global posible), no faltará quien sostenga que la categoría más propicia para analizarlo es la económica, alegando para ello que el fondo del cual destaca es propio de dicha categoría. Es más, muchos dan por supuesto que el proceso de la integración política y económica de la Unión Europea sólo es inteligible como parte de un todo, y ese todo será la «Globalización». Ahora bien, podemos servirnos de la argumentación de Gustavo Bueno en el libro citado dirigida a vincular las categorías económicas a las políticas mediante el concepto de Economía-política (que incluye una negación de la posibilidad misma del «neoliberalismo», por la falsa conciencia que supone afirmar la debilidad, en el mundo actual, de los Estados). Esto nos hace inclinarnos por la consideración de los Estados actualmente existentes como fondo adecuado para entender el fenómeno de la Unión Europea. Esta elección está apoyada por la propaganda que, especialmente desde Maastrich (en cuanto quería suponer el paso hacia una cooperación «más allá» de la estrictamente económica que establecía la CECA y posteriores tratados de «mercado único»), propugnan los adalides de la Unión y por el hecho mismo de que la película que nos ocupa distribuye su espacio según países, y no según compañías, sociedades anónimas, sindicatos o empresas multinacionales.

Es evidente que lo que se entienda a su vez por política es lo siguiente que habría que determinar para saber sobre qué fondo se dibuja el fenómeno de la Unión Europea. No es este el lugar para adentrarnos en semejante tarea, baste subrayar que los Estados son los términos que consideramos más propios del campo de las categorías políticas, y que sus relaciones (de cooperación, guerra, &c.; desarrolladas en la capa cortical del cuerpo político) son, para nuestro caso internacional, lo más importante. En este sentido, retomo una idea que antes quedó apuntada: las relaciones de los Estados europeos ha sido, hasta los años 50, más bélica que armónica. Sería, desde luego, fenomenal que haya dejado de serlo.

¿Y cómo influye la determinación precedente del fondo en la elección de los criterios pertinentes para clasificar los cortos de Visiones de Europa? Pues supone, por lo pronto, un adelanto, in media res como no podía ser de otro modo, de la esencia o estructura que, nos parece, puede desprenderse tras la confrontación de las diversas interpretaciones del fenómeno de la Unión Europea: se trata del juego establecido entre varios Estados inmersos en una unión política que no les hará, salvo ceguera de toda prudencia política, olvidar sus intereses nacionales, y que, por tanto, podemos tildar de coyuntural, y esto sin necesidad de hacer predicciones proféticas o apocalípticas acerca de su futuro.

Pero una exigencia de la esencia de los fenómenos es su capacidad de volver sobre ellos, e incluso de dar cuenta de las diversas interpretaciones e ideologías a través de las cuales se dan, por lo que, aplicada al caso que nos ocupa, nuestra propia interpretación en clave política de la Unión Europea permite proponer unos criterios de clasificación más potentes que los que dividen las opciones entre «escépticos y optimistas».

Según lo anterior, el primer criterio habrá de ser el de la referencia o no a la esencia política de la Unión Europea. Así, distinguiremos inmediatamente entre cortos que abordan, aunque sea oblicuamente, materiales políticos (tal y como los hemos definido, esto es, con referencia a los Estados) y otros cortos indefinidos respecto de esos mismos materiales (por analogía a algunas izquierdas actuales cuando padecen de indefinición respecto al problema clave del Estado).

Entre estos segundos tenemos que incluir los de temática ecologista, antropológica, religiosa (más precisamente, referidas al cuerpo de las religiones terciarias, especialmente el cristianismo), y humanista. Aunque estas últimas reflejan en la mayoría de los casos problemas de tipo social o económico, se incluyen en el apartado de las políticamente indefinidas por su perspectiva «eticista»: fundamentalmente, caen en este apartado los numerosos cortos que tratan el problema de la inmigración no con referencia a los Estados sino diluyéndolo en la expresión de sufrimientos individuales, anegando el punto de vista político en un punto de vista ético.

Muchos hoy en día conciben la política como el ejercicio público de la ética, y abordan problemas como el mencionado de la inmigración o las guerras entre Estados (Palestina e Israel, Irak y EEUU) desde categorías eticistas que, sin duda, hacen deplorable cualquier cierre de fronteras o ataque armado. Sin embargo, la pérdida de la referencia política hace ininteligible las situaciones reales, y lleva a los analistas eticistas a situar la raíz de los problemas en la maldad, ambición o estupidez de los cargos públicos (Bush por la guerra de Irak: «no más sangre por petróleo», Aznar por la ley de extranjería: «ningún ser humano es ilegal»). Esto, muy útil electoralmente, es en la práctica insostenible, dado que ad hominem, las consecuencias éticas de un abandono de la prudencia política serían desastrosas (las hambrunas que se producirían, por ejemplo, en nuestro país si la apertura total se convirtiera en norma de las políticas de inmigración, lo cual haría tambalearse la actual economía); aparte, por supuesto, de que las normas propias de la moral (grupales) y la política entran muchas veces en contradicciones reales con las de la ética, y no hay ninguna ley superior por la cual los hombres hayan de regirse antes por unas que por otras. Constituye muchas veces un acto de mala fe refugiarse en soflamas eticistas aún a sabiendas de la imprudencia política que supondría llevarlas a cabo; acto que se consuma cuando, tras alcanzar el poder, se abandona el punto de vista ético por uno sometido a otro tipo de normas más convenientes para el grupo de referencia. Como podrá comprobar el lector, la propia elección de los criterios de clasificación responde a tomas dialécticas de posición.

En cuanto a los cortometrajes más centrados en temas estrictamente políticos (según el parámetro ofrecido: el Estado) cabrá aun introducir un criterio apropiado para el caso: si trata de las relaciones de los Estados miembros entre sí o bien con Estados extracomunitarios.

Es más, las diversas interpretaciones del fenómeno Europa (en su sentido político) que constituyen cada uno de los cortos dedicados a las relaciones entre los Estados miembros pueden ser de nuevo divididas en dos grandes grupos, y esto desde la esencia que antes hemos atribuido al fenómeno y que nos parece la más adecuada para dar cuenta del resto de interpretaciones. Es seguramente en este punto donde más evidente se hace la importancia de la ideología (la nuestra, si quiere ser filosófica, tendrá que medirse con otras, es la dialéctica la que convierte a una ideología en filosófica) en el establecimiento de los criterios pertinentes para abordar la película que reseñamos, como muestra de las diferentes visiones de Europa.

Y es que, desde nuestros presupuestos, la unidad política que muchos creen ver en la Unión Europea es utópica. Podría decirse que la Idea de Europa es una idea aureolar{4}, en tanto que para entender los procesos actuales de amistad política, hay quien se sitúa en un futuro más o menos próximo donde reine la armonía entre los Estados europeos, aunque esta armonía se defienda frente a terceros (por ejemplo, frente al «unilateralismo» yanqui). Quien haya asumido el carácter aureolar de la Idea de Europa, verá los déficit de unidad política como destinados a desaparecer, y las luchas en el Parlamento europeo como obstáculos para la deseable compenetración interestatal. Por ejemplo, «Volvemos a Europa» es una fórmula que, consciente de que el proceso de construcción está aun en marcha, pide el principio de una Europa unida y considera deseable la inserción del propio país, en este caso España, en ella. Conviene añadir que ésta idea aureolar de Europa suele ir vinculada a la concepción de la «Europa sublime», que, al estilo de la metodología idealista de la Historia, concibe Europa como continente (en los dos sentidos principales de esta palabra) de los más elevados valores (éticos, morales, políticos e incluso económicos), y le otorga la responsabilidad de defenderlos y preservarlos para la Humanidad{5}.

Frente a esta posición, una filosofía materialista de la historia tenderá a ver en los procesos actuales (más que en su idealización) de cooperación política la continuidad de las respectivas políticas nacionales. Así, considerará el proyecto de la Unión Europea como históricamente defendido por unos Estados antes que por otros, especialmente por los que también están en el principio de la película a cuya recensión se dedica este comentario (Francia y Alemania); pero también, en la época del «telón de acero», por Estados Unidos, pues para él eliminar los conflictos europeos servía como dique de contención del imperialismo soviético. Esto no es óbice para constatar momentos de cooperación, muchas veces en forma de una unión solidaria frente a terceros (Rusia, China, Estados Unidos, Estados africanos...). En este sentido, puede el materialismo filosófico interpretar la «comunidad política» europea como una unidad de «biocenosis», en la que cada organismo (la metáfora no debe inducir a pensar que identificamos otorgamos al Estado una estructura orgánica) necesita de los otros para su supervivencia, pero en un contexto de lucha por la vida, es decir, los necesita como alimento, defensa frente a otros, &c.

La Unión Europea puede ser, en este contexto, una opción prudente para algunos países pero no para otros. Es decir, cabe un materialismo político ejercido (simplificando, Realpolitik) «europeísta» (pero no cegado por el mito de la Europa sublime ni situado en la utópica plataforma de una Europa futura unida) y otro «escéptico». Por su parte, el materialismo filosófico, desarrollado en España, debe tomar partido a favor de plataformas hispánicas antes que europeas por razones desarrolladas en muy diferentes lugares{6}.

Así, la subdivisión prometida será la que medie entre los cortos europeístas, en el sentido de que toman la Idea aureolar de Europa como plataforma para analizar el fenómeno de la integración política de veinticinco países y los cortos realistas, sin perjuicio de que eventualmente pudieran considerar conveniente una colaboración coyuntural con Europa (como puede ser el caso de algunos de los países recientemente incorporados deseosos de beneficiarse de los «fondos de cohesión»). La elección del segundo término viene a subrayar la necesaria toma de posición a la que se compromete quien desee someter a crítica (es decir, clasificar) las diferentes visiones de Europa. De hecho, quien habla de «optimistas y escépticos» no deja de connotar ciertas preferencias y, sobre todo, aplica categorías extrapolíticas (y de escaso valor, incluso en términos psicológicos) a un problema político que no puede quedar reducido por ellas, lo cual es desde luego una toma de posición ideológica, si bien ejercida más que representada.

§IV. Visiones de Europa

Es ahora el momento de servirse de los instrumentos más arriba construidos para operar (analizar y componer) con los materiales de referencia. Es obligado advertir, sin embargo, que la aplicación de los criterios de clasificación a los cortos, aunque no podemos decir que sea «externa», por cuanto se ha intentado que sea la propia esencia del fenómeno de referencia la que nos guíe en su construcción, no podrá hacerse punto por punto (dado que habrá algunas aportaciones no reductibles a uno sólo de los tipos) y está sometida a los errores de interpretación del autor de este comentario.

Efectivamente, aunque la intención de quien hace la película quede superada por el resultado de la obra (en virtud, entre otras cosas, de la distinción entre la perspectiva emic y la perspectiva etic), siempre hay elementos que a mi, en cuanto espectador (aunque haya visto la muestra más de una vez), se me pueden escapar o en cuya interpretación puedo poner en evidencia una total falta de capacidad hermenéutica. La discusión de cada caso particular queda, por tanto, abierta, y los lectores que hayan visto la película bien pueden considerar erróneas algunas de mis asignaciones.

Por otra parte, la naturaleza dialéctica de los criterios de clasificación los hace también susceptibles de desacuerdos, aunque la discusión de estos habrá de mantenerse en un plano diferente a la mera interpretación de lo que los diferentes representantes de cada uno de los veinticinco países nos han puesto delante de los ojos.

Por cierto, quien prefiera conocer los cortos de primera mano tal vez desee detener aquí la lectura y posponerla (si se acuerda luego de la existencia del presente comentario); porque yo no lo diré todo, pero será, para algunos, demasiado.

Visiones de Europa:

A. Políticamente indefinidas:

a. Ecologistas

Anna viva a Marghera (Francesca Comencini, Italia): una joven católica estudiante de química protesta, al son de Race Against the Machine, en su contaminada ciudad próxima a Venecia unida a un grupo heterogéneo al estilo de los antiglobalizadores.

Children loose nothing (Sharunas Bartas, Lituania): bellas imágenes y fotografías se engarzan para narrar el crecimiento de unos niños en un entorno rural. Si la sitúo en este apartado es por que interpreto, de forma muy discutible, que el barco de papel que navega desde la montaña sin llegar a su destino, el ancho río próximo a desembocar, bien puede querer ser símbolo del efímero destino de las construcciones humanas (incluida la Unión Europea, claro) en la «inmensidad del tiempo y el cosmos».

b. Antropológicas

The isle (Kenneth Scicluna, Malta): el tradicionalismo de una islita maltesa acaba con la vida de un joven extranjero empeñado en acercar la realidad exterior a una de sus habitantes. Al parecer la adición de Malta al proyecto se hizo in extremis, por la falta de producción en el país.

Bico (Aki Kaurismäki, Finlandia): dedicada a repasar la historia de una despoblada aldea de montaña al norte de Portugal. Sí, la película finlandesa trata de un pueblecito portugués...

Zelfportret (Stijn Coninx, Bélgica): (¿auto?)retrato de dos jóvenes con peculiares gustos e inquietudes. Declaraciones del director señalan al amor como única salida a los laberintos en los que se ven atrapados. «Los coches son como las personas, multicultural», es una frase que debería ser conservada en los anales de la historia del capitalismo.

I'll be fine (Laila Pakalnina, Letonia): varios grupos de personas se sitúan ante la cámara, en diferentes países y paisajes, unos segundos. El director aclara (en la página web antes citada) lo que se pretende demostrar: «no debemos tenernos miedo, somos seres humanos». Desde luego estas declaraciones hacen a la obra afín a las que comparten un punto de vista eticista y humanista, pero el resultado no nos parece que de para tanto.

c. Religiosas

Crossroad (Malgorzata Szumowska, Polonia): se centra en un barroco y severo Cristo crucificado en un simbólico cruce de caminos que, con el paso de los tiempos, es sustituido por uno de plástico, sonriente y colorido (la mención al mercado pletórico de bienes justificaría situarla entre las películas de tema socio-económico).

The Miracle (Martín Sulik, Eslovaquia):narra la historia de una niña que dice haber sido sin pecado concebida, la incredulidad del párroco (ateo, aunque, abundando en la ambigüedad del corto, cuando es preguntado por los padres si conviene practicar el aborto responde: «No. Por si acaso») es contestada por un milagro: un vaso en el que ha bebido la niña se eleva sobre la mesa. Tenemos un ejemplo de «milagro cinematográfico»{7} representado en las pantallas y, si en el juicio estético de una película religiosa no puede sino tenerse en cuenta su «verdad», ya tiene el lector elementos para él mismo.

d. Humanistas

Cold wa(te)r (Teresa Villaverde, Portugal): imágenes rodadas in situ de un desembarco accidentado de inmigrantes venidos en patera del Este y la detención por la policía de los supervivientes.

Invisible state (Aisling Walsh, Irlanda): Gerard Mannix Flyn, escritor irlandés, declama uno de sus textos acerca de un estado (sic) nómada cuyos habitantes, los inmigrantes, vagan por el mundo encontrando barreras. Europa es una de ellas: «están viniendo pero no serán bienvenidos, los únicos contentos de verlos serán sus traficantes (...) Dios dice: «si», la UE dice: «no» (...) contra su voluntad y la de Dios se les obligará a despegar (...) los medios los llamarán inmigrantes, pero yo los conozco como mis amigos, mis compañeros: seres humanos».

Paris by night (Tony Gatlif, Francia): el sello que representa a la Francia de la libertad, igualdad y fraternidad cierra un cortometraje acerca de las tribulaciones de unos inmigrantes que logran ilegalmente y tras inenarrables sufrimientos establecerse en Paris.

Mars (Barbara Albert, Austria): un interrogatorio a un inmigrante nos pone ante recuerdos traumáticos infantiles de la encargada de tomar acta de él. Una paloma une finalmente las miradas de la secretaria y el interrogado.

The language school (Andy Bausch, Luxemburgo): prostitutas inmigrantes lituanas aprenden los rudimentos del idioma básicos para atender a sus clientes del Parlamento Europeo.

Prologue (Béla Tarr, Hungría); un travelling de la cámara a lo largo de una cola de mendigos esperando su turno para recibir una bolsas de comida de una amable muchacha se completa con los créditos en los que aparecen los nombres de todos ellos. No se trata en este caso de inmigrantes, y la verdad es que no tenemos elementos suficientes como para situar el punto de vista del director (que cuenta en su producción con un film de 435 minutos sobre la caída del comunismo: Satan's Tango) junto con las perspectivas sin duda eticistas que comparten el resto de cortometrajes situados en este apartado. Guiándonos por la obra misma, nos parece que la inclusión de los nombres de todos ellos nos desplaza al plano individual propio de la ética.

Euroquiz (Theo Van Gogh, Holanda): se supone un primer programa televisivo (Euroquiz) emitido en una futura cadena comunitaria, tiene el formato de un concurso y la primera invitada estropea la función al poner en escena (ob-scenamente, claro) un pasado inaceptable para el moderno público europeo: incluyendo la muerte de un hijo por negligencia y recuerdos de unas románticas vacaciones con su ex-marido de visita a los campos de concentración. Para colmo, no conoce la respuesta a la pregunta del concurso: «¿cuál es la capital de Albania?» El corto corrosivo del director asesinado puede entenderse como una simple gamberrada, pero desde luego remueve los cimientos de la visión de la ciudadanía necesaria a las democracias de mercado. La mención a Auswitch tal vez justificaría situarla entre las políticamente definidas, por recordarnos la faz de Europa que hoy se tiende a ocultar.

B. Políticamente definidas:

a. Relaciones extracomunitarias

My house on tape (Cristis Georgiou, Chipre): Turquía permite a los chipriotas cruzar la Línea Verde impuesta en 1974 para visitar sus antiguas casas. La prensa asegura la reconciliación mientras los chipriotas se duelen al ver su antigua parroquia convertida en mezquita. Rencor y ganas de olvidar son tratamientos psicologistas del problema que bien permitirían situar el corto en la categoría previa.

Europa (Damjan Kozole, Eslovenia): sólo un río separa dos de las repúblicas exyugoslavas, nuevas fronteras surgen en el armónico proceso de la «integración». De orilla a orilla varios trabajadores intercambian lacónicas palabras: Eslovenia entra en la UE y Croacia no, aunque sí participa en el campeonato europeo de fútbol. Más allá de la enseñanza de que «nunca llueve a gusto de todos», el interés de este corto es la crudeza con la que muestra la condición que hace de Europa una comunidad: la lucha. No se pararán en barras sus principales socios a la hora de organizar el desmantelamiento de un país. Precisamente, como ejemplo de la biocenosis europea, leemos en la página 406 de España frente a Europa:

«La Europa del eurodólar necesitó, por ejemplo, una vez derrumbada la Unión Soviética, desmembrar la República Yugoslava, que podía llegar a representar en el Viejo Mundo el papel que Cuba representaba en el Nuevo.»

b. Relaciones entre Estados miembros

I. Europeístas (Europa como Idea aureolar)

Room for all (Constantine Giannaris, Grecia): entrevistas a varios inmigrantes en Grecia quieren ser espejo de diferentes visiones de Europa, cuando en realidad los argumentos que recogen sobre ella son de dos tipos: favorables (por la posibilidad de contacto multicultural que supone, como si todos los ciudadanos pudieran ser erasmus) o contrarias (por las barreras que mantienen para con los extracomunitarios). Perfectamente podríamos situar este corto junto con los de Portugal o Irlanda, sin embargo, ya el título deja ver que Europa se considera sede de valores como el de la tolerancia que la hacen ideal para el mundo que muchos creen ver en el futuro, un mundo marcado por el «multiculturalismo», sea eso lo que sea.

Die Alten Bösen Lieder (Fatih Akin, Alemania): evil old songs es una obra del compositor Robert Schumann basado en un poema de Heine de 1840; el conocido director de origen turco la utiliza para mostrarnos algunas otras canciones que «deberían ser eliminadas de la mente de europa» (web oficial): las que llaman al pueblo alemán a «terminar con la miseria de Europa». El corto es sumamente revelador de la conciencia que hay en Alemania de su paternidad del proyecto europeo; el director nos muestra lo que él cree la caducidad de aquel proyecto (blanco y negro, teatro neoclásico vacío en el que la cantante recrea un ambiente gótico y las letras del tema principal recuerdan la mitología wagneriana; color sólo para un momento en que la cantante se convierte en bailarina turca: la Europa del futuro es tan distinta que terminará por acoger a Turquía en su seno), pero eso no es más que otra fase del triunfo de la Idea aureolar de Europa: hacernos olvidar que el holocausto es la máxima expresión de la Europa protestante, de la Europa sublime. De nuevo, remito al artículo de Leoncio González.

Nuestros niños (Miguel Hermoso, España): panfleto patrocinado por la Junta de Andalucía que muestra un colegio en Mijas («Málaga, Europa») repleto de hijos de turistas nórdicos amantes de las costas sureñas como ejemplo del «European Team» llamado a entenderse en los más diversos idiomas. «Good luck», les desea en inglés con unas letras de colores que cierran el corto y marcan el fin de la película. Suponemos que su derroche de corrección política la hizo merecedora de semejante honor.

II. Realistas

Euroflot (Arvo Iho, Estonia): un aeropuerto y sus ventanillas, tras las que sonrientes burócratas se atrincheran, transformaran el sencillo viaje a Bruselas de una ciudadana en una pesadilla: cacheo por parte de la policía estadounidense y deportación a Siberia incluidas. ¿Se simbolizan los avatares históricos de un país sometido a potencias superiores o simplemente se quieren enfatizar, exagerándolos, los obstáculos reales que los propios estados miembros y las dos grandes potencias circundantes suponen para los proyectos de integración armónica?

Unisono (Sasa Gedeon, República Checa): sientan juntos a los representantes de diferentes países de la Unión europea en la República checa con la intención de que entonen al unísono el himno de aquel país. Lo cierto es que lo consiguen, y aunque el resultado musical (de des-concierto) es tan pobre que merece que el corto se sitúe en la sección de los realistas, es posible también la interpretación que de él ofrecía la propaganda del «programa» editado por el Diario de Sevilla: «interesante y divertida muestra de lo que es caminar juntos, aportando nuestras peculiaridades, para hacer realidad un proyecto común».

The yellow tag (Jan Troell, Suecia): el divertido corto narra a ritmo trepidante y echando mano de collages, de la Novena Sinfonía, de la corona de estrellas y de burócratas sin rostro, la ejecución ordenada por el Consejo de Agricultura de la UE de unas reses no identificadas con la etiqueta amarilla de la Unión Europea. Bien podría pensarse que es esta un película de carácter ecologista, afín a grupos de liberación a animal; sin embargo toca de lleno el problema de las imposiciones a las producciones e industrias de los Estados miembros por parte de consejos supranacionales. Conocidos son los recortes que en diferentes sectores se ha visto obligada a hacer la economía española, a cambio del impulso de los fondos estructurales. Todo país debe plantearse sí sus concesiones reciben suficiente recompensa, y esto no sólo en el medio plazo, sino en el medio y largo, lo que requiere poner sobre el tapete proyectos políticos adecuados a la propia trayectoria histórica.

Europe (Christoffer Boe, Dinamarca): en una pizarra una niña cuya cara no vemos escribe: «Europa no existe», y abajo, «Europa es todo». La disyuntiva queda en el cortometraje resuelta inmediatamente, un alto cargo justo antes de entrar en antena intenta pronunciar: «visions of ...yuuup...No puedo, esa palabra no me dice nada». Una bella y siniestra acompañante que bebe sangre intenta que el hombre recupere la palabra. Más tarde, él se explica: «ya no sueño con «Europa» (pausa) no se puede hablar de Europa sin encender un cigarrillo ¿verdad? Si, podría contarles cosas horribles sobre mi vieja amiga Europa, pero este no es el momento (...) no sé dónde está, de repente, desapareció». La niña se gira, se acerca a la cámara y nos dice: «Europa».

The european shower bath (Peter Greenway, Reino Unido): una sencilla metáfora con una fuerza inesperada nos muestra una ducha, bajo ella lava sus inmundicias un hombre de mediana edad, esbelto y un tanto obeso, con la bandera alemana pintada en el cuerpo. Se acerca una menuda mujer con la bandera francesa y ambos se restriegan con placer egoísta. Pronto se suman los otros cuatro primeros países miembros representados por actores con aquellas características físicas que el director cree conveniente asignarles; sus relaciones simbolizan también las que en la historia reciente de Europa han sido: acercamientos, flirteos, celos, rascadas mutuas de espalda, desaires, &c.. El resto de países van entrando en escena en su orden histórico de entrada en la Comunidad Europea y se acentúan las rivalidades por acercarse a la fuente de tanta felicidad. Cuando los diez nuevos países miembros se acercan, optimistas y pacientes, no ven ya un hueco por el que sumarse a la fiesta. Pero, sin darles tiempo a enfadarse, la fuente se corta, se cierra el grifo y todos miran hacia la ducha sorprendidos e incómodos. La cámara graba el desagüe, por él se va en remolinos el agua sucia por la mezcla de tantos colores. ¿qué más se puede decir?

Conclusiones

Una vez criticadas las diversas visiones del fenómeno, defendida que la esencia del mismo es la de una biocenosis, y reinterpretado desde ella el propio fenómeno y sus interpretaciones ideológicas, corresponde ya al lector la evaluación de la corrección de las interpretaciones anteriores de los cortos, así como de la pertinencia o no de la clasificación propuesta.

También quedan en su mano las consideraciones ulteriores una vez agrupados los cortos, como puedan ser las siguientes:

No creo que quepa establecer afinidades por cercanía geográfica, económica, ni por orden de entrada en la UE. Sin embargo sí se podría, en casos particulares, tratar de dilucidar sí el representante del país en cuestión ha sido o no convenientemente elegido, es decir, si realmente representa la posición de su país en este juego. Esto incluiría, desde luego, un estudio del papanatismo europeísta (en la fórmula que Unamuno dedicó a Ortega) emanado del corto producido por España, sin igual en toda la película.

Podrían subrayarse las ausencias: sólo se tratan en Euroflot las relaciones con los EEUU, y esto oblicuamente; tampoco con Oriente o Hispanoamérica; al Islam sólo hay una referencia en el corto chipriota (aunque la importancia de la inmigración, aparte del asesinato de uno de los directores, le dan el protagonismo que merece en unos cortos acerca de la Unión Europea); &c.

Cabe estudiar los mecanismos que hacen que la mayoría de los cortos no traten problemas en clave política en una película de tema y contexto político. A esto hay que sumar que he sido generoso con el calificativo de definición política, sin duda excesivo para cortos que sólo en segundo grado pueden entenderse como referidos a esta categoría ¿Se debe a la naturaleza común del gremio de los «intelectuales y artistas», si es que éste existe a nivel internacional? ¿es la tendencia general en nuestras democracias de mercado, tendentes a la psicologización de los más diversos problemas?

En suscitar estas y otras cuestiones, en vísperas al referéndum de una Constitución que pretende gobernar esa comunidad polémica que llaman Europa, está el mayor interés de esta película, colección de visiones.

Notas

{1} Página oficial de la película: Visions of Europe, www.visionsofeurope.dk

{2} capaz de envolver a la acepción alemana propia del idealismo filosófico, en tanto que esta borra la distinción entre el fenómeno y el fondo, excepto que se considere el noúmeno, no perceptible, como fondo (es decir, no contempla la connotación de excepcionalidad que arrastra en su uso ordinario en español), y lo hace depender del sujeto individual, recalcando más su condición formal de percepción que la materia a la que hace referencia. Ver Gustavo Bueno, La Vuelta a la Caverna (Terrorismo, Guerra y Globalización), Ediciones B, Barcelona 2004, pags. 167-186.

{3} Una discusión imprescindible sobre este particular la encontramos en los Foros de Nódulo: http://www.nodulo.trujaman.org/viewtopic.php?t=25

{4} Op. cit., pag. 257 y sigs.

{5} Gustavo Bueno, España frente a Europa, Alba Editorial, Barcelona 1999, pags. 391 y sigs.

{6} El último, un artículo muy útil para entender esto de Europa, en tanto proyecto alemán: Leoncio González Hevia, «El Régimen nazi y su germanismo protestante», El Catoblepas, nº 33, noviembre 2004, pag 20.

{7} Gustavo Bueno, «¿Qué significa cine religioso?», El Basilisco, Segunda Época, nº 15, Oviedo 1993, pags. 15-28.

 

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