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El Catoblepas, número 35, enero 2005
  El Catoblepasnúmero 35 • enero 2005 • página 17
Artículos

De algunos mitos y tabúes
en el nuevo orden mundial

Eliseo Rabadán Fernández

Texto basado en una conferencia impartida por el autor en la
Universidad Veracruzana (Xalapa, México) en el año 2000

El mito y el tabú en la por algunos llamada Era de la Información no resultan hechos esencialmente novedosos, ya que en tiempos de la Grecia del siglo V sucedía que el mito y el tabú eran modos de control del pensamiento. Mitos como Ideas que se nos presentan como si fueran verdades absolutas e inamovibles. Tabúes que bajo ningún concepto deben ser transgredidos. El mito de la sociedad civil en la democracia limitada, donde las plutocracias locales y globales pagan bien a sus fieles servidores. El mito de la libertad en un mundo de control social que tiene en los comunicólogos, periodistas de prensa, radio, televisión a sus fieles guardianes.

El mito de un mercado que puede ser social, en medio de las leyes de instituciones que no rinden cuentas a los ciudadanos supuestamente libres de democracias neoliberales.

El mito de un Estado de Derecho, en el que supuestamente los poderes judicial y ejecutivo son independientes, cuando lo que resulta obvio en muchos casos es que el poder judicial depende estructural y funcionalmente del poder ejecutivo.

El tabú, la prohibición violenta o disimulada, de denunciar el estado de cosas que tiene a la sociedad de masas llena de temor, cuando no de terror.

Estos son los temas que quiero poner a la consideración de quienes hoy nos acompañan.

Mitos del nuevo orden mundial

1. Pensamiento débil

El italiano Vattimo hacía de líder en 1985 de un movimiento en el que se presentaba como algo que estaría en la línea de hacer época, más que de hacer escuela. Las polémicas sobre el Historicismo, tanto de Heidegger como de Popper y Lévi-Strauss, convirtieron a los posmodernos en los defensores de la proclama de la llegada de un historicismo relativista.

Vattimo niega que haya una dialéctica en la Historia, sino una mera decantación, una especie de desarrollo de lo que sería meramente lo histórico-destinal.

Vattimo plantea que el primado de la razón en esta época no lo aporta la ciencia sino la técnica. Una técnica bajo su forma de informática. Esta penetración de la informática abre la brecha entre sociedades del Primer y del Tercer Mundo. Además la informática demarca lo moderno de lo posmoderno.

Según Vattimo la función de la técnica estriba en ayudar a la disolución del pensamiento metafísico. Se refiere a lo metafísico como lo que ha producido las secuelas de violencia política y de imperialismo cultural. Resulta curioso, desde luego, constatar que el señor Vattimo, profeta del posmodernismo, identifique la metafísica con la represión sobrante de Marcuse.

Lo que no tiene en cuenta el discurso posmoderno es el hecho de que los supuestos de las sociedades tecnológicas actuales contienen un germen de enorme fragilidad: fragilidad económico-ecológica. Además de los límites económico-marginales que frenan la expansión homogénea de la revolución tecnológica. Tampoco analiza Vattimo la persistencia de un medio humano pre informático y hasta pre industrial. No sólo en cuanto a lo que Toynbee definía como proletariado externo sino al propio proletariado del Primer Mundo. Esta situación ignorada por Vattimo ya la señalaba Spengler cuando advertía de un surgimiento de una religiosidad segunda, que se orientaba a llenar un vacío y anomia social crecientes. Para esta labor está, precisamente, el poderoso sistema de control del pensamiento que generan los llamados medios de comunicación de masas.

El mito de que sólo el pensar al modo de Heidegger es válido, hay que denunciarlo. En términos de Vattimo pensar no es ni el medir de la ciencia ni el organizar de la técnica, o en términos de Heidegger, el pensar es más bien...la duplicidad de ser y ente lo que propiamente da que pensar. Lo que se da de esta manera es el don de lo más problemático. Así, nos advierte Vattimo, siguiendo fielmente a su maestro: la ciencia no piensa. Lo que no debe hacer pues, el intelectual, es pensar en el sentido de que debe resolver el hiato entre el ser de las cosas y el ente, entre la conciencia y el mundo, en pocas palabras, resolver las contradicciones entre teoría y práctica. Esto, para Heidegger y Vattimo, no es pensar.

2. El Mercado

Más mercado, menos Estado. Una consigna que todos los políticos parecen tener asumida como un auténtico dogma.

En 1997 Noam Chomsky trataba de hacer un estudio crítico de conceptos clave para el Nuevo Orden Mundial como el de Democracia de Mercado. A pesar de los intentos de establecer barreras a quienes buscan denunciar los mitos del presente, encontramos en la revista Z Magazine su conferencia en la University of Cape Town de mayo del 97. Lo que sucede en la realidad es que la democracia está siendo atacada en todos los países. Al menos en cuanto a que democracia significa que los ciudadanos tienen oportunidades para controlar sus asuntos colectivos e individuales. Lo mismo sucede respecto de los mercados. Ahora bien, el asalto a la democracia y al mercado son complementarios y no casuales. Esta situación deriva de un poder de las empresas transnacionales que implica entidades corporativas sistémicas, que son estructuralmente totalitarias, cada vez más interrelacionadas, ampliamente opacas al público y ligadas a los Estados más poderosos.

El mito consiste en hacer ver a la opinión pública en todos los países, a través de medios de comunicación, de actividades culturales de ayuda, por medio de fundaciones, ONGs, &c., que el mercado y sus gestores, es decir, las grandes compañías transnacionales, son quienes proveerán el necesario soporte material para una sociedad en la que las oportunidades para todos permitan la libertad democrática en la línea de los intelectuales al estilo de Rawls y sus miles de acólitos extendidos por los Institutos de Investigación y los ahora llamados Think Tanks (en inglés también cuando se habla español)a lo ancho y largo de la llamada por Mc Luhan Aldea Global. La esencia del control democrático radica en la propaganda, a través de una ingeniería del consenso, que es manejada como la esencia del proceso democrático.

La prensa trata de minimizar el rechazo de la sociedad respecto de las medidas de ajustes estructurales que no son otra cosa que reducción de las oportunidades educativas, sanitarias, de vivienda, que soportan en condiciones cada vez más salvajes millones de ciudadanos de las democracias en proceso de transición, supuestamente hacia el nuevo modelo en que el mercado se hará cargo de repartir a cada quien según sus necesidades y de cada cual según su trabajo. Los viejos dichos de John Locke son mera pantomima retórica cuando observamos las brutales diferencias en salarios y el cada vez más desigual reparto de la riqueza nacional. El caso de México, cuyos salarios implican que a una compañía transnacional le supone que un obrero u obrera sin derechos sindicales prácticamente, gana diez veces menos que el obrero de Estados Unidos. El caso de las mujeres que son sometidas a presiones empresariales dignas de tiempos de la esclavitud, resulta ser un tabú más. El rechazo a la implantación de una sociedad regida por intereses y políticas al servicio de la plutocracia mundial de las empresas como Siemens, Volkswagen, Ford, Westinghouse y sus bancos e instituciones, empieza a resultar difícil de mantener, y la creciente represión dentro de un modelo policial que se internacionaliza al igual que el capital especulativo sin dar o rendir cuentas a los ciudadanos, no es fácilmente sostenible y hay que recurrir a la creciente represión y estado de terror, al estilo de lo que Georges Orwell describiera en su libro tabú 1984.

Los ataques de Reagan y Thatcher a los logros obreros han sido adaptados a los tiempos de tal modo que ahora ya se habla en pertinaz cacareo de Tercera Vía, en la que vemos al presidente español de la mano del laborista inglés auxiliados, ¡cómo no! por el intelectual de moda Anthonny Giddens.

El llamado Informe Petras sobre el periodo socialista de la democracia española, que abarca desde 1982 hasta 1994, es silenciado por el Poder del Estado y sus mecanismos de propaganda. Hay investigadores tabú porque hay temas tabú, como iremos viendo. Hay la contraparte: autores e investigadores estrella porque hay temas estrella que deben ser predicados a la masa controlada. También para ello resulta útil el mito de la Cultura. México se llena de casas de Cultura, lo mismo que lo hizo el periodo felipista español, ahora lo hace el proceso de democratización mexicano. La Cultura salva, como antes del romanticismo e idealismo alemán del siglo pasado la Gracia salvaba. Quien no admite la Cultura que el Estado y el Mercado, armoniosamente complementados en la nueva vía a la libertad, graciosamente nos administran, es considerado enemigo social, sujeto sospechoso.

3. El mito de la moralidad y acción comunicativa

Hablar de ética del discurso como un medio de lograr la democracia, que enfrente a los sistemas que auto producen sus normas de acción social, resulta conmovedor. ¿Por qué resulta conmovedor? Porque nos damos cuenta de que realmente Ignacio Ramonet está en lo cierto cuando nos explica que los medios de comunicación, en su papel de informar, sea en televisión, prensa escrita o radio, lo que tratan de hacer es que la información se transmita de la manera más sencilla posible, lo más rápido posible y de la manera más amena posible. Se dirige más a la emoción que a la razón, más al sentimiento que a la inteligencia.

Si, según Apel, en postura compartida por el también alemán Habermas, es preciso que haya una ética especial para el discurso social y político, para que la democracia no sea víctima de los intereses de corporaciones cuyos sistemas imponen a los grupos o sistemas menos fuertes normas que a fin de cuentas lo que hacen es socavar la libertad tanto individual como social. Ahora bien, si el discurso argumentativo es entendido al modo de Apel y Habermas como medio imprescindible para la fundamentación de normas consensuables de la moral y el derecho, podemos preguntar: ¿por qué razones no puedo entregar a la prensa o a la televisión mis razones acerca de los límites del mercado respecto a su capacidad de garantizar una adecuada cobertura de mis necesidades educativas, sanitarias y económicas, que me permitan mayor libertad, real, no ficticia? Es obvio que los medios no me permiten acceder a ellos como parte de esa supuesta comunidad de comunicación, que al menos reconocen como ideal. ¡Claro que es ideal! Entonces, ¿qué sentido tiene pensar que ello es un camino para lograr un consenso en el que todos participan? Más bien creo que el poder es libertad, y si no se tiene el poder de informar y discutir las decisiones que nos afectan, no existe tal ética del discurso, a no ser que se admita que la ética del discurso es en sí misma perversa.

Pretender que la democracia se consolidará por medio del simple recurso al Kant venerado por liberales de aquí y allá al estilo de los que podemos definir como los éticos de guardia del PSOE o del PRI o de cualquier partido en el Poder, es una impostura intelectual que hay que desmitificar aun a costa de ser acusados o condenados por romper o tratar de denunciar los tabúes del pensamiento políticamente correcto y los intelectuales reconocidos como válidos por su acoplamiento a la corriente principal. Pretender que la ONU sigue siendo garante de la paz perpetua después de los bombardeos de Panamá, Yugoslavia o Irak, sin más argumento que la defensa de los sacrosantos valores de Occidente, a saber, según el Ministerio de la Verdad mediático: la democracia y la libertad resulta hoy día, en especial desde Latinoamérica y los sectores pobres de Europa y Estados Unidos o Canadá, un mero eufemismo bastante trágico.

4. La sociedad civil como concepto metafísico y mitológico en Latinoamérica

Olvera afirma que el concepto de sociedad civil sólo puede utilizarse creativamente en el contexto de una teoría posmarxista de la democratización.

Su tesis aporta entonces como conceptos clave el de auto limitación y el de autonomía. Ambos son, según plantea Olvera, principios normativos, lo cual supone aceptar que el estado, el Mercado y lo social implican, desde esos principios normativos que surgirán de la autonomía y autolimitación, la inevitabilidad de las estructuras sistémicas. Es decir de la inevitabilidad de que Estado y Mercado jueguen un papel central en el proceso de democratización. Sólo quisiera recordar que hasta el mismo Habermas en su libro Facticidad y validez advierte de la enorme dificultad de armonizar los criterios de legitimación y validez social y política de normas generadas autopoiéticamente es decir, en el seno de las propias corporaciones, partidos, empresas, &c., sin tener en cuenta los lenguajes normativos de sectores sociales que quedarían fuera de esos sistemas autopoiéticos.

De cualquier manera, hay otros fenómenos que deben ser tomados en consideración, según advierte Olvera, a saber:

  1. creación y estabilización de la esfera pública
  2. surgimiento y desarrollo de una red de asociaciones civiles
  3. aparición y permanencia de diversos movimientos sociales
  4. la lenta construcción de una nueva red de relaciones no clientelares y no verticales entre actores sociales, actores e instituciones políticas y prácticas del mercado.

El problema surge al bajar del cielo a la tierra, en el sentido que lo reclamaba Marx en La Ideología Alemana a los neohegelianos. ¡Cómo vamos a estabilizar la esfera pública desde Televisa o Televisión Azteca o el Diario de Xalapa, que están precisa y evidentemente al servicio de sistemas mercantiles y políticos de control de intereses muy particulares!

¿La red de asociaciones civiles incluye o excluye a los simpatizantes de las propuestas del EZLN?

¿O incluye más bien la red a simpatizantes del Club de Industriales de la Colonia Vallejo en tanto socios colaboradores del FMI?

Movimientos sociales como el Consejo General de Huelga en la UNAM o cualquier otra institución pública mexicana que busque mantener esas oportunidades de que habla Rawls pero en el terreno de lo real y no sólo a un nivel virtual, ¿han de ser considerados parte legítima de la red o simples terroristas?

Resulta sin duda conmovedor escuchar propuestas que admirando servilmente a un pensador alemán, un auténtico renegado de la Escuela de Frankfurt, Jürgen Habermas, nos planteen, desde la academia, la tesis de que sólo una teoría social que es capaz de diferenciar la integración sistémica propia del Estado y del Mercado, de la esfera de la integración social, propiciada por la comunicación entre los seres humanos, puede justificar el principio de la autonomía de lo social. Nos recuerdan que Habermas exige, desde su teoría de la acción comunicativa, la exigencia del consenso como fundamento de la interacción social. Empresas alemanas, deslindadas de lo social, actúan sistémicamente a pesar del idealismo heredado por Habermas y sus seguidores latinoamericanos de todavía teólogo Kant. Volkswagen, y desde luego no menos Ford en España país absorbido benévolamente por la OTAN y por la Unión Europea dirigida por los sabios economistas alemanes, han establecido su norma comunicando a los trabajadores que exigían mejoras en su nivel de vida acordes a las necesidades mínimas de un trabajador que quiere tener oportunidades al estilo rawlsiano de la democracia de mercado, y sólo recibieron amenazas de cierre patronal de persistir en sus demandas. El ejército mundial global de desempleados y lumpen abre perspectivas placenteras a los sistémicos gestores del Mercado Global.

Habermas hace referencia a los postulados de Cohen y Arato, quienes en su libro Civil Society and Political Theory, suponemos, para avalar su propia teoría de la acción comunicativa. Pero resulta cuando menos curioso, por no decir, muy inquietante, en el sentido de que hace temer una creciente implementación de controles desde el Estado, sobre los medios de comunicación. Se plantea en países como México, no sólo en Alemania o la Unión Europea, la necesidad de generar un modelo de lo que algunos teóricos del Derecho en la Comunicación(en México tenemos al profesor de la Universidad Iberoamericana, Ernesto Villanueva, que recientemente impartía un diplomado en la universidad de Xalapa sobre Derecho en los Medios de Comunicación )definen como parte de la democracia. En pocas palabras, hay que pasar unos filtros para que los mensajes, los procesos de comunicación aportados desde los diferentes actores sociales, lleguen a la llamada opinión pública. Esto lo muestra Habermas con la más serena seguridad teórica, desde su por algunos tan admirada Teoría de la Acción Comunicativa. Cita Habermas, precisamente, a Gurvitch y Blumer para mostrar que las tareas que los medios de comunicación de masas habrían de cumplir en los sistemas políticos estructurados en términos de Estado de Derecho, consisten en lo siguiente:

  1. vigilancia sobre el entorno sociopolítico, informando sobre desarrollos que probablemente repercutirán, positiva o negativamente, en el bienestar de los ciudadanos
  2. una buena configuración del orden del día, identificando los asuntos claves de cada día, incluyendo las fuerzas que les han dado forma y que tienen capacidad para resolverlos
  3. plataformas para una defensas inteligible e iluminadora de las cuestiones que fuere por parte de los políticos o por parte de los portavoces de grupos de interés
  4. diálogo a todo lo ancho de un espectro de puntos de vista, así como entre las personas que ocupan posiciones de poder(en la actualidad o retrospectivamente)y el público de a pie
  5. mecanismos para hacer de quienes ocupan o han ocupado cargos públicos den cuenta de cómo han ejercido su poder
  6. incentivos que empujen a los ciudadanos a aprender, a escoger, a implicarse y no limitarse simplemente a seguir y a mironear [sic] el proceso político
  7. una resistencia de principio contra los intentos por parte de fuerzas externas a los medios de subvertir la independencia, integridad y capacidad de éstos para servir a su público
  8. un sentido de respeto por cada miembro del público, en tanto que potencialmente concernido y capaz de buscar y dar un sentido a lo que ve en su entorno político.

Bien, estos supuestos objetivos de los medios de comunicación, cuando menos en México, resultan ser auténticas quimeras. Estro lo muestran varios autores que cito a continuación: James Petras, Noam Chomsky, Lorena Yarza, Eduardo Sandoval, Edel Cadena, Javier Esteniou.

Tabúes del nuevo orden mundial

Hablar de limitaciones, carencias y peligros para el bienestar mínimo necesario para la vida de millones de ciudadanos de los países pobres, a lo largo de un planeta globalizado resulta tabú, pero se escuchan crecientes voces de denuncia, a ellas nos queremos referir a continuación.

1. Mercado

Voy a hacer referencia a un libro que seguramente resulta conocido para todos los presentes. Se trata de Globalización: crítica aun paradigma, coordinado por el investigador de la facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, John Saxe-Fernández.

Los costarricenses Eduardo Saxe y Christiann Brugger denuncian el papel de las Organizaciones no Gubernamentales y de las Organizaciones Intergubernamentales, además de las llamadas Fundaciones, como elemento distorsionante en los países de América Latina, en la misma línea de denuncia se debe considerar al sociólogo norteamericano James Petras. Los citados costarricenses nos advierten cómo el globalismo cosmopolita es entendido como universalismo moral. Este concepto puede resultar equiparable a la concepción de los filósofos estoicos de la época imperial romana, que después habría de ser asumido por el cristianismo en el modelo de lo que podemos definir como agustinismo político. Ciudadanos de una cosmópolis, en la que el Estado Imperial habría de regir el orden mundial entonces conocido. Ahora el orden mundial es el que abarcan las empresas transnacionales. Y el ex Secretario de Estado de los Estados Unidos, señor Henry Kissinger, así lo expone en su libro de reciente publicación La diplomacia, el cual desarrolla de un modo más erudito, pero no menos agresivo, los argumentos de Francis Fukuyama respecto del llamado fin de la Historia, en la línea de Hegel y la filosofía política alemana que luego daría lugar, como advirtiera muy acertadamente Herbert Marcuse en su libro Razón y Revolución. Como explican Eduardo Saxe y su colaborador, se análoga la vida política y social de las personas con las características y movimientos de las mercancías. En el nivel de la sociedad civil –explican– se tienden a desarrollar procesos crecientes de violencia psicosocial...las políticas inherentes al globalismo democrático neoliberal potencian la corrupción y la criminalidad en todos los ámbitos de la vida, así como el nihilismo materialista craso que los cobija.

Se promueve desde el modelo neoliberal la desmembración de la propia social civil entendida en términos de sociedad política, como el mismísimo John Locke, padre del liberalismo político proponía. Pero la desvirtuación y deformación de los principios del liberalismo en la época actual, como denuncia también Noam Chomsky resulta tan obvia que no es difícil constatar que lo que dicen estos autores costarricenses resulta una verdad contundente: Las lealtades de los individuos o los grupos se trasladan da la empresa o a la iglesia o a proyectos políticos de género, de subgrupo social, de unidad étnica, militar, institucional, ideológica, religiosa. Fragmentación individual, social y política.

Acerca de los procesos de aplicación de políticas neoliberales en América Latina resulta esclarecedor el trabajo de James Petras y Morris Morley, en el que se recuerda que la tercera oleada del ciclo político neoliberal ha supuesto la profundización cada vez mayor de la explotación por el libre mercado y el creciente riesgo de cataclismos sociales organizados. El giro hacia una versión más militarizada del enfoque neoliberal durante la segunda oleada de regímenes se ha vuelto más marcado con el advenimiento de los presidentes de la tercera oleada. Caldera en Venezuela, la policía brasileña contra los campesinos sin tierra en el régimen del presidente Cardoso. Zedillo en Chiapas. La cuestión es que «las definiciones políticas de los movimientos sociales están tomando forma sin mirar a los oráculos externos y comprenden –según Petras y Moreley– debates de búsqueda y la exploración de nuevos terrenos de discusión».

En el diario madrileño El Mundo, del 3 de marzo de 1999 aparecía un artículo de James Petras muy sugerente: Globalización o imperialismo USA. La situación política descrita por Petras es la siguiente: tenemos, en estos momentos, una aldea global de estados independientes entrelazados por corporaciones internacionales. Pero, tal como advierte el sociólogo norteamericano, esta perspectiva ha perdido su razón de ser. La idea de un contrapeso al poder norteamericano tampoco tiene razón de ser.

Se nos presenta una máscara ideológica, que no es otra cosa sino el término de globalización, que podemos definir como una palabra clave en la progresiva hegemonía del imperialismo USA, de la hegemonía corporativa USA.

Esta tesis de Petras se basa en el hecho de que desde 1996 se produce la aceleración del potencial económico USA y el declive de Japón.

De las 500 compañías más grandes del mundo Estados Unidos posee 244, Japón 46 y Alemania 23. El total de las europeas asciende a 173, aún por debajo de Estados Unidos. Pero es claro que el único competidor de la hegemonía norteamericana es el capitalismo europeo y no el japonés. Esto es evidente tras el declive de la economía japonesa que pasó de controlar 71 a 46 de las primeras 500 grandes compañías.

Hay un proceso de concentración que surge con fuerza en los años 70 El conjunto de los países en desarrollo, señala Petras, sólo logra contabilizar 26 de las 500 principales corporaciones(es decir, Sudamérica, Asia, Oriente Medio y Africa),sólo un 5% del total.

Al respecto añade Petras que el control que las corporaciones USA sobre el sistema político resulta inimaginable en Europa.

Los sindicatos de USA dependen completamente de los dos principales partidos políticos.

Los responsables sindicales estadounidenses colaboran estrechamente con las compañías durante los despidos en masa, reduciéndolas prestaciones sociales e implementando normas que maximizan el poder corporativo, obligando a los trabajadores a aceptar cambios tecnológicos y reclasificaciones laborales, a un nivel más elevado que sus colegas europeos o asiáticos. Como resultado –explica Petras– Estados Unidos puede acumular capital y expandirse en el extranjero sin la resistencia política a las que se enfrentan las corporaciones de Europa o Africa.

Las corporaciones estadounidenses tienen la carga fiscal más reducida de todo el mundo industrializado. Estados Unidos posee la mayor fuerza laboral sin ningún tipo de cobertura sanitaria de un conjunto de países industrializados o en desarrollo. La posición dominante de USA se gesta merced a la explotación a ultranza. Sobre la violación de los Derechos Humanos en los Estados Unidos recomiendo leer el libro de Gregorio Selser con este título editado por la Universidad de Sinaloa. En este libro se constata con datos contundentes el nivel de democracia que se lleva a cabo en el país que se nos pretende poner como modelo y como gestor del Nuevo Orden...chicanos, portorriqueños disidentes con la rapiña estadounidense, nativos de Estados Unidos perseguidos y encarcelados, tratados como parias en su propia tierra, &c. &c.

Por otra parte, como nos sigue mostrando Petras, los Agentes del Departamento del Tesoro estadounidense son los miembros más influyentes del Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, por tanto, están en posición de forzar una determinada política económica que debilite a sus rivales, aumentando la vulnerabilidad de los países competidores y de facilitar las operaciones de compra de la corporaciones estadounidenses al bajar las barreras, lo que permite las invasión inversora/financiera norteamericana.

Por último, el imperio estadounidense, a través de una multiplicidad de agencias(Departamento de Comercio, CIA, Pentágono, Departamento del Tesoro) ha concentrado sus esfuerzos en socavar la economía japonesa, mantener su influencia en Europa(vía OTAN)y de hacerse con activos en Asia y Sudamérica, mediante una combinación de intervenciones políticas y militares tendentes a manipular la agenda de desarrollo en dirección hacia le libre mercado. Estas estrategias han ayudado al resurgir del imperio económico norteamericano.

Mientras la economía brasileña se desploma y Asia entra en una bancarrota a gran escala, vemos un resurgir en USA, esto se explica por una estrategia del imperio y no por la globalización. Las crisis de Asia y Sudamérica no se explican en el marco de una economía global interdependiente. La crisis de sus competidores supone para USA la posibilidad de adquirir bancos en Corea, en Japón, en Brasil .Las devaluaciones bajan los salarios donde operan las corporaciones estadounidenses. Las crisis de los países neocolonizados han ayudado al imperio europeo y al USA. Las multinacionales europeas y USA invirtieron 47.000 millones de dólares en la compra de compañías brasileñas, son empresas que generan beneficios. El señor Clinton no ha dudado para defender los intereses del imperio en el uso de estrategias de promoción del libre comercio, y si es necesario, el uso de la fuerza militar.

2. ONGs e imperialismo en América Latina

Lo grave de las ONGs es que se han ganado un prestigio durante los períodos de luchas sociales en tiempos de dictaduras, pero nadie se ha preocupado, desde los medios de comunicación o desde los centros académicos de discusión, de repensar el papel y transformaciones que las citadas organizaciones «civiles» están sufriendo a lo largo de los procesos recientes de cambio a la supuesta democracia en los países latinoamericanos.

Lo cierto es que, una vez más, Petras, el sociólogo tabú, por tratar asuntos tabú en el Nuevo orden del fin de la Historia donde todos seremos ciudadanos de la democracia perfecta, de la sociedad abierta de Popper y Hayek, nos aporta materiales críticos que resultan auténtica dinamita intelectual en estos tiempos de pensamiento débil y de teorías del discurso y de acción comunicativa basada en la ética idealista alemana de cuño protestante, weberiano o habermasiano.

El punto político más importante –respecto de las ONGs, cometa Petras en su estudio titulado Imperialismo y ONGs en América Latina– es que las ONGs despolitizaron sectores de la población, socavaron su compromiso con las y los empleados públicos y cooptaron líderes potenciales en pequeños proyectos.

Las ONGs se abstienen de las luchas del magisterio de las escuelas públicas, mientras que los regímenes neoliberales atacan a la educación y al magisterio públicos. Las ONGs apoyan rara vez –si acaso– las huelgas y protestas contra los bajos salarios y los recortes presupuestales. Puesto que el financiamiento educativo de las ONGs proviene de gobiernos neoliberales, evitan la solidaridad con el magisterio público en lucha.

Las ONGs reciben fondos de los países imperialistas disfrazados de ayuda al desarrollo que lo que realmente hacen es mantener el desarrollo dependiente, es decir, aumentar la miseria y la despolitización, pero ayudar aun tiempo a contener y controlar las luchas políticas. A esta situación se están enfrentando movimientos campesinos a lo largo de América Latina, que son reprimidos por el Estado a través de fuerzas militares o policíacas, pero que permiten abrir cauces de movilización social alternativos a la democracia limitada y teledirigida que se quiere presentar como el modelo de transición a la democracia.

3. Mitos del Estado de derecho

3.1. La independencia del poder judicial es presentada por el filósofo español Gustavo Bueno como de características metafísicas, es decir, encubridoras de los fenómenos materiales realmente dados en la práctica actual de los países llamados democráticos. Al respecto utilizaremos el referente del trabajo de Pelayo García publicado recientemente en editorial Pentalfa con el título Diccionario Filosófico, y que puede consultarse en internet en la web http://www.filosofia.org

Las sentencias del poder judicial sólo existirían en el caso de que pudieran cumplirse. Pero ese cumplimiento sólo se lleva a cabo si el ejecutivo garantiza que se ejecute la sentencia. Los jueces mismos jamás se manchan las manos, no actúan como verdugos, el trabajo sucio lo hace el brazo secular: esposar, detener, agarrotar, &c.

3.2. El consenso y el acuerdo. El criterio de la mayoría implica el consenso y el acuerdo de todos, la voluntad general. Pero las mayorías son relativas a los grupos de intereses y de clase en el seno de un Estado, este problema es un tabú que la democracia neoliberal no toca ni permite que sea tocado públicamente para llegar a un auténtico debate que permita lograr que los ideales de Habermas y demás seguidores de su teoría tengan cuando menos alguna razón de ser en el contexto de las democracias limitadas en que vivimos en el presente.

 

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