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El Catoblepas, número 40, junio 2005
  El Catoblepasnúmero 40 • junio 2005 • página 4
Los días terrenales

Dialéctica de las relaciones
entre México y Estados Unidos

Fausto Fernández Ponte

El curso político de México e Iberoamérica no pueden entenderse fuera de las coordenadas del ortograma imperial de Estados Unidos. En esta selección de artículos, el autor nos ofrece un análisis crítico de una serie de fenómenos recientes, dados en el terreno diplomático, económico y político, en donde se refracta la compleja trama de determinaciones de la relación entre México y Estados Unidos y cuyo entretejimiento tiene como hilo conductor un doble flujo, a saber, el del caudaloso proceso migratorio de mexicanos hacia el país del norte y, por otro lado, el cuantioso monto de remesas que éstos envían a nuestro país, un flujo monetario de tal magnitud que representa la segunda entrada de divisas al país después de las que se derivan del Petróleo

Amigos de la Patrulla de la FronteraPatrullando la Frontera

Ley Antiinmigrante

I

Durante años, el Estado estadounidense –es decir, los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de Estados Unidos– ha actuado en materia de emigración e inmigración indocumentada de mexicanos a su territorio. Esa actuación ha sido ampliamente difundida.

Dicho de otro arreo, esa actuación de Washington ha sido del conocimiento no sólo del gobierno de México, sino de todo el Estado mexicano. EU nos ha avisado de alguna forma acerca de sus intenciones con respecto a asunto tan importante para nosotros.

Así, durante los últimos cuatro años y cuatro meses y 13 días –los del gobierno presidido por Vicente Fox– la administración de George W. Bush ha corrido aviso a nuestro país de las acciones contrarias a los intereses estratégicos de México y los mexicanos.

Cierto es que esos avisos de Washington a México no han sido –ni son– oficiales, de gobierno a gobierno, por los canales diplomáticos apropiados. Pero nos hemos dado por enterados, si nos guiamos por las reacciones tan lacayunas de Santiago Creel{1} y Luis Ernesto Derbez{2}.

Estos personeros del Poder Ejecutivo –en realidad, su función constitucional es la de secretarios de despacho del Presidente Fox– no sólo han exhibido, con sus reacciones, una pobreza conceptual aguda, además de ideológica y política, sino también falta de imaginación.

II

Ello es grave. La carencia de políticas del Estado mexicano en materia de emigración es sustituida por una actitud reactiva que, por definición, es ajena a la naturaleza propositiva, que conlleva abdicar de cualesquier intenciones de activismo o de tomar la iniciativa.

Así es. El Estado mexicano no ha podido tomar la iniciativa en esta materia, en el entorno de la relación bilateral. Es Washington el que abandera iniciativas diseñadas con arreglo a la dinámica de sus propios intereses nacionales, unilaterales, económicos, políticos y culturales.

Por su inacción con respecto al fenómeno de la emigración, el Estado se nos muestra como una entelequia incapaz de cumplir con uno de sus deberes esenciales –su razón de ser–, que es el de la defensa de nuestros intereses estratégicos. La sangría del recurso humano aumenta.

Situado así a la zaga en cuanto al registro, identidad, comprensión y alcance del fenómeno de la emigración a EU, el Estado mexicano insiste en su reactividad. No cae en la cuenta de que esas reacciones predecibles sólo le hacen el juego político a Washington. Un juego que ya perdimos.

¿Qué debe hacer el Estado mexicano para tomar la iniciativa en materia de emigración a EU? Imposponible que los personeros del poder en México se den a la tarea de comprender la naturaleza y las consecuencias políticas del fenómeno, lo cual es, obvio antójase, imposible.

III

¿Y por qué obsérvase imposible? Porque esa indolencia de los personeros del poder deviene de la ineptitud, de la inexistencia de voluntad política para actuar decisivamente y de su propia incomprensión del sentido del poder y de las secuelas del ejercicio patriótico de éste.

Como resultado, en los vestíbulos y cenáculos del Estado mexicano se registra al fenómeno de la emigración a EU como un asunto virtualmente sin soluciones a corto plazo ni resoluciones a largo lapso. –Piénsase que es un asunto cuyo desenlace depende de imponderables en EU.

No es así, visto realistamente. El fenómeno debe ser enfocado por el poder estatal desde varios planos, empezando por el mediato y el inmediato. Y, como hilo conductor de ambas condiciones, saber cuáles son sus causales reales. Una de esas causales es el llamado factor de atracción.

Este factor se representa en la mitología cultural, icónica y simbólica, del llamado American dream –el sueño estadounidense– que hala hacia sí a los millones de mexicanos que marchan hacia el norte. La atracción es cada vez más poderosa conforme el factor de empuje crece.

El factor de empuje es la estratificación estructural de la economía mexicana, el cual se combina con otros agentes: el atraso social –educativo y laboral–, los vacíos de influencia del Estado, la degradación cultural, el descrédito del concepto de la política, etcétera.

En ese contexto, la política bilateral ha sido degradada por el propio Estado mexicano. México no tiene una agenda diplomática verdadera porque no existe una intención estratégica para entender el trato con EU. Nuestra política exterior está subordinada al interés estadounidense.

El Muro México-EUEl Muro México-EU

El Muro

I

El Poder Legislativo de Estados Unidos instruyó al Ejecutivo –presidido por George W. Bush– a aplicar una miríada de medidas para contener la emigración mexicana.

Una de esas medidas es de locura: construir un muro en la frontera con México. Ese sería un muro de ignominia, similar al que Israel ha erigido para contener a los palestinos.

¿Qué nos indica este hecho? Que el llamado Establishment –el poder establecido en EU, que es una aleación de los intereses del dinero con los de la política– vive acosado.

Veramente cierto. Sólo de esa guisa explicaríase esa decisión del Congreso estadounidense de construir un muro en la frontera con México.

Un muro, cabría hacer la salvedad, para impedir que los mexicanos –el peligro de bronce, como llámale el sociólogo Samuel Huntington– lleguen a EU y lo conquisten.

El señor Huntington, como sabríase, amamanta la tesis de que la creciente emigración mexicana hacia EU es una gran amenaza para la cultura dominante en el país vecino.

II

Y esa cultura dominante se representa, ya lo sabemos, en lo inmaculado de lo que suélese describir como el American way of life –el estilo de vida estadounidense–.

Dicho de otro arreo, lo que don Sam teme es que la cultura de la morenez de la emigración mexicana abrume y conquiste a la cultura de lo albo racial y sus instituciones.

Ese temor fue señalado por nuestro personaje así: «La emigración mexicana trae consigo valores, prácticas e instituciones ajenas a las de la ética anglo protestante.»

La premisa de este intelectual no antójase impecable del todo, sino lo opuesto: muy manchada. Deviene de la premisa de que los morenos mexicanos son inferiores a los blancos de EU.

Visto así este asunto, para EU los cristianos guadalupanos cobrizos son de laya anómala comparados con los cristianos protestantes güeros, como el racista Arnold Schwarzzenegger.

La decisión de erigir el muro –de hecho, éste ya existe desde años en el área de Tijuana–, si bien denota que los gringos se sienten acosados, también nos muestra algo más.

III

Nos muestra que los gringos están encerrados. Como en una cárcel. Y aislados. Si el muro es para que los mexicanos no lleguemos a EU, también es para mantenerse encerrados.

Y encerrados están nuestros vecinos del norte. Ajenos al sentir del mundo. Impermeables a las ideas. Al sentir. Y al parecer del resto de los habitantes del orbe. Secuestrados.

Es ese un secuestro mental. Intelectual. Viven los gringos en la paranoia más aguda. Viven bajo el terror.

Pero no es ese terror uno creado por Osama bin Laden –cuya familia es socia de la del señor Bush–, sino por el propio poder estadounidense. Para control social.

Por ello, los gringos –como el señor Huntington– no han caído en la cuenta de la otra racionalidad detrás de la intención de erigir el muro: mantenerlos encerrados.

No podremos entrar los mexicanos. Pero los gringos tampoco podrán salir. Están sitiados culturalmente. En abducción mental, detrás de las rejas de su propia paranoia enajenante.

El acoso es externo, ciertamente. Pero es, igualmente, un acoso interno. Sitiados desde fuera, el sitio más severo es el de adentro. Ellos mismos son sus propios enemigos.

Remesas y ...Petróleo

Remesas y Petróleo

I

El embajador de Estados Unidos en México, Anthony O. Garza, dijo hace un par de días en Monterrey que el gobierno de nuestro país carece de una política económica.

Don Anthony dijo: «Seamos francos: depender de las remesas de quienes trabajan en EU y de ingresos adicionales por los altos precios del crudo no es simplemente una política económica.»

Ello, desde luego, es cierto. Pero la afirmación le molestó al gobierno mexicano tanto como un aguijonazo en el glúteo, pues sus personeros reaccionaron de inmediato.

La reacción de esos personeros –Luis Ernesto Derbez y Fernando Canales Clariond{3}– fue predecible: rechazaron que un embajador de otro país critique la política mexicana.

A la puerilidad de ese argumento de los secretarios de despacho de Relaciones Exteriores y Economía sumaríase su pobreza conceptual. Fue una respuesta típicamente reactiva.

El carácter de esa respuesta nos confirma, por añadidura, que el gobierno de México ha perdido la iniciativa en la relación bilateral con EU. Sólo reacciona. Va a la zaga.

II

La depauperación conceptual de la respuesta de los señores Derbez y Canales tiene por eje central el argumento de que los extranjeros no deben aludir asuntos internos de México.

Esos personeros no refutaron al embajador estadounidense porque los asertos de éste son consecuencia de un análisis de los componentes variopintos de una realidad concreta.

Como embajador, el señor Garza tiene a su alcance información de inteligencia acerca de nuestra economía y de las actuaciones del gobierno de México en esa materia.

Y, por si fuere magro lo anterior, el embajador tiene acceso también a información de primerísima mano de los empresarios mexicanos de mayor prominencia.

Y no débese olvidar que el embajador está casado con María Asunción Aramburuzavala, que es una empresaria mexicana de indudable influencia y la mujer más rica de América Latina.

Es sabido que doña María Asunción y sus colegas en esos cenáculos del alto empresariado mexicano no están satisfechos con el pobre desempeño del gobierno en materia de economía.

III

Señálese que, de hecho, han sido críticos del gobierno. Las críticas de los megaempresarios mexicanos ha trascendido el ámbito de lo privado y accedido al de lo público.

Así, los megaempresarios mexicanos han dirigido sus críticas al propio Presidente de la República, Vicente Fox, de quien hablan sin sutilezas de su ineptitud.

Y esa mala opinión antójase fundada. Para el gobierno foxista, el eje de la política económica es, como bien lo dijo el embajador, las remesas y los ingresos petroleros.

Las remesas –casi 17 mil millones de dólares en 2004–, son un alivio en la angustiosa situación de la economía familiar en muchas regiones del país. Atenúan el apremio.

Y, de esa guisa, permiten cierta estabilidad social, de por sí muy frágil y susceptible a la ingobernabilidad. Las remesas tienen un valor agregado eminentemente político.

Tocante a los ingresos petroleros, estos permiten financiar la viabilidad misma del Estado y aumentar las reservas monetarias y financieras. Dan estabilidad.

Por ello, el gobierno no registra como prioritario diseñar una política económica, lo cual confirma lo que señala el embajador y el sentir del gran empresariado mexicano.

VillaraigosaVillaraigosaVillaraigosa

Villaraigosa

I

La elección de Antonio Villarraigosa como alcalde de Los Ángeles llenó de júbilo a no pocos mexicanos de aquí, mas no a muchos de los de allá, en esa ciudad estadounidense.

La razón de tal júbilo en este lado de la frontera con Estados Unidos es, diríase con llaneza, el de un orgullo patriótico y étnico y, a no dudarlo, también reivindicador.

«Con Villarraigosa, les va ir bien a nuestros paisanos en LA», nos decía exultante un personero de jerarquía alta de la secretaría del despacho de Relaciones Exteriores.

«Ahora sí, muchos problemas en nuestro consulado (en Los Ángeles) serán atendidos y más fáciles de resolver con las autoridades locales», explicaba. «Habrá voluntad para ello.»

«¡Ganamos!», nos expresaba eufórico dicho funcionario, quien insistía regocijado: «¡Estamos recuperando nuestro territorio! Los mexicanos estamos tomando el poder en EU.»

«¡Ya llegamos!», gritó otro funcionario en su elegante conjunto de oficinas en una bella casona porfiriana vecina al colonial Palacio de Cobián{4}, en la capital mexicana.

«¡Nadie nos detiene en la marcha hacia el poder político en EU!», reiteraba este subsecretario del despacho de Gobernación. «¡Próxima parada: la Casa Blanca!»

II

Ese mismo subalterno del Poder Ejecutivo federal describía con gran arrebato un escenario prospectivo posible elaborado a raíz de la victoria electoral del señor Villarraigosa.

Este funcionario –«foxista hasta las cachas»– describía ese escenario:

1) La integración futura de México a EU «será bajo nuestras condiciones y no bajo las de Washington».

2) Los mexicanos en EU conforman una fuerza electoral que «va ganando terreno a zancadas en la política en algunos estados y en el Congreso estadounidense».

3) En sólo el trance de una generación –25 años– «ya tenemos un gobernador (Nuevo México), una miríada de diputados federales y mayoría en varios congresos locales».

4) La joya de la corona de ese logro es la alcaldía de Los Ángeles. «Era inevitable que los mexicanos llegáramos a la alcaldía de la segunda ciudad mayor de EU.»

¡Qué bien que nos provoque orgullo patriótico tan profundo y plena satisfacción cultural –étnica y racial– la elección del señor Villarraigosa! Es una emoción positiva, sin duda.

Y lo positivo reside en que contribuye a mejorar la estima que tenemos de sí mismos, en un entorno socioeconómico, político y cultural asaz deprimido. Nos hace sentir bien.

III

Pero esas reacciones eufóricas son secuela de un registro faltoso –por distorsionado– de la realidad política, social y cultural de EU. Desestima los componentes de esa realidad.

Pero no somos los únicos. Ahora hasta los españoles (reflejado en un editorial de El País, 20/V/05) sienten orgullo «de raza» porque el señor Villarraigosa es «hispano».

Por ello, véase: el nuevo alcalde de LA no es nuestro alcalde. No es el alcalde de los mexicanos, aunque sea hijo y nieto de connacionales. Es un alcalde estadounidense.

Y, por bien intencionado que sea don Antonio, por fiel a sus raíces étnicas y culturales y por orgulloso de sus ancestros que nos parezca, sus compromisos no son con México.

Don Antonio fue elegido por el 58 por ciento del total de quienes acudieron a las urnas. Ese porcentaje no refleja el sentir del total de votantes empadronados que se abstuvieron.

Ese es un componente vectorial importante. La ciudadanía estadounidense de ascendencia mexicana no conforma mayoría electoral en LA. Se debe, pues, al poder real, el del dinero.

Y debe políticamente su investidura a los intereses de ese poder real. No caben romanticismos. Su elección ocurrió en el contexto de histeria antimexicana y antiemigrante en EU.

Notas

{1} Santiago Creel, miembro activo del Partido Acción Nacional, fue hasta hace unos días Secretario de Gobernación (Ministro del Interior) del gobierno de Vicente Fox. La razón por la que dejó el cargo es que contenderá por la candidatura de su partido para alcanzar la Presidencia de la República en 2006.

{2} Luis Ernesto Derbez, actual Secretario de Relaciones Exteriores. Buscó recientemente obtener la Presidencia de la Organización de Estados Americanos. No tuvo éxito alguno.

{3} Fernando Canales Clariond es actual Secretario de Economía y miembro activo del Partido Acción Nacional. Representa al poderoso sector de empresarios del norte del país, sobre todo del estado de Nuevo León, que incursionó en política desde la plataforma de ese partido. Fue Gobernador del mismo estado.

{4} Sede de la Secretaría de Gobernación (Ministerio del Interior)

 

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