Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 42 • agosto 2005 • página 22
A propósito del libro Las falacias de la guerra civil de Carlos Blanco Escolá
El personaje
He leído un curioso libro, Las falacias de la guerra civil, escrito por un no menos curioso historiador: don Carlos Blanco Escolá. Este, coronel de Caballería retirado, estuvo destinado muchos años en la unidad del Ejercito más querida y mimada de Franco: la Legión Española. Sin embargo en la actualidad cuenta de aquel Ejército, que era: «fascistoide», «canallesco», «inicuo», «atropellador», «mantenedor a raya de la población», «tercermundista», «tramposo», «irresponsable», «defensor de privilegios e intereses particulares», «pavoroso», «vil», «asesino», «traidor», «cutre», «ominoso», «opuesto manifiestamente a la instauración de la democracia», «despreciable», «miserable», «rastrero», «ridículo», «desastroso», «corrupto» «carente de inquietudes culturales», «inoperante», «injusto», «de cerebro embotellado», «bárbaro», «gendarme, del ilegítimo gobierno franquista». Seguro que se me escapa alguna lindeza más, soy bastante calamidad.
De ello se dio cuenta ya cuando era cadete y un capitán fascista le hizo repetir curso, de manera injusta naturalmente. Sus compañeros de promoción aseguran que, aunque el capitán tenía bastante mala baba, por aquel asunto no repitió nadie. Que sí repitieron dos por que no alcanzaron el nivel de estudios suficiente, curiosamente no habían intervenido en el hecho, que fue un asunto de los primeros de la promoción, de los que tan lejos, en notas naturalmente, estaba el actual historiador. Así me lo afirman personalmente los números, de su promoción de ingreso (XIV), 5 (L. AV.) y 16 (M. R. S.) que luego saldría definitivamente de teniente con el nº 5. Seguramente porque era fascista, aunque mucho más bruto que nuestro coronel, lo colocaron delante. También se diplomó en Estado Mayor, tiene numerosos cursos profesionales, nuestro coronel no tiene ninguno voluntario, e hizo, hace poco, la carrera civil de Historia con bastantes mejores calificaciones que él. Lo que hubiese logrado nuestro coronel, mucho más listo que el resto de su promoción, si no hubiese sido antifascista no se puede ni soñar.
También sería interesante que nos contase por qué fue postergado otra promoción más, una vez salido de la academia, toda vez que en la escalilla del año 1979 figura el penúltimo de la promoción XVI, habiendo salido en penúltimo de la XV. Todos los casos que conozco, aunque no tengo experiencia en la materia, son por algo feo o muy feo. Si el Ejercito normal al que pertenecíamos los demás era así. No quiero ni pensar, ni siquiera me atrevo, lo que opinará nuestro legionario de su Legión. Menos mal que la conozco, sigue siendo, como siempre una magnifica unidad.
Finaliza este librito con otra dos nobles joyas: «Persuadidos de su pertenencia a un vulgar ejercito gendarme (pág. 273) ... en el que se valoraba más la lealtad política que la competencia profesional... mientras tanto los últimos y minúsculos restos coloniales... se perdían totalmente... que tanta sangre y dinero había costado». Describe la guerra del Rif (pág. 274): «expertos... en las luchas desarrolladas en Marruecos, caracterizadas por el salvajismo, el asesinato o mutilación de los prisioneros, las razias, los saqueos, las destrucciones, las violaciones, las matanzas.»
Curiosamente, el que esto afirma, perteneció durante la dictadura de Franco, y se manifestaba esta muy encantado con ello, a la Legión, que si fuera cierto lo que asegura, era la primera experta en: salvajismo, asesinatos mutilaciones, &c., de la que casualmente se fue un poco antes de que se perdiese el último y minúsculo resto colonial, el Sahara. Es de esperar que, durante su permanencia en ese destino, no siguiese las tradicionales y habituales practicas de sus mayores, a los que tanto ensalzaba en sus charlas a los caballeros legionarios.
Presionado, contaba en otra ocasión, que había pertenecido al la Policía Nacional. Posteriormente se descubrió que no era la Policía Nacional, que era la Policía Armada. En ella estuvo destinado a partir del año 67. Época de muy buena añada en la represión según sus conmilitones actuales nos cuentan tan a menudo. El coronel aseguraba que sus jefes estaban muy satisfechos con su actuación. Y afirmaba orgulloso que los Grises: «ha constituido sin duda el destino más gratificante de toda mi vida militar» (El Catoblepas, nº 36, febrero 2005).
En el librito que tratamos, nos describe a la policía de Franco más contundentemente que nos definía al Ejercito.
Se retrata bien el mismo coronel, antiguo teniente de los «Grises», cuando dice (pág. 81), comparando el asesinato de Calvo Sotelo con el del teniente de Asalto Castillo: «Crimen tan vil, por supuesto, como el del teniente Castillo». Pues no coronel. El primero lo hicieron unos civiles militantes de un partido por su cuenta y riesgo, y el segundo lo hicieron agentes de la autoridad, vestidos de uniforme, con armas y medios del Gobierno, sin ningún riesgo por su carácter oficial, consentido por sus superiores, en ocasiones aplaudido por los mismos, y nunca perseguidos por ello. Aunque al coronel, y no me extraña, le parezca lo mismo, no lo es rotundamente.
De la connivencia con el crimen de las autoridades unas puntadas: 13-7-36, el diputado del PSOE, ministro de Gobernación, Ángel Galarza, que dos semanas antes del crimen había justificado, en las Cortes, cualquier violencia contra Calvo, en septiembre decía: «A mí... el asesinato de Calvo Sotelo me produjo un sentimiento... el sentimiento de no haber participado en su ejecución». J. M. Gil Robles, No fue posible la paz, Planeta, Barcelona 1998, pág. 675. Santiago Garcés, miembro de las JJSS y confidente de Prieto, que había participado en el asesinato de Calvo Sotelo. Luego sería jefe del SIM. Prieto era Ministro de Defensa y de él dependía el SIM. J. Peirats, La CNT en la Revolución Española, Toulouse 1952-53, V. III, págs. 280 y 288. El SIM (Servicio de Información Militar) fue la policía más sanguinaria de nuestra historia. Terror de azules y sobre todo de rojos. Así lo afirman Azaña y Prieto (M. Azaña, Obras Completas, Oasis, México 1966-68, vol. IV, págs. 835 y 878; I. Prieto, Convulsiones de España, México 1976-79, vol. II, pág. 56-57).
El anarquista José Peirats lo definía: «Las mazmorras del SIM.... eran tenebrosas instaladas en antiguas casas y conventos. El régimen de torturas que se aplicaba era el procedimiento brutal: palizas con vergajos de caucho, seguidas de duchas muy frías, simulacros de fusilamiento y otros tormentos horrorosos y sangrientos. Los consejeros rusos modernizaron esta vieja técnica. Las celdas eran más reducidas, pintadas de colores muy vivos y pavimentadas con aristas de ladrillo muy salientes. Los detenidos tenían que permanecer en pie continuamente, bajo una potente iluminación roja o verde.
Otras eran estrechos sepulcros de suelo desnivelado, en declive. Los recalcitrantes eran encerrados en la "cámara frigorífica" o en la "caja de los ruidos" o atados a la silla eléctrica. La primera era una celda de dos metros de altura, en forma redondeada; al preso se la sumergía allí en agua helada, horas y horas, hasta que tuviese a bien declarar lo que se deseaba. La "caja de los ruidos" era una especie de armario, dentro del cual se oía batahola de timbres y campanas. La "silla eléctrica" variaba de la empleada en las penitenciarías norteamericanas en que no mataba físicamente». Peirats, La CNT en la revolución española, Ruedo Ibérico, París 1971.
Tras estos hechos pudo haber estado Prieto (asesinato de Calvo Sotelo). El asesino pertenecía a la guardia personal de Prieto, Condés (capitán de la Guardia Civil que mandaba a los asesinos) era prietista. La pintura de Prieto sobre la actitud de Condés, arrepentido y queriéndose suicidar no casa con la época, lejos de denunciarlo le escondió. No menos sospechoso fue el robo a mano armada del sumario, el 25-7-36, por milicianos socialistas. En enero del 37 hubo una amnistía de los delitos anteriores al 15 de julio del 36. (I. Prieto, Convulsiones de España, Vol. I, México, Oasis 1976, págs. 157 y ss.; I. Gibson, La noche que mataron a Calvo Sotelo, Plaza y Janés, Barcelona 1986, págs. 228 y ss.; Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles, Vol. I, Librería Española, París 1968, pág. 41).
Pienso que, los que tienen la mucha paciencia de leerme, ya se habrán hecho una idea del personaje.
¿No les recuerda a aquel leal franquista, ahora leal antifranquista, denunciador antes de antifranquistas y ahora de franquistas, Eduardo Haro Tecglen? Compañero, a veces, en El País de nuestro también más que leal coronel, que otrora nos contaba: «Se nos murió el Capitán, pero el Dios misericordioso nos dejó otro. Y hoy, ante la tumba de José Antonio, hemos visto la figura egregia del Caudillo Franco». Informaciones, 21-11-43. Cierto que se le olvidó lo del Invicto Caudillo que tanto gusta al coronel. Vayamos con el librito.
Es un puro panfleto, no le falta ningún lugar común a los buenos y los malos. Los malos eran, naturalmente, los del Invicto Caudillo y los buenos los de don Manuel, al que con tanta familiaridad trata, es de suponer que sea Azaña. De todas maneras éste no daba esas confianzas a toda la gente, sólo a Josefina Carabias y a otros de cierta categoría. Pienso yo, y no soy mal pensado por naturaleza, si no será una recopilación de los panfletos tan generosamente repartidos, en la Universidad de los años sesenta, por el PCE, y tan recogidos con esmero, incluso dando porrazos, eso sí los suyos antifascistas, si era preciso, por el entonces eficiente teniente de los Grises, orgullo de sus superiores como él mismo nos cuenta.
La tesis, el fondo y la forma son los mismos. En este probable caso creo que debería repartir los derechos de autor con Santiago Carrillo.
Ya en la introducción asegura: «La historia de la guerra civil fue cubierta con... mentiras... durante todo el siglo XX». Le recuerdo al fiel coronel que Franco murió, en la cama, en el 75, que las colas, todos fascistas naturalmente, para despedirle fueron de kilómetros, ¿estaría el coronel allí? Y que en éste cuarto de siglo que quedaba, todos los Tuñones de Lara que en el mundo han sido se han hinchado de ponerle verde. Los más nobles, como el coronel, después de su muerte y los otros desde mucho antes. Yo, que soy un aficionado, tengo libros publicados en España: Azaña en 1976; B. Bolloten 1970; S. Casado 1968; M. de Coca 1975; G. Jackson 1978; F. Largo Caballero 1979; E. Lister 1976; E. Malefakis 1971; H. Thomas 1976; M. Tuñón de Lara 1974; J. Tussel 1971; P. Preston 1994. y así hasta donde quiera el veraz coronel. Él, que sabe más que yo, seguro me puede citar unos cientos.
De todas maneras no he oído quejarse a ningún progre, ni siquiera al coronel, que el historiador que más libros vende sobre el asunto, Pío Moa, sea ocultado con tanto cuidados por los medios que a ellos tanto les exhiben. Ha vendido Pío Moa, el año pasado de un solo libro, más de los que podrá vender en toda su vida el historiador-coronel. Éste sale en los medios de Polanco, que son prácticamente todos, y Moa en ninguno. De eso es, la censura, de lo que acusa a Franco con tanta frecuencia. Y cierto que la había. Para mí que Moa tiene más razón que un santo, de ahí el miedo. El serio problema que tiene la progresía patria es que Moa, basándose en los textos de Largo, Azaña y otros ínclitos demócratas de la época, y sin citar para nada a ninguno de los hagiógrafos del franquismo, nos hace llegar a todos, a ellos y a nosotros, a las mismas conclusiones que llegábamos leyendo a Arrarás, La Cierva y demás fervorosos franquistas que, a la vista de lo visto, decían verdades como puños.
Y eso tiene que ser muy triste para ellos. Tenían instalado su chiringuito, qué era llamativo, rentable, estaba de moda, pensaban que eterno por los siglos de los siglos. Y ¡qué le vamos a hacer! ¡Paciencia! No me voy a quedar con las ganas de citar a un experto en historiadores progres: S. G. Payne: «se ha alegado a menudo que Moa tendría que ser ignorado porque «no es profesor». Con ello, parece sobreentenderse que sólo los «profesores» son capaces de tener un pensamiento serio o de escribir convenientemente sobre historia. En primer lugar, ello resulta risible, dado que es fácilmente demostrable que no fueron profesores la inmensa mayoría de los hombres y mujeres más sabios de la humanidad. Semejante noción sería particularmente grotesca en países como Inglaterra o Estados Unidos, donde la mayoría de las mejores y más leídas obras de historia no son escritas por profesores. Todo lo que ello pone una vez más de manifiesto es el carácter estrecho, semicerrado, corporativista y endogámico del mundo universitario español a comienzos del siglo XXI».
He de reconocer, que las entrevistas en Canal Plus del coronel, a mí me resultan la mar de divertidas, por lo que le quedo muy agradecido. Me da la impresión que a los presentadores también.
Nos cuenta de un severo hundimiento de la economía nacional producido por los sublevados. Oculta el severo hundimiento que ya había producido la República. Nos escribe H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 1.030:
Producciones: 31-12-30 a 31-12-35:
Lana: 37,6 (1.000 tm.) -29.9 Seda: 83 (1.000 tm.) -34
Sal: 1.027 (1.000 tm) -726 Coque: 768 (1.000 tm) -486
Manganeso: 17,9 (1.000 tm) -1,3 Piritas: 3.876 (1.000 tm) - 2.286
Plomo: 143 (1.000 tm) -63 Zinc: 145 (1.000 tm) -83
Hierro: 6.559 (1.000 tm) -2.633 Acero: 925 (1.000 tm) -580
Cobre: 28,5 (1.000 tm) -10,8 Barcos botados: 37 -3
Importación: 7.131 tm. -5.048 Exportación: 11.533 -6.364
Valor pts en 1929, 100 -en 1936, 55,3% Acciones: 100pts.-63,1%
Producción, industrial: 100 -86,9%.
A la simple inspección del cuadro se nota que a nuestra próspera II República, tan sabiamente dirigida por don Manuel, la economía le iba como un tiro. En la nuca ¡claro!
En apenas cinco años había retrocedido a los anteriores al 23, fuera de una guerra no se conoce nada parecido en la historia de España. En toda la historia anterior del país, no había habido un solo Jefe de Gobierno que ganase tanto como don Manuel.
República de los intelectuales
Nos descubre lo de la «república de los intelectuales». Que fue cierto pero duró un cuarto de hora escaso: El 11-1-31, en plena Monarquía, se crea, por Ortega, Marañón y Pérez de Ayala, la Agrupación al servicio de la República. Firman el Manifiesto de los intelectuales que apadrinó a la II República. Padres espirituales de la República se les llamaba a los firmantes. Mientras tanto el bravo don Manuel estaba escondido, muerto de miedo sin que nadie le buscase, el último escondite fue su casa, el anterior la casa de su suegro. Cuenta Alcalá-Zamora primer Presidente de la República: Azaña se ocultó en varios sitios, aunque pronto acabó haciéndolo en su casa y aunque los conspiradores intentaron ponerse en contacto con él, no lo consiguieron hasta muy entrado el 31. Rompió él con sus camaradas, se ocupó de seguir cobrando su nómina de funcionario, solicitó una licencia temporal por enfermedad, había logrado «que entre la firma de trámite pasara la concesión, de una licencia por seis meses, por mediación de su compañero en la Dirección de Registros, don Jerónimo González. Éste, nada republicano, que durante la Dictadura había sido agregado por Primo de Rivera para asesorar en la formación del partido único UP (Unión Patriótica), fue recompensado al triunfar la República, pasando a presidir la sala primera de lo civil del Tribunal Supremo». N. Alcalá-Zamora, Memorias, Planeta, Barcelona 1998, págs. 177 y 180.
Nos lo cuentan muy bien sus fans más entusiastas: Maura, ministro con él en el primer Gobierno de la República, fue uno de los que más le visitaban en Francia antes de su muerte: Azaña «no nos había dado la menor señal de vida el día 13 (abril, 31), a pesar de los sucesos»; él había sido el encargado de buscarle y fue «tarea no fácil». Estaba en casa de su cuñado. «Allí estaba, pálido, con palidez marmórea. Le hice presente el objeto de mi visita (hacerse cargo del Gobierno provisional de la República) y le conminé para que me acompañase. Se negó rotundamente, alegando que... un simple guardia, podía detenerle y encarcelarle. Ya me disponía a dejarle encerrado, cuando apareció su cuñado. Por fin Azaña, de muy mala gana, se decidió a seguirme, de un humor de perros. Hombre de una inteligencia extraordinaria. estaba aquejado de un miedo físico insuperable. Más de una vez, en lo sucesivo, pude comprobarlo». Maura, Así cayó Alfonso XIII, Ariel, Barcelona 1995, pág. 167.
Su cuñado, ferviente admirador y amante, como con toda falsedad decía la propaganda de guerra nos dice: Azaña comentando las palabras de Maura, «¡Qué disparate! ¡Con que el Rey se va ir al día siguiente de las elecciones! Al gobierno, cualquiera que sea, le costará muy poco el sentarnos la mano para mucho tiempo. Por que ten en cuenta que, eso si, el rey sabe lo que le va en ello. Y un asalto a Palacio no se hace así como así. Para defenderse. le bastaría contra nosotros con los alabarderos. Miguel (Maura) es un así no se va a ninguna parte». Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1980, pág. 179.
Si nuestro coronel quiere más citas similares tengo hasta veinte, seguro que él que es docto historiador me podrá dar a mi doscientas, ¡o más!
Enseguida (14-4-31, la noche) daba Azaña muestras de su gran nobleza de corazón: El canalla de su cuñado cuenta con fruición la canallada de don Manuel: «El Ministro de la Guerra llevaba un cuarto de hora con el Capitán General de Madrid, Federico Berenguer, que en posición de firme ante él, no obtenía la venia de su nuevo jefe superior para ponerse cómodamente en su lugar. Sus recentísimos ayudantes secretarios contemplaban regocijados la escena con los circunstantes, a que se iban uniendo curiosos». Qué pena, haberse perdido la escena, –¡verdad coronel!– en la que un veterano y valiente militar era humillado por un pobre chulo, soberbio, resentido, envidioso, cobarde y feo, que había intentado tener dos novias en Alcalá, las cuales, muy inteligentemente, se casaron con sendos militares. C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, págs. 46 y 186.
Federico Berenguer, hermano de Dámaso, era el que tenía que haber detenido a Azaña, por ser uno de los organizadores del sangriento golpe militar de Jaca de diciembre del 30 y procesarle sumariamente con todas las posibilidades de ser condenado a muerte. Como posteriormente hizo don Manuel con el general Sanjurjo, cuando éste dio el golpe del 32 con muchos menos muertos y daños que el de Jaca. No lo hizo. Don Manuel sí detuvo, vistió con el uniforme a rallas de los presos comunes, procesó sumariamente y condenó a muerte al general, sentencia que no se cumplió...
En el golpe de Jaca hubo 24 muertos, oficiales, guardias civiles y paisanos y hasta un general (Las Heras). En esa ciudad la guarnición se sublevó tomando el Ayuntamiento, del que se hizo cargo Pío Díaz, militante del partido de Azaña. Izó la bandera tricolor y pegó por todas las calles de Jaca el bando que decía: «Como Delegado del Comité Revolucionario Nacional, a todos los habitantes de esta ciudad... hago saber: Articulo único: Todo aquel que se oponga de palabra o por escrito, que conspire o haga armas contra la República naciente, será fusilado sin formación de sumario». ¡Y a fe que lo cumplió! No se sabe de ninguna protesta de don Manuel.
Sí se sabe de las amargas quejas, por parte de nuestro coronel, de un bando similar dado en Sevilla por Queipo de Llano. Hay que aclarar que éste no negaba la formación de sumario, aunque al futuro finado no le preocupase mucho ser fusilado con o sin sumario.
Sigamos con los intelectuales republicanos y veamos que decían al cuarto de hora de implantarse la República Ortega (15-6-31): «Gentes con almas no mayores que las usadas por los coleópteros han conseguido en menos de dos meses encanijarnos esta República. Toda esa botaratería que pretende hacer de la República su propiedad privada y se atribuye, tan arbitraría como audazmente, la representación auténtica del pueblo. Mentes arcaicas. solo saben recaer el tópicos del pasado y se empeñan en que nuestra naciente democracia sea como la de hace cien años y cometen, sin renunciar a ninguna, todas las insensateces y todas las torpezas en que aquellas se desnucaron». Ricardo de la Cierva, La historia se confiesa, Tomo I, Planeta, Barcelona 1976, pág. 185.
Marañón escribe a Ortega (28-6-31): «no me deja el pensamiento de que hemos de decir algo al país, en estos momentos. Hemos sido una fuerza grande para traer la república. Ahora se hunde, precisamente, ese sentido de la dignidad. Las pequeñas e inofensivas sandeces de los monárquicos sirven de pretexto para justificar la plebeyez de mala ley de los que nunca supieron hacer nada por el progreso de España ni por la república; y ahora quieren que esa sea un instrumento de su exclusiva pertenencia. Perdone pero estoy muy inquieto viendo tanta sandez». «Carta» del archivo de la Fundación José Ortega y Gasset, en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 118.
Unamuno decía en el Ahora (10-12-32): «no me acostumbro a la bandera republicana con un tercer color, impuro, mestizo». El 28-11-32 había dicho en una conferencia en el Ateneo: «Yo no soy político sino español. Me parece mal la quema de conventos, la disolución de la compañía de Jesús y la confiscación de los bienes por el subterfugio del cuarto voto; todas estas cosas son represalias, y este modo de producirse concluye siempre en hechos sangrientos», «La desdichada ley de Defensa de la República resume toda la arbitrariedad de un Gobierno revolucionario que está en el poder con corruptelas. Perduran todos los males del antiguo régimen». Azaña decía al respecto: «Ayer en el Ateneo, pronunció Unamuno su anunciada conferencia. Ha sido lastimosa,. Una estupidez o una mala acción». Rivas Cherif comenta en La Voz: Unamuno «gorrón, sacamuelas provinciano, hombre de rebotica y de chamelo».
Pío Baroja en Villena (5-2-32) dice: «Hay mucha gente que se asombra de que la mayoría de los españoles independientes seamos más enemigos de la Monarquía que entusiastas de la República... como institución para producir entusiasmo. es una fórmula un poco usada y manoseada. Es como la novia a la que espera su prometido años y años y llega pasada, sin el aire de la juventud y frescura de otros tiempos. El Congreso, en este momento, no representa la masa social española, es mediocre, una creación artificiosa y falsa. Está hecho con la idea preconcebida de dar una impresión de que España es un país en su mayor parte socialista, lo que es falso. El Parlamento español no solo no representa la masa social, sino que, además de esto, no interesa a la mayoría nos deja indiferentes. Con la Constitución. pasa lo mismo. Nadie cree en ella, no influirá en la vida. Todas esas son reformas en el papel, pero no en la realidad. Nuestros republicanos, unidos a los socialistas, han amenazado y no han dado; han dicho que van a hacer y no han hecho nada, con lo cual han conseguido que los capitalistas estén asustados y los obreros exasperados. Respecto a represiones y violencias, los meses que llevamos de República han producido más muertos en las calles de la ciudades que cuarenta años de Monarquía».
En el Crisol Ortega escribe (9-9-31) un articulo titulado «Un aldabonazo», decía: que no fuese falsificada la República. Recordaba la inexistencia de vencedores ni vencidos, «por la sencilla razón de que no hubo lucha», le parecía grotesco «el aire triunfal de algunas gentes cuando pretenden fundar la ejecutividad de sus propósitos en la revolución. Nada más ridículo que querer cobrar cómodamente una revolución que no nos ha hecho padecer ni nos ha costado duros y largos esfuerzos. Llamar revolución al cambio de régimen acontecido en España es la tergiversación más grave y desorientadora que puede cometerse. Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron en el advenimiento de la República con su acción, con su voto o con lo que es más eficaz que todo esto, con su esperanza, se dicen ahora entre desasosegados y descontentos: ¡No es esto, no es esto! La República es una cosa. El «radicalismo" es otra. Si no, al tiempo».
Y pasó el tiempo.
Los Intelectuales y el 18 de Julio
Y llegó el 18 de Julio de 1936. Veamos el entusiasmo de los intelectuales de pata negra, no los Sabina de siempre, de aquella «república de los intelectuales» de nuestro bromista coronel: Le aclaraba Claridad (30-7-36), diario socialista: «Proporciona esta seguridad el conocimiento de la condición moral de tipos como Unamuno, Baroja, Madariaga, &c. Cada uno lleva un traidor dentro. O una complacencia de meretriz, a elegir». En este &c. estaban: Nos lo aseguraba Marañón (5-2-37) ante una asamblea de intelectuales en Francia que le pedían precisiones sobre la España roja: «No hay que esforzarse mucho, amigos míos; escuchen ustedes este argumento: el 88% del profesorado de Madrid, Valencia y Barcelona ha tenido que huir al extranjero, abandonar España, escapar a quien más pueda. ¿Y saben ustedes por qué? Sencillamente porque temían ser asesinados por los rojos, a pesar de que muchos de los intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierda. ¿Comprenden ustedes ahora, queridos amigos? Están en el extranjero, fugitivos de la España roja: D. Ramón Menéndez Pidal. D. José Ortega y Gasset. D. Gregorio Marañón; D. Manuel García Morente, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid; Pérez de Ayala. Hernando, catedrático de la Facultad de Medicina de Madrid. honra de la medicina europea; los doctores José e Isidoro Covisa, igualmente catedráticos de Madrid, afiliados a la política de Azaña; Sánchez Román, gran abogado, profesor de la Universidad de Madrid; Flores de Lemus, catedrático de economía política de la misma universidad; Pittalauga, catedrático de parasitología; Blas Cabrera, ex decano de la Universidad Central. Xirau, decano de la Universidad de Barcelona; Pi y Suñer, médico catalán de renombre internacional; Puig y Cadafalch, ex presidente de la mancomunidad de Cataluña y uno de los primeros arquitectos; Posada (D. Adolfo), catedrático de derecho político de la Central; Baroja, Azorín.; Alberto Insúa; Agustín Calvet, director de La Vanguardia de Barcelona. Carlos Soldevila, el intelectual de Cataluña; Eugenio d'Ors.; José María de Sagarra, el poeta de Barcelona; Pedro Salinas, profesor y poeta; Salvador de Madariaga. Juan Ramón Jiménez. Jiménez Díaz, catedrático de la Facultad de medicina de Madrid; Del Río Ortega, compañero de claustro del anterior; Américo Castro, que con Ramón Gómez de la Serna y otros intelectuales, comparte en Buenos Aires, las nostalgias de la expatriación; el catedrático de ciencias químicas señor García Banús; el especialista doctor Blanco Soler; otro especialista, el doctor Madinaveitia, catedrático; Antonio Marichalar el joven y fino escritor; D. Rafael Altamira, profesor de historia; D. José Castillejo, catedrático de derecho romano en Madrid; Estelrich, el intelectual joven de la minoría parlamentaria catalana; el doctor Manuel Tapia, especial en la investigación de enfermedades infecciosas; Sebastián Miranda, escultor; Zuazo, el arquitecto; Zaragüeta, el profesor de filosofía experimental; el catedrático arabista D. Miguel Asín Palacios; el doctor Lafora, que no sé si después de su primer intento frustrado habrá conseguido ponerse a salvo. ¿Qué sé yo? Podría seguir llenando cuartillas entre los incompatibles con la España roja figura un presidente de la república, D. Niceto Alcalá Zamora; un presidente de las Cortes republicanas, D. Santiago Alba; tres presidentes del Consejo de Ministros de la república; D. Joaquín Chapaprieta, D. Ricardo Samper y D. Manuel Portela Valladares; catorce ministros de la república, Viñuales (de Hacienda), Zulueta (de Estado), Maura (de Gobernación), Álvarez Mendizábal (de agricultura), Prieto Bances (de Instrucción Pública), Gabriel Franco (de Hacienda), Feced (de Agricultura), Amós Salvador (de Gobernación), Sánchez Albornoz (de Estado), Ventura Gassol (de Cultura en la Generalidad), Enrique Ramos (de Hacienda), Antonio Lara (de Hacienda y Obras Públicas), Lluhí Vallescá (de Trabajo), la flor y nata de los ex ministros y personajes de la Lliga Regionalista (Cambó, Ventosa, Rodés, Bertrán y Musitú) se encuentran fuera de la patria. podría doblar la cifra de fugitivos». Diario de la Marina, La Habana, Febrero 1937, en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 13.
Y hasta don Manuel que, a partir de ser nombrado Presidente de la República, no se enteraba de nada, a no ser de la altura de los morriones de su escolta que le tenían muy preocupado fuesen menos altos que los del Rey, como nos cuenta la señora Carabias, que también le llamaba don Manuel como el coronel, aunque parece con más motivo, nos asegura le decía a Sánchez de Albornoz que era uno de los huidos: 17-6-37. «han desaparecido republicanos (muchos, por desgracia) señalados y hasta eminentes. ¿Por qué? Lo ignoro. Todos se han ido sin mi anuencia, sin mi consejo, y algunos (se los nombré), engañándome. Todos tenían con la República la obligación de servirla hasta última hora, y conmigo la de acompañarme mientras estuviese en pie». M. Azaña, Memorias políticas y de guerra, Crítica, Barcelona 1978, tomo II, págs. 81-82. Un oficial lee en la Plaza Mayor de Salamanca el Bando de Guerra (18-7-36). Unamuno en la puerta del Casino se quita el sombrero y grita: «¡Viva España soldados! Y ahora, ¡a por el faraón del Pardo!". Se constituye el nuevo Ayuntamiento del que Unamuno es concejal y manifiesta: "Hay que salvar la civilización occidental, la civilización cristiana. Bien de manifiesto está mi posición en los últimos tiempos, en que los pueblos estaban regidos por los peores, como si buscaran los licenciados de presidio para mandar los pueblos». Manuel Rubio Cabeza, Los intelectuales españoles y el 18 de julio, 1975, Ediciones Acervo, pág. 63.
Escribía Pío Baroja (10-5-38). «En este momento en que blancos y rojos luchan con una rabia desesperada en España no parece que pueda haber solución intermedia. O dictadura roja dictadura blanca. No hay otra alternativa. Yo no soy un reaccionario ni un conservados. A pesar de todo, creo que una dictadura blanca es hoy por hoy preferible para España.» Ayer y hoy, pág. 137.
Marañón escribe a José Pijoan (conocido republicano) y este remite la carta a Menéndez Pidal (20-3-37): «Todo lo que usted dice es perfecto. Menos que yo esté muy a la derecha. Estoy donde siempre. Pero mi posición no justifica que este al lado de aquella caterva de asesinos. Yo he estado cinco meses en Madrid en, contacto con ellos, y le aseguro que toda la intransigencia y la pequeñez de espíritu de todos los obispos del mundo, es poca cosa comparada con la suya. Cuando durante cinco meses he tenido que firmar, pistola al pecho, lo que querían cuatro acólitos de don Fernanditísimo [Fernando de los Ríos, ideólogo del PSOE]; cuando he tenido que decir por la radio lo que querían, a las 12 de la noche, entre fusiles, comprenderá usted que todo lo de los otros me parece una broma. Me acuerdo de aquel Primo de Ribera, dictador, que me encarceló [Por cierto a Azaña ni siquiera le riñó], como de Santa Teresita.... Todos precisan lo mismo, desde el santón que se limpiaba los fondos con los edecanes de tanda, hasta Azaña. Por donde voy. recibo las adhesiones de los hombres de bien y los insultos de los «liberales"». «Carta» del archivo de R. Menéndez Pidal. Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 94. Marañón le escribe a Ayala (2-1-38): «Yo tengo tal fe en que la causa nacionalista es la causa de España, que la mantendría, con todas sus consecuencias». «Carta» del archivo de G. Marañón. Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 161.
Escribía Marañón refiriéndose al Frente Popular: «en todas partes se recogía la hostilidad de los españoles no marxistas ante la táctica... de aquellas agitaciones prerrevolucionarias, que jamás tuvieron la sanción de los Gobiernos. Pero a partir del tercer año de la República empezó a cambiar de orientación de un modo tan rápido que por los días de las elecciones del Frente Popular, un profesor socialista que pocos días antes era el ídolo de los estudiantes daba ahora sus lecciones –y no siempre podía darlas– entre la hostilidad del auditorio; y me confesó que el noventa por ciento de sus alumnos era fascista. Cualquiera de los profesores españoles pudimos comprobar este mismo hecho. Hoy la mayoría de nuestros estudiantes luchan como soldados voluntarios en las filas nacionalistas». G. Marañón, Liberalismo y Comunismo, Buenos Aires 1938.
Qué poco se parece a lo que nos cuenta el coronel de la excelentísima marcha que llevaba la República, mar de todos los bienes sin mal alguno. Que pena que tantos españoles, entre ellos todos los intelectuales serios, no los Victormanueles, opinasen lo contrario.
Marañón en carta (12-9-38) a Pérez de Ayala dice «¿Qué te parece la chulapería de Negrín? ¡Qué gentes! Todo es en ellos latrocinio, locura y estupidez»; un mes más tarde le escribe: «Esta gentuza tan inmunda ¡qué asco! Tendremos que estar varios años maldiciendo la estupidez y la canallería de estos cretinos criminales, y aún no habremos acabado. ¿Cómo poner peros, aunque los haya, a los del otro lado? Con todos sus defectos me parece y nos deben parecer arcángeles y no de los de d'Ors, sino de los de verdad. Veo en estos días a muchos de los que han salido de Barcelona. Todos dicen ahora que no estaban conformes y que estaban allí a la fuerza y que Negrín es un bandolero. Pero ¿ahora? Horroriza pensar que esta cuadrilla hubiera podido hacerse dueña de España. Sin quererlo siento que estoy lleno de resquicios por donde me entra el odio, que nunca conocí, y aún es mayor mi dolor por haber sido amigo de tales escarabajos; y por haber creído en ellos ¡no merecemos que nos perdonen!». «Carta» del archivo de Pérez de Ayala. Ayala (17-3-39) contesta a Marañón: «Cuanto se diga de los desalmados mentecatos que engendraron y luego nutrieron a los pechos nuestra gran tragedia, todo me parecerá poco. Inspecciono mi ficha histórica y, en puridad, no hallo ocasión para el remordimiento de haber creído jamás en ellos. Siempre los tuve por tontos de babero y brutos estructurales. Pero en un principio yo presumía, o me hacía la ilusión, de que percibían una vaga vislumbre de su bobería innata y brutalidad incorregible, por donde se mostrarían dóciles, relativamente, al buen proceder de los demás entendidos. No tardé en desengañarme. Lo que nunca pude concebir es que hubiesen sido capaces de tanto crimen, cobardía y bajeza. Hago una excepción. Me figuré un tiempo que Azaña era de diferente textura y tejido más noble. No podía contar yo con que la ausencia de la hormona testicular estragase hasta tal punto una buena inteligencia natural. En octubre del 34 tuve la primera premonición de lo que verdaderamente era Azaña. Leyendo luego sus memorias del barco de guerra –tan ruines y afeminadas– me confirmé. Cuando le vi y hablé siendo ya presidente de la República, me entró un escalofrío de terror al observar su espantosa degeneración mental, en el breve espacio de dos años, y adiviné que todo estaba perdido para España, con aquella gente. De suerte que ya puedes calcular si todo lo demás me parecerá y me parecía óptimo, no ya desde el principio sino con antelación a él. Por ejemplo, nunca admití que Prieto tuviera inteligencia; sí, solo pillería cazurra, que es su mimetismo. Prieto es brutísimo». «Carta» del archivo de G. Marañón, en J. Palacios, La España totalitaria, Planeta, Barcelona 1999, págs. 83,125 y 126.
Marañón describía así lo que debía haber sido la II República y no fue ni por asomo: «La que se acepta como un deber por un grupo de hombres que se saben de antemano lo suficientemente preparados y cultos para que la democracia no sea ninguna de estas tres cosas profundamente antidemocráticas: ni imposición a quien no se siente demócrata; ni narcótico para que los esclavos se crean libres; ni antifaz para que algunos disfracen de liberalismo su ansia de mandar». Gregorio Marañón, Discurso en el Rotary Club de Lima, Perú, 31-8-39. Justo las tres cosas que le faltaron a Azaña.
Menéndez Pidal escribe a Marañón (20-4-37) después de huir de la zona republicana en un destructor inglés Active: «Estrada me propone ir a México, pero allí hay solo españoles del Frente Popular». Regresa a España (1-7-39) para ocupar la Dirección de la Real Academia Española, de la que había sido expulsado por Azaña. Cartas del archivo de Marañón, en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, págs. 92,99 y 111. Por aquella época los destructores ingleses no daban abasto acarreando intelectuales españoles.
Ortega escribe el «Epílogo para ingleses» (10-12-37) que se publica en la revista The Nineteenth Century: «Mientras en Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, &c., cómodamente sentados en sus despachos o en sus clubs, exentos de toda presión, algunos de los principales escritores ingleses firmaban otro manifiesto donde se garantizaba que esos comunistas y sus afines eran los defensores de la libertad. Evitemos los aspavientos y las frases, pero déjeseme invitar al lector inglés a que imagine cuál pudo ser mi primer movimiento ante este hecho semejante, que oscila entre lo grotesco y lo trágico. Porque no es fácil encontrarse con mayor incongruencia. Hace unos días, Albert Einstein se ha creído con «derecho» a opinar sobre la guerra civil española y tomar posición ante ella. Ahora bien, Albert Einstein usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre. El espíritu que le lleva a esta insolente intervención es el mismo que desde hace mucho tiempo viene causando el desprestigio universal del hombre intelectual, el cual, a su vez, hace que hoy vaya el mundo a la deriva, falto de pouvoir spirituel». J. Ortega y Gasset, «Epílogo para ingleses», en La rebelión de las masas, Madrid, Ediciones de la Revista de Occidente, Colección el Arquero 1960, págs. 308-309. Este había huido en un barco francés, el Corte II, los destructores ingleses estaban muy atareados.
Con motivo de la entrada de los nacionales en Madrid, Ortega escribe a Marañón: «Querido Gregorio, anteayer, al conocer la noticia de la entrada en Madrid pusimos a ustedes un telegrama de alborozo y felicitación». Portimäo, Portugal, 30-3-39. Carta del Archivo de Marañón, en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 139.
Ortega reinaugura el Ateneo de Madrid (5-5-46), hacía 7 años que había terminado la guerra. Acude a la conferencia lo más florido del Régimen: Serrano Suñer, Sánchez Mazas, Lequerica, Pemán, &c., intelectuales: Marañón, Azorín, d'Ors, Luca de Tena, &c. Es aplaudido fuertemente cuando dice: «Mientras otros pueblos están enfermos, casi todos, el pueblo español, lleno de defectos y de hábitos torpes, ha salido con una sorprendente salud». La conferencia es transmitida por radio a toda España y se publica en el Arriba de 6-5-46.
Ayala, después de huir de la zona republicana en el destructor inglés Douglas, publica una carta (10-6-38), en el The Times de Londres, sobre un posible armisticio en la guerra, que titula «El futuro de España. La causa Nacionalista»: «Estoy enteramente de acuerdo con las declaraciones del general Franco. Por mi parte, la idea del armisticio me parece decididamente inconcebible. Siempre lo ha sido. Ahora, más que nunca. El respeto y el amor por la verdad moral me empujan a confesar que la República Española ha constituido un fracaso trágico. Sus hijos son reos de matricidio. No es menos cierto que ya no hay republicanos en uno u otro lado. Desde el comienzo del movimiento nacionalista, he asentido a él explícitamente y he profesado al general Franco mi adhesión, tan invariable como indefectible. Me enorgullece y honra tener mis dos hijos sirviendo como simples soldados [Todos los hijos de Ortega, 2 de Pérez de Ayala y 2 de Marañón peleaban voluntarios en el bando nacional; con el consejo y entusiasmo de sus padres se habían incorporado desde el extranjero] en la primera línea del ejército nacional. Por su fe, sentido del deber y espíritu de sacrificio, la juventud nacionalista está haciendo España y el mundo vivideros para el porvenir». La firma como antiguo embajador de la República en Londres. R. Pérez de Ayala, Tributo a Inglaterra, Aguilar, Madrid 1963, pág. 262; Vicente Marrero, La guerra española y el trust de los cerebros, Ediciones Punta Europa, Madrid 1961.
Blanco Escolá acusa a Franco de depurar a numerosos y prestigiosos profesores. Es verdad que depuró a bastantes, a la mayoría no tuvo necesidad pues ya los había depurado Azaña hacía tiempo. 5-1-38. Claudio Sánchez de Albornoz: «Horas crueles las del destierro. Al llegar a Cuba, para ganarme el pan y mantener a mis viejos padres, a mis hijos y a mi hermano, todos exilados, el encargado de Negocios del Gobierno de la República fue a comunicarme mi destitución como catedrático de la Universidad de Madrid. Eran los primeros días de enero de 1938. En la misma fecha habían destituido a Ortega y Gasset, a Américo Castro, a Pittaluga, a Marañón y a alguien más de nuestras ideas y de nuestra talla. Empezaba la barrida de los republicanos liberales. Estaba a mil años luz de los de los enemigos de la democracia y de la libertad del campo fascista, pero tampoco me podía sentir identificado con quienes, en el republicano, habrían instaurado el comunismo, muy fuerte ya en Valencia en 1937». Claudio Sánchez de Albornoz, Anecdotario político, Planeta, Barcelona 1976, pág. 239.
El Gobierno de la República destituye de todos los cargos a Unamuno. «El Gobierno ha visto con dolor que don Miguel de Unamuno no haya respondido a la lealtad a la que estaba obligado, sumándose de modo público a la facción en armas. Vengo a decretar: Queda derogado por el que se nombraba rector vitalicio de la Universidad de Salamanca». Gaceta de Madrid (antiguo BOE), 23-8-36, nº 236. Lo firma Azaña. Franco le repone en el cargo.
Azaña huye a Francia finalizada la guerra y el periódico Le Matin (25-2-39), informa, con gran enfado de Azaña y mayor acierto histórico: «El Presidente de la República Española, luego de quemar sus bellas iglesias, se recrea en la contemplación de la nuestra de St. Denis». C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 432.
El liberalismo del demócrata don Manuel
Es el coronel muy optimista en el asunto del liberalismo de don Manuel y su República. No lo es menos en su respeto por la libertad en general y en particular por la de cultos y conciencia. Éste había empezado su carrera política con uno de los primeros personajes de derecha muertos en Madrid, Melquíades Álvarez, por cierto asesinado en una cárcel del Gobierno de don Manuel sin que, su antiguo subordinado, moviera un dedo para salvarlo.
En las elecciones del año 23, con Melquíades Álvarez, Azaña, compra votos a duro, manda romper urnas, pegar a los componentes de las mesas. C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, págs. 118 y ss. También había militado a las órdenes del conde de Romanones, no se sabe de ningún cacique menos liberal en la historia de España. Y así nos cuentan: en 1913 fue nombrado secretario del Ateneo de Madrid por la candidatura de Romanones. C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 226. Decía Azaña: La República debía servir «para toda la nación... los elementos de la CEDA no tienen títulos políticos para ocupar el Poder, aunque tengan numero en el Parlamento para sostenerse... Una cosa es ingresar en la República, y otra gobernar la República». L'humanitat, 12-1-34. La CEDA, 115 diputados, Azaña, 5. Como se ve su respeto al voto popular era de lo más serio.
No había pasado un mes de la instauración de la República (10-5-31) nos narra el mismo don Manuel: La multitud apaleaba a algunos supuestos derechistas, y a uno «ya caído en el suelo se le acercó un sujeto y le descerrajó un tiro [Una de las clásicas provocaciones de la astuta derecha que nos contará el coronel más adelante. Él estaba en Gobernación a muy pocos metros, con toda la fuerza necesaria para impedirlo o detener a los asesinos. Lo cuenta como una gracieta.]. El agresor se retiró tranquilamente». Azaña, Memorias políticas y de guerra, Afrodisio Aguado, Madrid, págs. 374-375. «Mucho más intolerable se le hizo el voto a la mujer. Era profundamente antifeminista. Estaba siempre en contra de la intervención de la mujer en la vida pública» (1-10-31). C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 210. «Si la pedante Campoamor no se hubiera creído en el caso de romper una caña en pro del voto femenino». M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 115. Azaña (13-10-31): «España ha dejado de ser católica... Tenemos de una parte, la obligación de respetar la libertad de conciencia. pero tenemos también, de otra parte, el deber de poner a salvo la República y el Estado. Borrar todas las obligaciones que tenemos con esa libertad de conciencia. Una reacción explicable y natural. No me vengan a decir que esto es contrario a la libertad, porque esto es una cuestión de salud pública». Si esto lo hubiese dicho la derecha. ¿Qué nos contaría el coronel? ¿Habría palabras?
Pocas veces en un parlamento se habrán pronunciado frases menos democráticas invocando a la libertad. Vulneraba la libertad de conciencia, de asociación y expresión, el derecho de los ciudadanos a elegir su instrucción religiosa. En nombre de la cultura amenazaba la educación de millares de niños y la continuidad de instituciones de enseñanza, alguna muy acreditadas. Concebía el estado como una entidad exclusivamente izquierdista en la tradición jacobina, hostil a la religión mayoritaria.
Martínez Barrio, anticlerical y gran maestre de la masonería manifiesta: «estupor y, luego la indignación. ¿Dónde las pruebas, siquiera los síntomas? Todas las clases sociales aceptaban complacidas los derechos de portazgo, y nadie dejaba de bautizar a sus hijos, ni de casar canónicamente, ni, llegada la hora final, prescindía de enterrarlos en cementerios católicos. Tan solo una minoría, insignificante cuantitativamente, habíamos pasado el Rubicón y colocado nuestra conciencia individual fuera de la Iglesia. ¿Acaso el oscurecimiento de la cultura católica? Era obligado reconocer que el clero regular realizaba una intensa labor seudo científica y pulidamente literaria. Tampoco las evocaciones históricas del señor Azaña tenían poder de convicción. Fueron palabras imprudente, innecesarias y divorciadas de la realidad (refiriéndose a la Constitución), de un manotazo rompía con el propósito de ensayar cualquier política de transacción y de acomodo, y se declaraba por el imperio estricto de las mayorías. Pero nunca ha sido lícita en los Parlamentos la aplicación rigurosa de tales principios». Martínez Barrio, Memorias, Barcelona 1983, págs. 74 y ss.
Durante la República estuvieron siempre en vigor La Ley de Defensa de la República o posteriormente la Ley de Vagos y Maleantes, que tan bien le vino a Franco, sin añadir, ni quitar una coma. Éstas leyes permitían cerrar un periódico por tiempo indefinido: un mes, un año, un siglo, en tanto que estuviese en vigor, que lo estuvieron durante toda la República, a capricho del ministro de Gobernación y con un único recurso ante el mismo ministro. No se podía recurrir, en ningún caso, ante los tribunales de justicia. Naturalmente, como no podía ser menos en el régimen de libertades que era la II República, también se podían incautar las rotativas y desterrar al Sahara al director, a su santa esposa, a un vecino o a quien se le antojase al señor ministro, durante, un mes, un año o un siglo.
Azaña nos lo cuenta muy bien: «29-11-32. Hemos acordado autorizar la reaparición del ABC. Domingo torció el gesto y no debía reaparecer aún; lo mismo Fernando, tengo muy en crisis el concepto político de libertad de imprenta, explico un día; Albornoz, que sentaría mal a los republicanos; Largo también se mostró inclinado a negar la autorización. propuse que se retrasara la autorización. los Luca de Tena están divididos. opinando los más que el periódico debería de cambiar de tono con respecto al Gobierno en contra de Juan Ignacio, director del periódico, que está muy furioso y dispuesto a arruinarse antes de ceder. Los Luca de Tena, sin Juan Ignacio, fueron a ver a Casares, hablaron de la interpelación que tenía anunciada el Partido Radical sobre ello.Casares repuso que acaso el procedimiento fuese malo. Se quedaron espantados, e inmediatamente hicieron que Lerroux desistiera. en este asunto de suspensión de periódicos yo creía que no era útil afrontar un debate más, en el que tendríamos que limitarnos a decir que el ABC no sale porque no queremos que salga. Que esta actitud no es para tomada en la Cortes todos los días, y que ya es bastante con haberlo hecho la semana pasada. Insistir desgasta al Gobierno y puede desgastarme a mí. Mañana saldrá ABC. Veremos lo que hace. Dijo Luca de Tena y se lo repitió a Guzmán (director de periódico amigo de Azaña) que tenía preparado un articulo elogioso para mi discurso de Santander, diciendo que nunca se había tratado en España de esa manera tales cuestiones». M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, págs. 73-75. Habían cerrado cientos de periódicos y posteriormente cerrarían muchos más. 19-2-32. Unamuno, Royo Villanova y varios diputados más, viendo la persecución a los periódicos no gubernamentales, piden en la Cortes que se aplique la ley de Policía e Imprenta de 28-7-83 (Restauración). En diez meses de República había habido más cierres de periódicos que en 60 años de Restauración. (Ver Diario de sesiones de Las Cortes ). Como los periódicos continuaban cerrados, Unamuno, Lerroux, Melquíades Álvarez, Maura, entre otros, el 9-3-32 insisten sin que se les haga el menor caso (Ver Diario de sesiones).
¡Ah! Se me olvidaba, y también podía encerrar y deportar, por un mes, un año, &c. a cualquier súbdito español, todo dependería de lo marchoso que ese día estuviese el ministro. Eso sí sin decirle motivo, lo que indudablemente le daba más emoción democrática y liberal al asunto. «Viene a presentarse el general Goded (10-12-32), que anoche salió de prisiones militares. Entrevista penosa. Está más flaco y de mal color... El 10 de agosto estaba tranquilamente en su casa. le detuvieron, cosa que no le extrañó ni enojó. podían sospechar por su amistad con Sanjurjo. En efecto el juez le dejó libre (según Goded a los tres días), pero el ministro de la Gobernación le ha tenido preso cuatro meses, sin decirle por qué. Está quejoso, porque yo no le he amparado. Se le han causado perjuicios morales y materiales irreparables (me abstengo de decirle que, gracias a mí, no lo han llevado a Villa Cisneros) [Este Azaña era una madre, ¡qué corazón! Y mira que Goded no agradecérselo. ¡Cría hijos!]». M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona, pág. 98.
La policía detiene en Madrid (13-4-32) a un individuo llamado Manuel Lahoz, con mil pesetas y una pistola, después de interrogado es entregado al juez Luis Amado acusado de querer atentar contra Azaña, lo ingresa en la cárcel y al cumplir las setenta y dos horas reglamentarias, lo procesa y lo deja en libertad provisional, al no presentar ninguna prueba la policía y no tener antecedentes penales. El Ministro de la Gobernación le aplica, al juez, la Ley de Defensa de la República, lo arresta dos meses Tuvo suerte pues lo podía haber llevado seis meses al Sahara, ese de día estaba de buenas el ministro.
Recurre el juez al Consejo de Ministros que le deniega el recurso el 26-4-32. Protesta la Unión Nacional de Abogados, el Colegio de Abogados de Madrid, la oposición pide en Congreso que no se pueda castigar a un juez sin formación de causa. En los centros académicos, antes reductos republicanos, la protesta es notoria. El Colegio de Abogados es hostil al Gobierno, la Academia de Jurisprudencia, el Colegio Oficial de Médicos, eligen directivas opuestas al Gobierno. En los Ateneos de Madrid, Sevilla, Alicante, Málaga y Cuenca lo mismo.
El Times de Londres publicaba un artículo (19-4-32) sobre la política que estaba llevando a cabo Azaña. Decía así: «Desde que está en el poder el señor Azaña, no sólo ha hablado claramente, sino que ha obrado con resolución. El secreto de su éxito reside en el hecho de que es en la práctica, aunque no en teoría, casi un dictador. Actuando bajo la Ley de Defensa de la República, puede hacer lo que le plazca... Arresta arbitrariamente a personas que considera peligrosas y suprime periódicos hostiles». En las Cortes (23-11-32) le echan en cara los constantes desafueros cometidos al amparo de la ley de Defensa de la República: Cesantías, expropiaciones, detenciones y deportaciones y le acusan de no respetar la independencia de Poder Judicial. Azaña aclara: «Se pone en peligro la independencia del poder judicial. No ¿Por qué? En primer lugar, yo no sé qué es el poder judicial... pues yo no creo en la independencia del poder judicial... ni el poder judicial, ni el legislativo, ni el ejecutivo pueden ser independientes del. Estado (El señor Alba: Eso lo dijo ya Primo de Rivera). Muy bien pues alguna vez tenía que acertar Primo de Rivera». Pide Gil Robles que se traigan los expedientes de los sancionados. Contesta Azaña: «¡Qué más quisiera Su Señoría que vinieran!». M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, V.II, págs. 487,489. Se dirá el coronel muy razonablemente admirado. ¡Puede haber mayor prueba de liberalidad!
Orden público, naturalmente alterado por la derecha.
Veamos cómo iba el orden público en la República, naturalmente la culpa, como nos asegura con toda certeza el coronel Blanco Escolá, era de la perversa y astuta derecha.
Lo de Casas Viejas (13-1-33) lo salda el coronel, como «un lamentable suceso, convenientemente explotado por la oposición», ¡vamos! Una pijada, con perdón. El lamentable suceso consistió en que, la policía de don Manuel, asesinó a sangre fría, por la noche a 14 campesinos que tenían prisioneros desde el amanecer, muchos de los cuales no habían pegado un solo tiro. Hay quien dice, con cierta razón, que don Manuel animó bastante a sus guardias. 28-2-33: «los capitanes de los guardias de asalto de Madrid han suscrito un acta, en la que afirman que sus jefes les dieron orden de no hacer heridos ni prisioneros en la represión del movimiento del 8 de enero». M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 192.
La Comisión parlamentaria sobre Casas Viejas, que Azaña no había autorizado, presenta las declaraciones de los oficiales implicados y el examen de los telegramas existentes en las Comisarías de los distritos que confirmaban el carácter draconiano de las órdenes: «A todos los que hicieran resistencia a la fuerza pública o se les encontrasen bombas o armas, se disparará contra ellos, sin entregar heridos ni prisioneros» (Declaración del teniente Rivas Artal). «Que matásemos sin compasión a los que hiciesen frente a la fuerza pública, llevasen armas, bombas o explosivos y que no debía haber heridos ni detenidos». Órdenes del coronel Panguas al teniente Álvarez Urruela.«Que de orden del Excmo. Sr. Director general se prevenga a la fuerza que preste servicio en los registros de luz y electricidad que si arrojan alguna bomba y no se detiene al autor y autores o se les da muerte por el que preste el servicio, será declarado cesante en el acto» (Libro de registro del Cuerpo de Seguridad de Madrid, segundo grupo, séptima compañía, 15 enero de 1933).
Manifestó la Comisión que dos oficiales del Ejército estaban dispuestos a deponer para informar sobre las órdenes recibidas. El capitán Bartolomé Barba, que desempeñaba funciones de confianza del mando, había recibido órdenes directamente del ministro de la Guerra (Azaña) y para deponer debía de ser relevado del secreto de su misión. Solicitado al ministro el permiso por vía reglamentaria. Azaña contestó: «que él no autorizaba ni desautorizaba nada, y el capitán vería la responsabilidad que contraía». El capitán declaró: «Ni heridos, ni prisioneros. Los tiros a la barriga». Ver Libro de actas de Las Cortes.
El capitán Rojas fue el que ordenó los asesinatos. Era republicano de primera hora, cuñado del coronel Saravia, secretario personal e íntimo de Azaña, se fue al exilio con él y vivió en su casa de Francia, jefe del «Gabinete Negro», encargado de la reforma militar. Posiblemente era la persona más odiada por sus compañeros de armas, incluso más que el mismo Azaña. Rojas, aunque al principio coaccionado por Azaña, no firmó el acta; posteriormente si lo hizo. Don Manuel comenta el suceso, cita a su ministro Fernando de los Ríos que dice: «lo ocurrido en Casas Viejas es muy necesario, dada la situación del campo andaluz y los antecedentes anarquistas de la provincia de Cádiz. Por su parte (su otro ministro) Largo Caballero declara que mientras dura la refriega, el rigor es inexcusable». M. Azaña, Memorias Políticas, 1931-1933, Grijalbo, Barcelona 1977, págs. 136,139,140,141.
Por su parte dice Azaña en el Congreso (2-2-33): «En Casas Viejas no ha ocurrido, que sepamos, sino lo que tenía que ocurrir». M. Azaña, Obras Completas, II, Crítica, Barcelona, pág. 535. Previamente a los hechos la Fuerza Pública había sido instruida como don Manuel nos asegura: Azaña escribe (11-1-33) un día antes de los asesinatos: «Me llamó por Casares (Ministro de Gobernación). Se me quejó una vez más de que la fuerza pública no procede con bastante energía... no pegan duro. No cumplen las instrucciones que el ministro les ha dado para destruir por la fuerza a los revoltosos. Contemporizan, tantean aguantan los tiros. hablamos de las medidas que convenía tomar para dar ejemplo de severidad y firmeza. Se han mandado muchos guardias con órdenes muy recias. Espera acabarlo esta misma noche». M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, Vol. IV, págs. 130 y ss. A lo que se ve los guardias cumplieron las recias órdenes aconsejadas por Azaña a su ministro. No era la primera vez que Azaña daba ordenes semejantes.
En la revuelta anarquista del 18-1-32 escribe el moderado de don Manuel: «Como Fernando me oyó decir que fusilaría al que cogiese con las armas en la mano, quiso disentir; pero no le dejé, y con mucha brusquedad le repliqué que no estaba dispuesto a que me comiesen la República. Todos los demás ministros aprobaron mi resolución». M. Azaña, Memorias políticas, Grijalbo, Barcelona 1978, pág. 384. El general Batet que mandaba la fuerza no cumplió la orden. Ahí empezaron los problemas de Batet con Azaña, qué fueron muchos. El honrado y heroico general africanista Batet sería fusilado por los nacionales, al oponerse con valor y sin ninguna posibilidad de éxito al Alzamiento en Burgos. Ni una sola cita en las memorias de don Manuel de la heroica muerte del general. Siempre que lo cita es para ponerle verde.
Reforma agraria
Nos pone la Reforma Agraria por las nubes el coronel. Pero la realidad era: 2-10-33. El Instituto de Reforma Agraria solo había instalado a 6.400 familias. E. Malefakis, Reforma Agraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Ariel, Barcelona 1971, pág. 280. Como tantas otras veces antes y después, Azaña había asustado a la clase media sin satisfacer a los trabajadores. Había habido una mala administración en las importaciones de trigo. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 130. De cómo iba la famosa reforma opina un experto, don Manuel, que diría el coronel, supongo que le considerará perito puesto en materia, él mismo se había arruinado en su juventud haciendo de agricultor, señorito agricultor ¡naturalmente!
El primer encargado de la Reforma Agraria fue Fernando de los Ríos, del que Azaña, que lo conocía bien opinaba: «He preguntado a Fernando de los Ríos a cuanto ascendía próximamente la extensión de los bienes de señorío. No se sabe. Esto me ha producido mal efecto, y me ha puesto de mal humor. Después de tantas comisiones, tantos peritos, y después de la actitud suficiente y doctoral. resulta que se ignora una de las bases de lo que vamos a hacer. Claro que también se ignora la cabida total o aproximada de la categoría de las fincas sometidas a expropiación. Me he permitido decirle, que tal como va el proyecto nos apoderaremos de una masa de tierras que no tendremos braceros a quien dárselas, ni dinero ni crédito para que las labren, ni organización administrativa ni técnica para hacer la distribución. Tengo una discusión bastante viva con Fernando, le digo que en Castilla un hombre con trescientas hectáreas dispersas, como suele suceder, no es un gran propietario rico, y que el quitarle una o dos tierras nada resuelve y representa una injusticia». Meses más tarde, conociendo más a su ministro, completaba su opinión: «Fernando había procedido como tonto que es, y que quizá no era todo tontería, sino maldad. M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, IV, págs. 75,76,355. En todas sus memorias no para de ponerle verde, esto lo podrá ratificar el coronel que seguro que las ha leído con suma atención. ¿O no?
Ante el desastre le deja el testigo a otro genio de la agricultura, Marcelino Domingo, que venía de haber hecho el ridículo más tremendo en Educación, del que don Manuel queda encantado de la vida y le cuenta al veraz coronel: «un propósito de Domingo, manifiestamente absurdo, pero que lo retrata. Así es Domingo: ante la dificultad, salir huyendo; no dirigir, no gobernar; mantenerse al capricho de lo fácil, es decir de la inutilidad, del fracaso. ¡Y Domingo pretende realizar la Reforma Agraria, mil veces más difícil que el Estatuto! A estos señores le pasa lo que a Domingo, están desalentados». M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, IV, págs. 437-438. «Con la indecisión de Domingo no se acaba nunca» (12-8-32) M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 26. «Es el resultado de la endeblez de carácter de Domingo, que con tal de quitarse momentáneamente de una dificultad». «Domingo se dejaba aturdir y no acertaba a encarrilar el asunto»; «por no echarle una escandalera a Domingo y abochornarlo delante de todos» (8-9-32). Se refería naturalmente a la reforma de marras. M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, págs. 61-62.
Se crea el Instituto de la Reforma Agraria, decía Azaña (23-10-32): «Ampliado por Domingo hasta 32 individuos, es ridículo y puede hacer fracasar la Reforma Agraria». M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 71. Llevaban año y medio de Reforma. Se presentan los presupuestos de Agricultura: Sorprendieron a todos, apenas se presupuestaba nada para la Reforma Agraria, que estaba paralizada, decía Domingo que no había tenido tiempo. Diario de sesiones, 14-12-32. «Marcelino Domingo. Su desconocimiento de las cosas del campo es total. No sabe ya lo que quiere (si lo ha sabido alguna vez), y está siendo víctima de su poca autoridad, de su timidez y de las intrigas. Desde el Consejo en que nos informó de la Reforma, estoy desconsolado. No harán nada útil, y habiendo producido inquietud y perturbación, ni Domingo ni sus huestes son capaces de hallar para la República la compensación necesaria, atrayéndose masas de campesinos a quienes se dé tierra [Ese era su verdadero y único fin]» (16-3-33). M. Azaña, Los cuadernos robados, Barcelona 1997, págs. 38 y ss; «lo despacio que va la Reforma Agraria. El asunto excede de las fuerzas de Domingo» (23-3-33). M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, IV, pág. 475. «Marcelino. se empeña en conservar la cartera de Agricultura. Le imputan el fracaso de la reforma agraria. Debe de tener una gran confianza en el acierto, o una ceguedad absoluta, porque, en vez de aprovechar la primera ocasión para soltar el fardo, persiste en llevarlo» (6-6-33). M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 337. Ya llevaban más de dos años, mi coronel, y no parecía que la cosa marchaba tan bien como nos cuenta; «en que han gastado tantos meses. ¿Qué puede hacerse? Lo más inasequible del mundo es pedirle a Domingo precisión y detalles de alguna cosa. Su desconocimiento de las cosas del campo es total. Trabaja con una legión de técnicos, juristas, &c., que hasta ahora no han hecho sino escribir y viajar. Puesto en el disparadero me harté de decirle atrocidades, en las que salía mi experiencia de antiguo labrador. Se disponía a comprar ¡cuatro mil pares de mulas! Habiendo en España tantos yunteros que no saben qué hacer con sus yuntas, mi desastrosa impresión nacía de que el ministro no sabia» (6-7-33). M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, págs. 382-383; «estoy desconsolado. No hará nada útil, y habiendo producido inquietud y perturbación. La protesta contra los socialistas aumenta. El desquite de los obreros ha sido inevitable, y en los más de los casos, justo; pero se cometieron abusos. y además se disputan los huesos de una economía rural pobre. la opinión que protesta es muy fuerte. se lo achacan todo a la República. Peligro consiste en que, el día de las elecciones, muchos, por votar contra los socialistas, voten contra la República [Ese seguía siendo el problema y no la reforma que a Azaña nada importaba]». (28-7-33) M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 407.
La «Ley agraria, elaborada con lentitud que la invalidaba antes de nacida en el seno de las organizaciones socialistas, en los distritos campesinos prendió el morbo revolucionario. Hubo muertos y heridos». C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 230.
24-5-34. Gobernaba el centro-derecha desde hacía cinco meses. Se espera la gran cosecha del siglo, la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (PSOE) organiza una huelga a la que se une el PCE. Decía un manifiesto comunista: «No hay otra salida de la situación que la toma del revolucionaria del Poder por la lucha insurreccional victoriosa». Otro socialista: «hay que prender fuego a las cosechas de los más opulentos. Hay que quemar máquina y aperos. Si nos derrotan por vuestra torpeza, moriréis bocitos y los vuestros de hambre. Pues ya que vais a morir, peleando o no, ¿qué os importa matar a quien os va causar la muerte? ¿Qué os importa destrozar lo que no es hoy ni será nunca vuestro? Vamos a por la conquista de la jornada de 6 horas, incluido el tiempo para ir y venir de los tajos; por la prohibición del uso de las máquinas por la toma y reparto. Entre los obreros agrícolas de todas las tierras comarcales, del Estado, del señorío, de la Nobleza, de la Iglesia y de los ricos».
La huelga se declara ilegal el día 30, por su carácter revolucionario. Hay un acuerdo entre comunistas, CNT y UGT: «es de absoluta necesidad actuar con violencia desde el primer momento.debe incendiarse toda cosecha donde se trabaje, llegando a la agresión personal con los trabajadores, en caso de que estos fueran protegidos por la fuerza pública. cogerlos aisladamente después del trabajo para impedirles que vuelvan a trabajar más». R. Salazar Alonso, Bajo el signo de la revolución, San Martín, Madrid 1935, pág. 161.
El 5-6-34 empieza la huelga. Los diputados socialistas de cada provincia la dirigen. El Gobierno actúa con energía. Hubo desordenes e incendios de maquinaría y cosechas en pueblos de Badajoz, Sevilla, Jaén, Ciudad Real, Toledo, Murcia y Málaga. Margarita Nelken (PSOE) decía en las Cortes (7-6-34): «A los propietarios de Jaén o de Sevilla que se han atrevido a sacar las máquinas al campo les han sido quemadas las máquinas o sus propietarios han sido muertos. (un diputado: «asesinados») Muy bien: asesinados; como asesina también la Guardia Civil. hay muchos muertos. (el mismo diputado: «asesinados») Llámelos como SS. quiera. ¡Al fin y al cabo, a mi no me va a dar miedo!». A pesar de los socialistas la huelga declinó pronto, solo seguía en Badajoz y Jaén. Hay varios asesinatos, incendios de cortijos, maquinaria y cosechas, el Gobierno pretende declarar el «estado de guerra» a lo que se opone Alcalá Zamora. N. Alcalá Zamora, Memorias, Planeta, Barcelona 1998, 8-6-34.
El 9 finaliza la huelga en fracaso, así lo reconocen las JJSS en Octubre, Informe de la Comisión Ejecutiva de la Federación Nacional de JJSS, págs. 49-51. El fracaso de está huelga supuso el fracaso de otras en el futuro, al haber perdido los campesinos su fe en el PSOE. Pienso que está bastante claro el asunto de la Reforma Agraria, que nunca fue, en la que tampoco pusieron demasiado entusiasmo las derecha, aunque infinitamente más que la izquierda. Nada parecido a lo que el coronel nos quiere encajar con tanto empeño. De todas maneras nunca había sido Azaña un entusiasta de la Reforma, así el nada sospechoso de fascismo, Ramos Oliveira, nos cuenta 17-7-31: Solo en esa fecha habla Azaña de la reforma agraria y no es por su interés para la nación sino con la conexión que guarda con el orden público, la amenaza de hambre y la perturbación social. «En vano se buscará un discurso sobre la cuestión agraria en los tres voluminosos tomos de oraciones políticas de Azaña. El problema del campo no llegó nunca a constituir en la política republicana una aspiración nacional o preocupación primordial de todos los partidos del régimen». A. Ramos Oliveira, Historia de España, Compañía general de ediciones, México 1952, pág. 94.
Nos dice el coronel que la «legislación laboral y la reforma agraria fueron anuladas» durante el Gobierno de centro-derecha, «Bienio negro». Nada menos cierto y él sabe que miente o debería de saberlo. 18-1-34. La CEDA, llevaba menos de un mes apoyando al Gobierno, presenta una proposición de ley pidiendo la creación, con carácter obligatorio, del seguro de paro normal involuntario. Contribuirían al fondo los obreros con el 1,5% de su salario, los patronos con el 2% y el Estado con el 50% de las prestaciones de patronos y obreros. Se consignaría una partida de 100 millones de pesetas. en el próximo presupuesto, nunca se había hecho nada perecido en el bienio anterior, el excelente que dice el coronel. Se proponía también la creación de una Comisaría contra el paro en el Ministerio de Trabajo. Presento la proposición Fernández Ladreda (militar, asturiano y de la CEDA). La única ley derogada por el Gobierno (24-5-34) fue la de Términos Municipales por. Ésta absurda ley, redactada por Largo Caballero, impedía a los obreros de un término municipal trabajar en otro, aunque no hubiese obreros suficientes, lo cual era demencial.
Payne, Fusi, conocidos prorrepublicanos y otros, nos ilustran: En este «Bienio Negro» la renta per cápita subió de 1.022 a 1.055 pesetas, en los años anteriores bajo el mando de Azaña había descendido. Hasta el 33 la inversión privada descendió fuertemente, en este bienio se recupera la confianza, se fundan más empresas, crece la producción industrial y el comercio exterior. 1935 fue el mejor año de la República. Los sueldos no cayeron, en algunos casos crecieron. El número de fallecidos por hambre que en el 33 alcanzó su ápice con 260, duplicando las del 31, descendió en el 35 que hubo 239. La mortalidad general descendió (10.000 menos que en el 33). S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, págs. 182-183 y 270; J. P. Fusi y J. Palafox, España, pág. 280; Movimiento natural de la población, 1931 a 1935.
Los presupuestos para la enseñanza aumentaron. El primer bienio 577 millones, este 685. El porcentaje en los presupuestos pasó de 6,6% en el 33 a 7,08% en el 34. La construcción de escuelas no varió, 5.000 en cada bienio. Se recuperó en parte la enseñanza religiosa. No se abolió la reforma agraria, mejorando el tamaño de las parcelas. Los presupuestos militares descendieron, 693 millones el 33, 596 en el 35. S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, págs. 111-112; R. Salas Larrazabal, Los datos exactos de la guerra civil, Drácena, Madrid 1980, pág. 249. P. Preston, La destrucción de la democracia en España, Turner, Madrid 1978, pág. 260.
En orden público: primer bienio por razones políticas 203 muertos, bienio negro 72. En la mayor parte de los casos en disturbios organizados por la izquierda o atentados del mismo origen. S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, pág. 404. En el bienio negro disminuyó el paro. El triunfo del Frente Popular en el 36 supuso la vuelta a la situación del 33. La bolsa bajó, disminuyó la producción, hasta en la agricultura, que en el 33 se había mantenido, aumentó el paro hasta los 800.000. H. Thomas [otro casposo fascista], La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 213-214. Y por fin nos cuenta un republicano convencido: Al llegar Lerroux al poder triplicó, en 1934, los asentamientos de colonos del bienio anterior, aumentando el tamaño de las parcelas. E. Malefakis, Reforma Agraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Ariel, Barcelona 1971, págs. 396-397.
Nos dice en muchas partes de su librito el coronel, que Azaña había hecho grandes cosas, una importantísima la reforma militar. El pobre Azaña lo único que hizo fue envidiar a todos los intelectuales de la época, insultar a todos sus amigos, sembrar el odio y el resentimiento en las almas de todos, como hace nuestro coronel, amigos y enemigos, y recoger una guerra civil, que esperemos que esta vez no se les logre.
Reforma militar
El concepto que del Ejercito tenía don Manuel, era conocido desde hacía tiempo, así, con gran satisfacción del coronel y con su total acuerdo, supongo, decía (15-10-18): «Acabado el Ejército permanente terminaría el régimen hospitalario de las Academias Militares, donde una clase media anémica asila a sus hijos y huérfanos en lugar de lanzarlos a la concurrencia social». M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, vol. I, pág. 263. Es de suponer que nuestro coronel, procedente de una clase media anémica, se vea perfectamente reflejado en la definición de nuestro ferviente admirador, le felicito. Y tenga mucho que reprochar a su padre, me dicen oficial del Ejército franquista, por haberle asilado en lugar de lanzarle a la concurrencia social. «Se había rodeado el ministro de la Guerra... La República tenía en el ejército menos enemigos que Azaña, y éste a su vez bastantes menos que su funesto gabinete particular. fanáticos, sectarios o rencorosos y perseguidores que hicieron al régimen y al presidente del Gobierno un daño enorme». Así se expresa el primer Presidente de la República, N. Alcalá Zamora, Memorias, Planeta, Barcelona 1998, págs. 261-262. De la reforma decía el nada franquista Madariaga: Azaña impuso sus decisiones «en una serie de hechos y medidas que, a pesar de tocar la carne viva de sus intereses y privilegios, permanecían ocultos en el secreto, hasta que los militares se enteraban en la prensa. Así se fueron infringiendo una serie de heridas morales que le causaron quizá más resentimiento todavía que el perjuicio material que implicaba», S. Madariaga, España, Buenos Aires 1942, pág. 489.
Opinaban los militares más preparados como lo hacía Madariaga. Mola criticaba la reforma: Reconocía la mala organización del Ejército, como lo hacía la mayoría de los militares, y que ningún gobernante español contó con los medios y el ambiente de Azaña para solucionarlo. «Sin embargo nadie como Azaña hizo más para destruir lo bueno y acrecentar lo malo. En escaso tiempo destrozó el Ejército, dejándolo reducido a una piltrafa. en la tarea le ayudaron unos cuantos individuos que vestían el uniforme militar. Medidas encaminadas a separar del Ejercito a generales competentes, jefes dignos y oficiales pundonorosos por el solo hecho de haberse negado a colaborar con la revolución. Se creo el Gabinete Militar (Gabinete Negro) que creó los Comités de Destinos, en las guarniciones, casi todos ellos cayeron en manos de los más indeseables, llevando a cabo las más ruines venganzas. Se renovaron todos los mandos con notoria vejación por este gabinete». E. Mola, El pasado, Azaña y el porvenir, Santaren, Valladolid, cap. II y III. Vigón coincidía con Mola: «Trituró al Ejercito, su labor fue anárquica y de indisciplina, desprecio de los valores morales», «encumbramiento de indeseables», «tolerar con complacencia y hasta llegar a favorecer los ataques más denigrantes contra el cuerpo de oficiales, de la parcialidad y del favor que imperaron en la elección de personas para cargos y destinos; de estimular servicios inadecuados e inconfesables; de las vejaciones que se hizo a militares de todas las categorías por esbirros al servicio de los gobernantes; de anteponer al ideal nacional o puramente militar el partidista». J. Vigón, Milicia y Política. IEP, Madrid 1947.
De los resultados de la magnifica reforma militar nos cuenta el mismo coronel Blanco (pág. 153): «En el verano de 1936, las Fuerzas Armadas apenas contaban con municiones para un día de combate y carecían además de carros, cañones contracarro y antiaéreos, aviones modernos». Naturalmente la culpa la tenían reaccionarios generales africanistas, como muy bien nos explica. Casualmente era Azaña el que había gobernado y sido Ministro de la Guerra la mayor parte del tiempo en la República, según nos cuenta trabajando muy bien e incasablemente en la reforma militar, con el aplauso de toda la gente inteligente del país. De 64 meses que había durado nuestra lamentable II República, 26 habían gobernado el centro-derecha, la derecha sola nunca. No hay constancia que estos en esos meses se quemase material de guerra, ni se regalase. Quiere decir esto, que sí la cosa militar estaba como estaba, que lo estaba, la única culpa era el desastre de la reforma de Azaña y por tanto del mismo don Manuel.
Nos asegura el coronel que la República fue recibida con hostilidad por los militares, nada más falso. Casi nadie en España, y menos los militares, echaban en falta al Rey después de su comportamiento ruin con Primo de Rivera y su vergonzosa huída dejando a su mujer e hijos en Palacio haciendo las maletas. La Monarquía había caído, lo dijo José Antonio: como una cáscara vacía y sin que ni un pelotón de Alabarderos se prestase a defenderla. El mismo Azaña afirmaba en las Cortes (2-12-31): «La República es obedecida por todos y dentro del ejercito con mayor devoción y con mayor abnegación, porque quizás dentro del ejercito estén las personas que han tenido que mutilar más sentimientos íntimos y más obligaciones anteriores. Esto, lejos de ser una tacha para los que tal hacen, es un motivo de respeto. La mayor iniquidad que se puede cometer con una persona es motejarla ahora que sus deberes, en cierto sentido, han cambiado, por haber cumplido puntualmente los antiguos». M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, Vol. II, pág. 96.
Pena es que se pasase todo esto por el forro de sus caprichos, liberales naturalmente, y persiguiese con saña a los militares de más prestigio, por haber cumplido sus deberes anteriores, siempre que no le adulasen con toda su alma. La hostilidad vendría mucho después y sus muchos motivos habría: Azaña además de colocar en los puestos principales del Ejército a sus conmilitones, aunque fuesen los de menos prestigio, hizo todo lo que pudo para humillar a los militares. Lo advertía Franco (23-6-36), que escribe a Casares Quiroga: Le exponía su preocupación por la división entre los militares, reflejo de la de la nación. Protestaba por el «favoritismo en los destinos, siempre a los menos preparados. Le advertía del peligro que esto suponía». JA. Ansaldo, ¿Para qué? (De Alfonso XIII a Juan III), Buenos Aires 1951, pág. 42. Decía Azaña: «desgraciadamente, salvo honrosas excepciones, entre los militares republicanos no hay más que botarates. Los inteligentes son todos de antecedentes monárquicos». J. S. Vidarte, El bienio negro, pág. 214. Azaña, Memorias. V. I, pág. 121. No obstante, todos los mandos importantes eran republicanos.
Se sanciona a los militares retirados (1-3-32). Se discute la ley por la que: «Art. 2º. Los generales y oficiales. podrán ser, mediante decreto del Gobierno, dados de baja [Por supuesto todo esto a capricho de Azaña, y sin posibilidad de recurrir a tribunal ninguno], temporal o perpetuamente, en las nóminas que acrediten sus haberes pasivos». Comentaba Azaña del artículo: «la República, que es pobre, no puede permitirse el lujo de costear la vida de sus enemigos. Esto puede que no sea una cosa jurídica [Su respeto a la ley era evidente], pero es de un sentido común tan fulgurante que me deslumbra». Antes Maura le había dicho de 5.000 familias que iban a vivir angustiadas por ese motivo, Azaña le responde: «¡Admirable! ¿Qué cosa mejor que la presión de esas familias sobre sus respectivos padres para que se estén quietos? [Ya supongo que estas cosas al coronel le parecerán de perlas, pero a los militares decentes de antes y de ahora no nos gustan nada, es de suponer que tampoco a los médicos decentes, ni a los fontaneros decentes, ni a las camareras decentes, &c., nada más que a gente como él. Ahora a eso se le llama terrorismo. Es lo que hace la ETA, pero con la ventaja moral para ésta, que no lo hace desde el Poder y corre riesgo al hacerlo.]». M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, tomo II, págs. 173 y ss. «He tenido algunas cosas divertidas. vino a visitarme el Consorcio de la Banca privada. a pedirme que hiciera algunas declaraciones sobre el orden público... les dije que no me daba la gana hacer declaraciones sobre nada, y que debían dar cuarenta mil duros para los inundados de Sevilla, para impedir que quemaran algún banco. Se quedaron de piedra, y han soltado los 40.000 duritos. Con estas y otras mil cosas se divierte uno un poquito. Yo no digo nada, me rasco la barba». Carta de Azaña a Rivas Cherif (21-3-36) en C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, págs. 668-670. Esto era lo que hacía Al Capone, pero con mayor fuerza moral, por las circunstancias antes dichas.
Era don Manuel muy aficionado a estas cosas, así el mismo nos cuentaba satisfecho: 14-4-33. Va de viaje y llega a Antequera: «El alcalde es radical. Cuando propaló. que iba a caer el Gobierno, el alcalde mandó preparar cohetes. Enterados los republicanos y socialistas. hicieron correr, en secreto, el rumor de que cuando sonase la música y se oyesen los cohetes sería señal de que don Manuel Azaña había dado permiso para que durante veinticuatro horas cada cual hiciese en el pueblo lo que le diese la gana. El rumor secreto no tardó en llegar al alcalde, y aterrado, mandó echar los cohetes en un charco». M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 234. Así funcionaba el orden público de don Manuel. Nadie dudaba que la situación podría darse.
Nos explicaba muy bien el coronel que los militares africanistas, esto es los reaccionarios (pág. 49), eran unas calamidades, y los otros, los suyos, un dechado de virtudes castrenses. Ya nos había ilustrado don Manuel de los botarates que eran los admirados militares del coronel. Nos cuenta de la ultraderechista UME, pero a ella pertenecía sus admirados militares Vicente Rojo y Miaja. 30-7-32 El Socialista, órgano oficial del PSOE escribe: «habíamos creído, hasta ahora, que eran los jefes y oficiales quienes más necesitaban de los psiquiatras. Pregonemos nuestro orgullo: tenemos médicos para los soldados y médicos para los jefes, cada uno de ellos especialmente capacitado para sus funciones respectivas. A veces, sin embargo, el médico de un capitán, especializado en capitanes y preparado para vigilar la salud de los capitanes, se ha visto en el caso de tener que asistir de parto a la señora de un capitán. ¡Terrible conflicto!, porque, por muy psiquiatra que el médico sea, no había previsto que los capitanes pudieran llegar a estos trances. En estos casos debería establecerse una competencia de jurisdicción entre el médico de los jefes y el médico de los soldados. En definitiva, tendría que intervenir este último, porque podría demostrarse que la culpa de todo era del asistente». Azaña que tantos periódicos cerró a éste ni siquiera le amonestó. Gracioso ¿verdad coronel?
Nos habla mucho, aburre un poco, de los «generales africanistas», los que no eran botarates según don Manuel, los que habían hecho su carrera en África. Generales africanistas en España eran todos, en el siglo XX fue la única guerra que había tenido España y los generales que no son cobardes van a las guerras, sobre todo antes de serlo. Aunque el coronel no sea partidario, Por cierto, todos los generales ingleses eran africanistas o asistas o las dos cosas a la vez, Churchil lo era mientras fue militar, Montgomery lo fue, sus guerras habían sido en África y en Asia. A los franceses les pasaba lo mismo y a todos los países con colonias. ¿Qué cosa más rara, no? De todas maneras oculta, con sumo cuidado el coronel, que fueron muy pocos los generales sublevados el 18 de Julio. De 24 generales de División, 20 fueron rojos, 4 nacionales.
De 116 generales de Brigada, 100 fueron rojos, 16 nacionales. Coroneles y Tte. coroneles, 2/3 fueron rojos, 1/3 nacionales. Comandantes, 1/2 rojos, 1/2 nacionales.
Oficiales y suboficiales (los más próximos al soldado, ¿pueblo?), la mayoría nacionales. Como se ve los que menos habían estado en la guerra del Rif, los menos africanistas, los más jóvenes, eran los que más se sublevaban con más ganas. Todos los jefes de División, máximo grado en el Ejército de la época, eran republicanos el 18 de Julio, solo Cabanellas, el general que más había conspirado para traer la República, en Zaragoza jefe de la 5ª División estaba con Mola. En general los altos mandos estaban con el Gobierno y los jóvenes con los conspiradores. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 200. De todas maneras al coronel no se le puede hacer mucho caso.
Dice en su librito (pág. 60) que Mola para nada era republicano, en el mismo librito (pág. 63) avisa, arriesgándose a que estos no participasen en el Alzamiento, a monárquicos y requetés, el 5-6-36 que se compromete «durante su gestión a no cambiar el régimen republicano». No era republicano pero lo disimulaba la mar de bien. Escribe con toda falsedad que los católicos se opusieron también a la República. Lo único cierto es, que con el beneplácito de don Manuel que no hace nada por evitarlo, al mes escaso de la proclamación de la República se incendian más de quinientas iglesias en España. Los católicos, sólo protestan de forma muy moderada en sus periódicos y nunca en la calle de forma violenta.
Bienio Restaurador (Negro) fue un desastre
Nos habla del bienio Restaurador (Negro) que fue un desastre. Sin embargo Payne, Fusi y otros nos ilustran: En este «Bienio Negro» la renta per cápita subió de 1.022 a 1.055 pts, en los años anteriores bajo el mando de Azaña había descendido. Hasta el 33 la inversión privada descendió fuertemente, en este bienio se recupera la confianza, se fundan más empresas, crece la producción industrial y el comercio exterior. 1935 fue el mejor año de la República. Los sueldos no cayeron, en algunos casos crecieron. El número de fallecidos por hambre que en el 33 alcanzó su ápice con 260, duplicando las del 31, descendió en el 35 que hubo 239. La mortalidad general descendió (10.000 menos que en el 33). S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, págs. 182-183, 270. J. P. Fusi y J. Palafox, España, pág. 280. Movimiento natural de la población, 1931 a 1935. Los presupuestos para la enseñanza aumentaron mucho. El primer bienio 577 millones, este 685. El porcentaje en los presupuestos pasó de 6.6% en el 33 a 7.08% en el 34. La construcción de escuelas no varió, 5.000 en cada bienio. Se recuperó en parte la enseñanza religiosa. No se abolió la reforma agraria. Se triplicó el número de asentamiento de colonos que en la era azañista, mejorando el tamaño de las parcelas. Los presupuestos militares descendieron, 693 millones el 33, 596 en el 35. S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, págs. 111-112. R. Salas Larrazabal, Los datos exactos de la guerra civil, Drácena, Madrid 1980, pág. 249. P. Preston, La destrucción de la democracia en España, Turner, Madrid 1978, pág. 260. En orden público: primer bienio por razones políticas 203 muertos, bienio negro 72. En la mayor parte de los casos en disturbios organizados por la izquierda o atentados del mismo origen. S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, pág. 404. «Y es cierto que una de las deficiencias de la Restauración había sido su escasa atención a la instrucción pública y que, en ese sentido, los republicanos hicieron un esfuerzo indudable. Los recursos dedicados a instrucción pública (577 millones de pesetas en el primer bienio), aunque mayores que antes, seguían siendo mediocres, manteniéndose proporcionalmente entre los más bajos de Europa, como señala S. Payne (se construyeron algo más de 5.000 escuelas no las 13.000 de la propaganda). Otro fallo fue la improvisación de miles de maestros mediante cursillos demasiado rápidos. Esos maestros eran a menudo menos expertos que politizados, y concebían su tarea como una especie de adoctrinamiento en sentido izquierdista. Un tercer error, producto del sectarismo, y que neutralizaba en buena medida los otros avances, fue la prohibición de la enseñanza a las órdenes religiosas, obstaculizando o cerrando centros de gran solera y prestigio, como el único centro español dedicado a la enseñanza de las ciencias económicas, en la universidad de Deusto. Con todo esto, está claro que la tan elogiada revolución cultural de la república no pasa de ser una entelequia. En cuanto al segundo bienio, de centro derecha, también tradicionalmente motejado de oscurantista, aumentó notablemente los presupuestos de enseñanza, que pasaron a 685 millones, y la construcción de escuelas continuó prácticamente al mismo ritmo». Pío Moa, «La izquierda y la cultura», en «Ideas», suplemento de Libertad Digital, 14-2-2003. Al llegar Lerroux al poder triplicó, en 1934, los asentamientos de colonos del bienio anterior. E. Malefakis, Reforma Agraria y revolución campesina en la España del siglo XX, Ariel, Barcelona 1971, págs. 396-7. En el bienio negro disminuyó el paro. El triunfo del Frente Popular en el 36 supuso la vuelta a la situación del 33. La bolsa bajó, disminuyó la producción, hasta en la agricultura, que en el 33 se había mantenido, aumentó el paro hasta los 800.000. H. Thomas, [otro casposo fascista] La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 213-214.
Golpe de estado fascista de la CEDA
Asegura el coronel con evidente frescura (págs. 42-45) que las derechas «posiblemente aspiraban a derribar (la República) mediante un golpe de estado ejecutado desde el poder». Querían imitar lo sucedido en Alemania y Austria. Y «se negaban a reconocer la República». Lo segundo es evidente que estaban en su derecho, como los republicanos estaban en el suyo de no reconocer la Monarquía. ¿o no coronel? ¿Metieron a alguien en la cárcel por ello en Restauración o Dictadura? Y lo primero hay que tener cara para suponerlo. Ya lo decía gente seria.
Madariaga (antifranquista, exiliado en Inglaterra desde el 18 de Julio): «si Gil Robles hubiera tenido la menor intención de destruir la Constitución del 31 por la violencia, ¿qué mejor ocasión que la que le proporcionaron sus adversarios alzándose contra la misma Constitución en octubre del 34, precisamente cuando él, desde el poder, pudo como reacción haberse declarado en dictadura? Lejos de haber demostrado en los hechos apego al fascismo y desapego al parlamentarismo, Gil Robles salió de esta crisis convicto y confeso parlamentario». S. de Madariaga, España, Madrid, Espasa Calpe,1979, pág. 362. No fueron prohibidos los partidos rebeldes, ni siquiera momentáneamente, el estatuto catalán quedó suspendido, no abolido. Raros fascistas estos que además permitieron, un año después, elecciones libres que perdieron, y no aplastaron a los revolucionarios a pesar de tener el Ejército, la Policía y la razón a su favor. Extraños fascistas ¡Ciertamente!
Revolución 34 y represión en Asturias
Desde la pérdida de las elecciones en noviembre del 33, para ocultar el desastre que había sido su gobierno en todos los aspectos, sobre todo en el agrícola, donde en la Reforma Agraria de la que habían hecho muy poco y lo poco estaba paralizado, los partidos de izquierda organizan huelgas absurdas, pidiendo cosas inconcebibles, para llevar a la ruina a los patronos y así crear la pobreza y con ella situación necesaria para la revolución que ya preparaban fuese un éxito. En marzo del 34 El PSOE ya esta en la preparación de la revolución, las JJSS haciendo toda clase de huelgas, atentados, motines y toda clase de barbaridades. Besteiro intenta parar la locura, pero es rebasado por todas las partes y se retira.
Nos cuenta el Folleto «Octubre», Informe de C. Hernández Zancajo, presidente de la Comisión Ejecutiva de la Federación Nacional de JJSS, Editorial Renovación, Madrid 1938, pág. 84: Largo va a Barcelona a fines de febrero para organizar las «Alianzas Obreras» para la conquista del Poder. Compuesta por los socialistas, la UGT, Bloque Obrero y Campesino (comunistas trostkistas), sindicatos autónomos, rabassaires y la Unión Socialista de Cataluña (USC). Nos cuenta el coronel de lo poco partidario que era don Manuel de los golpes de estado Efectivamente de los golpes de estado que no tuviese ninguna posibilidad de ganar él, como sucedía, al principio, en el del 34.
Sin embargo don Manuel había participado en la organización del sangriento golpe de diciembre del 30. Y había seguido: La izquierda (entre ellos Azaña) no aceptó el resultado de las urnas (19-11-33), intrigó con Martínez Barrio para impedir la reunión de la nuevas Cortes, pretendiendo formar otro gobierno y convocar nuevos comicios.
Martínez Barrio, aunque de su cuerda, rechazó las propuestas de golpe de estado: «Yo sé que las inspiran altos móviles, pero, en puridad de verdad, no servirían para otra cosa que para acumular dificultades». D. Martínez Barrio, Memorias, Barcelona 1983, pág. 212. Carlos Seco Serrano, académico de la Historia: «Azaña llevó su intransigencia, a la hora de la verdad, hasta negar practícamele la democracia de la que él se creía máxima encarnación. Ocurrió esto en 1933, cuando, en unas elecciones efectuadas con absoluta pulcritud por Martínez Barrio, presidente entonces del Gobierno y hombre de intachable ideología izquierdista, triunfaron las formaciones de centro y derecha. La reacción de Azaña resulta inconcebible: se apresuró a entrevistarse con Martínez Barrio para exigirle nada menos que esto: dar por no celebradas las elecciones –disolver la nueva Cámara antes de que se reuniese–; formar un nuevo Gobierno de izquierdas rabiosas, que ofreciera garantías; y llevar a cabo un nuevo proceso electoral que debía restablecer la antigua mayoría. Se trataba de un pucherazo de tal magnitud que jamás lo hubiera intentado, con todas sus corruptelas electorales, el antiguo régimen. Martínez Barrio se negó». «El mito azañista», en El País, 21-4-97. Alcalá Zamora (19-11-33): «Nada menos que tres golpes de estado se me aconsejaron en 20 días. El primero a cargo de Botella (radical socialista), el ministro de Justicia, quién propuso la firma de un decreto anulando las elecciones hechas. Inmediatamente después propuso Gordón Ordás (radical socialista), ministro de Industria, que disolviese las nuevas Cortes... Pocos días más tarde Azaña, Casares y Marcelino Domingo». Alcalá Zamora, Memorias, págs. 260. 7-7-34. Alcalá Zamora escribe en su Dietario, como consecuencia de una visita de Martínez Barrio enviado por los conjurados, que pretendían de manera ilegal tirar al Gobierno Samper: «se presentó como embajador más que como socio de Azaña, Sánchez Román y Maura... Venían, nada menos, a que yo matase a las Cortes por la espalda, provocando una crisis a gusto de ellos... nada me pudo replicar cuando le pregunté el juicio que le merecería tal conducta, trocada la situación de los partidos... Al verme opuesto a lanzar fuera del régimen a la mitad larga de la Cámara y del país, me dijo que tenía razón en todos mis reparos y repulsas y que así se lo había dicho él a los otros señores que le enviaban pero que éstos le habían convencido con el argumento de que lo razonable y prudente no rige en las horas extraordinarias y catastróficas... habló de un golpe de Estado , con cuyo fantasma intentan asustarme... hace un mes... le he dicho que contra mi es difícil dar un golpe de Estado, y, conmigo, imposible, como lo evidencia la negativa a todo lo que me proponen estos señores, incluso hoy mismo... la entrevista de una hora y veinte minutos, terminó bien, rogándole encarecidamente, por la República y por España, que él y su partido... no se dejasen arrebatar por el apetito sin freno ni reparo en los medios de quien no saben o no pueden vivir en la oposición». Alcalá Zamora, Memorias, pág. 382.
Confirma el conocimiento del golpe por parte de Azaña, el comandante Pérez Salas partidario acérrimo suyo, que estuvo con Dencàs la noche del 6 de octubre, junto con Arturo Menéndez comandante, director general de Seguridad que ordenó la matanza de Casas Viejas en el gobierno de Azaña. Pérez dice en su libro Guerra en España que Azaña preparaba un golpe con base en Barcelona: «Se daría a conocer al pueblo el nuevo Gobierno, habría de estallar una huelga general, como adhesión al nuevo Gobierno». Sin embargo «no existió completo acuerdo entre os partidarios ni entre las personas que habían de formar el Gobierno por lo que Azaña desistió». Acta de la reunión conjunta de las ejecutivas del PSOE y la UGT del 2-7-34.. J. Pérez Salas, Guerra de España, México 1947, págs. 67-68. Azaña el 1-6-34 había dicho: «Cataluña es el único poder republicano que hay en pie en la península. vamos a situarnos en la misma situación de ánimo en que estábamos frente al régimen español el año 1931"». «Unas gotas de sangre generosa regaron el suelo de la República y la República fructificó. Antes que la República convertida en sayones del fascismo o del monarquismo... preferimos cualquier catástrofe, aunque nos toque perder». Parlamento, Diario de Sesiones, 5-5-36. Dencás, El 6 de octubre, pág. 45. Azaña, Mi rebelión en Barcelona, pág. 35, y M. Azaña, Memorias políticas y de guerra, Afrodisio Aguado, Madrid, tomo II, pág. 131. El socialista, 3-7-34. J. Pérez Salas (rojo), La Guerra de España, págs. 67-68. Largo Caballero, Escritos, págs. 111-116. 23-7.34. «A continuación vendrá lo de irse al cuerno. Nos reunimos el día 14, como te dije, tres insignes repúblicos, tres sociales (entre ellos Don Paco [Largo Caballero] y Lluí). Después de explicarles mis propósitos y de invitarles a la acción común, Don Paco nos dijo. que un comité (el del Partido y el de la UGT) habían acordado no colaborar con los republicanos, ni para la paz ni para la guerra, porque ellos van a hacer solos la revolución de las que solo es garantía su presencia exclusiva en el Poder. Lluí habló, ofreciendo todo apoyo para una acción común. No sirvió de nada. Largo nos dijo que su conversación con nosotros les perjudicaba moral y materialmente, si fuese conocida. De modo que por ese lado nada. El periódico de las juventudes socialistas dice en su último número que en cuanto hagan la revolución fusilaran a los republicanos de izquierda, que son el mayor peligro. El Socialista. deja ver el desacuerdo, y más aun la enemistad». Carta de Azaña a Rivas Cherif.
En el Cuaderno de la Pobleta refiere el haber hablado, en vano, con lideres socialistas y de Esquerra para «un acuerdo sobre un plan común». El acta de una reunión del PSOE y UGT, de 2-7-34, Azaña a través de Prieto pregunta si colaborarían en la acción (la suya). Prieto y otros defendieron un gobierno socialista-republicano, pero quedaron en minoría. Largo Caballero se lo comunicó a Azaña: «por cierto que a este no le agradó nada la contestación. Preguntó que si se constituía un Gobierno republicano, cual sería la conducta del PSOE; se le contestó que dependería de la conducta que observase el Gobierno». Largo Caballero, Escritos de la República, Madrid, Fundación Pablo Iglesias 1985, págs. 111-116. Hoy caben pocas dudas de la implicación de Azaña y otros republicanos, al menos hasta el mes de julio, en aquellos preparativos, como lo demuestra la documentación socialista, a cuyos dirigentes acudió aquél para pedir colaboración en un golpe de estado que impondría un gobierno de izquierdas desde Barcelona. El PSOE rechazó el plan, pues no pensaba en un golpe de tipo burgués, sino en una revolución proletaria. Alcalá Zamora nos cuenta (15-6-34): «Azaña habla de retirarse con Casares Quiroga y constituir en Cataluña un Gobierno provisional. Todo esto porque yo no me sometía a cambiar Cortes y Gobierno. Tanta demencia, aun en los más sensatos, aconseja estar prevenido. La amargura que producen esta gentes impulsa a marcharse». N. Alcalá-Zamora, Memorias, Planeta, Barcelona 1998, pág. 15.
A pesar de todo afirma el coronel (pág. 44), que no había ningún indicio del apoyo de Azaña al golpe y que después de una persecución tenaz con acusaciones falsas de las fuerzas reaccionarias fue puesto en libertad. La verdad es que fue juzgado por el Tribunal Supremo, un tribunal compuesto de siete magistrados de los que cinco los había nombrado él. Y naturalmente, dada la arbitrariedad de los nombramientos de Azaña, salió absuelto. Recordemos a don Jerónimo González: «su compañero en la Dirección de Registros, don Jerónimo González. Éste. nada republicano, que durante la Dictadura había sido agregado por Primo de Rivera para asesorar en la formación del partido único UP (Unión Patriótica), fue recompensado al triunfar la República, pasando a presidir la sala primera de lo civil del Tribunal Supremo». N. Alcalá-Zamora, Memorias, Planeta, Barcelona 1998, págs. 177-180. Todos sus méritos eran que había falsificado un documento, para que Azaña, a raíz del sangriento golpe de Jaca, pudiese seguir cobrando su paga de funcionario mientras estaba escondido. Nos cuenta que fue encarcelado en el barco prisión Ciudad de Cádiz no fue así. Lo fue en el Uruguay donde estuvo, tratado con toda consideración, consideración que él nunca tuvo con sus prisioneros más ilustres: Melquíades Álvarez, su antiguo jefe político, que sería asesinado; Sanjurjo, el general que trajo la Republica, que sería condenado a muerte en Consejo de Guerra sumarísimo estando España en paz, aunque indultado, la condena le obligó Azaña a cumplirla en una prisión normal y no en la militar como le correspondía, se le obligó a vestir el uniforma de rallas; el ex ministro de Gracia y Justicia Galo Ponte, había sido ministro de Azaña. A pesar de conocer los manejos subversivos de Azaña nunca le castigó y consintió que, mientras estaba cobardemente escondido por los sucesos de Jaca, cobrase su paga normal... En el momento de proclamarse la República tenía 10 pts. por todo capital, en la cárcel comía rancho por falta de dinero. Azaña decía: «está en la miseria. Come del rancho de los presos». Azaña nunca comió el rancho de los presos mientras estuvo preso por los sucesos del 34, sino la misma comida que el capitán del barco. M. Azaña, Obras Completas, Giner, Madrid 1990, T. I, pág. 116. Denunciaba Galo Ponte que llevaba varios meses en la cárcel sin saber porque estaba encerrado, ni ser interrogado. Azaña no le hizo ni caso.
Sigue el honrado Azaña exponiendo sus méritos: 6-10-34. Fracasa el golpe en Barcelona, Azaña es detenido y manda una carta a su cuñado: «nos instaba a que sacáramos lo que tenía en una caja del Banco. Consistía por modo principal, en una prueba fotográfica fehaciente de una cierta estafa, no muy antigua, de Alejandro Lerroux a un propietario extremeño». Carta de Azaña a su cuñado. C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 297. Como vemos don Manuel seguía con sus practicas mafiosas, ahora el chantaje. ¡No fallaba ni a un palo!
7-10-34: «te has llevado de casa papeles. Ponlos en seguridad. puedes seguir sacando más, sobre todo los que están en unos sobres. tienen escrita esta indicación: «Cartas de políticos, escritores, &c"». Carta de Azaña a Rivas Cherif, pág. 649. E insistía. Azaña es trasladado (1-11-34) al destructor Alcalá Galiano. «Se dispuso para él la cámara del segundo Oficial. se esforzó el comandante en demostrarle su buena voluntad». Se le podía ver todos los días, El 28-12- 34 sale en libertad. C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, págs. 301, 656-659.
Nos cuenta el coronel, sin ruborizarse, que el Gobierno de derechas, reaccionario naturalmente, casi estaba encantado del golpe del 34 y que estaban deseando que se diese, para así destrozar a las organizaciones obreras. Sigue dice más adelante (pág. 69) refiriéndose al 36: «los reaccionarios estaban preparando una trampa parecida a la que tendieron en 1934, que condujo al fracasado levantamiento de octubre». Una vez aclarado por el coronel que el octubre del 34 lo preparó la derecha, veamos que dice la gente entendida en el asunto. Ese día (19-11-33), el mismo día de las elecciones ganadas por goleada por la derecha, Largo Caballero insta a la Directiva del Partido a concretar «un movimiento revolucionario a fin de impedir un régimen fascista». Prieto y De los Ríos accedieron a «alzarse vigorosamente». Citas y reuniones, 19 y 26-XI-33, en S. Juliá, Los Socialistas en la política española, págs. 199-200. 25-11-33. Se reúnen otra vez las Ejecutivas (6 días después de las elecciones), Largo dice: «al producirse el hecho previsto que Lerroux ocupe la cartera de Guerra y el general Goded la Subsecretaría del mismo Ministerio debe de considerarse como el momento preciso para realizar el movimiento». Y Prieto señala: «estima que cuanto más tiempo pase será mucho más difícil realizar la acción y confiar en el triunfo». F. Largo Caballero, Escritos de la República, Editorial Pablo Iglesias, Madrid 1985, págs. 60-61 y 79. Decía Saborit (UGT): "No se trataba de defender la República ni de velar por la integridad de su Constitución, sino de conquistar el poder político para la clase obrera al mes siguiente de haberse verificado las segundas elecciones legislativas del nuevo régimen. ¿Era serio todo esto? Saborit, Julián Besteiro, pág. 246. Decide la Ejecutiva de la UGT la «inmediata y urgente organización de un movimiento de carácter nacional revolucionario para conquistar el poder íntegramente para la clase obrera», Archivo Histórico Nacional, expedientes reservados, n º 53.
Seguidamente hubo una entrevista entre Prieto y Besteiro. Este alegó: «Vais a llegar al Poder, si llegáis, empapados y tintos en sangre...» Prieto desplegó «el espléndido panorama de los recursos guerreros que poseían, y recitó una relación de generales jefes y oficiales comprometidos a lanzarse al movimiento», G. Mario de Coca, Anti-Caballero, pág. 147.
Queda verificada la objetividad del coronel. No había aun Gobierno y el PSOE ya preparaba la revolución, pero todo ello era debido a una astuta maniobra de la derecha que tendía un artera trampa imposible de evitar. Hace falta cara dura para escribir eso.
Es evidente. Franco, principal elemento para sofocar el golpe, como cuenta el coronel, fue encargado de ello el 6 de octubre, cuando ya estaba dado (5-10-34) y además estaba en Baleares, evidentemente el mejor sitio para reprimirlo, el 6 se incorporó al Estado Mayor Central y se hizo cargo de las operaciones. Y lo más evidente aun es que las organizaciones obreras fueron destrozadas. Para lo cual no se suspendió ningún solo partido político y ni ninguna organización obrera. Rara astucia la de estos reaccionarios. ¿Se imagina el coronel lo que hubiesen hecho sus conmilitones en caso contrario?
Acusa al sanguinario Franco de traer moros y legionarios para sofocar la rebelión. Oculta con cuidado que ya Azaña, que era tan poco sanguinario él, ya había traído para lo mismo a los mismos, en agosto del 34. «He enviado órdenes a Valencia y Ceuta para que. pongan en marcha diversas fuerzas» (10-8-32). M. Azaña, Los cuadernos robados, Crítica, Barcelona 1997, pág. 21. Luego también intentó traerlos en el 36, pagándoles el doble que les pagaba Franco. Prefirieron al tacaño Franco.
Nos cuenta también, y sigue sin sonrojarse: «que se saldó con la muerte de 4.000 trabajadores» y estos sólo en la lucha. Es de suponer que con la represión terrorífica, que también nos asegura el coronel, las víctimas serían muchas más, poniendo pocas 6.000. y como algún guardia, cura, soldado y civil reaccionario se moriría, aunque fuese de risa, contemplando las torturas, vamos a poner media docena, el total serían 6.006.
Pues bueno las víctimas fueron: En toda España 1.335 muertos y 2.951 heridos. De los muertos 320 eran guardias civiles, guardias de asalto o carabineros. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 167. En Asturias 1.084 muertos y 2.074 heridos. Fuerzas de seguridad y Ejército 284 muertos, religiosos 37 muertos. La revolución de octubre en España, Bolaños y Aguilar talleres gráficos, Madrid 1935. Cifras similares dan: B. Díaz Nosty en La comuna asturiana. Revolución de octubre de 1934, Zero, Bilbao 1974, pág 333.
Los detenidos nos cuenta que fueron 40.000. En realidad fueron 30.000 y el historiador comunista Tuñón de Lara admite que las cifras difundidas por la propaganda incluyen seguramente el total de presos de la época, la mitad de ellos comunes. Antes de un año las tres cuartas partes estaban en la calle. Decía Claudio Sánchez de Albornoz [ya sabe el coronel, azañista y luego Presidente de la República]: «la revolución de Asturias y el movimiento de Barcelona dieron una estocada a la República que acabó a la postre con ella». «La revolución de octubre, lo he dicho y lo he escrito muchas veces, acabó con la República». Claudio Sánchez de Albornoz, Mi testamento histórico político, Planeta, Barcelona 1975, pág. 44. No somos nadie, con lo que le gustaba el asunto al coronel. Azaña decía en el 36: «La República es de los republicanos. ¿Es que pedísteis permiso al ministerio de la Gobernación para proclamar la República? ¿Qué os impide hoy, mañana, cuando sea, realizar una manifestación semejante, aun más fuerte y seguramente victoriosa?». «Nos encontramos padeciendo. una política que ostenta para gobernar un título falso, porque procede de una mistificación electoral del año 31 [la derecha y centro habían sacado 375 diputados y la izquierda 98, y eso le parecía al demócrata Azaña una mistificación]. No puede ser un triunfo pactado; tiene que ser un triunfo total. con todos los enemigos delante [resumiendo: sólo podía haber una República la suya) Azaña, Discursos en campo abierto, Madrid 1936, págs. 142,105,159, 142-143, 108-109,198, 238, 241.
Nos explica, el coronel, que la represión en Asturias como consecuencia del 34 fue de «extraordinaria dureza» (pág. 10), naturalmente dirigida por Franco. Todo el tiempo Franco había estado en Madrid, la fuerza la mandaba el masón y republicano de primera hora, cuando Azaña estaba escondido, general López Ochoa. Cierto es que la campaña electoral del 36, el Frente Popular la basó en aquella imaginaria represión. Más cierto es aun qué, una vez ganadas las elecciones por la izquierda, no se volvió a hablar del asunto por mucho que la derecha insistió. Ante la pesadez de la derecha se nombró una ponencia investigadora de la represión del 34 (18-3-36): La presidirían Matilde de la Torre (PSOE), Dolores Ibárruri y otros dos diputados. Probar aquellos crímenes habría sido un éxito resonante para el Frente Popular, y por otra parte tendría que haber miles de víctimas de la represión exigiendo reparaciones de ser ciertos los asesinatos, saqueos y torturas masivos, que nos asegura el coronel, con toda verdad hubo. No emprendió su tarea, nunca más se supo de ella. La Pasionaria la olvida en sus memorias. L'humanitat, 19-3-36. El Gobierno (15-6-36) rehusaba llevar el caso de la represión al Parlamento, como pretendía la derecha. Gil Robles apostrofaba a sus acusadores en el Congreso: «Cuando al obrero no le dais pan, lo que hacéis es darle unos cuantos latiguillos sobre octubre. Ya es ciertamente un poco extraño que llevando estas Cortes varios meses reunidas y habiendo sido motivo principal de propaganda de los partidos del Frente Popular la exigencia de responsabilidades por la represión de octubre, no hayáis tomado todavía ninguna determinación. Decía el señor Prieto que hay que medir las responsabilidades de cada uno. Yo tengo ganas de que se hable de todos y también de las responsabilidades del señor Prieto y de todos aquellos que prepararon el movimiento revolucionario y desencadenaron la catástrofe sobre España». Diario de Sesiones.
Menos mal que el coronel nos perdona el relato de Vidarte: El comandante Doval, torturaría si piedad, y también en balde, a los presos. «Aquellos bravos mineros se dejaban arrancar las uñas de los pies y de las manos –uno de los placeres favoritos de Doval–, quemar los ojos o los testículos, o soportaban que les colgasen de éstos pesos de varios quilos, hasta dilatárselos monstruosamente, antes de delatar a su jefe». Estos fracasos habrían inspirado al coronel Aranda «una idea genial, ¡monstruosa! Mandó detener (13-12-34) a centenares de mujeres –esposas e hijas de mineros– e hizo correr la voz, por la cuenca minera, de que si no se presentaban los guerrilleros, sobre todo González Peña, todas ellas serían entregadas a los legionarios y a los moros [Se las tendrían que llevar a Melilla, pues moros y legionarios habían reembarcado el 16-11-34]». J. S. Vidarte, El Bienio negro y la insurrección de Asturias: testimonio del entonces vicesecretario y secretario del PSOE, Grijalbo, Barcelona 1978, págs. 341, 330, 342-343.
Una higa la República y amenaza guerra civil
Nos asegura el coronel, con toda verdad, ¡por fin! que Calvo Sotelo decía en la campaña electoral que le importaba una higa la República y amenazaba con la guerra civil. Se olvida de decirnos que Largo, líder del principal partido del Frente Popular, aseguraba lo mismo, pero con mucha más claridad, eso hay que reconocérselo y agradecérselo muy mucho: En El Sol (14, 23 y 28-1-36) aparecen informaciones del mitin de Largo en Valencia: «Hay que. apoderarse del poder político. Un poder que tenga en sus manos todos los resortes, absolutamente todos, para poder llevar a cabo el pensamiento revolucionario. Si triunfan las derechas tendremos que ir forzosamente a la guerra civil declarada. No se hagan ilusiones las derechas ni digan que son amenazas; son advertencias. Ya saben que nosotros no decimos las cosas por decirlas. Lo decimos porque llevamos dentro del corazón y del cerebro el propósito de hacerlo». La diferencia sensible era que Calvo Sotelo no era el líder del principal partido de la derecha, ni del segundo siquiera, y Largo sí lo era del principalísimo partido de la izquierda. Y otra diferencia, también bastante sensible, es que colaboradores muy cercanos de Largo asesinaron a Calvo Sotelo poco después, y ningún colaborador de éste asesinó a Largo.
Tampoco se le ocurre decir, supongo que sin animo de engañar, ¿cómo lo iba hacer él que nunca miente? que Largo no mandaba absolutamente nada en el Frente Popular. Puso a Azaña de Presidente de la República porque quiso, no dejó ser Jefe del Gobierno a Prieto porque quiso y así sucesivamente. Choca mucho el gran empeño del coronel en considerar el golpe del 18 de Julio antidemocrático absolutamente y el del 34 bastante menos. Para mí y la gente normal fueron ambos igual de antidemocráticos, si bien el de la derecha tenía la muy buena disculpa, para mi buenísima, que ellos no habían sido los primeros y otra casi tan buena como esta: que la izquierda no demostraba el más mínimo arrepentimiento y otra mucho mejor: que anunciaban su venganza y aun más, a partir de febrero del 36 la estaban cumpliendo. Ya nos explica el coronel, muy convincentemente, que los disturbios los producían los de derecha, pero con la muy mala fortuna que los muertos y encarcelados también eran de derecha.
Elecciones febrero 36
Nos cuenta las elecciones de 36, como siempre faltando descaradamente a la verdad. Por supuesto la derecha quería asesinar, esclavizar y otras majezas a los obreros y el Frente Popular, con un programa moderadísimo, quería libertar a los pobres que tan bien y con tanta razón se habían levantado contra la legalidad republicana y tan injustamente estaban en la cárcel. Dice que la derecha cosechó una sonada derrota. La sonada consistió en: 16-2-36. Las cifra de votos más rigurosa se considera la dada por Tussell, no sospechoso de franquista: izquierda 4.654.116, derecha 4.503.505, centro 400.901. A pesar de eso, y debido a la absurda ley electoral de Azaña, la izquierda sacó, en la primera vuelta 263 diputados, la derecha 168 por ejemplo: en Asturias el Frente Popular tiene 170.828 votos, la derecha 150.949. Como consecuencia de la aberrante ley, la izquierda gana 13 escaños y la derecha 3. Diccionario histórico de Asturias, Prensa Ibérica, Oviedo 2002, pág. 833. Lo dirigió el también poco sospechoso de franquismo catedrático don David Ruiz.
El partido más votado fue la CEDA 2.288.000 votos, 23,2% del sufragio, PSOE 1.355.000, 16,4%. S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, pág. 311. Los resultados de la primera vuelta fueron: 4.654.116 (34,3%) Frente Popular; 4.503.505 (33,2%) Frente Nacional; 526.615 Centro. Hubo un 28% de abstención. Votaron 9.870.000 de un total de 13.500.000 electores. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 179. Miente el coronel con cierta frecuencia, es una pena. La ley electoral hecha por Azaña primaba de forma absoluta las uniones de los partidos. Como la izquierda iba unida toda en el Frente Popular, aunque los votos eran menos que el centro-derecha, éste. por su desunión, perdió en numero de escaños. Las elecciones fueron fraudulentas, con inmensas coacciones por parte de la izquierda, rotura de urnas, asalto de mesas electorales y hasta asesinatos de gente de derecha. Personas nada sospechosas nos lo cuentan: Las izquierdas sacaron sus milicias a la calle, era raro el día que no había algún asesinato político. El Gobierno que dependía de los votos izquierdistas cerró las oficinas de Falange. No hizo nada contra la juventud socialista. El Gobierno de Azaña era un instrumento de la izquierda revolucionaria. Día tras día había noticias de asesinatos, incendios de iglesias, de periódicos. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976. La Pasionaria: «Vivimos una situación revolucionaria que no puede ser demorada por obstáculos legales, de los que ya hemos tenido demasiados desde el 14 de abril. El pueblo impone su propia legalidad y el 16 de febrero pidió la ejecución de sus asesinos. La República debe satisfacer las necesidades del pueblo. Si no lo hace, el pueblo derribará e impondrá su propia voluntad». S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, pág. 327. Posteriormente se hizo una revisión de actas más fraudulenta aun que las elecciones. Se hizo una revisión de actas (2-3-36), en que la izquierda actuó de juez y parte. Despojaron a la derecha de 37 actas de diputado. Como sería que hasta Tusell expone abundantes pruebas del partidismo de la comisión de actas. Madariaga dijo: «Conquistada la mayoría fue fácil hacerla aplastante una Comisión de actas. Ésta procedió de una manera arbitraria. Se perseguían tres fines: hacer de la Cámara una convención, aplastar a la oposición. Se trataba de la ejecución de un plan deliberado». Se pretendía una situación a la mexicana. En S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, pág. 335.
En la revisión de actas la CEDA pidió que las acusaciones fueran probadas documentalmente, no le hicieron caso, bastaba la «certeza moral». Decía el diputado comunista Martínez Cartón: «Es preciso que en la Comisión no haya representantes que hablen tanto latín, que se aplique la ley con un sentido más de ruso. Porque lo entienden ya las masas populares». Nada parecido a lo ocurrido en el 33 con la derecha, que había ganado por una mayoría mucho más aplastante. J. Tusell, Las elecciones del Frente Popular, vol. I, Cuadernos para el diálogo, Madrid 1971, págs. 139, 206. 29-3-36: «se anulan [Actas de diputado de la derecha] Granada, Cuenca. La CEDA se ha retirado del Congreso antes de discutirse la elección de Salamanca. La Pasionaria le ha cubierto de insultos. Gil Robles no sabe dónde meterse, de miedo que tiene. Con motivo de las elecciones municipales, hay un alboroto tremendo. Socialistas y comunistas han cometido la ligereza de decir que eso lo hacen para dominar la República desde los ayuntamientos y proclamar la dictadura y el soviet». Carta de Azaña a Rivas Cherif. Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, págs. 670-672. 16-2-36. Portela (Jefe del Gobierno) en sus memorias cuenta como, desde la noche de las elecciones, se suceden los amotinamientos de reclusos, incendios de edificios, varios muertos, tiroteos, disturbios, ocupación de ayuntamientos y suelta de presos. Azaña lo corrobora: «continúan los alborotos en algunos puntos de Andalucía y Levante. En Valencia hay un lío tremendo por sublevación de los presos. Han quemado parte del penal. La irritación de las gentes va a desfogarse en iglesias y conventos». En carta a Rivas Cherif le dice: «Los gobernadores han huido. Nadie mandaba en ninguna parte, y empezaron los motines. han quemado el penal de Valencia, el de Alicante y algún otro. Los comunistas se llevaron las actas pistola en mano». Portela pensaba que los azañistas fomentaban los disturbios. M. Portela, Memorias, pág. 189. M. Azaña, Memorias políticas y de guerra, Afrodisio Aguado, Madrid 1976, pág. 18. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1980, pág. 663. De la seriedad de los comicios nos cuenta don Manuel: «En la Coruña íbamos a sacar cinco o seis (diputados). Pero antes del escrutinio surgió la crisis, y entonces los poseedores de 90.000 votos en blanco se asustaron ante las iras populares, y hemos ganado los trece puestos. ¡Veleidades del sufragio! Han sacado al otro para que no saliera Emiliano, a quien metimos preso la misma noche de formarse el gobierno, para salvarle la vida, decían los de allí. hemos sacado. otro en Guipúzcoa, y no tenemos dos, porque los comunistas se llevaron las actas pistola en mano. La gente que habla de la victoria, se va a quedar un poco sorprendida cuando vea la fuerza que las derechas tienen en las Cortes. Cuando se supo la victoria de Madrid. la gente de derechas se sintió aplastada. y creyó que Madrid ardería por las cuatro puntas al día siguiente. La verdad es que no ha empezado a arder hasta el viernes pasado. Empezaron a sublevarse los presos, empezaron los motines. En los penales, los presos comunes acometían a los políticos. Han quemado el penal de Valencia, el de Alicante y algún otro... Los días inmediatos también fueron buenos». Carta de Azaña a Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, págs. 663-665.
Como se ve el ambiente es el que describe el sincero coronel, los reaccionarios estaban dispuestos a merendarse a los modosos progresistas ¡Vamos como siempre! Ya vimos, en ejemplo reciente, como a partir del 11 de marzo del 2004, el PP se merendaba, con la crueldad y fanatismo normal en la derecha, a los pobres progresistas que sitiaban sus sedes. Largo en Valencia decía, faltaban 15 días para las elecciones; "Hay que apoderarse del poder político. Un poder. que tenga en sus manos todos los resortes, absolutamente todos, para. poder llevar a cabo el pensamiento revolucionario. Si triunfan las derechas [Por entonces pensaban que la derecha iba a ganar] tendremos que ir forzosamente a la guerra civil declarada. Ya saben que nosotros no decimos las cosas por decirlas. Lo decimos porque llevamos dentro del corazón y del cerebro el propósito de hacerlo». El Sol, 28-1-36. Azaña es nombrado Presidente de la República. Araquistain, ideólogo de Largo Caballero, contaba al profesor Juan Marichal (biógrafo de Azaña). Que había empujado a Azaña a la Presidencia y vetado luego a Prieto: «así los inutilizamos a los dos. el Gobierno estaría en manos sobradamente incapaces para frenar las masas o para calmar a las derechas y se precipitaría el paso a un Gobierno francamente revolucionario". J. Marichal, Introducción a Azaña, OOCC, III; J. S. Vidarte, Todos fuimos culpables, Grijalbo, Barcelona 1978, pág. 101.
Los disturbios públicos organizados por la derecha
Y ¿cómo no? cuenta el coronel la vieja fábula de los disturbios públicos (pág. 12) hechos todos por los «ingenuos militantes» de izquierda (pág. 12), pero inteligentemente organizados por la perversa derecha sin que nadie se diese cuenta. En esos disturbios los asesinados eran siempre de derecha, los centros incendiados de derecha, los periódicos de derecha, las iglesias no consta que fuesen del Frente Popular. Y, cosa curiosa, la derecha seguía insistiendo, le seguían matando a sus conmilitones, y no se cansaba, ¡hay que ver qué gente tan poco espabilada y tan pesada estos de derecha! ¡Por mi madre que lo cuenta así! Este hombre está convencido que sus lectores somos memos. No le encuentro otra explicación. O que el memo sea él, pero eso es ser demasiado memo y, aunque evidentemente no tengo un gran concepto del coronel, no parece ser el caso. A lo peor es que quiere engañar a los ingenuos.
Azaña nos lo cuenta de otra manera, pero es que no se fijaba tanto: Había pasado un mes desde las elecciones, 19-3-36: «Hoy nos han quemado Yecla: 7 iglesias, 6 casas, todos los centros políticos de derechas y el Registro de la Propiedad. A media tarde, incendios en Albacete, en Almansa. Ayer, motín y asesinato en Jumilla. El sábado, Logroño, el viernes Madrid: tres iglesias. El jueves y el miércoles Vallecas. Han apaleado, en la calle de Caballero de Gracia, a un comandante para más INRI era de la UMRA [Unión Militar Republicana Antifascista, los del coronel.], vestido de uniforme, que no hacía nada, en Ferrol, a dos oficiales de artillería; en Logroño, acorralaron y encerraron a un general y cuatro oficiales [Qué gozada, ¿verdad coronel? Seguro que eran africanistas]. Lo más oportuno. Creo que van más de doscientos muertos y heridos desde que se formó el Gobierno, y he perdido la cuenta de las poblaciones en que han quemado iglesias y conventos: ¡hasta en Alcalá! El gobierno está formado con los más adictos. Hacen todo lo que le digo y nada más... Amós (Ministro de Gobernación) acoquinado. He repartido cargos entre los más fieles. Habían comenzado los motines y los incendios. En las cárceles andaban a tiros. Aquella noche se escaparon tranquilamente de las de Gijón mil cien presos. En Oviedo los imitaron. Durante unos días he sido el ídolo de las derechas [No parece culpar del asunto a la derecha ¿Verdad coronel? Qué pena que esté muerto para que se lo explicase usted, pues es evidente que no se había enterado del viejo truco de los desordenes organizados, como siempre ¡faltaría más! Por la derecha.]. ¡Lástima que me lo hayan estropeado! Los republicanos empezaron a enfadarse. Hasta los desórdenes me los perdonaban, y el que más y el que menos los encontraba. naturales. Ahora vamos cuesta abajo por la anarquía persistente de algunas provincias, por la taimada deslealtad de la política socialista. por las brutalidades de unos y otros, por la incapacidad de las autoridades, por los disparates que el «Frente Popular» está haciendo en casi todos los pueblos, por los despropósitos que empiezan a decir algunos diputados republicanos de la mayoría. No sé, en esta fecha cómo vamos a dominar esto». Carta de Azaña a Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, págs. 665-668.
José Díaz, amenaza de muerte a Gil Robles. Azaña dice: «¿No queríais violencia? Pues tomad violencia». Mundo Obrero, 16-4-36. 1-7-36. Escribía a Rivas: «Tienen un miedo terrible. A Gil Robles la Pasionaria le ha cubierto de insultos. No sabe dónde meterse, del miedo que tiene. Te divertirías mucho si estuvieras aquí». El pobre Rivas se perdió una buena diversión: Once días después la policía del Estado intenta asesinar a los líderes de la derecha: Calvo Sotelo, Goicoechea y Gil Robles, solo lo consigue con el primero. Retrato..., págs. 671-675.
También nos cuenta la, no menos vieja, de los pistoleros de Falange, que los tenía. Si bien Tagüeña, líder de las Juventudes Socialistas, comunista luego y jefe de un cuerpo de ejercito en el Ebro (aquella batalla, que nos contaba el coronel, tan bien planteada por Rojo y perdida, y tan mal resuelta por Franco y ganada, ¡no es justo!), nos explicaba muy bien la absoluta necesidad de tenerlos: «Las calles se ensangrentaban con motivo de la venta de FE, órgano de Falange Española, ya que grupos armados socialistas estaban dispuestos a impedirla. Hubo alguna represalias... pero los falangistas llevaron, al principio la peor parte». M. Tagüeña, Testimonio de dos guerras, México 1973, págs. 53-54. No hubo ni un solo muerto por vender ni Claridad, ni El Socialista. El Diario de Sesiones de las Cortes también nos da detalles (1-2-34): Se quejaba el socialista Hernández Zancajo, de la violencia de la Falange, José Antonio le replicó: despreciando los «aspavientos y relatos melodramáticos de horrores perpetrados por los fascistas» y aclaró: «Frente a esas imputaciones de violencias vagas, de hordas fascistas y de nuestros asesinatos y de nuestros pistoleros, yo invito al señor Hernández Zancajo a que cuente un solo caso con nombres y apellidos [No le pudo citar ninguno.]. Mientras yo, en cambio, le digo a la Cámara que a nosotros nos han asesinado a un hombre en Daimiel, otro en Zalamea, otro en Villanueva de la Reina y otro en Madrid, y está muy reciente el del desdichado capataz de venta de FE; y todos estos tenían su nombre y apellidos, y de todos estos se sabe que han sido muertos por pistoleros que pertenecían a la Juventud Socialista». Ese mismo día escribía José Antonio: «Una represalia puede ser lo que desencadene en un momento dado... una serie inacabable de represalias y contragolpes. Antes de lanzar así sobre un pueblo el estado de guerra civil, deben los que tienen la responsabilidad del mando medir hasta donde pueden sufrir y desde cuando empieza a tener la cólera todas las excusas». Semanario FE, 1-2-34, pág. 6. Muertos de Falange en los siete primeros meses (10-6-34) desde su fundación, todos asesinados por pistoleros socialistas: José Ruiz de la Hermosa, Daimiel (Ciudad Real), 2-11-33. Juan Jara Hidalgo, Zalamea de la Serena (Badajoz), 3-12-33. Juan Polo Gallego, Villanueva de la Reina (Jaén), 26-12-33. Francisco de Paula Sampol, Madrid, 11-1-34. José Oyarvide, Eibar, herido grave. 13-1.34. Manuel Baselga de Yarza, Zaragoza, 18-1-34, herido grave. Vicente Pérez Rodríguez, Madrid, 22-1-34. Felipe Pérez Alonso, Madrid, 1-2-34, herido grave. Matías Montero, Madrid, 9-2-34. Nemesio García Pérez, Valderas (León), 1-3-34, recibió veinticuatro disparos aunque no murió. Ángel Abella, Valladolid, 4-3-34. Fernando Cienfuegos, Gijón, herido grave. Ángel Montesinos, Madrid, 8-3-34. Jesús Hernández, 15 años, Madrid, 30-3-34. José Hurtado García, Torrepereojil (Jaén). José Cuéllar, El Pardo (Madrid), 10-6-34. Ángel David Martín Rubio, Paz, piedad, perdón... y verdad, Fénix 1997, pág. 7. Y por fin el primer muerto socialista por la Falange, 16-6-34 por la tarde, con nombre, apellidos y lugar de defunción: Juanita Rico, Madrid, como represalia por el linchamiento y muerte del falangista Cuéllar aquella mañana en El Escorial. Antes, según los socialistas, había habido a montones, pero curiosamente no daban sus nombres, el de Juanita lo pusieron con todos los tamaños y estilos de letra en todas las paredes de España. Ángel David Martín Rubio, Paz, piedad, perdón... y verdad, Fénix 1997, pág. 8.
Gana las elecciones del 36 la izquierda. Insiste el equitativo coronel: «Los falangistas desencadenaron un plan de atentados personales» (pág. 65). Insisten los hechos: El 22-2-36 José Antonio en Arriba escribía: «oportunidad de Azaña», «puede dar resultados felices», ordenaba «evitar todo incidente», «que por nadie se adopte una actitud de hostilidad hacia el nuevo Gobierno ni de solidaridad con las fuerzas derechistas derrotadas... Nuestros militantes desoirán todo requerimiento para tomar parte en conspiraciones, proyectos de golpe de Estado o alianzas de fuerzas de orden». S. Payne, Falange. Historia del fascismo español, Sarpe, Madrid 1985, pág. 99. El 27-2-36 se habían cerrado casi todas las sedes falangistas, incluida la sede central, 7 días después se cerraba el Arriba. Por esos días, decía la prensa, unos fascistas eran matados en Almoradiel, y el 6 de marzo cuatro obreros falangistas eran asesinados en Madrid. Al día siguiente un estudiante falangista en Palencia, el 11 un carlista y un falangista eran asesinados en Madrid. S. Payne, Falange. Historia del fascismo español, Sarpe, Madrid 1985, págs. 99, 113-115. R. De la Cierva, Media España no se resigna a morir. 1936, ARC, Madrid 1997, pág. 23. Se repetía el otoño del 33, acosados recurrieron a la violencia. «Tenían un sentido heroico de su papel, y tanto morir como matar se les antojaba cosa natural», explicaba Zugazagoitia. El 12-3-36 atentan contra Jiménez de Asúa, murió el policía de escolta. Al instante como con Juanita Rico se empapeló toda España con el nombre del asesinado. En los disturbios subsiguiente fue destruido el diario La Nación, quemadas dos iglesias, muertos un guardia y un bombero, casi linchado un militar, que además era republicano. Zugazagoitia, Guerra y vicisitudes de los españoles, I, Librería Española, París 1968, pág. 23. 13-3-36, se suspende el partido falangista, es encarcelada su cúpula, cerrados sus centros, y detenidos numerosos militantes, todo sin ningún respeto a la ley. Nunca habían actuado así la derecha, ni siquiera en octubre del 34. Los pistoleros socialistas que iniciaron la ronda de asesinatos no fueron perseguidos. D. Martínez Barrio (sucedería a Azaña en la Presidencia de la República), Memorias, pág. 329. L. Romero Solano, Vísperas de la guerra de España, El libro perfecto, México 1947, pág. 16. Esta represión fue contraproducente para el Gobierno. Los jóvenes afluían a sus filas, la Falange empezó a recibir ayuda económica de gente adinerada y se convirtió en polo de atracción de las derechas deseosas de replicar con violencia a la violencia que sufrían.
A principios de julio (1936) fueron asesinados varios falangistas en Madrid por miembros del PSOE, en represalia los falangistas asesinaron a varios del PSOE. El gobierno arrestó a trescientos derechistas, y a ningún socialista. Empezaron a practicarse los paseos, diversas personas de derechas y ninguna de izquierda fueron paseadas. S. Payne, La primera democracia española, pág. 395. 11-7-36. Uno de los raros casos de provocación de la derecha, lo cuenta la Pasionaria: unos falangistas en Valencia toman una emisora, para radiar una proclama, contestó «el pueblo» con el asalto y quema del casino central, impidiendo actuar a los bomberos y el arrasamiento de un restaurante y numerosos centros políticos derechistas. La Pasionaria ensalza esa respuesta a la «provocación» como correcta y legítima. D. Ibárruri, El único camino, México 1963, pág. 225. La policía detuvo a 16 falangistas y, como siempre, a ninguno de izquierda. Es asesinado, por falangistas o carlistas, el teniente Castillo [Instructor de las Juventudes Socialistas] de la Guardia de Asalto. Había disparado contra un joven carlista, a bocajarro, en la manifestación del 16-4-36. Ese mismo día (12-7-36) mandos izquierdistas de la Guardia de Asalto obtuvieron el permiso del ministro de Gobernación, Juan Moles (del partido de Azaña), para una razzia nocturna, completamente ilegal, con el fin de detener a significados derechistas, para lo que les fueron facilitados listas nominales y domicilios. En los arrestos participaron milicianos socialistas. Se organizó en el cuartel de Pontejos, anexo al ministerio, una expedición para asesinar a Calvo Sotelo, Gil Robles y Goicoechea. Se componía de un pelotón de guardias, dos milicianos de la guardia personal de Prieto y otros dos afectos a Largo. Iban en una camioneta oficial al mando del capitán de la Guardia Civil Condés, instructor de las milicias socialistas desde el año 33. A Gil Robles ni a Goicoechea los encontraron pero si a Calvo, le detuvieron, cortaron el teléfono, ante la pasividad de los guardias de su escolta y lo asesinaron en la camioneta. Días antes Calvo se había quejado al ministro Moles, de que su escolta le infundía sospechas se la habían cambiado hacía poco). El asesino directo de Calvo fue Luis Cuenca, de la Motorizada, también había matado a Matías Montero en el 34. Los autores, por todos conocidos, no fueron detenidos. Prieto alude a Cuenca con agradecimiento «el haber salido con vida del mitin de Écija»; allí a Prieto lo quisieron matar los socialistas de Largo Caballero. I. Gibson, La noche que mataron a Calvo Sotelo, Plaza y Janés, Barcelona 1986, pág. 122. Claridad (PSOE), «Diario de la noche», Madrid, 13-7-36: «UN NUEVO CRIMEN DE LOS REACCIONARIOS. Cuatro pistoleros fascistas asesinaron a tiros el domingo por la noche al teniente de Asalto, D. José Castillo». «Anoche a las tres de la madrugada fue sacado de su domicilio y muerto el jefe visible del fascismo y ex ministro de la Dictadura D. José Calvo-Sotelo». Al estilo del moderado coronel. La objetividad es evidente, el rojo fue asesinado y el facha muerto. Los asesinatos fueron parecidos. A uno lo mataron 4 civiles falangistas o lo que fuesen y al otro 9 agentes de la Fuerza pública y milicianos socialista, con los medios que el Gobierno había puesto a su disposición, que es una sensible diferencia.
Cuenta Payne: «Aunque el grueso de la violencia desde la entrada de la República había procedido siempre de la izquierda, el gobierno de Azaña juzgó que la prohibición de la Falange sólo podría beneficiar al orden público y reducir la provocación y la excusas de los revolucionarios». «La mayoría de las víctimas de las agresiones políticas fueron derechistas o si no izquierdistas asesinados por izquierdistas, aunque algunos de estos últimos cayeron también asesinados por derechistas y falangistas. Sin embargo, la mayoría de las bajas sufridas por la izquierda fueron causadas por la policía al tratar de reprimir manifestaciones y disturbios». «Si bien es cierto que no puede negarse la responsabilidad de los extremismos de «derecha», no cabe una equiparación con los de «izquierda», ni numéricamente ni por la actitud oficial, tan dura hacía aquella como benévola hacía estos». S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, págs. 319-327, 344-347 y 378. Conviene observar que, el muy honrado coronel, que digo muy honrado ¡honradísimo! cita con frecuencia a Payne cuando escribe de la violencia de la Falange y nunca cuando lo hace de la violencia del Frente Popular. Curiosamente Payne, antifranquista, que es un historiador que intenta ser neutral, ninguno lo es pero los honrados lo intentan, todo lo contrario que el coronel sectario hasta la náusea, culpa de la violencia a la izquierda como vemos en los párrafos anteriores, y cita muchos más actos violentos de ésta que de la derecha. El coronel a estos numerosos asesinatos del Frente Popular los llama «permanente algarabía» (pág. 65) y «estaba hasta cierto punto justificado» (pág. 68). Los muy escasos de la Falange por el contrario son «plan de atentados personales» (pág. 65).
La cosa iba fatal y naturalmente la derecha se queja un pelín. El coronel lo cuenta así: «el acostumbrado balance catastrofista presentado por Gil Robles». El balance tenía su miga: 17-6-36, Diario de Sesiones «un estado de excepción que no empleáis para que todos los ciudadanos estén dentro de la ley, sino para aplastar a aquellos que no tienen el mismo ideario que vosotros,... Habéis ejercido el poder con arbitrariedad, pero, además, con absoluta ineficacia... No tengo más remedio que leer unos datos estadísticos... No he recogido la totalidad del panorama de la subversión de España... Desde el 1 de febrero hasta el 15 de junio, inclusive, un resumen numérico arroja los siguientes datos: Iglesias totalmente destruidas, 160. [No consta que fuesen de izquierda.] Asaltos de templos, incendios sofocados, destrozos, intentos de asalto, 251. Muertos, 269. [Casi todos de derecha.] Heridos de diferente gravedad, 1.287. Agresiones personales frustradas o cuyas consecuencia no constan, 215. Atracos consumados,138. [Todos de derecha.] Tentativas de atraco, 23. Centros particulares y políticos destruidos, 69. Ídem asaltados, 312. Huelgas generales, 113. Huelgas parciales, 228. Periódicos totalmente destruidos, 10. Asaltos a periódicos, intentos de asalto y destrozos, 83. Bombas y petardos explotados, 146. Recogidas sin explotar, 38... Un día señor presidente... son los ingenieros de una mina... que durante diecinueve días secuestrados en el fondo de la mina, sin que el Gobierno tenga fuerza... todos los días , son los asaltos, las detenciones de los coches... para exigirles el pago... del Socorro Rojo Internacional... Ahí está la circular dictada por el Automóvil Club de Inglaterra, diciendo que no se garantiza a ningún coche que entre en el territorio español. Ahí tenéis la vergüenza de lo ocurrido en el Puerto de la Luz, donde la Escuadra española no puede repostarse y, en cambio un crucero extranjero, por la fuerza, si es preciso, de sus patrullas, obtiene un combustible... El caso de un guardia civil, al que las turbas, con el alcalde a la cabeza, le hacen entrar violentamente en la Casa del Pueblo y le degüellan con una navaja barbera... Otro día... la vergüenza que barcos mercantes españoles, con tripulación y policía extranjeros, tengan que ser echados de puertos no nacionales para que no contaminen de espíritu revolucionario todas las organizaciones y la vida comercial de un pueblo... eso ha ocurrido en Génova y Workington (Inglaterra)... el señor ministro de Estado: ... Ciertos los hechos de las huelgas. Totalmente inexactas... No fueron tripulados nuestros barcos por marinos de otras naciones... Mantengo esta información que, por desgracia he oído de labios harto autorizados... y puesto que SS está dispuesto a recoger informes amplios, yo espero que informe a la Cámara de los sucesos vergonzosos ocurridos en Tánger y de la protesta que han tenido que formular representantes de potencias extranjeras... El Gobierno ya ha hecho una declaración solemne... Esa declaración dice de un modo categórico que ha habido autoridades que no han obedecido al Gobierno, que ha habido individuos y colectividades que han usado de funciones que corresponden al Poder público... en las palabras del Gobierno se desliza el concepto de anarquía... reconoce al cabo de cuatro meses de poderes excepcionales... que España está desgobernada, que las autoridades no obedecen, que hay abuso de autoridad... El viernes pasado ha hecho el Gobierno esa declaración categórica... Pus bien en las últimas cuarenta y ocho horas ha habido... un afiliado a Acción Popular herido gravemente en Suances; un tiroteo al polvorín de Badajoz; una bomba en un colegio de Santoña; cinco heridos en San Fernando; un guardia civil asesinado en Moreda; Un dependiente muerto por las milicias socialistas en Villamayor de Santiago; dos elementos de derechas muertos en Uncastillo; un tiroteo en Castalla (Alicante);un obrero muerto en Suances; unos fascistas tiroteados en Corrales de Buelna (Santander);varios cortijos incendiados en Estepa; un directivo de acción Popular asesinado en Arriondas; un muerto y cuatro heridos, también de derechas, en Carchel (Jaén); insultos, amenazas y vejámenes a las religiosas del Hospicio de León; cuatro bombas en Madrid. Hé aquí, en las últimas cuarenta y ocho horas, el producto de la energía... del señor Casares Quiroga... ¡Ah! Señores diputados... de todo este estado de subversión de toda esta anarquía los que tienen la culpa son las derechas con sus provocaciones (rumores)... me refiero a lo ocurrido en los tiroteos de Málaga entre socialistas, comunistas y sindicalistas. Allí todo ha obedecido, pura y simplemente, a la intervención de elementos de derecha. El señor Lorenzo: hay agentes provocadores [Otro «espabilao» como el coronel, ya tenemos dos.]. Le recomiendo a SS que lea el articulo de Solidaridad Obrera, en donde decía «¡Alto el fuego!», dirigiéndose, a sus camaradas, y diciéndoles que no es lícito asesinar obreros». F. Díaz Plaja, La Historia de España en sus documentos. Plaza y Janés, Barcelona 1972.
Niega repetidamente la existencia de milicias preparadas del Frente Popular. Sin embargo los del Frente decían: 1-3-36 hay una imponente manifestación, ante la presidencia del Gobierno, de milicias uniformadas socialistas y comunistas, exigiendo responsabilidades por lo de octubre. Azaña les dice: «para que la República no salga más de nuestras manos, que son las manos del pueblo. Tenemos la República y nadie nos la arrebatará». S. Payne, La primera democracia española, Paidós, Barcelona 1995, pág. 327. El PSOE, daba la consigna de formar milicias en todos los pueblos para «hacer el desarme a fondo de los enemigos del proletariado y de la República», y para ejercer «firme presión sobre el Gobierno. ¿Por qué no? En el asunto de las milicias, como en el de la amnistía, como en el de la Reforma Agraria, acabará por inclinarse ante el certero instinto de las masas proletarias. La República no tiene más defensa real que el pueblo. Y a ese pueblo hay que organizarlo militarmente». Claridad, 2-4-36.
Antonio Mije, dirigente comunista, decía en Badajoz: «Yo supongo que el corazón de la burguesía de Badajoz no palpitará normalmente desde esta mañana al ver cómo desfilan por las calles con el puño en alto las milicias uniformadas; al ver cómo desfilaban esta mañana millares y millares de jóvenes obreros y campesinos, que son los hombres del futuro ejercito rojo. Este acto es una demostración de fuerza, es una demostración de energía, es una demostración de disciplina de las masas obreras y campesinas encuadradas en los partidos marxistas, que se preparan para terminar con esa gente que todavía sigue en España dominando de forma cruel y explotadora», (el PCE había creado sus milicias en el 33)... «En España muy pronto las dos clases antagónicas de la sociedad han de encontrarse el vértice definitivo en un choque violento, porque la Historia lo ha determinado así». Claridad, 19-5-36. Casi justifica el coronel el asesinato de curas, por ser estos unos colaboradores claros de la opresión que las clases poderosas sobre el pueblo. Pero curiosamente, cuando hay quema de recintos religiosos y matanzas de curas en República, siempre empezaban por los curas que se dedicaban a enseñar a los hijos de obreros de forma gratuita: 10-5-31, no había pasado un mes de la proclamación de la República. A primeras horas se incendian en Madrid: Hermanos de la Doctrina Cristiana, daban instrucción gratuita a 500 hijos de obreros; las Mercedarias de San Fernando, daban instrucción y acogían a 300 niñas pobres; Colegio María Auxiliadora, Salesianas, para niñas pobres; Instituto Católico de Artes y Oficios, jesuitas, la mayoría de sus alumnos era gente modesta. Algunas unidades militares, que están cerca de los incendios piden intervenir, se les prohíbe salir a la calle. Revolución del 34. Los primeros fusilados son los 8 hermanos de La Salle y un padre pasionista, todos hijos de familias humildes y dedicados a la enseñanza gratuita de los hijos de obreros. No hubo ninguna orden religiosa con tantos muertos. En el 36 se siguió la misma tónica, pero ya más en serio. Yo le doy otra explicación más verosímil al coronel: Esos curas eran los que podían hacer la competencia a los sindicatos de izquierda, convenciendo a los obreros que la solución de sus problemas no estaba en el odio sino en la instrucción. Cosa que naturalmente no podían consentir los dirigentes obreros. Y aunque el coronel le cueste creerlo: la solución de los problemas no está en el odio, que él pone tanto interés en inculcar, sino en la instrucción.
La brutal y sangrienta represión a partir del 18 de Julio
Nos explica el coronel (pág. 14): «la brutal y sangrienta represión» al inicio del Alzamiento, de los otros, que no de los suyos, qué la hubo. No obstante, aunque a él le pese y él lo sabe, los hechos fueron otros. La primera matanza masiva tuvo lugar en Madrid el 20-7-36, luego vendrían más.
Se rinde el cuartel de la Montaña. Los defensores, algunos vivos, fueron tirados al patio desde el último piso, asesinaron a varios centenares de defensores, el resto fueron encarcelados sin curarles las heridas. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 271. Ese mismo día en otros cuarteles de Madrid, todos rendidos, asesinaron a 41 y en las calles mataron a 28 personas la mayor parte curas y monjas. Ángel David Martín Rubio, Paz, piedad, perdón y verdad, Fenix 1997, pág. 302. Describe el coronel con harto detalle la represión realizada por los alzados. Se olvida de la cruel represión realizada en la España republicana. A Paracuellos de dedica dos líneas, es la mayor tumba de asesinados que existe en España. A Torrejón de Ardoz, San Fernando de Henares, Boadilla del Monte, que le siguen en triste importancia ni las nombra. Los asesinatos de centenares de oficiales de la Armada (pág. 129) los despacha el coronel con: «los destituidos oficiales del Cuerpo General». Que ciertamente quedaron muy bien destituidos. En la Marina los marineros estimulados por el Gobierno hicieron prisioneros a los oficiales y a muchos los mataron, los prisioneros serían fusilados en Cartagena. La historia empezó cuando el Oficial 3º Radiotelegrafista Benjamín Balboa López, desde el Ministerio de la Guerra telegrafió a los barcos, que habían pedido instrucciones sobre lo que hacer con los oficiales prisioneros: «TIRAD POR LA BORDA A LOS TRAIDORES». Del Cuerpo General de la Armada tirados por la borda o asesinados: En los buques navegando, Paracuellos, Cartagena y diversos lugares de España, muchas veces como represalia por los bombardeos nacionales. 255, el 35,3% de una plantilla de 721 mandos. Los detalles serían de escalofrío. En muchos casos los tiraron al mar vivos, amarrados de dos en dos y lastrados con parrillas o lingotes de hierro. Agraciados fueron los fusilados o muertos de un tiro en la cabeza.
Estos datos están tomados de un próximo libro del coronel de Caballería de Estado Mayor Don Manuel Ruiz Sierra, hijo de marino, licenciado en Historia y experto en la represión de la Armada en el 36. Por cierto de la promoción de ingreso Blanco Escolá, ahora tres promociones más adelante. Con la objetividad en él habitual nos cuenta el coronel, que el general Núñez del Prado, apresado en Zaragoza, fue fusilado como represalia por los nacionales. Nos cuenta también que el buque almirante el Libertad de la flota roja, amenazó con fusilar a 91 jefes de la Marina que tenían prisioneros como represalia. Sin embargo se le olvida decir que fueron fusilados todos y que poco más tarde (14-8-36) seguirían los fusilamientos de más marinos prisioneros en Cartagena. En el buque prisión España nº 3, 195.
El Campesino fusila a 400 prisioneros moros. Azaña comenta que «si aquello era la nueva España. Por el contrario, era preferible la España vieja». M. Azaña, Obras Completas, Oasis, México 1966-68, V. IV, pág. 698 .Insiste, hasta hacerse bastante pesado, el coronel en que los bandos de la rebelión el 18 de Julio eran duros y amenazaban con penas muy fuertes a los que se opusiesen. O es muy inocente, que no lo es, o nos quiere llevar al huerto, que si lo parece. ¿Habrá habido algún golpe de estado en el mundo donde los bandos no fuesen así? Ilustremos al coronel de lo que hacían los moderados cuando daban un golpe de estado: En el golpe de Jaca, organizado entre otros por Azaña, ya le hemos explicado el bando publicado por los golpistas. Sigue el coronel, en su absoluta ignorancia de los usos y costumbres de guerra, y nos cuenta indignado: la prensa de los nacionales «daba noticias sensacionalistas sobre la represión en la zona del Frente Popular, pero apenas mencionaba la represión en su propia zona» (pág. 134). ¿Nos podrá decir el coronel, o alguien, de una sola guerra en que todos no hayan hecho lo mismo? Solo le falta añadir que la lista de los 14.000 asesinados en Madrid salía en la prensa diaria del Frente Popular o también que los asesinados en las checas, que las hubo, ¿vedad coronel? Salían en los ecos de sociedad del ABC ¿Cómo una persona ya mayor puede decir esas simplezas?
Se queja con dolor de los bombardeos sobre Madrid que según nos cuenta empezaron varias semanas antes del 5-11-36. Repasemos los Partes de guerra Republicanos, Memoria de la Guerra Civil española. Partes de guerra Nacionales y Republicanos, Belacqva, Barcelona 2004. 28-8-36. Primer parte republicano sobre los terribles bombardeos de Madrid. No parece el primer bombardeo muy serio, dice el parte: «Se trata de una bomba que un avión enemigo acaba de lanzar con el propósito de cundir una alarma». 29-10-36. Empiezan los bombardeos en serio sobre Madrid. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 517. Madrid estaba muy bien defendida por su aviación. Los Ratas y Chatos rusos eran los aviones de caza más rápidos de la época y estos eran los que tenía la República. La superioridad aérea roja duró hasta finalizada la batalla de Brunete (25-7-37), en la que el bando nacional recibió los cazas alemanes Messerschmitt (ME109). «Inferiores en número a los "chatos" rusos resultaron, en cambio, mucho más eficaces que estos». H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, tomo II, pág. 769. Hasta entonces la Republica tenía superioridad técnica y numérica, 450 aviones (200 cazas, 100 bombarderos), la mayoría pilotados por rusos, había perdido 150 aviones desde el 18-7-36. Los nacionales tenían menos de 400 aviones, 150 pilotados por españoles, 100 por alemanes y 120 por italianos. En el verano del 37 les empezaron a llegar aviones más modernos. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, tomo II, pág. 731. Del 19.11.36 al 23.11.36. Durante la batalla de Madrid, «Franco ordenó un ensayo de actuación desmoralizadora de la población mediante bombardeos aéreos, desistiendo a los cinco días», afirma el jefe de la aviación nacional general Kindelán. En todo noviembre los bombardeos causaron en Madrid 312 muertos.
La Republica sí había bombardeado ciudades rebeldes y se jactaba de ello en su prensa y en sus comunicados oficiales. 26-7-36, había pasado una semana desde el inicio de la guerra. «También las ciudades de Zaragoza, Logroño, Córdoba, Sevilla y Cádiz han sido bombardeadas». Por cierto el que mandó a la aviación leal bombardear Córdoba fue el general Miaja. No tenía muchos motivos, pienso yo, para quejarse cuando Madrid fue bombardeada meses después. 27.7-36. «La Aviación ha seguido bombardeando hoy, originando daños y estragos importantes en las capitales que aun están bajo la tiranía de los sediciosos». 28. «Los aviones leales del gobierno han bombardeado las ciudades de Sevilla, Zaragoza y Córdoba". A las siete de la tarde se repiten los bombardeos. 11-8-36. Dice el parte de ese día hablado de Granada: «en vista del pánico de la población ante el anuncio de un ataque aéreo por parte de la Aviación republicana». Se siguen bombardeando las ciudades facciosas, Huesca, Teruel, Zaragoza, &c.
Y como soy de Oviedo, ya se sabe defendida por moros, italianos, portugueses, irlandeses, alemanes y demás mercenarios que nos cuenta el coronel que llevaron el peso de la guerra, no me quedo con las ganas de contarlo. Todos son partes oficiales del Estado Mayor republicano: 13-8-36. Empieza el bombardeo de Oviedo: «se bombardea Oviedo con gran eficacia». 25. «Nuestra Aviación ha bombardeado intensamente Oviedo». 27. Parte de la mañana: «En Oviedo sigue el bombardeo de nuestra artillería y aviación. Parte de la tarde: «nuestra heroica aviación superior en elementos y en hombres a la rebelde. Precisamente ayer... colocaron... de una forma matemática, 85 bombas –la mayoría de cien kilos–, que han causado desperfectos horribles y numerosas bajas. Ha sido uno de los bombardeos más fuertes y eficaces de los sufridos por Oviedo». 5.9.36: «la aviación y el intenso fuego de artillería sobre la ciudad de Oviedo aumenta por horas la desmoralización... de la población civil». 6. «En Oviedo... nuestra artillería bombardea sin cesar la ciudad». A la diez de la noche «continuó el fuego intenso sobre Oviedo... la moral...de la población civil... es muy baja». 7. «Oviedo, en la mañana de hoy, ha sufrido un fuerte bombardeo de la aviación gubernamental... la situación de la capital asturiana es cada vez peor». 8. «En las primeras horas de la mañana se ha iniciado un terrible fuego sobre Oviedo... de aviación, cuyos efectos pueden apreciarse a simple vista». 9. Parte de la mañana: «continúa el intenso bombardeo de la aviación ... sobre Oviedo». Parte de la noche: «Continua... intenso fuego de nuestra... aviación». 10. Parte de la mañana: «continua el bombardeo... de la ciudad». Parte de la noche: «Sigue el bombardeo sobre Oviedo sin interrupción». Sigue el 11 y 12. Parte de la mañana: «Aumenta la desmoralización de ... Oviedo a consecuencia de la intensidad del fuego de los aviadores». Parte de la noche: «Oviedo ha sido bombardeada... por nuestra aviación». 13: «La aviación republicana ha lanzado sobre Oviedo más de doscientas bombas en la mañana de hoy. Sigue el 15, 16, 19, 21, 22, 24». Parte de la mañana: «Desde primeras horas de la mañana Oviedo sufre un ataque... intensísimo... de la aviación». Parte de la noche: «La aviación leal ha continuado el ataque contra la ciudad con intensidad y eficacia». 25. «Nuestra... aviación no ha cesado en todo el día de atacar la capital asturiana». 29. «Nuestra aviación ha iniciado el ataque en masa de la ciudad de Oviedo, habiendo lanzado en el día de ayer, exactamente, 2.000 proyectiles. El impresionante ataque de nuestros... produciendo un movimiento de pánico». Sigue el 30 y el 2.10.36. 2.10.36, parte nacional: «la aviación (republicana)... efectúa el bombardeo 114 sobre Oviedo, lanzando bombas y líquidos inflamables». «La ofensiva arrasó Oviedo con un bombardeo diario de 3.000 proyectiles de cañón y bombas de aviación del 21 de febrero a finales de marzo (1937)». Fundación Pablo Iglesias, AFLC XXIV, pág. 722.
Oviedo sufrió durante el sitio 130 bombardeos aéreos, algunos de 13 horas seguidas, 120.000 proyectiles de cañón, 10.000 bombas de aviación. Francisco Camarero Miguel, La Nueva España, 6.3.04, pág. 48. 14-1-36. Los redactores del parte republicano reciben ordenes de decir, que, los aviones rojos, solo bombardeaban objetivos militares y en ningún caso ciudades. Ya no hay más partes. Contra lo que afirma el coronel, fueron los rojos los que empezaron los bombardeos a las ciudades, jactándose en la prensa de ello. Oviedo, Córdoba y Huesca (*) fueron las que más sufrieron. Prácticamente todas las ciudades rebeldes fueron bombardeadas por la aviación roja. Al principio, naturalmente, a partir de la batalla de Brunete la superioridad aérea nacional se lo permitió en raras veces. (*) En todas ellas los voluntarios civiles superaban a las fuerzas del Ejercito. Los nacionales también, aunque más tarde, bombardearon ciudades. Estos bombardeos eran acompañados por sacas de preso, en la ciudades republicanas bombardeadas, que eran asesinados en masa. Véase: Gijón, Bilbao, San Sebastián, Madrid, Santander, cito de memoria, pero hubo muchas más. Nunca se asesinó a un solo preso por ese motivo en la zona nacional. 14-8-36. Los nacionales bombardean Gijón. Esa noche sacan a 116 prisioneros de la iglesia de San José y los fusilan. Diccionario Histórico de Asturias. Prensa Ibérica, pág. 882, dirigido por el conocido catedrático, antes comunista, ahora él asegura que republicano, don David Ruiz. El día anterior Oviedo había sido bombardeado. No se había asesinado a nadie.
En apoyo a los sitiados en el Simancas 2 aviones habían bombardeado una estación de ferrocarril, el muelle y un cuartel. El 14 fue un día especial, dos horas después del bombardeo, se empezaron a sacar presos de la recién construida iglesia de San José. Se eligió metódicamente a las víctimas que sufrieron grandes vejaciones y transportadas en autobuses al cementerio de Jove, y allí fueron asesinados (lo cuenta un superviviente, Bonifacio Lorenzo, Disparad sobre nosotros. Los cuarteles de Gijón y otros sucesos).
Existe una lapida con sus nombres, totalmente abandonada, para alegría de nuestro coronel, supongo, en el cementerio citado, figuran en ella numerosos gijoneses de prestigio, entre ellos los diputados republicanos Romualdo Alvargonzález y Mariano Merediz, creadores de la Feria de Muestras y de la Escuela de Industrias, el último era asesor jurídico de la CNT. Alvargonzález tenía 80 años y estaba casi ciego. J. R. Pérez las Clotas, La Nueva España, 14-8-2003, pág. 29.
Nos habla el coronel de los paseos de los rebeldes, no cita para nada de los paseos de los frentepopulistas, se los va a contar un experto en el tema. Escribía Largo Caballero, Jefe del Gobierno, la persona que más mandaba en el Frente Popular: «Los paseos y fusilamientos en masa estaban a la orden del día. Las personas y las cosas desaparecían sin que pudiera evitarse ni saberse donde estaban», era «la sanción disciplinaría que se imponía como represalia a los atropellos y abusos cometidos por los caciques en el campo y en la ciudad». A lo que se ve no le parecía demasiado mal, en esto opinaba como el coronel. Hacían lo ya preparado para la revolución del 34 y se cumplía lo anunciado por Besteiro en el 33, «llegaréis tintos en sangre», solo que se retrasó dos años. Fundación P. Iglesias, AFLC, págs. 276 y 336.
Nos habla magníficamente de los maestros que creó la Republica, que efectivamente bastantes fueron depurados y sustituidos, en su mayoría, por los previamente depurados por Azaña en su mandato precedente, de la enseñanza religiosa. No obstante hay gente seria que no opinaba lo mismo que el coronel, sobre la preparación de aquellos maestros de carné en boca. Algo parecido a los pénenes de los años ochenta, aunque a estos, ni el mismo coronel, se atreve a ensalzarlos, será que están demasiado próximos, todo se andará, y así vamos en nuestras Universidades e institutos. El 31-12-33 las escuelas elementales de la Iglesia cerrarían, el resto 3 meses antes. Quedarían sin enseñanza, en un país donde las escuelas escaseaban, otros 350.000 niños quedarían sin enseñanza. Se edificaron 7.000 escuelas. A partir de finales del 32 decreció el ritmo de construcción de escuelas, por la poca capacidad de los nuevos maestros y la falta de presupuesto. «Habría sido más prudente retrasar la disolución. hasta que los colegios pudieran ser sustituidos por establecimientos laicos de calidad comparable». H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 98 y 126.
Víctimas totales
Las víctimas de la represión en retaguardia fueron 75.000 nacionales y 55.000 republicanos. Se fueron de España 300.000. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976. pág. 993. Desgraciadamente después de la guerra los nacionales compensaron la diferencia. Juliá en Víctimas. : «El exilio de 400.000 personas, la mayoría catalana», luego sin embargo cuenta y le salen 160.000 exilados entre Francia y América. Dice también que Franco tenía «voluntad de desindustrializar Cataluña, para empobrecerla». ¡Jo! Qué vista, nunca la industria catalana estuvo tan protegida como con Franco. En Cataluña, las tropas en retirada hacía la frontera, intentaban arrastrar con ellas a la población civil, y llegaron a fusilar a gentes que intentaban quedarse, ejercieron emboscadas sobre emboscados o desertores y asesinaron prisioneros. S. Juliá y otros, Víctimas de la guerra, Alianza, Madrid 1999, págs. 260 y ss. B. Bolloten, La guerra civil español: revolución y contrarrevolución, Alianza, Madrid 1989, pág. 993. Dice el ídolo de nuestro coronel, Preston: «Durante la mayor parte de la Guerra Civil, aquellos prisioneros republicanos que no eran ejecutados inmediatamente ni asesinados en la retaguardia por la escuadras de terror falangistas, fueron sometidos a consejos de guerra sumarios». Como la represión del 34 con decenas de miles de torturados y asesinados y sólo 1.500 muertos en total, incluidos los muertos en campaña y por cualquiera otra causa.
Franco capturó a millón y medio de prisioneros, la mayoría serían asesinados (Preston), total 750.001 al menos. En la guerra hubo menos de 400.000 muertos por cualquier causa incluyendo los de muerte natural». P. Preston, Franco, pág. 286. R. Sender dice que hubo 750.000 ejecuciones de rojos en la guerra más 200.000 en la posguerra. En 1965 Jackson dice 500.000, aunque posteriormente dice 200.000. Tamames 208.000. Preston, en la biografía de Franco, 200.000 solo en la posguerra. J. S. Vidarte, Todos fuimos culpables, Grijalbo, Barcelona 1987, pág. 418. G. Jackson, en R. Salas, Perdidas de la guerra, Planeta, Barcelona 1977, pág. 116. R. Tamames, La República. La era de Franco, Alianza, Madrid 1977, pág. 323. Un dato importante a tener en cuenta es que de 24 millones de habitantes, 14, al iniciarse la guerra, estaban en zona republicana. A los republicanos se les fue reduciendo su territorio y población. Los nacionales tuvieron ocasión de exigir responsabilidades a toda la población, hubo casi la mitad de habitantes a los que la República no pudo exigir ninguna responsabilidad y no tuvo por tanto ocasión de matarlos, otro tercio en que tuvo muy poco tiempo para actuar y en ningún caso pudo pedir responsabilidades después de la guerra, por las barbaridades que en ella se había hecho.Por tanto aunque la cifra de muertos fue similar en ambas zonas, proporcionalmente fue inmensamente superior en la zona republicana.
Otro punto fundamental a tener en cuenta, es que los nacionales juzgaban y condenaban, en las zonas que conquistaban, en buen numero de casos por delitos concretos que se habían cometido contra sus seguidores o gente neutral. Este componente jurídico-penal, duro evidentemente, resulta substancial como factor diferencial entre la represión en ambas zonas. La diferencia de postura de unos y otros es clara. El coronel y su cuerda, rojos, justifican la represión, su empeño es querer mantener la llaga en sangre viva. El general Salas, azul, dice: «Todos tenemos mucho que avergonzarnos y muy poco que reprocharnos». R. Salas, Pérdidas de la guerra, Planeta, Barcelona 1977, pág. 442.
Para los de la correa del coronel y para él mismo, los crímenes rojos eran justicia popular, un poco burra a veces pero casi muy justificada. La de los nacionales era fría, dirigida y cruel. «La represión ejercida por los campesinos y jornaleros. era par defender los avances sociales y políticos, los muchos errores que se cometían pretendían defender una nueva sociedad. Más libre y más justa. La represión de los sublevados. era para defender una sociedad de privilegios», esto lo dicen en 1999, que barbaridad. En AD: Martín Rubio, Paz, piedad, perdón y verdad, Madrid, Fénix 1997, pág. 71.
El historiador socialista Javier Cervera, que sostiene (como todos los progres) que «esa violencia era de carácter inorgánico y no se debía a ningún proyecto revolucionario», sin embargo dice: La checa de Fomento «la más importante de Madrid y sólo su mención producía escalofríos a los madrileños». Pertenecía al Comité Provincial de Investigación Pública, creado por el Director General de Seguridad de Giral (PSOE, que hacía frecuentes vistas a la misma con reportajes fotografías en los periódicos inclusive), el diputado por Izquierda Republicana (partido de Azaña) Muñoz Martínez era el jefe de la misma. La checa de Marqués de Riscal, era de la Primera compañía de Enlace del Ministerio de Gobernación. Y así hasta ciento, perdón hasta 226 solo en Madrid, 123 solo del PSOE, 61 del PC y las demás a repartir. Vidarte, Todos fuimos culpables, I, pág. 612. J. Cervera, Madrid en guerra. La ciudad clandestina 1936-1939, Alianza, Madrid1998, págs. 55-60.
Las fosas comunes de Paracuellos del Jarama, San Fernando de Henares y Torrejón de Ardoz, con 14.000 cadáveres casi todos con nombre y apellidos, casi todos ellos sacados de las cárceles custodiadas por el Consejo de Orden Publico, con ordenes escritas debidamente registradas y firmadas, entre otros por Carrillo, Consejero de Orden Público, trasladados en autobuses de la Sociedad Madrileña de Tranvías y enterrados en fosas previamente abiertas por los alcaldes de esos tres pueblos.
Ayuda de Rusia
Asegura el coronel que la ayuda de Rusia llegó mucho meses después que las de las potencias del Eje. Sin embargo, gente nada sospechosa nos dice: Julio del 36. Moscú decide apoyar a la República. En ese mes salen aviones de Rusia para España. Este informe procede de las memorias de los pilotos Achmed Amba, I was Stalin's bodyguard, Londres 1952, pág. 27. También lo menciona Clara Campoamor (poco sospechosa de fascista), La revolución española vista por una republicana, París 1937, pág. 174. Los Junkers (20) fueron contratados en Alemania el 28-7-36. A. Viñas, La Alemania nazi y el 18 de julio. Los Savoia en Italia, salieron el 29-7-36. J. F. Coverdale, Intervención fascista en la Guerra de España. Nos explica, en nueva demostración de su desconocimiento absoluto del empleo del material militar, que los Ju-52, aviones de bombardeo con velocidad máxima de 280 Km/h, bombardeaban y ametrallaban constantemente las murallas de Badajoz volando a baja altura. Aquellos aviones que tenían dos ametralladoras, una arriba y otra debajo, las dos para defensa aérea inmediata del avión, mal podrían ametrallar a tierra, en un aparato de la envergadura y lentitud del Ju-52 volando a baja altura que se le podría tirar de una pedrada. De hecho la primera baja de la Aviación nacional, fue un comandante, piloto de uno de esos aviones, muerto por un tiro de fusil en el frente de Extremadura en los primeros días de la guerra. Se prohibió terminantemente el vuelo bajo de esos aviones, que eran demasiados preciosos para hacer virguerías con ellos y que los tirase algún graciosillo.
Las murallas y en especial los glasis, como eran las de Badajoz, eran prácticamente indestructibles por la aviación de aquella época, lo normal era emplear la artillería, mucho más precisa y barata. Para ese día (8-8-36) habían llegado a la República 70 aviones muy modernos mandados por Francia. El primero había llegado el 31 de julio. Los pilotos franceses cobrarían 50.000 pts. al mes [Un piloto nacional cobraba 333 pts.] y tenían un seguro de 500.000 pts. al mes, además por cada avión derribado cobraban 1000pts, pronto hubo pilotos de otras nacionalidades. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 396. Hasta esa fecha (8-8-36) estuvo abierta la frontera francesa y llegaron a la República nuevos bombarderos y cazas así como pilotos, mientras tanto los franceses retenían cuatro aviones ingleses con destino a los rebeldes. El almirantazgo inglés estaba desfavorablemente impresionado por los asesinatos de los oficiales de la marina Después de esa fecha en los aeropuertos franceses se siguió ayudando a los aviones republicanos.
También siguieron llegando a España aviones desde Francia desde el 9-8-36 al 14 de octubre llegaron 56 aviones, así como dinero y mercancías útiles para la guerra. México ya había mandado 20.000 fusiles y 20.000.000 de cartuchos. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 421-423; «los destituidos oficiales del Cuerpo General» que nos cuenta el coronel (pág. 129).
Los rusos pilotaban los aviones comprados en Francia. En octubre empezaron a llegar los tanques rusos, muy superiores a los italianos y alemanes y los envíos masivos de armamento. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 475.
3-10-36. Llegan a España 100 Aviones y 100 carros rusos y diverso material de guerra, casi todo nuevo, los aviones: chatos y moscas eran los más rápidos de Europa y todos iban pilotados por rusos. También llegaron los Kastiuska bombarderos muy rápidos que no precisaban escolta, más veloces que los cazas nacionales. Todos ellos eran muy superiores a los italianos y alemanes. Los carros rusos de 10 Tm, iban provistos de un cañón de 45mm. y un blindaje muy superior a los enemigos, desprovistos de cañón y con un peso muy inferior. Las armas contracarro también eran muy superiores. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 428.
Sale de Alemania (6-11-36) la Legión Cóndor. Eran 100 aviones, con defensa antiaérea y contracarro. También salen 16 carros, en total eran 3.800 hombres y más tarde llegaron a 5.000. Los aviones eran anticuados, muy inferiores a los rusos. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 515-516. Se queja el coronel de que solo Stalin, el dictador más sanguinario de la época, apoyase a la democrática República y no lo hiciese ningún país democrático. Pienso yo. ¿No sería que estos países considerasen tan democrática a la República como a Franco? Porque a éste los USA le dieron toda la gasolina que quiso y además a crédito. A crédito no vendió ningún país nada a nuestros demócratas republicanos, cierto es que tenían todo el oro que querían. Nos asegura el coronel que extranjeros a favor de Franco lucharon 200.000 y a favor de la República 35.000. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 1.044, que me ofrece bastante más crédito y que no tiene que hacer méritos de progre, nos dice: Ayudas a los nacionales. Los alemanes voluntarios en España fueron 14.000, entre civiles e instructores. Los italianos fueron 75.000. Total: 89.000 hombres. Los marroquíes voluntarios fueron 75.000. Ayudas a los republicanos. Los rusos mandaron 42.500 hombres (BBII), 10.000 (médicos, enfermeras, guerrilleros), 2.500 asesores rusos. Total: 55.000 hombres.
Le parece fatal, y lo niega rotundamente, que las potencias civilizadas considerasen a la Republica dominada por los comunistas casi desde el principio de la guerra. Sin embargo gente tan enterada como la que sigue, y que tanto cita el coronel, decía: Azaña: sin Rusia «la España republicana no sería ya desde hace tiempo sino una veleidad, un recuerdo». A Viñas, El oro de Moscú. Alfa y omega de un mito franquista, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 369. 6-4-38, dice Azaña refiriéndose a Prieto destituido por mandato del PCE: «Le echaron del Gobierno porque se negó a firmar una carta, que le llevó redactada un agente ruso, pidiendo a Hacienda que les librase un millón y medio de dólares para gastos de personal militar, sin justificación alguna». Azaña, Memorias de guerra, pág. 99. Claudio Sánchez de Albornoz dice al periodista Luis Otero: «yo era del partido de Acción Republicana(el de Azaña), un partido de profesores e intelectuales. En agosto del 37... me dice Azaña que «la guerra está perdida, pero si la ganamos, los republicanos tendremos que abandonar España, si nos dejan, porque el Poder quedará en manos de los comunistas». «Oiga se van a asustar cuando lean que yo no deseaba la victoria de la guerra civil, pero es cierto que tampoco la deseaba Azaña, hubiéramos tenido que marcharnos de España». Personas, nº 74, 6-4-75.
Azaña nos cuenta que Prieto le había dicho, ya el 29 de junio del 37: «Su política (del PCE) consiste en apoderarse de todos los resortes del Estado. Entre los militares han captado a muchísimos. con promesas o imponiéndose con amenazas. Ahora se han apoderado de la Dirección General de Seguridad». Y el 15 de septiembre anota: «Las relaciones de Prieto con los comunistas son un poco tirantes. Según Prieto, el 33% de los comisarios son comunistas; las Juventudes Socialistas Unificadas tienen el 16%, de modo que la mayoría está en manos de ese partido. Los republicanos tienen una minoría reducidísima, y tampoco los socialistas han conseguido la proporción que estiman correspondiente a su importancia». En B. Bolloten, La Guerra civil española: revolución y contrarrevolución, Alianza, Madrid 1989, págs. 817-818.
Marzo del 37. Ya, tan temprano, decía Largo: «Algunas veces. que no se cumplían sus ordenes. se permitían manifestar su disgusto. El Gobierno soviético se erigía en definidor de cómo debíamos de hacer la política de nuestro país. Cuándo esto hacían con nosotros, ¿qué no harían con los comunistas?». FPI, AFLC XXIII, págs. 602 y 694.
Las fuerzas aéreas como los tanques, hurtaban del control del ministro. Largo escribía patéticamente a Douglas (asesor ruso): «La aviación procede –al igual que sucede con los carros blindados– con libertad de acción que escapa a las órdenes del Ministro». FPI (Fundación Pablo Iglesias), AFLC XXIV, págs. 1149, 1150, 1173. Prieto llegó a la conclusión que el objeto del PCE era apoderarse de «todos los recursos del estado español». M. Azaña, Obras Completas, Oasis, México 1966-68, tomo IV, pág. 638.
Nos explica con sus eminentes conocimientos militares que los aviones Ju-52 eran «grandes aviones de transporte». Que llevaban «cuarenta legionarios». Estos aviones no eran capaces de llevar más de diez y seis soldados con equipo yendo muy peligrosamente recargados. Ya en otro librito suyo nos contaba, hablaba de la industria de guerra catalana: «dotaron al Ejército republicano de... unos 700.000 obuses de Artillería». C. Blanco Escolá, La incompetencia militar de Franco, pág. 312. Confundía obuses con proyectiles. Un alma caritativa le advertía: «Los obuses no son proyectiles de artillería ni de nada. Un obús es una pieza de artillería, de tubo más corto que el cañón, que normalmente tira por el segundo sector». Yo, que tengo una larga vida militar, juro por mi honor que no he conocido ningún caso de mando de los ejércitos de Tierra, Mar y Aire, de cabo para arriba, que le hayan tenido que explicar este asunto.
Corrupción
Nos cuenta el coronel que los pobres gobernantes del Frente Popular fueron engañados los traficantes en la compra de armamento (pág. 177). Aquí nadie engañó a nadie y todos se hicieron ricos, gobernantes y traficantes. ¿De verdad puede pensar el coronel que a Prieto le podía engañar alguien? Una persona de confianza de Negrín que firmaba como agente «C», que le prestó numerosos servicios, le escribía: El 15 de agosto (1936) un comerciante llamado Fournier, fue contactado por Otero [Otero era un médico granadino, diputado socialista, amigo de Prieto] para encomendarle una compra de armamento. Le propuso la venta de 1.000 ametralladoras Maxims (a 50 libras), y 20.000.000 de cartuchos (a 6 libras el millar), no se llevó la efecto la operación porque Otero exigió elevar los precios a 88 y 7 libras respectivamente, y terminó por comprar este material cuando le aceptaron cargar el precio en un 45% (3.474.707.000 pts. actualmente). El agente «C» se llamaba Celestino Álvarez, era conocido socialista, él mismo sería acusado de haber malversado 1.000$ oro y 200.000 francos. F. Olaya (historiador anarquista, exiliado, antifranquista donde los haya, erudito en Historia del Movimiento Obrero), El Oro de Negrín, Madre Tierra 1990, pág. 35.
Nos explica detenidamente (pág. 166) del apoyo del general Cárdenas Presidente de Méjico, que fue la única nación democrática que ayudó a la Republica. Ya sabemos todos la perfecta democracia que era el México del PRI. Ejemplo universal de antidemocracia, corrupción y demás lindezas. Cierto que era el régimen del que Azaña había copiado su constitución, pensado el hacer en España lo mismo que el PRI hacía en aquel país, con tan buen provecho para los priistas. También sabemos de la honradez acrisolada del general mexicano, principal beneficiario del tesoro del Vita. 28-3-39. Había llegado a Veracruz el yate Vita (el antes Giralda de Alfonso XIII) con un cargamento de joyas y objetos preciosos, de los robados en distintas catedrales y en las cajas privadas de los bancos de Madrid, pertenecientes a personas particulares, valorado en 50 millones de dólares de entonces (17.140.000.000.000pts.act.), según el serio historiador republicano Javier Rubio. Parte de este tesoro era lo expoliados en todos los Montes de Piedad de la zona republicana. Ya se sabe donde empeñaban sus pobres joyas los capitalistas explotadores del humilde obrero, que nos contaría el coronel. Cuenta Amaro del Rosal (socialista), director de la Caja de Reparaciones de ministerio de Hacienda, en su libro: «El Vita se envió a México, como dijo Negrín, para «remediar en lo posible el infortunio de nuestros compatriotas». [Y evidentemente fue cierto, si bien sólo para Prieto y media docena más.] «Manifiesto de carga: Numerosos depósitos del banco de España –Un cajón de oro amonedado –Objetos históricos de la catedral de Tortosa... el Tesoro Mayor y Relicario Mayor de Sta. Cinta –Ropas y objetos procedentes de la catedral de Toledo, entre ellos el famoso manto de las 80.000 perlas –colecciones de monedas de valor numismático, con ejemplares únicos de valor histórico –objetos de culto de la Capilla Real de Madrid, entre ellos, el joyero y el Clavo de Cristo... Quedaban sin controlar los objetos empaquetados en maletas que eran el mayor volumen de la expedición.»
Manuel García Sancho, deán de la catedral de Tortosa, dice: esta fue expoliada en el 36, se llevaron El Tesoro Mayor, El Relicario Mayor (más de seis kilos. de plata... con incrustaciones de piedras preciosas del siglo XVI)... en total 500 kilos, más de la mitad de plata. Se conserva la factura expedida por la Generalitat al Ayuntamiento el 18-10-37. Nunca se ha vuelto a saber de ellos. Se intentó recuperar, ya instaurada la democracia, hubo una entrevista con el presidente del PSOE Ramón Rubial, pero no dio información. Ya se sabe que los socialistas para estas cosas son muy serios. ¡Santa Rita, Rita lo que se da no se quita!: que se lo cuenten a Vera. 31-8-36. Archivo de la Prefectura de Policía, París, cartón 1.665, legajo 4º, calificado secreto: «Desde su llegada a París, el español Fernando de los Ríos (destacado socialista), ha organizado... el abastecimiento de... en alimentos en armas y en municiones. Está ayudado por... Roces, Toribio Lassaque y Echevarria... cada uno preocupado de conseguir su comisión particular... Otro informe de los mismos servicios, confirmado por el servicio de espionaje ingles, decía: «colaboran con de los Ríos los socialistas Carlos Romero, Ribera Camps, que vendía objetos de arte y compraba armas, (y 5 socialista más). Esta información fue confirmada por un agente de Negrín que firmaba V. Al que entregó una nota el Intelligence Service, corroborado por otro del 2éme Bureau francés, en el que denunciaba la corrupción imperante en la comisión de compras española... el agente V., el 20-1-37, citaba a Giral hijo (su padre era el presidente del Gobierno). F. Olaya, El Oro de Negrín, Madre Tierra 1990, pág. 33.
1-9-36. Se crea una comisión para la compra de armas en París. Durante toda la guerra se dedican a comprar armamento caro y a menudo anticuado, con grandes beneficios para ellos «si la cuestión de la compraventa de armas hubiera sido llevada con honradez, habrían llegado muchas más a España». Uno de los presidentes de la comisión fue el socialista Otero, de él decía Peirats: era como «nombrar a Al Capone presidente del Banco de España». J. Peirats, La CNT en la Revolución Española, Toulouse 1952-53, V. II, pág. 147. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 486-487. «El mercado era abundante y la República disponía de dinero... proporcionaron pingües negocios... Prieto decía aludiendo a Otero (tocólogo y diputado socialista): «¡Que magnífico ejemplo de sacrificio...!» Negrín dijo: "¡Imposible! Otero es insustituible en Armamento..."» Julián Zugazagoitia (socialista de pro), Guerra y vicisitudes de los españoles, pág. 103. «La Comisión estaba bajo el control de Otero... todas las ofertas que se les hacían directamente las desviaban hacia un individuo llamado Marcovici para, a continuación, hacer intervenir a un tercero llamado Klein, en cuyas oficinas de la rue Chauchat, de París, se firmaban los contratos aumentando un 20% el valor de las mercancías [¿De quien habría aprendido el PSOE de los 80?]. Toda esta banda, se agrega, vive y gasta fastuosamente, pues, Otero reside en el hotel George V, pagando 250 francos diarios por habitación y ninguno de sus viajes cuesta menos de 20.000 francos mucha cartuchería se ha pagado a tres francos cuando su precio normal no llega ni a un franco. Esta comisión está repartida entre Otero, Larrache, Diez y Jiménez de Asua [Éste era aquel honrado socialista que quisieron asesinar los falangistas, que nos contaba con tanto disgusto el coronel.] (Todos destacados socialistas)... «Informe del Comité Nacional de la CNT nº 5», en F. Olaya, El Oro de Negrín, Madre Tierra 1990, págs. 35 y 49. Escribía La Pasionaria: Albornoz, Otero, De los Ríos y Asua.(socialistas)... la famosa compra de armas en la Checoslovaquia de Benes, armas que no fueron entregadas, pero que costaron a la república la ingente suma de 600.000 libras esterlinas [27.252.600.000 pts. actualmente] como consta en un documento firmado por Jiménez de Asua». Dolores Ibarrúri, Guerra y revolución en España, tomo 1 pág. 314.
20-5-37. Informe que Araquistáin (embajador en París) remite a su ministro: «El agente de la Dirección de Seguridad incorporado a esta Embajada, Sr. Mata, me comunica lo siguiente: en el mes de octubre llegaron a París... Pablo Rada... venían con autorización del Director General de Seguridad y del Ministro de Gobernación... Rada continuó viniendo a la Embajada por espacio de varios meses... hasta que en el mes de marzo se le prohibió la entrada... desapareció Rada... Se sospecha que está en América, quizá en Colombia... Lo que comunico a VE. ... 20 de mayo de 1937». Seguía: «El 2-11-36, Álvarez del Vayo (ministro de Estado) me llamó por teléfono para decirme... que el Presidente del Consejo de ministros (Largo), y el ministro de la Gobernación (Galarza), habían acordado que le fueran entregadas a Rada veinte millones de francos... lo que me comunicaba de orden del Jefe de Gobierno. Le manifesté al Ministro mi extrañeza, en primer termino por la índole moral del citado individuo, ya que... se había presentado en esta Embajada trayendo gran cantidad de valores de distintas empresas españolas, productos evidentes del robo... Estos antecedentes de Rada me indujeron a decir al Ministro que reflexionase en la orden que me daba... El Ministro me contestó que era la voluntad del Presidente... A primera hora de la tarde del mismo día llamé al Ministro reiterándole mi opinión de que era en extremo imprudente entregar tan elevada cantidad a un hombre sin escrúpulos y sin capacidad de ningún genero para tales adquisiciones, como Rada... El Presidente mantenía la orden... El mismo día se presentó Rada... advertido desde Madrid... La transferencia se hizo el 5-11-36... Torturado por la torpeza que se cometía y en mi deseo de evitarla aún atenuarla, el mismo día envíe el siguiente telegrama: "Urgente. Estado, Madrid. Reservado y personal para el Ministro." "Objeto evitar ulteriores consecuencias y como formula aprobada por Negrín (estaba al corriente del asunto), le ruego envíe... telegrama: Para Rada. ... prohibiéndole terminantemente usted haga ningún pago directamente"- "Esta formula cubre peligros que expuse conversaciones telefónicas lunes. Araquistain."... dada la actitud amenazadora de Rada... en evitación de cualquier atentado... en vista que la respuesta... no llegaba... autoricé... pusiera el dinero a disposición de Rada. La contestación... fue recibida... a los tres días... Se le comunicó a Rada inmediatamente copia del telegrama, pero hizo caso omiso... disponiendo a su antojo de la cantidad transferida. En diversas ocasiones y ante la prueba evidente de que Rada no invertía los veinte millones en la adquisición de aeroplanos,... ni en otro fin útil a la República, indiqué de palabra a los señores del Gobierno... la conveniencia de que se diera un mandato... de detención y extradición contra Rada... pero jamás recibí ese mandato. A continuación va un estado del movimiento de la cuenta de Rada en la Banque Commerciale... : Noviembre 6: 15.000 francos; Noviembre 6: 2.308.000 fr.; así hasta febrero 12: 400.500 fr, por un total de 20.007.475 fr.» F. Olaya, El Oro de Negrín, Madre Tierra 1990, pág. 431. No es de extrañar que echasen al embajador. Hay que reconocer que era un pelín pesado.
Luego arrepentido y aprendido también metió mano en el saco. «La noche del día anterior, varias ambulancias de la Sanidad Militar se habían dirigido hacia la frontera tras recoger su carga... Pero no eran personas lo que transportaban, sino la biblioteca, los papeles y acaso otras pertenencias de Araquistáin... permanecieron varios días dedicadas a la mudanza de don Luis. Un incómodo testigo, Constancia de la Mora, funcionaria del ministerio de Propaganda y casada con Ignacio Hidalgo de Cisneros, el jefe de la aviación republicana, las vio aparcadas el 29 de enero delante del Ayuntamiento de Cerbére y lo contó en sus memorias Doble esplendor. En alguna de ellas venían cuadros y alfombras (quizá tapices). De la Mora apostilla: «Sentí vergüenza y una rabia inmensa de que los que tan generosamente entregaron sus vidas en los campos de España hubiesen podido tener confianza alguna vez en aquellos dos hombres y no supe qué contestar. ¡Ambulancias para transportar papeles y alfombras cuando nuestros heridos no podían escapar a la barbarie de los fascistas por falta de ellas!» Lo que se sabe es que vendió algunos de los libros en Londres para superar los momentos de mayores dificultades económicas. Según le contó a José Bullejos en 1952, su situación económica "se iba haciendo cada vez más difícil según disminuían los mejores libros de mi biblioteca". No eran menudencias: un manuscrito de Petrarca fue subastado en Sotheby's y varios incunables hebreos vendidos al British Museum. Fuentes cuenta que en 1948 recibió de Sothebys 378 libras por la venta de varios ejemplares en una subasta; en 1951, la cantidad es de 903 libras; casi 3.000 en 1952 y más de ochocientas en 1953». J. Rubio Navarro, La Ilustración Liberal nº 12. No hay constancia que esos libros estuvieran en su poder antes de la guerra.
Marañón escribe a Ayala (29-3-39): «allí está España. Franco se ha conducido con serenidad, con nobleza, con pulcritud, con espíritu español. Un contraste con la idiotez de los otros. Azaña y el Protoculo [Rivas Cherif] están aquí, en tratos para adquirir un estupendo inmueble entre 1.600.000 y 1.400.000 Pts. según tengan o no muebles. Lo sé de cierto. Y los demás, menos (poderosos) en pecunia lo son tanto como él en desvergüenza. Lo que le he dicho a Bernard Shaw es exacto: caballeros contra gángsters». Carta del archivo de R. Pérez de Ayala, en Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 189. Su cuñado lo confirma: Intenta comprar en Poitiers «un verdadero palacio, muy deteriorado, con amplísimo jardín, bosque y praderas hasta las márgenes del río». C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 457.
Franco
Nos había explicado ya, en otras numerosísimas ocasiones, que Franco era un perfecto inútil y para demostrarlo nos había contado las batallas tan desastrosamente planteadas por él, pero GANADAS. Qué curiosamente eran las mismas tan magníficamente preparadas por los geniales generales republicanos pero PERDIDAS. ¡No somos nadie!
De la bobería de Franco ya le contestó con su claridad acostumbrada Umbral, ya se sabe franquista de toda la vida: «Las suspicacias del historiador señor Blanco sobre los ascensos de Franco nos hacen sospechar que su libro es una enmienda a la totalidad y desea anular al Caudillo totalmente. Ahora sabemos que fuimos vencidos por un mediocre, y no por un gran militar. Esto resulta aún más humillante. Uno no cree demasiado en la gloria de los tontos... Declarar ahora que Franco era un manús supone la mayor humillación para el Ejercito de la República y para los españoles que le padecimos... Yo siempre me temí lo peor, o sea que de tonto nada.» El Mundo, 24 de abril de 2000. Me temo que al tonto habrá que buscarlo más cerca del coronel.
En agosto del 32 se subleva Sanjurjo, con muy escaso apoyo de militares y ninguno de ningún partido de derecha, hasta el mismo Azaña posteriormente así lo reconoce. Hubo 10 muertos. Sanjurjo había hecho y arriesgado por la venida de la República bastante más que Azaña. Con absoluta mentira cuenta el coronel que Franco desertó del golpe de
Sanjurjo en el 32. Nunca, en ningún momento, Franco se comprometió con Sanjurjo. Y no sólo eso sino que le echó en cara, que después de haber apoyado la venida de la República, no tenía ninguna razón para traicionarla. Sanjurjo no se lo perdonaría nunca.
Se había reunido en la casa de Marañón el Comité Revolucionario, naturalmente con la ausencia de don Manuel, para acordar la marcha del Rey y Romanones nos cuenta: «Durante la conversación en la casa de Marañón (14-4-31), Alcalá Zamora manifestó que había recibido la adhesión de Sanjurjo jefe de la Guardia Civil. Romanones, Obras Completas, V. III, pág. 448.
Negrín le había dicho a Vidarte: «Franco es prudente y cauto. Cuando la sublevación de Sanjurjo nada tuvo que ver con ella; después durante el gobierno de la CEDA, en que Gil Robles estaba en Guerra, él pudo dar un golpe de Estado sin que nadie se opusiese, destrozados como estábamos nosotros. Tenía una Cámara que hubiese justificado cualquier acto y tampoco hizo nada». Vidarte, Todos fuimos culpables, I, págs. 107-108.
Refiriéndose a la Sanjurjada, Franco «no había querido tomar parte en nada que significase una oposición delictiva contra la República». C. Rivas Cherif, Retrato de un desconocido, Grijalbo, Barcelona 1979, pág. 237.
Veamos qué nos cuentan los peritos en el tema: Prieto refiriéndose a Franco: 1-5-36. «He leído en la prensa que su nombre se incluyó en la candidatura por Cuenca contra su voluntad. El general Franco, por su juventud, por sus dotes, es hombre que puede acaudillar, con el máximo de probabilidades –todas las que se derivan de su prestigio personal–, un movimiento de este género». «Siento a España», discurso en el Teatro Cervantes, Cuenca. Ediciones La Motorizada, Barcelona 1938, Archivo Histórico Nacional-Sección Guerra Civil, Salamanca; Indalecio Prieto, Textos Escogidos, prólogo de Ricardo Miralles, Junta General del Principado de Asturias 1999, págs. 247 a 271. Hay que destacar que nuestro crítico coronel ingresó en la Academia, con 22 años, lo normal era ingresar con menos de 20, con la promoción XIV (en Caballería), compuesta de 30 cadetes, y después de repetir curso, salió el 29 de la promoción XV. Como se ve un brillante expediente académico, que no mejoró en absoluto a lo largo de su carrera, pues no realizó voluntariamente ni un solo curso de perfeccionamiento, cosa rara ya que los militares normales realizan dos o tres. Nadie tan cualificado para opinar sobre la capacidad militar de Franco. ¡Evidentemente! Y tan interesado en mejorar la suya.
Explica que a Franco le regaló su ascenso a general de división (12-3-34), por que ya la derecha veía en él lo que iba avenir (pág. 45), el ministro de la Guerra Diego Hidalgo. Era éste un notario de Madrid, viejo, que digo viejo, ¡viejísimo! republicano, ya de cuando don Manuel militaba en la las filas del cacique monárquico conde de Romanones en 1920: «Conocí al general Franco el mes de febrero del 34... en mi viaje a Baleares... pude convencerme de que su fama era justa. Entregado totalmente a su carrera, posee en alto grado todas las virtudes militares y sus actividades y capacidad de trabajo, su clara inteligencia, su comprensión y su cultura estás siempre puestas al servicio de las armas. De sus virtudes, la más alta es la ponderación al examinar, analizar, inquirir y desarrollar los problemas; pero ponderación que le impele a ser minucioso en el detalle, exacto en el servicio, concreto en la observación, duro en la Ordenanza, exigente a la vez que comprensivo, tranquilo y decidido. Es uno de los pocos hombres de cuantos conozco que no divaga jamás... el 31-1-26 ascendió a general de brigada... el 28-1-33 un decreto anuló el ascenso... esto es a la cola de los generales... en la primera vacante de general de división... ascendí al general Franco. A la letra de la Ley, en las páginas del Anuario Militar... aparecía en uno de los últimos lugares; pero en mi ánimo estaba el primero». D. Hidalgo Durán, ¿Por qué salí del Ministerio de la Guerra?, Espasa Calpe, Madrid 1934, págs. 77 y 117. 14-12-35. Ante la negativa de Alcalá-Zamora de darle el poder a Gil Robles, este dice al general Fánjul: «Si el Ejercito. opina que debe ocupar transitoriamente el poder, yo no constituiré el menor obstáculo». Los generales deliberaron y Franco les convenció: «no podía ni debía contarse con el Ejercito para dar un golpe de estado», posteriormente escribiría: si la República fracasa «que no sea por nosotros». Lo cierto es que Franco no participó en la Sanjurjada, y disuadió de tres golpes de estado, todos ellos estando en el poder y por tanto en condiciones mucho más favorables que en el 36. J. M. Gil Robles, No fue posible la paz, Ariel, Barcelona 1968, pág. 356. F. Franco, Apuntes personales del Generalísimo sobre la República y la guerra civil, Madrid 1987, págs. 21-22.
14-12-35. Alcalá Zamora echa a los radicales del Gobierno, nombra a su amigo Portela Valladares jefe del mismo para que convoque elecciones. El general Fanjul propone a Gil Robles un golpe de estado, este acepta siempre que se consultase a otros generales; Franco, jefe del EM, opina que no se debe meter al Ejército en líos políticos. Gil Robles dimite. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 174. 1-6-36. A Mola le resultaban intolerables las vacilaciones de Franco. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 224. 17-8-37. Ortega escribe a Marañón: «las notas de Franco son cada vez más acertadas y en su punto». Marino Gómez Santos, Españoles sin fronteras, Planeta, Barcelona 1983, pág. 124. 31-12-37. W. Churchill decía: «Si Franco gana... Alemania tendrá poca o nula influencia sobre él». J. Salas, Intervención extranjera en la guerra de España, Madrid, Editora Nacional 1974, pág. 284. 30-3-38. El jefe de Estado Mayor de la Legión Cóndor, Von Richthofen, se refiere en su diario a las presiones que hicieron al Caudillo un coronel italiano y el agregado militar alemán: «Franco manda a los dos prácticamente a la mierda». J. Salas, La Guerra aérea, II, pág. 108. Decía Churchill: «Franco tiene toda la razón de su parte, porque ama a su patria. Además, Franco está defendiendo a Europa contra el peligro comunista. Pero yo soy inglés y prefiero el triunfo de la mala causa. Prefiero que gane el otro bando porque Franco podría ser un estorbo para los intereses británicos». La Nación, Buenos Aires, 14-8-38. W. Churchill. The Gather in Storm, Londres 1948, pág. 221. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 883.
«Los logros de Franco durante la guerra fueron considerables. Su tarea fue estratégica o política, nunca táctica –aunque a menudo estaba en el frente–. Decidía donde había que desencadenar la nueva ofensiva, en asegurarse que todo estuviera preparado en el momento preciso, en detener los contraataques cuando se producían, en rodearse de militares eficientes como Dávila, Orgaz y Barroso, para que el material adecuado estuviese en el frente cuando se precisase. Los militares alemanes que trabajaban para él como Von Thoma lo consideraban convencional. Pero por su cautela, paciencia y puritanismo, se parecía al vencedor de Von Thoma en El Alamein, Montgomery... Nunca fue temerario, como lo había sido en Marruecos. Quizás su mayor éxito militar fue político, para él los asuntos militares tenían importancia política o psicológica, de ahí su empeño en liberar Brunete o Toledo y su negativa a aceptar los hechos consumados como Teruel o el Ebro... La alianza política entre sus seguidores fue la primera razón de su victoria, la unidad del movimiento fue lo que hizo posible movilizar un millón de hombres para su «cruzada», en gran parte voluntarios. Pero fue la calma de Franco, y su tranquila superioridad profesional la que le proporcionó su jefatura. En el bando nacionalista había tantas posibilidades de ruptura como en el republicano, pero Franco supo convertirlas en motores de guerra... junto con su Ministro de Asuntos Exteriores, el general Gómez Jordana, demostrose un diplomático muy hábil al conseguir la suficiente ayuda alemana e italiana sin entregar más que unos derechos sobre las minas españolas». H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 997 y ss. «¿Por qué ganaron los nacionalistas? La respuesta, como en todas las guerras, es: un liderazgo y una disciplina superiores en el Ejército, y un esfuerzo militar respaldado por un gobierno de guerra unificado. Los nacionales fueron mejor ayudados que la República por sus simpatizantes extranjeros en cuanto a suministros de armas: la Legión Cóndor alemana y las tropas y el material italianos compensaron sobradamente la ayuda soviética al Frente Popular, que tan vital fue en las primeras fases de la guerra. Igualmente importantes fueron el disciplinado ejército africano bajo las órdenes de Franco y el adiestramiento superior de los ejércitos nacionales... La disciplina militar de los nacionales era un reflejo de su unidad política: la debilidad militar del Frente Popular una consecuencia de sus luchas políticas intestinas». Raymond Carr y Juan Pablo Fusi, España, de la dictadura a la democracia, Planeta, Barcelona 1979, págs. 14-15. Dice el inglés P. Johnson de Franco: «fue un hombre extraordinario, de gran capacidad de previsión». El País, 1-8-2000.
Nos aburre sobre la total dependencia de Franco, con respecto a los alemanes e italianos, para ganar la guerra y su actitud servil ante ellos. Sin embargo el mismo coronel escribe en su librito (pág. 158): «Franco... sin que nadie se lo pidiera, se asustó y garantizó su neutralidad a las democracias, si la crisis checa conducía a la guerra con Alemania». Hay que recordarle al coronel que la crisis de marras se resolvió a favor de los nazis. O sea que toda Europa se asustó menos Franco. O al menos eso parece. Como es de suponer ni a fascistas ni a nazis le pareció nada bien el asunto. Para un servil no está nada mal. Eso era lo que tenía que haber hecho, el sí servil Azaña, con Rusia y hubiese tenido el apoyo de las potencias democráticas.
Ejército más popular
Nos cuenta, por activa y por pasiva, que Franco no tuvo prácticamente apoyo popular. Sin embargo los hechos, hay que ver que pesados que son los hechos, ¿verdad coronel? dicen lo contrario: Los nacionales en Navarra se levantaron 6.000 carlistas, todos voluntarios. Oviedo defendida por 2.300 hombres, la mayoría voluntarios, es sitiada.
«La rebelión de las derechas fue, en muchos aspectos una rebelión juvenil».18.000 guardias civiles estaban con el Gobierno 14.000 con los rebeldes. 7.000 oficiales estaban con los rebeldes y 5.000 con el Gobierno. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 357-358. Largo deja instrucciones al general Pozas: «La defensa de la plaza de Madrid, que al ejemplo de las realizadas por el enemigo en plazas como Toledo, Oviedo, Huesca y Teruel [Todas aquellas plazas menos Toledo, que también los había, estaban defendidas casi en su totalidad por voluntarios civiles.], debe de hacerse a toda costa, defendiendo palmo a palmo el terreno». A. del Rosal, El oro del Banco de España y el tesoro del Vita, Barcelona Grijalbo 1976, pág. 40. Mallorca estaba defendida por 3.500 la mitad voluntarios civiles. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 414.
Le preguntan a un requeté a quien tienen que avisar si lo matan y contesta: «A mi padre, José María de Hernandorena, del tercio de Montejurra, de 65 años de edad. ¿Y si también él hubiese muerto? A mi hijo, José María de Hernandorena, del tercio de Montejurra, de 15 años de edad». H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 554. En ese invierno tenían (1937) los nacionales un centenar de batallones de voluntarios y unos 4.000 oficiales de las mismas características. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 554. La República movilizó 26 reemplazos, del año 41 al 15, los nacionales 15 reemplazos, del año 39 al 27. Salas Larrazabal, Los datos exactos de la Guerra Civil, Drácena, Madrid 1980, pág. 288. Franco movilizó 11 reemplazos menos evidentemente por que no los necesitó, siempre es mejor pelear con voluntarios.
Parece que los nacionales tuvieron más voluntarios que los rojos. Los voluntarios siempre son pueblo, es imposible que todos fueran gente rica. Por tanto había más pueblo con Franco que con la República. El ejército nacional tenía 500.000 hombres, los rojos eran más (1937). Se habían movilizado 11 reemplazos, muchos eran desertores de la República, muchos prisioneros, incluso soldados obligados a cambiarse de bando. Los voluntarios eran muchos 100.000 carlistas y más de 200.000 falangistas. R. Carr, La República y la guerra civil en España, Londres 1971, pág. 200. Los rojos: Primer mes del Alzamiento. «Los sujetos, por edad, a obligación militar, una vez rescatados de los cuarteles por los milicianos, se iban a sus casas, entendiendo que la guerra no iba con ellos. Hubieron de ser reclutados nuevamente a la fuerza. El Código de Justicia Militar se endureció hasta extremos nunca antes vistos». J. Zugazagoitia (diputado PSOE), Guerra y vicisitudes de los españoles, Librería Española, París 1968, pág. 101.
Vicente Rojo (comandante en jefe republicano) en la retirada de Cataluña: «En todas partes esperan al enemigo y desde muchos días ya les tienen todo preparado. No sé como explicarme lo que pasa en muchos hombres antifascistas, que ahora no les importa pasarse al enemigo». V. Rojo, ¡Alerta los pueblos!, Ariel, Barcelona 1974, págs. 141-142.
M. Seidman, profesor de la Universidad de Carolina del Norte (USA): «La defensa de Madrid atribuida a las masas populares, formando parte de la mitología de Frente Popular, poco se acerca a la realidad. Pocos madrileños se movilizaron voluntarios en los primeros días. Las tropas empleadas en los combates fueron, en gran medida, las ya encuadradas en unidades procedentes del frente de Extremadura, los catalanes anarquistas al mando de Durruti y la BBII. En noviembre del 37 los nacionales llegaban a las puertas de Madrid. La capital no sería salvada por los madrileños, sino por las fuerzas que llegaban de las sierras de Levante, de La Mancha, de Cataluña, de Andalucía. Evidentemente en los primeros tiempos los militantes políticos y sindicales participarían de manera intensa, pero su entusiasmo se fue apagando: «Muchos, sino la mayoría de los trabajadores y campesinos convertidos en soldados, no eran militantes, sino más bien oportunistas que se afiliaron a los partidos y sindicatos no desde la convicción sino más bien porque necesitaban un carné, sea el que fuese.»
Del libro de Orwel Homenaje a Cataluña transcribe un dato escalofriante: niños de 15 años afiliados por sus padres por las diez pesetas de paga, «lo que hacía al Ejército Popular de la República como el mejor pagado del mundo». Los soldados nacionales cobraban 50 céntimos. Como no podía ser de otra manera los republicanos ponen más énfasis en el adoctrinamiento político, pero la realidad fue que la disciplina y la represión aumentan de forma dramática. Seidman destaca la selección de los oficiales. Los nacionalistas escogían a bachilleres y universitarios, los republicanos en su mayoría carecían de la más elemental formación básica. «La razón era obvia: los soldados del Ejército Popular miraban con suspicacia a quienes de entre sus filas eran cultos y considerados por ello fascistas clandestinos».
Capítulo ocultado que el autor subraya, es el de las deserciones y las automutilaciones, muy abundantes en el Ejército Popular. Sobre el frente de Asturias informa e Teniente Coronel Burón al Gobierno republicano: «Con los mineros que no salieron de las minas hasta agosto del 1937 se realizaron trabajos de fortificación, los emboscados en organismos oficiales y los desertores, se hubieran podido movilizar a unos 20.000 hombres más». Las automutilaciones eran tan generalizadas que los médicos republicanos las calificaban de «herida contagiosa», y como consecuencia las autoridades dieron orden de no evacuar del frente a ningún herido en estas circunstancias. Como resultado las amputaciones por gangrena fueron numerosas. De los 600 juicios celebrados en Gijón por los tribunales populares, entre noviembre del 36 y la caída del frente, el 58% fue por deserciones y el 9,5% por automutilaciones, el dato lo recoge el autor del trabajo «Auditoria de guerra en Gijón» de Cristina Almendral.
La reflexión final del libro no puede ser más desoladora. Pasados los primeros tiempos de euforia la mayoría de los soldados no luchaban por sus ideales, si es que alguna vez los hicieron, sino por su mera supervivencia». M. Seidman, profesor de la Universidad de Carolina del Norte (USA), A ras del suelo, Historia social de la República durante la guerra civil, comentado por R. Pérez las Clotas en La Nueva España, 13-7-03, pág. 65.
Payne dice del libro: «se trata del acaso de la investigación más original que se ha hecho sobre ella (nuestra guerra).»
El Socialista (1-11-36) aconsejaba y empezaba pronto: «Consejos útiles para los milicianos en los frentes: Miliciano desertor del frente: huyes ante el enemigo por temor a que una bala te mate. de cada cinco mil balas sólo una hace blanco. Si desertas el Gobierno puede fusilarte. ¿Que prefieres: que una de las cinco mil te hiera, o que te mate la única que dispara el pelotón de ejecución? La elección no es dudosa. ¡No huyas, pues, miliciano!». D. Ibárruri y otros, Guerra y revolución en España 1936-39, I, pág. 293. No parecían demasiado entusiasmados los voluntarios. En el decreto del Gobierno (1-1-37) en el que amnistiaban a los presos comunes, decía: «en proporción considerable forman parte actualmente de las Milicias que se saben en los frentes por la defensa de la República». Causa General, Madrid 1944, cap. X, pág. 310. A los brigadistas no se les dejaban volver a su patria. Se les había dicho que podrían regresar a los tres meses. El castigo por desertar era o la muerte o el confinamiento en un duro campo de reeducación. No obstante había deserciones. Tanto es así que Inglaterra llegó a un acuerdo para que los desertores de su país no fueran fusilados, a pesar de todo alguno lo fue. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 656.
Ya a mediados del 37 se recrudeció la disciplina militar entre los rojos. Giral decía a Azaña, que la mitad las bajas sufridas en Brunete: «eran desertores más o menos disimulados». En Cataluña se multiplicaban los «emboscados», perseguidos implacablemente, que huían al monte. Como reflejan las instrucciones para la defensa de Madrid en noviembre del 36, los jefes rojos apreciaban que la resistencia heroica de los nacionales aun en condiciones desesperadas y la atribuían al rigor militar. M. Azaña, Memorias de guerra, pág. 243. S. Juliá y otros, Víctimas de la guerra, Temas de Hoy, Madrid 1999, pág. 253 y ss. Para luchar (6-8-37) contra la indisciplina, el sabotaje y el espionaje, se creo el SIM (Servicio de Investigación Militar). Se endureció el código, para la ejecución sumaria de desafectos, sin paralelo en el bando nacional. En B. Bolloten, La guerra civil española. Alianza, Madrid 1989, págs. 897, y ss. Marty (Carnicero de Albacete) jefe de las Brigadas Internacionales), en informe al Comité Central del PC. francés, el 15-11-37, dice: «En España mezclados con los buenos militantes comunistas, socialistas,... acudieron muchos centenares de elementos criminales internacionales... Ante esto no vacilé y ordené las ejecuciones necesarias... Las ejecuciones ordenadas por mi no pasaron de quinientas». No cuenta nada de las ordenadas por mandos inferiores.
A los brigadistas, nada más llegar, se les quitaba el pasaporte para que no pudiesen desertar y refugiarse en sus embajadas. 28-2-38. Decía el brigadista norteamericano Sandros Voros (año 38) comentando la actuación del SIM en la retirada de Teruel: «El terror cunde en la Brigadas Internacionales.Los líderes del Kremlin piensan de otra forma; confían sobre todo en el terror. Oficiales y soldados son implacablemente ejecutados siguiendo sus ordenes. El número de víctimas es particularmente elevado entre polacos, eslavos, alemanes y húngaros. Son ejecuciones sumarias que el SIM lleva a cavo en secreto en la mayoría de los casos». En B. Bolloten, La guerra civil española. Alianza, Madrid 1989, pág. 865. 7-3-38. Franco inicia la ofensiva en Aragón. Los italianos hunden el frente guarnecido por Líster, este, para cubrir sus propias responsabilidades fusila a algunos jefes comunistas de su tropa. J. Martínez Amutio (socialista, gobernador de Albacete), Chantaje a un pueblo, Madrid 1974, pág. 266.
La BI 13ª huyó en desbandada. Marty intenta parar la desbandada fusilando arbitrariamente a tropa y oficiales. J. Peirats, La CNT en la Revolución Española, Toulouse 1952-53, vol. III, pág. 251.
La represión sobre estos reclutas fue terrible (1938), ejemplo típico fue el de la 77 brigada mixta, donde se dio el caso de que al incorporarse el reemplazo, fueron fusilados en dos meses unos doscientos, por lo que tuvo que reorganizarse la unidad sin haber entrado en combate. Causa General, Ministerio de Justicia, op. cit., págs. 293-307. Ángel David Martín Rubio, Paz, piedad, perdón y verdad, Fénix 1997, pág. 410.
Los rojos fusilaban a los oficiales y soldados si retrocedían, los sargentos recibieron órdenes de fusilar a sus oficiales si daban orden de retirada. Lister ordenó «quien pierda un palmo de terreno debe reconquistarlo o será ejecutado», amenaza que se cumplió a menudo. Estas ordenes fueron muy frecuentes en los diversos mandos. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, págs. 896 y ss., 915 y ss.
Cuenta el coronel hasta la saciedad que las ayudas extranjeras a Franco llegaron mucho antes que las de la Republica. Pero curiosamente cuenta en el librito (pág. 196) refiriéndose a las Brigadas Internacionales: «comenzaron a forjarse [Barcelona, julio del 36] a causa del alzamiento de julio... buen número de los atletas, e incluso espectadores... optaron por alistarse... y llegaron a luchar en las primeras semanas... en Aragón, Irún y Madrid... la cual habría de convertirse en el verdadero núcleo de las futuras Brigadas».
¡Por cierto! Cobraban 10 pesetas diarias, más que cualquier obrero europeo de entonces, en una época de terrible paro, lo que explica, en parte, tanto voluntario al que siempre se le quitaba el pasaporte.
14-10-36. Los primeros voluntario de la BBII llegaron a Albacete. 7-11-36. Llega la XI Brigada Internacional a Madrid, con 1.900 hombres, la XII llega, con 1.550, el 13-11-36. 6-11-36. sale de Alemania la Legión Cóndor. Eran unos 100 aviones, con defensa antiaérea y contracarro. También salen 16 carros, en total eran 3.800 hombres y más tarde llegaron a 5.000. Los aviones eran anticuados, muy inferiores a los rusos. Franco al empezar la guerra no tenía ningún tanque. 19-12-36. llegan a Cádiz los primeros 3.000 «camisas negras». H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona, 1976. págs. 488-492,620,525, 515-6. Nos aburre repitiendo que Franco hizo la canallada de utilizar tropas moras en la guerra. Ya hemos visto que el primero que trajo moros a España fue Azaña. Pero lo malo es que en el 36 lo intentó con toda su alma. La República intento que los marroquíes se sublevaran contra Franco prometiéndoles la independencia y ofreciendo a los negociadores 40 millones de pesetas que no aceptaron. El 19-2-37 se ofrecieron ventajas en Marruecos a Francia e Inglaterra si cambiaban de postura en la no-intervención, a Francia le cedían todo el Marruecos español. Tampoco les hicieron caso. Más adelante, en mayo del 37, Largo les ofreció una gran cantidad de dinero a los moros, pero tampoco aceptaron. M. Azaña, Obras Completas, Oasis, Méjico 1966-68, tomo IV, pág. 66. H. Thomas, La guerra civil española, Grijalbo, Barcelona 1976, pág. 627. Les prometió también que si luchaban por la República, les pagaría 10 Pts. diarias como a las Brigadas Internacionales. Franco les pagaba 5. Pues a pesar de que Franco había arrasado sus aduares, violado a sus mujeres, gaseado a sus hijos y toda clase de gracietas, como con tanta tenacidad nos explica el coronel, en la guerra del Rif, los moros prefirieron quedarse con él. ¡Qué gente más rara estos moros! ¿No? Y además cobrando un duro menos, que tiene más mérito siendo como son esa gente. ¿No será que el coronel también mentía cuando nos lo contaba? Nos tiene tan acostumbrados que es difícil creerle.
Les llama el coronel a los moros carne de cañón (pág. 131). Otra vez demuestra lo poco que sabe de su profesión. A los legionarios, moros, gurkhas, marines, &c. los entendidos les llaman fuerzas de choque y estaría loco quien utilizase como carne de cañón a fuerzas tan especializadas, tan caras y tan difíciles de reponer. Franco, como todos sabemos, era feo, malo, tonto; últimamente el coronel asegura que era cobarde y no sabía táctica, pero todavía no nos había informado que estuviese loco, a tiempo estamos. La carne de cañón eran aquellos franceses que los cogían en Paris sin ninguna preparación, les montaban en un taxi, y los llevaban a Verdún, a que los cañones alemanes hiciesen carne con ellos. De hecho a la Legión y Regulares se les empleaba en romper frentes, explotar éxitos o restablecer situaciones comprometidas, e inmediatamente eran retirados. Las reservas móviles, que Franco empleó tan frecuentemente, se componía principalmente de estas tropas, a las que trataba con sumo cuidado. Yo recomendaría al coronel que repasase sus conocimientos sobre el argot militar, en el caso de que alguna vez los hubiese tenido, y si no los hubiese tenido nunca, que cuesta creerlo pero es posible, ahora, que está retirado, los estudie para no hacer el ridículo tan a menudo. Es que soy militar y me da penita.
Siento haber perdido tanto tiempo, y más hacérselo perder a los que hayan tenido la moral de leerme, ciertamente no merece la pena el esfuerzo. Yo pensaba arreglar el comentario con un par de folios, pero son tantas las babayadas que se dicen, y solo rebato las más gordas, que me he puesto en casi sesenta. ¡Ustedes perdonen! Les prometo que será la última vez.