Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 43 • septiembre 2005 • página 1
Cuando se cumple el cuarto aniversario de los atentados que llevaron la Yihad
al corazón del orden capitalista, la defensa oscila entre el realismo político
y el fanatismo religioso
«Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables [los que lo ignoran].» Romanos, 1, 19-20.
«Gratia naturam non tollit, sed perficit.»
Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I. I. 8 ad 2.
«Me estás preguntando sí creo que la gente debería tener acceso
a diversas escuelas de pensamiento, y la respuesta es sí.»
George W. Bush, La Casa Blanca, 2 de Agosto de 2005.
§1. Panorama
Hace ya cuatro años que las fuerzas mahometanas más «conscientes» perpetraron el atentado, televisado en directo para el universal público, contra centros simbólicos en la médula del enemigo: Estados Unidos de Norteamérica. Las injerencias continuas de este país en política internacional tras la caída del Imperio soviético, oscilando entre la depredación y defensa de los propios intereses, y la generación de sociedades políticas similares a la propia, lo hacía blanco obvio para los adalides de la globalización islámica.
Las consecuencias del 11-S son aun imponderables. La respuesta inmediata, en cambio, tuvo claramente dos sentidos: militar e ideológico. Afganistán, Irak y otros posibles candidatos integrantes del «eje del mal» son ocupados bajo el lema confundente de la «Guerra contra el Terror», con vistas a asegurar posiciones en un Oriente Próximo escenario de grandes intereses internacionales incompatibles entre sí y con los de Estados Unidos, especialmente los del gigante amarillo: China.
El sentido ideológico estuvo marcado, desde el discurso en el Capitolio de Bush II, el 21 de septiembre de 2001, por la lucha entre religiones terciarias:
«El curso de este conflicto no se conoce, pero su resultado es cierto. Libertad y temor, justicia y crueldad, siempre han estado en guerra y sabemos que Dios no es neutral.»
Cuatro años después, los poderes imperiales de un Estado federal en continua revisión e incapaz de reacción ante catástrofes como la de Nueva Orleans, combina la desesperada lucha exterior con la misión evangélica en el interior. La coyuntura ha sido aprovechada por los promotores de la «teoría» del Diseño Inteligente, que ha alcanzado este verano cotas inimaginables en otras naciones occidentales, en especial las de tradición católica (la Ministra de Educación de Holanda, von der Hoeven, había hecho el 2 de Junio llamamientos a la «pluralidad educativa» similares a los de Bush). Las apelaciones a la «tolerancia», «libertad de conciencia» y otros valores propios de la corrección política deberían hacer reflexionar a sus defensores sobre lo abstracto y vacío de semejantes doctrinas.
Gran parte de la fuerza de esta ofensiva creacionista y delirante, se debe a la debilidad de sus opositores, inmersos en el cientificismo más ingenuo que les impide comprender el alcance de la «revolución darwinista». Las controversias sobre el darvinismo, algunas de las cuales Pedro Insua desteje y vuelve a tejer con hábil mano en la sección Animalia de El Catoblepas [«Biología e individuo corpóreo...», EC 41:11], son utilizadas en pro de la negación ideológica de la verdad del evolucionismo.
No es la intención de esta breve noticia profundizar en los detalles del debate, desarrollado a lo largo de los años en infinidad de libros, páginas web y foros públicos. Se trata más bien de presentar escuetamente el problema para que el lector hispano pueda juzgar la situación y, si le interesa el mórbido avance del fundamentalismo cristiano, pueda adentrarse en la abundante bibliografía disponible.
Para que los lectores impacientes no crean que se trata de un movimiento minoritario resurgido por la maldad del tirano Bush, conviene dar fin a esta rápida panorámica presentando unas estadísticas que demuestran lo democrático de la posición del actual presidente, que no hace más que seguir la voluntad de su pueblo. El 78% de los norteamericanos cree que Dios creó la Tierra y otro 5% se la atribuye a algún espíritu universal o poder superior{1}. Ante las siguientes preguntas, la voluntad general popular respondió:
Me permito indicar que, a pesar de las consecuencias racistas que muchos podrían extraer de los dogmas creacionistas y de que estas encuestas especifiquen sólo los grupos blancos, las Iglesias de mayoría negra o africanistas son muchas veces grandes defensoras de enseñanzas creacionistas.
§2. Creacionismo en la educación useña (cuestiones de génesis)
El país de los predicadores y las sectas protestantes ha sido escenario de los más encarnizados choques en el viejo debate entre Ciencia y Religión. En 1874, el ideólogo norteamericano Juan Guillermo Draper publicó su famoso libro Historia de los Conflictos entre la Religión y la Ciencia. Uno de los más sangrientos campos de batalla se abrió con la teoría darwinista de la evolución, que encontraba grandes resistencias entre curas, teólogos y creyentes lectores de la Biblia en inglés.
Entre 1910 y 1920, Milton y Lyman Stewart, promotores de la empresa petrolífera que ha sido últimamente testigo del proteccionismo norteamericano frente al liberalismo económico chino [«La sexta generación...», EC 41:25], financiaron la publicación de The Fundamentals: A Testimony to the Truth. Cinco años después, en 1925, el literalismo venció sobre la enseñanza del darvinismo en las aulas en el famoso Juicio del Mono. La denuncia del Estado contra el profesor John Scopes por sus enseñanzas darwinistas fue promocionada por el tres veces candidato demócrata a la presidencia William Jennings Bryan. El caso fue llevado al cine por Stanley Kramer en 1960: Herencia del viento era una adaptación de la obra teatral del mismo nombre estrenada en Broadway en el 55, el actor Henry Drummond participó en ambas versiones, y la cinematográfica tenía como estrella principal a Spencer Tracy. Una posterior versión para televisión en el 88 contó con la participación de Kirk Douglas y Darren McGavin.
La sentencia retiró el darvinismo de las aulas hasta la década de los 50, cuando el gobierno federal, alarmado por el avance de la ciencia soviética, reaccionó promocionando la enseñanza de la Biología moderna. En 1968, el juicio Epperson contra Arkansas determinó la obligatoriedad de la enseñanza de la Teoría de la Evolución en Estados Unidos de América del Norte. Los grupos creacionistas tenían que buscar nuevas estrategias para recuperar su lugar en la educación del pueblo norteamericano. El movimiento equal-time nació, según Eugine C. Scott{2}, en 1978 a raíz de un artículo de un estudiante, Bird, en la Yale Law Review.
En veintiséis Estados se multiplicaron los proyectos de ley dirigidos a introducir el creacionismo en las aulas, algunos de los cuales prosperaron. Un juicio en Arkansas declaró el equal-time inconstitucional en 1982. En 1987, el fallo del caso Edwards contra Lousiana aplicó la Primera Enmienda contra el creacionismo alegando que favorecía un tipo de religión sobre otras.
La lucha institucional y legal en 1980 iba acompañada de batallas ideológicas, y el debate se enriqueció con las aportaciones de autores como Brush, Dalrymple, Strahler, Eldredge, Futuyma, Godfrey, y muchos otros, algunas de cuyas obras sobre el particular no dejan hoy de tener interés. Jay Gould da por zanjado el asunto a raíz del fallo del caso Edwards{3}.
Pero, inmediatamente, proliferó una suerte de creacionismo vergonzante, que se esconde bajo el halo del cientifismo y se apoya en los debates en torno a la evolución. El término «Neo-creo»{4} sirve hoy para designar las diversas doctrinas que monopolizan los debates públicos de los últimos años intentando enmascarar su origen religioso, para evitar el obstáculo del caso Edwards.
Evidence Against Revolution, Initial Complex Theory e Inteligent Design, son los rótulos en lengua inglesa que estos movimientos han utilizado; en los últimos meses la última de esas teorías, el Diseño Inteligente, ha devuelto la fuerza al debate en la arena pública de EUA.
En 1989 Davis y Kenyon publicaron el libro de texto Of Pandas and People (Haughton, Dallas TX, 170 págs.), que popularizó el sintagma (y pseudo-concepto) «Diseño Inteligente». Con esas mismas palabras el sintagma era ya viejo, y tuvo mucha fuerza durante el siglo XIX, precisamente como respuesta, con tintes deístas, al darwinismo y los materialismos. Pero en 1988 se había recuperado en círculos cercanos al Discovery Institute Center for the Science and Culture{5}. En 1996 la institución se refundó (Center for the Renewal of Science and Culture) y se sostiene con fondos de iglesias evangélicas o misioneros adinerados. En nueve años su presupuesto total ha sido de 9,3 millones de dólares, el 31% de lo cual ha sido invertido en laboratorios de biología, paleontología y biofísica, y en becas para estudiantes y profesores{6}. Cuenta entre sus filas con profesores universitarios de diversas disciplinas (muchos de los cuales forman parte de los 52 componentes de la ID Network, sección mediática del Instituto) decididos a expandir la nueva doctrina.
§3. La Teoría del Diseño Inteligente (cuestiones de estructura)
Desde su presentación pública en Of Panda and People, la característica más llamativa del Diseño Inteligente es que ha querido presentarse como una teoría científica o avalada por alguna ya existente. La estrategia en aquel libro fue la de utilizar la desafortunada metáfora «lingüística» con que desde sus orígenes se ha tratado el ADN (muchas veces con técnicas computacionales) para justificar un «hablante inteligente» diseñador del código genético. Era un libro de texto pensado para bachillerato, y Alabama y otros estados lo tuvieron en sus proyectos educativos. Hoy en día, algunos profesores utilizan sus capítulos.
La siguiente obra clave data de 1991 y se la debemos a Philip E. Jhonson, profesor de Derecho en Berkeley (y creacionista que en los 90 se sumó a la nueva ola) quien, bajo el título Proceso a Darwin{7}, muy apropiado a su profesión, nos muestra la segunda característica de los adalides del Diseño Inteligente: la crítica del darvinismo. Aprovechando algunas de las controversias claves en biología evolucionista (lagunas en los registros fósiles; origen de la vida –cuestión que, recordemos, cae absolutamente fuera de la jurisdicción, por continuar empleando el lenguaje judicial, del darvinismo–; las críticas a la Teoría Sintética; la Teoría del equilibrio puntuado...) el autor sostiene que la Teoría evolutiva se tambalea. Este libro mereció reseñas, en revistas prestigiosas, de Gould («Impeaching a self-appointed judge», Sci. Amer., julio de 1992, págs. 118-121), Hull («The God of the Galapagos» Nature, 352:485-486, 1991) y otros. Concluían, sin embargo, que el autor no comprendía el alcance de las controversias.
El corolario programático de Johnson se desarrollaba así: siendo el evolucionismo, como su nombre indica, una teoría, debe dársele el mismo trato que a la teoría alternativa del Diseño Inteligente. Esta curiosa confusión de la acepción gnoseológica de «teoría» con una acepción absolutamente psicologista según la cual «todos tenemos teorías», se repite en las defensas más o menos elaboradas de la enseñanza del Diseño Inteligente.
El bioquímico Michel J. Behe publica, en 1996, La Caja Negra de Darwin, un reto bioquímico a la evolución{8}, en el que defiende el que será concepto central del Inteligent Design: las complejidades irreductibles. El caso de la coagulación de la sangre y otras formaciones orgánicas complejas le sirven para introducir una crítica filosófica contra el reduccionismo ascendente que sustituye con un recurso a la emergencia. Muchos científicos, frente al expansionismo de la física, aceptarían esta solución (no en el caso de la coagulación de la sangre, pero sí para explicar el origen de la vida o el pensamiento); Behe es más coherente y achaca la «emergencia» a un diseñador inteligente.
Como se puede apreciar, el debate nos pone ante problemas filosóficos como el de la limitación de unas ciencias por otras, que hizo exclamar a du Bois Reymond su Ignorabimus! [ver «Ignoramus, Ignorabimus!»]. Pero los opositores de este nuevo creacionismo, ajenos a la filosofía e inmersos en el positivismo o agnosticismo, no tienen aquí más armas que las críticas contra la cientificidad de las nuevas teorías. Se empeñan, eso sí, en recurrir al criterio popperiano de demarcación entre ciencia y otros saberes: la falsabilidad; olvidando que Popper consideraba que la Teoría de la Evolución no lo satisfacía. Son mucho más potentes las críticas desde el propio darvinismo, y no aquellas en las que los científicos hacen, con más o menos éxito, filosofía de la ciencia. Para una crítica verdaderamente filosófica del estatuto científico del Diseño Inteligente, me parece que éste se ajusta bien a la estructura gnoseológica que Tresguerres dibuja para la pseudociencias [«De las falsas ciencias», EC 6:3]. Me permito señalar la importancia que en este debate tiene la Idea de anamórfosis, la alternativa al «reduccionismo» y la «emergencia» defendida por el materialismo filosófico.
Llegamos así a las obras de uno de los defensores más activos del Diseño Inteligente, William A. Dembski. Ante las críticas a Behe por la torpeza del diseñador (desde los genes vestigiales al sufrimiento en el mundo), Dembski alega que el diseñador no tiene por qué ser perfecto; apartándose, así, de la solución de Leibniz (la creación de los seres com-posibles sí es perfecta), se aparta también de la teología monoteísta. De hecho, comienza su libro más conocido, La Inferencia del Diseño: eliminando el azar a través de pequeñas probabilidades{9}, negando que el diseño requiera un diseñador. Con esto no sólo intenta esconder el impulso religioso que vibra tras su propuesta, sino que evita entrar en los insolubles problemas que conlleva sostener un Dios personal creador del mundo. Es obvio, sin embargo, que el diseño necesita de un demiurgo, de modo que olvida su advertencia y empieza a hablar muy pronto de un agente. Por negar, como el apóstol Pedro, el nombre de Cristo a pesar de amarlo, ha ganado enemigos contra la teoría del Diseño Inteligente entre las filas del clero.
En la obra citada presenta una presunta teoría del conocimiento, según la cual las causas de las cosas se pueden atribuir a la necesidad o regularidad, a la casualidad, o al diseño inteligente. Profesor de matemáticas versado en teoría de la información, de la probabilidad, y de los sistemas complejos (y con una cantidad de títulos universitarios a sus espaldas suficiente para demostrar el poco valor de éstos), elabora un método de exclusión de posibilidades que le lleva a afirmar, contemplando el complejo mundo, que éste no puede ser sino producto de un diseñador inteligente.
Destacaremos uno de sus muchos artículos disponibles en la red como ejemplo de algunas de sus principales estratagemas{10}. Comienza citando la distinción aristotélica entre arte y naturaleza y continúa con la simplificada defensa tomasiana de la Gracia para concluir que algunas discontinuidades observadas en la «Naturaleza» (¿quién es esa?), caen bajo la definición de Arte, gracioso por supuesto. Él mismo dice, sin sospechar que puede provocar la sorna del lector, que su modelo es de especial éxito entre el gremio de los ingenieros, entusiasmados con la idea del diseño. Aplica, para «inferir el diseño», una disciplina, según él mismo de origen soviético (TRIZ, como Teorías de Solución de Problemas), concluyendo que el modelo tecnológico de «convergencia hacia el ideal» explica mejor las formas orgánicas que la «selección natural». Añade: el modelo se parece al del equilibrio puntuado de Gould y Eldredge, y dice más: ¡«aunque ellos no explicitan la 'convergencia hacia el ideal' y nosotros no aceptamos sus modelos de mecanismos de evolución y herencia»! Los problemas asociados a una extensión de la «revolución darwinista» a contextos tecnológicos (y a la Historia de la Tecnología), quedan aquí patentes con la aplicación inversa (remitimos de nuevo a Insua y a los textos en él citados de Gustavo Bueno y David Alvargonzález).
Como quedó prometido en una de las notas, conviene destacar la dificultad de los defensores de Darwin para hacer frente a los problemas filosóficos que estos teólogos disfrazados de científicos ponen a su paso. Además del ya citado problema de la complejidad y su resolución, y del estatuto (pseudo)científico del ID, otro nudo gordiano en torno al que giran los debates es la Idea de Dios, que pocos científicos norteamericanos se atreven a negar y, cuando lo hacen, es más desde el positivismo que desde el materialismo ateo. Agnosticismo es el término que se emplea sin cesar, cuyas ventajas para el clero, el pensamiento débil y el relativismo, son incontables. Otros textos sobre agnosticismo y ateísmo en El Catoblepas y en el Proyecto de Filosofía en Español, hacen innecesaria la insistencia en éste punto.
§4. La guerra mediática
Es imposible e innecesario citar todas las fuentes relacionadas con el asunto presentado en las páginas anteriores. Además de los libros y artículos ya citados, y de los textos que pueden ayudar a comprender los problemas filosóficos pero no están relacionados directamente con el debate educativo en EUA, existen innumerables recursos en diversos idiomas que pueden servir a los interesados. En los últimos meses esa masa ha aumentado por el impulso político recibido en un país en pie de guerra, tanto en el exterior, como decíamos, como en el interior. La guerra mediática y la capitalista y democrática plétora de bienes se alían hasta hacer incontrolable el volumen de publicaciones, normalmente de carácter más claramente ideológico que hasta las aquí tratadas, concernientes a nuestro asunto. Pongamos algunos ejemplos: Mark Perakh, físico retirado desde el 94, ha dedicado desde entonces todos sus esfuerzos a combatir el Diseño Inteligente y su página web contiene prácticamente la totalidad de su libro Unintelligent Design{11}. Nacido en 1924 en Ucrania defendió al imperio soviético del ataque nazi y trabajó en la zona ocupada; en el Instituto Tecnológico de Odessa y, más tarde, en las otrora incivilizadas tierras de Tayikistán, recibió numerosos títulos de doctorado y honoríficos. En 1958 sus actividades propagandísticas le llevaron a Siberia, cosa que repite ante las acusaciones de los creacionistas de censura dogmática en numerosos cruces de artículos con Dembski. En estos cantos a la libertad, ambos parecen olvidar que EUA sólo permitió enseñar la Teoría evolutiva ante la presión del bloque del Este. La Productora Wolfmann organiza debates de elevados costes (según me pudo asegurar Katie Proctor, a quien ofrecieron organizar uno en la Universidad de Cornell) entre Dembski y algún opositor que hace las veces de darwinista. Esta forma dialógica de presentar la cuestión es muchas veces favorable a los defensores del Diseño Inteligente, ya que buscan presentarse al mismo nivel que sus oponentes. Así, un libro de 1992 en el que intervienen Johnson, Behe, Dewnski y otros, sirve de plataforma a los neo-creacionistas para dar imagen beligerancia ante científicos{12}.
Desde las declaraciones de Bush el 2 de Agosto de 2005 se han sucedido los juicios en distintos Estados (el 25 de Agosto la Asociación Cristiana de Escuelas Internacional denuncia a la Universidad de California por discriminación hacia los estudiantes creacionistas), los proyectos de ley pro-creacionistas o anti-evolucionistas (el 9 de Agosto el comité de Estado de Educación de Kansas termina el borrador de un currículo educativo auspiciado por la ID Network) y los artículos de periódico y revistas: el 28 de Abril la portada de Nature preguntaba ¿Está entrando el Diseño Inteligente en tu campus?; el 28 de Agosto, Daniel Dennet, lanza en el New York Times, un reto a los creacionistas «Show me the Science»; el 1º de Septiembre en «One Side Can be Wrong», Richard Dawkins combate en The Guardian, como hiciera Benedicto XVII, antes Ratzinger, el relativismo (esta vez científico). El New York Times publicó en los días 21, 22 y 23 de Agosto de 2005 una serie de artículos, algunos citados en la sección de notas, dirigidos contra el Diseño Inteligente y sus aspiraciones.
En español, las páginas Web portadoras del mensaje evangélico más llamativas son Diálogo Universitario (una revista internacional para la fe, pensamiento y acción); el Leadership Universitario, auspiciado por Christian Leadership Ministries y Campus Crusade for Christ International, contiene un gracioso artículo de también gracioso título: «Una conversación con una atea»; Génesis (sosteniendo la Biblia desde el Primer versículo), recoge con cautela este creacionismo adulterado que presenta a un Cristo tecnócrata irreconocible, como el de los krausistas, aunque admite su potencial contra el enemigo ateo («Es Inteligente, ¿pero es suficientemente bueno?»); Mente abierta (una invitación a repensar las ideas agnósticas de nuestra sociedad ¡atrévete a dudar de tu duda!), tras ese significativo subtítulo que alienta la repulsa contra el agnosticismo, incluyen el siguiente artículo: «Científicos encuentran evidencia de Dios» (el trueque continuo del anglicismo evidencia, en lugar de prueba o indicio, nos da la pista de la procedencia de este tipo de artículos y argumentos); Vicençe Solé i Ferrer tiene un libro «neutral» titulado A la búsqueda de un mecanismo evolutivo inteligente. Del otro lado, El Escéptico Digital incluye un artículo de Víctor Stenger traducido así por Pedro J. Hernández: «Cómo responder a los argumentos teístas», que a pesar de desarrollarse como un diálogo fingido entre un ateo y un teísta decepciona al lector con la siguiente afirmación del supuesto ateo: «no estoy afirmando que el tal Dios sea lógicamente imposible», falsacionismo y positivismo hacen el resto. Otras páginas, como sindioses.org se ceban en el ridículo de los anti-evolucionistas.
Algunas páginas, por último, se hacen eco de las noticias estadounidenses acerca de una nueva secta que está intentando ser reconocida en EUA y que promueve la creencia en el monstruo del espagueti volador, que sacrílegamente trastoca los símbolos y argumentos del Diseño Inteligente para demostrar que éste prueba demasiado. El problema es que el creacionismo no es ninguna broma; aquí, como en tantos otros casos, la realidad supera a la ficción.
Notas
{1} He seleccionado las estadísticas de los resultados de encuestas publicadas el 30 de Agosto de 2005 por el Pew Research Center for the People of the Press. El profesor Suman Seth me indicó su existencia.
{2} Eugine C. Scott, Antievolutionism and Creationism in the United States of America, en la página web del National Centre for Science Education, sin duda una de las páginas en inglés con información más detallada sobre la polémica. Se trata de un grupo fundado en 1983 para defender la enseñanza de la Teoría de la Evolución. Es de explícita orientación agnóstica y está formado por científicos de diversas especies. Algunos de ellos se ofrecen como conferenciantes con honorarios que oscilan entre los 250 y los 2.500$; entre las conferenciantes más baratas se halla una cristiana dedicada a armonizar los dos saberes. Veremos que la declaración de agnosticismo y la beatería cientificista son la tónica común entre los opositores a los movimientos anti-darwinistas.
{3} «Creationism battle is over», Minneapolis Star and Tribune, 19 Julio 1987.
{4} Acuñado por Philip Kitcher en un artículo (disponible en internet) del 17 de Agosto de 1999, en la revista Slate, bajo el título «Should Evolution be Taught in Schools?»
{5} William Safire, «Neo-Creo», New York Times, 21 Agosto 2005.
{6} Jodi Wilgoren, «Politized Scholars Put Evolution on the Defensive», New York Times, 21 Agosto 2005.
{7} Darwin on Trial, InterVarsity Press, 1993 (2ª ed.), traducido al español en 1994 por Santiago Escuaín para la editorial Portavoz.
{8} Darwin's Black Box; a Biochemical Challenge to Evolution, The Free Press, 1996; publicado en español en 2001 como La Caja Negra de Darwin, Andrés Bello, Barcelona-Santiago de Chile.
{9} The Design Inference: eliminating chance through small probabilities; Cambridge University Press, Cambridge 1998.
{10} Dembski, «ID is a Theory of Technological Evolution», 2001, Internet.
{11} Mark Perakh, Unintelligent Design, Prometeus Books, Nueva York 2004.
{12} Buell and Hearn (eds.), Darwinism: Science or Philosophy?, a partir del congreso de la Universidad Metodista del Sur sobre la cuestión, Foundations for Thought and Ethics, Richardson, Texas, 1992.