Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 46 • diciembre 2005 • página 4
A nueve meses de haber sido desaforado y tras un largo periplo político, Andrés Manuel López Obrador es hoy candidato a la Presidencia de México. Marcelo Ebrard consolida la fórmula contendiendo por la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal. La posibilidad objetiva está dada para que el PRD y la coalición en torno suyo tomen el control del rumbo de la República con más hispanohablantes del mundo, así como el de su centro político: la Ciudad de México
Andrés Manuel López Obrador, AMLO, en su toma de protesta como candidato a la presidencia de México, el 10 de diciembre de 2005 en el Zócalo capitalino, flanqueado por Marcelo Ebrard (de amarillo) y Porfirio Muñoz Ledo (de azul)
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El pasado 10 de diciembre de 2005, Andrés Manuel López Obrador{1} tomó protesta como candidato presidencial de la coalición Por el Bien de Todos integrada por el Partido de la Revolución Democrática{2}, el Partido del Trabajo{3} y el partido Convergencia{4}. Sus principales contrincantes serán Roberto Madrazo, por el PRI, y Felipe Calderón, por el PAN.
Por otro lado, a un año de haber sido destituido como Secretario de Seguridad Pública del DF por el Presidente Vicente Fox{5}, Marcelo Ebrard{6} obtuvo el pasado jueves 8 de diciembre la constancia de mayoría que certifica el triunfo que obtuvo sobre el Senador Jesús Ortega en la elección interna (domingo 4 de diciembre) por la candidatura del PRD para la Jefatura de Gobierno del DF. Sus principales contrincantes serán Beatriz Paredes, por el PRI, y Demetrio Sodi, por el PAN.
Desde nuestra óptica, la coalición partidista que apoya a López Obrador y la mancuerna articulada con Ebrard, es la cristalización política de un bloque histórico cuyos perfiles comenzaron a dibujarse, fundamentalmente, a partir de 1988 como resultado de la ruptura ideológica operada al interior del régimen, cifrada en función de los principios del neoliberalismo democrático y asentados en la plataforma de la tecnocracia política. Un bloque histórico en donde, además, se compendia la dialéctica de las corrientes históricas de la izquierda política mexicana en el siglo XX, pero cuyo centro de gravedad político ha dejado de ser Cuauhtémoc Cárdenas, circunstancia que representa, sin duda, un decisivo punto de inflexión histórica{7}.
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En cuanto a las perspectivas de triunfo electoral, la candidatura de Ebrard se nos ofrece con más posibilidades que la de López Obrador: en una primera aproximación general (cuando faltan muchos meses para la jornada electoral del 2 de julio de 2006), el primero tiene alrededor de un 75% de posibilidades de ser electo, mientras que el segundo tiene un porcentaje que gira en torno al 50%. No obstante, la fortaleza política derivada de la alianza estratégica de ambos será decisiva en el apuntalamiento de López Obrador.
Por otro lado, se observa un repliegue de figuras políticas relevantes en torno de López Obrador: Manuel Camacho Solís (diputado por el PRD, excomisionado para la paz en Chiapas, exregente del Distrito Federal), José María Pérez Gay (filósofo y escritor), Ricardo Monreal (exgobernador del estado de Zacatecas), Julio Scherer Ibarra (abogado, asesor político e hijo del connotado e imprescindible periodista, fundador de la revista Proceso, don Julio Scherer García), Socorro Díaz (diputada por el PRD, exdirectora del ISSSTE), Raúl Ojeda (excandidato al gobierno de Tabasco por el PRD, senador por el PRD), José Agustín Ortiz Pinchetti (exsecretario General de Gobierno del DF, diputado federal por el PRD), Elena Poniatowska (escritora) y Porfirio Muñoz Ledo (miembro fundador del PRD y exembajador de México ante la Unión Europea), entre otros.
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La plataforma político electoral de López Obrador está esbozada en el documento Un proyecto alternativo de nación; la de Ebrard está expuesta en el documento Nuevo contrato social para la Ciudad. Las coordenadas desde las que están elaborados gravitan en torno a la necesidad de atenuar (y equilibrar) las profundas desigualdades económicas y sociales de México al tiempo de mantener el control, por parte del Estado (con miras a su fortalecimiento), de los sectores económicos geoestratégicos (fundamentalmente los energéticos). La línea ideológica que los vertebra se configura como una crítica a la economía política del neoliberalismo: ortograma implantado en el país a partir de la década de los ochenta y que se identifica como uno de los principales causantes de los grandes problemas nacionales.
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En los meses que están por venir, el país vivirá un proceso político electoral de intensa y aguda confrontación. Las contradicciones sociales están en una fase crítica y la dialéctica política no podría ser más tensa. Dos bloques históricos estarán disputándose el timón político de México: el bloque que en otra ocasión definimos como el del neoliberalismo democrático, en donde identificaríamos a la fórmula Felipe Calderón (presidencia) y Demetrio Sodi{8} (Ciudad de México) por el PAN, y a Roberto Madrazo (presidencia) y Beatriz Paredes{9} (Ciudad de México) por el PRI, y el bloque, también recientemente acuñado{10}, del nacionalismo histórico representado por Andrés Manuel López Obrador (presidencia) y Marcelo Ebrard (Ciudad de México) por el PRD –y el PT y Convergencia, para el caso del primero–.
El gobierno de la Ciudad de México, en tanto que núcleo de la República, es y será clave decisiva. En ella han sido dibujadas ya, durante el gobierno de López Obrador, las líneas maestras de rectificación política del Estado; unas líneas que, de llegar Andrés Manuel a la presidencia de México, serán extrapoladas a escala nacional. El muy probable triunfo de Ebrard en la capital, por tanto, tendrá un significado medular, puesto que, en el escenario de una eventual victoria conjunta, la Ciudad de México será el fulcro político de un proyecto de reconstrucción del Estado mexicano.
La coyuntura política que determina el presente de México, cuyas coordenadas están ya prefiguradas y cuya dialéctica interna está ya en pleno ejercicio, está llamada a encerrar dentro de sí, esta es nuestra tesis, un significado histórico político trascendental; y esto es así en tanto que la escala en la que están dados sus contenidos desbordan el terreno formal (el de la democracia formal, lo que haría de esto un problema, digamos, de estructura) y se inscriben en el del más genuino materialismo político, es decir: de lo que se trata no es de una abstracta «consolidación democrática» sino de la dialéctica de poder en cuyo seno estaría dándose una reconfiguración de la materia política –del contenido mismo– del Estado mexicano (lo que haría de esto un problema, digamos, de génesis).
Notas
{1} www.lopezobrador.org.mx, www.lopez-obrador.com.mx
{5} Véase el documento «De linchamientos», de Alberto Schneider, en El Catoblepas, 36:4, febrero 2005.
{7} Véanse los documentos «El Leviatán innombrado. Presidencialismo y democracia en los últimos veinte años en México (1982-2004)», de Carlos San Juan Victoria, en El Catoblepas, 36:4, febrero 2005; «Ante el desafuero del Jefe de Gobierno del Distrito Federal de México, Andrés Manuel López Obrador», en El Catoblepas, 38:4, abril 2005, y «Notas para una clasificación de las izquierdas mexicanas en el siglo XX. I. Examen inicial y propuesta para una ruta de discusión», de Ismael Carvallo, El Catoblepas, 43:4, septiembre 2005.
{8} El señor Demetrio Sodi se autodefine como «de izquierda» –una vez que es candidato del partido de la derecha en México, el PAN, se autoproclama como «de izquierda disidente»–, pero consideramos que sus argumentos están dibujados más en el terreno de la indefinición ideológica y el oportunismo, o desesperación, electoral. En otro documento anotamos la ambigüedad con la que Sodi se expresa sobre la izquierda en unos términos según los cuales ser de izquierda es «ser ético». En alguna otra ocasión tuvo la ocurrencia de sostener que él es de izquierda por que no es corrupto, como si la corrupción fuese, de suyo, un criterio definitorio en el terreno ideológico político.
{9} Beatriz Paredes es una figura política importante y respetable en México; su posición ideológica al interior del PRI no es necesariamente la del neoliberalismo democrático –de hecho se mantiene en una tesitura crítica hacia ese modelo económico–, sin embargo, la inevitable mancuerna que haría con su correligionario del PRI, don Roberto Madrazo, la ubicaría objetivamente, es decir, por cuanto a la dialéctica política en la que quedaría inscrita, en el bloque del neoliberalismo democrático. Esta hipótesis, no obstante, puede considerarse como una aproximación general y en espera, por tanto, de réplicas y debates.
{10} Véase «Notas para una clasificación de las izquierdas mexicanas en el siglo XX. I. Examen inicial y propuesta para una ruta de discusión», de Ismael Carvallo, El Catoblepas, 43:4, septiembre 2005.