Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
El Catoblepas • número 49 • marzo 2006 • página 10
Segundo comentario (ver EC 47:10) a partir del libro
de Silverio Sánchez Corredera, Jovellanos y el jovellanismo
Planteamiento general
Es de justicia reconocer que, en la interpretación de Silverio Sánchez Corredera{1} de la doctrina sobre la Ética, la Moral y la Política del Materialismo Filosófico, aparecen caminos insospechados. Algunos son ciertamente fértiles, otros curiosos y algunos, es nuestro parecer, extraviados. O cuando menos, cursos que me desorientan a mí, particularmente. En este trabajo me detengo en la consideración de la tabla de la página 102 de Jovellanos y el jovellanismo, y las explicaciones que, en páginas sucesivas, nos ofrece de ella, a través de su contraste con lo escrito por Gustavo Bueno en su Primer ensayo sobre las categorías de las 'ciencias políticas'. Escribió Silverio Sánchez Corredera:
A. La Política:
Eje sintáctico del Espacio gnoseológico:
a) Términos: «Leyes órdenes, decretos, directrices, detenciones, bombardeos, inauguraciones, actos de políticos profesionales, de la policía, del ejército, de los dueños de los medios de producción, de funcionarios, del hombre máquina, &c.»
b) Operaciones: «estrategias, dispositivos, batallas, guerras»
c) Relaciones: «las que mantienen los propios poderes entre sí (el ejecutivo,...). También relaciones «eutáxicas» (sic) «no exentas de un determinado deber-ser»
Eje semántico del Espacio gnoseológico:
Fisicalista: «los componentes «personales» de los poderes políticos... de forma derivada los componentes personales de la sociedad civil, en cuanto transmiten energía a estos poderes políticos»
Fenoménico («tramo fenomenológico» –dice Silverio–): «Dinamismo del poder... el funcionamiento de los poderes...»
Esencial («Tramo Ontológico» –escribe SSC–): «El Estado».
Eje Pragmático del Espacio gnoseológico:
Autologismos: «Sin Estado (sin orden) no hay sociedad y sin esta no hay individuo»
Dialogismos: «El gobierno es una labor que siempre hacemos para el pueblo, pero ha de ser hecha en gran medida sin el pueblo. Prohibido entrar, estamos gobernando para todos»
Normas: «Dura lex, sed lex».
Análisis de la clasificación expuesta arriba
Objeciones generales
Silverio Sánchez parte de un supuesto muy discutible. A saber: que el Espacio Gnoseológico es un «mapa de la experiencia», aunque sea una experiencia constituida, en este caso, por actos humanos, que puede sobreponerse a ésta como si fuera un saber de primer grado. Pero el E. G. no puede desconectarse de las ciencias, o saberes en ejercicio, de las que regresa y sobre las que progresa. Por ejemplo: tiene sentido hablar de Espacio gnoseológico de las Ciencias Políticas pero no de unos supuestos hechos brutos políticos que pudieran existir al margen de las propias disciplinas desde las que se considera que esos hechos son «políticos». Y además, siempre con las debidas precauciones, puesto que, por ejemplo –y por no extender a todas las figuras este análisis–, los términos del campo de las ciencias políticas ya están «contaminados» según se estimen como términos simples («Individuos»: Teoría particularista o nominalista, liberalismo) o complejos (Socialismo): «cualquier clasificación de los términos dados en el campo político, (...) lejos de ser una tarea trivial o preliminar, constituye ya toda una interpretación de la realidad política»{2}. En otras palabras: cualquier clasificación ejercita una determinada ideología o filosofía{3} política. No se puede «aplicar» directamente la Doctrina sobre el Espacio Gnoseológico a «la política, la ética y la moral», como si éstas fuesen la química o la geología. Además, no se pueden confundir las figuras gnoseológicas que podemos encontrar «talladas» en las diferentes ciencias políticas o saberes políticos (que ya incluyen compromisos ontológicos y gnoseológicos) con los «objetos desnudos», «hechos brutos», o, en este caso, con las acciones, operaciones de los scp{4}.
También porque no hay una ética, una moral y una política, sino varias y muchas de ellas incompatibles entre sí. En todo caso habríamos entendido que Silverio aplicara estas mallas a una determinada doctrina. Por ejemplo a la misma doctrina materialista que construyó las mallas, en tanto, podría esta Teoría no haberlas «lanzado sobre sí misma»{5}. Pero ni siquiera esto es lo que hace Silverio: en tal caso le hubiese bastado con transcribir el Primer Ensayo..., o El sentido de la vida. Porque, y esta es una tesis fuerte por mi parte{6}, la doctrina ontológica sobre la política, la religión, la ética o la moral es inseparable de sus principios gnoseológicos (Circularismo).
Sin embargo cuando Silverio utiliza de este modo las mallas de la doctrina del Espacio Gnoseológico, lo hace contraviniendo la propia doctrina utilizada para la criba: lo hace de modo teoreticista, adscribiendo, a veces de modo completamente gratuito, como veremos, y no sólo erróneo, unas acciones, o individuos, o instituciones a un eje o a otro, asimilándolos como figuras sintácticas, semánticas o pragmáticas como «quien le busca un lugar a la calabaza».
Objeciones específicas
En otra forma: «términos, relaciones y operaciones», por ejemplo{7}, no pueden sustancializarse según esta forma de actuar de Silverio (calificada por mí de «manía» cuando le acusé de hipostasiar las totalidades atributivas y distributivas) como si fuesen figuras simples, obtenidas de modo intuitivo o inmediato.
En la Teoría del Cierre Categorial, sean «σ» «símbolos», «O» «significados, objetos» y «S», «Sujeto Gnoseológico». Las tres figuras del eje sintáctico se expresan como situaciones definidas (σi, σj):
(σ i / Ok ) / (Ok, σ j) Términos
(σ i / Sk) / (Sk, σ j) Operaciones
(σ i / σ k) / (σ k, σ j) Relaciones
Esto es: los términos de un campo no son objetos (O) «desnudos», sino que han de darse a través de un nombre o un símbolo (σ); y esto no puede confundirse con que los «símbolos» sean los términos del campo, sino que «sólo» a través de su nomenclatura pueden ser cribados, separados de otros con los que sin embargo han de estar trabados necesariamente en los teoremas (relaciones). Estos teoremas resultan de la recurrencia en el resultado de las operaciones de un sujeto (S). Y en tanto estas operaciones no son únicamente de naturaleza «lingüística», sino, fundamentalmente, «manuales» «quirúrgicas». De modo que en las relaciones los componentes subjetuales y los propios objetos «manipulados», y también la «manipulación» misma, quedan segregados del proceso.
Esto es imposible en la Ética, en la Moral y en la Política:
«En el campo político no se advierte, como en el campo aritmético, un sistema claro y distinto de relaciones exentas que sean específicas y universales a sus términos. Las relaciones políticas son muy heterogéneas, no parecen universales, son cambiantes y difícilmente se presentan como específicamente políticas y si las hay no suelen ser universales.»{8}
Otro problema, no menor, es que, de haber «relaciones políticas universales», estas parecen darse a una escala temporal incompatible con la vida orgánica de un sujeto y, por tanto, imperceptibles para los scp.
Y de las operaciones, sencillamente, decir que las operaciones políticas no son nunca operaciones de individuos, porque estos presuponen ya el todo, según la figura del dialelo.
Todos los saberes, ya sean científicos o no, «comienzan a partir de saberes prácticos previos (...) la cuestión habrá que plantearla en el momento de explicar cómo de las operaciones prácticas (por ejemplo políticas) pueden salir esas que se llaman operaciones teoréticas»{9}. Pero Silverio procede al revés: parte de unas operaciones teoréticas (la doctrina del Espacio Gnoseológico) y las combina «ab extrínseco» con las operaciones propias de la vida activa. Y por muy materialista y fundamentada que sea esta doctrina «aplicada» (que lo es, sin duda), sin embargo y como afirmamos, el modo en el que Silverio la aplica ya no lo es: ni materialista ni fundamentado.
¿Con qué criterio se pueden clasificar como «esenciales» las relaciones entre los tres poderes?{10} Gustavo Bueno, después de analizar la doctrina de los tres poderes según se inserten en cinco modelos, en donde el quinto es el mismo del Materialismo filosófico, termina estableciendo el paralelismo entre la doctrina de Montesquieu con los principios de la mecánica newtoniana. Pero no sin antes indicar: «el concepto místico de la división de poderes es muy confuso.»{11} ¿Y qué puede significar, para una teoría materialista, que esas relaciones no están exentas de una obligación con el «deber ser»{12}? ¿Y por qué «los bombardeos, las inauguraciones o los actos en los que intervienen políticos profesionales» son términos del campo político, mientras que los «dispositivos» (por cierto ¿qué «dispositivos»?), guerras y batallas son operaciones?
¿Y qué operaciones y a qué relaciones esenciales, políticas, puede llegarse con estos términos de Silverio? ¿Con qué «dispositivo» pueden operarse bombardeos, actos públicos, políticos profesionales para dar «el paso al límite» segregando una identidad sintética?{13}
La clasificación de Silverio, según nuestro criterio, es completamente arbitraria, gratuita e incompatible con la doctrina gnoseológica que dice estar utilizando (aplicando, interpretando, ampliando...???).
En cuanto a las clasificaciones establecidas por Silverio en el eje semántico, sólo cabe decir que son absoluta y totalmente disparatadas. Por ejemplo, situar en el Sector fisicalista a «los componentes personales» de los poderes políticos... de forma derivada los componentes personales de la sociedad civil, en cuanto transmiten energía a estos poderes políticos» parece casi una broma de mal gusto. Porque esos componentes personales –naturalmente se refiere a los estrictamente políticos, porque es de suponer que Silverio no habla aquí de otras cosas «personales» como las preferencias amatorias de los políticos, por ejemplo{14}– no pueden, en modo alguno, vincularse al sector fisicalista; ni mucho menos las personas «de la sociedad civil». Las referencias fisicalistas de los saberes políticos{15} (y no de esa «política» sustancializada de Silverio tan extraña) son «las sociedades humanas que viven físicamente sobre un territorio y en unos intervalos de tiempo definidos, y no para tomarlos como ocasión o soporte material de relaciones intemporales o inespaciales –constitutivas, por ejemplo, de estructuras geoaritméticas– sino para analizar las condiciones según las cuales esas realidades corpóreas vivientes pueden reproducirse en intervalos temporales sucesivos»{16}.
Por otra parte, el concepto de «sociedad civil» es, desde la perspectiva del materialismo filosófico, un concepto malformado, una especie de secularización del Reino de los cielos.
Desde el sector fenoménico tenemos que señalar que es inadmisible, según nuestro criterio, incluir en él las operaciones «de los tres poderes» (pág. 110 de Jovellanos y el jovellanismo). No sólo por lo indicado más arriba acerca de esta doctrina, sino porque los «fenómenos políticos» no tienen por qué ser, de modo necesario, representados, emic, como políticos: por ejemplo: «Los antepasados, los dioses u otros númenes pueden tener la condición de fenómenos políticos, por ejemplo cuando dan instrucciones a un rey –o a un jefe de Estado– aunque no existan»{17}.
Por otra parte, la importancia de la distinción entre «fenómenos y esencias» políticas no la podemos poner –es mi criterio– en la clasificación de unas cosas en un lado y de otras en otro (y mucho menos si, encima, esta «criba» se hace de modo gratuito e ingenuo) sino, antes bien, en su carácter dialéctico «desde el momento en que suponemos que los procesos políticos no pueden abrirse camino si no es a través del ámbito fenoménico, aunque no se agoten en él»{18}. La distinción «esencia-fenómeno» permite reinterpretar (dándole la vuelta) la famosa distinción de Marx entre «base y superestructura» (sin que podamos aquí seguir con este asunto: ver la página 82 y siguientes del Primer ensayo sobre las categorías de las 'Ciencias políticas').
Pero el grado máximo de ab-erración, como si de una espiral de despropósitos se tratara, lo encontramos en los enclasamientos del eje pragmático: calificar de «autologismo» que «sin Estado no hay orden», de «dialogismo» que «todo para el pueblo pero no necesariamente con el pueblo» y de «norma» que «Dura lex, sed lex», nos parece tan gratuito e indocumentado que casi nos abstendríamos de dar más explicaciones, al margen de la reproducción del disparate. Digamos, tan sólo, que Silverio Sánchez no se ha tomado la molestia de leer el Primer ensayo sobre las categorías de las 'ciencias políticas'. No vamos a repetir los argumentos de Gustavo Bueno. Remitimos al lector a las páginas 102 y siguientes.
En la próxima entrega analizaremos los enclasamientos en el EG de la Ética y la Moral. Por supuesto que nos encantaría que Silverio realizase las críticas a nuestra crítica que considerase oportunas y, por descontado, que no pretendo poseer ningún canon dialéctico ni expulsar de ningún taller a nadie. Entiéndanse estos comentarios y análisis como discrepancias y precisiones.
Notas
{1} Entramos ya, de lleno, en el análisis de la primera parte del libro Jovellanos y el jovellanismo, una perspectiva filosófica, de Silverio Sánchez Corredera, que iniciamos en nuestro comentario publicado en El Catoblepas, nº 47, pág. 10.
{2} Gustavo Bueno, Primer ensayo sobre las categorías de las 'ciencias políticas', Biblioteca Riojana, Logroño 1991, pág. 54.
{3} Nos acogemos al siguiente criterio de distinción de sistemas doctrinales (ideológicos) y sistemas doctrinales filosóficos (sin perjuicio de la dificultad de estas distinciones): la «desconexión» o «conexión», respectivamente, de estos «sistemas», con sus fundamentos.
{4} scp, según Silverio Sánchez: los sujetos corpóreos prolépticos
{5} Silverio se despacha con dos párrafos y se mete «en harina» sin más: dice que va a aplicar las mallas de la doctrina del EG a las distintas filosofías políticas, éticas y morales, pero lo que viene a continuación es completamente indiscriminado hasta el punto de que ya no clasifica estas Teorías Filosóficas sino que parece estar «dibujando al natural». Clasificando unos «términos», «operaciones», &c., como si se dieran de modo independiente a las teorías que nos prometía que iba a clasificar. No hablo por hablar: véase la pág. 101 del libro Jovellanos y el jovellanismo.
{6} La conexión entre la parte ontológica y gnoseológica no sólo es aplicable a El animal divino, naturalmente.
{7} El análisis completo, que no hacemos aquí para huir de la prolijidad y que incluye los ejes semántico y pragmático, está disponible en la Teoría del Cierre Categorial, volumen 1, pág. 114 y siguientes. Exponemos de modo más profundo las páginas de la TCC dedicadas al Eje sintáctico.
{8} Primer ensayo sobre las categorías..., pág.57.
{9} Primer ensayo sobre las categorías..., pág. 65.
{10} Un somero repaso a la cuestión de los tres poderes puede, y debe, leerse en Panfleto contra la democracia realmente existente, págs. 105 a 123.
{11} Gustavo Bueno, Panfleto contra la democracia realmente existente.
{12} Afirmación esta incompatible de cabo a rabo con el Materialismo Político.
{13} Claro está que tal cosa es imposible. Pero no para Silverio Sánchez, por lo que vemos, y muy a pesar de que al principio de la página 101 nos diga que se dispone a clasificar Teorías filosóficas. Pues no. Porque Silverio no se refiere nunca a Teoría alguna, distinta de la suya, que proponga por ejemplo a los bombardeos como términos del campo político y a las batallas como operaciones. En resumen: la única teoría «filosófica» que Silverio examina con la las mallas de la doctrina del EG es la suya propia. Y esta teoría suya es un puro dislate.
{14} «Ante Zerolo», no «Post Zerolo» si se nos permite la guasa.
{15} Que no son diferentes de los saberes tecnológicos, científicos y filosóficos. O dicho de otra manera: que estos saberes tecnológicos, científicos o filosóficos son «formalmente» políticos cuando tienen por objeto cuestiones políticas, pero también son ellos mismos «materialmente» políticos.
{16} Primer ensayo sobre las categorías..., pág. 76.
{17} Primer ensayo sobre las categorías..., pág. 81.
{18} Primer ensayo sobre las categorías..., pág. 82.