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El Catoblepas, número 54, agosto 2006
  El Catoblepasnúmero 54 • agosto 2006 • página 16
Artículos

Política exterior de México
y soberanía nacional

Bernardo Méndez Lugo

Retos ante Estados Unidos, nuevos actores y procesos globales

Presentación

En este ensayo se analizan diversos aspectos de la trayectoria diplomática mexicana y algunos de sus retos actuales así como la perspectiva hacia el futuro, se discuten algunas tendencias que definen la relación bilateral con Estados Unidos. Se parte de la idea de que México construye su identidad soberana en el contexto de sus vinculaciones con Estados Unidos pero considerando que la capacidad de establecer un diálogo equilibrado está mediado por el desarrollo de un disenso negociado con Estados Unidos que se fundamenta en nuestra política exterior en el contexto multilateral, en la región latinoamericana, el conjunto iberoamericano que incluye Brasil, España y Portugal así como nuestra participación con iniciativas propias de gran alcance en foros diversos de Naciones Unidas y organismos regionales así como nuestro involucramiento activo en otros bloques comerciales y con países que ofrecen un contrapeso y oportunidad de diversificación política y económica frente a Estados Unidos.

Considero que debe ser parte del debate nacional mexicano en la coyuntura del cambio sexenal 2006-2012 la idea de integrar o no a México al llamado «Perímetro de Seguridad de América del Norte», y que los diferentes actores políticos discutan bajo que parámetros se define la participación de México en dicho perímetro de seguridad y en las propuestas encaminadas a promover la Comunidad de América del Norte.

Es fundamental para el futuro de la política exterior y la labor diplomática mexicana discutir como se definen y como funcionarían políticas supranacionales en América del Norte y que nuestros futuros dirigentes –independientemente del partido político o de la coalición política que llegue al poder– tengan claro que deben defender por mandato constitucional los intereses de México y la seguridad nacional mexicana sin que esto signifique aislacionismo. El punto clave es que México defina el qué, cómo y cuándo de la cooperación bilateral o multilateral.

No se intenta minimizar o subestimar la importancia de la relación bilateral de México con Estados Unidos. Al contrario, nuestra reflexión parte de la idea de que la creciente vinculación económica y la búsqueda de nuestra pertenencia a un espacio norteamericano con Estados Unidos y Canadá, implica la urgente discusión de cómo México debe participar e integrarse en un nuevo espacio regional. Nuestra propuesta considera que se debe mantener una identidad nacional y una autonomía relativa de nuestra política exterior en un marco de estrecha cooperación bilateral.

En este ensayo se hace un recuento de diversos aspectos de nuestras políticas económicas y sociales, de los nuevos actores sociales y las vinculaciones internacionales en un entorno globalizado con el objeto de vislumbrar la viabilidad de algunas propuestas y escenarios alternativos sin tener conclusiones definitivas.

Introducción

Analizar los retos de la política exterior de México en la coyuntura del cambio sexenal implica reflexionar sobre lo que se ha realizado en las políticas públicas o políticas de desarrollo económico y social para promover un proyecto de país. Planes y programas que son responsabilidad del Poder Ejecutivo pero que deben ser aprobados por el Poder Legislativo y ejecutados de manera concertada entre Poder Ejecutivo y gobiernos estatales con las respectivas aprobaciones de los congresos estatales. Es fundamental que el Poder Ejecutivo 2006-2012 logre establecer alianzas y consensos en el Congreso especialmente cuando todo parece indicar que el candidato triunfante a la Presidencia no lograra más de 40% de los votos y es predecible que ningún partido tendrá mayoría en el Congreso. Sin acuerdos políticos en el Congreso no se podrá avanzar en los cambios estructurales necesarios en el país y cualquier intento de renovación de la política exterior será limitado y de escaso alcance.

En este sentido, el Senado aprobó en forma unánime el 6 de diciembre de 2005, reformas a la Constitución para que sean facultades exclusivas de esa Cámara, además de aprobar los tratados internacionales y convenciones diplomáticas, que el Ejecutivo federal suscriba «su decisión de terminar, denunciar, suspender, modificar, enmendar, retirar reservas y formular declaraciones interpretativas sobre los mismos, sometiéndolos a consideración del Senado». Esto significa que los senadores podrán intervenir en casos como el ocurrido hace dos años, cuando el presidente Vicente Fox decidió retirar al país del TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca), un mecanismo de seguridad hemisférica, bastante debatible pero que consideramos debe ser tarea del Senado de la Republica revisar previamente decisiones del Ejecutivo que afectan la política exterior de México.

En nuestra perspectiva, no se puede analizar ni ejecutar la política exterior de México sin la incorporación del Congreso en las definiciones y evaluaciones de las decisiones internacionales que pueden afectar o influir la seguridad nacional o las políticas económicas y sociales del gobierno. Es cierto que en el caso de México y de muchos países, la teoría y práctica diplomática tiene variables y contenidos que no necesariamente reflejan las ideas y la lógica de ejecución de las políticas económicas internas.

En fechas recientes se insiste que México necesita abandonar ciertas posiciones críticas o discordantes con Estados Unidos con el argumento de que es una «retórica» estéril que no es congruente con nuestra vinculación económica y política en el nuevo espacio norteamericano y los ideólogos de la búsqueda de mayor «integración» suponen que la no confrontación y la mayor cooperación con el gobierno de los Estados Unidos arrojará buenos dividendos para mejorar las opciones de regularización migratoria de los mas de cinco millones de inmigrantes mexicanos indocumentados en territorio estadounidense y que en otros terrenos como comercio bilateral, lucha contra el narcotráfico, &c. tendremos mejores respuestas y mejor trato de los actores gubernamentales de Estados Unidos. La experiencia reciente demuestra que los actores políticos estadounidenses no toman decisiones favorables a México por consideraciones relacionadas con una mayor cooperación de parte del gobierno mexicano. En realidad, decisiones del Congreso de Estados Unidos están afectando gravemente la relación bilateral con México y nuestras estrategias deben ser distintas y es tiempo de recuperar nuestra iniciativa y nuestro espacio de autonomía para poder negociar con más capacidad negociadora.

El académico Luís Miguel Valdivia ha escrito que «los medios de comunicación y algunos comentaristas han caracterizado a las relaciones exteriores de México como una política orientada por principios jurídicos, éticos y políticos heredados históricamente. También se le juzga como pragmática, nacionalista, reactiva, progresista o de retórica populista, entre otros calificativos. Difícilmente, estas caracterizaciones nos permiten una aproximación teórico metodológica para el estudio académico de la política exterior».

Los antecedentes sobre las diferencias y contradicciones entre el discurso político internacional de México y algunas decisiones de política interna muestran que la práctica diplomática mexicana ha tenido su propia dinámica y desarrollo que debe analizarse en un marco de mayor complejidad ya que plantear la existencia de las contradicciones entre políticas internas y externas como un «fenómeno irregular» o como una simple ‘retórica» es un argumento superficial e insuficiente para explicar la dualidad entre discurso y práctica de los actores gubernamentales en México.

Esta falta de entendimiento hace pensar a voceros de fuerzas económicas y financieras de los dos países –México y Estados Unidos– que no es congruente que con el desarrollo de mayores lazos económicos y financieros con Estados Unidos existan disenso o enfoques claramente diferentes de parte del gobierno de México vis a vis las posiciones del gobierno de Estados Unidos. Y que en esta perspectiva, se argumenta, la postura «congruente» de México en política exterior sería estar más cercano y afín a la política exterior de Estados Unidos. Nuestra visión es que debemos conservar nuestro espacio de autonomía y fortalecer un disenso negociado en nuestra política exterior frente a las presiones que aconsejan la subordinación.

La reacción inmediata del gobierno mexicano encabezado por el Presidente Fox en relación a la legislación anti-inmigrante en Estados Unidos a finales de 2005 demuestra que México tiene todavía capacidad de maniobra y de búsqueda de alianzas regionales para intentar negociaciones frente a Estados Unidos. El 16 de diciembre de 2005 la mayoría de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó la «Border Protection, Antiterrorism, and Illegal Inmigration Control Act of 2005» que, entre otras disposiciones, tipifica como delito el ingreso de extranjeros sin visa a los Estados Unidos, establece la construcción de un muro en cuatro estados fronterizos con México, aumenta sanciones civiles y penales contra los que contraten trabajadores indocumentados e impone sanciones a familiares de estos que les ayuden a permanecer en ese país. Esta legislación podría entrar en vigor si en febrero de 2006 es ratificada por la Cámara de Senadores de Estados Unidos.

La movilización política del Canciller mexicano para coordinar acciones conjuntas con los Cancilleres de Centroamérica y la contratación de una empresa de cabildeo en Estados Unidos demuestran la validez de nuestro planteamiento en el sentido que México debe insistir en un disenso negociado frente a Estados Unidos. No es viable ni pertinente supeditar a México a las ideas de «perímetro de seguridad» o de cualquier propuesta de «políticas supranacionales» del gobierno estadounidense si no acceden a negociar y respetar temas vitales para la seguridad nacional mexicana, entre ellos, la necesidad de regularizar y normalizar la situación migratoria de casi seis millones de mexicanos en Estados Unidos y respetar el mandamiento constitucional mexicano sobre nuestros recursos energéticos y otros recursos naturales no renovables que son patrimonio de nuestra Nación.

Se ha estudiado desde hace muchas décadas este disenso negociado. La postura de México ante la Revolución Cubana es un ejemplo claro que mientras en el plano de nuestras relaciones financieras con EU y las negociaciones de deuda externa se manifestaban planteamientos buscando afinidades y la aprobación de parte de EU, en ese mismo momento México fijaba posiciones independientes frente a EU y su política hacia la Revolución Cubana.

Los ejemplos de esta dualidad política de México frente a EU han sido constantes y muy consistentes en los foros multilaterales de las Naciones Unidas o de la Organización de Estados Americanos, un recuento completo hasta mediados de los anos setentas presento Mario Ojeda Gómez en su libro «Alcances y límites de la Política Exterior de México» publicado en 1976 por El Colegio de México, sus tesis inspiran este ensayo en especial la idea que la política exterior es clave para la estabilidad interna de México y su visión sobre disenso-cooperación de México frente a Estados Unidos, la compartimos.

A nivel de iniciativas regionales de México para Centroamérica y problemáticas específicas de países de la región como la condena a la invasión estadounidense a Republica Dominicana en 1965, la ruptura diplomática con los autores del golpe de estado en Chile en 1973, la Declaración Franco-mexicana reconociendo al Frente Farabundo Martí de El Salvador en 1981 y el apoyo a la pacificación en Centroamérica a través del Grupo Contadora y la defensa de la Revolución Sandinista frente a los embates de la «Contra» directamente financiada y alentada por agencias del gobierno de los Estados Unidos, son ejemplos que demuestran una trayectoria congruente y la consistencia de la política exterior mexicana.

Sin embargo, a partir de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá se ha ido disminuyendo ese espacio de disenso de México frente a Estados Unidos. El aspecto central es que a pesar de que las políticas económicas y financieras de México en los años setentas y ochentas implicaron mayor dependencia de los paradigmas estadounidenses de desarrollo y de los programas de ajuste estructural promovidos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, México logró mantener un espacio de autonomía y consistencia de su política exterior de acuerdo con sus tradiciones políticas y mandato constitucional.

El argumento del cambio en el «disenso negociado» de México con Estados Unidos parte de una visión más pragmática y utilitaria de la política exterior, que supone y promueve la idea –no necesariamente asumida explícitamente ante la opinión pública– de que los compromisos de México como socio privilegiado de EU en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte lo obligan a buscar mayor afinidad con EU en los temas de política internacional. Al mismo tiempo, el ingreso de México a la OCDE en 1994 implicó un claro alejamiento del grupo de Países No Alineados y la nueva idea de pertenencia regional asumida por el liderazgo político mexicano de ser parte del «bloque norteamericano» se manifestó en un relativo alejamiento de las iniciativas propias de México en Centroamérica y Latinoamérica en general.

Se mantiene el interés de México en la región latinoamericana, pero se percibe por nuestros interlocutores en la región latinoamericana, como un interés mediado por el contexto de una nueva idea implícita –muchas veces explícita– de los dirigentes mexicanos, de pertenencia a la «región norteamericana». El Plan Puebla-Panamá demuestra esta nueva concepción mexicana que promueve una nueva presencia mexicana en Centroamérica pero México como promotor de un modelo de cooperación empresarial y de desarrollo que tiene su matriz en paradigmas distintos a la política exterior mexicana previa a la integración de México al Acuerdo Norteamericano de Libre Comercio.

Otro proyecto bilateral producto del entorno de cooperación surgido de la vinculación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte es el denominado «Socios para la Prosperidad» que es un esquema de cooperación bilateral México-Estados Unidos que impulsa acuerdos específicos entre agencias de los dos gobiernos para desarrollo económico y regional, intercambio científico-tecnológico, protección de inversiones estadounidenses en México (en posible colisión con el mandato de la Cláusula Calvo), proyectos estratégicos para apoyar desarrollo de regiones expulsoras de migrantes, &c. Este esquema lanzado desde principios de la administración del Presidente Fox ha tenido como protagonista clave a la oficina de Políticas Publicas de la Presidencia de la Republica como entidad coordinadora de la participación mexicana donde se incluyen funcionarios, empresarios y académicos.

El responsable de la Oficina Presidencial de Políticas Publicas de la Presidencia de México escribió recientemente que «Desde el inicio de su administración, el presidente Vicente Fox Quesada resaltó la importancia de profundizar los lazos económicos entre los países de la región de América del Norte. En este sentido, el 23 de marzo de 2005, los presidentes Vicente Fox, George W. Bush y el primer ministro Paul Martin, dieron a conocer la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte. En esa ocasión, giraron instrucciones a sus equipos de trabajo para diseñar un andamiaje que incremente, aún más, la seguridad de América del Norte y que, a la vez, promueva el bienestar económico de los ciudadanos de la región y coloque a América del Norte en una posición que le permita enfrentar los retos futuros»

Esta «bilateralización» o en menor grado («trilateralización» que incluye a Canadá) reciente es notoria e innegable cuando se analizan temas relacionados con la idea del «perímetro de seguridad norteamericano» un concepto promovido por algunos responsables de la actual administración federal y distinguidos exfuncionarios del gobierno federal incluidos algunos diplomáticos de carrera retirados. Estas ideas se impulsan a través de grupos privados y semi-públicos de los tres países que se reúnen periódicamente y producen documentos y propuestas para avanzar la integración norteamericana (uno de estos grupos produjo el Documento: «The Future of North America: Beyond Free Trade», Draft Report, firmado por Andrés Rozental, Peter Hakim, Robert Pastor y otros, Brooking's Institution. Miembros de este grupo tambien editaron «Creating a North American Community: Chairmen's Statement Independent Task Force on the Future of North America». Estudio patrocinado por The Council on Foreign Relations en asociación con el Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales y The Canadian Council of Chief Executives, entre los firmantes del documento destacan John P. Manley, Pedro Aspe Armella y William F. Weld asi como Thomas P. d'Aquino, Andrés Rozental y Robert A. Pastor.

Son grupos propositivos y con ideas innovadoras para influir la toma de decisiones en los tres países. Sus acciones confirman que se vive una coyuntura nueva, sus propuestas deberán ser evaluadas con seriedad y considerando nuestros intereses nacionales de largo plazo.

El entorno post-11 de septiembre de 2001 y las presiones de un nuevo contexto de mayor hegemonía unipolar de Estados Unidos explican, en parte el pragmatismo de algunas decisiones importantes de política exterior pero que no se puede esquematizar, ya que el desarrollo de los acontecimientos de la intervención de EU en Irak y el desempeño de México en el Consejo de Seguridad de ONU, se realizó de acuerdo a sus mejores tradiciones diplomáticas, apegado al Derecho Internacional y a la Carta de Naciones Unidas. Esta experiencia relativamente reciente demuestra que existen todavía espacios de disenso frente a EU.

Otros espacios de relativa autonomía de México se mantienen, como la participación activa y de acuerdo a su mejor tradición diplomática en foros multilaterales. Deben destacarse las iniciativas de México en el Consejo de Seguridad de ONU para defender y proteger los derechos humanos en la lucha contra el terrorismo. La demanda contra Estados Unidos en la Corte Internacional de Justicia por incumplimiento del articulo 36 de la Convención de Viena de Asuntos Consulares que se refiere a los derechos de notificación consular de los detenidos mexicanos en EU, disposición de derecho internacional que fue violada por EU en el caso de muchos de los 54 connacionales que enfrentan la pena de muerte en Estados Unidos.

En el terreno de la lucha por los derechos humanos en México y en el exterior debe reconocerse el papel destacado de México en los Foros Multilaterales. Existe mayor transparencia y acceso para las organizaciones nacionales e internacionales de derechos humanos que desean investigar las violaciones de derechos humanos en México.

A pesar de los esfuerzos de México en este rubro, se tienen varias asignaturas pendientes, algunas de ellas muy preocupantes como es el caso de los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez. Son importantes los esfuerzos de la Cancillería mexicana para lograr el esclarecimiento de estos crímenes, pero existe lentitud y hasta negligencia de algunas autoridades estatales en la investigación de estos asesinatos. Otro rubro de gran preocupación es el alto riesgo que corren en México los periodistas y comunicadores en el ejercicio de su trabajo.

Otra asignatura pendiente es el maltrato y abuso que sufren las transmigrantes que cruzan el territorio mexicano rumbo a EU. Es particularmente grave el caso de los migrantes centroamericanos pero los abusos y maltratos incluyen a todos los transmigrantes de cualquier país que cruzan por México. Debe reconocerse como un añejo problema que no es sexenal sino histórico y que hay esfuerzos loables de las autoridades migratorias de México por cooperar y resolver este grave problema.

El caso de la política exterior mexicana hacia Cuba es un tema complejo pero que debe abordarse con rigor y sin pasiones. La tradición política, la geoestrategia y los intereses comunes de largo plazo obligan a México a reconsiderar acciones recientes que han alterado y debilitado los vínculos históricos entre las dos naciones. Los incidentes bilaterales en la Cumbre de Naciones Unidas de Financiamiento para el Desarrollo en Monterrey son ampliamente conocidos y no es necesario hacer un recuento.

El nuevo ímpetu del gobierno de México en la defensa de los derechos humanos a nivel mundial es correcto pero debemos entender que los contextos políticos regionales y multilaterales implican evaluar con detenimiento cuando se discute un asunto de derechos humanos en Chechenia o Irak y cuando la «politización» de una iniciativa de derechos humanos relativa a Cuba, Venezuela o Brasil involucra a México de manera y forma que no conviene a nuestros intereses en la región latinoamericana e inclusive en la propia defensa de nuestra soberanía –sin pensar en la política del avestruz– cuando acontecimientos nacionales son del interés de organizaciones internacionales de derechos humanos.

No se pretende evaluar el desempeño reciente de la política exterior mexicana, se parte de una preocupación genuina sobre acontecimientos y definiciones políticas que requieren análisis cuidadosos sobre los cambios en política exterior, que obligan a repensar el proyecto de país que queremos, es parte de la reflexión obligada que los diplomáticos de carrera tenemos que realizar para evaluar lo que se ha hecho, lo que se debe rescatar y lo que no es viable o resulta contrario a nuestros intereses nacionales de largo plazo.

Este punto relativo a «nuestros intereses nacionales de largo plazo» se debe interpretar como la visión más estratégica y de supervivencia del estado nacional mexicano frente a los intereses de corto plazo, que pueden ser mas sencillos y pragmáticos, inclusive algunos miembros de la clase política y empresarial pueden pensar en capitalizar a su favor, decisiones de corto plazo que son más aceptables para el «establishment» político estadounidense o para sectores empresariales en México con vinculación importante a EU pero que en el largo plazo podrían significar el vulnerar y quizá debilitar el proyecto de nación soberana en contextos de fuerte interdependencia.

Los retos de la Política Exterior de México son de gran amplitud y no existe una respuesta unívoca y sencilla ya que México se encuentra en varias encrucijadas que combinan y articulan aspectos políticos, sociales, económicos y culturales. Una primera encrucijada es la relativa al modelo de desarrollo nacional y la política de comercio exterior. La globalización de los mercados y la activa participación de México en el mercado mundial a través de acuerdos de libre comercio implican ampliar nuestra capacidad productiva y competitiva sin abandonar el mercado interno y los eslabonamientos necesarios en las cadenas de producción y el desarrollo regional.

La coyuntura actual implica discutir si estamos avanzando hacia una nueva economía de enclave vinculada al capital corporativo internacional o si la nueva internacionalización del sistema productivo genera capacidad de desarrollo endógeno. Si México debilita su capacidad de desarrollo nacional aun considerando contextos inéditos de nuevos espacios y políticas de bloque económico donde se buscan más afinidades, no se auguran posibilidades para renovar o reconstruir nuestra política exterior.

Una segunda encrucijada vinculada a la respuesta que se de a la primera encrucijada es el tema de la cultura nacional que en el nuevo entorno de la transnacionalidad migratoria de los mexicanos en EU y su importante componente indígena, debe incorporar una nueva definición del interés nacional y por ende de cultura e identidad mexicana que debe ser incluyente de los mexicanos y ciudadanos estadounidenses de origen mexicano que suman al menos 28 millones de personas en territorio estadounidense.

Esto implica darle cuerpo y legalidad al voto de los mexicanos en el exterior y revitalizar las acciones de protección de nuestros connacionales a pesar de presiones e ideologías anti-mexicanas como la que enarbola en su ultimo libro el profesor Samuel Huntington. Sin olvidar que nuestra prioridad debe ser generar opciones de trabajo y vida digna en México a todos los mexicanos que emigran, como lo ha reconocido públicamente el Canciller mexicano Luís Ernesto Derbez.

El futuro de esta dualidad cultural y social se vincula a las opciones de desarrollo ya que la profundización de una economía de enclave implicará mayores presiones migratorias y mayor relevancia de las remesas vis a vis la capacidad de un desarrollo endógeno de las diversas regiones expulsoras de mano de obra. La desintegración económica de las regiones indígenas y la falta de opciones de empleo y bienestar en las zonas conurbadas aumentarán las tasas de emigración a EU y el desmoronamiento de las identidades regionales y la creciente reconstrucción transnacional de estas identidades.

Tanto en el campo como en las costas de México se vive un proceso de internacionalización productiva que somete vidas y experiencias cotidianas a los procesos de culturización híbridos donde conviven las experiencias del migrante que se vincula laboralmente a los enclaves transnacionales agrícolas, hoteleros o industriales en ambos países. Esta circularidad laboral sigue existiendo a pesar de las políticas cada vez más rigurosas de control fronterizo.

En otras palabras, el migrante de Acapulco, Huatulco o Mérida se va a EU con un acervo de conocimientos de primera mano sobre la forma de vida y consumo estadounidense que le permite insertarse con facilidad a los circuitos restauranteros y hoteleros de EU. Esta transnacionalidad cultural, familiar y económica no implica que se pierda la identidad mexicana ni la identidad indígena. Paradójicamente, los mayas de Yucatán y Guatemala que han emigrado a Estados Unidos son cada vez mas mayas y lo mismo sucede con otomíes, purépechas, mixtecos y zapotecas.

¿Que política exterior en la coyuntura del cambio de gobierno?, ¿como deben definirse las nuevas prioridades? la coyuntura actual define un parteaguas histórico: si sabemos responder con inteligencia, patriotismo y mesura se podrá rescatar la viabilidad del estado nacional mexicano pero si en nuestras respuestas dominan las acciones y políticas públicas que solo reproducen las inercias de la adaptación pasiva y reactiva a las tendencias globalizadoras, estaremos observando el desmoronamiento paulatino de nuestra capacidad soberana como estado nacional.

Es importante aclarar que nuestra visión y enfoque no pretende una defensa de la utopía autárquica o el rechazo a compartir decisiones en un contexto de multilateralidad internacional donde necesariamente se comparten responsabilidades y la integración de espacios supranacionales, anuncian un nuevo paradigma de soberanía. Entre los ideólogos del «realismo político» que aconsejan «aprovechar» al máximo la vecindad con la potencia hegemónica y la supuesta bondad de seguir puntualmente los dictados del mercado y los promotores del nacionalismo enclavado en el antiguo estatismo populista, se debe buscar un nuevo entramado que acepte los cambios dramáticos del entorno internacional con la globalización de mercados y al mismo tiempo busque la construcción de nuevos consensos sociales y políticos para replantear nuestras bases y estrategias de política exterior y la definición de cómo México se integra a los diversos contextos bilaterales, multilaterales e internacionales en general.

Para poder responder a los desafíos de la política exterior se requiere entender y conocer nuestra historia, los procesos contemporáneos a nivel nacional e internacional pero buscando vincularlos a una perspectiva de país o dicho de otra forma, de lucha por salvaguardar el estado nacional mexicano en contextos políticos y sociales donde se intenta redefinir el concepto de soberanía.

El surgimiento de nuevos paradigmas o pseudo paradigmas no significa adoptar pasivamente las teorías en boga sobre «naciones fallidas» o «inviables» o compartir el planteamiento de que el concepto de soberanía es obsoleto o caduco. Nuestro punto de partida es que, hoy por hoy, existe un concepto válido de soberanía, existen lineamientos y preceptos constitucionales de política exterior. Además, existe en la tradición de la política exterior mexicana una práctica diplomática consistente y con bases históricas y socio-políticas que son relevantes en la prospectiva y la toma de decisiones.

Esta plataforma constitucional respaldada en el quehacer diplomático de México no puede ni debe soslayarse en aras de pragmatismos y decisiones improvisadas de corto plazo. Nos referimos al contexto internacional y de bloques regionales de poder político y comercial. Que tan relevante es que México defina una nueva estrategia de política exterior de manera que participe más activamente para poner un contrapeso multilateral al proceso y fuerzas de hegemonía unipolar y toma de decisiones unilaterales en situaciones de riesgo de la paz y seguridad internacionales.

La idea de pertenencia a la Comunidad Norteamericana ¿significa que México debe plegarse al país más poderoso o a las fuerzas del mercado mundial que se expresan en el capital transnacional?

Como abordar la búsqueda de una nueva definición de «soberanía compartida» cuando los procesos de decisión internacional se han transferido del estado-nación a nuevos actores internacionales. Debemos discutir si la aparente decisión soberana de defensa contra el terrorismo en Estados Unidos en realidad se sustenta y tiene parte de su base en intereses de expansión económica o es parte del juego político que permite consolidar una plataforma electoral y la continuidad de un grupo político con fuertes entramados económicos en la maquinaria de guerra e industria militar.

Es claro que no se trata solamente de apuntar la presencia de nuevos actores de la política internacional representados por conglomerados económicos o financieros. La complejidad de la coyuntura actual indica que existen actores muy importantes que pueden ser contrapeso a las empresas de capital privado y público de cobertura mundial, fuerzas y organizaciones que surgen como respuestas de la sociedad civil.

En México y en muchos países se vive un momento de cambios y transformaciones donde surgen nuevos actores políticos y sociales, combinaciones de intereses y expresiones de organizaciones de la sociedad civil mexicana a través de Organizaciones No Gubernamentales (ONGS) pero también con la presencia de nuevas organizaciones sociales inéditas que expresan e impulsan las luchas de sindicatos, deudores, indígenas, mujeres, migrantes, minorías de todo tipo incluyendo grupos homosexuales. El espectro es amplio y se manifiesta en muchas regiones del país y de América Latina contra el centralismo burocrático y los partidos políticos tradicionales.

Las nuevas expresiones sociales y la subversión de las decisiones verticales en partidos políticos, organizaciones vecinales y de campesinos no son fenómenos aislados o fragmentarios de grupos marginados en el territorio nacional, son las nuevas tendencias de la globalización y aspectos torales de luchas y demandas sociales que apenas se articulan.

Las acciones de productores y deudores de la banca en México tienen sus contrapartes en el movimiento contra la privatización en Brasil, Ecuador o Bolivia. Los campesinos ecologistas de Guerrero que se confrontan con las empresas madereras tienen sus homólogos en Canadá y Estados Unidos. Las expresiones contra la globalización económica en los foros de la Organización Mundial de Comercio en Cancún, Seattle o Hong Kong y la presencia política del Movimiento de los Sin Tierra en Brasil llega a expresarse en las opciones de política internacional del gobierno de Luiz Ignacio Lula da Silva y su tenaz lucha contra el proteccionismo agrícola de los países desarrollados.

El no vislumbrar y asimilar los nuevos contextos políticos nacionales e internacionales y los nuevos protagonistas sociales pudiera afectar nuestro entendimiento de la «coyuntura actual» de México en política exterior. Las bases jurídicas y sociales están dadas para replantear nuestra política exterior con un sentido de solidaridad social y humana con perspectiva de un desarrollo sustentable e incluyente.

Sin embargo, no se trata solamente de reiterar los valores de nuestra trayectoria diplomática y la existencia de una normatividad constitucional que fundamenta acciones políticas internacionales a favor de la defensa del estado-nacional y el patrimonio nacional.

En realidad, asimilar y problematizar el escenario nacional e internacional de la Administración Federal 2006-2012 significa repensar acciones pasadas y del pasado inmediato que deben buscar una mayor correspondencia con un entendimiento cabal, objetivo y consecuente de la nueva realidad nacional e internacional. Lo complejo de esta «nueva realidad» es aprender a tomar decisiones donde se requiere una nueva concertación social, reconstruir los puentes de diálogo y encuentro entre actores que no estaban ni están muy definidos o plenamente reconocidos en el escenario nacional, todavía son actores inéditos –en proceso de construir sus perfiles– que no existían hace algunos años. Uno de estos actores son las organizaciones indígenas independientes y en algunos casos grupos de campesinos y jornaleros que han optado por la lucha armada.

Es evidente que estas nuevas fuerzas amenazan cierto status quo e inercias de una antigua estructura de poder que se niega a morir. Es parte del fenómeno social y político que explica la debilidad de la alternancia en México y los candados que impiden el avance de los nuevos actores y fuerzas de la sociedad civil.

¿Quienes son estos nuevos actores? Jóvenes que buscan sus espacios para expresar sus necesidades, pueden ser jóvenes indígenas, de las barriadas suburbanas o proletariado femenino en la industria maquiladora. Son millones de personas que sobreviven y trabajan en el sector informal –quizá más de un tercio de la población económicamente activa– del tejido económico nacional en México pero que también participan en el sector formal. Son millones de migrantes en los EU que envían sus remesas y su presencia laboral tiene implicaciones políticas, sociales y culturales en los dos países. Para finales de 2005 el envío de remesas desde Estados Unidos a México alcanzo 20 mil millones de dólares anuales.

Cómo construir o al menos delinear algunos rasgos de una nueva política exterior si no somos capaces de entender a una población migrante binacional y sus necesidades, como responder a la integración económica de empresas internacionales que viven y compiten gracias a los mercados informales y el trabajo femenino.

Propuestas

Aspectos viejos y nuevos de la política exterior en México y muchas naciones han sido en parte reactivos y de adaptación pasiva a las presiones de la globalización de los mercados y algunos liderazgos en el mundo en desarrollo y en países desarrollados han confundido el pragmatismo y la utilidad de corto plazo con una verdadera construcción política y de desarrollo de largo plazo.

En este sentido, cualquiera de los aspectos que se aborden en el tema de la construcción de una nueva política exterior, implica redefinir nuestro entendimiento de los actores sociales y las propuestas deben quedar planteadas en un marco de complejidad, donde una decisión no se toma por consideraciones de corto plazo o por tendencias políticas de fuerte contenido ideológico que presionan e intentan acotar nuestro abanico de opciones.

La nueva política exterior debe reflejar un entendimiento de los nuevos actores sociales del país y del extranjero, inclusive ser factor para darles cuerpo y viabilidad a los nuevos actores que se están conformando y que expresan las nuevas necesidades sociales del país.

Esta nueva realidad social implica crear mecanismos para defender los derechos humanos y laborales del personal diplomático, técnico administrativo y empleados locales de todas las dependencias del gobierno de México en el exterior. Es urgente poner en funcionamiento una figura de Ombudsman que vigile el cumplimiento de la Ley y Reglamento del Servicio Exterior Mexicano en todas las embajadas, consulados y misiones de México en el mundo y esta labor debe estar a cargo de una autoridad independiente de la Cancillería mexicana con poder de sancionar y castigar los abusos de autoridad, las injusticias y el maltrato del personal que sirve a la Cancillería en el exterior y en territorio nacional. Podría ser parte de las tareas de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. El Congreso tiene la palabra.

En esta perspectiva, el diplomático mexicano en su quehacer cotidiano debe ser mensajero de la nueva realidad social, cultural y política del país y ponerla en contacto con los nuevos actores internacionales que tienen fines similares. Es decir, mujeres que luchan por un nuevo espacio, indígenas que desean se respete su hábitat y territorio, sus costumbres o derecho consuetudinario. Migrantes que demandan atención a sus necesidades en dos espacios nacionales, puede ser México y EU pero también México-Guatemala o México-Canadá.

Discapacitados o minorías sexuales que piden respeto a las diferencias y luchan por vincularse a luchas sociales similares en otras latitudes. Sindicalistas que desean respeto a sus derechos laborales y que se establezcan códigos de ética o de conducta de las grandes corporaciones nacionales y de empresas internacionales.

Asociaciones de empresarios pequeños y medianos que buscan mejor trato y oportunidades en el tejido de la empresa transnacional que opera en México, defensores de derechos humanos y del medio ambiente que desean mayor responsabilidad de empresas nacionales e internacionales en preservar esos derechos así como compromisos de los gobiernos de todos los niveles en respetar derechos de los ciudadanos y los trabajadores acotando con claridad las tareas de seguridad pública y la lucha anti-terrorista sin detrimento de las libertades civiles.

La imagen de un gobierno plural y representativo no debe limitarse a las tareas tradicionales de «construir» en base los actores sociales que han prevalecido como es el caso de la élite tecnocrática mexicana con formación jurídica-económica, segmento burocrático cuasi-criollo (esta élite es descrita con mayor detalle por Larissa Lomnitz y Gil Mendieta en su ensayo »Neoliberalismo y nueva élite del poder en México», descripción que podría ser válida para otras élites políticas latinoamericanas).

Esta élite con frecuencia se presenta como el único interlocutor que habla por la Nación mexicana cuando en realidad se vive una explosión de nuevos actores que representan una nueva cultura nacional y cuya creatividad cultural debe reconocerse y que puedan expresarse de manera más directa en el país y en el extranjero. Sus expresiones culturales deben ser promovidas por el gobierno de México y sus diplomáticos sin mediatizarlas o codificarlas.

La nueva vitalidad nacional que se expresa en las ONGS y nuevas asociaciones y organizaciones de la sociedad civil debe ser apoyada para que crezcan y se consoliden, buscando los vínculos internacionales adecuados. Por supuesto, las tareas de vinculación internacional incluyen el intercambio comercial y la búsqueda de inversiones extranjeras así como intercambio cultural y académico que fortalezcan nuestras instituciones culturales y educativas.

Conclusiones

¿Cual es el diagnóstico que se puede presentar en la formulación de la política exterior mexicana? A partir de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte se han observado ciertas discordancias y hasta contradicción entre acciones llevadas a cabo y fundamentos constitucionales e históricos de la política exterior. Muchas veces ha sido la falta de acción o iniciativa lo que ha minimizado, subestimado o abandonado principios tradicionales y normatividad constitucional en aras de un pragmatismo que se justifica en la posibilidad de obtener beneficios materiales o en la idea de que al alinearse México con Estados Unidos, se podrá mejorar la negociación bilateral de un acuerdo migratorio o se obtendrán apoyos específicos en la negociación comercial o financiera de tipo bilateral.

Todos estos supuestos han sido parcialmente ciertos. Por ejemplo, el logro del Tratado de Libre Comercio con EU y Canadá ha generado mayor acceso al mercado de EU pero parte importante de esa integración comercial y manufacturera ha sido intra-firma, es decir, mayores facilidades para las firmas transnacionales estadounidenses que operan en México. Esta tendencia ha sido estudiada desde los anos setentas y esta bien documentada en los trabajos de Miguel S. Wionczek, Trinidad Martínez Tarrago, Fernando Fajnzilber y Bernardo Sepúlveda y Antonio Chumacero entre otros.

Las negociaciones de la desgravación arancelaria han permitido un crecimiento de nuestras exportaciones pero también una verdadera invasión de productos estadounidenses en el sector agropecuario mexicano y gran vulnerabilidad de nuestra autosuficiencia alimentaria.

Es mas grave todavía, el concepto de autosuficiencia o desarrollo endógeno son antitéticos a la concepción ideológica de algunos de los funcionarios responsables de las negociaciones comerciales y en su paradigma de acción solo conocen los conceptos de ventajas comparativas y oferta y demanda como factores claves en las definiciones de que se produce.

Es viable el concepto de desarrollo nacional o capacidad endógena, pensamos que aun si se contextualiza en un entorno altamente competitivo y globalizado. Por las características de nuestro país y el contar con una población de 105 millones de habitantes y la situación geo-estratégica frente a EU debería implicar una visión critica de los modelos de costo-beneficio meramente económico o la prevalencia de modelos econométricos donde no figura ni existe el concepto de estado-nación y donde se minimizan las variables de bienestar social o entran como factores «dummy» según la jerga de los modelos econométricos.

Propuestas

Las propuestas deben partir de este diagnostico y de las experiencias de los últimos anos. Primera propuesta es definir nuestras estrategias de política exterior partiendo de nuestras necesidades como estado-nación. No podemos subordinar nuestras metas a los vaivenes de la política de un socio y vecino muy poderoso. No es viable bilateralizar lo que debe decidirse en el marco multilateral. Debemos evaluar seriamente el no secundar iniciativas de Estados Unidos que carecen de consenso mundial o regional. La visión de Estados Unidos de su forma y manera de luchar contra el terrorismo es un caso claro a nivel mundial que genera clara oposición en políticas anti-terroristas que pretenden tener un sello universal pero que tienen grandes lagunas y contradicen estatutos esenciales de los derechos humanos y civiles, la labor de investigación periodística y en general el derecho a la privacidad de las personas. A nivel regional latinoamericano el desarrollo de propuestas de libre comercio para todo el continente por parte de EU como la Iniciativa Pro-Tratado de Libre Comercio de las Americas no cuenta con consenso en Latinoamérica, y además, a México no es claro que una integración de libre comercio continental le traiga beneficios.

Las ventajas comerciales o de futuras alianzas en el terreno comercial están acotadas por nuestra capacidad productiva. Si México se desarrolla como enclave de la economía estadounidense no podrá dar un salto cualitativo en su desarrollo económico. Lo comercial tiene sentido si se tiene una visión de desarrollo social y educativo. Si no generamos capacidad científico-tecnológica, nuestro papel de socio comercial será limitado al papel maquilador y de economía de salarios bajos y condiciones infrahumanas del entorno laboral mexicano o del migrante mexicano indocumentado.

El ser aliado de EU en los foros multilaterales en políticas de condena contra países específicos como Cuba, Irán o Venezuela en decisiones controvertidas o cuestionables en la normatividad internacional, no beneficiaran a México y se pueden revertir mas temprano que tarde. Minimizar nuestra política exterior a quedar alineado con EU por una supuesta conveniencia pragmática ha demostrado al menos desde 1989 que ha deteriorado nuestra credibilidad e imagen internacional.

Los agravios contra países pequeños en Centroamérica o en el Caribe al presionarlos en negociaciones comerciales y migratorias para que México sirva de puente o aliado de los EU, han tenido costos políticos muy graves para México. Hay una veta muy grande de oportunidades si sabemos evaluar el peso estratégico de nuestro papel en América Latina.

En las visiones de embajadores mexicanos y cónsules sirviendo en el extranjero debe fortalecerse una idea de promover alianzas estratégicas con países grandes y pequeños. Es fundamental establecer un dialogo e intercambio con Brasil, de igual manera se deben eliminar confrontaciones y celos con la Republica Popular China. Países de desarrollo y tamaño mediano y grande son claves en las relaciones internacionales de México, tales son los casos de Corea, Japón, India, Indonesia, Nigeria, Argentina, Sudáfrica, Canadá, Francia, España, Filipinas y Malasia. La potencialidad de nuestros acuerdos comerciales y políticos con la Unión Europea y las relaciones bilaterales con países claves de Europa no se han aprovechado debidamente y la nueva lucha por la diversificación debe contemplar la búsqueda de nuevos aliados en el campo multilateral y regional además de nuestra integración al espacio norteamericano.

La «nueva modernidad» ha tenido como consecuencia el surgimiento de una nueva elite tecnocrática y una elite de abogados especializados en temas de la economía global. Estos nuevos especialistas tienen un origen socio-económico diferente al del estudiante medio de la UNAM, el cual, en su mayoría, representa a una clase media y media baja. El hecho de compartir el currículo y la vida estudiantil durante tantos años, reforzaba una cierta cultura política dominante, muy ligada tanto al PRI como al aparato estatal y con un carácter nacionalista. En contraste, la nueva élite tecnocrática de los abogados proviene de familias de clase media alta o alta, con educación cosmopolita (saben inglés) y estudian en dos o tres universidades privadas de élite. En estas universidades adquieren, además del conocimiento tradicional de las normas constitucionales, un expertise técnico-especializado en áreas como comercio internacional, inversiones, contratos, finanzas, prácticas y costumbres de otros países, &c.

En otras palabras, estos estudiantes provienen del sector privado y se preparan para trabajar en él. Curiosamente, después de pasar un período de entrenamiento especializado en universidades privadas en el extranjero, estos estudiantes regresan a ser parte de la elite tecnocrática del Estado, ubicándose principalmente en los departamentos jurídicos de las dependencias financieras, aunque, en muchos casos regresan a formar sus propios despachos privados. Esta élite considera que el éxito en su práctica profesional no dependía de sus redes sociales. Sin embargo, en la realidad continúan usando otro tipo de redes sociales para obtener sus posiciones y el éxito. Estas redes no son las que tradicionalmente se conformaban entre estudiantes y profesores en México, sino que son establecidas en el extranjero entre estudiantes mexicanos, latinoamericanos y de otros países, entrenados en universidades norteamericanas, así como con los profesores y estudiantes norteamericanos.

En este sentido, la Cancillería Mexicana y los diplomáticos de carrera debemos hacer un esfuerzo conjunto por integrar al Servicio Exterior a jóvenes mexicanos que tengan una visión amplia y consistente de nuestra historia y de las luchas populares así como de los nuevos actores sociales en México y el mundo. No se podrá avanzar mucho en la construcción de una diplomacia innovadora y congruente con las necesidades sociales y de soberanía si los diplomáticos y funcionarios se alimentan de paradigmas tecnocraticos, elitistas y que su visión del mundo excluye o minimiza la idea de soberanía y defensa del estado nacional mexicano.

Bernardo Méndez Lugo nació en Culiacán, Sinaloa, México. Es licenciado en Relaciones Internacionales de la UNAM. Realizo estudios de Postgrado en el Instituto de Países en Desarrollo en Varsovia y en el Instituto de Estudios del Desarrollo de la Universidad de Sussex en Inglaterra. Fue Profesor-Investigador fundador de la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco en la ciudad de México. Profesor adjunto de Política Exterior de México y Comercio Exterior de México en la UNAM. Ha sido profesor invitado en la Universidad Autónoma de Nicaragua, Universidad de Lund en Suecia e impartido conferencias en universidades mexicanas y de Estados Unidos. Es coautor de varios libros sobre temas de derechos indígenas en México y Latinoamérica, pequeñas y medianas empresas y globalización, homologación y certificación profesional en Norteamérica, educación y cultura ante el Tratado de Libre Comercio y Educación y mercados de trabajo, relaciones México-Estados Unidos, &c. Desde 1990 es miembro del Servicios Exterior Mexicano y ha sido Cónsul de México para asuntos de prensa en Montreal, Prensa y Relaciones Académicas en Atlanta y en diversos momentos Cónsul de Prensa, Comercio, Relaciones Académicas y con ONG's en San Francisco en el periodo de agosto 2001 a febrero de 2006. Ha sido funcionario de la antigua secretaria de Comercio y Fomento Industrial y consultor de agencias multilaterales como ONUDI, Organización Panamericana de la Salud, Banco Mundial y OCDE. En México ha desarrollado trabajos para CANACINTRA, Grupo Editorial Expansión, Nacional Financiera, Secretaria de Educación Publica, Secretaria del Trabajo y Previsión Social, Agencia de Noticias NOTIMEX y Grupo Nexos.

 

El Catoblepas
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