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El Catoblepas, número 57, noviembre 2006
  El Catoblepasnúmero 57 • noviembre 2006 • página 11
Artículos

Fortalezas y debilidades de la economía china

Elda Molina Díaz
Eduardo Regalado Florido

China ha logrado grandes avances en materia de crecimiento económico, sin embargo los logros aún son insuficientes para afirmarse que el país ya se ha desarrollado

A partir del impresionante crecimiento económico y de su acelerada inserción internacional, China se ha convertido en un punto de referencia ineludible de cualquier análisis de la dinámica mundial y hasta en un modelo referente de desarrollo. Sin embargo, tal evolución ha sido compleja y controvertida, originando gran polarización en la opinión de los analistas, las que se ubican desde los extremos de un optimismo desmedido hasta un pronóstico catastrófico.

El debate se ha desarrollado sobre los más diversos temas y aspectos de China, pero se destaca, en el plano económico, lo concerniente a las variables: crecimiento, exportaciones e inversiones, que para la gran mayoría son los tres logros económicos más importantes de China.

De hecho, la estabilidad de su altísimo crecimiento económico, hace que se considere como uno de los principales «motores del crecimiento mundial; la gran atracción de inversiones extranjeras, como el «agujero negro» que absorbe la mayor cantidad de inversiones mundiales; y la impresionante progresión de sus exportaciones, como la «fábrica mundial». Sin embargo, a pesar de ser las variables más dinámicas, a la vez son altamente cuestionadas.

En tal sentido, se argumenta que el crecimiento que se experimenta no conduce al desarrollo; que las inversiones extranjeras están espoleando la riqueza del país y que las exportaciones no provienen de los sectores de la economía nacional. En síntesis, se dice que el país se está convirtiendo en un «gigante con pies de barro».

La realidad china ha demostrado que cualquiera de los extremos en la discusión no aporta un criterio real y útil en la evaluación del país, por lo que se exige un balance equilibrado del comportamiento de las variables económicas, de manera tal que se llegue a una apreciación objetiva de este actor que cada vez adquiere mayor relevancia en la dinámica global.

Crecimiento

La tasa de crecimiento, como indicador macroeconómico, muestra, en gran parte, el dinamismo económico en que se encuentra inmersa China, que la está convirtiendo, súbitamente, en un actor de gran relevancia en el escenario global.

El crecimiento de la economía china se ha caracterizado por ser rápido, duradero y sin grandes desequilibrios desde que comenzó el proceso de reforma económica y apertura hacia el exterior en 1978, el cual no ha podido ser igualado por ninguna economía del mundo. En ese período, su tasa promedio de crecimiento anual ha sido de 9,4%, hecho de gran importancia para la evolución económico-social del país.

En un análisis comparativo, observamos que mientras China registró el anterior crecimiento, la Unión Europea en igual período lo ha hecho al 2,4% y EE.UU. al 3,2%. De ese modo, China ha duplicado su Producto Interno Bruto (PIB) cada 7 años, EE.UU. lo ha hecho cada 20 y la UE cada 24.

En el 2005, el PIB de China fue de 2.263 billones de dólares (1.781 billones de euros){1}, con lo cual el país asiático quedó solo detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania en cuanto a tamaño de su economía en todo el planeta. Además, China es la segunda potencia del mundo, después de EE.UU., en cuanto a paridad de poder adquisitivo, indicador que tiene en cuenta las diferencias relativas en precios de bienes y servicios.

Con tales resultados, China se ha convertido en una locomotora del crecimiento en la región asiática y mundial. A pesar de que su PIB representa el 4% del PIB mundial, su contribución al crecimiento mundial ha sido del 12%, sólo superado por EE.UU. que aporta el 55%, siendo el peso de su PIB el 33% del mundial.

De mantener el mismo ritmo de crecimiento, se calcula que China tendrá un PIB mayor que el de Alemania en 2008, que el de Japón en 2006 y que el de EE.UU. en 2041. Además, se estima que para 2050 estarían por orden del PIB: China, EE.UU., India, Japón, Brasil, Rusia y muy atrás el Reino Unido.

Desde el punto de vista poblacional, esos pronósticos tienen gran relevancia para China, ya que cuenta con alrededor de 1300 millones de habitantes, a la vez que crece anualmente entre 12 o 15 millones. La inmensa población y su veloz incremento demandan un extraordinario esfuerzo en el sustento alimentario y material, además en la creación de puestos de trabajo a los que llegan a la edad laboral, exigencias que sólo pueden satisfecha con elevados ritmos de crecimiento.

Aún más, debido a las transformaciones estructurales y en las empresas estatales, la exigencia de crear nuevos puestos de trabajo se hace más aguda. De manera general, el país necesita crear 300 millones de nuevos puestos de trabajo en la próxima década para absorber o volver emplear a aquellos que perdieron sus empleos en el sector agrícola o en las empresas estatales y proporcionar trabajo a los que se incorporan a la fuerza laboral.

En consecuencia, China está obligada continuar alcanzando altos ritmos de crecimiento económico que garanticen la satisfacción de las necesidades del desarrollo, el fortalecimiento de la nación y la estabilidad social. Hasta ahora, el rápido crecimiento de la economía china ha sentado una importante base para aliviar la pobreza y elevar el nivel de vida de la población.

Resulta muy útil para sus propósitos de atracción de inversión extranjera directa (IED) el sostener altas tasas de crecimiento económico, pues es constituye un factor de gran estímulo para los inversionistas extranjeros que persiguen un escenario favorable para la obtención de altas ganancias.

Sin embargo, hay otros elementos importantes a tener en cuenta en el crecimiento de China, que aportan mayor exactitud sobre su comportamiento y trascendencia. En primer lugar, hay que reconocer que su economía crece mucho, pero partiendo de un nivel muy bajo, lo que determina que aunque no es despreciable el volumen de su PIB actual, existe todavía una gran brecha con las potencias económicas. De hecho, en la actualidad, el PIB japonés es casi tres veces más grande que el de China, mientras que el estadounidense es 7.5 superior.

Hay que considerar que el volumen del PIB de China queda reducido de forma destacada en términos relativos, debido a la gran población que tiene. Si bien el país ocupa el cuarto lugar mundial en cuanto al volumen del PIB, en relación con el PIB per cápita clasifica en el número 128{2}, con una renta per cápita de 1.700 dólares, lo que demuestra que sigue estando aún a una larga distancia de alcanzar la prosperidad y el desarrollo económico y social del que gozan los países más ricos del planeta.

Cuando se analizan las cifras hay que considerar que no sólo expresan los resultados de los actores chinos, sino que también incluyen los obtenidos por los extranjeros, que desempeñan substanciales operaciones de comercio, producción, distribución, financiación a gran escala y a largo plazo.

Otro elemento a tomar en cuenta, es el desigual comportamiento regional del PIB. Por ejemplo, el crecimiento económico anual de la región Este se acerca a una media del 13% desde que se inició la reforma económica, mientras que el de la región Oeste se encuentra por debajo del 9%. En el año 2000, el PIB de la región Este superaba en un 40% la media nacional, sin embargo, el de la región Oeste equivalía solamente al 60% de dicha media, con un PIB per cápita de alrededor del 60% de la media nacional{3}.

Además, el crecimiento no es homogéneo entre los diferentes sectores de la economía nacional. Mientras existen algunos, como la agricultura, que reclaman por su importancia mantener un alto ritmo de crecimiento, existen otros, como el automotor, inmobiliario, etc., que crecen de manera desmedida, siendo una de las causas del «recalentamiento» económico{4}.

Existen elementos de carácter cualitativo que nos dan otra dimensión del PIB de China. En primer lugar, tal indicador no expresa la calidad de lo producido, caracterizándose, de manera general, por no alcanzar los estándares internacionales, hecho que, sin duda, le resta trascendencia a las cifras alcanzadas.

Tampoco, el PIB no refleja la eficiencia energética y otros elementos que determinan la eficiencia de la producción social. El rendimiento energético se considera muy pobre, pues cada unidad de producto generado le cuesta al país entre 150 y 200% más de energía que a otras naciones industrializadas{5}. Asimismo, el crecimiento chino se considera despilfarrador ya que se calcula que se invierten más de cuatro dólares de nueva inversión para producir un dólar de crecimiento anual{6}.

Igualmente, el PIB no refleja el serio impacto ambiental que ha ocasionado el proceso de producción social en China, donde el nivel de contaminación ambiental es preocupante. El país posee índices de contaminación del aire y de las aguas, dentro de los más elevados del mundo. Específicamente, es el segundo mayor emisor de gases contaminantes, al aportar alrededor del 13% de dichos gases{7}. Además, aproximadamente 2/3 de sus ciudades sufren problemas de contaminación{8}.

Inversiones

En el 2005, China recibió 60,325 millones de dólares de IED, lo cual hace que ingrese un promedio de 1.000 millones de dólares por semana. Como resultado, China se ratificó como el principal destino de IED por cuarto año consecutivo. Entre 1979-2005, el ingreso por este concepto superó los 622.5 miles de millones de dólares, lo que representa casi el 28% del PIB y la sitúa por encima del nivel promedio mundial.

De este modo, la IED se ha convertido en una de las principales fuerzas motrices del desarrollo de China, debido a que los capitales incorporados han permitido proveer bienes y servicios suplementarios, incorporar tecnología de vanguardia y know-how y ensanchar la exportación del país. La IED contribuye aproximadamente con el 20% de la recaudación estatal, casi el 60% de las exportaciones y crea más de 23 millones de puestos de trabajo{9}.

No obstante, existen otros elementos dentro de la dinámica de las IED, que matizan su comportamiento y nos aproximan más a la realidad. En primer lugar, China está dependiendo en gran medida del capital foráneo para expandir su producción, lo que le transfiere gran vulnerabilidad a la economía nacional.

En ese sentido, es preocupante el extraordinario dominio del capital extranjero en el mercado chino, debido a la competencia que le ofrecen a las empresas nacionales. Microsoft ocupa el 95% del mercado de los sistemas operativos, Kodak por lo menos el 50% de los rollos fotográficos, Motorola y Nokia abarcan el 70% de los teléfonos móviles y Cisco tiene el 60% del mercado de los equipos de Internet. Además, las multinacionales ocupan una tercera parte de la producción en sectores industriales como el químico, farmacéutico, la maquinaria y la electrónica{10}.

Además, la presencia de inversionistas extranjeros tenderá a incrementarse, sobre todo, cuando el capital extranjero pueda entrar de manera plena al territorio chino a finales de este año, según lo pactado en el ingreso del país a la OMC.

Hay que destacar, que las grandes inversiones recibidas están estimuladas por las preferencias fiscales y otros incentivos brindados a las compañías multinacionales, que no sólo exportan sus productos sino también sus beneficios, frecuentemente ocultos mediante la manipulación de precios utilizados en las transacciones entre compañías.

También hay que considerar que los recursos internacionales que China recibe se concentran en las grandes firmas extranjeras, dejando a un lado la posibilidad de financiamiento para los empresarios chinos.

Debe señalarse que el modelo de crecimiento de China es muy dependiente de las inversiones extranjeras, lo cual le transfiere vulnerabilidad. Mientras en el resto del mundo el 70% del crecimiento económico proviene del consumo y un 20% de la inversión, en China, la inversión en los últimos años ha sido de un 13% mayor a la media y el consumo se sitúa un 17% o 18% más bajo que en el resto de los países{11}.

Tampoco la IED tiene un comportamiento equilibrado entre los diferentes sectores económicos. En repetidas ocasiones, se ha producido saturación inversora en determinadas áreas de la economía nacional, contribuyendo al «recalentamiento económico».

Por otra parte, la IED tiene un comportamiento regional desigual, al concentrarse en el Este del país, lo que acentúa la disparidad del desarrollo regional.

Además, los intensos flujos de IED han llevado a una declinación del crecimiento de la productividad, al caer de cifras que oscilaban entre 3,3-4,4% antes de 1995 a sólo 0,3-2,3% en 2001{12}, debido a la baja concentración y poca racionalización por rama de producción.

Por último, a partir de la tendencia reciente de transición de las empresas conjuntas a las empresas de propiedad extranjera total, se está transfiriendo mucho menos tecnología a las empresas chinas debido a que las extranjeras no están obligadas por contratos a compartir conocimientos con sus socios locales ya que compiten por una proporción mayor en el mercado.

Exportaciones

Las exportaciones en China han pasado de 9 750 millones de dólares en 1979, a 772 mil millones de dólares en el 2005, para un crecimiento de más de 45 veces. El país está exportando alrededor de 1.000 millones de dólares por día, por lo que lo denominan como la «fábrica del mundo». En este período, el volumen de las exportaciones chinas ha crecido 17% anual promedio{13}.

Como consecuencia, la cuota de las exportaciones chinas ha pasado del 0,9% en 1980 a más del 6% en el total de las exportaciones mundiales en el 2005, hecho que demuestra su acelerada inserción internacional en el mercado mundial.

En la actualidad, más de 100 productos acuñados con «Hecho en China», se encuentran en los primeros lugares de ventas en el mundo. Por ejemplo, más de la mitad de las cámaras de video, 30% de los televisores y acondicionadores de aire, 25% de las lavadoras, 20% las neveras, 70% de las fotocopiadoras y relojes, 70% de los juguetes, 60% del calzado, 50% de las cámaras fotográficas; el 80% de los árboles artificiales de navidad vendidos en el mundo son hechos en China{14}.

Desde el punto de vista estructural, se está produciendo una diversificación de las exportaciones, apareciendo productos nuevos y más avanzados. A partir de 1992, más de la mitad del incremento del valor de sus exportaciones se ha basado en nuevos productos, superiores en la cadena de valor y complejidad tecnológica. Los productos primarios –sectores tradicionales de exportación (petróleo, materias primas agrícolas y productos alimentarios)– han perdido peso, al constituir el 50.2% del total exportador en 1980 y menos de 9% en el 2005.

Las exportaciones chinas de alta tecnología han continuado aumentando, obteniendo un promedio anual de crecimiento entre un 20 y un 30%. En el 2005, 30% de las exportaciones chinas fueron de productos de alta tecnología, sobre todo de la tecnología de la información{15}.

La dinámica mostrada por las exportaciones chinas tiene gran trascendencia para el país, ya que dentro de la nueva estrategia aplicada a partir de 1978, se le asignó el papel de propulsar a las restantes ramas de la economía nacional, es decir, que estimulara a través de la demanda externa a los restantes sectores de la economía nacional, por lo que es uno de los principales motores del crecimiento económico.

Como resultado del dinamismo de las exportaciones se ha sostenido el superávit en la balanza de pago y se han acumulado importantes reservas de divisas, que fortalecen la economía china. Además, las exportaciones han contribuido a la creación de puestos de trabajo, aspecto de gran trascendencia para dinámica económica-social china.

Pero a su vez hay otros elementos en el orden comercial que no apuntan hacia el lado positivo del proceso para China. El peso del comercio exterior en el PIB ha pasado de 5% en 1978 a cerca del 30% en 2005, lo que representa una enorme dependencia y gran vulnerabilidad.

La actividad exportadora de China está liderada por las empresas extranjeras. Las estadísticas recogen una impresionante cifra de flujos de exportaciones con la marca de origen «Hecho en China», pero en realidad a quién le pertenece la mayor parte es a las empresas extranjeras que radican en el país. De hecho, en el 2005 a tales empresas le concernió el 58%{16} de las exportaciones totales China, lo que les posibilitó obtener casi tres de cada cinco dólares de los ingresos por exportaciones del país{17}.

Es de tener en cuenta que en este aspecto China difiere del comportamiento histórico de Asia. Las empresas de capital extranjero fueron responsables sólo del 20% de las exportaciones manufactureras de Taiwán a mediados de la década de 1970 y del 25% de las de Corea del Sur entre 1974 y 1978. En Tailandia, esta proporción cayó de 18% en los setenta a 6% a mediados de los ochenta.

En China, además, las empresas extranjeras exportaron entre el 80 y el 90%{18} de los productos nuevos de alta tecnología, que son los que reportan mayor ganancia en el mercado mundial. El predominio de las firmas extranjeras es aún más evidente en las exportaciones industriales avanzadas. Mientras las exportaciones de maquinaria industrial se multiplicaron por 20 en términos reales durante la década pasada, la proporción de esas exportaciones producida por las empresas extranjeras se elevó de 35 a 79%. Las exportaciones de equipos para computadoras se dispararon de 716 millones de dólares en 1993 a 41000 millones en 2003, y la proporción perteneciente a las empresas extranjeras se elevó de 74 a 92%. De manera similar, las exportaciones chinas en electrónica y telecomunicaciones se septuplicaron de 1993 a la fecha, y la proporción de las empresas de capital extranjero creció de 45 a 74% en ese periodo.

Sin embargo, es también muy significativo que entre 1998 y 2002 las empresas extranjeras aumentaron su participación en las ventas internas totales de alta tecnología de 32 a 45%, mientras la porción de tal mercado en poder de las firmas industriales más competitivas del país, se redujo de 47 a 42%.

Las grandes empresas transnacionales también se encuentran ocultas detrás de las fábricas chinas que producen de manera muy barata para la exportación, a través de lo que se conoce como la «contratación afuera» (outsourcing), donde las grandes compañías obtienen la mayor parte de las ganancias.

En tales condiciones, debido al bajo valor agregado y el limitado margen de negocios, las empresas chinas ganan sólo por el «costo de procesamiento», que es generalmente el 10% del precio del producto{19}, mientras que las mayores retribuciones del comercio se las llevan las empresas extranjeras. Por ejemplo:

Como consecuencia, lo que dota a los productos chinos de un margen competitivo es su bajo precio, por lo cual los fabricantes se ven obligados a concentrarse en la producción masiva de productos de baja calidad, con el fin de ser rentables.

Otro elemento a considerar es que la mayoría de los productos que salen de China se elaboran en realidad en otros lugares, y el país es sólo el lugar de ensamblaje concluyente dentro de la cadena global de producción. Este proceso, además de afectar el valor que aporta a las empresas chinas, provoca que se generen menos empleos que si se hubiera instalado toda la línea del producto dentro del país.

Además, hay que valorar que las empresas industriales chinas dependen en gran medida de diseños, componentes esenciales y equipos manufacturados que importan de los países de origen de la IED que ellos reciben.

Conclusiones

Bibliografía

Notas

{1} EFE, «China cuarta potencia mundial», miércoles 5 de julio de 2006

{2} DiarioDigitalRD.Com miércoles China continúa escalando peldaño como potencia económica. 5 de julio de 2006, 12:00:00 AM (AST)

{3} Eduardo Regalado Florido, «Estrategia de exploración a gran escala hacia el oeste: Giro estratégico en el desarrollo económico-social de China».

{4} Por tal fenómeno se entiende el crecimiento desmesurado y desproporcionado entre los distintos sectores, provocando estrangulamientos económicos y presiones inflacionarias, que se traducen en un incremento de los costos de producción y en pérdida de competitividad, pero, además, afectan directamente el nivel de vida de la población, con gran incidencia en la estabilidad social.

{5} China para producir productos valorados en 100 millones de dólares gasta diez veces más energía que Japón.

{6} Juan Chingo, «Mitos y realidades de China actual. Estrategia Internacional», septiembre 2004.

{7} EFE. 2005.

{8} Economy, Elizabeth. China: el coste medioambiental de un modelo de desarrollo.

{9} Juan Chingo, «Mitos y realidades de China actual. Estrategia Internacional», septiembre 2004.

{10} Rafael Poch, «China: más dependencia y menos entusiasmo», La Insignia, julio de 2006.

{11} Qiu Xiaohua, «Crecimiento económico en China: análisis crítico». Agencia de noticias Xinhua.

{12} Juan Chingo, «Mitos y realidades de China actual. Estrategia Internacional», septiembre 2004.

{13} Jorge Castro, «Nueva fase de la acumulación capitalista: El boom global chino», Diario Perfil, 2 de julio de 2006.

{14} «Creado en China», ¿etiqueta del futuro?, China Hoy, 7 de febrero de 2006.

{15} Jorge Castro, «Nueva fase de la acumulación capitalista: el boom global chino.» Diario Perfil, 2 de julio de 2006.

{16} Rafael Poch, «China: más dependencia y menos entusiasmo», La Insignia, julio de 2006.

{17} Xinhua, «Dominan compañías extranjeras comercio exterior de China», Pequín, 24 de junio de 2005.

{18} Jorge Castro, «Nueva fase de la acumulación capitalista: El boom global chino», Diario Perfil, 2 de julio de 2006.

{19} «Creado en China», ¿etiqueta del futuro?, China Hoy. 7 de febrero de 2006.

{20} Ibídem.

{21} Ibídem.

 

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