Nódulo materialistaSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org


 

El Catoblepas, número 115, septiembre 2011
  El Catoblepasnúmero 115 • septiembre 2011 • página 11
Comentarios

Feijoo en Obona

Manuel de la Fuente Merás

Sobre el padre Feijoo y el monasterio de Obona

En Santa María la Real de Obona, sita en pleno Camino de Santiago en el Occidente asturiano (Concejo de Tineo), nada queda del esplendor de otros tiempos. El monasterio fue declarado monumento histórico artístico en 1982 y ocupa hoy un primerísimo puesto en la lista roja del patrimonio debido a su estado de semiabandono.

Sin embargo la importancia de Obona, no sólo en la Ruta Jacobea, sino en la propia vida intelectual de España, fue tan determinante en algunos momentos como para no permitirnos que su abandono actual olvide el papel fundamental que desempeñó en el pensamiento español.

Santa María la Real de Obona

Santa María la Real de Obona

Su acta fundacional está fechada en el 781. Muchos historiadores discuten la autenticidad de dicho documento, aún así todos reconocen la fundación antigua del cenobio, así como la presencia en 1022 de Alfonso V. Doscientos años más tarde, otro rey, Alfonso IX, le otorga el privilegio por el que se establecía que el Camino de Santiago debía pasar junto al monasterio. Esa costumbre se conserva intacta ocho siglos después y Obona presencia cada año el paso de cientos de peregrinos por la senda que lo separa de Tineo.

Destaca, asimismo, dicha escritura por ser el primer documento en el que se menciona de forma explícita la “sidra” en territorio astur: refiriéndose a la comida y bebida dada a los siervos que trabajaban en el Monasterio los días acordados: “en el día que fueren llamados a prestar servicio, tengan ración de comida y bebida, a saber: Libra y cuarta de pan de mijo o de otro y porción de habas o de otro comestible, y sidra pudiendo ser” (et sicere si potest ese, 38-44).

De forma menos anecdótica y refiriéndonos a la historia del pensamiento español, Obona tuvo dos momentos de particular importancia, primero en su génesis y posteriormente en su culminación. Correspondería el segundo con la labor del Padre Feijoo, a la que posteriormente nos referiremos.

En cuanto al primero, se correspondería este prácticamente con el de su propia fundación, tal y como se recoge en la España Sagrada{1}:

«Cerca del año de 784, tuvo su nacimiento la heregía de Félix Obispo de Urgel, y de Elipando Arzobispo de Toledo, que pretendían que Christo según la naturaleza humana, no era hijo natural de Dios, sino sólo adoptivo y en el nombre (…). Elipando se partió de Toledo para las Asturias y Galicia, y que infecciono a muchas de estas Provincias con aquella mala ponzoña (…). Los que más sobresalieron en la defensa del dogma verdadero fueron Etherio, Beato, y Félix; el primero Obispo de Osma, y residenre en Asturias, el segundo monje y Abad en el Monasterio de San Martín de Liébana, hoy de Santo Toribio; el tercero fue en dictamen del Cl. Mabillon, Abad de Santa María de Obona, lo que se hace verosímil con la escritura de Adelgastro, fundador de este Monasterio, que hace donación en manos de del que era Abad en aquel año de 781, y se llamaba Felix

Continúa el Padre Risco:

«En el día 26 de Noviembre se hallaron juntos en el Monasterio de San Juan de Pravia, Beato, Etherio y Fidel con el fin de asistir a la devota función, que se celebraba aquél día en que se consagraba a Dios la Reina Adosinda mujer del difunto Rey Don Silo, fundador del expresado Monasterio. Con esta ocasión tuvieron Beato y Etherio noticia de la carta dirigida por el arzobispo Elipando al Abad Fidel, la cual estaba ya extendida por toda la región de Asturias con grande infamia de ambos. Y deseando no sólo vindicar su fe y honor, sino extinguir en España el error, que se iba produciendo en muchos pueblos, se dedicaron luego a escribir una Apología de dos libros, en la cual impugnaron la nueva herejía con tal eficacia, que no volvió esta a levantar cabeza en estas provincias, y su autor se vio obligado a buscar defensores en Francia, escribiendo a Carlomagno, y a los obispos de su Reino; los cuales todos le reprehendieron y condenaron.»

El significado de la polémica del adopcionismo y, por ende la relevancia de Obona, en la historia del pensamiento español sería clara, ya que como sostiene Gustavo Bueno{2}:

«la importancia histórico política del “contenido” de la polémica se advierte en el momento en que tenemos en cuenta que el adopcionismo de Elipando representaba, de algún modo, no sólo una reviviscencia del arrianismo visigótico anterior a Recaredo, sino, sobre todo, una vía de confluencia del cristianismo con el monoteísmo radical que el Islam opuso siempre a los “politeístas” (en este caso: a Eterio y a Elipando), pero que los “politeístas”, a su vez, verían como una condescendencia excesiva de los mozárabes de Toledo a sus señores políticos.»

Santa María la Real de Obona

En este mismo sentido:

«La invención de Santiago de Compostela está también dentro del proyecto político de soberanía imperial del Estado de Alfonso II, pues ella supone la inversión de las relaciones con los demás reinos, sobre todo con el de los francos. Santiago es un foco que, en Finisterre (pero un Finisterre controlado por Alfonso II), comienza a brillar al lado de Roma y frente a Córdoba: al lado de las romerías, comenzarán las peregrinaciones, a través de los campos, a Santiago, el camino de Santiago, una corriente inducida desde el proyecto de la Corte de Oviedo, sin perjuicio de sus ulteriores evoluciones.»

Y de nuevo vuelve a aparecer Obona en el Camino, ya que consta la presencia en el Monasterio en el año de 1022 de Alfonso V. Del mismo modo, doscientos años más tarde, otro rey, Alfonso IX, le otorga el privilegio por el que se establecía que el Camino de Santiago debía pasar junto al monasterio. Esta costumbre se conserva intacta más de ochocientos años más tarde. Santa María la Real de Obona presenciaba con monotonía diaria como los peregrinos que salían temprano de San Francisco en Tineo, llegaban a Obona para el descanso del mediodía y el refrigerio conventual que, suponemos, sería acompañado de sidra (si pudiese ser).

El Abad, por aquel entonces, tenía poderes plenipotenciarios en todo el Valle y era conocido por los ostentosos apelativos de Conde de Peratecha y Barón de Bustiburniego. Sostienen algunos, como le gusta recordar a Laureano Víctor García Díez{3}, que “disponía de derecho de pernada”.

Un último dato destaca para el visitante en el recinto del Monasterio y es la presencia de dos escudos heráldicos con las armas de Castilla y León, lo que refuerza su vinculación con la Monarquía y su fundación real. De ellos, el que se encuentra situado en la fachada de la antigua casa del Abad destaca por la disposición anormal de los castillos y leones. Ya que presenta a los leones en el primer y cuarto cuartel, lo que representaría la lucha por mantener la preponderancia de León, sobre una Castilla vencedora. Quizás, sea este uno de los últimos románticos intentos{4} de mostrar la supremacía del antiguo reino astur-leonés, que estaba siendo asumida por una Castilla que en su vocación imperialista fagocitaba todo lo que se encontraba a su paso, incluida la propia Corona de Aragón, siglos después.

Quizás haya que recordar aquí que «el reino de Castilla, aparte de la situación estratégica central que ocupaba en la península, era demográficamente el reino mayoritario, y que todavía en el siglo XVI, aunque tanto montaba Aragón como Castilla (en realidad: “tanto monta cortar como desatar el nudo gordiano”) lo cierto es que sobre siete millones de habitantes, casi seis millones correspondían al reino de Castilla y, en todo caso, la “coyuntura” del Imperio no fue externa para el romance castellano, ni representó una mera ampliación del “colectivo” de sus hablantes. Supuso un desarrollo interno de su vocabulario político, jurídico, teológico, científico, botánico, antropológico, &c. Y si el español se hizo “lengua universal”, inter-nacional, fue precisamente por su condición de “lengua del Imperio”.»{5}

¿Y Feijoo?

Tras estos apuntes queda aún por abordar la presencia de Feijoo en Obona.

Hay que recordar que el Padre Feijoo fue destinado al colegio ovetense de San Vicente como Maestro de estudiantes, en 1709. Se traslada entonces a Oviedo, una ciudad periférica de unos 7.000 habitantes, a la que llegará con treinta y tres años y en la que permanecerá, salvo algunos viajes esporádicos, el resto de sus días. Podría suponerse que el ambiente cultural de la capital de provincias sería escasa, pero dentro de la orden benedictina, sus compañeros le alentaron a abandonar proyectos como escribir una Historia de la Teología y dedicarse a lo más necesario: la impugnación de errores comunes. Es más, como afirmaba el Doctor Marañón, «sin ese ambiente (crítico y renovador de su orden) no hubiera nacido su genio crítico y su mano no hubiera escrito otra cosa que los sermones y notas de su cátedra».

Sabemos también, porque lo indica el propio Feijoo, que hizo muchos viajes, por más que fueran en el radio limitado que le imponían sus obligaciones. Gracias a ellos, a sus dotes de observador y a su vivo interés por todo lo que le rodeaba, pudo conocer a fondo la realidad física y social de Galicia, montaña de León y, especialmente, Asturias, sobre la que hay múltiples referencias en su obra. Menos son las que hace de los lugares en que hizo su formación, y tampoco es mucho lo que dice de Madrid, en donde estuvo en 1726, para gestionar la publicación del primer tomo del Teatro, y en 1728.

Santa María la Real de Obona

Es en muchos de esos cortos viajes por la región donde se cruzaran Obona y su Monasterio en su camino. Feijoo, de cualquier forma sólo menciona su estancia en el mismo en una única ocasión y de forma anecdótica en una nota a su discurso, a modo de ejemplo:

«Confirma este modo de filosofar lo que yo ví, estando huesped en nuestro Colegio de Santa María de Obona, dentro de este Principado. Un Lobo en un Prado vecino al Colegio había muerto de noche una Ternera. El día siguiente al anochecer, trayendo a recoger un rebaño Vacuno por el mismo sitio, donde había sido muerta la Ternera, aunque no había quedado allí parte alguna del cadáver, al llegar al sitio, todos los Bueyes, y Vacas se detuvieron un rato, bramando, como que testificaban, o su dolor, o su ira. Efecto sin duda de los corpúsculos remanentes en la tierra, o que exhalaba la sangre allí vertida.»{6}

Poca sería, pues, la importancia de Santa María la Real si atendemos a lo arriba descrito, pero la realidad fue bien distinta. Dos son los factores que hicieron de Obona lugar habitual de estancia, especialmente en el estio veraniego, del Padre Feijoo.

Factor emotivo

Feijoo En su entrada al Principado para ocupar su destino en el Colegio de San Vicente, entra Feijoo a través del puerto de Leitariegos, para arribar a Corias y posteriormente a Obona, distante unas dos jornadas de Oviedo. En este camino, relata Feijoo:

«Yo, siendo harto curioso en esta materia, y habiendo viajado por montañas altas varias veces, no he encontrado agua de fuente que pudiese decirse muy fría, sino una que hay en lo alto del monte de Latariegos.»{7}

Citamos esta referencia a la calidad de las aguas y su atención a la misma, porque su llegada a Obona quedaría marcada por ella.

Se encontraría en Obona un paisaje que le evocaría al de su Samos natal. El entorno dominado por el valle del rio Deyna, sus aguas remansadas en siete banzaos que servían a otros tantos molinos, el ambiente intelectual que se respiraba entre sus celdas, el constante paso de peregrinos jacobeos con infinidad de nuevas noticias, debieron causar profunda impresión en el ánimo del benedictino.

El agua buena de Obona

Etimológicamente parece irrefutable que Obona proviene de Oubona, Aubona, Aqua-Bona, agua buena. Refiere Xuan Bello, que «de tres maneras la gente de Tineo pronuncia Obona: Oubona, Aubona, Ubona. Las tres formas tienen la misma raíz etimológica Eau Bonne, si hacemos caso a la tradición que dice que los primeros monjes que allí pusieron monasterio, de origen francés, llamaron de esta manera al lugar por la fama que tenía de agua buena y fresca»{8}.

De la misma idea es el Profesor García Árias en su entrada del Diccionario de la Lengua Asturiana, correspondiente a la Hidrotoponimía de origen latino: “admite una interpretación AQUAM BONAM ‘agua buena’ por el prestigio que tienen estas aguas, y que debieron de tener en la antigüedad a juzgar por el monasterio medieval allí levantado, quizá en un intento de cristianizar un posible y viejo culto a las aguas. El segundo elemento de esta composición puede ser el femenino de BONUS, A, UM ‘bueno’ pero no ha de olvidarse que puede haber estado mediatizado por otra palabra previa de origen céltico, *BONU- ‘base’, ‘fundación’”. Más forzada nos parece la interpretación de Julián Aydillo San Martín, que apoyándose en Madoz (el clima es frió y húmedo, pero bastante sano), la relaciona con: Oz-bona cumbre fría.

Dejando aparte estas discusiones, lo que sí está claro es que Feijoo se prendó de la calidad de las aguas del lugar, especialmente de la que manaba de la Fuente del Matoxo, que se encuentra a la entrada del Campillo, a la derecha del crucero si miramos de frente al templo, canalizada por los monjes a un pozo en el centro del claustro y que hoy se encuentra bajo las zarzas, ya que debido al proceso de concentración parcelaria de la zona, ha quedado fuera de asignación y por tanto en abandono.

Se la hacía llevar en cántaros especiales a su celda y para que nadie pudiese adulterarla había mandado hacer dos llaves para cántaro. Una se la quedaba el cirujano Fray Valentín Calviño en Obona y la otra la custodiaba el mismo.

Firma de Feijoo

Tanta importancia llego a dar Feijoo al agua de Obona que aseguraba ser capaz de distinguirla por el tacto:

«Lo que por mí puedo asegurar, es, que yo para averiguar la delicadeza del agua, no usaré de esa prueba, ni de la de calentarse, o enfriarse más presto: porque si el exceso de una agua a otra en delicadeza es tan sensible, que pueda reconocerse a esas señas, yo le reconoceré también al simple tacto de la mano, y creo que con más seguridad. De esta percepción de la delgadez del agua por el tacto (que algunos han dificultado mucho) tengo sobradas experiencias. El P. Fr. Benito de Arenas, hijo del Monasterio de San Salvador de Oña, que los años pasados, siendo Cursantes en este Colegio, me asistía en la Celda, puede testificar, que usando yo siempre de dos aguas distintas, igualmente cristalina, y pura una que otra, una para beber, que se me conducía de una fuente muy distante, y otra para lavar, en una ocasión, que me presentó en el vernegal, para lavarme, la que usaba para beber, al punto que entré las manos en ella lo conocí, y se lo dije. Lo que se llama ser la agua delgada, o gruesa, no es otra cosa, como ya advertimos en otra parte, que ser más, o menos adherentes unas a otras sus partículas. Cuanto menos adherentes son, menos resisten al tacto, y menos impresión hacen en él, por su mayor facilidad en dividirse. Es verdad, que no todos percibirán esta desigualdad en resistir al tacto entre diferentes aguas, lo que no juzgo consiste en la torpeza del tacto, sino la del sentido común.»{9}

La importancia de la fuente del Matoxo y la calidad del agua queda reflejada muy pronto en las letras, así en el Diccionario geográfico universal, ya recoge la referencia al uso de dicha agua por Feijoo en Oviedo{10}.

Terminaremos diciendo que el padre Feijoo falleció el 26 de septiembre de 1764 a la edad de 87 años, tras una vida nada limitada en lo físico, si exceptuamos los últimos meses; acaso ¿Sería por el agua de Obona?

Notas

{1} Tomo XXXVII, Capítulo XV. Reinando Muregato, 196-199.

{2} «Sobre el significado de la fundación de Oviedo», palabras pronunciadas con ocasión del Día de Oviedo en la 35 Feria de Muestras de Asturias. Gijón, 17 de agosto de 1991.

{3} Presidente de la Agrupación de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago del Norte y uno de las personas más representativas en la lucha por recuperar Obona.

{4} Como sostiene Antonio Gª Linares en el libro conmemorativo del 1200 aniversario de la Fundación del Monasterio, pág. 67.

{5} Gustavo Bueno, «La esencia del pensamiento español», El Basilisco, nº 26, 1999, páginas 67-80.

{6} «Simpatía, y Antipatía», Teatro crítico universal, Tomo tercero, Discurso tercero.

{7} Teatro crítico universal, Tomo segundo, Discurso XIII. Antiperistas. §. 4

{8} Xuan Bello, Historia Universal de Paniceiros, Debate, 2002, pág. 133.

{9} Teatro crítico universal. Tomo octavo. Discurso X. Paradojas médicas. Paradoja XIX, Elección de Agua.

{10} Obona: “(…) Cerca de este pueblo está situado el Monasterio, cuya agua era tenida en mucha estima por el P. M. Feijoo, que la usaba cuando su residencia en Oviedo”. Barcelona, Imprenta José Torner, VI, 1832, pág. 774.

 

El Catoblepas
© 2011 nodulo.org