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El Catoblepas, número 116, octubre 2011
  El Catoblepasnúmero 116 • octubre 2011 • página 9
Artículos

El incendio de la Universidad de Oviedo
y el acta del Claustro de 17 de octubre de 1934

José María García de Tuñón Aza

Setenta y siete años después, se publica íntegra por vez primera el Acta del Claustro ordinario de la Universidad del 17 de octubre de 1934, que permanecía sorprendentemente inédita

La Universidad de Oviedo tras el incendio del 13 de octubre de 1934

El 14 de abril de 1931 no fue el principio y fin de un nuevo régimen político, sino más bien una fecha de tránsito para llegar –cuando se cumple este mes el 77 aniversario– a la Revolución de Octubre de 1934, conocida también como Revolución de Asturias, que fue, como escribió Gustavo Bueno una «guerra preventiva», quien además a una pregunta que le formuló el diario ovetense La Nueva España en el mes de octubre de 2004: «¿Octubre de 1934 es el prólogo de julio de 1936?», el filósofo contestó:

«Sólo un teólogo, hablando de la ciencia visión divina, podría decir que Octubre de 1934 fue un «prólogo en el Cielo» de Julio de 1936. Pero para quien no sea teólogo, ni musulmán, será muy difícil considerar Octubre de 1934 como prólogo de algo que todavía «no estaba escrito». Otra cosa es que, a partir de Julio de 1936, pudiera ser utilizada esta metáfora para subrayar las relaciones de continuidad que se percibían con sucesos ocurridos hacía menos de dos años.»

Pero no se trata en estos momentos de remover la memoria histórica que tanto gusta a socialdemócratas e izquierdistas indefinidos, sino dejar claro que el incendio de la Universidad de Oviedo aquel mes de octubre de 1934 por obra y parte de la barbarie socialista que arrasó todos los edificios nobles de la capital de Asturias, fue origen y fuente de los que decían que luchaban contra las injusticias sociales y lo que consumaron fueron los asesinatos absurdos e irracionales como, por escribir solamente un ejemplo, los frailes de Turón que procedían de familias más modestas que las de sus propio verdugos.

Ahora volvamos al incendio que produjeron aquellos bárbaros e incultos –sus herederos hoy dicen ser defensores de la cultura–, del edificio noble de la Universidad de Oviedo que quedó totalmente calcinado y con él toda su biblioteca y toda su obra pictórica, &c. Para todos los historiadores esta inmensa salvajada fue obra de los que se levantaron en aquellas fechas contra el legítimo Gobierno, excepto para la comunista María Teresa León, de la que ya me ocupé en un anterior artículo, que sin ningún conocimiento, ni aportación de ninguna prueba, escribió que el incendio fue «provocado por una bomba de aviación» que, según ella, había arrojado un avión al servicio de la República. Ningún historiador, de izquierda o derecha, da autenticidad o veracidad a semejante delirio por parte la mujer de Rafael Alberti. Algunos historiadores nada dudosos como son, por ejemplo, Bernardo Díaz Nosty y Juan Antonio Cabezas, al referirse en sus respectivos trabajos sobre la quema de la Universidad ovetense, escribieron, el primero:

«El día 11, cuando el mando de la revolución se había ido ya de las manos predominantemente socialistas, la Universidad de Oviedo fue pasto de las llamas. Sobre el suceso llovieron múltiples versiones, polarizadas generalmente en torno a dos supuestos: el primero viene a decir que la Universidad fue incendiada por los revolucionarios con variantes en la intencionalidad y el método; el segundo habla del incendio como consecuencia de la explosión involuntaria de un depósito de dinamita, alojado en el interior del centro, para ser utilizado en el ataque a los edificios circundantes, que, precisamente, se llevaron a cabo desde la misma Universidad. Este incendio, estiman algunos, se produjo al caer una bomba de aviación sobre el recinto universitario alcanzando el depósito de dinamita.»

Y por su parte, escribió el segundo:

«Del incendio de la Universidad, cuyas llamas veía desde mi casa, ya que sobre salían por encima de las casas del Fontán, empezaron a circular distintas versiones. Se dijo que había estallado un polvorín, instalado dentro del recinto. Que el incendio había sido provocado por una bomba de la aviación gubernamental. Cierto que los vecinos habían escuchado una gran explosión, antes de declarar el incendio…
Por una u otra causa, la Universidad fue pasto de las llamas en la mañana del jueves once de octubre. Allí se quemó todo lo que contenía el concienzudo inventario. También se quemaron las modestas cátedras de Feijoo y de Clarín, que recordaban la que se conserva en Salamanca de Fray Luis de León. Sólo quedaba en el centro del claustro, rodeada de escombros calcinados, la estatua en bronce del cisneriano fundador Fernando Valdés Salas. [Sobre esta estatua que, como bien dice Cabezas, fue lo único que quedó en pie, recoge Madariaga esta frase de Unamuno: «Allí estaba Valdés, advirtiéndonos con el dedo: “Ya os lo dije yo”»].

Por lo que hemos leído, ambos no dan como ciertas las palabras de María Teresa León, ni tan siquiera la citan. Sólo se limitan a recoger lo que «estiman algunos» o que «los vecinos habían escuchado una gran explosión». Tampoco hacen referencia alguna al enorme estruendo que produce un avión al volar en el caso de que hubiera sido este aparato el causante de lanzar una bomba sobre el noble edificio. Lo mismo le ha ocurrido al rector Leopoldo García Alas –que vivía a pocos metros del alma mater– cuyas palabras están recogidas en un libro de Actas que se conserva en la Universidad ovetense y que nosotros reproducimos a continuación. Con esta publicación queda disipada cualquier duda sobre quiénes fueron los causantes de semejante salvajismo:

Curiosamente, el diario ovetense La Nueva España recogió una información, el 8 de octubre de 2009, sobre una conferencia que en la Fundación Barbón pronunció el director de la Biblioteca Universitaria de Oviedo, Ramón Rodríguez, quien haciéndose eco de las palabras de María Teresa León defendió la teoría de que fue la aviación quien provocó el incendio: «No creo que los mineros, con tantas clases que recibieron, quemasen la Universidad. Creo que fueron los aviones». No sólo no sabemos a qué clases se refiere, sino que no entendemos que existiendo ese libro de Actas que recoge, como ha quedado claro, las palabras del rector donde nada habla de aviones, el señor Rodríguez que tenía cierta obligación, o se le podía exigir su conocimiento para que después no pronunciara las palabras que pronunció en aquella Fundación.

Universidad de Oviedo. Acta del claustro ordinario del 17 de octubre de 1934
Universidad de Oviedo. Acta del claustro ordinario del 17 de octubre de 1934

Facsímil en formato pdf de las 9 páginas de que consta el acta
del Claustro de 17 de octubre de 1934 de la Universidad de Oviedo

Acta del Claustro ordinario
del 17 de Octubre de 1934

Asistentes Srs: D. Carlos del Fresno, Vicerrector; Sr. Buylla, Decano de Ciencias; Sr. Galcerán, Decano de Derecho; Sr. Vallina, Decano de Filosofía y Letras; Sr. Sela (D. Aniceto); Sr. Espurz (D. Demetrio); Sr. Traviesas; Sr. Eguren; Sr. Frontera; Sr. Álvarez Amandi; Sr. Tejerina; Sr. Álvarez Gendín; Sr. Sela (D. Luis); Sr. Yzaguirre; Sr. Masip; Sr. Melón; Sr. Rubio; Sr. Esparza (D. Antonio); Sr. García; Sr. Estrada, Secretario General.

En la Cátedra de Química Analítica del Pabellón de la Facultad de Ciencias y bajo la presidencia del Excmo. Sr. Rector D. Leopoldo García Alas, quedó reunido el Claustro ordinario de esta Universidad a las cuatro de la tarde y con asistencia de los Srs. Catedráticos y Profesores que al margen se expresan.

El Sr. Rector dice que no puede darse lectura al acta de la sesión anterior por haber desaparecido todos los libros de Secretaría en el incendio que destruyó por completo la Universidad.

A continuación hace uso de la palabra para exponer el doloroso motivo de esta reunión, conocido de todos y que a todos ha de impresionar vivamente por el cariño profundo que sentían por nuestra gloriosa Universidad.

Añade que por vivir muy cerca del edificio tuvo el sentimiento de presenciar parte de lo ocurrido y describe cuanto pudo apreciar desde su casa. Procuró mandar recado al comité que actuaba en este barrio, pero no le fue posible. El hecho ocurrió el día mismo en que se retiraban los que se apoderaron de la Universidad. Tengo la seguridad –añade– que la destrucción no fue consecuencia de un accidente de la lucha, sino que la Universidad fue incendiada con toda intención.

En la investigación que se hizo al día siguiente de restablecerse la paz, se encontraron cierres de bidones de gasolina y otros objetos que prueban cómo el incendio fue provocado. También hubo diversas explosiones que contribuyeron a la destrucción y aniquilamiento de los arcos y paredes del claustro. Decir que protestaba con toda energía de lo ocurrido y que la desgracia le llega al alma, como a la de todos, es inútil. De eso ni siquiera debe hablarse.

El Sr. Espurz pide que cuanto antes y sin remover siquiera los escombros, se saquen fotografías que sirvan de documento probatorio. Se acuerda así y el Sr. Rector continúa diciendo que la Universidad no es la materialidad de un edificio, sino que es un espíritu, algo más elevado y el Claustro ahora reunido, representa el espíritu de la Universidad. Esto que él dice, es el mismo pensamiento del querido compañero que es hoy Subsecretario de Instrucción Pública, D. Ramón Prieto que ya ha visto la Universidad destruida y comenzó las gestiones no sólo para que se vuelva a construir el venerable edificio, sino para que se mejore. Después había que pensar en rehacer, dentro de lo posible, las valiosas Bibliotecas, tanto la General, como las de Derecho, Ciencias y Filosofía y Letras y también el moderno y completo material científico.

Al lado de éstos, hay otros problemas importantísimos; como son el problema administrativo, el de rehacer en lo posible los archivos y el reanudar, donde y como se pueda, las enseñanzas. En cuanto a esto último por indicación del Sr. Prieto se han hecho gestiones cerca de ciertas personas, que por el momento no han dado resultado. Visitó al Sr. Rector al director de la Escuela Normal que no fue destruida y le participó, que por haber ahora pocos alumnos tiene cátedras suficientes, que con una pequeña reforma, quedan en condiciones para la enseñanza universitaria. También existe el Conservatorio de Música, la Sociedad Económica de Amigos del País y otros Centros a los que se puede recurrir en caso necesario, así como solicitar del Estado temporalmente el edificio en construcción para Gobierno Civil.

Para encargarse de estos detalles de buscar local, se acuerda nombrar una comisión formada por los Srs. Rector, Vicerrector, Decanos de las Facultades y Secretarios que con la mayor rapidez comenzarán las gestiones y darán cuenta al Claustro de los resultados que obtengan.

El Dr. Yzaguirre dice que es preciso distinguir en esto diferentes aspectos. Ante todo hay que condenar enérgicamente los hechos y luego atender a la reorganización de la enseñanza y de la vida administrativa. Advierte el Sr. Rector que respecto a lo último envió un telegrama al Sr. Ministro dándole cuenta oficial de la destrucción de la Universidad y en él pedía instrucciones para la reorganización de la vida administrativa de lo que hay precedentes en la destrucción de los registros Civiles de la propiedad y otros en las luchas políticas; es este asunto que sólo puede resolver la superioridad.

En cuanto a la Universidad debe tenerse en cuenta que los hechos aquí ocurridos han producido en el pueblo honda indignación y el mismo pueblo se encargará de reafirmarla y sostenerla.

El Sr. Gendín cree que entre los escombros puedan aparecer objetos y libros de mucho interés. Convendría hacer con cuidado los trabajos de recoger materiales. Contesta el Sr. Rector que por de pronto se tomarían las medidas para que no entre nadie en el recinto y hasta convendría que algún portero se alojara en el pabellón de Ciencias esta temporada.

Por lo visto hay peligro de que se produzca alguna explosión. El descombrar se hará bajo la dirección de peritos y siempre a presencia de alguna persona de la Universidad.

Se acuerda nombrar una Comisión encargada de vigilar los trabajos de desescombro formada por los Srs. Vicerrector, Vallina, Eguren, Gendín y Secretario.

Por de pronto se harán las fotografías que sirvan de documento para la historia de la Universidad y para que en el Ministerio se den cuenta de la magnitud del desastre.

El Sr. Espurz espera que pueda encontrarse gran parte de la colección de minerales y otras cosas valiosas no fusibles pero de esto no conviene hablar para evitar unas posibles rapiñas. También se acuerda que la Secretaría General comience a actuar cuanto antes en el Pabellón de Ciencias.

El Sr. Yzaguirre pide la palabra para decir que teniendo en cuenta la poca atención que el Ayuntamiento ha tenido para la Universidad, propone que se acuerde solicitar se dé el nombre de D. Fernando Valdés Salas a una calle importante de Oviedo y añade el Sr. Galcerán que indicando además que fue el fundador de la Universidad.

Así se acuerda por unanimidad.

El Sr. Administrador pide la palabra para hacer presente que tenía ya preparadas las cuentas del curso de 1932-1933 para enviarlas inmediatamente al Ministerio y también tenía hechos los asientos de las cuentas 1933-34 desde 1º de octubre de 1933 hasta el mes de abril de 1934.

Todos estos documentos se hallaban en el armario de la administración. El jueves día 4 había quedado en la Universidad para hacer los pagos de la semana y dejó en un sobre el dinero correspondiente a las facturas de la Cátedra del Sr. Melón y otros gastos que en total podían ascender a 4.000 pts. Salvó parte de la documentación que oportunamente guardaba en su domicilio, pero sólo consiste en algunas facturas y el libro donde anotaba los pagos semanales desde fines de abril a septiembre de 1934. Además recogió dinero de la Universidad con otro suyo que tiene en su despacho particular y también salvó el libro de cheques de la c/c del Banco de España. El Sr. Rector dice que el Claustro ha oído complacido la relación del Sr. Frontera al que agradece lo hecho y dice que también otros funcionarios son acreedores del agradecimiento de la Universidad, como el Sr. Maside y el Conserje de la misma Claudio Suárez. Pide que conste en acta la satisfacción por estos hechos y que así se haga público.

El Sr. Rubio propone que se indemnice a los que salieron perjudicados y el Sr. Galcerán cree que de esto debe tratarse en Junta de Gobierno y así se acuerda.

El Sr. Masip también pide que el Claustro acuerde protestar de la destrucción del Instituto por explosión intencionada. Por unanimidad se acuerda protestar en la forma propuesta por el Sr. Masip.

Se acuerda enviar a la Superioridad el siguiente telegrama: Rector Universidad a Ministro de Instrucción Pública. «Claustro Universidad reunido hoy por primera vez después luctuosos sucesos acordó por unanimidad condenar con indignación vandálico hecho destrucción edificio, Bibliotecas, Laboratorios Universidad cuyo espíritu seguirá viviendo con mayor vigor no sólo en la conciencia del profesorado sino en la de todo pueblo culto de Asturias. La misma condenación expresa respecto a la destrucción del Instituto Nacional de 2ª enseñanza. También acordó organizar en el más breve plazo posible las respectivas enseñanzas en los locales que puedan utilizarse e improvisarse e interesar de ese Ministerio las normas necesarias para la administración de la vida universitaria».

Finalmente se acuerda conceder un voto de confianza al Sr. Rector para resolver todos los incidentes que puedan presentarse y dar cuenta al Comandante Militar de la plaza de todos los acuerdos y solicitar su apoyo para cuanto se relacione con la reanudación de la enseñanza.

Y no habiendo más asuntos que tratar se levanta la sesión, extendiéndose la presente con el Vº Bº del Excmo Sr. Rector de la que yo como Secretario General certifico.

Guillermo Estrada

Vº Bº
El Rector
Leopoldo García Alas

 

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