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El Catoblepas, número 121, marzo 2012
  El Catoblepasnúmero 121 • marzo 2012 • página 11
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La responsabilidad aragonesa respecto al proyecto de transvase desde el Ródano

Javier Fran Sin

y el efecto potencialmente contrario del mismo contra la cohesión hidrogeográfica de Cataluña, además de intencionalmente contra la conjunta de España. A propósito del artículo de Lino Camprubí, Confluyendo en el Ródano

El Ebro en Zaragoza de noche

Bien sabido es cuánta influencia, determinante en varios casos, los grandes ríos (Tigris, Éufrates, Nilo, Amarillo, Azul, Indo, Ganges) han tenido para la articulación y decursos históricos de países climáticamente áridos, semiáridos o relativamente muy consumidores de agua aunque tuviesen clíma húmedo.

A escala del mayoritariamente semiárido clima de España, el Ebro tiene potencialidad articuladora semejante, adversa a influyentes movimientos nacionalistas fraccionarios y a localismos que cultivan sentimientos alicortos de agravio comparativo.

El nacionalista soberanista gobierno actual de Cataluña ha propuesto nuevamente trasvasar agua desde el francés Ródano.

Sucintamente, consiste en evitar tener agua que agradecer a la solidaridad del conjunto de España, incluso a cambio de pasar a depender de agua con respecto a la cual el gobierno de Cataluña y los partidos nacionalistas catalanistas carecerían totalmente de capacidad de decisión y voto políticos porque carecen totalmente de representación en los órganos políticos dirigentes de Francia.

Por mucho que Francia sea país muy centralista cuyas regiones carecen totalmente de poderes parangonables con los de las autonomías españolas, por mucho que el catalán carezca totalmente de oficialidad en el Rosellón, es decir, en lo que los mentados partidos denominan «cataluña Norte», preferirían depender de agua con respecto a cuyas fuentes ningún poder político efectivo tendrían con tal de no estrechar vínculos con el resto de España en forma de solidaridad y compartir hidráulicos.

Para más inri, además de incrementar las dependencia y supeditación de España, además del coste que para todos tendría pagar tal agua, electoral y anímicamente les serviría para hacer propaganda antiespañola diciendo no haber logrado recibir siquiera agua del resto de España, haber tenido que ir a procurársela a Francia y calificar de meros detractores de recursos catalanes a los demás españoles, ello por mucho que, por ejemplo, la contribución madrileña al fisco español sea aproximadamente el dubplo de la catalana a pesar de tener menos ahbitantes.

Sería un factor más de descohesión de España a la vez que, de cara a su parroquia, tales partidos tendrían más carnaza electoral pese a haber mermado la capacidad de decisión de Cataluña con respecto al agua que consumiese pues mientras que, obviamente, todos los catalanes tienen muchas decenas de diputados en las cortes españolas,incluidos decenas de nacionalistas, y los partidos nacionalistas catalanes tienen mucho poder atribuido a las instituciones autonómicas catalanas, ni pinchan ni cortan en el gobierno de Francia ni en las instituciones francesas.

Es realmente patético cómo parecen creer estar reconstruyendo algo parecido a su utópicamente retrospectivo país medieval a caballo de los pirineos, reuniéndose de igual a igual en área regional mediterránea transpirenaica con regiones cuyas competencias a lo sumo equivalen a las de nuestras diputaciones provinciales,y obrando como haciéndose ilusiones de que, precisamente, el poder político cuya unificación nacional y estatal tuvo uno de sus principales hitos en la batalla de Muret, año 1213, poniéndo bajo la soberanía de París todos los territorios occitanos que hasta la fecha eran vasallos del rey de Aragón, hubiese de hacer cosa alguna susceptible de descohesionar de algún modo a Francia en aras a ensueños y mixtificaciones de tales partidos.

Parecen no saber cuán crucial para el relanzamiento de «la grandeur» de Francia llevan siendo desde hace más de medio siglo las políticas tecnohidráulicas centradas en el Ródano y que el gobierno francés nada haría al respecto que no considerase potenciador para con la capacidad de acción y de decisión de la nación centralizada en París.

Se empecinan en no tener en cuenta que repetidamente, con motivo de la guerra «dels segadors» a mediados del siglo XVII, y en la guerra de la independencia, a principios del siglo XIX,gobiernos franceses han intentado aprovechar la ocasión para hacer de Cataluña una de sus regiones periféricas.

La sublevación del año 1640 a Cataluña le costó el Rosellón, hoy en día meramente uno más de los departamentos franceses. Parecen no estar escarmentados ciertos nacionalistas catalanes en su aspiración de enfeudarse a Francia. Es como si aspirasen a independencia satelital.

Otra cosa, ciertamente, sería que muchas ínfulas identitarias del catalanismo a lo peor tuviesen mucho de, simplemente, no querer ser españoles y estar dispuestos a llegar a ahcerse provincianos franceses sin autonomía ni idioma cooficial distintivo con tal de no interdepender con el resto de España para cosa alguna. Asunto de filias y fobias viscerales allende del «seny».

¿Qué papel tendríamos en ello los Aragoneses? Nos correspondería el de coartada: puesto que los aragoneses nos negaríamos a ceder siquiera una décima de agua del Ebro procedente de afluentes aragoneses,no quedaría otro remedio sinoprocurársela del Ródano por mucho que la mayoría del coste hubiese de ir a arcas francesas (Los 0,34 euros por metro cúbico desde el Ródano servirían para infraestructuras mayoritariamente en Francia y dependientes de Francia, mientras que los 0,31 de transvasar desde el Ebro quedarían, además de resultar 0,3 euros menormente costosos, invertidos totalmente en infraestructuras que reforzarían la vertebración hidráulica de España).

¿Qué ganaríamos los aragoneses entestándonos en «reservarnos» seis mil hectómetros cúbicos de agua del Ebro en vez de cinco mil? Nada: A cambio de «reservárnoslos todos», ninguno a lo peor aprovecharíamos pues mal podríamos esperar recibir recursos para aprovechar económicamente el ochenta por ciento de tamaños recursos hídricos si nos negásemos a la reciprocidad de compartir un veinte por ciento de los mismos. ¿En qué cabeza cabe que hubiésemos de recibir recursos desde toda españa para aprovechar a fondo recursos hídricos siquiera una o dos de cuyas décimas en total nos negásemos a compartir?

Más aun, incluso recursos disponibles para inversiones hidráulicas en Aragón acabarían desviados para obras del trasvase desde el Ródano.

Por negarnos a ceder un quince o un veinte por ciento de la reserva hídrica nos privaríamos del noventa o cien por ciento de la misma, pues sin recursos para retenerla y redistribuirla por Aragón, toda o casi toda ella pasaría de largo de modo que, excepto sobre el papel, nos la escamotearíamos a nosotros mismos casi toda por no querer ceder un poco de ella. Sería algo –lo está siendo– propio de las anécdotas que en unos pueblos circulan de por generaciones acerca de cabezonadas ridículas de lugares colindantes. Ciertamente, estaríamos contribuyendo a reforzar un mortificante tópico.

En conjunto, los políticos nacionalistas soberanistas catalanes por un lado, los Aragoneses por el otro, los dirigentes del estado, si consintiesen en todo ello,por el suyo, evidenciarían, evidenciaríamos todos mediante ellos,no estar a la altura de proyecto de gran país y lógicamente tenderíamos a malparar especie de balcancitos merecidamente subordinados a Francia, como varios de los balcánicos propiamente dichos han pasado a estarlo con respecto a Alemania, en vez de ser ciudadanos de país cabalmente interactuante de igual a igual con ella en el seno de la Unión Europea.

¿Qué solidez estratégica tendría país que necesitase importar agua sin disponer de fuerza política para garantizarse no verse extorsionado, ello tanto si el país fuese España en general cuanto si fuese el que se proponen importantes nacionalistas catalanes?

Claro, que para ellos depender de agua del resto de España también significaría depender de agua de algún modo extranjera, por lo cual, disponer de agua desde el Ródano manteniendo abierta la opción deincorporar posteriormente, o alternativamente, agua procedentedel conjunto del Ebro sería quizá una opción de contrapesar dependencias «externas» y de contrabalancearse entre Francia y el conjunto de España relacionándose con ella en forma de independencia (para su idea de Cataluña) / dependencia (para España) estando representados significativamente en el sistema político español sin que las instituciones centrales españolas conservasen con respecto a Cataluña competencias que no fuesen sino residuales).

Lo que parecen no valorar es que cuanto más débil fuese volviéndose estructuralmente España, tanto más quedarían a merced del plurisecular poderío fagocitador centralista francés.

Ni que decir tiene, por lo demás, que muchos de los argumentos ecologistas contra el «impacto ambiental» del trasvase desde el Ebro quedarían reducidos a subterfugios si semostrasen menormente pugnaces frente al desde el Ródano.

Por último, en caso de que a Cataluña le fuese muy bien con el trasvase desde el Ródano,el consumo de agua resultante de incremento de actividades económicas y de población probablemente acabaría requiriendo aun más agua y, puesto que toda el agua que solamente sobre el papel mantendríamos reservada para Aragón seguiría llegando a la provincia de Tarragona, dadas las influencias de los partidos nacionalistas catalanes en la política española,nada les impediría, llegado el momento que considerasen oportuno, dentro de lo que permitiesen las cotas de derivación, incluidas quizá las de lo que denominan «franja de ponent», tomar cuanta agua del Ebro tuviesen a bien.

Otra opción les sería aprovechar al máximo el caudal de su parte de la cuenca del Segre, dejando que casi todo el caudal ecológico del delta del Ebro estribase en aguas procedentes de fuera de Cataluña.

En cualquier caso, nuestro entestamiento de negarnos a compartir una poca agua del Ebro nos haría componer una triste figura sin, de hecho, quedarnos materialmente al menos con porción equivalente a la que parecemos tener adquiridos reflejos pavlovianos para no compartir.

Por su parte, al catalanismo soberanista o secesionista, podría amenazarle un efecto adverso o «serendip» simétrico contrario a lo que le mueve contra la articulación hidráulica de Cataluña en España,a saber: la diferencia entre la cataluña oriental, la que no forma parte de la cuenca del Ebro, y la occidental, la plenamente incluida en la cuenca del mismo, experimentaría un refuerzo pues , mientras que tecnológicamente lo oriental de Cataluña pasaría en gran medida a ser parte de la cuenca del Ródano, casi todo lo demás de cataluña seguiría formando parte de la cuenca de dicho río.

Más aun, a lo que tal nacionalismo se está oponiendo es a que tecnológicamente casi toda Cataluña pase a ser cuenca del mismo río del cual lo es naturalmente gran parte de ella, es decir: casi toda la provincia de Lérida y la mitad de la de Tarragona.

(He aquí un enlace a un enfoque técnico que, aunque reconoce que lo decisivo será lo político, que no lo técnico, se lava las manos omitiendo el pormenor de que los 0,34 euros por métro cúbico desde el Ródano, además de ser más caros que los 0,31 que costaría desde el Ebro, sobre todo, serían euros que incrementarían el déficit de españa a costa de desinvertir en infraestructuras hidráulicas que generasen más actividad económica en el conjunto de la cuenca del Ebro y contribuyesen a articular más al país, cosa que todos los grandes países europeos de allende los Pirineos y los Alpes tienen hecha con sus ríos principales. Lo que para tales países fue llevado a cabo principalmente a efectos de navegación a partir del siglo XIX, equivaldría para España a acabar de interconectar y redistribuir nuestros recursos hídricos:)

http://www.ambientum.com/revista/2002_31/TRSVSRDN1.asp

 

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