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El Catoblepas, número 138, agosto 2013
  El Catoblepasnúmero 138 • agosto 2013 • página 10
Artículos

Robert Owen y la joven República de Méjico

José Ramón Álvarez Layna

Su actuación en Méjico tiene un interés más allá de lo meramente intelectual

Retrato de Robert Owen, por Henry William Pickersgill
Retrato de Robert Owen, por Henry William Pickersgill{1}

En el mes de Abril de 1828 Robert Owen habría establecido ya contactos en orden a afrontar una nueva experiencia del tipo de las anteriormente ensayadas en los Estados Unidos de América. Intelectualmente, el pensador e industrial de País de Gales se ha formado en contexto cristiano –moderno– industrial, y ha recibido influencias diversas de entre las que es fundamental rescatar la de la peculiar ilustración escocesa y la de alguna forma de lo que hemos llamado romanticismo. Robert Owen apunta también en términos intelectuales hacia la siguiente década, la de los años treinta del siglo diecinueve. Será el tiempo en el que referirá sus estudios en torno a lo racional-irracional{2} y la experiencia histórica a diferentes ámbitos de la realidad. Una de las aportaciones más significativas de la década vendrá de la mano del cooperativismo definido en torno a 1830 y desarrollado más adelante.

En cualquier caso, la nueva incursión de Robert Owen en América tendría que superar un periodo de negociación con el gobierno de Méjico que, eventualmente, podría llegar a admitir un ensayo owenita en el territorio de su jurisdicción{3}. Así las cosas, en el verano de 1828 y meramente algunos meses después de abandonar New Harmony, Robert Owen no se aleja de su esfuerzo por conseguir ver sus ideas reflejadas en algún otro experimento de tipo social. Efectivamente, en los Estados Unidos de América, en Indiana, Robert Owen había trabajado sobre utopía, frontera y colonización en un marco romántico. De modo efectivo, el galés había tomado parte en la formación de frontera al Norte y al Oeste de los Estados Unidos de América. Ahora, en Méjico, veremos al mismo pensador británico trabajar también sobre utopía, frontera y colonización, pero ahora en la frontera Sur de la joven Gran Nación.

De la misma manera, parece que corresponde decir que la frontera en el sur de los Estados Unidos de América, en 1828, tiene que ver entre otras cosas con el Gobierno de la también joven República de Méjico, ya independiente del Reino de España. El Gobierno de Méjico se enfrenta a verdaderas dificultades para mantener el control sobre determinados territorios de la vieja frontera hispánica del Norte de América, contexto en el que hemos de entender los esfuerzos los gobiernos de los Estados Unidos de América y de la República de Méjico para trasladar y fijar población y colonos en la frontera.{4}

Retrato de Arthur Wellesley, Primer Duque de Wellington, por Sir Thomas Lawrence
Retrato de Arthur Wellesley, Primer Duque de Wellington,
por Sir Thomas Lawrence{5}

En el marco de aquellos esfuerzos de colonización de frontera y en el caso concreto de Tejas{6}, va a tener la oportunidad de intervenir Robert Owen a partir del momento en el que el Gobierno de Méjico se mostró a partir de un punto dispuesto a ofrecer hasta un millón de acres de tierra para colonos que pudieran resultar pobladores leales de fronteras en litigio.

Se constataría más tarde el interés estratégico del cuerpo diplomático británico en semejante cuestión{7}, en la que todavía puede en principio pensarse que nuestro autor actuó de por su propia cuenta y riesgo{8}. Pues bien, la respuesta del industrial y pensador galés a la posibilidad abierta por el Gobierno de Méjico no tardó en llegar, para proponer Robert Owen llevar a cabo un esfuerzo de colonización en el que se experimentase con el modelo implantado por él mismo con desiguales resultados en Indiana, en la frontera Norte de los Estados Unidos de América{9}. Consistentemente con todo ello, los proyectos, las ideas y los ideales de Robert Owen pasaron a ser expuestos ante los representantes diplomáticos en Londres de las diferentes y nacientes repúblicas de la América española{10}.

Los planteamientos del autor británico reciben una calurosa acogida por parte de algunas autoridades concretas, como en el caso específico de Rocafuerte{11}, que pide a Robert Owen una explicación más amplia de su propuesta. La memoria de la propuesta es traducida al español y enviada a Méjico en Octubre de 1828, con una recomendación especial del embajador mejicano para el Presidente de la República de Méjico. En la habitual línea de trabajo de Robert Owen, vemos que se establece contacto directo con las élites. Entonces, Robert Owen vuelve a ganar rápidamente el favor de las primeras figuras políticas en el Reino Unido y en los Estados Unidos cara a encontrar apoyo y respaldo para su proyecto. El esfuerzo de relación con la esfera diplomática en Londres es entonces muy intenso por parte de Robert Owen, que obtiene cartas de recomendación para ponerse en contacto con los gobiernos de Colombia, y Méjico, en el ámbito hispánico, y con el de los Estados Unidos en el ámbito anglosajón. Así, el 22 de Noviembre de 1828, Robert Owen parte hacia América en el «Spey».

El esfuerzo intelectual de nuestro autor se dirige entonces a la elaboración de los argumentos filosóficos necesarios para propiciar un cambio de orientación en el terreno de lo social. En consonancia con la marcada evolución espiritualista de nuestro autor, el esfuerzo tendría en algún punto que guardar una especial relación con el ámbito teológico, religioso y espiritual.

Para Robert Owen, en New Lanark, algunos problemas derivados de la filiación religiosa de las personas integradas en la comunidad habían sido muy evidentes. Habían sido evidentes en relación con la convivencia y habían sido evidentes en relación con la producción{12}. Por otra parte, la experiencia entre Indiana y Ohio había representado en el mismo sentido una profundización en el mismo ámbito, por cuanto en aquel caso, los problemas específicamente sectarios y religiosos habían conducido en buena medida cismas y escisiones dentro del conjunto de la experiencia de New Harmony. Así, si una nueva experiencia del mismo tipo o similar iba a tener lugar en algún lugar de América, desde luego, había de resolverse el problema previo del diálogo inter-religioso y de la convivencia entre las diferentes confesiones, credos, sectas y tendencias. De algún modo, pensaba el autor británico, si la naturaleza humana era uniforme para el conjunto de la especie–raza{13}, y la verdad sobre el hombre existía, el error habría de estar en el modo en el que las religiones se entendían a sí mismas y se explicaban ellas mismas. Consecuentemente, una verdad sobre la manifestación cultural de la religión y sobre su modelo de comprensión y de explicación, era una necesidad imperiosa para un Robert Owen que en lo intelectual vive entre 1828 y 1829 dedicado al citado esfuerzo, en una línea de progresiva profundización{14} desde el periodo que marcaría un punto de inflexión para el autor entre 1816 y 1818.

El Robert Owen del tiempo del trabajo en Méjico estaba estudiando asuntos que para el conocimiento del tiempo podríamos decir profundos de la naturaleza humana, puesto que ahí habría de residir el previo a partir del que construir un modelo con proyecciones básicas válidas en lo económico, lo político, lo social o lo legal. Convencido como estaba el autor de que solamente el verdadero conocimiento de la naturaleza humana con radical profundidad nos permitiría acercarnos al desarrollo de leyes válidas para la convivencia en todos los órdenes. Desde luego, las indagaciones filosóficas de Robert Owen habrían además de encontrar una plasmación en lo legal más bien consuetudinaria{15}, por cuanto habrían de aplicarse a la experiencia y al proyecto diseñado para la frontera –otra vez la frontera– en el desierto de Tejas{16}.

La investigación filosófica de Robert Owen viene a ocupar al industrial de una manera muy significativa en el viaje que le lleva de nuevo a América, y en aquel contexto personal de estudio bien definido, llama la atención el modo en el que Robert Owen centra su interés en las poblaciones de diferentes etnias, y en sus usos y costumbres a lo largo del viaje. Las nociones unilineales en torno a evolución cultural de tan gran fortuna en el siglo diecinueve no tienen cabida en el eminentemente práctico pensador galés, desde el momento en el que centra su atención en los negros libres de Santo Domingo, que presentan a su juicio formas y maneras muy por encima y más libres –entiende Robert Owen– de lo que era habitual encontrar en la Inglaterra que recibe el pleno impacto de la Revolución Industrial{17}. Aquel encuentro y aquella oposición dibujada para los ojos de Robert Owen por las diferencias existentes entre la población negra y mulata de Santo Domingo y las poblaciones negras –y esclavas– de Haití o Jamaica van a resultar sugerentes y contradictorias a un tiempo{18}. Sugerentes porque hablan de las posibilidades de perfeccionamiento y evolución de la raza humana –reforzando las posiciones de Owen– al margen de consideraciones de otro tipo muy extendidas en el entorno epocal. Contradictorias debido a que en Robert Owen –y en su sesgo más paternalista– va a resultar preferible la esclavitud de las plantaciones de América a la libertad de las clases trabajadoras del Reino Unido.

«…A donde quiera que voy, encuentro la filantropía y la religión meros nombres para confundir el entendimiento, y engañar a los individuos mejor intencionados. Si Thomas Clarkson, el Sr. Wilberforce, William Allen, Fowell Buxton y otros filántropos británicos, pudieran hacer una comparación sin prejuicios entre el estado actual de las clases trabajadoras de las Islas de Gran Bretaña e Irlanda, y la población esclava de las colonias de las Indias Occidentales, descubrirían que tendrían una tarea igual a todos sus poderes mentales y físicos para facilitar a los primeros los mismos disfrutes que están ahora en posesión de los segundos…» Robert Owen, en British Cooperator{19}

Aunque Robert Owen se muestra históricamente favorable de alguna manera a la esclavitud al percibirla como un mal menor, guarda en la visión de negros libres y educados la idea de caminar hacia una sociedad más perfecta. Es decir, cobra perspectiva sobre la perfectible naturaleza humana y percibe también las posibilidades de progreso social en la historia. También hay que decir que Robert Owen, en tal sentido, muestra a la vez una cierta tendencia a romper con el evolucionismo unilineal que lastra en su conjunto la «Ciencia» de cuño decimonónico.

Sobre toda experiencia previa y sobre el trabajo intelectual en el «Spey», Robert Owen llegó a un Méjico tremendamente convulso{20}. Entre 1828 y 1829 la naciente República de Méjico no estaba preparada para la política moderna. Por una parte, los centralistas luchaban contra los federalistas, y en ausencia de partidos políticos las organizaciones de diverso tipo se aferraban a ritos masónicos y a caudillos para diferenciarse a nivel de identidad y de interés. Por otra parte, la sucesión presidencial de 1828 fue decidida por un golpe que llevó al poder al General Vicente Guerrero, un héroe de la guerra con España y un federalista apoyado por los reformistas liberales. Además no hay que olvidar que la expulsión definitiva de los españoles tendría lugar en Marzo de 1829, y su derrota final llegaría solamente unos meses después –julio de 1829–, con la derrota de Tampico a manos del General Santa Ana{21}.

En aquel tremendo contexto de transformación histórica, el pensador galés llega a Veracruz y viaja hasta Jalapa, donde se encontró con Maclure, que estaba también en Méjico esperando fortuna para sus ideas al calor de los acontecimientos revolucionarios que estaban teniendo lugar en el país. Los contactos con la jerarquía de la Iglesia Católica mejicana y con el General Santa Ana terminarían por abrir posibilidades en Méjico a las ideas del reformador de País de Gales. El Obispo de Puebla{22}, para el que había recibido en el viaje una carta de recomendación Robert Owen, se convierte entonces en un buen valedor tanto en el terreno político como en el filosófico e ideológico. Además, a su llegada a Ciudad de Méjico, Robert Owen cuenta con la suerte de ser recibido nuevamente por lo más selecto de la colonia británica en aquellas tierras. El Sr. Exter, un comerciante de gran éxito y bien relacionado a nivel de gobierno, se ofrecería para dar difusión a las ideas del filántropo de Newtown. El Sr. Exter tenía además propiedades muy amplias en Tejas, con lo que resultaría un contacto excepcional en tal efervescente contexto. Más adelante y con un Robert Owen completamente integrado entre la élite política, económica e intelectual de Ciudad de México, el autor tiene la posibilidad de acudir a fiestas y celebraciones en las que estaría presente lo más representativo de la sociedad del naciente Estado. En aquellos momentos, la Presidencia mejicana y el propio gobierno están perfectamente al corriente de los proyectos owenitas para la problemática frontera del Norte, que era la del Sur y el Oeste para los Estados Unidos. Los informes de Rocafuerte y las noticias enviadas por el embajador desde Londres han terminado entonces por abrir el Gobierno de Méjico a los deseos y los proyectos de nuestro autor. De hecho, el Gobierno de Méjico se encuentra ya preparado para ofrecer algo concreto al de Gales: Una franja de cincuenta leguas de anchura a lo largo de la frontera entre los Estados de Méjico y los Estados Unidos de América{23}. No cabe duda de que la rápida reacción del Gobierno de Méjico tiene que ver con su necesidad de estabilizar la frontera, y el propio gobierno en una atmósfera en la que los intereses de las potencias europeas en la zona tienen todavía una importancia reseñable. La expansión de los Estados Unidos ocupa de la misma manera un lugar importante.

Mr. Owen's Memorial to the Republic of Mexico, and a Narrative of the Proceedings thereon for the Purpose of Establishing a New Political and Moral System of Government, Founded on the Laws of Nature es el documento esencial que guardamos a la hora de afrontar el análisis del –en ocasiones repetitivo– pensamiento de Robert Owen{24}. En él podemos ver cómo Robert Owen reflexiona sobre el estado del mundo en el momento en el que escribe, para analizar, como punto de interés, la forma en la que las relaciones comerciales, gubernamentales y legales se pueden ver afectadas por una situación confusión en lo religioso{25}. En el texto, el autor pone interés en conseguir el permiso para intervenir desde el punto de vista de la población en los territorios de Tejas y Coahuila{26}.

El resultado del viaje a Méjico fue, después de todo, desigual en cuanto a resultados. De un lado, las ofertas se habían presentado atractivas y tentadoras –pero no confirmadas finalmente–, mientras de otro lado, la inestabilidad propia del contexto histórico que vivía Méjico alejaba las posibilidades de éxito de Robert Owen. Además, en lo religioso, la prohibición de existencia de otra Religión que no fuera la Católica en el Estado de Méjico, resultaba contraria a las nociones del galés, y, aunque desconocemos hasta qué punto la cuestión pasó por ser un obstáculo para el desarrollo de aquella proyectada sociedad de frontera, la reflexión en torno al asunto ciertamente existe en Robert Owen{27}. Con todo, y puesto que al final no le dieron la tierra que pretendía, Owen parte desde Veracruz a los Estados Unidos de América de nuevo. La llegada de nuestro autor a los Estados Unidos tiene lugar a través del puerto de Nueva Orleáns, ciudad desde la que Robert Owen remonta el Mississippi para llegar a New Harmony. En New Harmony pasa entonces nuestro autor algunos días más, de los que no se tienen demasiadas noticias para, desde allí, acudir a Cincinnati, lugar en el que en Abril de 1829 tendría lugar su encuentro con el Rev. Campbell. El encuentro suponía una oportunidad para nuestro autor a la hora de hacer valer sus tesis en torno a la comprensión y enseñanza de la Religión{28}. Y ello era tanto más relevante cuanto frente a él, tenía además una persona que bien podría pasar a considerarse un verdadero patrón doctrinal a batir. Con todo, en el debate entre ambas partes, cada una de ellas decide prácticamente pasar a exponer sus tesis eludiendo el choque frontal, con lo que, finalmente, no existe un debate muy directo que ponga a prueba las tesis teosóficas y especulativas-liberales de Robert Owen{29}.

Cincinnati verá pronto partir al autor de Newtown hacia Washington, ciudad en la que las ideas de Robert Owen en relación con el modelo social y político general, y muy concretamente sus ideas sobre política internacional encuentran una buena acogida a nivel –incluso– de Presidencia de los Estados Unidos.

Desde el punto de vista más personal, en aquellos momentos de 1829, Robert Owen se debate entre varios proyectos. Por un lado, parece decidido ya a dar por finalizada su relación con el proyecto escocés de New Lanark, pero, por otro lado, no termina de tener clara la posibilidad de ver formalizada la oferta del Gobierno de Méjico para trabajar en aquella sociedad de frontera en Tejas. La solución daría con Robert Owen de nuevo en el Reino Unido, y desde el Reino Unido, ya no volvería el autor a visitar los Estados Unidos de América hasta 1844.

Hemos visto en nuestra aportación cómo la evolución biográfica e intelectual de Robert Owen cobra un interés especial a su paso por el Méjico anterior a la guerra de Tejas. El pensador británico es central para la mirada intelectual a la intersección cristianismo –modernidad– industrialismo. El Robert Owen que visitó América, llevó a bordo la ilustración escocesa, los romanticismos británicos, y otros ismos. De la misma manera, el autor de País de Gales mantuvo una relación personal e intelectual muy especial con los Estados Unidos de América, y así lo certifica la posterior evolución de algunos de sus hijos. Con todo, hemos aportado aquí evidencia documental que parece avalar el hecho de que Robert Owen jugó también un papel de relevancia en defensa de los intereses de S. M. en América.

Bibliografía general

Cunningham, A. y Jardine, N., Romanticism and the Sciences: Cambridge, Cambridge University Press, 1990.

Donnachie, I., Robert Owen. Owen of New Lanark and New Harmony: Edimburgo, Tuckwell Press, 2000.

Klingender, F. D., Arte y Revolución Industrial: Madrid, Ensayos Arte Cátedra, 1983.

Langton, J., Geographical Change and Industrial Revolution: Cambridge, Cambridge University Press, 1979.

Lucena Salmoral, M., Historia de Iberoamérica. Madrid, Cátedra, 1988.

Podmore, F., Robert Owen, A Biography: Honolulu, University Press of the Pacific, 2004.

Sargant, W. L., Robert Owen and his Social Philosophy: Londres, AMS, 1971.

Van Straalen, B., Romanticism in Science: Science in Europe, 1790-1840: Boston, Springer, 1994.

Otras publicaciones

«Informaciones Cooperativas Colombianas», número 70, 1971.

«Journal of the Early Republic», 19, 2, 1999.

Fuentes

«A New Moral World».

«British Cooperator».

«Cooperative Magazine».

«Cooperator».

«Correspondencia de Manchester».

Owen, R., Manifesto, Londres, Robert Owen, 1840.

Owen, R. Memorial of Robert Owen to the Mexican Republic, and to the State of Coahuila and Texas, Cincinnati, 1829.

Owen, R., Mr. Owen's Memorial to the Republic of Mexico, and a Narrative of the Proceedings thereon for the Purpose of Establishing a New Political and Moral System of Government, Founded on the Laws of Nature: Cincinnati, Robert Owen, 1829.

Owen, R., Robert Owen's Opening Speech, and His Reply to the Rev. Alex. Campbell, in the Recent Public Discussion in Cincinnati, to Prove that the Principles of all Religions are Erroneous, and that Their Practice is Injurious to the Human Race: Cincinnati, Robert Owen, 1829.

Notas

{1} Henry William Pickersgill (1782-1875) fue un autor académico que alcanzó un elevado reconocimiento en el Reino Unido del siglo diecinueve. De hecho, Pickersgill retrató a algunas de las personas públicas más conocidas de su tiempo. Es tal vez importante también señalar que el mismo autor, fue tomado en adopción por el Sr. Hall, otro de los industriales con impulsos filantrópicos de entonces. Las posibilidades ofrecidas por el Sr. Hall al muchacho, permitieron desarrollar su talento.

{2} Nuestros amplios estudios sobre Robert Owen, ponen en contacto al autor con diferentes estadios del pensamiento occidental. De hecho, la tradición dieciochesca en general, con los debates más señalados a uno y otro lado del Canal, tiene un peso significativo en el autor. La peculiar ilustración escocesa es otra influencia muy señalada en Owen, que hará también una peculiar recepción de los romanticismos y de otros ismos decimonónicos. Hay que decir que en tan larga evolución intelectual, la preocupación en Robert Owen en torno a la posibilidad de propuesta de una respuesta racional a los problemas del mundo es central. El Robert Owen de la etapa escocesa, se diferenciará del de la etapa americana, y el posterior a la etapa americana, se podrá estudiar –entre continuidades y discontinuidades–, como también en parte distinto de los anteriores. En todos los casos, la preocupación por los aspectos relativos a razón y mundo aparecen de manera recurrente en los textos del autor de País de Gales.

{3} Cf. «British Cooperator», 71.

{4} Correspondencia de Manchester. Carta de 5 de Octubre de 1828.

{5} Sir Thomas Lawrence (1769-1830), fue uno de los grandes retratistas de su generación. Autor de gran talento, pesó en él el desarrollo personal de sus propias capacidades, que tomaron después rasgos más académicos. Llegó a ser el pintor principal del Rey Jorge III.

{6} Unos años más tarde, entre el 2 de Octubre de 1835 y el 21 de Abril de 1836, tendría lugar la guerra por la independencia de Tejas en los precisos territorios de Tejas y Coahuila. La guerra en el mar seguirá no obstante por años. En lo referente a nuestro trabajo de investigación, es importante señalar que aquella guerra tuvo su origen en un conflicto en torno a territorio y colonos, y que encontró el detonante en las centralizadoras «Siete Leyes» del General Antonio López de Santa Ana. Las «Siete Leyes» no fueron populares en Méjico, y llevaron a revueltas que fueron ocasionalmente aprovechadas por facciones y potencias. El conjunto de las entidades políticas al Sur de los Estados Unidos de América eran de interés para el Reino Unido por razones de tipo geo-estratégico y comercial.

{7} Cf. Roeckell L. M., «Bonds over Bondage: British Opposition to the Annexation of Texas»: En «Journal of the Early Republic», 19, 2, 1999, pp. 257-278.

{8} En 1840, frente a la persecución de la Iglesia Anglicana, Robert Owen alegará méritos y servicios, y confesará, al contrario, que su labor en Méjico era respaldada por el mismísimo Duque de Wellington. Se trataría del Duque de Wellington que en 1831 habría fundado el «Royal United Services Institute», en el que ya llevaría trabajando un tiempo antes. El «Royal United Services Institute» sigue siendo una referencia mundial en lo relativo a estudios e información sobre seguridad y asuntos militares y estratégicos. Cf. Owen, R., Manifesto, Londres, Robert Owen, 1840, pág 15.

{9} Cf. Owen, R. Memorial of Robert Owen to the Mexican Republic, and to the State of Coahuila and Texas, Cincinnati, 1829. El documento expone muy brevemente la cuestión en términos técnicos, elude los asuntos diplomáticos y políticos, y se centra en las ideas owenitas sobre el modo de colonización y los errores de los sistemas pasados.

{10} La persistente fascinación que Robert Owen siente por el poder ha sido subrayada en: Donnachie, I., Robert Owen. Owen of New Lanark and New Harmony: Edimburgo, Tuckwell Press, 2000, pág. 256.

{11} Rocafuerte era el entonces representante mejicano en Londres, que prestaría singular atención a los asuntos y rumores relacionados con Tejas en el Reino Unido.

{12} Como vemos, el peso de la experiencia escocesa es fundamental en Robert Owen. El asunto pasa por el impacto de la ilustración escocesa en Robert Owen, pero también de la misma manera por el conocimiento que Robert Owen tuvo de los asuntos entre la política y la religión en el ámbito británico. Ahí, las relaciones entre las propuestas cristianas hegemónicas, las heterodoxias, e incluso la disidencia, aportaron mucho a Robert Owen.

{13} Los aspectos relativos a lenguaje, historia y pensamiento son de gran interés en el marco de la cima moderna que representó el industrialismo. Industrialismo que, por su parte, re-crea el mundo para ofrecer nuevos rasgos lingüísticos, históricos y de pensamiento desde el preciso contexto de la misma transformación a la que apuntamos.

{14} Cf. «Cooperative Magazine», III, 187.

{15} La Common Law británica hunde sus raíces en la Edad Media. Como en el caso del posicionamiento frente a lo racional, la aproximación británica en relación con lo legal se diferencia de la Continental por la misma cosa: Su orientación a la historia, a la costumbre y a la experiencia. Es en principio una tradición a considerar también en el modo de pensar de Robert Owen.

{16} Cf. «British Cooperator», 71.

{17} Cf. Podmore, F., Robert Owen, A Biography: Honolulu, University Press of the Pacific, 2004, pág. 338 ss.

{18} Ibidem., pág. 338 ss.

{19} Cf. «British Cooperator», 93. Resulta conveniente explicar que si «Cooperative Magazine» era una fuente fundamental para el estudio de New Harmony en Indiana, a partir de 1830 «British Cooperator» sustituye a la primera publicación en cuanto a que fuente a partir de la que leer apuntes sobre Robert Owen y otros owenitas. «British Cooperator» dejó atrás otra publicación owenita, «Cooperator», que desde 1828 y dirigida por un médico –William King-, ayudaba a circular ideas cooperativas en los Estados Unidos de América. «Cooperator» es, como fuente, de acceso más complicado.

{20} La huella cooperativa owenita en Iberoamérica no va a resultar en primer término excesiva, ni a perdurar, si bien, sorprendentemente, existen curiosas reseñas allá que merece la pena citar. Más allá de Robert Owen, el owenismo como corriente, sí que tendrá algún impacto, por ejemplo en Chile. Cf. «Informaciones Cooperativas Colombianas», que dedicó su número 70 a la figura del galés, en 1971.

{21} Cf. Lucena Salmoral, M., Historia de Iberoamérica. Madrid, Cátedra, 1988, pág. 179 ss.

{22} Cf. Sargant, W. L., Robert Owen and his Social Philosophy: Londres, AMS, 1971, pág. 270 ss.

{23} Ibidem., pág. 273.

{24} Cf. Owen, R., Mr. Owen's Memorial to the Republic of Mexico, and a Narrative of the Proceedings thereon for the Purpose of Establishing a New Political and Moral System of Government, Founded on the Laws of Nature: Cincinnati, Robert Owen, 1829.

{25} Ibidem.

{26} Ibidem.

{27} Cf. «New Moral World», I, 278.

{28} Cf. Owen, R., Robert Owen's Opening Speech, and His Reply to the Rev. Alex. Campbell, in the Recent Public Discussion in Cincinnati, to Prove that the Principles of all Religions are Erroneous, and that Their Practice is Injurious to the Human Race: Cincinnati, Robert Owen, 1829.

{29} Que luego se expondrán en «A New Moral World», I, 50.

 

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