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El Catoblepas, número 160, junio 2015
  El Catoblepasnúmero 160 • junio 2015 • página 11
Libros

Quand les sciences dialoguent avec la métaphysique

Alberto Fernández-Diego Rodríguez

Comentario al libro de Pascal Charbonnat Quand les sciences dialoguent avec la métaphysique. Ed. Vuibert. Paris. 2011.

Quand les sciences dialoguent avec la métaphysiqueEl objetivo de esta obra es la reivindicación y apuesta del materialismo ejercitado a nivel público; es la puesta en evidencia de cómo instituciones interesadas están acosando a la filosofía materialista en el mundo en general y en Francia en particular. El profesor Pascal Charbonnat exige que las creencias que cada profesional tenga, se queden en el ámbito de lo personal y no invadan lo académico.

Para ello, vertebra su libro en tres tesis. La primera de ellas es la formulación de dicha pretensión en forma de principio: se trata del llamado principio de neutralidad -o de abstinencia- metafísica (abstinence métphysique): el conocimiento científico debe ser neutral en el plano metafísico; la segunda, que dicho principio aparece en la historia natural como resultado del arduo esfuerzo de sabios franceses (sic) hacia la mitad del siglo XVIII{1}. En realidad, dichos hombres no dejaron de tener ideas metafísicas, si bien decidieron dejarlas de lado a la hora de investigar. Charbonnat nos enseña que, en efecto, se las guardaron para ellos tanto por razones institucionales como conceptuales.

Si bien la idea de una ciencia estrictamente separada de la metafísica no fue manifestada por primera vez hasta bien entrado el siglo XVIII, fue forjándose paulatinamente desde el siglo XV (con los físicos italianos matematizando la física) hasta llegar a la síntesis de Isaac Newton, científico muy admirado por los sabios franceses (Montesquieu, Buffon, Maupertuis, La Mettrie, etc.). Así, en el siglo XVIII los mecanicistas radicales se atrevieron a dejar de lado la idea de Dios en sus discursos, pese a la fragilidad de sus posiciones por aquel entonces. De acuerdo con el profesor Charbonnat, tomó más fuerza y se constituyó verdaderamente en el año 1760{2}.

La tercera y última tesis consiste en mostrar cómo fue el proceso a través del cual el escándalo conceptual que supuso el principio de abstinencia metafísica devino progresivamente en una idea legítima. Para comprender esto, conviene distinguir los conceptos de origen y de comienzo. Por un lado, el uso del término origen remite a principios teóricos, de constitución de las cosas; por otro lado, el término comienzo significa una sucesión concreta, forzosamente limitada. Esta dicotomía se deriva a su vez de la escisión entre causa eficiente y causa formal (el de principio de las cosas frente a aquello que le sigue de forma efectiva -de celle de leur survenue effective-). De este modo, escindiendo física y metafísica, separaron por un lado el principio de las cosas (origen) de aquella que le sobreviene de forma efectiva (comienzo). Sobre esta dicotomía origen/comienzo va a erigirse la propuesta filosófica del grupo materiológico{3} (colectivo al que el profesor Charbonnat se encuentra vinculado), en un intento de marcar un límite que detenga el discurso teológico.

Asimismo, es clave en el transcurso de legitimación del principio la oposición triangular en el panorama intelectual de la época, integrado por los teólogos, los filósofos (materialistas) y los sabios (mecanicistas), todos ellos relacionados entre sí de forma compleja a través de relaciones sociales, jurídicas y políticas en las cuales convergen. De acuerdo con Charbonnat, Maupertis y Buffon fueron los grandes beneficiados de dicha oposición triangular: mientras los teólogos estaban ocupados encauzando el materialismo, los dos naturalistas pudieron desarrollar su física sin gran dificultad. La energía de los censores no fue formulada suficientemente fuerte para poder contener al mismo tiempo la respuesta metafísica y la novedad científica, algo que resultó decisivo para el materialismo, que logró de ese modo pasar desapercibido.

En cuanto al peso de cada uno de los bandos enfrentados en la contienda, conviene señalar que Charbonnat considera inútil buscar cuál dichos tres polos intelectuales es verdaderamente responsable del desarrollo del principio de abstinencia metafísica. De acuerdo con él, únicamente la interacción entre las tres fuerzas explica el éxito de la abstinencia metafísica: la legitimación del principio no es patrimonio de uno solo de los colectivos.

Sin embargo, hay que tener presente que el principio de abstinencia metafísica no elimina la necesidad de conceptos metafísicos, ni se reduce nada más que a una simple neutralidad para con las categorías teológicas, sino que se trata de delimitar adecuadamente el proceder científico que debe ser legítimo, excluyendo todos los demás (por muy sofisticadamente que se disfracen). Dicho de otro modo, la abstinencia metafísica proscribe toda proyección antropomórfica sobre los objetos de conocimiento. Se trata de un verdadero materialismo metodológico, bajo el cuál, únicamente caben enunciados científicos y objetos inmanentes al mundo.

Por último, queda insistir en que el profesor Charbonnat (y con él, el ya mencionado colectivo materiológico) defiende que cada científico puede creer en Dios o ser ateo. La clave es respetar el materialismo metodológico. Las creencias de tipo metafísico no tienen por qué suponer ningún problema, siempre y cuando no interfieran en la producción del saber.

Sin duda, la obra Quand les sciences dialoguent avec la métaphysique resulta muy interesante. ¿Quién podría imaginar hoy día que las ideologías más rancias atacarían de nuevo? El testimonio de Charbonnat así lo muestra, denunciando que además la propaganda bien interesada de ciertas instituciones está penetrando en nuestros países enmascarada bajo rótulos que tratan de ser convincentes y que apelan a la apertura de mente. El autor nos enseña con esta obra que el principio de abstinencia metafísica no es irreversible y que se hace necesario luchar por él.

La obra se concluye señalando la necesidad de continuar delimitando de la forma más precisa posible cuáles son los enunciados metafísicos compatibles con las ciencias y cuáles no, para así reducir los riesgos de que ideologías tóxicas nos invadan. La conclusión de la obra, que bien podría aparecer como una extensión del título en la portada, es que la ciencia y la metafísica pueden dialogar… a condición de que ninguna busque dominar a la otra:

Science et métaphysique peuvent dialoguer à condition qu’aucune ne cherche à domineer l’autre. Leur indispensable separation doit perdurer.{4}

Notas

{1} Charbonnat, P. Quand les sciences dialoguent avec la métaphysique. Ed. Vuibert. Paris. 2011. Pág. 5.

{2} Ibíd. Pág. 10.

{3} [En línea: www.materiologiques.com].

{4} Ibíd. Pág. 200.

 

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