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El Catoblepas, número 166, diciembre 2015
  El Catoblepasnúmero 166 • diciembre 2015 • página 2
Rasguños

Sobre las querellas, en general, y las querellas barrocas, en particular (y 2)

Gustavo Bueno

Reconstrucción de la lección primera sobre La querella de las artes y las ciencias (Escuela de Filosofía de Oviedo, lunes 26 de octubre de 2015)

Historia de las Ideas filosóficas

§5. Una república inter-nacional

¿Y cómo la idea de una «república de las letras» del Barroco, la república inter-nacional compuesta por ciudadanos de diversas Naciones-Estado soberanas, ha podido transformarse en la idea de una sociedad política ácrata, en la cual los hombres (que no atacan a los Estados, pero los abstraen, en principio, de sus planes y programas), y los derechos humanos, no se entienden como limitados por aquellos Estados-Nación?

La respuesta a esta pregunta requiere una redefinición histórico política de la «época barroca», más allá de las definiciones metahistóricas (por no decir metafísicas) que conciben a la época barroca como «época movida por un impulso de transcender infinito», que recupera, a su modo, el ideal de la «época gótica» (remitimos a Eugenio Frutos, La filosofía de Calderón en sus autos sacramentales, Institución Fernando el Católico, Zaragoza 1952, pág. 28-ss.).

Desde una perspectiva histórico política (que, en cualquier caso, «secreta» su filosofía hacia una plataforma ontológica), la época barroca se redefiniría como la época de constitución de los estados nacionales soberanos, pero tomados como núcleos de sociedades políticas universales, imperialistas, como verdaderas unidades históricas.

Manteniéndonos en el terreno de lo que suele denominarse «historia de las ideas políticas», y dejando de lado las definiciones lisológicas del Barroco, cabría esbozar un guión para el análisis de la derivación o transformación de estas grandes ideas metahistóricas (que, obviamente, están vinculadas a la secuencia real de la historia política, religiosa, económica o cultural), como las siguientes:

1) La misma definición política del Barroco como época de recuperación de los principales Estados nacionales soberanos como Estados imperialistas, como efecto de las transformaciones sociales, tecnológicas (la pólvora, la brújula, la revolución industrial, &c.). En particular la imprenta de Gutenberg (Maguncia 1450) sería la fuente principal que alimenta la idea de una república de las letras como república constituida por ciudadanos de diversos estados nacionales soberanos. República en la cual sus ciudadanos, pertenecientes a diversas naciones, dejan de actuar como miembros de alguna orden religiosa o de algún reino político y se comunican entre sí a través de un lenguaje universal, al menos a través de traducciones, para hablar como hombres, inspirados por una razón universal e internacional, común a todos los hombres.

2) Los ciudadanos de esta república internacional de las letras y de las artes, que hablan en nombre de una Humanidad que se supone dada antes y después de los estados nacionales constituyentes, tienden a concebirse como una élite o selección segregada por esta Humanidad, una élite autodefinida por la posesión de una iluminación humanística capaz de conducir a los demás hombres hacia la liberación total. De la «república de las letras y las artes» resultaría la idea de la ilustración, diferenciada no sólo del Estado sino de la Iglesia. Volney decía en Las ruinas de Palmira: «El grupo pequeñísimo de sacerdotes se retiró a deliberar [ante las preguntas del pueblo] y concluyó: 'El pueblo está ilustrado, estamos perdidos'».

3) La ilustración, como movimiento de los ciudadanos libres de la república de las ciencias y de las artes, tomará forma efectiva en la llamada Gran Revolución o Revolución Francesa, cuyo primer acto teatral consistiría en la proclamación de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y en la abolición del Trono y del Altar.

Pero «el Hombre» es una idea metahistórica (metafísica), aunque no más metahistórica o metafísica que la idea de ciudadano, porque «el ciudadano» se define históricamente por su relación con el sistema feudal (el ciudadano no es súbdito), pero sigue redefiniéndose en el contexto de la relación entre las diversas naciones estado. Es decir, el ciudadano reduce al hombre a su condición de idea lisológica, porque la ciudadanía se disuelve en las ciudadanías de los diversos Estados soberanos. Solamente en su desarrollo límite («ciudadano del mundo», «cosmopolita») recuperará su sentido en el marco de un supuesto «estado universal». De ahí la proximidad de ese estado internacional con el proyecto de abolición del Estado, en el sentido del anarquismo doctrinario de Bakunin o de Marx, de un anarquismo configurado en función de la idea del hombre total. La libertad tomará su expresión morfológica de la soberanía de las naciones que la asumen, y esta «soberanía de los ciudadanos» conducirá al proyecto de una democracia asamblearia o representativa. Todas estas ideas están reflejadas en el famoso escrito de Kant sobre la Ilustración. La democracia asamblearia conduce muy pronto al desarrollo de lo que en otras ocasiones hemos llamado izquierda de tercer género (El mito de la izquierda, capítulo 3, §4, págs. 183-ss.), es decir, a la acracia, anarquista o liberal, asumida de algún modo tanto por los bakuninistas como por los marxistas.

4) El marxismo, con su nueva doctrina de la lucha de clases como motor de la historia, abrirá la posibilidad doctrinaria de reconstruir la historia universal y de proponer como hoja de ruta la interpretación de las artes y de las ciencias como contenidos del hombre total, resultantes de la revolución comunista, orientada a la conquista del Estado por parte del proletariado, en donde se conseguirá la liberación total final.

5) Tras la victoria de la Revolución de Octubre de 1917, por el partido de Lenin, la Unión Soviética, en la época de Stalin, pudo proponerse como hoja de ruta insoslayable, precisamente la redefinición práctica del hombre libre (del «hombre nuevo», del «hombre total», del «hombre politécnico».). La Unión Soviética apoyará después las políticas de liberación de los pueblos del yugo capitalista, en Alemania, en Hungría, en Yugoslavia, en España, en África, en América, en Asia.

6) El derrumbamiento de la Unión Soviética, cuya corrupción se manifestaba desde años, se consumó en 1991, poniendo fin al proyecto comunista. Sin embargo, la idea de sociedad universal anarquista, «autoregulada», como conjunto de las «democracias homologadas» bajo las banderas de la paz perpetua (una vez abolida la guerra) y de los derechos humanos, se aproximará de hecho a la sociedad globalizada del presente, en la cual la soberanía de los Estados quiere verse limitada hasta cierto punto por organismos internacionales tales como los tribunales internacionales de justicia, la ONU, la FAO, la OMS, la UNESCO, el Fondo Monetario Internacional, o bien otros proyectos internacionales más limitados, como la OTAN, la Unión Europea, el Comité Olímpico Internacional, la Oficina Internacional de Pesas y Medidas, o la Agencia Internacional de la Energía.

§6. Denuncia (o confesión) de una contradicción en el planteamiento de esta lección

Sin embargo, confesamos o denunciamos la contradicción implícita en el planteamiento mismo de esta lección en lo que tiene de propuesta de un proyecto de análisis de las «cuestiones de más rabiosa actualidad» mediante el recurso del regressus a las querellas barrocas, en el momento de enfrentarse con ellas.

De este modo, «queremos poner las cartas boca arriba», es decir, simplemente, evitamos disimular una especie de contradicción que advertimos en el planteamiento mismo de estas lección, como introductoria al curso sobre la querella entre las artes y las ciencias.

La contradicción se hace patente cuando manifestamos, como objetivo de esta lección (y del curso del que forma parte), el análisis de los asuntos considerados de más rabiosa actualidad en el presente global, como pueda serlo la cuestión de la Democracia (en una época de democracias populistas o corruptas), la cuestión de la paz y de los conflictos político religiosos (en Siria, Ucrania, Irak, Afganistán, Corea del Norte, &c.), la cuestión de los órganos de la «cultura» en los programas estatales, regionales o municipales, &c.; y la utilización de un término anticuado, y a lo sumo, meramente histórico («querellas», como término barroco), como perspectiva de análisis de las cuestiones más agudas del presente global.

En todo caso es necesario presuponer un sistema filosófico, ya sea el sistema teológico peripatético, ya sea un sistema teológico neoplatónico, ya sea el sistema de un naturalismo monista, panteísta, o materialista monista tipo Diamat.

La «contradicción» podría esquematizarse como oposición disyuntiva, expresable por medio de la lógica de clases booleana, de las relaciones asimétricas entre la época actual global (EG) y la época barroca (EB). En efecto: si nos interesamos por las cuestiones de actualidad (EG), ¿por qué no afrontamos directamente estos asuntos con los recursos (en nuestro caso) del materialismo filosófico? ¿Por qué recurrimos a una distanciación respecto de EG regresando hasta EB?

La simetría podríamos fundarla en la disyuntiva entre las relaciones EB ⊂ EG y la relación EG ⊂ EB.

En una palabra: si las cuestiones más actuales en la «época global» no pueden ser tratadas frontalmente desde un sistema de referencia, será porque tales cuestiones son herederas (al menos muchas de ellas) del Barroco o del Gótico. O dicho de otro modo, nuestra época global es un resultado del Barroco y del Gótico, del Renacimiento o del Clasicismo, o del Romanticismo. No sería posible, por ello, neutralizar o borrar las épocas históricas, acogiéndonos a un «sistema intemporal»; es necesario introducir las épocas históricas precedentes, pero como fases de un proceso histórico evolutivo.

Ahora bien, cabe pensar en muy diversos criterios para dar cuenta de esas oposiciones asimétricas en el momento de enfrentarnos con un sistema filosófico o científico. Por ejemplo, cabría apelar a la distinción de Pike entre la perspectiva etic y la perspectiva emic; o bien a la distinción entre perspectivas convexas y cóncavas. O también a la distinción tradicional entre una perspectiva esotérica y una perspectiva exotérica, con referencia a los sistemas filosóficos o científicos dados.

La escuela pitagórica presocrática, por ejemplo, ha dado lugar a que en ella se distingan las exposiciones esotéricas (interpretadas como doctrinas vinculadas a un proyecto de organización de la sociedad y del cosmos basado en el supuesto de lo que más tarde se llamarán grupos de operaciones racionales) de las exposiciones exotéricas. Habría que tener en cuenta la distinción que los pitagóricos hacían entre sus miembros matemáticos y sus miembros acusmáticos. Algunos historiadores suponen que esta doctrina esotérica incluiría la percepción cuasimística, por parte de Pitágoras y de otros discípulos, de la euritmia o música de las esferas celestes, que todavía «resuena» en la Oda a Salinas, «la noche se serena», de Fray Luis de León. Sin embargo esta interpretación tendría que enfrentarse a la escuela peripatética, que negaba la posibilidad de que las esferas celestes emitieran sonidos y, en concreto, por el testimonio de un aristotélico, como Nicómaco de Gerasa, Pitágoras habría descubierto su concepción matemática de la música al pasar por la fragua de un herrero, advirtiendo que los mazazos que éste daba al hierro rusiente sobre el yunque producía sonidos separados por octavas, quintas o terceras mayores (habría que investigar si el testimonio de Nicómaco tiene que ver algo con el famoso escrito de Nietzsche, La filosofía a martillazos, en el cual los martillazos figuran como metáforas de la trituración de sentencias dadas mediante la regla de formación de aforismos que contradicen aquellas sentencias).

La supuesta doctrina esotérica de la hetería pitagórica podría estar vinculada a los proyectos políticos de la Escuela y, por ello, un matemático, Hipasos de Metaponto, habría tenido que ser asesinado cuando reveló un descubrimiento de la Escuela que ponía en peligro la viabilidad del proyecto político racionalista, al descubrir la inconmensurabilidad del lado del cuadrado con su diagonal.

También en la escuela eleática (que enseñaba el ser único, inmutable y eterno) cabría distinguir una doctrina exotérica (reflejada en la segunda parte del Poema de Parménides) y una doctrina esotérica (cuyo contenido «secreto» acaso tuviese algo que ver con la doctrina del velo de Maya del Vedanta).

En la Academia platónica es frecuente, entre los historiadores, distinguir entre una doctrina esotérica y una doctrina exotérica, acaso la que se expone en el Protágoras platónico cuando el gran sofista pregunta a Sócrates (320c) y a muchos de los presentes: «¿Preferís que lo demuestre como un anciano cuando habla a los jóvenes relatando mitos, o pronunciando un discurso razonado». Y muchos de los que allí estaban sentados le dijeron que lo expusiera como quisiera. «Si es así --repuso Protágoras-- creo que resultará más agradable que os relate un mito.» Es decir (interpretamos por nuestra parte): preferís que os relate la doctrina exotérica.

Muy conocidos son los debates entre los historiadores sobre los límites de frontera que separan los escritos exotéricos de Aristóteles (los «diálogos» sobre la filosofía y el protéptico, o exhortación a los filósofos) y sus escritos esotéricos (las lecciones que daba Aristóteles en el Liceo, como la Physiké akroasis, los ocho libros de la Física).

En la época medieval, la distinción entre las doctrinas exotéricas y las doctrinas esotéricas de los escolásticos (judíos, cristianos o musulmanes) cobra insospechada importancia, porque estas doctrinas se suponen basadas en una fe que procede no de la propia filosofía existente, sino de una revelación muchas veces no explícita (Credo ut intelligam).

El llamado «racionalismo» de la Edad Moderna habría consistido, según esto, en gran medida, en lograr que cualquier fondo esotérico o místico de una doctrina se transformase en doctrina exotérica. Otra cosa es que este ideal se lograse, incluso por la Ilustración. Los intereses de Newton por la Alquimia, ¿no sugieren una ciencia esotérica, no explícita? ¿Y hasta qué punto no es esotérica la fundamentación newtoniana del espacio absoluto y del tiempo absoluto en las ideas teológicas de la eternidad y de la inmensidad divinas? Las tesis sobre Feuerbach y, en particular, la tesis XI (si es que esta gira en torno a la identificación de la praxis con la revolución comunista), también formaría parte de la doctrina secreta, o esotérica del materialismo histórico. Y la misma ontología nihilista de Heidegger, la doctrina del Dasein como «ser para la muerte», ¿no tendría que ver (a la luz de la historia de las camisas pardas) con el fondo esotérico nazi del autor del Sein und Zeit?

 

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