Separata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
publicada por Nódulo Materialista • nodulo.org
Tuvo lugar el día 25, a las siete y media en el local de costumbre. Fué presidida por don Juan Zaragüeta, y actuó de ponente el doctor don Gustavo Bueno Catedrático del Instituto de Enseñanza Media de Salamanca. El tema tratado fue:
Se presupone el concepto corriente de universalidad, como relación de uno a varios, que aparece en la predicación. Podemos construir el concepto de universal noético como un caso particular de la universalidad, cuando la denotación está constituida por actos noéticos, en tanto que todos ellos son semejantes entre si no por otra razón, sino por mentar el mismo contenido noemático. Es muy importante que el criterio de agrupación de los actos noéticos en un «círculo de semejanza» sea precisamente la comunidad en su referencia a un noema determinado, y no cualquier otra razón en que puedan convenir, por ejemplo, el ser todos ellos actos de una persona N. En tanto se consideren los actos noéticos iguales entre si, prescindiendo del contenido, no llegaremos al concepto de universal noético. Como ilustración nos sirve el siguiente texto de B. Russell, donde expone a su modo la distinción de Brentano, Meinong y Husserl entre acto (noesis) y contenido:
«El acto es el mismo en dos actos cualesquiera en que se da el mismo tipo de consciencia; por ejemplo, si pienso en Pérez o en López, el acto de pensar, considerado en si mismo, es exactamente idéntico en ambas ocasiones. Pero el contenido de mi pensamiento, el acontecimiento que tiene lugar en mi espíritu es distinto cuando pienso en Pérez y cuando pienso en López». (Análisis del Espíritu, capítulo L).
En cambio, construiríamos un universal noético con todos los actos en los cuales es pensado Pérez; pero no con todos los actos en que indistintamente es pensado Pérez o López. La relevante significación del noema en la universalidad noética explica la posibilidad de penetrar en esta estructura a partir de la consideración de aquel. Así Husserl:
«La significación mantiene, pues, con los actos de significar... la misma relación que, por ejemplo, la especie rojo con las rayas que veo en este papel, rayas que tienen todas ese mismo color rojo» (Investigación, I, 105).
Husserl basa en esta relación la universalidad de las significaciones. Pero, naturalmente, una de las cuestiones que más urge aclarar es la de hasta qué punto pueda decirse que los noemas sean ellos mismos el sujeto o antecedente de la relación de universalidad noética. El resultado de nuestros análisis, que sería imposible recoger en este resumen, es el siguiente; La «comprensión» del universal noético debe ser concebida a partir de los actos noéticos, en cuanto mentan un mismo noema (o, en la concepción nominalista, un grupo de noemas semejantes entre si) y no a partir del noema en cuento se refiere a los actos noéticos. La más importante característica de la «denotación» del universal noético es que ella trasciende la esfera de la persona individual, para englobar el conjunto de actos noéticos que, en las diferentes personas mentan un mismo contenido.
Al universal noético le corresponden importantes funciones lógicas, tanto en la elaboración de las ideas universales ordinarias, como en el razonamiento, como condición de los términos medios. El lector puede advertir el sentido de estas funciones, que nos limitamos a enunciar en este resumen, meditando sobre las relaciones lógicas aludidas en estos versos de Echegaray:
«...¿Fué una vez?
pues basta. Si les han visto
cien personas ese día
es para el caso lo mismo
que el haberse mostrado en público
no en un día, en cien distintos". (El Gran Galeoto, acto II, escena IV.)
A la universalidad noética cabe asignar importantísimas funciones ontológicas dentro de la Ontología de la Persona humana. Se presuponen ciertos conceptos e hipótesis fundamentales esbozados por el conferenciante en otros trabajos, que tienden a desarrollar la Ontología de la Persona según el método axiomático-constructivo, tan fecundo en otras ciencias filosóficas. Cuando en Mecánica racional, a partir de ciertos axiomas, se demuestran las leyes de Kepler, estos teoremas se refieren, en rigor, a movimientos de entes abstractos que llamamos planetas, y no al movimiento efectivo de los planetas reales, al cual sólo cabe aplicar la observación y la elaboración estadística. En parecido sentido utilizamos nosotros las definiciones y axiomas de la Ontología de la Persona. Construimos así esta teoría fundamental a partir de categorías que pueden considerarse como modulaciones del concepto ontológico de unidad, o si se prefiere, de identidad. La Persona se nos presenta como un ente originado a partir de ciertas peculiares relaciones de identidad con otros seres de su misma especie. La Persona se nos revela como un tipo ontológico en cuyo ámbito tienen lugar ciertas relaciones peculiares de identidad. Consisten estas relaciones, en esencia, en que cada elemento (cada persona) aparece identificada con las demás. (Esta definición aparece verificable en el fenómeno de comunicación o comprensión interpersonal. Esta comunicación o diálogo no es, entonces, un mero concepto psicológico: es un tipo de identidad). Pero esta estructura, la sociedad de personas, concebida como un tipo de unidad, basada en la identificación espiritual de las personas en un contenido noémático, equivale literalmente al universal noético, en tanto que dotado de la propiedad de trascender el ámbito de la persona individual. El universal noético, considerado a la luz de la Teoría de la Persona, se nos revela como el desarrollo mismo de esta estructura espiritual, la repetición misma de los contenidos espirituales, la vibración y propagación de la onda espiritual por el éter de la sociedad de personas.
En la teoría de la persona, el estado originario (lógicamente) de la convivencia se define como una identificación (comprensión) de cada persona a las demás; pero como quiera que esta identificación es simétrica y transitiva, ha de ser también reflexiva (véase, por ejemplo: Carnap, Einfiührung in die symbolische Logik, 1954, pág. 107). Por consiguiente, la persona se identifica consigo misma, es decir, dialoga consigo misma. Para que este concepto, en su aplicación, no sea utópico, necesitamos todos los requisitos del diálogo: Estados o actos diversos de la persona entre los que se establezca la identificación. Pero la distensión del alma en estados diversos que luego se identifican, es justamente la constitución de la universalidad noética. En el pensamiento solitario, el contenido puede llegar a ser puramente abstracto, es decir, impersonal, liberándose de la condición de «expresión o mensaje» de otras personas que todo contenido lleva adherido originariamente. Pensar es ahora una síntesis del reconocimiento, para emplear los conceptos kantianos; es «un discurso que el alma se hace a si misma sobre los objetos que considera»,para emplear el lenguaje platónico.
A esta conferencia siguió una animada discusión, en la que tomaron parte los socios señores Pérez Argós, Yela, Míndán, Sánchez Mazas y Rubert Candau.