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El Catoblepas, número 173, julio 2016
  El Catoblepasnúmero 173 • julio 2016 • página 12
Ante la República Popular China

El tigre divino

Comentario sobre la producción surcoreana The Tiger (an old hunter's tale).

Un batallón de artillería pesada japonés abrasa el monte sagrado Jirisan con bombas incendiarias para satisfacer los deseos de un sádico coronel de acabar con el último tigre coreano. En 1925, tras dos décadas de ocupación nipona, acabar con el tigre es acabar con los rescoldos de la nación asediada. Pero todo es en vano. El animal acecha y, lejos de caer en las trampas de sus perseguidores, los envuelve y masacra con zarpazos certeros y veloces. Sólo un veterano cazador sabe cómo darle muerte, puesto que es coreano y conoce el monte y sus leyes, feroces pero inexorables. Tigre: la historia de un viejo cazadores una superproducción surcoreana que ha reunido al director Park Hoon-jung y al actor Choi Min-sik, ambos en el centro del cine comercial coreano.

La lista de películas chinas y coreanas hechas contra Japón es larguísima, y la invasión nipona seguramente sea el contexto político más socorrido de la industria de esos dos países, cuya identidad nacional y rearme bélico depende en gran parte de invocar el peligro de la invasión imperial extranjera. Algunas de estas películas añaden a la lista de ofensas japonesas los crímenes medioambientales, ante los que el público actual tiene especial sensibilidad. El territorio patrio se vio saqueado por las deforestaciones de los imperios depredadores enemigos: de las obras tecnológicas como presas y canales suelen resaltarse solamente los daños causados a la población local o a los trabajadores.

En esta ocasión, sin embargo, el tigre Daheo no hace las veces de madre naturaleza. Aunque representa al bosque prístino y en cíclica harmonía («los tigres no entran en el territorio de los otros, los animales no son como los humanos»), Daheo es actor protagonista ya desde el título. Es un foco de acción en el mundo, un potente irruptor. Si Jirisan es un monte es por la presencia del tigre en él, que los nipones tratan sin éxito de profanar. Por su fuerza, rapidez y astucia, el tigre es un animal divino, por eso se le llama «el Dios de la montaña» y el «señor de los bosques». El cazador ya ha sacrificado a la ira de Daheo a su mujer y a su hijo; sólo le queda obedecerle y dedicarle plegarias con respeto y reverencia.

¡Viva el Partido Comunista de China! ¡Viva la República Popular China! ¡Viva la sexta generación de la Izquierda!

 

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