El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas

El Catoblepas · número 183 · primavera 2018 · página 7
Artículos

El lugar de la asebeia de la filosofía crítica en el conjunto del saber político

Miguel Ángel Castro Merino

Texto de la comunicación presentada en los XXIII Encuentros de Filosofía de la Fundación Gustavo Bueno

 

 
“Estamos envueltos en ideologías complemente erróneas que hay que demoler y entonces la filosofía no tiene verdades, no tiene un acerbo de verdades…” Gustavo Bueno, La filosofía en el conjunto del hacer. Hora 1 y minuto 18 del vídeo de la conferencia en la SAF
“A los niños chicos se les dan papillas alimenticias sin preguntarles lo que quieren, ya que no tienen conocimiento suficiente ni pueden expresar sus preferencias. De modo parecido se les da una papilla informativa, es decir, el conjunto de enseñanzas sensoriales, de ideologías, de creencias y de respuestas de conductas. A la temprana edad de meses, el cerebro está todavía en formación y la implantación ideológica se realiza sin el conocimiento y sin el consentimiento de los interesados, lo que supone un tremendo determinismo para el pensamiento y para el comportamiento individual”. Palabras de Rodríguez Delgado tomadas de Opus Minus de Gonzalo Puente Ojea.
“La virtud debe aprenderse, el arte es convertirla en un bien. Te equivocas si piensas que los vicios nacen con nosotros; nos han sobrevivido, nos han sido impuestos”. Séneca, Epístolas.

 

Introducción

Parece que la filosofía manifiesta multitud de aspectos en el despliegue de su ejercicio. Uno de ellos es el que aquí ensayamos: el de la destrucción, que vendría a significar que pocas cosas se mantienen desde la impiedad filosófica, extrema, radical. Ahora bien, para destruir hay que saber qué y por qué se pretende demoler las ideas y/olas institucionesque se pretenden destrozar.

Por otra parte, si lo que ocurre es necesario, como así lo creemos, no es posible ninguna crítica al status quo porque todo viene rodado; porque es y debe ser así. Además, parece que hay cosas que pueden cambiar en un sistema político por ser éste un proceso y no algo definitivo, pues, como dice Marx, “hasta ahora los filósofos han interpretado el mundo; es hora de transformarlo”. No obstante, Bueno, y otros, han dicho que siempre todos los filósofos han transformado el mundo de un modo u otro.

Pero, por el contrario, es muy difícil saber, a filosofía cierta, qué es lo que se puede demoler y qué no, porque hay variadas ideologías encontradas, opuestas, cuyos intereses promueven unas posturas u otras.

Por tanto, sopesamos apagógicamente unas ideas frente a otras, para hacer ver qué posibilidades de cambio real, efectivo, se pueden vislumbrar en nuestra empresa filosófica en partes materiales del mundo observable, en este caso, del saber político.

Desarrollo

Tomamos ahora ocho cartasque pondremos boca arriba, cuya crítica puede ser llevada a cabo desde nuestro sistema, con impiedad. Se presentanbuscando, claro debe estar, la polémica filosófica; pero, en ningún caso, nos arrogamos el tomar partido por ellas manteniendo una postura escéptica que pudiera abrir el campo más allá de lo aceptado comúnmente.

No hay cosa peor que encontrarse con un Sócrates que no nos haga titubear, pero no el Sócrates de Platón que le pone interlocutores frecuentemente cerrados y cuyas respuestas conoce ya a priori; el Sócrates, fruto de los escritos de Platón. El socratismo no es pensar como tal Sócrates. El socratismo es un método que no reconoce palabras de dioses, ni constituciones, ni hace reverencias ante nada ni nadie, porque no admite nada como sagrado tras estudiar la configuración de la materia y salir de la minoría de edad.

Carta I: La leyenda negra y la historia oscura efectiva en la actualidad

Podemos estar constantemente presentando alegaciones acerca de si los españoles fueron benignos para el Nuevo Mundo o no. En lo que hace al caso es evidente que ni Roca Barea ni Stanley Payne convencerán a todos aquellos que no van a leerles y que, aunque les leyeran, tampoco les valdría su aportación de mucho, porque las actitudes que estudian los psicólogos sociales no se cambian cognitivamente sino que presentan componentes afectivos y actitudinales muy resistentes al cambio.

Entonces, ni con todo el diálogo habermasiano, el contradictor dará su brazo a torcer. Bueno será para el mundo académico manifestar una historia como relato realizado desde la razón potente, pero advirtiendo la imposibilidad de hacer que penetre en las capas sociales negadoras del imperio generador. Al final es el poder de la fuerza el único que puede imponerse frente al mundo del libro y de la charla. Por lo que volvemos al imperio de las armas frente al de las letras de Cervantes.

Por otra parte, cuanto más se intenta reivindicar que el descubrimiento de América fue positivo para los indígenas, más aumentan las críticas al Imperio Español por parte de los no convencidos. No obstante, los ingleses, los holandeses, los franceses, no tienen esos sentimientos de culpabilidad, porque han comprendido que lo que fue ya ocurrió y que ellos no estaban allí, pese a que ahora pueden mantenerse por las gestas del pasado.El argumento fuerte es que quien haya nacido en España debe cargar con toda su genética y aceptarla para superarla y dejar de falsear su historia efectiva. Por así decir, aunque ya España no sea franquista, es lógico aceptar que, sin el franquismo, no habría nada de lo que hay hoy, no seríamos nosotros. Resulta,por tanto,de una manifiesta adolescencia no reparar en la familia en la que se ha nacido, y aquí no caben paños calientes.

Sólo es posible construir una nueva comunidad entre españoles y naciones entorno, y no cabe la negación freudiana por la destrucción de lo que ya fue,por muchas estatuas que se retiren de Franco o de sus adláteres.

Una historia oscura, verdaderamente merecida, se puede encontrar, sin duda, en la actualidad, con el denodado esfuerzo, apoyo y complicidad hacia los nacionalismos de la mayoría de partidos, la partitocracia manda, al condenar al funcionariado cuya lengua es el castellano, el español, a no poder acceder en condiciones de igualdad a otras autonomías, así perversamente llamadas para mayor engrandecimiento de otra leyenda negra que se la creen quienes desde la legalidad usan tales términos. Por otra parte, los mismos nacionalistas se cierran las puertas entre sí al no poder acceder a comunidades de lengua vehicular diferente. Queremos decir que la historia realmente oscura es la producida por los mismos españoles, pero esta vez existente en el presente en marcha y no pasada. El agravio es que los afincados en Bilbao o Vizcaya tienen la posibilidad pagada de estudiar el EGA (Euskararen Gaitasun Agiria) y estar exonerados de dar clase o de ejercer otras profesiones propias del funcionariado para mayor gloria del euskera o en su caso del valenciano, catalán o gallego. Por tanto es la política real dirigida contra el propio pueblo español, y es historia oscura por lo que supone de aceptación por parte de la mayoría de los partidos y de los ciudadanos que no actúan por los derechos de todos. No hace sólo falta indagar en el pasado. En el presente se observa la falta de solidaridad y el peligro de convivencia entre españoles. Futuro negro, que sólo mediante la rebelión se podrá dar a la opinión pública, tan frágil e inconstante, un intento de recuperación de la igualdad en este campo.

No menor es la Historia oscura efectiva que apela a las autonomías con competencias propias en un mismo Estado y nación política, que generan desigualdad real a raudales por la diferencia de territorios, por la distinta inversión económica y de infraestructuras pero que, previamente, ha puesto la perversión por adelantado con la idea de autonomía que no puede darse pero que, así como la idea de santo, Dios o Universo, ocasiona trastornos de la mayor envergadura. Y es que las ideas no son baladíes. Autonomía es una idea deleznable proferida por los padres de la Constitución, que por cierto no tiene nada de eterna ni incuestionable.

Carta II: Sueldos, salarios, derechos sociales

Es muy discutible el tema de los sueldos en una sociedad que se llama democrática. Acaso no en otros tipos de sociedad. Así, por ejemplo, si se araña un poco, los artículos de la Constitución Española parecen estar muy lejos de muchos ciudadanos que no tienen igualdad de oportunidades, en el derecho a la vivienda, ni en el acceso a la cultura y a la educación.

Por otra parte, muchos de los cobros millonarios de los jugadores de fútbol, toreros, cantantes, &c., resultan, cuando menos, muy cuestionables cuando se dice, desde los partidos políticos, la consigna: “mismo trabajo, mismo sueldo”, cuando sabemos que son muchos los que trabajan mucho más que otros en lo mismo y perciben mucho menos salario.

Sólo cuando se hace una elipsis freudiana, desde la mala fe, de lo que tenemos ante nuestros ojos se puede domesticar al pueblo y engañarle diciendo que el sueldo de Cristiano Ronaldo, Messi u otros lo generan ellos, cuando,en realidad, son los espectadores, acaso agotados por el trabajo semanaly por su falta de tiempo para un verdadero ocio, los que hacen que estos emerjan, de modo sobresaliente, y que parezcan ellos-las tales estrellas-los que mantienenel espectáculo. Pudieran ser los aparatos técnicos, tecnológicos, televisivos, los que ampliaran esos cuerpos insignificantesper separa, así, llegar al último pueblo de Castilla.

Lo mismo de los que hacen reír, según ellos, por la tele, los presentadores que no pasan de leer las noticias, hijos de familiares enchufados que, a su vez, otros, como Prat el todista, enchufan a sus hijos, &c. En el mundo comunista de Carlos Pérez Soto, los profes y los médicos no tendrían que tener un sueldo. Pérez Soto, filósofo chileno al que se podría visitar, y estudiar, en youtube o en su bibliografía.

Con esto se quiere decir que no se sabe realmente por qué unos cobran mucho más que otros, ni por qué son más reforzados unos que otros, ni por qué los policías nacionales que se enfrentan con terroristas disfrutan de menor beneficioeconómico que los representantes del mundo del arte. Esto es, por mejor decir, si podemos escribir El coronel no tiene quien le escriba es porque hay algo así como el ejército vigilando las plumas de los sibaritas de la 2 pero Gabo callaba.

Una de las sorpresas que nos llevamos al estudiar la symploké es la desconexión entre reconocimiento y esfuerzo. Así, no nos debe extrañar la no correspondencia entre el trabajo del sujeto operatorio y su reforzamiento, como es el caso de tantos que se benefician de la institución que les mantiene, sin apenas labor, y que viven opíparamente de las rentas. (Por no arremeter contra las loterías, las herencias de fortunas millonarias que tan celosamente respeta la constitución…) Dragó, Quintero, Balbín, Julia Otero, Ana Rosa Quintana, Milá, &c. ¿Dónde está su valor? ¿Hay algo que hagan ellos que no lo sepa hacer el 79% de la población con cierta formación y con la ayuda de las instituciones que los catapultan por encima de su altura?

Es una auténtica pena para los enaltecidos mostrar su poco valor, con respecto a los que les rodean, pero es de justicia, entendemos, hacerlo, porque la inconsciencia es muy atrevida. Son las contingencias, las circunstancias, las que explican el éxito o fracaso de un determinado individuo y esto se puede observar con gran precisión desde que analizamos la conducta del sujeto operatorio y la institución en la que tiene lugar. Así es posible que, un muchacho que aparece en público, pueda tener mayor fama que el que no lo hace ante las cámaras. El valor del refuerzo no está del todo explicado a la población por mucho que se estudie en las facultades de Psicología e, interesadamente, se mantiene oculto. Incluso la atención a los contextos que predeterminan la conducta en una u otra dirección son muy tajantes desde el momento que, incluso, los consumidores de drogas, si están en ambientes pulcros, no tendrán un modo de vida miserable, como se ha experimentado en psicología social, una y mil veces.

Carta III: Arte

La mayor parte de la basura expuesta ante nuestra mirada en un museo de arte contemporáneo se expone e impone al ciudadano inerme de la sociedad pletórica del estado del bienestar y hace que sean artistas todos aquellos que se cobijan en tal o cual museo de prestigio fabricado por las sumas de condicionamientos de la pequeña burguesía, pero si algunos como Boadella, en un arranque de sinceridad espontánea,dice que la mayor parte de la obra de Picasso es basura, no menor crítica feroz puede ser efectuada contra Tapiès, Miró y un largo etcétera, como Lucien Freud. Esto no significa que su obra no sea interesante pero que, ni de lejos, puede adquirir el precio que consigue y acaso si no fuera por el estímulo discriminativo Freud, tal vez, no sería tan codiciado. (Aquí parece el problema, no menor, de Antonio Machado de confundir valor con precio.)

Velázquez, Murillo, Goya deben ser puestos entre paréntesis porque resulta que cuando no se sabe de arte y de trucos ad hoc, nos pueden hacer creer que su técnica es original, creativa, pero, en cuanto observamos al ebanista, al escultor, al carpintero o al manitas de la familia, vemos también una fuerza de trabajo empleada en otros menesteres que impiden su lucimiento o, quizás, su gran fraude en otras artes. Estos argumentos son apagógicos y, si los empleamos, es para el debate filosófico porque, si se pueden criticar unas cosas, no se entiende que no se pueda hacer lo mismo con el resto.

Carta IV: Intelectuales

Se llama Ud. Boris Izaguirre,¿ha hecho suficientemente el histérico? Tendrá un puesto en el panorama cultural de la 2 o en todo programa para brindar su opinión. Lo mismo si se llama Julio Llamazares o Vargas Llosa, Saramago o Sardá y eso tan sólo porque escribe, según algunos, bien o hace un programa para entretener a la clase trabajadora, cuya diversión es ver tele y divertirse hasta morir como Neil Postman señalaba. Ya puede Ud. no haber leído El Capital o a Nietzsche, qué importa,Ud. puede ser invitado a hablar de todo lo humano y lo divino y soltar por la boca toda suerte de frases biempensantes, a lo José Luis Sampedro. Ahora bien, vemos la desconexión tan grande entre escribir buenas novelas, si es que alguien sabe qué es eso, y luego que, por ello, se pueda estar convidado a todos los saraos y bolos de opinión. Existe un montón de superventa, a lo Punset o hija, a lo Javier Urra, o a lo Santandreu, que pueden dar su opinión ética de asuntos que no entienden, en absoluto, por su carencia de sistema. El repugnante trato que se da, una vez se piensa críticamente, al resto de profesiones: profesores, catedráticos, maestros, científicos, camareros, celadores, &c., queda anulado por estas flores mediáticas. Así Imanol Arias, Miguel Bosé, Bertín Osborne, Flo, Santiago Segura, son entrevistados como si tuvieran algo que decir y, con todo, algo dicen. Parece que pueden enseñar más que el vecino del quinto pero, cuando se les escucha, su conversación no traspasa los umbrales del testigo de su éxito, de su ombligo, queremos decir.

Carta V: TVE y televisiones

Las enormes posibilidades de las cadenas públicas, de la televisión, son reventadas, barrenadas, del modo más perverso constantemente por la parrilla de la programación basura más elaborada ad hoc. Los debates son uniformes y casi siempre machacan con noticias acerca de qué ocurre con el catalanismo, si él ha dormido bien, si está fuerte o débil, marginando perpetuamente temas más importantes y sustanciales de la nación política española. Así, como si nada, se emiten películas para lograr el panem et circenses, programas de cultura con artistas que, por su perfil ideológico, tratan de hacer creer que sus contenidos son el no va más. Su voz engolada o susurrante nos da señales inequívocas de mala fe. Además, sin rubor, se apoderan de lo que sea la cultura como si, sobre ellos, recayera su implantación. Ningunean la voz de profesionales como psicólogos clínicos, profesores de políticas, filósofos, escritores marginales y, no por ello, menos potentes que los encomiados, por parte de la platea, Revertes, Juan Manueles de Pradas, Herreras, etcétera.

Ninguna profundización en la idea de democracia, siquiera para su demolición, ninguna tertulia con gentes de la calle, a no ser para que les hagan gratis los programas de callejeros viajeros o extremeños por el jardín. Sí, carnavales de Canarias, pero, nunca, explicación de sus modos materiales de vida. Como si ser canario se redujese a los carnavales, a la fiesta y no al modo de vida de los trabajadores y residentes. Con lo cual el etiquetado hacia los canarios o andaluces se apodera del imaginario y se les recluye en una visión folclórica de muy difícil salida.

Entrevistas de pequeños burgueses a pequeños burgueses para que todo quede en casa. Programas de corazón como basura desvelada que, por otra parte, da cuenta de la enorme diferencia de clases. Ningún debate sobre la educación concertada, la religión, la sociedad del despilfarro. Eso sí,cuéntame con su moralina particular de la que, sin necesidad de ver más de dos minutos, nos podemos hacer una juiciosa idea. Nunca, sin embargo, debates como en la sexta, la cinco, antena 3, y eso que presume de ser una tele para todos. Todo para el pueblo pero sin el pueblo. Se podría hablar de una represión de los temas escabrosos, de un instinto de destrucción para que nada mejore, de una compulsión por la repetición que pone el saber y ganar como programa cultural de una élite que sabe que Alejandro Magno montaba a Bucéfalo, juegos de niños para ganar unos euros, ninguna crítica al sistema, a la monarquía constitucional, al sistema de representación, a la ley D´Hont. Eso sí, de madrugada suelen poner programas de crítica contra la sociedad norteamericana o sobre las guerras mundiales que no son desaconsejables su visionado y reflexión pero cuya hora dan idea de la poca importancia que les merece la divulgación para el público en general. Antes, películas de Brad Pitt o de Jack Nicholson y compañía con mucho ruido y que critiquen a la sociedad norteamericana como que no narrara la fabula sobre ellos mismos. De te fabula narratur…

En las llamadas cadenas privadas pueden salir, por evitarlo, así, las públicas, los candidatos y diputados desde sus debates pero es curioso cómo, si son privadas, se inmiscuyen en sumo grado en lo público, dando cuenta de la confusión entre ambas ideas de lo público y lo privado que vendrían ya sólo por esto a ser demolidas por su recurrente injerencia. De hecho, los programas de investigación acerca de lo que pasa en España en las mafias injusticias sociales son tratadas más por las llamadas privadas, que hacen negocio de lo que debiera ser una cuestión de formación ciudadana; que hacen negocio de lo público. Por supuesto que gentes sin escrúpulos desde las llamadas privadas dan una de cal y otra de arena. Con una mano generan programas con gente idiota, sin formación y, con la otra, bendicen la lucha contra la injusticia con el objetivo de resultar más benévolas, más sociales que lo que se puede esperar de holdings manipulados para el mayor condicionamiento facilón de la plebe. Por ello la TVE tendría una importancia singular en la lucha contra el maltrato y la infantilización de la población, contra la insolidaridad entre españoles.

Además, todas las cadenas a una se ponen de acuerdo en la necesidad de impartir humor, gracietas, mediante los humoristas oficiales de Mota, Padilla, Gila, quien venderá gilletes o seguros, a buen seguro, o cualquier simpático de turno, que no payaso, al estilo de Flo. Con lo cual se arroga la tele el objetivo moral de hacernos ver el sentido del humor del descarado de turno. Al hilo de esto, en los tiempos de crisis, han sido varios de ellos los que han indicado la necesidad y utilidad de los humoristas para hacer más llevadera la crisis económica. Humoristas, muy bien pagados, sin fronteras. Ahora bien, ¿cómo desprenderse el pueblo asediado por la falta de una formación mayor de la tele como salvadora ante el malestar en la cultura?

Si otros cantan, si otros hacen gracias en la tele, ¿quién se atreverá a amenizar ya las tardes, las fiestas y recreos de los compañeros? Una televisión que anula a sus mirones de una vida cotidiana más comunitaria.

Carta VI: Democracia, constitución y derechos sociales

O hay democracia o no hay democracia. Creemos que la democracia es imposible pero, como se engaña a la gente con la idea de que la hay, hay que decir que se es demócrata para que nadie se rebele y, así, conseguir la mayor domesticación porque hoy ya HAY DEMOCRACIA y, nosotros, somos demócratas tal y como antes se usaba, en la cristiandad, el adjetivo cristiano para estar salvados y protegidos políticamente.

Los sujetos dóciles sólo esperan que un mesías les saque de su nivel de infortunio y que otros hablen por ellos. Se deja en otro la liberación. Wyoming, Jiménez Losantos, Herrera, hablan por mí. Por si fuera poco esta gente tiene posibilidades bien documentadas de meter la pata como el leonés del botillo que denunciaba lo mal tratado que estaba Pujol. Nos referimos a Luis del Olmo en declaraciones tomadas del libro Protagonistas de Lorenzo Díaz, expone en nota a pie de foto del periodista con Pujol lo siguiente: “Dicen sus detractores que ha dejado de ser la Voz de España. Él sedefiende y dice que no se comprende el papel de Cataluña en la construcción de España. Jordi Puyol se emociona cuando le hablan de Luis del Olmo, del que dice que ha hecho un trabajo admirable por vender una imagen de una Cataluña democrática, solidaria e integradora”.

Esas bromas tan caras, ¿quién las paga luego? Desde sus radios hablan sin oponentes del marxismo, del comunismo, del capitalismo, sin que aparezcan ante ellos gentes como Daniel López con su reciente tesis sobre el marxismo, Fernando Laso y otros. Es lo que tienen los medios de una sola dirección y la ausencia de otros intervinientes. Dónde Insua, dónde Vélez, dónde Madrid Casado, dónde todos nosotros, que podríamos dar junto con gente valiosísima una pluralidad de nociones sin precedentes. Frente a la omisión constante de tantos ciudadanos, muchos con gran sentido común, en los telediarios siempre aparecen los grupos de poder de la prensa paniaguados y, si no lo son, que dejen hablar a otros porque Marhuenda ya, en la democracia que dicen que hay, ha tenido mucho el micrófono para sí.

Carta VII: Ser español

La nación política es la que explica nuestra vida biológica, ético-política. Sin el Estado no somos más que un homínido precario. No obstante, ser español, no es una condición excelsa, innata acaso, per se, si ella misma no redunda en el bien común del conjunto de los cuerpos vivientes del grupo. (Videtur ad hoc: Gonzalo Pontón. La lucha por la desigualdad. Una historia del mundo occidental en el siglo XVIII.) Esto es, que los que hemos nacido en España, no tenemos unos derechos conferidos por el hecho de nacer. Por retomar las palabras fuertes del Maestro podemos llegar a tener la dignidad de las cucarachas o las palabras de Kant, quien afirmó que quien se arrastra como un gusano no puede quejarse luego de que le pisen.

Planteamos que, en una España que busca justicia, filosofía, artes, derechos y deberes de los ciudadanos, que trata de vencer las resistencias que pone la existencia, la vida de los hombres aparece con un sentido, con una dirección que se conoce. Ahora bien, puede llegar un momento en el desarrollo de los españoles donde ser español ya no interese ni compense. Desde luego, si cada vez se recortan derechos, se elimina una mayor igualdad de oportunidades, se hace desaparecer la idea de España, eliminando la lengua común, ¿para qué ser español? Si sólo se habla de las falseadas nacionalidades históricas, ¿qué sentido puede tener, para el resto, la idea de España? Una España con la sola formación política que suministra la sexta, u otras cadenas del mundillo del espectáculo, que no va más allá de su mirada estrecha, ¿qué posibilidades de futuro puede tener? Los problemas que amenazan España son numerosos. Las contradicciones, ingentes. La falsedad en la que se vive con ideologías como el neoliberalismo, el esfuerzo, el hombre emprendedor, el hombre hecho a sí mismo, las políticas de poco espectro, son nefastas. Por eso puede llegar a encumbrarse la ideología, en la lucha contra ellas, de que ya no compensa ser español. ¿Para qué me sirve ser español si los nacionalistas se lo llevan todo? ¿Para qué ser español si no soy reconocido como un ser útil? ¿Para qué prolongar un imperio que ya no es y que, acaso, no merezca ya ni serlo?

Por si fuera poco, ahora algunos pervierten las ideas de ser español con las de ser marxista, como si fueran incompatibles. Nos referimos, por ejemplo, a FJL, quien, sin rubor y con ánimo de hacer fraseología llamativa, señala que dejó de ser marxista para ser español como si, a fuer de la contundencia de la expresión, esta significara algo. Una suerte de “dejé de beber cocacola para ser español” o “dejé de conducir BMW para ser español” que acaso fuera más pertinente porque eso implicaría que se usa la antigua marca española SEAT. Frases así son sinsentidos que no quieren decir nada puesto que se puede ser español y marxista in partibus y, esto, por simploké. No son pocos los que han defendido a Marx, más allá de la Revolución de Cuba o de China. Así Fromm, Ricoeur, Sartre, Bueno, &c. Hay muchas formas de ser español y no parece incompatible participar de ambos predicamentos. Por otro lado, habrá algunos que digan que han dejado de ser neoliberales para ser españoles pero deben dar los parámetros y definir tal proyecto de modo específico. Es el caso, además, que se puede ser español y ser terrorista como dan buena prueba de ello los asesinos de E.T.A. (En cualquier caso la sustantivación de ser español o ser marxista es una licencia del verbo muy cuestionable desde una ontología procesual como la del materialismo filosófico puesto que lo que se quiere decir no es propiamente eso.)

Esto es, es muy criticable la hipostasis del verbo ser filósofo, ser periodista, marxista o español, desde el momento en que, desde la impiedad, todos esos predicados no son indelebles, como tampoco lo es el del pseudo-sacramento del sacerdocio, que negamos desde nuestro ateísmo esencial total. De hecho, un español puede renunciar, como un francés, a su nacionalidad porque no imprime carácter vitalicio más que como simple flatus vocis. Son términos aproximativos y que nos remiten a la conferencia impartida por Gustavo Bueno ante la Sociedad Asturiana de Filosofía, en la que, como presidente suyo de Honor, criticaba la insulsez, la lisología de definirse como filósofo puesto que todos somos filósofos, pero unos muy malos y otros menos malos. Lo que quiere decir que hay que definirse y que la dificultad del lenguaje no es menor en estas cuestiones, como Bueno reconocía.

Carta VIII: Valor de la vida

El valor de la vida ha sido siempre el coto del que se ha apropiado la clase dominante, como no podía ser de otro modo. Se hace creer, a través del mensaje positivo, que la vida, procrear, es maravilloso y sólo hay que ponerse a ello, sin restricción. Son necesarios los relevos generacionales. Si aplicamos la asebeia, no obstante, no se puede marginar al menos tal cuestionamiento al respecto. Y hay que ser valiente en esta charla para meter el tema de debate nuclear, que parece que la ley del Padre, freudiano, trata de reprimir, de silenciar. Benatar, Julio Cabrera, Cioran, quienes, para algunos, son autores menores que han cuestionado el hecho de hacer nacer, de procrear. Ahora bien, si se es impío no se puede sólo ser impío en las cuestiones de seguridad, en las zonas de confort, como la de que hay injusticias. Se ha de serlo también en la zona central de lo que significa nacer. Y como Gracián pensamos que vivir, como ser humano, cuesta mucho, porque “es mucho”. O sea, que no entendemos que la crítica al hacer nacer haya que ejercerla tal y como la hacen los antinatalistas. Afirmamos por nuestra parte que una reflexión filosófica severa no puede prescindir de los problemas éticos y morales que conlleva el nacimiento de seres en un mundo incierto. Sabemos bien que el diálogo filosófico está ya cortado de raíz y que la gente habla con prejuicios arraigados porque ni siquiera han pensado apagógicamente en este particular.

El caso del suicidio que Hume aprobaba en sus investigaciones morales fue ridiculizado, minimizado, como una cuestión menor y reprobable. Pero, cuando analizamos ontológicamente la vida, más allá de las frases nemotécnicas de las verdaderas religiones falsas, se observará que, para la filosofía que busca, nada es intransitable mientras sean pensables posibilidades reales. Todavía la filosofía de Nietzsche, de la ruptura con los valores antiguos, no ha prendido del todo. Si dios ha muerto entonces, ya, eso de que la vida es un don, no es tan claro, pese a los felices a rebosar o a los que intentar conseguir una realización en una comunidad sin clases.

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