El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas · número 190 · invierno 2020 · página 13
Artículos

Sobre las identidades sexuales

Pedro Espejo-Saavedra Roca

Se propone una clasificación exhaustiva de las identidades sexuales como rasgo distintivo de la especie humana

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Estas breves consideraciones son meramente tentativas porque involucran consideraciones teóricas de gran calado, como intentaremos señalar, y según me parece sólo una respuesta desde una Filosofía práctica completamente desarrollada sería aceptable. Sin duda es un tema de actualidad que se suele enmarcar en lo que se viene denominando por unos y otros Teorías del Género o críticamente Ideologías de Género. Nuestro punto de partida será el biológico pero manteniendo firmemente la idea de que la especie humana desborda esencialmente dicho marco biológico y, por lo tanto, cabe hablar de identidades sexuales. Es decir, vamos tratar el tema de las identidades sexuales desde el punto de vista filosófico, y más en concreto, lo vamos a considerar un problema estrictamente práctico, aunque desde nuestras coordenadas sistemáticas estas consideraciones involucran toda una concepción filosófica. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud, WHO en inglés) género se define:

El género se refiere a los conceptos sociales de las funciones, comportamientos, actividades y atributos que cada sociedad considera apropiados para los hombres y mujeres. Las diferentes funciones y comportamientos pueden generar desigualdades de género, es decir, diferencias entre los hombres y las mujeres que favorecen sistemáticamente a uno de los dos grupos.{1}

Vemos que el tema que nos ocupa es una extensión o generalización del problema feminista de la igualdad, especialmente jurídica, entre los hombre y mujeres. Desde este punto de vista no es un problema ideológico, y está envuelto por el problema todavía más amplio de la no discriminación, principalmente de las minorías que viene recogido en el artículo 14 del capítulo segundo de nuestra constitución:

Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.{2}

El carácter ideológico, me parece, estriba en el uso de la idea de género que es confuso y en mi opinión rompe toda la tradición filosófica desde sus orígenes griegos. Esto es un problema muy complejo del que sólo voy a dar unas pinceladas. Pero la tesis principal que sostengo es que desde el punto de vista filosófico las ideas de género y especie se involucran entre sí, y que afirmar que las identidades sexuales conforman especies de hombres, rompe precisamente la unidad esencial de lo humano y dificultad, por no decir que imposibilita, una formulación jurídica como la anterior, que particulariza la afirmación inclusiva más general de que todos somos personas humanas o quizás de manera menos comprometido, todos somos cuerpos personales. De este modo definiciones autocontenidas como la de la Real Academia de la Lengua Española basadas en una concepción puramente convencionalista de la lengua son, a mi modesto entender, muy problemáticas, y plantea la necesidad de considerar al saber filosófico como un saber necesario para clarificar y dar esplendor a la lengua española. En su acepción tercera del término Género dice:

Grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico.{3}

Sin duda cabe un uso enfático de la idea de género para resaltar nuestra separación de los animales que es un género biológico, mejor, un reino. Incluso, por ejemplo, desde coordenadas católicas, como religión terciaria universal, afirmar que Cristo ha venido a redimir a todo el género humano por encima de todas sus diferencias y conflictos. Sin duda, pero este uso confunde el marco teórico. Desde nuestro punto de vista de fundamentación antropológica de la filosofía, la esencia humana, se basa en la idea de pluralismo institucional como formas materiales y no se basa en la idea de género, ni siquiera en la idea de especie, sino en la idea de singular o individuo. La idea de género y especie se articulan, desde nuestro punto de vista a partir de los singulares como dos marcos trascendentales del fundamento, respectivamente de la Filosofía especulativa y de la Filosofía práctica. Como si dijéramos, desde el punto de vista católico, Cristo ha venido no a salvar a distintos grupos humanos, sino que se dirige de manera individual a cada uno de nosotros.

Nuestra idea de cuerpo personal se adecua creemos a nuestra propuesta ontológica, en tanto que cuerpo se refiere tanto al cuerpo como entidad física, como a cuerpo como entidad biológica. De este modo y precisando y desarrollando los géneros de materialidad del materialismo filosófico de Bueno hablamos de M1 materia sustancial como unidad de todos los seres como entidades espaciales tridimensionales, de M2 como materia existencial que diferencia entre seres inanimados y animados, y M3 materia esencial que distingue entre esencias porfirianas, de los seres inanimados, esencias plotinianas de los seres vivos menos de los hombres y esencias platónicas que se refieren exclusivamente a los hombres. Desde estas mínimas consideraciones ontológicas propias, los cuerpos personales no pueden negar ni la sustancia física ni la existencia biológica. De aquí que el punto de partida biológico nos parezca un buen punto de partida para nuestro análisis, cosa que en todo caso todos ustedes podrán comprobar según los resultados de estos análisis sobre las identidades sexuales.

Reiterar que esto no es un problema resuelto, simplemente quiero indicar la complejidad de los temas que envuelve, y la necesidad de tomárselos en serio o en broma, pero en todo caso de manera persistente y afinada.{4}

Desde el punto de vista biológico la especie humana en tanto que especie animal tiene dos formas sexuales canónicas: macho, varón, hombre y hembra, mujer, dama. Hay que considerar también las personas que tienen un diomorfismo sexual alterado respecto al canon, a estas personas las calificaremos de no diomórficas según grados, ya que funcionalmente o fisiológica siempre habrá una forma dominante ya que son incompatibles, aunque también se puede dar el caso que no tenga tal funcionalidad en uno u otro sentido. Hablaríamos de tres formas sexuales: mujer, varón y no diomórfica o no definida completamente. Sobre estas formas biológicas se construirían las identidades sexuales, que aparece inmediatamente en las propias denominaciones lingüísticas que hemos adoptado en tanto que se separan de las de macho y hembra. Desde nuestro punto de vista estas formas sexuales biológicas son de una naturaleza ontológica completamente distinta del género gramatical, asociados a sus denominaciones, aunque tampoco son entidades megáricas, porque hablamos de la mujer y del varón. El problema relativo al género se plantea del siguiente modo:

Género –del lat. genus, -ěris.— es un término técnico específico en ciencias sociales que alude al “conjunto de características diferenciadas que cada sociedad asigna a hombres y mujeres” Entonces al hablar de género se está remitiendo a una categoría relacional y no una simple clasificación de los sujetos en grupos identitarios;{5}

Aquí hay dos consideraciones imprescindibles que hay que hacer. Primero, no cabe duda, nos parece, que la idea de clase social puede ser fundamental para la consideración del campo científico de la Sociología, pero también, no cabe duda, que las identidades sexuales desbordan ese marco. Nosotros por lo que llevamos dicho, hemos mencionado principalmente los aspectos biológicos y los aspectos jurídicos, aunque también hemos mencionado los físicos. Nos parece, por tanto, que para tratar este tema es imprescindible, sin negar las aportaciones valiosísimas e inevitables que desde la Sociología se puedan hacer, así como desde la Economía, la Lingüística, la Etnología o la Historia, pero también, no cabe duda, desde la Medicina, la Farmacia, desde la Estética etc., la filosofía, como hemos dicho.

Pero lo que más nos interesa del planteamiento de la Wikipedia es su confrontación entre la idea de identidad y la idea de relación como si fueran incompatibles. A nuestro juicio esto es un grave error y nos parece que se debe a un uso sustancialista de la idea de identidad, lo que tendencialmente provoca el peligro de un uso relativista de la idea de relación. No voy a desarrollar estos aspectos{6}. Aquí solamente sugerir que desde la común unidad de los cuerpos personales caben diferentes identidades sexuales. Y que desde el contacto o conexión carnales encaminadas al placer sexual caben diferentes relaciones sexuales.

Desde nuestra consideración de las identidades sexuales como parte de la Filosofía práctica y en concreto de la Ética, nos aproximamos a ellas como consideraciones del propio cuerpo con respecto a su naturaleza sensorial placentera sexualmente de al menos dos individuos. Dejamos de lado la involucración con animales, etc., y el caso solitario porque en ellas no se exige el reconocimiento muto de la propia identidad sexual por parte del otro. Aquí es fundamental distinguir entre Ética y Moral como hizo Bueno.

Las acciones y las operaciones normadas, orientadas a la preservación de la existencia, y a la constitución de las condiciones personales que, para esta preservación haya que establecer en cada caso, tienen una materia bien precisa, a saber las subjetividades individuales corpóreas; pero esta materia no es, sin embargo, por sí misma, de una naturaleza subjetivo-psicológica. Es decir, no se define formalmente como un sujeto que “busca el placer o la felicidad de los existentes”, sino su propia existencia operatoria (la felicidad o el dolor se darán como “armónicos” acompañantes; pero constituiría una distorsión de todo el sistema moral el erigirlos en objetos sustantificados de la y moralidad). Ni cabe tampoco hablar de “altruismo” o de “egoísmo de principio”, puesto que no estamos suponiendo que las acciones éticas van orientadas a preservar al otro en cuanto tal otro, ni a mí mismo en cuanto soy yo mismo, sino a cualquiera bajo la razón formal subjetiva corpórea humana existente.(…)
Pero, en cualquier caso, el principio fundamental de la vida ética o moral, tal como la hemos definido, se descompone necesariamente, y de modo inmediato, en dos leyes generales correspondientes a los dos contextos (el distributivo y el atributivo) en los cuales se da la existencia de los sujetos corpóreos. El principio fundamental de la sindéresis, aplicado al contexto distributivo establece, como deber general de la vida ética, la ordenación de las acciones y las operaciones a la preservación de la existencia de los sujetos corpóreos, en general, en su condición de individuos distributivos; aplicado al contexto atributivo el deber afecta también a los individuos, pero en tanto que son partes de las sociedades constituidas por los diferentes conjuntos de individuos humanos.
{7}

En esta línea excluimos el uso del dolor como elemento sensorial excitante porque en sus grados extremos amputación de una pierna o un brazo, o incluso la muerte, puede ser irreversible, lo que supone una falta de proporción entre el que causa el dolor y el que lo padece, lo que conlleva inevitablemente aspectos morales con repercusiones jurídicas muy importantes.

Por otra parte supondremos, para simplificar el tema, que tratamos con personas adultas fuera de la tutela familiar, por lo que dada las identidades sexuales todas serán igualmente aceptables y las abordaremos, por tanto, en su aspecto lúdico-festivo y que aunque puedan incluir el dolor de manera muy limitada, según dijimos, se desarrollarán bajo los polos placer-aburrimiento. Este aspecto ecualizador se ve reforzado por nuestra consideración ética de las identidades sexuales, ya que el cuerpo de cada persona en su parte más íntima. De esto modo nos referiríamos a las identidades sexuales como modos sexuales de la ética.

Estas identidades sexuales se establecerán de modo abstracto, es decir, como identidades fijadas a individuo humano adulto en un momento y tiempo determinado, ya que en principio supondremos una completa libertad para su elección o mejor adopción, y ya que las personas podrán variarla según su desarrollo personal tanto como por la identidad sexual con la persona con que quieran compartir ese contacto o conexión placentera íntima, aceptando o rechazando ese contacto concreto propuesto.

El caso de ocasiones con más de dos participantes conlleva la aceptación de las identidades de todos los participantes, lo cual dada la caracterización de las identidades sexuales supone o la homogeneización de los participantes o la mayor amplitud de las identidades sexuales involucradas. En principio para que la clasificación sea exhaustiva nos restringiremos al caso de dos participantes, el aumento del número es simplemente un análisis combinatorio de las posibilidades binarias. Además se debe tener en cuenta, que si el número aumenta en exceso, debido a la extensión de los propios cuerpos, se dificulta o incluso se imposibilita el contacto de todos con todos de manera simultánea y se llega finalmente a una reiteración de las caracterizaciones binarias de modo sucesivo.

Dividiremos así las identidades sexuales en dos clases básicas, por un lado, las identidades sexuales con forma sexual definida y las identidades sexuales con forma no definida completamente. Las identidades sexuales con forma definida se dividen en tres según que acepten el comportamiento marcado biológicamente y las que no; y estas segundas se dividen a su vez en dos según que su no aceptación de su forma biológica no conlleve un cambio brusco tecnológico de su cuerpo o sí (transexuales). A los que aceptan su forma sexual los llamaremos heterosexuales y los dividiremos en dos, según potencien de manera acusada sus rasgos sexuales característicos o no lo hagan. Entre los que no aceptan su forma sexual pero no proceden a un cambio brusco tecnológico incluimos a las lesbianas, gays y dos bisexuales según se parta de mujer o varón. Dentro de los transexuales caben tres alternativas: los que aceptan su transformación tecnológica y busca heterosexualmente —dos casos según se parte de varón o mujer—, los que no aceptan su transformación y buscan homosexualmente, igualmente dos casos, y los que independientemente de que acepten o no su transformación buscan bisexualmente, dos casos.

Los comportamientos bisexuales implican un mínimo de promiscuidad, ya que dado, por ejemplo, un varón bisexual mantiene a lo largo de vida una relación sexual con la misma o con solo damas no se le podría catalogar de bisexual y de hecho su comportamiento sería heterosexual a pesar de que su conducta hubiera sido en este caso altamente promiscua y precisamente, en este caso, contra ella.

Nosotros hemos partido de un supuesto médico o médico quirúrgico, para ser más precisos, y es que el sistema reproductor sexual tanto de las mujeres como de los varones es inextirpable e no trasplantable, y por tanto, siempre habrá que partir de la forma sexual biológica por lo menos para las personas con forma sexual definida. En cuanto al grupo de personas con sexualidad no completamente establecida se podrán definir muchos grados, pero supondremos, simplificando, que siempre se podrá establecer una forma dominante, y desde ella simplemente duplican los casos de identidades sexuales de las personas con formas sexuales definidas. Para estas identidades sexuales las transformaciones médicas tendrán un indudable peso terapéutico dependiente de la alteración funcional y anatómica, aunque se podrán llevar a delante transformaciones bruscas de modo heterosexual o drásticas de modo transexual.

De este modo con forma sexual definida habría 14 identidades sexuales definidas y 28 con forma sexual no definida completamente. En total 42 identidades sexuales diferentes. Ahora bien la identidad sexual no sólo se refiere a la identidad sexual de una persona y lo que busca, sino al propio contacto de dos personas adultas en tanto que forma básica de conexión sexual íntima placentera, es decir, a lo que encuentran. De aquí que las conexiones sexuales puedan tratarse como relaciones sexuales, es decir, que las identidades sexuales involucran relaciones sexuales. De este modo habría 42 sobre 2 combinaciones de identidades sexuales, es decir, 861 identidades sexuales. Si consideramos a las identidades sexuales establecidas a partir de formas sexuales no definidas completamente como muy minoritarias, tendríamos 14 sobre 2 combinaciones, es decir, 91 identidades sexuales definidas.

Ahora bien, las identidades sexuales pueden tolerar sólo una o varias, en la línea de las bisexuales, lo que supone un aumento potencial del número de identidades sexuales y conlleva un aumento variable de la promiscuidad, aunque no a la inversa, para definir estas identidades sexuales. De manera que una identidad sexual puede tolerar únicamente desde la suya o una en concreto hasta todas las demás, incluida la suya. Esto elevaría potencialmente las posibilidades de identidades sexuales, pero tal interpretación se puede reinterpretar como una sucesiva de la alteración de las 42 posibilidades básicas si consideramos a las formas sexuales no definidas completamente, y de las 14 si sólo consideramos las definidas sexualmente, por lo que es conveniente dado que la propia idea de identidad sólo tiene sentido si se mantiene en el tiempo, definir una identidad sexual comodín que podríamos llamar intersexual para asumir esta elevación potencial de las identidades sexuales de modo unitario, ya que podríamos establecer dos tipos de identidades sexuales básicas: las que se mantienen en el tiempo y las que no. Así tendríamos un total de 903 identidades sexuales básicas totales, y un total de 105 identidades sexuales si sólo consideramos las construidas a partir de las formas sexuales definidas.

Los criterios que hemos utilizado se encaminan únicamente a la clasificación exhaustiva de las identidades sexuales como modos sexuales de la ética, no pretenden reflejar la mentalidad de ninguna persona en particular, ni mucho menos un principio práctico rector de nadie, ya que cada persona puede enfatizar más o menos su sexualidad en el sentido lúdico-festivo respecto a su cuerpo, en tanto que parte de su dimensión ética, que incluye de todas maneras otras facetas, como el descanso, la alimentación, el deporte, etc. Además la ética no es la única dimensión de la filosofía práctica, sino que ésta se halla entretejida con la dimensión ecológica referida al medio ambiente, la dimensión moral, donde se sitúa el trabajo, la familia y la participación en todo tipo de instituciones, incluyendo, por ejemplo, el colectivo LGTBI (Lesbianas Gays Transexuales Bisexuales e Intersexuales), o la dimensión religiosa o trascendente.

Por otra parte estas identidades sexuales deben ser protegidas por el Estado en tanto que pertenecen a ciertas personas, habilitando espacios para su expresión libre especialmente cuando son minoritarias y contribuyen al desarrollo de la nación respetando su marco jurídico. Por otra parte, esto no quiere decir que todas las identidades sexuales deban tener un peso institucional equivalente, ya que esto dependerá del arraigo de cada una de ellas y de otros factores relativos a la eutaxia del propio Estado, como por ejemplo, la reproducción de nuevos ciudadanos o en su caso la adopción.

Aquí quisiera sugerir un problema práctico relativo a las identidades sexuales tal como las hemos presentado. Y es que su aspecto lúdico-festivo, en cierto modo las hace incapaces de fundar una filosofía práctica completa, ya que rompe la coimplicación entre la ética y la moral de la que hemos partido. Dicho de otro modo, los modos sexuales de la ética no pueden fundar una filosofía práctica como marco trascendental especial de los hombres. Aquí sería interesante señalar lo siguiente:

La castidad implica un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y obtiene la paz, o se deja dominar por ellas y se hace desgraciado. “La dignidad del hombre requiere, en efecto, que actúe según una elección consciente y libre, es decir, movido e inducido personalmente desde dentro y no bajo la presión de un ciego impulso interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad cuando, librándose de toda esclavitud de las pasiones, persigue su fin en la libre elección del bien y se procura con eficacia y habilidad los medios adecuados”.{8}

Dicho en términos menos comprometidos, la polaridad placer-aburrimiento es demasiado pobre como un eje de la Filosofía práctica, quizás una polaridad más rica sea la de placer-castidad.

——

{1} https://who.int/topics/gender/es, 15 de septiembre de 2019.

{2} Constitución española, Congreso de los diputados (2000), pág. 17.

{3} Consulta por Internet al Diccionario de la lengua española, edición del tricentenario realizada el domingo 15 de septiembre de 2019.

{4} Aquí sería interesante consultar y seguir la pista a Santo Tomás en la Suma Teológica y su idea de género en su argumentación de que no es aplicable a Dios I, q3 a5; y en su delimitación de la naturaleza humana como obrar, en I-II, q1 a1 (en cambio). También sería útil seguir la pista en el Diccionario filosófico de Pelayo García Sierra, en todas las entradas que hacen referencia a la idea de género y que nos remiten a obras de Gustavo Bueno.

{5} Género (ciencias sociales), Wikipedia, la enciclopedia libre, consultada el 15 de septiembre de 2019.

{6} Remito al lector interesado en la idea de identidad a los tres artículos de Gustavo Bueno titulados “Identidad y unidad” (El Catoblepas, 2012, nº 119-121). Para la idea de relación las magistrales lecciones del mismo Gustavo Bueno, “Filosofía de las relaciones” (curso 2011-2012 de la Escuela de Filosofía de Oviedo, EFO).

{7} Gustavo Bueno, El sentido de la vida, Pentalfa (1996), págs. 56-58.

{8} Catecismo de la Iglesia Católica, Asociación de editores del catecismo (2005), nº 2339, pág. 621, disponible en internet en la página del Vaticano https://w2.vatican.va/content/vatican/es.html

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