El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas · número 194 · enero-marzo 2021 · página 3
polémica

El Ego trascendental y la materia ontológico general indice de la polémica

Carlos M. Madrid Casado

Se da respuesta a un crítico de la ontología del materialismo filosófico, exponiendo que la supuesta rectificación es, en realidad, una mutilación de la ontología materialista

esquema
Esquema de la “rectificación” que se propone de las seis ideas cardinales del sistema del Materialismo filosófico

1. En su artículo titulado “Rectificación ontológica general”, Daniel Cerezo Duarte plantea que:

«urge someter a crítica la ampliación de la ontología materialista al plano de las ideas trascendentales de la metafísica, de materia ontológico general [M], ego trascendental [E], y mundo antrópico [Mi], con las que se pretende dotar al sistema de una unidad analógica que pervierte la sinexión o ensamblaje estructural de los géneros de materialidad como dimensiones del ser.»

En un texto envuelto en un ejercicio en ocasiones oscuro y confuso de términos tomados del materialismo filosófico, el autor la emprende contra estas tres ideas cardinales del materialismo filosófico (Mi, E, M) y, en especial, contra la idea de materia trascendental, contra la idea de materia ontológico general M.

Ahora bien, ocurre que la supuesta rectificación de la ontología del materialismo filosófico que el autor propone se trata más bien de una deformación o mutilación de su ontología general e, incluso, de su ontología especial (y de aquí el esquema con que se abre este artículo). En efecto, para Cerezo Duarte,

«La idea “traza” que nos proponemos rectificar es que sea el ego antrópico el operador de la sinexión de los géneros de materialidad, según dice Bueno en los Ensayos Materialistas.»

Retirado E, en cuanto eslabón entre la ontología especial y general, habría también que retirar M e, incluso, Mi, a no ser que –como parece presuponer el autor– la reunión de los géneros de materialidad en Mi viniera dada por un ego no antrópico o zootrópico (¿Dios Padre?) o per se, recayéndose así en un monismo mundanista del orden (como explicaremos al final).

2. El problema es que todos los argumentos esgrimidos por Cerezo Duarte, todas las contradicciones que deduce de la ontología materialista, se basan en una interpretación errónea de la idea de materia ontológico general. Su argumentario descansa en una comprensión incorrecta de M. Veámoslo.

A su entender,

«si los géneros de materialidad y las categorías en ellos integradas se disuelven en la materia ontológico general cuando el ego no realiza la reunión, se infiere que cuando la realiza géneros de materia y categorías emergen de la materia ontológico general.» [cursivas nuestras]

De manera que, a su juicio,

«la función de lectura del sistema sigue el mismo orden procesionista descendente de emergencia de las materias determinadas desde la entidad puramente indeterminada.» [cursivas nuestras]

Es decir, el autor convierte la idea límite de materia ontológico general M, fruto del regressus de E desde los contenidos del mundo Mi, en un primum cognitum desde el que postula el progresuss –por medio de sucesivas emergencias, según nos dice– hacia los géneros de materialidad M1, M2, M3.

Pero, para Gustavo Bueno, M es una idea límite crítica, no la fuente de la que emanarían de modo procesionista las morfologías del mundo. Se trata, empero, de una idea filosófico-crítica a la que se apela apagógicamente en determinados contextos. Por ejemplo, mediante la metáfora del filtro, para conculcar que nuestro mapa del mundo sea absoluto y no relativo a nuestra escala antrópica: E filtraría ciertos contenidos de M y no otros, configurando un mundo a escala antrópica Mi; pero más allá de Mi no habría nada, nada categorizable (Bueno 2016, 246). O, mediante la metodología de la anamórfosis, para arrumbar que la aparición de ciertas estructuras –como las que tienen que ver con M2 (la vida, la mente, &c.)– quede efectivamente explicada por las metodologías de la reducción, la emergencia o la creación a que recurren frecuentemente científicos, filósofos y teólogos. Es de este modo que la idea de materia ontológico general M cumple su función en el sistema de desustancializar toda realidad mundana (Bueno 1972, 182).

Conviene insistir en este punto: el primum cognitum del materialismo no es M sino Mi (Bueno 2016, 46). En consecuencia, M no es previa a Mi (Bueno 2016, 295). O, por decirlo con otros términos, M no es la materia prima aristotélica, de la que emergerían en procesión –como quiere el autor– M1, M2 y M3 (Bueno 2016, 303).

3. Todo el artículo de Cerezo Duarte se sustenta sobre esta interpretación errónea de M que acabamos de poner de relieve. Sólo apoyándose en esta tesis falsa puede el autor llegar a confundir el materialismo filosófico con la metafísica presocrática o el idealismo alemán:

«Este regressus a una entidad indeterminada pura que asume la totalidad de potencialidades del mundo supone desbordar el horizonte de la filosofía académica platónico-aristotélica (symploké), para converger con los esquemas de la metafísica presocrática, del uno parmenídeo, del apeiron de Anaximandro, del migma de Anaxágoras o de los átomos de Demócrito.»

«Por esta vía el materialismo ontológico general queda plenamente identificado con el idealismo, sirviendo de armazón común del idealismo trascendental kantiano y schopenhaueriano, del idealismo absoluto de Fichte y Hegel, y hasta del "idealismo material" de Berkeley. En efecto, la materia trascendental es conciencia lógica, voluntad y percepción, una realidad divina y absoluta.»

Esta rapsodia de identificaciones gratuitas no se sigue, porque se basan en una premisa falsa, en una lectura sesgada del papel que M juega en el sistema del materialismo filosófico. Que desde la idea de M podamos reconstruir el apeiron de Anaximandro, la materia prima aristotélica o el noúmeno kantiano no implica que desde el apeiron de Anaximandro, la materia prima aristotélica o el noúmeno kantiano se pueda reconstruir la idea de materia ontológico general. Coordinar no es identificar.

4. De igual manera, tampoco se siguen todas las demás contradicciones que Cerezo Duarte extrae a partir de su interpretación equivocada de la ontología general materialista (como, por ejemplo, la acusación de que Gustavo Bueno confina la lógica al tercer género de materialidad, cuando el propio Bueno siempre subrayó la necesidad de términos, operaciones, referenciales y fenómenos en toda ciencia, incluyendo la lógica formal).

5. Resta una última cuestión y es calibrar la dirección y el sentido de la rectificación ontológica que propone Daniel Cerezo Duarte. A nuestro entender, ambos son claros, como evidencian ciertos pasajes de su artículo.

Como va dicho, el autor comete la falacia del hombre de paja como consecuencia de anteponer el progressus de M a Mi al regressus de Mi a M. Una y otra vez el autor recorre las ideas cardinales del materialismo filosófico en un sentido descendente, tomando como punto de partida la materia ontológico general: MMiE (una ordenación, por cierto, característica de la filosofía antigua, y completamente distinta a la que hace el materialismo filosófico: MiEM, donde el punto de partida es siempre la materia determinada).

Retirada la idea cardinal de M, Cerezo Duarte planea transformar la ontología del materialismo filosófico en una ontología mundanista (M = Mi), donde sólo quede el plano de la ontología especial, toda vez que el plano de la ontología general ha sido arrasado y con él el Ego trascendental E. Pero sin E, no existe Mi (Mi = E); porque E es el que totaliza y engloba los tres géneros de materialidad M1, M2 y M3 en eso que llamamos mundo (Bueno 2016, 296-301).

A no ser, claro, que Cerezo presuponga un ego no antrópico o zootrópico que totalice los géneros (¿un Dios creador?) o, sustitutivamente, suponga que la unidad del mundo viene dada per se, gratuitamente. Esta última opción es, precisamente, la que parece abrazar el autor:

«las categorías componen un orden integrante sinecoide de independencia distributiva de cada una de ellas por la conexión de sus partes formales y vinculación atributiva al todo del universo mediante sus partes constituyentes.» [cursivas nuestras]

Estamos ante un monismo del orden, que concibe el mundo como una jerarquía ordenada:

«la Scala Naturae se compone, en el primer grado de abstracción, de un orden integrante sinalógico descendente, con la física, y de un orden isológico ascendente con la química. En el segundo grado de abstracción, el orden sinalógico integra la geometría y el isológico, la aritmética. En el orden de partes constituyentes nos encontramos con la termodinámica como categoría ontológica estromática, susceptible de conjugar con cualquier otra categoría científica. En el tercer grado de abstracción damos con la biología, como orden de codeterminación isológica de componentes primogenéricos (metabolismo) a través de totalidades primosegundogenéricas sinalógicamente codeterminadas por relaciones terciogenéricas.» [cursivas nuestras]

Como puede apreciarse, Cerezo Duarte defiende en el fondo un monismo continuista, en las antípodas del pluralismo discontinuista propio del materialismo filosófico. No deja de resultar paradójico que el autor termine cayendo en aquello que precisamente critica a Gustavo Bueno (procesionismo, emergentismo, &c.).

Sin perjuicio de los graves errores del artículo comentado, ciframos el interés de estas líneas en enseñar, por contraposición, el papel que la materia ontológico general desempeña en el sistema del materialismo filosófico, a la manera que Bueno hizo con el Ego trascendental en las últimas páginas de su libro, al mostrar en qué se diferencia el Ego trascendental al que apela el materialismo filosófico del demiurgo platónico o el Nous aristotélico (Bueno 2016, 332-348). En este aspecto, el artículo de Cerezo Duarte muestra el callejón metafísico a que conduce prescindir del Ego trascendental y la materia ontológico general.

Referencias citadas

Gustavo Bueno (1972): Ensayos materialistas, Taurus, Madrid.

Gustavo Bueno (2016): El Ego trascendental, Pentalfa, Oviedo.

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