El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas · número 194 · enero-marzo 2021 · página 11
Artículos

Esteban Roldán Oliarte,
el falangista que escribió La traición de los Franco

Jeroni Miquel Mas Rigo

Se desvela al periodista catalán, autor del folleto, que se ocultaba bajo el seudónimo de Luis Pagés Guix

 
Introducción

bandera

En el año 1938, se publicó el opúsculo La traición de los Franco. ¡Arriba España! Imp. de Sánchez, S.A., Madrid, 28 págs.{1} El título hace referencia a los hermanos Nicolás y Francisco Franco. Existe una versión en catalán, La traïció dels Franco, con un subtítulo: Revelacions d’un falangista que ha viscut de prop la incapacitat i el terror del general rebel i el seu germà Nicolau i l’absència total de govern i organització en la zona salmantina, Comissariat de Propaganda de Catalunya, Barcelona, 1938. La edición catalana va precedida de una introducción del traductor anónimo.{2} Según el autor de la introducción:

He aquí el testimonio de un falangista de buena fe que creía en la posibilidad de una renovación hispánica con base en las viejas clases aristocráticas; que había creído en las pamplinas de José Antonio Primo de Rivera y que los grandes latifundistas darían las tierras para dar pan a los trabajadores; que había creído que Salamanca y Burgos podrían ser lugares higiénicos, en el doble sentido físico y moral de la palabra. (pág. 8) [La traducción es mía.]

En 1967, Southworth consideró el folleto, «junto con el libro de von Haartman, la fuente más importante que tenemos sobre los incidentes de Salamanca en la noche del 16 al 17 de abril –y sobre tal punto más verídico que el libro de García Venero o el de Payne.»

Como autor del folleto figura un desconocido Luis Pagés Guix (en la versión catalana, Lluís Pagès Guix). Siempre se ha sabido que se trataba de un seudónimo, pero nunca se ha conocido al autor real del documento. Ha habido varias hipótesis al respecto:

a) La de Ricardo de la Cierva, que consideraba que se trataba de un panfleto elaborado por los servicios de propaganda del Gobierno del Frente Popular. Evidentemente, esa hipótesis era la que el régimen franquista hubiese querido.

b) Debido a los elogios que se hacen en el texto de Rafael Garcerán, se ha supuesto que este sería su autor. Esta era la opinión de García Venero,{3} y este sería el motivo por el cual no concede ningún valor al opúsculo. También Alcázar de Velasco, que era amigo de Garcerán, dio a entender de forma diáfana, aunque sin decirlo expresamente, que Garcerán era el autor.{4} Este, que había sido socialista, fue siempre un personaje controvertido en el seno de la Falange (los hedillistas incluso negaban que hubiese sido falangista antes de la Guerra, no obstante ser pasante en el bufete de José Antonio). Garcerán, por su parte, no se pronunció nunca al respecto y tampoco, que sepamos, escribió nada sobre los sucesos de Salamanca{5} (ni sobre la Falange en general, excepto un minúsculo folleto que, más adelante, mencionaré).

La atribución a Garcerán de la autoría del folleto fue rechazada por Southworth con fundamento en el testimonio de Julián Zugazagoitia.{6} Según este, que fue ministro de la Gobernación en el Gabinete de Negrín, Pagés era «un falangista que realizó el viaje desde el Japón, donde se encontraba al producirse la rebelión, para incorporarse a ella como soldado de filas».

c) Que fue escrito por Vicente de Cadenas y Vicent, que había sido nombrado por José Antonio jefe nacional de Prensa y Propaganda de Falange. Cadenas, que se negó a aceptar la Unificación impuesta por Franco, se exilió, primero en Francia, y después en Italia. Esta hipótesis no tenía fundamento, pues Cadenas había dado su apoyo a Hedilla. Por otra parte, él siempre negó ser el autor del folleto,{7} como negó haber creado, con otros camaradas exiliados, la fantasmal Falange Española Auténtica (aunque sobre esto último no fuese muy sincero)

d) Por último, en un reciente trabajo –«Juan B. Bergua, Mola y la Falange» (El Catoblepas, núm. 191, verano 2020)–, apunté la posibilidad de que el autor fuese el falangista mallorquín Martí Pou Rosselló, que había sido jefe de FET y de las JONS en las Filipinas, y añadí: «dejo para otra ocasión profundizar en esta hipótesis.» Pues bien, una vez que he profundizado en ella, debo rechazarla de plano, por cuanto el autor del folleto es, sin ningún género de dudas, el periodista y escritor catalán Esteban Roldán Oliarte.

II. Algunos (pocos) datos biográficos de Esteban Roldán Oliarte

Con excepción de su obra bibliográfica, son muy escasos los datos biográficos que conocemos de Esteban Roldán Oliarte. Jorge Domingo Cuadriello, en su «Diccionario bio-bibliográfico de los republicanos españoles exiliados en Cuba», que constituye la segunda parte de su libro El exilio republicano español en Cuba (Madrid 2009), nos informa de que:

Esteban Roldán Oliarte. (Cataluña). Escritor. Al menos cursó algunos estudios de la enseñanza superior y seguidamente ente Barcelona publicó los ensayos Francia y los católicos españoles (1915) y España, Francia y Alemania (1918). Unos años después marchó a América, recorrió varios países hispanohablantes, principalmente Venezuela, y publicó en San José de Costa Rica los siguientes libros, que escribió, según suponemos, por encargo del dictador Juan Vicente Gómez: Venezuela adentro (Treinta años de política) (1928), El libro de Venezuela (Administración y Política) (1929), Venezuela ante el centenario de Bolívar (1930) y Bolívar entre dos Américas, 1830-1930 (1931). También dio a conocer en 1930 La monarquía y los partidos políticos de España. En 1931 se hallaba en Madrid y simpatizaba con la causa republicana.{8} Sin embargo, al estallar la GCE [Guerra Civil Española] se encontraba en Japón, supuestamente como portador de una misión del gobierno de Costa Rica. Marchó entonces a China, en septiembre de 1937 se hallaba en París y al menos a fines de 1938 se encontraba en LH [La Habana]. Fue quien concibió, estructuró y ejecutó, con la ayuda del escritor catalán José María Labraña Oriol y los cubanos Emilio Roig de Leuchsenring, historiador, y Fernando Caíñas Viñas, naturalista, la monumental obra Cuba en la mano. Enciclopedia popular ilustrada (1940). En 1941 se marchó de la Isla y de acuerdo con algunas versiones en 1948 residía de nuevo en Madrid. (pág. 501-502)

Al parecer nació en Esplugues de Llobregat (Barcelona), allá por el año de 1889,{9} sin que sepamos el lugar ni la fecha de su fallecimiento. Según nos informa el mismo Roldán, militó en el tradicionalismo hasta la muerte del pretendiente carlista don Jaime de Borbón (1870-1931), y que, a mediados del segundo decenio del siglo pasado, junto a su maestro Salvador Minguijón{10} y el catedrático Carlos Ruiz del Castillo{11}, inició «la cruzada que se denominó del minimismo tradicionalista.»{12} También sabemos que dirigió el semanario tradicionalista Reacció de Barcelona y fue redactor de El Correo Español de Madrid, y que en 1920 emigró a América.{13}

A las obras que cita Domingo Cuadriello, hay que añadir:  el folleto El sentido del gobierno propio (1931); El General Juan Vicente López (1933); España después de la Monarquía (1936), este pequeño libro fue editado en Shanghai (China); De Rizal a Quirino (1950) y La expansión japonesa (Japón en Asia y en el Mundo) (1938), editado en París. Este último libro dos interesa por dos motivos: uno, porque se publica «Bajo la advocación de José Antonio: Por su ideario imperial de hispanidad, por su política civil y proletaria, por su martirio.»; otro, porque anuncia que tiene en preparación dos libros: Costa Rica por dentro (Democracia, libertad y hospitalidad) y La guerra en España (Reseña documentada de la evolución política de las «dos» Españas). Lamentablemente (y lo digo sobre todo por la segunda), no me consta que estas dos obras llegasen a publicarse.

Domingo Cuadriello, en nota al final del texto, comenta:

La trayectoria política de Esteban Roldán Oliarte, hasta donde la conocemos, resulta algo contradictoria y zigzagueante. Incluso, de acuerdo con alguna versión, en realidad era partidario del fascismo italiano y admirador de Mussolini y su rechazo a Franco obedecía a que éste no encarnaba el verdadero ideal falangista de José Antonio Primo de Rivera. Nosotros, con cierto temor a equivocarnos, hemos decidido incluirlo en esta relación de exiliados republicanos españoles tomando muy en cuenta el criterio sobre él expresado por el historiador cubano Emilio Roig de Leuchsenring […]. (pág. 612-613){14}

Roldán era vieja guardia de la Falange barcelonesa{15} y los motivos que le llevaron a militar en el partido de José Antonio Primo de Rivera fueron: «Me separé del Tradicionalismo por su influencia política [sic] y me adscribí a Falange por su sentido tradicional, pero vivo, actual y moderno.»{16} Por una carta dirigida a Franco (8.II.1937), nos enteramos que había dejado de prestar servicio activo en la Falange «por el ambiente que se respiraba en los organismos centrales y directivos y por la calidad del personal de arriba de nuestra agrupación.»

Gracias a la carta que, desde Salamanca, escribió el 27 de febrero de 1937 al cardenal arzobispo de Toledo, Isidre Gomá,{17} que se hallaba en Pamplona, sabemos que el 25 de julio de 1936 se encontraba en Japón{18} y tuvo:

completa información de lo que ocurría en España y de la calidad de los generales que habían encabezado el movimiento recuperador. Hice gestión entre el Gobierno de S.M. Imperial del Japón para que fuera reconocido el de la Junta de Defensa de Burgos, en vista de que el Ministro de España no lo hacía indeciso sobre el camino a seguir y temeroso, desde luego, de equivocarse en cuanto a su interés personal y de carrera.{19} Publiqué una crónica en el diario de más tiraje y prestigio en Tokio y Osaka, explicando al pueblo nipón el alcance del movimiento y su significado espiritual y político y, abandonando mis asuntos todos, regresé a España incorporándome, desde el primer momento, en la Centuria «Virgen de Montserrat» de Falange Española{20} y luchando con ella en la línea de fuego del frente de Santander (sector Espinosa de los Monteros){21} por espacio de tres meses hasta que nuestros jefes por vía de descanso nos enviaron a Leganés (Madrid) en otros servicios. Fue desde aquel pueblo que escribí a S.E. dándole cuenta de mi regreso a la Patria, puesto que durante la primera etapa de combatiente no pude. He cumplido, pues, pese a mis 47 años de edad, con mi deber de soldado de España, amén de las tribulaciones de orden familiar ya que mi hermano Rdo. Pablo, según informe, había sido asesinado e ignoraba, entonces, la suerte de mis tres chiquillos hoy felizmente salvados y libertados.

Ignoramos cuándo y cómo empezó a relacionarse con Franco. En las cartas que le escribe se presenta como amigo suyo, aunque guardando, lógicamente, el tratamiento protocolario debido al Jefe del Estado: «Yo he sido un lealísimo servidor de España y de S.E, desde el principio del movimiento –y huelgan ahora pruebas puesto que S.E. conoce la mayor parte de ellas– y tengo fe plena en su honestidad y rectitud.»; «Conoce S.E. mi pensamiento por mis cartas y mensajes.»; «mi condición de leal servidor y amigo de S.E.»; «inquebrantable servidor y amigo semper ídem».{22} Como veremos más adelante, Roldán actuaba como un espía de Franco dentro de la Falange, hasta el punto de permitirse indicarle qué nombres debía incluir y cuáles debía rechazar para formar la Junta Política del partido unificado (FET y de las JONS). La primera carta dirigida a Franco, de la que tenemos constancia, data del 6 de noviembre de 1936, y en ella ya se atreve a aconsejarle:

Quédese en la cima de su alta autoridad y Magistratura y no descienda. Cuide y adscriba a su Autoridad al Ejército para que permanezca seguro y ajeno al rodar y cambiar de las ambiciones partidistas y deje que la nueva España se forme bajo la dirección de sus jefes políticos naturales y la supervigilancia de V.E.

También actuaba de informador del cardenal Gomá sobre la situación política de España y de la Falange. Además, le enviaba copia de las cartas que había escrito a Franco (que eran confidenciales). Gomá, en carta dirigida al cardenal Pacelli (futuro Papa Pío XII), consideraba a Roldán «un informador que me merece toda la confianza.»{23}

El cónsul Manuel Vázquez nos dejó este interesante y perspicaz retrato de Esteban Roldán:

Llegó a Shanghai y aquí vivió algún tiempo dando algún sablazo, hasta que volvió a Japón, llamado por aquellas autoridades —decía— con mil excusas. Después ha escrito desde Italia y parece que marchaba a España. En una carta suya, que he visto, manifiesta que «está llamado a desempeñar un papel en la gobernación de nuestro país y que lo menos que pudiera suceder, por ahora, sería volver al Extremo Oriente con una importante misión diplomática». De lo oído a cerca de él infiero que se trata de unos de esos “escritores vagabundos” más o menos conocidos que a veces nos tropezamos en la América Hispana y mucho desparpajo y poca ropa se lanzan a descubrir de nuevo el continente y hacen libros de encargo como “Venezuela adentro” por encargo del exdictador Juan Vicente Gómez… Ha pasado años en algunas repúblicas hispanoamericanas, especialmente en Costa Rica […] bien podría ser uno de esos aventureros que se acuerdan de regresar a España en río revuelto y la carta que antes me refiero, como el trato sostenido aquí con españoles descalificados me lo hacen sospechar […] he visto una carta suya y dice que no habla de la situación española y si de lo que le interesa, del enchufe y en nuestra carrera […]. Así que también convendría enterarse quién es ese individuo. Pedí informes a Tokio, pero como no me llegan…{24} [La cursiva es mía.]

III. Esteban Roldán Oliarte escribe al cardenal Gomá

En la carta antes mencionada de 27 de febrero, relata al cardenal catalán Gomá que, con motivo de entregar un folleto a la imprenta, se fue a Salamanca (para que Franco le diese el visto bueno){25} y comenzó nuevamente a interesarse por la política de retaguardia. En el folleto, nos dice, concretaba su pensamiento político en el argumento de que debía gobernar la concentración de fuerzas que actuaban en el frente de combate: Falange, Tradicionalismo y Ejército. Cree que la solución para España es la Monarquía, pero su retorno no puede ser brusco; sino que «su restauración debe ser preparada paulatinamente por propaganda sana, diluida en la presa diaria, y sin estridencias.» Mientras tanto, debe irse a un gobierno dirigido y sometido a la autoridad del Generalísimo y con Mola de presidente del Consejo. Que, para ello, se trasladó a Roma y que «S.M. el Rey Alfonso y S.A. el infante Don Juan están totalmente identificados con este criterio que le expongo a S.E.»

El Generalísimo [sigue relatando al cardenal] no ha sabido, por carecer del sentido político y no darse cuenta de la realidad que le circunda, atraerse a esos elementos de la Falange que podían darle resuelta la casi totalidad del trabajo político. Claro está que no toda la culpa esté en Franco, o en sus colaboradores cercanos, porque es evidente que el Generalísimo no puede confiarse plenamente a un hombre menos que mediocre y con audacia –me refiero a Hedilla, temporalmente presidente de la Junta de Mando Provisional–, el cual además de no saber nada de nada, puesto que ni esos tres discursos que hasta ahora lleva pronunciados son de su pluma, sino escritos por secretarios a sueldo, de esos en que abunda el panorama político español, no posee dotes de mando. Porque aun siendo un analfabeto,{26} naturalmente en relación con la función de gobierno y hegemonía que pretende ejercer, podría aceptarse si fuese hombre de mando y autoridad, dotes de que carece pues durante su presidencia temporal en la Falange, se han relajado todos los resortes de respeto y disciplina, tal y como los dejara el querido José Antonio, y con la agravante de funcionar una checa hedillista para ir eliminando rivales. ¿Qué sería de un gobierno con la hegemonía del grupo hedillista? No quiero ni pensarlo, máxime, cuando en el orden religioso no posee la menor idea de lo que sea o deba ser el, digamos, estatuto, de la Iglesia de Roma en la nueva España.

Con la opinión que tiene de Hedilla, no es extraño que elogie a Antonio Luna («uno de mis camaradas que comparte la totalidad de mi pensamiento religioso y monárquico»){27} y a Rafael Garcerán (el ideólogo de la conspiración contra el jefe de la Junta de Mando Provisional de Falange).{28}

Otro de los hombres que debiera ser jefe de la futura situación de Gobierno, es el jurisconsulto Rafael Garcerán. Fue pasante en el bufete y compañero y colaborador íntimo de José Antonio. Es el Secretario General de la actual Junta de Mando y hombre de capacidad, de comprensión y de sentido social y cristiano. […] Este es un nombre que S.E. debe retener por lo que vale y por lo que jugará en la futura política. En el Cuartel General y Mola lo conocen, pero hasta ahora no han sabido apreciar su calidad y han creído que por el hecho de ser analfabeto Hedilla, el jefe provisional, los otros éramos de menor calidad. Esos generales no han sabido apreciar que la actual Junta de Mando se constituyó estando los valores auténticos en tierra de rojos.

Al final de la misiva explica su objetivo:

Una feliz oportunidad me ha permitido viajar y correr por todo el orbe en plan de estudio y de observación políticas porque, como le dije a José Antonio en una carta, creía en nuestra hora de ahora. Con el orgullo de mi apartamiento de los tiempos de los señoritos y de los snobs, con el pensamiento y la visión del mundo nuevo que se forjaba en el resto occidental y oriental, pienso aportar mi caudal. Creerá S.E. que, tal vez, sea excesivo en mi apetito personal o mi orgullo, pero no tema: he medido la capacidad de cuanto me rodea hoy. Y con la guía de maestros, y con el consejo de S.E., creo que llegaré a ejercer la hegemonía a que aspiro. Pero conviene antes dejar que el tiempo me permita la oportunidad de mostrarme y demostrarme desde puesto más modesto y en situación más clara: a disposición del Generalísimo, cuyo prestigio me interesa mayormente por la función que ha de ejercer y por lo que representa hoy de aglutinante, pero siempre dentro de la Falange, y con inteligencia con la Comunión Tradicionalista. […] Cerca de ellos [Franco y Mola] deslice mi nombre. No ha de pesar de S.E, ni a la Iglesia. Porque yo, ante todo y sobre todo, soy romano, ya que gracias a mi romanismo no he degenerado en demócrata o en parlamentario a lo Pérez Madrigal. Y hágalo pronto, para la mayor eficacia. [La cursiva es mía.]

Creo que sobran los comentarios. El ambicioso y pretencioso «romano» se postula para ocupar un alto cargo en la Administración franquista y para ello, sin ningún decoro ni recato, pide al cardenal que le recomiende ante Franco y Mola.

Dos meses más tarde, el 28 de abril de 1937, cuando el General Franco ja ha decretado e impuesto manu militari la unificación de las fuerzas que combaten contra el Gobierno del Frente Popular, vuelve a escribir al cardenal Gomá. En esta carta, atribuye a su amigo Antonio Luna la preparación del «golpe» contra Hedilla. A continuación, añade que

Estamos satisfechos de nuestra labor aun cuando no hayamos podido llegar al logro de nuestro objetivo por razón de los acontecimientos. Estaba en nuestra mente y en nuestro plan llegar a la unión con los tradicionalistas y hecha ésta solicitar la Jefatura Suprema de unión al Generalísimo. Es decir, lo mismo que se ha hecho ahora, pero de abajo a arriba y sin que existiera el quebranto que se ha producido por razón de los hedillistas.

Al final de la carta, vuelve a postularse, esta vez para miembro de la Junta Política de FET y de las JONS.

Aun cuando envuelva una ambición mía, legítima, no es por figurar que se lo hago sino al mejor servicio del Generalísimo, de la Falange y a los efectos de una mejor inteligencia con los tradicionalistas en cuyo partido he militado hasta la muerte de Don Jaime. ¿No podría Su Eminencia insinuar mi nombre como integrante para la Junta Política que falta por nombrar y desde luego como uno de los representantes de la Falange? Desgraciadamente en nuestra España continúan sin bautizar los que no poseen padrino. Todos andan por el mismo camino. Y sin tantos títulos o méritos. Y mi entrada en esa Junta o Secretariado supondría una garantía para el Generalísimo, para la Falange y un devoto servidor de la Iglesia de Roma.

El día anterior, o sea el 27 de abril de 1937, había escrito al General Franco haciendo un análisis de las personalidades de Hedilla y de los de conjurados contra el Jefe de la Junta de Mando Provisional:

Con su Decreto del 19 unificando Falange y Requetés y asumiendo S.E. la Jefatura, ha dado un gran paso para la integración del Partido Único y la desaparición de las luchas partidistas causa de las discordias, roces, querellas y consecuente disolución de España. […] Pues bien, mi querido jefe, en los nuevos organismos previstos por su Decreto no deben aparecer los nombres ni las representaciones de esos jefes que han producido los resultados que S.E. está contemplando con dolor y estupor. […] De Hedilla y los suyos, nada debe quedar. Hedilla ha introducido la indisciplina en nuestra Falange por su ambición y por su ineptitud que han corrido parejas en su actuación. […] De Garcerán no he de decir nada grave o malo, pues es uno de los pocos con capacidad allí en esta Junta de Desmando. Adversario de Hedilla, leal con S.E. pero falto de flexibilidad, pleno de desmedida ambición, incapaz de mala acción, víctima en los hechos del Sumario. […] Si el tribunal militar lo absuelve, como creo sinceramente (por lo menos en lo que sé de estas cosas del 17) no debe, cuando menos por larga temporada, ocupar puesto visible. De Agustín Aznar, tampoco debe hablarse con desprecio. Es un muchacho valiente que se distinguió en el período pre-revolucionario. Pero que no comprende ni entienda nada del arte del gobierno ni alcanza la responsabilidad de esta hora que vive España. […] Sancho Dávila es la figura que mejor puede en estos momentos darle unidad a la Falange y volverla a su cauce. […] De Antonio Luna partió la iniciativa del triunvirato como primer paso para eliminar el peligro de «Hedilla» y llevar a este último hacia la solución que prevé el Decreto de S.E. pero partiendo la iniciativa del mando de la Falange. Giménez Caballero, eminente por tantos conceptos, se recuerda que José Antonio lo señaló como un «caso» muy especial. Fue un detractor, sistemático de la obra de aquel genio a quien tanto debemos todos. Sean cuales fueron sus méritos en la Falange ese nombre significa traición hacia la persona de lo que es para todos sagrado: el Jefe.

En el epistolario publicado del Archivo Gomá, al que antes he hecho referencia, no ha quedado constancia de que el cardenal respondiese a las cartas del Roldán. Únicamente, hay una carta en la que Gomá acepta la petición de una audiencia, que al final no pudo realizarse por tener que estar Roldán, que se hallaba transitoriamente en Pamplona, «a disposición de mis jefes políticos» (Carta 27-II-1937). Sin embargo, esas cartas existieron.

IV. Esteban Roldán escribe La traición de los Franco

Sólo tres meses después de haber cursado la carta que acabamos de transcribir, Roldán escribirá (cobrando para ello del Gobierno del Frente Popular) el primer borrador de La traición de los Franco. No es objeto de este trabajo analizar el contenido de este folleto, que, por otra parte, ha sido estudiado por otros autores mucho más cualificados. La tesis de «Luis Pagés» es que Nicolás Franco manipuló a Hedilla para provocar los incidentes entre falangistas,{29} en Salamanca la noche del 16 al 17 de abril de 1937, con el resultado de dos muertos. Esto sirvió de pretexto para que su hermano, el Generalísimo, se hiciera con el control de la Falange y del Requeté. La consecuencia de todo ello es que se consiguió:

desviar una Revolución generosa y salvadora que, de haber saturado de su espíritu al nuevo Estado, a estas horas ya la guerra habría terminado, por que el ansia que domina a la familia hispana es la de la paz y la concordia. Y ésta es posible porque el orden moral que ha prevalecido y domina en la política del gobierno Negrín-Prieto, hace factible la entente y una posibilidad mucho mayor de reforma que la que cabe esperar de las tendencias del grupo que engañó a Franco y nos ha estafado a todos (La traición de los Franco).

En el folleto nos informa de que no ha renegado de sus ideales ni ha recibido agravio de persona alguna, ni se le ha molestado en lo más mínimo, que ha «salido de la España salmantina por espontánea voluntad propia, por libérrima decisión de mi espíritu. Allí están mis afectos y mis amistades y está todavía mi esperanza en el propio Fernández Cuesta.»

No conocemos la fecha en la que Esteban Roldán abandonó España y se instaló en París (Saint Marc Hotel), pero caber suponer que sería a finales del mes de mayo o a principios de junio de 1937; ya que, en La traición de los Franco, escribe que Rafael Garcerán sigue en la prisión, cuando este (que estaba acusado de insultos a la Guardia Civil) fue liberado de manera provisional el 8 de junio.{30} Sí sabemos que el día 23 de julio ja había concluido la redacción del primer borrador del folleto. Así, en la carta dirigida al embajador de la España republicana en París, Ángel Ossorio y Gallardo, el día 2 de agosto de 1937, escribe:

Como le ofrecí, el día 23 entregué la última parte del folleto limitado a las doce mil palabras que me señaló Xammar.{31} Algo desgarbada la forma por el retraso con que recibí mis baúles pero claro, lógico y exacto. Puede corregirse antes de entregarlo a la imprenta sin necesidad de perder un minuto. Estoy a sus órdenes. Y con gusto.{32}

Seguidamente, y después de hacer protestas de escribir con «franqueza sin reservas mentales ni omisiones sospechosas», le sintetiza su pensamiento con relación a la guerra y sus derivaciones. Sobre la Guerra, escribe:

No me cabe duda [de] que habrán de ganarla los militares. Por esto salí de España. Va a ser muy difícil que la República reconquiste el terreno perdido. […] El caso Madrid es singular. Y ciertamente ejemplar. Pero la toma de Madrid fue impuesta por Italia y Alemania antes de su reconocimiento y como condición justificativa ante el mundo internacional. Pero en los planes del C.G. de Salamanca Madrid figuraba como última fase de la guerra. Después han tenido que seguir por el buen ver. Pero tengo motivos suficientes para creer que el plan actual es el primitivo.

En su opinión, con la pérdida de Bilbao se perdió la oportunidad de ganar la guerra. No obstante,

Si militarmente Valencia sostuviese firmemente sus posiciones actuales, cabría una política de atracción de parte de la zona de Salamanca. Acentuar internacionalmente la posición conservadora del aquel Gobierno buscando, queriendo, a todo trance, un arreglo con el Vaticano. [Las cursivas son subrayados en el original.]

Después, propone buscar una aproximación con Queipo de Llano «no por lo que sí valga este General, sino por sus antecedentes republicanos, por su peso en la zona de Salamanca. Los hombres se mueven por ambiciones. Y Queipo las tiene, y grandes.» Finalmente, se pregunta:

¿No sería posible buscándole una fórmula honesta llegar a atraer alguna personalidad falangista que pudiera cooperar a un Gobierno de concentración nacional después de un tiempo de propaganda dilucida en la prensa? A unos y otros los une una preocupación social que podría ser un medio…

Termina la epístola haciendo referencia a su situación personal:

Yo vine –esa fue mi intención– a fin de colaborar de verdad para que la guerra no la ganen los militares. Ahora bien, si la Republica cree que puede ganar, yo no he dicho nada ni tengo vela en la procesión. Me alegraré, aun cuando sea por una razón negativa puesto que soy monárquico y en Salamanca no son más que militares. Su monarquismo es forzado. […]

Si Ud. ve que puedo aportar servicio yo se lo brindo con alma y vida. No pretendo vivir aquí cómodamente pagando la Embajada. (…) Desde el 24 nada hago y gasto un dinero que no poseo ni espero alcanzarlo. Me voy entrampando. ¿Por qué en un gesto de suma bondad y comprensión –siempre que a nada útil sirva o pueda servir– no me concede un billete para Centro América a donde iría a trabajar por mis pequeños, puesto que allá tengo buenos amigos? [La cursiva es subrayado en el original.]

Acaba diciendo que «Adjunto una carta que había recibido del Cardenal Gomá a los efectos de claridad en mi…»

Existe una carta, al parecer sin fecha (pero seguramente de finales de julio o de principios de agosto de 1937), del embajador Ossorio remitida a José Giral, Ministro de Estado, que no tiene desperdicio y en la cual analiza la conveniencia de la publicación del folleto de Roldán:

El falangista cumplió su palabra. Adjunto va el original de su libro, que ha trazado rápidamente y con entusiasmo. A mí me ha hecho un efecto magnífico:

Porque dice las verdades sin apasionamiento ni violencias.

Porque deja al desnudo las intimidades caciquiles del bando de enfrente.

Porque servirá para estimular a la Falange contra los otros y a los otros contra la Falange.

Porque fomenta los antagonismos entre Queipo y Franco.

Porque pide la desaparición de alemanes e italianos.

Porque hace justicia a la política sinuosa e insincera de Inglaterra.

Porque destaca con atractiva sencillez hechos y personas.

Y por otros muchos motivos que harto descubrirá usted.

El momento para la publicación es oportunísimo pues, por las noticias que llegan de España, las divisiones en el campo contrario son crecientes y profundas. Además, si es verdad y no mera invención de propaganda el hallazgo del papelito en el cadáver de un falangista, donde se dice que es preferible estar con los rojos antes que con los extranjeros, se demostrará que tal documento no tiene valor por sí sólo sino porque representa una corriente de opinión.

Lo desconcertante es el post-scriptum. Después de haber discurrido con serenidad y congruencia durante todo el largo texto, el autor descubre que los llamados a arreglarlo todo somos Negrín, Queipo, Antonio Luna, el arzobispo de Toledo y yo. Merecía la pena de conservar tan gracioso dislate, pero tengo miedo de que haya lectores escamadísimos que piensen ser éste el camino del pastel. Por eso me inclino a rogar al autor que suprima esos renglones. En cambio, dejaría de muy buen grado la propuesta de restauración de Alfonso XIII, pues ello constituye la garantía más firme de que no hay ningún republicano que haya tenido la habilidad de inspirar el trabajo.

En fin, ahora sólo me cabe esperar la decisión de usted. ¿Se imprime en España? ¿Se imprime en Francia? Preferible por varias razones sería lo primero, pero siempre que me enviasen Uds, las pruebas a corregir.{33}

El día 7 de agosto de 1937, Roldán escribe una nueva misiva al embajador que lleva por título: «Carta a don Ángel Ossorio y Gallardo contestando a una pregunta de este sobre motivos que tienen los falangistas para inclinarse hacia el general Queipo de Llano.» Transcribo los fragmentos que, en mi opinión, son los más interesantes:

El avance rápido de las tropas y la campaña de prensa dirigida por Nicolás Franco y su cohorte, levantaron la figura de Franco, en el espíritu del pueblo. Pero Queipo y Mola que conocían su personalidad y han notado sus faltas políticas, entendían que su porvenir y situación dependían de la influencia que pudiese[n] ejercer en Franco. […]

Queipo se había dado cuenta a tiempo de que Mola se había impuesto en el ánimo de Franco. Y también del ambiente contrario a su influencia y predominio que existía –y perdura– en Salamanca y en el Cuartel General. Se acantonó en Sevilla y empezó a desarrollar su política cara al pueblo. Decreta medidas y normas de actuación pública por sí y ante sí sin informar a Salamanca y aceptando, de las que el Gobierno decreta para toda la zona, sólo aquellas que se acomodan o siguen (que es lo normal) a las suyas personales. Así los jornales del Sur, horas de trabajo, auxilios, beneficencia, etc. etc. son, cuando menos, un cincuenta por ciento más beneficiosos a los obreros y campesinos que en el resto. Ni permite abusos patronales, acoge cordialmente todas las quejas y de denuncias de los asalariados y constantemente, y sin apelación, “castiga” a los adinerados, industriales y empresarios a donaciones efectivas por él mismo señaladas y proporcionales a los beneficios y capital, expulsando de la zona del Sur a cuantos no se ponen a tono de las circunstancias que predominan en las provincias de su mando efectivo.

De aquí la adhesión y simpatía de las clases trabajadoras que no ha creado la prensa o los funcionarios, sino que ha surgido de la efectividad de su gestión personal. […]

Todo el “cedismo”, “agrarismo”, los tradicionalistas y las llamadas clases aristocráticas han llegado a copar a Franco y ejercen en su obra y en su ánimo tal influencia que es mucho más fuerte que la de Mola y sin el obstáculo de éste ni de sus personales aspiraciones y prerrogativas. Franco, hoy en día, decreta y gobierna a su dictado, es su prisionero, necesita de ellos y de su capacidad política para darle alguna forma a su sistema. Y esta oligarquía necesita de Franco, ya que sin adeptos ni masa no le queda otro recurso para su hegemonía en la vida civil del país. Y a ese grupo heterogéneo se debió la creación de la nueva Falange; un espejismo para evitar la ruptura de los aglutinados y la revuelta e inquietud de las masas populares; en suma, otra improvisación para apoderarse del poder que se les había escapado ante la fuerza de la vieja Falange. […]

Queipo con su actitud o consejo suscitaría una reacción en la masa falangista que se cree defraudada –y no está de acuerdo con la política de Salamanca–. Y sin equivocarme de mucho puedo suponer que Queipo dividiría en dos grandes grupos la zona salmantina; de una parte, Queipo, Aranda, Falange, masas populares; de otra, Franco, oligarquía cedo-agrario-aristocrática y requeté, muy reducido hoy, puesto que la mayoría navarra ha caído en los primeros tiempos de la guerra. Y la Iglesia no veo improbable que se inclinara del lado de paz dada su posición y criterio. Y el pensamiento del Episcopado. [Las cursivas son subrayados en el original.]

Volvemos a tener noticias del folleto en otra carta también dirigida al ministro de Estado, de fecha 22 de octubre de 1937, en la que Ossorio escribe:

En cuanto a Roldán, tengo el libro en francés y en español, pero me he detenido en publicarle por dos razones: una, que mientras no viéramos más claro el fruto de la escisión, me preocupaba difundir un panegírico del falangismo, como el libro contiene; y otra, que se ha atravesado el libro de Vilaplana{34} que ofrecía superior interés.

Seguidamente, añade: «Hace ya tiempo, Roldán me entregó una carta para Prieto pasándose a la República y poniéndose a sus órdenes. La cosa me pareció tan enorme que no la he cursado, pero la retengo en mi poder.»

La redacción definitiva del opúsculo no sería, lo más pronto, hasta el mes de diciembre de 1937; ya que en él escribe: «Porque hoy, en este mes de diciembre de 1937, son muchos los enemigos del marxismo materialista que están en la cárcel por sospechosos al franquismo cedista, que es algo peor.»

V. Esteban Roldán escribe a Mussolini

Desde París, el día 20 de septiembre de 1937, Esteban Roldán escribe un memorándum, titulado «Carta del falangista Roldán al secretario de Mussolini». El memorándum, que consta de 11 folios de apretada letra mecanografiada, va precedido de unas líneas dirigidas a Osvaldo Sebastiani, secretario del líder fascista: «Hoy me permito la libertad de molestarle nuevamente para someter a su consideración, y con destino a S.E. Benito Mussolini, este memorándum de carácter confidencial que no dudo habrá de merecer serena reflexión de su parte.» Antes de transcribir el extenso comentario que Manuel Azaña nos dejó de dicho documento, reproduzco algunos fragmentos que creo ayudan a conocer, un poco mejor, los motivos del desengaño que sufrió nuestro protagonista.

Antecedentes

Hasta marzo de este año predominó en Salamanca la influencia diplomática de Alemania. El General Franco y la mayoría de sus colaboradores militares eran, son germanófilos; germanófilos de antiguo los tradicionalistas (requetés) y también en buena parte el grupo mayoritario de la España nacionalista, la Falange, por razón de las revelaciones entre el Jefe Provisional de la J. de Mando, Camarada Manuel Hedilla y el Embajador Von Paupel quien por sí y agentes de su personal confianza ejercía sobre aquel una verdadera tutela e intervención en su secretaría. […]

En aquel momento inicial de la campaña los representantes de Italia no supieron interesar a la Falange (grupo mayoritario) ni interesarse por ella y las mismas entrevistas que celebró en los primeros meses de este año el Secretario del Fascio italiano con los dirigentes de la Falange en Salamanca no pasaron de constituir meras cortesías ya que el diálogo se limitó a puras generalidades, lo cual hubo de chocar a nuestros hombres fascistas. Italia desorientada y desconocedora de nuestras realidades política y social buscó influencia en el Cuartel de Salamanca (Cuartel General de Salamanca) y a la postre ha prevalecido por sobre toda potencia, no porque la acompañe la simpatía y afinidad de los directores de Salamanca sino por la abundante y copiosa aportación italiana y la promesa segura de Mussolini. […]

La política interior de Salamanca

Franco dirigido y aconsejado políticamente por la Ceda y seguro del apoyo incondicional de Mussolini comenzó por aislarse del ambiente público rehuyendo el consejo de la Falange quien, no obstante prosiguió en su colaboración señalándole por notas y visitas (aceptadas siempre a regañadientes por el Jefe del Estado) las iniciativas debían realizarse desde el Poder y sin conseguir, en ningún caso, una sola satisfacción. Pero continuamos prestándole el debido respeto y obediencia.

Descontada ya la posibilidad de un triunfo rápido, y seguro de una larga campaña, Franco y su grupo familiar comenzaron la campaña subterránea de descalificación de la Falange y de sus hombres evitando toda labor de proselitismo e impidiendo por Decreto las reuniones de nuestros Sindicatos. Dejó sin resolver las quejas que por la vía administrativa y el conducto de las autoridades correspondientes formulábamos en defensa de los intereses esenciales de las clases obreras y no precisamente en demanda inoportuna de nuevas mejoras sino en respeto de las establecidas por Ley y por la ratificación oficial del propio General Franco, como Jefe del Gobierno. Pocas eran, al llegar a este punto de nuestras relaciones, las ilusiones que abrigábamos hacia Franco y sus propósitos, pero la Falange, segura de su fuerza y de su derecho y justicia de su causa, prosiguió en su lealtad y aportando a mayor abundamiento de sus intenciones el contingente de su voluntariado militar en número tal que hasta la fecha no ha sido igualado por ninguna fuerza política en ninguna etapa de la vida del país. ¡Consigna? Ganar la guerra a todo trance y por sobre todo. Y ganarla rápidamente.

Paralelamente a esta política de negociaciones con esas Altezas Reales [Príncipe Don Javier e Infante Don Juan] ha acentuado la persecución, encarcelamiento y vigilancia (según los casos, circunstancias y personas) del personal falangista de abolengo que no conceptúa incondicional de su propia persona o de su hermano Nicolás. Pero como esta conducta podía traer consecuencias desagradables de orden público se atribuyó por Decreto la Jefatura de la Falange, fabricándole un nuevo nombre y un nuevo Estatuto y abriendo las puertas de la organización a los cedistas (enemigos de antes y de ahora del fascismo y de nuestro Jefe José Antonio) a fin de hacerlos pasar por buenos falangistas y atribuirles los puestos de representación, ahora, y de gobierno al terminar la guerra. […]

Los hombres de la restauración

Gil Robles ha creído y confesado públicamente que esta nación [Inglaterra]  decidiría de la suerte de la guerra, idea que ha infiltrado en la mente de Franco ya por su diaria correspondencia llevada a Salamanca por un enlace, ya por medio de sus hombres de confianza en el Cuartel General que son los mismo hombres de la confianza del Generalísimo como, por ejemplo, entre otros no menos significados: Ramón Serrano Suñer, casado con una hermana de los Francos y su asesor jurídico, antiguo diputado cedista; Saco del Valle, ayudante del Generalísimo, antiguo diputado cedista; Carrión, Secretario y confidente de Nicolás Franco en el Gran Cuartel, antiguo Secretario del demo-agrario Martínez de Velasco, Ministro de Estado en los Gobiernos de Gil Robles y su compañero de esa actuación en 1934-35; el P. Ignacio Menéndez Reigada, contertulio de la familia Franco y de influencia decisiva en las hembras de dicha familia, corresponsal en Salamanca de Gil Robles, su jefe e íntimo amigo; Cándido Casanueva, contertulio diario de Nicolás Franco a quien se consulta para todo asunto político-administrativo, es el propio representante de Gil Robles en Salamanca, su Ministro de Justicia en los Gobiernos de la Ceda durante los años 1934-35. […]

Errores de los italianos

Primer error: Italia por medio de sus diplomáticos y negociadores en Salamanca debió formular un previo acuerdo con la Falange y condicionar su ofrecimiento a Franco, que no era más que el indispensable técnico-militar, sin otra significación en nuestra zona nacionalista.

Segundo error: La forma y el modo de la ayuda y aportación. Los representantes y militares de toda graduación que envió Italia tanto en sus manifestaciones públicas como en sus relaciones con las gentes nuestras se han mostrado altivos (no digo que lo sean, sino que así han aparecido a los ojos de nuestra masa) dándonos la impresión de que venían a protegernos y civilizarnos, de que todo tenían que hacerlo ellos, haciéndonos sentir una cierta inferioridad y pequeñez. […] Cuando llegó la noticia del revés [batalla de Guadalajara], no obstante lo dolorosa que era por lo que perjudicaba a nuestra Causa y por el retraso a la entrada en Madrid, no se produjo un solo comentario de conmiseración o de tristeza. Al contrario, en los centros, reuniones, tertulias y conversaciones familiares las gentes españolas se frotaban las manos de gusto y contento produciéndose una manifiesta alegría por lo que se llamaba el fracaso italiano. […]

Posición de Italia en España

La masa fascista ha visto que el predominio de la influencia italiana en el Cuartel General ha coincidido con la persecución y exterminio de nuestro partido y el retorno de las oligarquías contra las cuales se combatió en guerrilla antes y ahora en los frentes.

La masa por efecto de las consideraciones que apenas apunto en el título anterior, empieza a creer que Italia no nos ayuda por simpatía o afinidad, puesto que permitió la cárcel y persecución de nuestros hombres fascistas, sino por un interés particular de dominio italiano y lo que es más grave, comienza a no creer en el bolcheviquismo de los de Valencia, que conceptúa como un truco de propaganda. […]

La masa española empieza a preguntarse porqué lucha y por quien, puesto que ya no lo es por la instauración de un régimen nuevo ni siquiera del orden nacionalsindicalista preconizado por la Falange y aceptado verbalmente por Franco en papeles y decretos. La misma idea de la restauración monárquica no le dice nada porque la lleva a cabo clandestinamente una minoría ociosa y odiosa sin autoridad ni partidarios y que se ha desenvuelto al margen de la guerra. […]

A Franco le hemos perdido el respeto incluso aquellos que lo considerábamos como el más puro de los militares y el más honesto de los españoles y el pueblo que ya está enterado de su incapacidad política porque es el tema de todas las conversaciones y especulaciones de la zona nacionalista le ha perdido el respeto y admiración militares por las revelaciones y comentarios de la prensa italiana a la toma de Santander. […] [Las cursivas son subrayados en el original.]

Este documento mereció de Manuel Azaña, presidente de la República, un extenso comentario crítico. El día 6 de octubre de 1937, anota en su diario:

El domingo me dejó Giral la copia de un escrito, que no he leído hasta hoy, porque se me quedó revuelto con otros papeles. Es una carta larguísima dirigida al secretario de Mussolini por el monárquico-falangista desengañado que ya había tenido alguna relación con Ossorio. El documento es curioso, más que por las noticias que contiene, mejor o peor sabidas, por el estado de espíritu que revela. Desengañado porque a la Falange no le hacen el caso que a su juicio merece, se duele del estrago que sufre España, protesta contra la invasión extranjera, descubre que Franco es tonto y ambicioso, comprueba que lo del bolchevismo de Valencia es una filfa, anhela la paz, y se le ocurre que Mussolini sea el pacificador de España. Para asegurar el dominio del Mediterráneo y dar jaque a Inglaterra, cuya preponderancia es incompatible con la grandeza de España… Los «viejos políticos» se han apoderado de Salamanca y de Burgos: esto descorazona a los falangistas: Gil Robles es el culpable de esta guerra atroz, etcétera. Lo que me llama la atención de este documento no es el desbaratado confusionismo de quien lo piensa, sino la mezcla repulsiva de la sensiblería y ternura patrióticas con la acción sanguinaria. El autor no habrá matado a nadie, pero no ignora que los suyos han sacrificado cruelmente a millones de sus compatriotas. Incluso se envanece que la Falange empezó la guerra de guerrillas (atentados personales) contra el régimen, y después ha aportado más fuerzas que nadie a la guerra civil franca. Si el estrago del país les aflige, ¿tenían más que no haber comenzado la guerra? Si Franco les parece incapaz, ¿tenían más que no haberle secundado? Si la invasión extranjera los humilla, ¿tenían más que no haberla solicitado ni consentido? El nombre de España, la salvación de la patria, la «grandeza imperial» (¡ah, la grandeza imperial! El concurso para proveer la plaza de emperador ha quedado desierto…), les sirvió para cohonestar la rebelión y sus crueldades. Cualquier persona de buen juicio podía predecir lo que ahora ocurre. El nombre de España, la salvación del país, etcétera, les sirve también (en este escrito) para cohonestar el fracaso, el desengaño. Empleados a tiempo, una sensibilidad menos lacrimosa, y un discernimiento menos pueril, o menos senil, habrían impedido que muriesen medio millón de españoles, para satisfacer «el orgullo y la ambición de una familia». Los anarquistas han matado también a mucha gente (menos que los «autoritarios», sin duda; pero no le hace, tan criminales son unos como otros); pero declaran y confiesan que lo hacen por odio de clase, y no sé de ningún anarquista que haya querido justificar el derramamiento de sangre invocando el nombre de España. En el fondo, se percibe que el autor del escrito (y habla por muchos) le amarga, le enloquece, que si la rebelión triunfa, mandarán otra vez en España Gil Robles, Ventosa, el señor Chapaprieta… El resultado no vale la pena. Cierto. ¡Podían esperar otro! Cuando se hablaba del fascismo en España, mi opinión era ésta: Hay o puede haber en España todos los fascistas que se quiera. Pero un régimen fascista, no lo habrá. Si triunfara un movimiento de fuerza contra la República, recaeríamos en una dictadura militar y eclesiástica del tipo español tradicional. Por muchas consignas que traduzcan y muchos motes que se pongan. Sables, casullas, desfiles militares y homenajes a la Virgen del Pilar. Por ese lado, el país no da otra cosa. Ya lo están viendo. Tarde. Y con difícil compostura.

Se trata, sin duda, de una visión interesante y lúcida –sobre todo cuando se refiere al confusionismo del autor y al nacionalcatolicismo de las derechas españolas–, por parte de un gran intelectual y político; pero que también podría ser objeto de algunas matizaciones. Pero esa es otra historia.

VI. Epílogo

Este artículo no tenía más pretensión que dar a conocer, después de ochenta y tres años, al autor real de La Traición de los Franco; pero ante el misterio y el silencio que rodea a Esteban Roldán, me ha parecido oportuno reproducir toda la documentación que he encontrado sobre él. Que el lector, como hizo Azaña sobre el memorándum a Mussolini, saque sus propias conclusiones. Realmente, nuestro personaje sufría un confusionismo importante. Pues no se entiende que, si realmente era partidario de la revolución nacionalsindicalista, se posicionase a favor del sector antihedillista (eso aparte de las limitaciones, que no eran pocas, de Manuel Hedilla). Los elogios y la defensa de Rafael Garcerán resultarán, unos meses después, patéticos.{35} También pecó de ingenuo al creer que Franco quería aplicar el programa de José Antonio, y que todo era culpa de su familia, que lo manipuló. Sin embargo, no debemos olvidar que, en aquellos momentos, era muy difícil conocer cómo se desarrollarían los acontecimientos. También Serrano Súñer subestimó la ambición política de Franco, como él mismo reconoció.{36} Ahora, es fácil juzgar.

Las últimas noticias que tenemos Roldán se refieren a su estancia en Filipinas.  Así, en 1948, pide que se le pague el hotel y el viaje de regreso a Filipinas y ofreciendo en contrapartida el libro Itinerario de Pepín Rivero. Su pensamiento vivo.{37} En marzo de 1950, con ocasión de la publicación de su libro De Rizal a Quirino, impartió una conferencia en Manila sobre «José Rizal, Apóstol de Filipinas y Caballero de la Hispanidad», en la que afirmó que «Rizal no fue separatista, y tiene en su haber el haber sido el único libertador que, al revés de Bolívar, Martí y otros, que organizaron la guerra contra España, no sólo no urdió ninguna, sino que rechazó de plano la revolución preparada por el Katipunan.» Para añadir, más adelante, «La última revolución peninsular (¿la última?) fue la consecuencia primera de esa revolución engendrada por las repúblicas hispanoultramarinas: y visible, en ella, la uña de las ideas de Bolívar y Rizal. Consecuencia de esa gran Revolución España ja no pudo darse un régimen autóctonamente peninsular, y las ideas joseantonianas no bien maduradas han tenido que conjurarse con las bolivarianas a fin de dar al país una Constitución orgánica, necesaria si bien de eficacia transitoria.»{38} Semper ídem.

——

{1} Aunque se trata de una rareza bibliográfica, no es de difícil consulta pues fue reproducido íntegramente por Herbert R. Southworth, como apéndice 1, en su conocido libro Antifalange, Ruedo Ibérico, Francia 1967, pág. 245-258.

{2} Según me informa mi amigo e historiador benedictino Josep Massot i Muntaner, el autor de la introducción es Jaume Miravitlles i Navarra, comisario de Propaganda de la Generalitat (1936-1939). A quien también agradezco el haberme facilitado fotocopia de la introducción.

{3} Al parecer, en la Biblioteca San Diego de la Universidad de California, hay un ejemplar de la Traición de los Franco que, en la página 4, lleva esta nota manuscrita: «Este libro o folleto ha sido escrito por Rafael Garcerán Sánchez. Maximiano García Venero, Paris, 8-10-[1]954».

{4} cf. Alcázar de Velasco, A.: Los 7 días de Salamanca, Madrid, 1976, pág. 241-242.

{5} Garcerán se negó a ser entrevistado según cuenta Sheelagh Ellwood en Historia de Falange Española, Crítica, Barcelona (cito por la edición de 2001), pág. 102. No tengo la menor duda de que Garcerán sabía quién era el autor del folleto.

{6} Cf. Southworth, H. B.: Antifalange (París 1967), pág. 188. El testimonio de Joaquín Zugazagoitia se encuentra en su libro Guerra y vicisitudes de los españoles (cito por la edición de 1978), Barcelona, T. I, pág. 60.

{7} cf. García Serrano, R.: La gran esperanza, Barcelona 1983, pág. 227.

{8} Este republicanismo casa poco con su afirmación de que «hasta la muerte de Don Jaime había sido tradicionalista jaimista.»

{9} Deducimos el año de nacimiento de la afirmación que hace de que tenía 47 años al final de 1936.

{10} Salvador Minguijón y Adrián (1874-1959), jurista aragonés que paso del carlismo a posiciones cercanas a la democracia cristiana. A mediados del segundo decenio del siglo pasado, fue el inspirador del minimismo tradicionalista, que buscaba una alianza con las fuerzas conservadoras, aunque para ello hubiese que minimizar el foralismo y la cuestión dinástica.  En 1938, Franco lo nombró magistrado del Tribunal Supremo.

{11} Carlos Ruiz del Castillo y Catalán de Ocón (1896-1984), jurista vasco, fue uno de los signatarios, en diciembre de 1934, del manifiesto fundacional del Bloque Nacional de Calvo Sotelo. Durante el franquismo fue rector de la Universidad de Santiago de Compostela.

{12} «Carta de un falangista [Esteban Roldán] comentando al card. Gomá la situación de España. 27-II-1937» en José Andrés-Gallego y Antón M. Pazos (ed.): Archivo Gomá, vol. 3, CSIC, Madrid 2002, pág. 344-355.

{13} Ferrer, Melchor: Historia del tradicionalismo español, tomo 29, Editorial Católica Española, S.A. p. 76.

{14} Por lo visto Emilio Roig, en el comentario a Cuba en la mano, afirmó: «Pertenece el señor Roldán Oliarte a esa legión de intelectuales españoles que, por su republicanismo sin máculas, al desparecer la República en la Península Ibérica, de la misma emigraron […]». Domingo Cuadriello, J.: El exilio…, ob. cit., pág. 613.

{15} En una relación de afiliados de 1934-1935, figura con el número 239; cf. Jerez Riesco, J. L.: Barras y flechas (Historia de la Falange en Cataluña), vol. 1, Ediciones Fides S.L., Tarragona 2014, pág. 498-499.

{16} «Carta de un falangista [Esteban Roldán] comentando al card. Gomá la situación de España. 27-II-1937»; ob. cit. Curiosamente, en el CDMH existe una carta de Roldán (26.10.1935) en la cual, el exjaimista y ahora monárquico-falangista, manifiesta su adhesión a Alejandro Lerroux, republicano y antiguo masón.

{17} Ibídem.

{18} Según Manuel Vázquez Ferrer, cónsul franquista en Shanghai, Roldán afirmaba que su estancia en Japón era porque «el gobierno de Costa Rica le enviara no sé qué misión oficial u oficiosa. A pesar de ello, los nipones no le permitieron permanecer, obligándole a reembarcarse más que deprisa.» AMAE-P. Carta manuscrita de Manuel Vázquez Ferrer al diplomático Espinós, de 12 de mayo de 1937. Lo tomo de Florentino Rodao García: Relaciones hispano-japonesas, 1937-1945, Memoria para optar al grado de doctor, Madrid 2014, pág. 95-96. <https://eprints.ucm.es/24308/1/T17969.pdf>. Según este autor, la fecha de la carta, debido a la mala caligrafía, podría ser de setiembre. Miguel Espinós Bosch, falangista, era cónsul general en Manila, y el 1 de setiembre de 1936, fue separado del cuerpo diplomático de la República.

{19} El General Cabanellas, por medio de una carta dirigida al Ministro de Asuntos Exteriores del Japón, de día 28 de julio de 1936, señalaba que «Nuestro gobierno espera y desea mantener con el de VE las mismas relaciones cordiales y amistosas que siempre ha habido entre nuestros dos países». Según Florentino Rodao, la carta de Roldán no parece que tuviera mucho efecto, «entre otras razones porque no tiene valor oficial (el mismo afirma que no tiene ningún cargo y que únicamente la escribe por “idealismo” antes de salir hacia España), aunque el hecho de que la carta fue incluida en el expediente del Gaimushó sobre el reconocimiento de Franco, puede sugerir algun tipo de entrevista con funcionarios de este de este departamento.»   Rodao García, F.: Relaciones hispano-japonesas, ob. cit.

{20} Esteban Roldán se incorporó a la Primera Centuria “Virgen de Montserrat”, de la Territorial de Cataluña de FE de las JONS, el día 27 de septiembre de 1936, según «Relación del personal de Milicias Patrióticas que prestan servicio de armas, 15-X-1936», incluida en el libro Joan M. Thomàs: Falange, Guerra Civil, Franquisme, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, Barcelona 1992, pág. 454.

{21} La Primera Centuria «Virgen de Montserrat», el día 6 de diciembre de 1936, participó en la defensa del sector Espinosa de los Monteros. El resultado de los combates fue el mantenimiento del emplazamiento en manos nacionales. La Centuria pagó un importante tributo de sangre y fue propuesta para la Medalla Militar Colectiva. Joan Maria Thomas: Falange…, ob. cit., pág. 100.

{22} Cartas de 22 y 27 de abril de 1937, estas misivas fueron incluidas como anexos en la carta dirigida por Roldán al cardenal Gomá de día 28 de abril de 1937. Curiosamente, en la contracubierta de La expansión japonesa, figura la misma locución latina: semper ídem.

{23} Documento 5-129, Archivo Gomá.

{24} Rodao García, F: Relaciones hispano-japonesas, ob. cit.

{25} Este folleto, cuya redacción fue terminada el 23 de diciembre de 1936, no creemos que llegase a publicarse, por lo menos con el nombre del autor.

{26} Es curioso comprobar como en el pliego de cargos contra Hedilla, redactado en su mayor parte por Garcerán, se le acuse de: «Ineptitud manifiesta del camarada, acusada por su analfabetismo». Seguramente, en la redacción del pliego también intervinieron Roldán y Antonio Luna.

{27} Antonio Luna García, secretario de la Territorial de Salamanca, había sido lerrouxista, según Eugenio Vegas Latapié (Los caminos del desengaño. Memorias políticas II: 1936-1938, pág. 460). Esto no cuadra mucho con el monarquismo y catolicismo que le atribuye Roldán. El 1 de setiembre de 1937, Luna sería nombrado Delegado Nacional de Justicia y Derecho de FET; y en 1942, vocal del Tribunal Especial de Represión de la Masonería y el Comunismo. Al final del libro La expansión japonesa, hay un «envío» del autor: «Aquí tienes, mi querido Antonio Luna, un libro sobre el Nipón eterno. […] Yo no quiero servir a señores advenedizos sin hispanidad total sino “a uno que no se nos muera. Y para que no se nos muera ha de ser un señor que no sea al propio tiempo esclavo de un interés de grupo ni de un interés de clase.” Tú sabes, querido Antonio, de Quien son estas bellas palabras.»; pág. 197-198. Como es fácil de adivinar, las palabras son de José Antonio Primo de Rivera.

{28} Rafael Garcerán era el secretario de la Junta de Mando Provisional y jefe territorial de Salamanca. Esteban Roldán trabajo con Garcerán y Luna en la jefatura territorial.

{29} «En su cuaderno escribía el general Mola: “¿Golpe de Hedilla? Ni por asomo. Todo amañado. El ‘golpe’ ha sido mortal para carlistas y falangistas”.»; cf. MAÍZ, B. F.: Mola frente a Franco, Madrid 2008, pág. 432.

{30} Joan M. Thomàs: El gran golpe. (El caso Hedilla o cómo Franco se quedó con Falange). Debate, Barcelona 2014, pág. 232.

{31} Se trata, sin ninguna duda, de Eugeni Xammar i Puigventos (1888-1973), delegado de prensa en la embajada republicana en París. En su libro de memorias, Seixanta anys d’anar pel món (1974), no menciona a Roldán, en cambio dedica cuatro páginas a hablar de Antonio Ruiz Vilaplana autor de Doy fe… Lo cual resulta curioso, toda vez que Roldán era catalán y Ruiz no.

{32} Toda la correspondencia a que se hace referencia en este trabajo entre Roldán y Ossorio, así como la de este con José Giral, se halla depositada en el archivo del Centro Documental de la Memoria Histórica (Salamanca).

{33} En otra carta sin datar, también dirigida a José Giral, Ossorio reitera: «Sobre el libro de Roldán, insisto en la alta conveniencia de publicarle. Y por mi gusto se publicaría íntegro porque precisamente la dedicatoria a falangistas preminentes y la conclusión disparatada, constituyen el sello de su autenticidad. Si se dijeran como solución cosas atinadas, el libro podría parecer nuestro. Por se[r] las que son, no puede caber duda de que proviene[n] de un falangista.»

{34} Se refiere, sin duda, al libro del secretario judicial Antonio Ruiz Vilaplana: Doy fe… (un año de actuación en la España Nacionalista) (1937).

{35} En marzo de 1938, Garcerán publicó un folleto (de apenas 16 páginas, en pequeño formato), que no lleva nombre de editorial alguna  ni pie de imprenta, titulado Falange, desde febrero de 1936 al gobierno nacional, donde escribe: «Los viejos falangistas, los militantes de la primera hora, los amigos personales de José Antonio, cuanto más antiguos mejor, vivimos y seguiremos viviendo unidos en hermandad inquebrantable bajo el mando del Caudillo y de todas las jerarquías designadas por él en la Falange Española Tradicionalista y en el Estado.», pág. 16. En 1942, Garcerán sería nombrado por el Caudillo miembro del Consejo Nacional del partido único. Los elogios a Franco resultan más llamativos si tenemos en cuenta que Garcerán, que intervino en algunos de los fallidos intentos de liberación de José Antonio, estaba convencido de que Franco no tuvo interés en salvar a José Antonio, según manifestaron sus hijos María y Rafael.

{36} «Pese a mi amistad y relación familiar con él, anterior a la guerra, no conocía en profundidad su entidad política, su psicología, su talante, la firmeza de su propósito de permanecer vitaliciamente en su puesto.» Serrano Suñer, R.: Memorias, Planeta, Barcelona, 1977, p. 186.

{37} AMAE, Leg. 2910, exp. 23. «Diversas notas e informes entre septiembre y noviembre de 1948», lo tomo de Florentino Rodao García, ob. cit. Pepín Rivero fue un periodista cubano favorable al golpe militar de Franco.

{38} Semana de Manila, 23 de marzo de 1950, págs. 6-7 y 39.

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