El CatoblepasSeparata de la revista El Catoblepas • ISSN 1579-3974
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El Catoblepas · número 196 · julio-septiembre 2021 · página 8
Artículos

El apocalipsis como proyecto

Armando Páez

El cambio climático y la coacción del lenguaje

motivo

Se hace una crítica al apocalipsis climático divulgado por el ecologismo radical o fundamentalismo verde tomando un método desarrollado por Manfred Max-Neef, que consiste en superar el simplismo de las teorías buscando elaboraciones complejas, hacer una “poda” del lenguaje dominante que “domestica” a las sociedades y elegir opciones relevantes (primarias) que permitan definir proyectos viables de mejoramiento social. Se tiene en cuenta particularmente el problema energético, debido a las limitaciones de las energías renovables y la pobreza energética. Se propone definir agendas coherentes con las condiciones de cada país.

“Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo.”
Ludwig Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus (1921)

 
Ecofundamentalismo

El premio Right Livelihood, también conocido como Nobel Alternativo, se entrega desde 1980 para “honrar y apoyar a personas y organizaciones valientes que proponen soluciones visionarias y ejemplares a las causas profundas de los problemas globales”. De los cuatro premios otorgados en 1983, uno fue para el economista Manfred Max-Neef “por revitalizar comunidades pequeñas y medias a través de una ‘economía descalza’” y otro para el físico Amory Lovins y la abogada Hunter Lovins “por innovar caminos de energía blanda para la seguridad global”. En 2019, un premio se entregó a la activista adolescente Greta Thunberg “por inspirar y ampliar las demandas políticas para una acción climática urgente reflejando hechos científicos”.{1}

La transición a un mundo que disminuya de manera importante el consumo de energía “dura” (carbón, hidrocarburos), que esbozaron los Lovins a mediados de la década de 1970, es un eje central de la acción climática que reclama Thunberg y el ecologismo: el desafío es cortar las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de “efecto invernadero” producto de la quema de combustibles de origen fósil para detener el cambio climático, esto es, el calentamiento global.

El Right Livelihood es un galardón que en buena medida se entrega a ecologistas, movimiento social que si bien desde su nacimiento en los últimos años de la década de 1960 luchó para evitar la destrucción de la biosfera y mejorar las condiciones medioambientales de los centros urbanos, ya con un llamado para “salvar a la Tierra”, en el siglo XXI se ha radicalizado con un sentido apocalíptico: ya no se trata de proteger o rescatar ecosistemas y ciudades o incluso de “salvar” al planeta, se anuncia su inminente destrucción, esto por el mencionado cambio climático causado por los seres humanos. Ejemplos de ello son la organización internacional Extinction Rebellion (Rebelión contra la Extinción) creada en 2018,{2} el artículo “Can we survive extreme heat?” (¿Podremos sobrevivir al calor extremo?) publicado por la revista de música y cultura popular Rolling Stone en agosto de 2019{3} y un mural realizado ese año en Bristol, Inglaterra, que muestra a Greta Thunberg parcialmente cubierta por las aguas del Polo Norte, cuyo hielo se derrite.{4}

Dicha afirmación, reiterada ad nauseam por periodistas, analistas, académicos, científicos, políticos y celebridades –siendo muchos de ellos ecologistas– y el rechazo a los que cuestionan esto tachándolos de “negacionistas” –aunque también expongan hechos científicos– lleva a pensar en el ecologismo no sólo como una ideología y un movimiento social,{5} sino como un fundamentalismo. Algunas de las expresiones más radicales las encontramos en las instituciones donde debería debatirse abiertamente el tema: universidades y centros de investigación. El alarmismo se presenta constantemente en artículos y opiniones en casi todos los medios, sin importar si son gubernamentales, privados, de derecha, izquierda o centro.  

El mismo Max-Neef advirtió sobre esto en la segunda parte de su célebre libro Desarrollo a escala humana: “es muy peligroso caer en pensamientos rígidos y poco flexibles. Hemos vivido experiencias históricas de intolerancias fundamentalistas de todo tipo y color. A veces tiemblo cuando pienso en la posibilidad de una futura intolerancia fundamentalista verde”.{6} Ulrich Beck definió esta intolerancia, también anticipadamente, como “ecodictadura”.{7} Ya está aquí: ecofundamentalismo, ecodictadura global controlada por Naciones Unidas. El cambio climático antropógeno es un dogma. La imagen que lo representa es un planeta en llamas o derritiéndose.

No es menor que Max-Neef lanzara ese llamado, considerando, además del Right Livelihood y su economía descalza, su exilio durante la dictadura militar chilena y ecologismo, como activista, político y académico. No obstante, él mismo alimentó el alarmismo, ya que divulgó, en vez de cuestionar, la catástrofe climática:

El proceso del cambio climático es evidente. Acaba de salir un manifiesto firmado por una gran cantidad de científicos y gente importante en el mundo –en el cual yo participé, publicado en Gran Bretaña por la revista The Ecologist–, destacando los niveles dramáticos en materia de efectos a los que ha llegado el cambio climático y eso puede provocar colapso en muchos lugares.{8}

 Este fundamentalismo, a diferencia de los religiosos y nacionalistas, tiene, como apuntan Max-Neef y The Right Livelihood Foundation, un supuesto sustento científico. Si es así, ¿por qué se ha ignorado lo expuesto en publicaciones científicas, ya en la década de 1950, que lleva a pensar que el aumento del dióxido de carbono atmosférico no es la causa del moderado e irregular incremento de la temperatura media del planeta desde finales del siglo XX{9} y que, por lo mismo, es un mito la anunciada catástrofe? Tomemos lo dicho por Charles Brooks, quien revisó la idea de que el aumento del dióxido de carbono atmosférico pudiese causar un cambio climático: “la teoría nunca fue ampliamente aceptada y fue abandonada cuando se encontró que toda la radiación de onda larga absorbida por el CO2 es también absorbida por el vapor de agua”;{10} y lo señalado por Gilbert Plass: “Cuando hay nubes presentes, el CO2 es menos efectivo para cambiar la cantidad neta de radiación de la superficie”.{11} Más aún, en esos años no había suficiente información sobre el papel de la actividad solar, la nubosidad y las oscilaciones oceánicas –la variabilidad natural del clima– en la determinación de la temperatura, como no la había en la década de 1980 cuando oficialmente surgió la política internacional que busca evitar que aumente el “efecto invernadero”.{12} Desde entonces, los ecologistas radicales y Naciones Unidas, a través del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), no han revisado sus supuestos.

Ahora bien, Max-Neef aporta elementos para superar los errores que conducen a malas construcciones conceptuales, como los fundamentalismos. En la segunda parte de Desarrollo a escala humana presenta una rica reflexión sobre la importancia del lenguaje para definir la realidad –inspirado en Ludwig Wittgenstein–, la cual tomaré como guía de mis propias reflexiones (posecologistas), que buscan superar el alarmismo y así esbozar una alternativa de mejoramiento social viable, poniendo especial atención en el tema que han tratado los Lovins: la energía.

El origen de este ensayo está en un evento meteorológico que expuso la inconsistencia, de hecho lo absurdo, del discurso del cambio climático antropógeno y la fragilidad de la ecotopía, modelo de civilización basado en el aprovechamiento de las ahora llamadas energías “limpias”, principalmente la solar y la eólica. Me refiero a la onda ártica que afectó el centro de Estados Unidos, particularmente el estado de Texas, a mediados de febrero de 2021, registrándose temperaturas en el territorio de la estrella solitaria menores a –20°C (menores a –30°C en los otros estados), normales en el norte de Canadá y Rusia durante el invierno boreal. Para paliar los daños en los sistemas eléctrico, de calefacción y agua potable y atender la distribución de alimentos en el estado, el presidente Joe Biden declaró “desastre mayor” y ordenó la distribución de generadores eléctricos diésel (no fotovoltaicos).{13}

La helada fue un fenómeno histórico, tanto por las temperaturas mínimas como por el impacto social y económico. Onda ártica que puede ser anuncio de un cambio del clima, pero no de un calentamiento, sino de un enfriamiento, y obliga a poner atención en un problema no resuelto y que tiende a agravarse: la pobreza energética. Para el ecologismo radical, la onda ártica fue otra evidencia de la emergencia, disrupción o crisis climática y por lo mismo debe erradicarse el consumo de carbón, petróleo y gas natural…{14}

Fundamentalismo, dogma, mito, discurso, ideología: términos que son objeto de estudio de las ciencias sociales, no de las ciencias de la Tierra, pero que es necesario explorar para que los países replanteen sus agendas.

Max-Neef critica el discurso del desarrollo como crecimiento económico y la eficiencia de los modelos macroeconómicos. Aquí critico el discurso del apocalipsis climático como proyecto global, basado a su vez en modelos climáticos y proyecciones del futuro. Discurso que es una construcción social, como imaginario, como política, que encontró en Texas un límite, una contradicción dentro de su propia lógica: frío intenso y la imposibilidad de utilizar la energía solar y la eólica para superar la emergencia real. El mundo no se derrite.

 
Max-Neef y la coacción del lenguaje

No es el propósito de este escrito hacer una revisión de la filosofía del lenguaje. Lo expuesto por Max-Neef invita a la reflexión y ofrece una estrategia para una crítica constructiva (epistemológica) y propositiva (política), útil para plantear una mirada diferente sobre un asunto que, como se ha dicho, es dominado por un discurso inflexible. 

Al pensar sobre la “mega crisis” que afecta el mundo, Max-Neef señala la importancia de comprenderla (situaciones, procesos, circunstancias), no solo describirla y explicarla, sin embargo, esto es impedido por tres aspectos que causan confusión:

a) nuestro compromiso con opciones de relevancia secundaria,

b) la utilización de teorías simplistas para la interpretación de realidades sociales complejas,

c) el empobrecimiento de nuestro lenguaje.{15}

Para elegir correctamente las opciones (que sean de relevancia primaria), debemos primero resolver los problemas del simplismo y del lenguaje.{16}

Así, para elegir correctamente las opciones energéticas, base del funcionamiento y la sostenibilidad social, debemos superar el simplismo de la teoría del cambio climático antropógeno y el lenguaje apocalíptico.

 
Del simplismo a la complejidad

“Una mente simplista es una mente llena de respuestas […] no se percata del hecho de que las respuestas deben estar precedidas por preguntas pertinentes […] busca inspiración y conocimientos en teorías simplistas”, indica Max-Neef.{17} La teoría del cambio climático antropógeno señala como la principal causa de dicho fenómeno (calentamiento) el aumento del dióxido de carbono por la quema de combustibles de origen fósil, ignorando o subestimando a los factores naturales que históricamente han determinado el clima de la Tierra, como la actividad solar, la nubosidad, las oscilaciones oceánicas, las erupciones volcánicas, etc. Se desconoce asimismo la dinámica de la física atmosférica, esto es, el rol del vapor de agua como principal gas del “efecto invernadero” (analogía inexacta, por cierto) y la capacidad limitada del dióxido de carbono para absorber calor (espectro de absorción del infrarrojo).{18} De esta manera, fenómenos complejos como el clima y la dinámica atmosférica se simplifican. Como también se simplifica el impacto de las actividades humanas en la biosfera, al decir que el “cambio climático” es la causa de múltiples daños medioambientales y ecológicos, ignorando el papel destructivo de la contaminación, la deforestación, el crecimiento poblacional, el cambio de uso del suelo, etc., problemas advertidos por el ecologismo originalmente.{19}

El simplismo ecologista no presta atención a la retroalimentación negativa o enfriamiento de la temperatura, donde el efecto albedo disminuye, por reflexión, la cantidad de energía solar que alcanza la superficie del planeta. Nubes bajas, sulfatos emitidos por las erupciones volcánicas, grandes extensiones de superficies claras (como el hielo), un Sol poco activo o “quieto”, aguas frías en los océanos, por mencionar algunos factores, hacen caer la temperatura. Así como los años más cálidos desde 1979 fueron determinados por el fenómeno El Niño/Oscilación del Sur, los que registraron un descenso fueron efecto, en general, de La Niña: la importancia del océano Pacífico en las variaciones climáticas.{20} Si el dióxido de carbono controla el clima terrestre, ¿por qué la temperatura media global no muestra un ascenso sostenido, a la par del incremento de este gas, y sí registra caídas importantes después de experimentar un pico?{21} ¿Qué explica estas caídas?

Ahora bien, para ilustrar el simplismo, retomando la mencionada onda ártica de febrero de 2021, el ecofundamentalismo señala al calentamiento como causa del desplazamiento del frío extremo, esto debido a la desestabilización del equilibrio debido al descongelamiento del hielo marino en el Polo Norte.{22} Suponiendo que esto es cierto, ¿cómo se explica el origen del frío (debajo de –20°C) en sí mismo? ¿No se están descongelando los polos por el calor de un “efecto invernadero” más intenso? En realidad, el nivel del hielo marino en el Ártico estuvo en esos días dentro o ligeramente debajo de la desviación estándar.{23} La teoría del cambio climático antropógeno no aporta elementos conceptuales para explicar esto. Sí lo hace la climatología.

Decir que una onda ártica en pleno invierno boreal es consecuencia del calor, más que simplismo es una insensatez. Una onda ártica es una masa de aire muy frío. Indican Antonio Gil & Jorge Olcina:

El origen de una masa de aire precisa de la existencia de un hogar o fuente, puesto que ese volumen de aire, para recibir una impronta y adquirir unas determinadas características, requiere un contacto suficientemente prolongado con una superficie de rasgos climáticos vigorosos y definidos […] las fuentes u hogares de masas de aire prototípicos son anticiclones estacionales o permanentes. Así […] las altas presiones polares para las masas de aire ártico.{24}

Precisan que “las masas de aire árticas tiene[n] origen sobre la banquise del océano Glacial Ártico”, la cual “posee una extensión considerablemente superior durante el invierno”.{25} Cabe anotar que la banquise o banquisa, es el conjunto de placas de hielo flotantes en los mares polares. Añaden Gil & Olcina:

Se producen así unas masas de aire cuyas características en origen son, primordialmente, las siguientes: temperaturas muy bajas (entre –10 y –30°C, a veces menos), débil humedad específica y gran estabilidad. Se trata […] de un aire inmerso en una construcción anticiclónica y afectado por una intensa subsidencia térmica, de tal manera que incluso aire que pueda penetrar en la troposfera media a temperaturas superiores acaba siendo engullido por esa subsidencia y puesto en contacto con una superficie muy fría.{26}

Por lo dicho, el aire caliente no tiene relación alguna con el origen del frío, que está en el hielo, el cual es causado por la falta de radiación solar en el polo debido a la inclinación del eje terrestre y el movimiento de traslación de la Tierra: el agua se congela. Explicar la ligera disminución del hielo marino en los últimos años (por debajo de la cantidad promedio, pero no lejos o incluso dentro de la desviación estándar) también requiere una teoría compleja.

Si el aire ártico llegó a una latitud inferior al paralelo 36 N, tampoco es consecuencia del “calentamiento global”, se debió a un debilitamiento de la corriente en chorro polar. Nos dicen Gil & Olcina:

Cuando la velocidad de la corriente en chorro desciende por debajo de 150 km/h, el flujo del oeste meandriza y traza crestas y valles planetarios, el índice de circulación se debilita y la circulación deja de ser zonal y pasa a ser meridiana.{27}

Es decir, el viento circula de forma ondulada más acentuada y corre a lo largo de los meridianos, el aire ártico contenido por la corriente en chorro se traslada a latitudes inferiores. Estas ondas se conocen como ondas de Rossby.

Indican Gil & Olcina que

el origen de la corriente en chorro polar parece estar relacionado con el gradiente existente en la zona de contacto entre aire polar y tropical; en efecto, dicho canal de intensificación de la velocidad del viento resulta de los contrastes de iluminación de la Tierra por el sol y, principalmente, de la rotación terrestre.{28}

Así, surge la duda de si una menor actividad solar, pronosticada para las próximas décadas,{29} provocará un debilitamiento de la corriente en chorro y de esta manera una mayor presencia de ondas árticas en latitudes inferiores. ¿Ya fue una consecuencia el frío intenso que afectó a Texas en febrero de 2021? ¿Comienza un enfriamiento? Esto no forma parte del discurso y de la agenda global establecida por Naciones Unidas, el IPCC no proyecta cambios en la irradiación solar.{30} Las consecuencias de un mundo más frío, así sea ligeramente, serán diferentes a las que se bosquejaron en la década de 1980 con la idea de un mundo algunos grados más cálido.{31} El apocalipsis de la narrativa ecofundamentalista es otro.

 
El rescate del lenguaje

Señala Max-Neef que una consecuencia del simplismo es el empobrecimiento del lenguaje, que “puede utilizarse para ‘domesticar’ a las personas”. Un lenguaje nos domestica o coacciona “cuando logra empapar toda nuestra vida cotidiana y nuestras formas cotidianas de expresión”. Algunas de sus características son los enfoques reduccionistas y mecanicistas y que “tiene demasiadas palabras detrás de las cuales –a sabiendas o no– ocultamos nuestra ignorancia”.{32}

El lenguaje apocalíptico ha domesticado a la mayoría de las personas, sin importar nacionalidad, creencia religiosa, preferencia política, nivel de educación, coeficiente intelectual, ocupación, ingreso, edad, etc. Es una cultura global, producida por dicho lenguaje y que a su vez genera.

El desafío para enriquecer el lenguaje, siguiendo a Max-Neef, consiste “en encontrar aquellas ‘palabras tapón’ detrás de las cuales se extienden nuestros vacíos de percepción y de entendimiento”. Esas palabras deben “podarse”, esto “nos forzará inevitablemente a lograr mayores niveles de claridad”.{33}

Max-Neef hizo un ejercicio de poda con el lenguaje del desarrollo, eliminando esta palabra y las nociones de crecimiento económico, eficiencia, productividad y Producto Geográfico Bruto, lo que le llevó a plantear la aspiración de construir una sociedad “coherente”, esto es, autodependiente, sin contradicciones autodestructivas y capaz de aprender de la experiencia, en vez de una “más desarrollada” que ignore el impacto y el costo de dicho desarrollo.{34}

La poda que aquí se propone consiste en eliminar todo lo que tenga que ver con la exageración del impacto del dióxido de carbono y la idea del apocalipsis climático, lo que implica evitar conceptos como economía o tecnología “baja en carbono”, “neutro en carbono”, “carbono cero”, “huella de carbono”, etc. Así como la poda del desarrollo lleva a evitar o quitarle centralidad al Producto Interno Bruto, la poda del carbono lleva a omitir el uso del indicador “emisiones de carbono”, uno de los ejes de la política internacional.

La poda también debe hacerse al concepto “energías limpias”, ya que todas las formas de producción de energía tienen un impacto medioambiental y/o ecológico directo o indirecto, ya sea durante la generación de la electricidad o el calor o durante la elaboración de la tecnología o la obtención de las materias primas requeridas o su desecho.{35} Por ejemplo, sólo prestar atención a la nula emisión de dióxido de carbono durante el fenómeno fotoeléctrico, lleva a ignorar el impacto territorial y ecológico de la instalación de plantas fotovoltaicas a gran escala en suelos agrícolas y forestales, que se problematiza con el término dispersión energética (energy sprawl).{36}

Quitarle lo apocalíptico al entendimiento del clima es recuperar el lenguaje de la climatología, la meteorología, la geología, la física atmosférica, etc. La noción de emergencia, disrupción o crisis climática no es parte del vocabulario de estas ciencias,{37} es una invención del ecologismo radical.

Quitarle lo apocalíptico a los fenómenos meteorológicos, extremos o no, es entenderlos como fenómenos naturales y que las sociedades deben estar siempre preparadas para hacerles frente.{38}

Quitarle lo apocalíptico al consumo energético es analizar comprensivamente estos recursos, atendiendo sus características, disponibilidad, costos, tasa de retorno energético, etc.{39}

Quitarle lo apocalíptico a los impactos medioambientales y ecológicos de las actividades humanas, por lo general inherentes a ellas, es buscar su verdadera causa para pensar en soluciones viables.

“La poda del lenguaje nos abre caminos para la elaboración de indicadores nuevos y relevantes de mejoramiento social” agrega Max-Neef.{40} Es la coherencia que esboza (autodependencia, sin contradicciones autodestructivas, aprendizaje de la experiencia) aplicada a la transición energética y la gestión del territorio y los recursos naturales y humanos. Poda y rescate del lenguaje para elevar la complejidad del sistema, de cómo lo conceptualizamos, describimos, imaginamos, diseñamos.

No obstante, superar la coacción no será sencillo, teniendo en cuenta que el apocalipsis da sentido a la sociedad, como aún lo da el concepto de desarrollo, si bien ahora en su versión de “desarrollo sostenible”. Se podría señalar que este término suprime el carácter apocalíptico del discurso del cambio climático antropógeno, ya que su objetivo es construir un mañana mejor, pero el discurso o imaginario apocalíptico siempre ha estado en oposición al mejoramiento social a gran escala, fruto de ello es la propuesta de “crecimiento cero” o “estado estacionario” de la economía, que implicaría la imposibilidad de garantizar empleo y servicios básicos a millones de personas, ya que no es lo mismo instrumentar políticas con este fin en países ricos con seguridad social e infraestructura consolidada, que en países pobres donde la persona, asentamientos enteros, están abandonados a su suerte.

Se requiere crecimiento para financiar, además del mejoramiento social y la infraestructura, el desarrollo de alternativas energéticas, la restauración de ecosistemas y suelos y la protección de zonas ricas en biodiversidad. Los periodos de decrecimiento que se han registrado en diferentes países fueron y son consecuencia de crisis, con los efectos negativos en lo económico y social que suelen requerir varios años para superarse. Veremos los efectos en este sentido de la pandemia del COVID-19.

Para el fundamentalismo verde, el apocalipsis es una característica de su ideología y un proyecto: lo que se busca es la reinvención de la sociedad, construir una totalmente nueva,{41} pero para esto debe destruir la existente: el petrocapitalismo y el consumismo. El apocalipsis, que se expresa histéricamente como un temor, en realidad es un deseo.

Cuando un ecofundamentalista utiliza el término “negacionista” para descalificar a quien cuestiona el discurso apocalíptico, no está descalificando una negación de lo que acontece, sino imponiendo su representación del mundo: es un asunto ideológico, de creencias, no de hechos científicos. El futuro apocalíptico, producto imaginario, no existe como hecho físico concreto. La intención sería evitar ese futuro apocalíptico, pero su construcción, como hemos visto, se desprende de teorías simplistas. Más aún, el hecho científico, supuesto fundamento del apocalipsis, es construido por la comunidad de científicos, que en este caso está en coordinación con la comunidad de políticos, las cuales no son ajenas a las ideologías que conforman a la sociedad en general y a los intereses económicos en juego.{42} Si la sociedad (marco epistémico) es determinada por un lenguaje apocalíptico, el marco teórico que usarán los científicos para analizar el mundo y los políticos para normarlo (marco epistemológico) no será independiente de él, peor aun cuando ciertos temas son vistos como dogmas y si hay financiamiento de por medio. ¿Es filantropía y amor al planeta el dinero destinado por Jeff Bezos, Elon Musk, Bill Gates, Mark Zuckerberg y otros milmillonarios a esta “emergencia”? ¿No ven crecer sus fortunas gracias al consumismo que sanciona el ecologismo? ¿Es el apocalipsis otra estrategia política y comercial? Greta Thunberg es símbolo y marca registrada.

Enfrentar un dogma hace inevitable la herejía. El científico o escritor disidente se convierte en un ser cuyo lenguaje debe censurarse. Por lo tanto, el desafío no sólo es recatar el lenguaje podando los términos que lo hacen apocalíptico, sino de preservarlo en sí mismo.

 
Opciones de relevancia primaria

Indica Max-Neef que si después de escoger una opción las cosas no resultan como esperábamos, “es muy probable que la opción escogida haya sido –sin percatarnos de ello– de relevancia secundaria”.{43} Se debe encontrar, obviamente, la opción de relevancia primaria. Esto lo lleva, analizando el ejercicio del poder político y el control del sistema bancario, a señalar que cuestionar quién debe ejercer el poder o tener el control de la banca es de relevancia secundaria, lo que se debe cuestionar es el poder mismo y los sistemas financieros.{44}  

El ecofundamentalismo plantea como base de su proyecto global la transición energética basada en el aprovechamiento de la energía solar y la eólica, particularmente, sin discutir sus limitaciones intrínsecas, ya que son intermitentes, no están disponibles con valores altos en todo el mundo y no garantizan el suministro en momentos de emergencia. Esto, si bien no es ajeno para los especialistas en el tema, se hizo evidente debido a la helada que afectó Texas. Se puede obtener un porcentaje muy elevado de electricidad a partir del Sol y el viento en algunas zonas del planeta, pero no se puede planificar la actividad económica de los países y el funcionamiento y la sostenibilidad de las regiones y ciudades dependiendo exclusivamente de las fuentes renovables, a pesar de las adecuaciones y avances tecnológicos.{45}

Aplicando al problema energético el ejercicio que hizo Max-Neef, no se trata de contraponer los tipos de energía (blandas/duras, alternativas/convencionales, renovables/no renovables, limpias/sucias), sino de analizar la cuestión energética en sí misma. Esto implica, además de entender las limitaciones de las renovables (que pueden dejar de serlo si no hay suficiente territorio o superficie para su instalación), reconocer la alta calidad energética de los combustibles de origen fósil y el poder nuclear junto con su impacto medioambiental y ecológico real y potencial: es concentrarse en los rendimientos, los costos y la disponibilidad a futuro. El reto, considerando los límites del aprovechamiento del Sol, el viento, las caídas del agua, el calor de la tierra, la madera y los residuos orgánicos, es el paulatino agotamiento de los hidrocarburos, el carbón y el uranio.

El encarecimiento de los energéticos por rendimientos decrecientes afecta la actividad económica y el bienestar social. Ya se ha analizado la dependencia de la sociedad global actual de los derivados del petróleo y el gas natural y del modelo energético que tiene en su base a los hidrocarburos y el carbón,{46} problematizar su encarecimiento, sin desconocer los vaivenes de los precios (otro asunto complejo), ante los mayores costos que implica su extracción, se ha hecho a un lado por el discurso apocalíptico del cambio climático. La transición a un mundo sin petróleo tomará décadas, ya estamos en ellas, pero no se visualiza como proyecto: la sociedad “baja en carbono” del ecofundamentalismo no prevé todo lo que esto conlleva.

Plantear el problema energético más allá del apocalipsis obliga a prestar atención a su dimensión territorial, no sólo medioambiental, ecológica, económica, financiera y tecnológica. Es entender que el suelo es un bien escaso, particularmente en un mundo superpoblado. Es superar la narrativa del fin del mundo para enfrentar la entropía y los conflictos.

Ahora bien, la onda ártica expuso no sólo la inviabilidad de la ecotopía renovable y la fragilidad de una de las regiones del planeta más ricas en recursos energéticos: se mostró el drama, aquí y ahora, de la pobreza energética en un país con “muy alto” desarrollo humano.{47} Dana Harmon indica que los hogares que enfrentan inseguridad energética retrasan u omiten gastos necesarios en otros rubros, como comida o ropa, para pagar sus cuentas.{48} Antes de la helada y la pandemia del COVID-19, el Texas Energy Poverty Research Institute (TEPRI) advirtió que el 41 por ciento de los hogares texanos estaban en una condición de ingreso bajo,{49} por lo que estuvieron en una situación de inseguridad energética cuando se presentó la onda ártica.  

La U.S. Energy Information Administration reporta que en 2015 el 31 por ciento de los hogares en Estados Unidos tuvo problemas para pagar sus cuentas de energía o mantener una temperatura adecuada (calefacción y aire acondicionado).{50} Un estudio más reciente afirma que la inseguridad energética es una amenaza creciente de salud pública en la población de bajo ingreso de ese país.{51} ¿Se debe considerar “muy altamente desarrollado” a un país con el panorama arriba descrito? 

La Organización Latinoamericana de Energía (Olade) indica que la noción de pobreza energética es incipiente y que “no existe un enfoque unificado para considerar su medición”, por lo mismo, deben construirse marcos conceptuales y sistemas de información.{52} Si en Estados Unidos y la Unión Europea{53} hay inseguridad energética, ¿qué podemos esperar en América Latina, el Caribe, África y Asia?

Cabe destacar la propuesta de Rigoberto García-Ochoa & Boris Graizbord, que plantea un método para medir la pobreza energética de las viviendas teniendo en cuenta el modelo de necesidades, satisfactores y bienes económicos de Max-Neef, al cual denominaron “Satisfacción de necesidades absolutas de energía”. Su índice “multidimensional” considera: i) Iluminación, ii) Entretenimiento, iii) Calentamiento de agua, iv) Cocción de alimentos, v) Refrigeración de alimentos, y vi) Confort térmico (aire acondicionado). A partir de él, calcularon que alrededor del 37 por ciento de los hogares en México (país con “alto” desarrollo humano) está en pobreza energética.{54}

Debe señalarse que estos autores utilizan el lenguaje del cambio climático antropógeno para plantear la problemática, advirtiendo que el supuesto incremento de la temperatura y de las ondas de calor traerá desafíos energéticos, entre ellos, la necesidad de utilizar refrigeradores y medios mecánicos para ventilar las viviendas. No consideran un posible enfriamiento.

En todo el norte de México y la Mesa Central se registran temperaturas por debajo de los 10°C durante el invierno, incluso debajo de 5°C en algunas localidades cuando se presentan ondas árticas y polares. Tanto los descensos bruscos de temperatura como el frío estacional implican otro tipo de desafíos en las viviendas (calefacción, aislamiento térmico, ventilación adecuada para evitar asfixia, ganancia de calor, calentamiento de agua), no analizados por el discurso imperante por las razones que ya se han comentado.

La discusión bajo el paradigma apocalíptico no se concentra en la cuestión energética en sí misma, incluso en la climática o meteorológica normal, sino en la catástrofe proyectada. Al hablar de la pobreza o inseguridad energética este discurso pone atención en problemas que siempre han estado ahí, por lo tanto, no es un desafío “climático”, es social, económico y político. Algunas de las soluciones, que tienen relación con la alternativa “coherente” de Max-Neef, se conocen desde hace décadas, tanto en lo tecnológico (ecotecnias) como en lo arquitectónico (bioclimatismo),{55} una respuesta está en el diseño.

Siguiendo esto, se debe medir, además de la carencia, la capacidad potencial para aplicar soluciones, por ejemplo, no sólo decir que no se cuenta con un ventilador, sino señalar si el espacio puede ser modificado a un bajo costo o sin grandes complicaciones para mejorar la ventilación natural (abrir ventanas, huecos) y disminuir la ganancia de calor. Lo mismo aplica para el aislamiento, la calefacción y la ganancia de calor.

Ampliando el análisis, también se debe estudiar la pobreza energética de espacios de trabajo, estudio, salud y ocio y, bajo un enfoque urbanístico, la inseguridad o vulnerabilidad de las ciudades y los asentamientos humanos considerando su metabolismo y la movilidad ante el aumento de los precios de los energéticos.

 
Una agenda posapocalíptica

Explicar por qué Naciones Unidas, los gobiernos, empresarios milmillonarios, medios de comunicación, científicos y académicos divulgan afanosamente un mito catastrófico es un asunto que merece una investigación especial, de tipo periodístico. El clima de la Tierra no es un fenómeno estable, siempre cambia: se pasa de periodos fríos a cálidos y viceversa. Es un error del ecofundamentalismo pensar que al reducir la emisión de dióxido de carbono se controlará la temperatura del planeta y que si se presenta un incremento de 2°C o más desaparecerá la vida.{56}

El ecologismo radical hizo que un fenómeno natural planetario (el clima) se imagine y describa como resultado de la acción humana. A partir de esto, los diversos fenómenos meteorológicos, normales y extremos, se significan como un castigo por la quema de los combustibles de origen fósil. Lo que es humano, en realidad, es lo que se hace para disminuir o evitar el riesgo ante dichos fenómenos, que son ineludibles.

El apocalipsis climático es una ideología que como marco epistémico condiciona la ciencia, la política y la cultura. Se entiende por esto que la crítica que se le hace sea rechazada hasta con violencia (acoso, ofensas). Crítica cuyo objetivo es aportar elementos para leer, comprender y habitar el mundo.

Al podar el lenguaje del desarrollo, Max-Neef  indicó que este concepto era “incoherente con nuestro desafío histórico […] una realidad de crecientes colapsos sociales y ecológicos”.{57} El lenguaje del apocalipsis es asimismo incoherente con las múltiples realidades del mundo, también sociales y ecológicas: construir miles de parques solares traerá más problemas en materia de uso del suelo y protección de la biodiversidad, sin resolver el suministro eléctrico y así la pobreza energética. Aferrarse a un dogma, característica de los fundamentalismos, impide encontrar respuestas porque anula las preguntas.

Por esto la relevancia de la helada en Texas: al hacer evidente las carencias y la vulnerabilidad, obliga a revisar los supuestos que han determinado las políticas energéticas en el mundo desde la segunda mitad de la década de 1980. Se muestra también la inviabilidad del modelo (ecotopía) construido a partir de ese proyecto global y que aún estamos lejos de comprender el desafío que significa ir más allá del petróleo, el carbón y el gas natural, por su calidad energética y nuestra dependencia de ellos, como energéticos y materias primas. La energía de fusión nuclear continúa en fase experimental.

También es relevante la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica que se hizo en México en los primeros meses de 2021, al menos en un nivel conceptual, ya que al destacar la “seguridad de despacho” y poner en primer término la energía proveniente de los hidrocarburos y el carbón, se reconoce la incapacidad de la energía solar y la eólica para abastecer de manera estable a la red. Es entender los límites de las alternativas energéticas, además de definir el suministro eléctrico como “un servicio de interés público”.{58}

Max-Neef demuestra, mencionando a Wittgenstein y así reconociendo la importancia de la epistemología, que la libertad de pensamiento y la capacidad de imaginar y construir otras realidades pasan por el lenguaje. ¿Es posible ir más allá de lo que se considera un dogma? Las ideologías son, al fin y al cabo, sistemas de creencias que son funcionales mientras permiten a los individuos adaptarse a las sociedades y regiones donde se desenvuelven. Si una ideología no aporta elementos conceptuales para superar las contradicciones y conflictos, otro sistema de ideas debe articularse. El apocalipsis y las energías limpias se impusieron como proyecto, pero la realidad es más que eso. El futuro está en otra parte, y por eso resulta imposible describirlo, a pesar de tener fragmentos de él. Fragmentos que pueden intercambiarse por otros. Y en un mundo complejo siempre aparece el azar.

Los países deben construirse a partir de lo concreto energético, económico, ecológico y entrópico, factores que van unidos y afectan al ser humano. El clima configura, junto con el territorio, el escenario. ¿Entramos a un enfriamiento? Durante el descenso de la temperatura global que se registró entre los siglos XVI y XIX (la Pequeña Edad de Hielo), en México, por ejemplo, se presentó un periodo húmedo entre 1550 y 1720 y un periodo seco entre 1720 y 1850.{59} Algunas regiones serán afectadas por temperaturas más frías, las zonas tropicales quizá por sequías. ¿Cómo saberlo? Así como se analizan y elaboran conceptos y metodologías para entender y buscar resolver la pobreza energética, debe estudiarse cómo las variaciones climáticas del pasado afectaron los continentes: la ignorada variabilidad natural. Estudios que ofrecerán respuestas si formulamos las preguntas pertinentes. El clima seguirá cambiando y la entropía degradando todo.

Criticar y superar el simplismo construyendo marcos teóricos que reconozcan la complejidad del mundo y las sociedades; revisar el lenguaje que usamos para construir esos marcos teóricos; y elegir las opciones relevantes para intervenir y diseñar cada región, ciudad y asentamiento humano, define un proyecto internacional e intergeneracional, posapocalíptico. Un proyecto que son muchos.

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{1} The Right Livelihood Foundation, “Laureates”, 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, https://www.rightlivelihoodaward.org/laureates/.

{2} Consultado el 10 de marzo de 2021, https://rebellion.global/.

{3} Jeff Goodell, “Can we survive extreme heat?”, Rolling Stone, 27 de agosto de 2019, consultado el 10 de marzo de 2021, https://www.rollingstone.com/culture/culture-features/climate-crisis-goodell-survive-extreme-heat-875198/.

{4} Consultado el 10 de marzo de 2021, https://tobaccofactory.com/greta-thunberg-mural/

{5} Teun van Dijk, Ideología: Una aproximación multidisciplinaria, Gedisa, Barcelona, 1999 [1998].

{6} Manfred Max-Neef, Desarrollo a escala humana: Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones, Nordan/Icaria, Montevideo, 1994, pág. 144.

{7} Ulrich Beck, La invención de lo político, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1999 [1993].

{8} Inter Press Service, “Manfred Max-Neef: El retorno a la escala humana”, 16 de julio de 1999, consultado el 10 de marzo de 2021, http://www.ipsnoticias.net/1999/07/manfred-max-neef-el-retorno-a-la-escala-humana-2-e/.

{9} University of Alabama in Huntsville, “Global temperature report”, 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, https://www.nsstc.uah.edu/climate/.

{10} Charles Brooks, “Geological and historical aspects of climatic change”, en T. Malone (ed.): Compendium of meteorology (págs. 1004-1018), American Meteorological Society, Boston, 1951, pág. 1015, https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-1-940033-70-9_80.

{11} Gilbert Plass, “The carbon dioxide theory of climatic change”, Tellus, 8, 2, 1956, págs. 140-154, pág. 142, https://doi.org/10.1111/j.2153-3490.1956.tb01206.x.

{12} World Climate Programme, Report of the International Conference on the Assessment of the Role of Carbon Dioxide and of Other Greenhouse Gases in Climate Variations and Associated Impacts. Villach, Austria, 9-15 October 1985, World Meteorological Organization (WMO) 661, International Council of Scientific Unions/United Nations Environment Programme/WMO, Geneva, 1986; United Nations (UN), Report of the World Commission on Environment and Development: Our common future, New York, UN, 1987, https://digitallibrary.un.org/record/139811?ln=es.

{13} Jemina McEvoy, “White House providing emergency generators, diesel and water to Texas amid power outages“, Forbes, 17 de febrero de 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, https://www.forbes.com/sites/jemimamcevoy/2021/02/17/white-house-providing-emergency-generators-diesel-and-water-to-texas-amid-power-outages/?sh=22083009160d; The White House, “President Joseph R. Biden, Jr., approves Texas disaster declaration”, 20 de febrero de 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, https://www.whitehouse.gov/briefing-room/statements-releases/2021/02/20/president-joseph-r-biden-jr-approves-texas-disaster-declaration/.

{14} The Fordham Ram, “Snow in the south shows urgency of climate crisis”, 24 de febrero de 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, https://thefordhamram.com/79376/opinion/snow-in-the-south-shows-urgency-of-climate-crisis/.

{15} Max-Neef, op. cit., págs. 125 y 126.

{16} Op. cit., pág. 133.

{17} Op. cit., pág. 129.

{18} Antonio Gil & Jorge Olcina, Climatología básica, Ariel, Barcelona, 1999; René Garduño, El veleidoso clima, Fondo de Cultura Económica/Secretaría de Educación Pública/Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Ciudad de México, 2003 [1994]; Antón Uriarte, Historia del clima de la Tierra, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, Vitoria-Gasteiz, 2009; Manuel Toharia, El libro del tiempo, Crítica, Barcelona, 2013.

{19} Paul Ehrlich, Anne Ehrlich & John Holdren, Human ecology: Problems and solutions, W. H. Freeman, San Francisco, 1973.

{20} Brian Fagan, La corriente de El Niño y el destino de las civilizaciones: Inundaciones, hambrunas y emperadores, Gedisa, Barcelona, 2010 [1999]; National Oceanic and Atmospheric Administration-Climate Prediction Center, “El Niño / Southern Oscillation (ENSO)”, 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, https://origin.cpc.ncep.noaa.gov/products/analysis_monitoring/ensostuff/ONI_v5.php.

{21} University of Alabama in Huntsville, op. cit.

{22} University of California, Davis, “Science & climate definitions”, 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, https://climatechange.ucdavis.edu/climate-change-definitions/what-is-the-polar-vortex/.

{23} National Snow & Ice Data Center, “Sea ice index”, 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, https://nsidc.org/data/seaice_index.

{24} Gil & Olcina, op. cit., págs. 157 y 158.

{25} Op. cit., pág. 160.

{26} Ibid.

{27} Gil & Olcina, op. cit., pág. 220.

{28} Op. cit., pág. 219.

{29} Víctor Velasco, Blanca Mendoza & Graciela Velasco, “Reconstruction and prediction of the total solar irradiance: From the Medieval Warm Period to the 21st century”, New Astronomy, 34, January, 2015, págs. 221-233, https://doi.org/10.1016/j.newast.2014.07.009.

{30} Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), Fifth assessment report: Climate change 2014. Synthesis report, IPCC, Geneve, 2014, https://www.ipcc.ch/report/ar5/syr/.

{31} United Nations, op. cit.

{32} Max-Neef, op. cit., págs. 132, 133 y 142.

{33} Op. cit., pág. 133.

{34} Op. cit., págs. 134 y 135.

{35} Charles Hall, Cutler Cleveland & Robert Kaufmann, Energy and resource quality: The ecology of the economic process, John Wiley & Sons, New York, 1986; Juan Vega & Santiago Ramírez, Fuentes de energía, renovables y no renovables: Aplicaciones, Alfaomega, Ciudad de México, 2014.

{36} Robert McDonald, Joseph Fargione, Joe Kiesecker, William Miller & Jimmie Powell, “Energy sprawl or energy efficiency: Climate policy impacts on natural habitat for the United States of America”, PLoS ONE, 4, 8, 2009, e6802, https://doi:10.1371/journal.pone.0006802.

{37} Gil & Olcina, op. cit.; Garduño, op. cit; Uriarte, op. cit.; Toharia, op. cit.

{38} Gil & Olcina, op. cit.; Toharia, op. cit.

{39} Hall, Cleveland & Kaufmann, op. cit.; Howard Odum & Elisabeth Odum, A prosperous way down: Principles and policies, University Press of Colorado, Boulder, 2001; Douglas Reynolds, Scarcity and growth considering oil and energy: An alternative neo-classical view, The Edwin Mellen Press, Lewiston, 2002; Vaclav Smil, Energy in nature and society: General energetics of complex systems, The Massachusetts Institute of Technology Press, Cambridge, 2008; Smil, Energy transitions: History, requirements, prospects, Praeger, Santa Barbara, 2010.

{40} Max-Neef, op. cit., pág. 135.

{41} Lester Milbrath, Envisioning a sustainable society: Learning our way out, State University of New York Press, Albany, 1989.

{42} Rolando García, El conocimiento en construcción: De las formulaciones de Jean Piaget a la teoría de sistemas complejos, Gedisa, Barcelona, 2000.

{43} Max-Neef, op. cit., pág. 126.

{44} Op. cit., págs. 126 y 127.

{45} Smil, Energy transitions: History, requirements, prospects.

{46} Armando Páez, Sostenibilidad urbana y transición energética: Un desafío institucional, Tesis de doctorado, Universidad Nacional Autónoma de México-Programa de Maestría y Doctorado en Urbanismo, Ciudad de México, 2009, http://habitat.aq.upm.es/suyte/.

{47} United Nations Development Programme (UNDP), Human development report 2020: The next frontier. Human development and the Anthropocene, New York, UNDP, 2020, http://hdr.undp.org/en/2020-report.

{48} Dana Harmon, “Same storm, different boats”, TEPRI Blog, 26 de febrero de 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, https://txenergypoverty.org/2021/02/blog-same-storm-different-boats/.

{49} Dana Harmon & Jacquie Moss, Low-incomme community profile series. Part 1. Texas overview, TEPRI, Austin, 2019, https://txenergypoverty.org/wp-content/uploads/2019/06/TEPRI_LICPTexasOverview_August2019_REVISION_v3.pdf.

{50} U.S. Energy Information Administration, “Residential energy consumption survey”, 2015, consultado el 10 de marzo de 2021, https://www.eia.gov/consumption/residential/reports/2015/energybills/.

{51} Trevor Memmott, Sanya Carley, Michelle Graff & David Konisky, “Sociodemographic disparities in energy insecurity among low-income households before and during the COVID-19 pandemic” Nature Energy, 6, 2021, págs. 186-193, https://doi.org/10.1038/s41560-020-00763-9.

{52} Jorge Dehays & Andrés Schuschny, Pobreza energética en América Latina y el Caribe: Una propuesta de indicadores que midan el acceso a la energía con enfoque de desigualdad social y de género, Documento de trabajo, Organización Latinoamericana de Energía, Quito, 2019, pág. 48.

{53} EU Energy Poverty Observatory, Indicators & data, 2020, consultado el 10 de marzo de 2021, https://www.energypoverty.eu/indicators-data.

{54} Rigoberto García-Ochoa & Boris Graizbord, “Caracterización espacial de la pobreza energética en México. Un análisis a escala subnacional”, Economía, Sociedad y Territorio, 16, 51, 2016, págs. 289-337, http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-84212016000200289.

{55} Johan van Lengen, Manual del arquitecto descalzo: Cómo construir casas y otros edificios, Concepto, Ciudad de México, 1982.

{56} Uriarte, op. cit.

{57} Max-Neef, op. cit., pág. 143.

{58} Cámara de Diputados (Gobierno de México), Ley de la Industria Eléctrica, 2021, consultado el 10 de marzo de 2021, http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/ref/lielec.htm.

{59} Gustavo Garza, “Caracterización de la Pequeña Edad de Hielo en el México central a través de fuentes documentales”, Investigaciones Geográficas, 85, 2014, págs. 82-94, https://doi.org/10.14350/rig.41883.

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